Angola en mí - Esteban Cruz Díaz - E-Book

Angola en mí E-Book

Esteban Cruz Díaz

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Beschreibung

En la obra Angola en mí el autor ofrece, a través de su diario, una visión de la experiencia vivida en la defensa del pueblo angolano. El texto, con un lenguaje sencillo y emotivo, refleja, además, la perseverancia de los combatientes cubanos que hicieron sacrificios necesarios en pos de la liberación de ese hermano país.

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Seitenzahl: 283

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Edición:Lourdes Cabrera Pereda

Diseños de cubierta e interior:Jorge V. Izquierdo Alarcón

Realización:Yudelmys Doce Rodríguez

Corrección:Vilma Munder Calderón

Fotos:Archivo personal del autor

 

© Esteban Cruz Díaz, 2016

© Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2025

 

ISBN 9789592248120

 

Todos los derechos reservados. Esta publicación

no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,

en ningún soporte sin la autorización por escrito

de la editorial.

 

Casa Editorial Verde Olivo

Avenida de Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10600

Plaza de la Revolución, La Habana

[email protected]

 

A mis compañeros de batalla,

especialmente a los de Cuito Cuanavale.

A todos los que han cumplido misión internacionalista. A mi pueblo, y

al Comandante en Jefe,

digno ejemplo a seguir. A mi familia,

de quien me siento orgulloso.

“Todos los árboles de la tierra se concentraránal cabo en uno, que dará en lo eterno suavísimo aroma: el árbol del amor —de tan robustas y copiosas ramas —que a su sombra se cobijarán sonrientes y en paz todos los hombres”.

José Martí

Índice de contenido
Prefacio
La historia de África será diferente antes y después de Cuito Cuanavale
Antes de Cuito, una cita memorable
El viaje
Luanda
Menongue sur de Angola
Cuito, un golpe demoledor
Después de Cuito, acontecimientos trascendentales
Segundas vacaciones
Terceras vacaciones
Documento leído por Rubén en nuestro acto de despedida de la RPA
Anexos
Anexo 1
Anexo 2
Anexo 3
Anexo 4
Anexo 5
Anexo 6
Anexo 7
Anexo 8
Anexo 9
Anexo 10
Anexo 11
Anexo 12
Anexo 13
Anexo 14
Anexo 15
Anexo 16
Anexo 17
Anexo 18
Anexo 19
Anexo 20
Testimonio gráfico
Datos de autor

Prefacio

La obra Angola en mí, de Esteban Cruz Díaz recoge la experiencia vivida por él en su condición de internacionalista en la defensa del pueblo angolano frente a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) y el apartheid. En ella se pone de manifiesto la lucha incansable de los revolucionarios por la soberanía, la independencia y la libertad de ese pueblo hermano, y se reafirma que la verdadera historia, lo que condiciona la felicidad de una nación es la búsqueda de la justicia, la paz y el respeto a la dignidad plena del hombre; por lo que cada país tiene el derecho de elegir su propio derrotero en el devenir histórico de la humanidad.

El hombre, el soldado, el amigo y el compañero que nos cuenta la historia de su valiente participación en esa guerra lo hace a modo de diario apoyándose en apuntes, anotaciones y cartas enviadas a su familia, especialmente, a su amada esposa Isabel e hijas. La lejanía de su patria añorada y las misivas lo hacen pensar, reflexionar y le inyectan la dosis necesaria de optimismo para continuar hasta la victoria final, al igual que cientos de cubanos que realizan cada día extraor dinarias proezas de valor, firmeza e incondicionalidad en la defensa de un pueblo hermano.

Cuba es y será siempre internacionalista y solidaria, principios que nos guían en el apoyo a las justas luchas de los pueblos del mundo.Ya lo había sentenciado nuestro Héroe NacionalJosé Martí cuando expresó: “Patria es Humanidad”.

El autor organiza la obra por etapas, con la intención de dar a conocer sus vivencias desde el momento que le comunican su elección para cumplir la gloriosa misión de soldado internacionalista en la República Popular de Angola (RPA). En aquel entonces el protagonista se desempeñaba como controlador A de la calidadde los productos de asbesto-cemento, en una empresa enArtemisa.

Mediante una lectura detenida e inteligente se podrá llegar hasta la tercera y última etapa: “Después de Cuito Cuanavale. Hechos trascendentales”, para apreciar las fotos, esquemas e imágenes gráficas que complementan una historiadigna de ser conocida y admirada por todos aquellos que sabemos el significado e importancia de las justas contiendas por las grandes causas.

El lector también conocerá el quehacer de este soldado cubano en campaña, en el escenario de la guerra, porque este trabajo recoge suficiente información sobre su trayectoria combativa. Desde la llegada a suelo angolano, sus grandes responsabilidades, osadía en circunstancias difíciles para burlar al enemigo, valor sin fronteras,compañerismo, optimismo y seguridad del triunfo, se respiranen cada apunte. La condición de combatiente en tierras lejanas no lo distancian de su querida familia; ella es el acicate para que en cada momento aparezca el hombre de pie con el fusil en las manos para enfrentar a los enemigos.

Su diario, redactado con un lenguaje sencillo, es de fácil comprensión porque aunque Esteban Cruz Díaz no es un escritor consagrado, sabe emplear su lengua materna con la suficiencia necesaria para hacer sentir y vivir los momentos que narra hasta el punto que cuando lo leemos nos hace expresar: ¡qué corajudos son estos hombres de la tierra de Martí, Mella, Villena, Che, Raúl y Fidel!

Al transitar por el texto nos sorprende una poesía que exalta el amor a la patria lejana, la mujer amada, la familia y los amigos que acuden a su mente. El recuerdo es indispensable para calmar los ánimos y también para pensar en la victoria, así lo demuestra el siguiente fragmento poético:

Cuando al pie de la trinchera desde lejos se divisa flameando a la fresca brisa de mi Cuba la bandera, si el enemigo se espera que nos ataque ese día, los cubanos a porfía ponen el pecho a la guerra y al un viva a mi tierra “yo pienso en ti vida mía”.

Esta estrofa expresa por sí misma el valor de los cubanos, el autor la tomó del libro Poemas para el soldado y la dedicó a su esposa Isabel, por eso la incluyó en una de las cartas que le envió, se titula Vida mía, bien pudiera pensarse en dos vidas, la Patria e Isabel.

Esteban Cruz Díaz, partícipe directo de la gran batalla de Cuito Cuanavale, fue condecorado, homenajeado y ascendido como todos aquellos hombres que hicieron posible el éxito de esta gloriosa contienda, de ella expresó nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz: “A partir de ahora la historia de África tendrá que escribirse antes y después de Cuito Cuanavale”.

Amable lector, te invitamos a conocer los apuntes de este soldado común, quizás desconocido; pero registrado ya por la historia de nuestro pueblo, que cada día se enorgullece de sus tradiciones revolucionarias en un contexto sin fronteras, universal, y es siempre incondicional a las causas justas de los pueblos que defienden su plena y total independencia.

Profesor Néstor Rodríguez García

Artemisa 2013

La historia de África será diferente antes y después de Cuito Cuanavale

A fines de 1987 Sudáfrica, aprovechando una coyuntura creada que le era favorable en un determinado sector del frente sur, lanzó una nueva agresión en gran escala contra territorio angolano, lo que puso en grave peligro a la agrupación de tropas de las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (Fapla) en la región de Cuito Cuanavale, doscientos kilómetros al este de Menongue, último punto de la línea de defensa de las tropas cubanas en el sur de esa nación.

Los sudafricanos pretendían, conjuntamente con los efectivos de la Unita, propinar una fuerte derrota militar a las unidades de las Fapla y obligar así al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) a hacer importantes concesiones en las conversaciones que, con la mediación de los Estados Unidos, se habían reiniciado en julio de 1987. Una amenaza real se creó, además, para la propia seguridad de la agrupación de tropas cubanas en el sur de la nación angolana.

En este complejo contexto, la dirección del Partido Comunista de Cuba de común acuerdo con el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), adoptó, el 15 de noviembre de 1987, la decisión política y militar de reforzar el contingente internacionalista cubano.

Fieles a nuestras mejores tradiciones de luchas revolucionarias y convencidos de que, como explicara Fidel, ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad, fuerzas cubanas, enviadas por nuestro Gobierno, acudieron prontamente ante aquel histórico llamado.

En una de las operaciones militares más impecables y brillantes que a tal distancia pudiera realizar un pequeño país en cualquier época, decenas de miles de nuestros compatriotas, integrantes de las tropas regulares y de la reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sin hablar de la colaboración civil, marcharon voluntariamente a Angola y cerraron filas con presteza junto a sus hermanos africanos.

La estrategia cubano-angolana no consistía solamente en frenar al invasor en la región de Cuito Cuanavale y salvar allí la difícil situación que había surgido, sino también en concentrar las fuerzas y medios necesarios al oeste de la línea defensiva de Menongue-Lubango-Moçamedes, en el sector escogido por nosotros y no por el enemigo, para avanzar hacia el sur y presionar los puntos claves de los efectivos sudafricanos.

El Gobierno racista de Pretoria y sus tropas invasoras fueron incapaces de quebrar la resistencia, el coraje, la decisión y el valor del contingente de tropas cubano-angolanas y de la Organización del Pueblo de África del Sudoeste (SWAPO, por sus siglas en inglés) en la bata lla de Cuito Cuanavale y finalmente con los dientes rotos, derrotados tras varios fallidos ataques y presionados en puntos estratégicos vitales en el sector oeste del frente sur por la impresionante agrupación de tropas cubanas y después de los primeros choques con la exploración cubano-angolana-SWAPO en que fueron duramente golpeados y el contundente golpe aéreo de las fuerzas cubanas en Calueque, se vieron obligados, muy a su pesar, a aceptar el camino de las conversaciones, tal y como Angola y Cuba venían propugnando desde hacía varios años.

Esta importante victoria de las armas cubano-angolanas propiciaría un nuevo y definitivo giro a las negociaciones encaminadas a la búsqueda de la paz en África Sudoccidental.

La fase final del proceso negociador comenzó en Londres, en mayo de 1988 con la participación de una delegación conjunta de Angola y Cuba, la de Sudáfrica y, en calidad de mediador, Estados Unidos.

A partir de las conversaciones en la capital británica, las reuniones cuatripartitas se sucedieron ininterrumpidamente a lo largo de siete meses en catorce encuentros de intenso trabajo, paso a paso, no sin enfrentar reticencias y actos prepotentes por parte de la delegación sudafricana, y, en ocasiones, las inconsecuencias del propio mediador, aliado en definitiva de África del Sur.

Es de destacar la meritoria actuación que en el terreno diplomático desplegó la delegación conjunta angolano-cubana, que se caracterizó en todo momento por su seriedad, habilidad y fidelidad a los principios revolucionarios e internacionalistas, como dignos representantes de sus pueblos y a la altura de los heroicos defensores de Cuito Cuanavale.

En julio de 1988, en una nueva cita efectuada en Nueva York, se acordaron catorce principios básicos para una solución pacífica en el sudoeste de África —hechos públicos en su momento y ratificados posteriormente por los gobiernos angolano, cubano y sudafricano.

Lo alcanzado en ese encuentro representó un importante paso en el camino de una salida negociada para la región, al refrendar la necesidad de implementar la Resolución 435 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, garantizar la integridad territorial y la plena soberanía de Angola, así como la disposición de los gobiernos de Luanda y La Habana de replegar hacia el norte y evacuar posteriormente con destino a Cuba a la totalidad del contingente militar cubano.

En agosto de 1988, se produjo una importante ronda en la ciudad suiza de Ginebra, cuyo protocolo estableció el 1.o de noviembre de 1988 como fecha para poner en marcha el plan de Naciones Unidas para la descolonización de Namibia.

Falsas y dilatorias argumentaciones de Sudáfrica —alegando desacuerdos con el calendario de salida de las tropas cubanas, decisión soberana que exclusivamente corresponde a los gobiernos de Angola y Cuba— impidieron por entonces que se cumpliera en la fecha acordada en Ginebra este anhelo de toda la humanidad progresista y que África del Sur estaba obligada a ejecutar desde hacía más de una década. Pero, a pesar de su resistencia, más o menos manifiesta, los representantes de Pretoria no pudieron sustraerse a la inexorable marcha de la historia.

Próximo a terminar 1988, el día 13 de diciembre, se firmó en la capital de la República Popular del Congo el protocolo de Brazzaville, en el que las partes involucradas en las negociaciones confirmaron su compromiso a actuar según los principios de Nueva York y a tenor con los entendimientos de Ginebra del 5 de agosto de ese mismo año.

Luego del culminante encuentro del día 22 de diciembre de 1988 en la sede de la Organización de Naciones Unidas (Onu), donde fueron suscritos los acuerdos para la paz en el África Sudoccidental, finalizó una etapa, que no ha sido fácil y la humanidad recogerá con justificada razón este acontecimiento como un momento trascendente de la historia y, en particular, de la lucha de los pueblos africanos por alcanzar su definitiva independencia después de siglos de explotación colonial y neocolonial; pero la etapa que sigue, no menos importante ni exenta de dificultades es la implementación de lo allí rubricado, en la que Cuba, fiel a su política de respeto a los tratados internacionales, cumplirá al pie de la letra la palabra empeñada.

Con el acuerdo tripartito entre la República Popular de Angola, la República de Cuba y la República de África del Sur, se logran garantías para la soberanía e integridad territorial de la RPA, para el cumplimiento de la Resolución 435/78 sobre la independencia de Namibia —lo que por diez años consecutivos se negó a acatar Sudáfrica a despecho del reclamo universal— y para el mantenimiento de la paz en el África Sudoccidental.

Por el segundo Acuerdo, concertado entre los gobiernos de Angola y Cuba, se da conclusión a la misión internacionalista del contingente militar cubano que regresa victorioso y ordenadamente a nuestra Patria. El contingente de 50 000 combatientes internacionalistas cubanos regresará progresivamente con la satisfacción y el legitimo orgullo del deber cumplido. Una pequeña fuerza de observadores militares de naciones unidas verificará, por solicitud y a iniciativa de Angola y Cuba, ese proceso cuya organización y plazos asegura que las fuerzas que vayan quedando en Angola sean lo suficientemente fuertes hasta el momento en que regrese a Cuba la última agrupación.

Todo el esfuerzo colosal hecho por Cuba en cumplimiento de su deber internacionalista, en especial en los meses siguientes a la decisión de noviembre de 1987, se llevó a cabo al mismo tiempo que nuestro pueblo se preparaba para hacer frente a la tangible amenaza que ha representado la administración norteamericana más agresiva y prepotente que hemos encarado en los primeros 30 años de inclaudicable batallar frente al imperio.

Los trascendentes acuerdos de paz firmados, nacieron y se forjaron en los campos de combate, donde fundieron su sudor y su sangre combatientes cubanos, angolanos y namibios.

El acuerdo logrado por Angola y Cuba con Sudáfrica, representa un triunfo de las ideas revolucionarias y la culminación de un largo proceso de tenaz enfrentamiento en defensa de la soberanía y la integridad de la República Popular de Angola y por alcanzar la independencia de Namibia.

En lo adelante los pueblos africanos serán más libres y el oprobioso régimen del apartheid habrá dado un paso más hacia su total desaparición que en mayor o menor plazo será inexorable.

Junto a nuestros combatientes regresarán también a la patria los restos mortales de nuestros hermanos para reposar definitivamente en la tierra que los vio nacer y que con abnegación y firmeza supieron engrandecer ante el mundo. A ellos, que con el sacrificio de sus vidas cimentaron el camino que condujo a la victoria, nuestro respeto, nuestra admiración y la más profunda gratitud por su generosa entrega. Ellos vivirán y estarán por siempre entre nosotros porque, como dijera nuestro héroe nacional José Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.

Como dijo Fidel, la historia de África será diferente antes y después de Cuito Cuanavale. Y en esa inolvidable proeza, el pueblo cubano tendrá por siempre un motivo de legítimo orgullo revolucionario, por la dignidad y el decoro con que supieron representarlo.

Estas gloriosas páginas de heroísmo, de fidelidad a los principios internacionalistas, a la ideología de la clase obrera y de valor a toda prueba, será eternamente motivo de inspiración, aliento y ejemplo para las actuales generaciones de cubanos y para todos aquellos que en cualquier rincón de la tierra hagan suya la causa de los explotados y de los humildes del mundo.1

Antes de Cuito, una cita memorable

Comenzaba la segunda semana de enero de 1987. Era el Año 29 de la Revolución. Acababa de llegar de la Empresa de Asbesto-Cemento, en Artemisa, donde desempeñaba las funciones de controlador A de la calidad, al frente del grupo de técnicos encargados de hacer cumplir las normas cubanas establecidas para la producción y almacenamiento de los productos que se confeccionaban en dicha instalación (tubos de presión de diferentes diámetros y el famoso canalón de siete metros de longitud tan solicitado para las cubiertas de naves). Entonces escuché un toque en la puerta. Al abrir, un representante de las fuerzas armadas me preguntó si era yo Esteban Cruz Díaz. Al responder afirmativamente me entregó una comunicación para que, el lunes 12, me presentara en el Comité Militar. El objetivo de la cita era el cumplimiento de una misión internacionalista.

El numeroso grupo contactado fue conformado fundamentalmente por oficiales, los cuales alrededor de las ocho y treinta formamos en pelotones para pasar al salón de reuniones. En la presidencia se encontraban los compañeros de Cuadros y del estado mayor municipal. Nos comentaron acerca de la cantidad de artemiseños que estaban cumpliendo misión militar en Angola y Etiopía, quienes debían ser relevados en los meses venideros, por lo que necesitaban saber la disposición de cada uno de nosotros. Surgieron muchos argumentos: problemas familiares, situaciones personales, estado de salud, los cuales redujeron el grupo prácticamente a la mitad.

Di el paso al frente sin pensarlo, había obtenido muchos beneficios de la Revolución, entre ellos la educación superior, soy ingeniero Industrial y durante los cinco años de la carrera recibí preparación militar en la especialidad de Retaguardia. Ostentaba el grado de teniente, y fui miembro activo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el período comprendido entre agosto de 1981 y enero de 1982 en la División 1270, conocida por Vaca Muerta, ubicada entre los municipios de Alquízar y San Antonio de los Baños de la entonces provincia de La Habana, hoy de Artemisa. Trabajé adjunto al teniente coronel Melchor, jefe de Víveres; posteriormente, en el intervalo febrero-agosto de 1984, me seleccionaron para el curso de Sustituto del jefe del Regimiento de Milicias de Tropas Territoriales (MTT) para la Retaguardia, en la escuela nacional, sita en Mariel. Allí fui ascendido al grado de primer teniente en diciembre de ese año. Contaba con preparación cultural y militar; pero no había tenido la oportunidad de demostrar mi incondicionalidad con el proceso revolucionario: ¡qué mejor motivación que ayudar a un pueblo hermano que sufría desde hacía tantos años la explotación del apartheid! Me sentí orgulloso de estar entre los convocados.

A los que dimos respuesta positiva, se nos conformó un expediente. El 9 de febrero de 1987 fuimos sometidos al examen médico por especialidades, en el libro médico se podía leer en las conclusiones el término “Apto”, firmado por el jefe de la comisión el 20 de febrero. Le siguieron, la vacunación contra la viruela, la fiebre amarilla y el cólera, el 13 de abril y la reactivación de la última, el 21. Este día supimos que la misión sería en Angola. Nos entregaron un maletín con un módulo de ropa para el viaje y una chapilla individual enumerada (identificación). El 24 de abril fuimos reclutados y un día después partíamos a nuestro objetivo.

 

1 Tomado del Editorial del periódico Granma del 23 de diciembre de 1988.

El viaje

Luanda, jueves 14 de mayo de 1987

Hoy en horas de la madrugada arribamos al puerto de Luanda. Después de 19 días de travesía en el buque Leonid Sobinov de procedencia soviética, sumamente confortable. Me tocó dormir, en la cubierta principal, junto con dos soldados de Bayamo. En el camarote había baño, closets, box spring, aire acondicionado, agua fría y caliente y estaba cubierto de alfombras.

El barco tiene nueve cubiertas (pisos), fue construido en 1954 en el astillero inglés John Brown y reconstruido en 1962. La bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue izada en 1974 y desde ese momento pasó a formar parte de la compañía naviera Mar Negro.

El largo es de ciento ochenta y seis metros, el ancho de veinticuatro y la altura desde la quilla hasta la cubierta de botes salvavidas es de 24,3 m; se mueve por turbinas con una potencia de veinte mil caballos de fuerza, los cuales permiten desarrollar una velocidad de veinte y dos nudos (cada nudo equivale a 1,8 km). La capacidad es de 800 pasajeros y viajábamos 1 200, razón por la cual en los camarotes un compañero debía dormir en un colchón en el piso. El buque contaba con cubiertas al aire libre, dos restaurantes el Volga y el Mar Negro, bares, kioscos, un jardín botánico, salones, un complejo deportivo, biblioteca, cine y un museo de Leonid Sobinov, notable tenor ruso.

Todo el personal de la tripulación era soviético, y me sirvieron de algo las pocas palabras rusas que conozco.

Durante el trayecto ingerimos comida típica de este país, muchos vegetales, carnes, sopas y frutas así como, peras, manzanas, jugos de melocotón…; a la mayoría de los cubanos no le gustaba porque daban poco arroz y frijoles, pero yo me sentía bien con esa variedad de platos con alto contenido de proteínas. Siempre me tocaba en el segundo turno (09:00 desayuno,14:00 almuerzo y a las 19:00 cena). El desayuno era una comida más.

Nos proyectaron cinco películas, en las que el tiempo transcurría rápidamente. También se realizaron actividades culturales y deportivas, tanto por parte de los soviéticos, como de los pasajeros.

Los oficiales teníamos la posibilidad de ir al bar, donde se tomaba jugo, agua mineral, té y café; el horario era de 10:00 a 12:00 y de 20:00 a 22:00; resultaba un lugar acogedor donde además se escuchaba música.

El 9 de mayo los soviéticos hicieron una actividad cultural para celebrar el Día de la Victoria, en la cual bailaron danzas típicas y cantaron en español.

La estructura militar en el buque fue establecida por compañías, la mía era la 5, me seleccionaron secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de la compañía, pero desarrollamos poco trabajo, casi todo era en apoyo a los jefes y a los políticos.

El viaje transcurrió con buen tiempo, excepto un día que hubo una pequeña tormenta, la mayoría de los compañeros se marearon y vomitaron, pero yo me sentí bien durante toda la travesía.

Hoy, después del atraque del buque en el puerto, nos trasladaron a una unidad de tránsito llamada Futungo, en la que los especialistas de la Misión Militar Cubana en Angola (MMCA) vendrán a entrevistarnos y nos darán la ubicación definitiva.

La diferencia de horario es cinco horas con respecto a Cuba.

En el poco tiempo que llevo en la unidad, me he encontrado con compañeros que estuvieron conmigo en la escuela de las tropas en el Mariel, ellos llevan aquí 18 meses, están en el sur y dicen que todo está muy tranquilo, de lo que hay que cuidarse es de las irresponsabilidades de los que juegan con las armas, motivo por el cual ocurren gran cantidad de accidentes.

Escribí la primera carta a mis seres queridos, para que conocieran sobre la travesía en el barco y los primeros días de mi estancia en Luanda.

Luanda

Futungo, miércoles 20 de mayo de 1987

Llevo siete días en la unidad de tránsito y aún no me han definido la ubicación. El domingo 17 vinieron los especialistas de la Misión Militar e intercambiaron con nosotros, indagaron sobre nuestras experiencias. Les conté que estuve como adjunto al jefe de Víveres, en la División 1270, desde agosto de 1981 hasta enero del 82; dos años más tarde pasé el curso de jefe de Retaguardia en la Escuela Nacional de las Milicias de Tropas Territoriales, cargo que ocupaba en uno de los regimientos de dichas milicias en mi municipio de residencia. Entonces me propusieron desempeñarme como jefe de Retaguardia de un grupo táctico, pero no definieron la provincia a la que iría. Quedaron en venir el lunes para traer el nombramiento, pero hoy es miércoles y aún estamos esperando.

Aquí en Futungo las condiciones de vida son normales. La comida no es de la mejor calidad, pero no tengo problemas. Me alimento bien y no he bajado de peso. Tomamos agua hervida y hay que correr para poder bañarse cuando ponen el agua, pues es muy poco tiempo. Hasta ahora lo estoy haciendo todos los días. Considero que es muy importante mantener las condiciones higiénicas para evitar enfermedades.

En la ciudad hay un gran contraste entre las construcciones modernas, la suciedad y las casuchas situadas en la periferia. Los nativos viven en una miseria alarmante. Las mujeres con sus hijos amarrados a la espalda, con bultos inmensos en la cabeza y sin zapatos.

Alrededor de la unidad se reúnen muchos niños sin camisa y descalzos, que en la menor oportunidad ingieren los residuos de comida que hay en los tanques.

Por las noches proyectan películas. Las últimas tres han estado magníficas, una cubana Algo más que soñar basada en la serie televisiva de igual nombre y dos soviéticas, una acerca de un barco que por una negligencia se incendia y la otra trata sobre una pista de baile.

Los lugares que más se destacan en los mapas de Angola que he visto son: Cabinda, Luanda, Malange, Huambo, Matala, Lubango, Menongue, Namibe y Jamba.

Esta es la segunda vez que escribo una misiva para Cuba, pero como aún no tengo ubicación, no he podido enviar el apartado postal.

Domingo 24 de mayo de 1987

Hoy hace un mes que salí de casa. Me parece un año. Todavía permanezco en la unidad de tránsito. Aquí la vida sigue tan monótona como siempre, nos levantamos a las 06:00 (excepto los domingos que es a las 07:00), almorzamos a las 11:30 y comemos a las 17:30, el resto del día no tenemos nada programado, menos mal que traje varios libros para leer. En ocasiones me pongo a jugar damas, ajedrez o veo la televisión, existe un solo canal y la mayor parte de la programación es noticiosa. Siempre alrededor de las siete y treinta exhiben películas en un cine que hay aquí, por lo general son soviéticas.

El viernes y el sábado pasados, en la mañana, realizaron un conversatorio con nosotros sobre la situación actual de esta nación y las diferentes especialidades, entre ellas Víveres, Vestuario, Combustible, Servicios Médicos y Comercio Militar. Nos hablaron de las particularidades de cada una y la mejor forma de dirigirlas. La conferencia se realizó en la llamada Casa Azul, que es un hospital de convalecientes, allí vi a uno de los jimaguas del poblado de Candelaria, quien hace catorce meses que está por acá, dice que está enfermo.

Ahora son las 14:00, le escribo a Isabel para decirle que me nombraron jefe de Organización y Planificación de la brigada. Seré el segundo del jefe de Retaguardia. Cada brigada tiene dos o tres grupos tácticos, es un cargo de alta responsabilidad. Pensamos que el martes nos lleven hacia allá, ¡ah! la provincia es Menongue. Hoy por la mañana me llamaron por el audio, el jefe de Retaguardia de la brigada solicitaba mi presencia, quería conocerme. Él vivió muchos años en Artemisa y tiene una hija llamada Yohana que estudia en Molino del Rey, el apellido es Calzada, me habló bastan te de la provincia, según sus palabras no hay ningún tipo de problema y en el último control del Ejército, fue la mejor Retaguardia; me comunicó, además, que no me preocupara que él estuvo en ese cargo y me ayudaría en lo que necesitara. Aunque dice que con mi preparación, enseguida le cogeré la vuelta.

Mi dirección es Apartado (6030-11), Ciudad Habana. Con ese apartado aquí saben qué provincia es. Ya podrán escribir Isabel y las niñas, espero que me manden dibujos.

Menongue sur de Angola

Martes 26 de mayo de 1987

Hoy salimos rumbo a la provincia de Cuando-Cubango, específicamente a su capital, Menongue.

Nos levantamos alrededor de las cinco. Desayunamos y fuimos para el aeropuerto, el vuelo salió a las 08:00, en un avión tipo An-12. Veníamos catorce compañeros en la cabina de la aeronave. El viaje duró una hora y cuarenta minutos y transcurrió sin ninguna dificultad. Volamos a más de treinta mil pies de altura. A la llegada a Menongue, la nave descendió en forma de espiral, sin embargo al mirar por las escotillas parecía que no se estaba moviendo.

Cuando arribamos a la terminal aérea nos trasladaron a la jefatura de la brigada que se encuentra a dos o tres kilómetros de esta. Allí nos recibió el jefe del estado mayor, quien estuvo conversando con nosotros un rato y después distribuyeron a los demás compañeros por los diferentes grupos tácticos. Me dejaron en la jefatura de la brigada, en el cargo designado y me presentaron al jefe de Servicios Médicos que estaba al frente de la Retaguardia, pues Calzada, el titular, estaba de vacaciones.

Viernes 29 de mayo de 1987

Hasta ahora lo único que he hecho es visitar las unidades subordinadas constituidas por dos grupos tácticos, uno de Tanques T-34, uno de Artillería Reactiva, un Destacamento de Protección Antiaérea (DPA), una compañía de Aseguramiento Material, otra de Ingeniería y Zapadores, además de una granja, el puesto médico, y otras unidades de Aseguramiento. También se abastece a la Unión de Empresas Constructoras del Caribe (Uneca), que es civil y radica en la zona del aeropuerto. La cantidad de hombres que hay en general es de 4 459.

Menongue no es moderno como la capital, viene siendo como un pueblo pequeño en Cuba. Las condiciones higiénicas son malas, no así en la unidad, donde todo está limpio y se extreman las medidas higiénico-sanitarias, se hierve el agua hasta para lavarse los dientes.

La alimentación es buena. No me como todo lo que nos ofertan, y eso que está bien elaborado.

En cuanto al clima ahora comienza el invierno que se extiende hasta los meses de julio y agosto. El frío es solo en las noches y dicen los compañeros que llevan tiempo aquí, que el año pasado fue tan fuerte que el agua amanecía con escarchas. Por eso tengo dos frazadas y cuatro sábanas. No he sentido frío todavía, muchos se quejan por las madrugadas.

También tomamos cloroquina, dos tabletas los martes y los viernes.

Cuando llegas a nuestras unidades solo ves una pequeña choza, que es la entrada de los albergues y las oficinas, pues todo está soterrado y los techos están a ras de tierra, pero hay bastantes comodidades.

En esta zona no hay ningún tipo de dificultades, es muy tranquila.

Alrededor de las siete de la noche proyectan una película, el sistema de video es central, es decir, lo ponen en el pueblo y es posible verlo en las unidades de la brigada. En el poblado están todos nuestros almacenes.

Hoy escribí muchas cartas a mi esposa Isabel, a mis pequeñas Eileen y Sunay, a los viejos, a mis hermanos Eduardo y Dora y mis compañeros de trabajo.

Miércoles 3 de junio de 1987

Por la mañana se han inspeccionado varias unidades, controlamos la higiene, si hierven el agua, si los tanques están tapados, las letrinas hechas y cubiertas también, si los combatientes tienen las vacunas actualizadas; todo esto se verifica por Servicios Médicos, además chequeamos los documentos de los almacenes y los revisamos contra las existencias, tanto de víveres, como vestuario.Se compara el menú con lo planificado y la cantidad que se sirve, así como el consumo de combustible y las reservas.

Como parte de mi contenido de trabajo, tengo que elaborar otros documentos sobre disposición combativa y los mapas.

El jefe de Servicios Médicos sigue al frente de la Retaguardia.

La próxima semana vendrá un control de la Misión y de ahí depende la calificación del primer período de instrucción que termina en junio, es por ello que estamos inspeccionando constantemente a las unidades.

Hoy por la tarde tuve dos reuniones, una a las 17:00 y otra a las 19:00.

Por la madrugada se siente un poco de frío, esto parece un desierto, calor por el día y frío por la noche.

Tenemos escasez de sobres para cartas, menos mal que yo sé hacerlos. Aún no he recibido ninguna.

A pesar de comer bien, he perdido algunas libras de peso, quizás no me he adaptado a la vida en campaña.

Martes 9 de junio de 1987

El trabajo se repite día tras día, se visitan y controlan las unidades y el aeropuerto para ver las mercancías que nos envían desde Luanda, pues nos abastecen de dos formas: por vía terrestre (caravanas) y aérea. El día 6, sábado, nos llegó una caravana, nos trajo combustible, municiones y cemento entre otros productos fundamentales. Los aviones tienen buena capacidad de carga, en una ocasión trajeron dos tanques de guerra.

La única recreación que tenemos es el video que ponen a las 19:00 y como no han llegado nuevos filmes, están repitiendo los mismos.

Estoy participando en los repasos que les están impartiendo a los oficiales del estado mayor sobre el ejército enemigo, la organización y el armamento que poseen.

La inspección de la Misión que esperábamos, la pospusieron para el lunes 15 y además de controlar el trabajo, examinarán a los oficiales, tanto del estado mayor como de las unidades en las diferentes materias que se imparten: Política, Ejército Enemigo, Preparación Física y Tiro.

Domingo 14 de junio de 1987