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Es el fruto de una conversación de la familia González-Cupull, que hizo aquella noche infinita. Fueron horas de remembranzas de cuando, en 1988, Liván —el segundo de sus hijos, «el mediano»—, como a él le gusta decir: cumplió misión internacionalista en la República Popular de Angola. El texto es un reflejo del amor de padres e hijos, aun cuando miles de kilómetros los separan se siente la cercanía a través de la correspondencia; este no puede ser un epistolario más sino la preocupación constante de cuan cerca del peligro podía estar el mediano de la familia.
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Seitenzahl: 171
Veröffentlichungsjahr: 2025
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la webwww.conlicencia.comEDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros ebook los puede adquirir enhttp://ruthtienda.com
Edición:Olivia Diago Izquierdo
Diseño de cubierta:Dariel Alexis Hernández Pérez
Diseño interior y realización:DarielAlexisHernándezPérez
Corrección:Magda Dot Rodríguez
Cuidado de la edición:Tte.cor.AnaDayamínMonteroDíaz
Conversión a ebook:Grupo Creativo RUTH Casa Editorial
© Froilán Gonzalez y Adys Cupull, 2025
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2025
ISBN: 9789592248144
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial.
Casa Editorial Verde Olivo
Avenida Independencia y San Pedro
Apartado 6916. CP 10600
Plaza de la Revolución, La Habana
volivo@unicom.co.cu
www.verdeolivo.co.cu
A los jóvenes y niños de Cuba y Angola que estudian
para ser útiles a la patria.
A los queridos combatientes que ofrendaron
su vida en la lucha contra el colonialismo
en Angola y otras partes de África.
Para que Angola. Imposible olvidar viera la luz, agradecemos, además, al equipo medico multidisciplinario que nos atendio en el Hospital Militar Central Dr. Luis Diaz Soto, Distincion Carlos J. Finlay, y a todos los centros de asistencia al pueblo, que libraron la batalla contra la terrible epidemia. Gracias a ellos nuestro proyecto se hizo real.
A la museóloga especialista Damaris González directora del Museo del Esclavo en Limonar, Matanzas, y a la dirección del Museo del Esclavo, en Luanda, Angola.
A los exembajadores de Cuba en la República Popular de Angola: Oscar Oramas Oliva y Noemí Benítez de Mendoza. Igualmente, a Heriberto Feraudy Espino, quien fuera embajador en Gambia, Nigeria y Reino de Lesotho.
A Carmen Almodóvar Muñoz, doctora en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, formadora de generaciones, por su importante investigación Antología crítica de la historiografía cubana.
A quienes fueron lectores críticos del original: máster Edelmira Rodríguez Portal, profesora e investigadora, jefa de la disciplina Historia de Cuba en la Facultad de Humanidades, en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramante Loynaz.
Al profesor y escritor Rolando Julio Rensoli Medina, estudioso de las culturas africanas.
A la máster en Ciencias, profesora, Ana María González García, y a la licenciada Olga Angulo por las sugerencias a la primera versión.
A Vivian León Pérez, licenciada en Comunicación Social, con experiencia en la edición de libros, por el cotejo y corrección de las cartas originales.
A Beatriz González León, licenciada en Ciencia Farmacológica, por el cotejo de las cartas y la transcripción de los testimonios.
A la editora Olivia Diago Izquierdo, por sus sugerencias y recomendaciones oportunas.
Hay acontecimientos históricos que nada ni nadie podrá borrar.
Hay ejemplos revolucionarios que los mejores hombres y mujeres de las futuras generaciones, dentro y fuera de nuestra patria, no podrán olvidar. Este es uno de ellos, mas no nos corresponde a nosotros evaluarlo, de ello se encargará la historia.
Fidel Castro Ruz1
1 Fidel Castro Ruz: «Discurso en el acto de despedida de duelo a nuestros internacionalistas, caídos durante el cumplimiento de honrosas misiones, militar y civil», efectuado en El Cacahual, 7 de diciembre de 1989.
¿Dónde está el país que haya solicitado la ayuda de Cuba y que le haya sido negada?
Nelson Mandela2
Yo me encontraba en prisión cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola —en una escala tal que nos era difícil creerlo— cuando los angolanos se vieron atacados en forma combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) financiado por la CIA, los mercenarios y las fuerzas de la Unita (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y de Zaire, en 1975.
[…]
Sabemos también que esta fue una acción popular en Cuba. Sabemos que aquellos que lucharon y murieron en Angola fueron solo una pequeña parte de los que se ofrecieron como voluntarios. Para el pueblo cubano, el internacionalismo no es simplemente una palabra, sino algo que hemos visto puesto en práctica en beneficio de grandes sectores de la humanidad.
La presencia de ustedes y el refuerzo enviado para la batalla de Cuito Cuanavale tienen una importancia verdaderamente histórica.
¡La aplastante derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale constituyó una victoria para toda África!
¡Esa contundente derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale dio la posibilidad a Angola de disfrutar de la paz y consolidar su propia soberanía!
¡La derrota del ejército racista le permitió al pueblo combatiente de Namibia alcanzar finalmente su independencia!
¡La decisiva derrota de las fuerzas agresoras delapartheiddestruyó el mito de la invencibilidad del opresor blanco!
¡La derrota del ejército del apartheid sirvió de inspiración al pueblo combatiente deSudáfrica!
¡Sin la derrota infligida en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones no hubieran sido legalizadas!
¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes!
¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral!
¡Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al continente y a nuestro país del azote delapartheid!
Nelson Mandela
2Nelson Mandela. Abogado, político, destacado luchador contra elapartheid.Permaneció más de treinta años en prisión. Primer presidente negro en Sudáfrica, elegido democráticamente mediante sufragio universal. Premio Nobel de La Paz, 1993. Gran amigo de Cuba y de Fidel Castro. Visitó el país por primera vez en julio de 1991. Estas palabras fueron tomadas del discurso que pronunciara el 26 de julio de 1991 en Matanzas.
Inició exactamente el 7 de febrero de 2019. Una noche de recuerdos y anécdotas. Nuestros hijos, Leandro, Liván y Chairo contaban acerca de las huellas del internacionalismo militar y civil del pueblo cubano en Angola. A pesar de cuán difícil es juntar a una familia grande: los hijos; Vivian y Olga, sus esposas; y nietos, lo logramos. Contamos como invitados, además, con el matrimonio argentino Irene Perpiñal y Eladio González, creadores del primer museo suramericano Ernesto Che Guevara de la Serna, en Buenos Aires. Lo cierto es que el tema de conversación nos condujo a una noche sin fin.
Prestamos atención a las remembranzas de nuestros muchachos relacionadas con su decisión de combatir junto a angolanos. Una vez más sentimos orgullo y admiración por ellos; sin embargo, percibimos aquellos hechos como dormidos en nuestra memoria, y sentimos el deber de despertarlos.
Contamos los años transcurridos. ¡Algo más de treinta!3 Recordamos a familiares, también combatientes: nuestros hermanos, Juan Cupull Reyes y Roberto González García, y otros miembros de la familia que, vestidos con uniforme internacionalista, defendieron las causas de Angola y Etiopía.
Terminada la conversación, pensamos: ¿Cómo pudimos pasar por alto el 23 de marzo de 2018, cuando se cumplieron treinta años de la victoria de Cuito Cuanavale? Allí estaba Liván.
Culpamos a la rapidez con que la tierra da la vuelta sobre su eje, juntando días y noches plenos de acciones que hacen imperceptible el paso de los años. Entonces decidimos, por el futuro y por los nietos, escribir nuestro testimonio a partir de las vivencias que se narraron esa noche y otras…, y las cartas salvadas que Liván enviara desde Cuito, Menongue y Luanda.
Algunas personas consideran que las misivas familiares no tienen valor y las rompen o desaparecen; pero las de Liván las hemos conservado como un tesoro de gran valor, todo el tiempo estuvieron en un sobre cerrado, que ahora abrimos para un viaje a su juventud y a los hechos ocurridos mientras finalizaba la década del ochenta del siglo pasado.
Definida la temática e intenciones de la obra, intercambiamos impresiones con dos de los nietos: Sofía de catorce años y Roberto de quince. Nos interesaba saber cómo les gustaría que fuera el libro. «Una narración sincera», dijo la niña. «Y con un lenguaje sencillo», aportó su primo hermano. Sugirieron notas para remitir al lector a los textos citados. Con ellos mantuvimos un intercambio permanente.
Pronto trazamos la estructura del testimonio: tres capítulos: descripción breve del país, de la esclavitud y la trata humana que generó; ¿por qué Carlota como nombre de la misión militar?; las cartas salvadas desde Angola; y el quehacer de Liván a partir de su regreso a la patria. Testimonios de familiares y amigos combatientes constituyen anexos.
En el relato están presentes José Martí Pérez, nuestro Apóstol y Héroe Nacional, y Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce, como forjadores de las ideas antiesclavistas y anticolonialistas, y también precursores de ideas internacionalistas, en las que se sustenta la conciencia del cubano. Palabras de Fidel y Raúl guiaron el testimonio.
Luego de una lectura intensa de literatura sobre la temática y anotaciones primarias, detenidas por el mal que azotaba al mundo, del que no fuimos excluidos en el orden personal, durante el periodo de batalla contra la pandemia de la Covid-19, tiempo complicado para todos, comenzamos a escribirAngola. Imposible olvidar.
Para entonces, ya habían transcurrido tres años de aquella conversación familiar.
Los autores
3 Liván, el segundo de nuestros hijos, había cumplido misión internacionalista en Cuito Cuanavale en el año 1988.
Fue la pregunta que hicimos a los exembajadores cubanos en la República Popular de Angola: Noemí Benítez de Mendoza y Oscar Oramas Oliva, quienes preservan en su memoria la historia del tiempo en que se gestó y consolidó la entrañable amistad entre las dos naciones.
De Noemí Benítez es la primera respuesta:
Ayudamos al pueblo de Angola, no solo a su liberación del yugo opresor, sino también a la reconstrucción de su país.
La misión constituyó una de las páginas más hermosas de la vocación solidaria de nuestro pueblo. El triunfo alcanzado por angolanos, cubanos y combatientes de la Swapo (Organización del Pueblo de África Sudoccidental) fue una rotunda victoria sobre el imperialismo, demostró la capacidad de los pueblos cuando una causa justa los unen.
Es conocido que los vínculos de nuestros países en la esfera internacionalista datan desde 1965 en que de manera inesperada Agostinho Neto recibió a Ernesto Che Guevara en la sede del Movimiento Popular para la Liberación de Angola, en el Congo Brazzaville. El comandante realizaba un recorrido por África, y de ese encuentro con Neto nació la solicitud de la colaboración militar, la cual se hizo oficial el 26 de enero de 1975 a través de una carta que el máximo representante del movimiento de liberación remitiera a la alta dirección del Gobierno cubano. Como era de esperar el Partido Comunista de Cuba, fiel a los principios del internacionalismo proletario, consideró favorable acceder a tal petición.
A finales de agosto de ese mismo año inició la mayor ayuda militar a un país hermano, estuvo enmarcada dentro de la posición de principios que, en cuanto a la práctica de la solidaridad y el internacionalismo con los países del Tercer Mundo ha caracterizado la política exterior de la Revolución.
La misión militar que comenzara en 1975 fue evocada por Oscar Oramas Oliva, primer embajador de la Isla en el país africano, estudioso de ese continente, especialista y referente en el tema. Ante la conversación, iniciamos sus remembranzas con la primera frase:
Mis recuerdos de Angola… ¿Por qué fui a Angola? Yo era el director de África y Medio Oriente del Ministerio de Relaciones Exteriores, trabajaba bajo la dirección de Raúl Roa García, el Canciller de la Dignidad, y de Osmani Cienfuegos Gorriarán, encargado de la política hacia África en el Comité Central del Partido; desde hacía un año me afanaba en la elaboración de un estudio sobre la situación interna de Angola y de los movimientos en torno a dicho país.
Agostinho Neto reiteró su solicitud, como había sucedido desde 1965, yo me había entrevistado con él en varias ocasiones, incluso, la última vez cuando, durante los festejos de la independencia de Mozambique el 25 de junio de 1975, le pidió al comandante Armando Acosta Cordero que le trasmitiera a Fidel que el país requería la ayuda con carácter urgente para hacerle frente al enemigo. Ya yo conocía a algunos dirigentes del Movimiento Popular para la Liberación de Angola.
Llegué a Luanda aquel 5 de diciembre en calidad de asesor político del jefe de la Misión Civil, Jorge Risquet Valdés Saldaña, entonces miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
A los pocos días me reuní con Luis de Almeida, segundo del recién creado Ministerio de Información. Fue un encuentro entre viejos camaradas, pues habíamos establecido una estrecha amistad desde nuestra estancia en Argelia: él representaba al MPLA y yo era el segundo de la embajada cubana. Hablamos mucho sobre la precaria situación de Angola, la guerra contra el FNLA y la Unita de Jonás Savimbi, apoyada por las potencias imperialistas, en especial por Estados Unidos y su testaferro Mobutu Sese Seko, de Zaire. También fue tema de conversación la ayuda internacionalista nuestra.
Cuando concluimos el cálido encuentro, Luis me acompañó hasta el parqueo, vio que yo circulaba en un yipi y me dijo: «No, no puede ser, ven conmigo». Regresamos a su oficina, tomó las llaves de un auto y agregó: «Tú no puedes andar así en mi país, porque eres un cubano, amigo nuestro, que viene a ayudarnos, como lo has hecho desde que nos conocimos en Argelia».
Pasada solo una semana de mi llegada, el día 11, recibimos la triste noticia de que el primer comandante Raúl Díaz-Argüelles García, jefe de la Misión Militar Cubana, había caído en combate. Mientras intentaba detener el movimiento ofensivo del ejército invasor sudafricano hacia Luanda, una mina explotó el vehículo blindado en el que viajaba. El hecho conmovió a todos.
En enero presenté credenciales como embajador y, aun cuando yo había llegado primero, acordamos que el representante del Congo Brazzaville debía ser el primero, por razones políticas obvias. Fue un momento emotivo cuando le hice entrega de las Cartas Credenciales al doctor Agostinho Neto, quien me trató siempre como un amigo.
Me impresionaba mucho ver a miles de personas famélicas refugiadas en la capital, pernoctando en los portales, pidiendo limosnas, personas que habían huido de sus tierras producto de la guerra provocada por los invasores sudafricanos por el sur, y zairotas y el FNLA por el norte del país. Aborrecí mucho más al imperialismo y susguerrasde rapiña, así como la mendaz mentira que esgrimen, cuando señalan que lo hacen para proteger a las poblaciones de la supuesta opresión del comunismo. ¡Cuánta miseria y dolor para apoderarse de las riquezas y materias primas de Angola!
En medio de esa situación me sentí impresionado, convencido de la firme determinación del presidente Neto, de pelear por la verdadera soberanía e integridad territorial, de Cabinda a Cunene. Eran momentos de gran incertidumbre y la dirección de ese país daba palmarias muestras de no ceder ni un ápice. Merecían apoyo aquellos hombres y mujeres que daban ejemplo de mucha dignidad y coraje ante mayúsculo complot imperial que, de haber triunfado, hubiese perpetuado el control de sus riquezas por parte de empresas norteamericanas, el apartheid en Sudáfrica y la no aplicación de la Resolución 435 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la cual conducía a la emancipación de Namibia. Entendí que Cuba y el Comandante en Jefe jugaban un singular papel en aquel escenario.
En los ojos de los militares y civiles que estábamos allí, yo apreciaba la alegría de ser fieles al legado de José Martí: «Patria es humanidad». Era contagioso el orgullo de ser cubano y de haber sido escogido para participar en la más grande operación internacionalista de la patria de Fidel.
Guiados por las ideas de justicia de José Martí Pérez, Apóstol y Héroe Nacional,4 y Antonio Maceo Grajales,5 Titán de Bronce de nuestras guerras, se fraguó el internacionalismo de nuestro pueblo desde el siglo xix, cuyas ideas independentistas abarcaban naciones de América y el Caribe.
De la carta que enviara al patriota cubano Anselmo Valdés, con fecha 6 de junio de 1886, data este sentimiento del lugarteniente Antonio: «Cuando Cuba sea independiente solicitaré del Gobierno que se constituya permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América».6
En otra misiva, esta del 30 de octubre de 1895, dirigida al general Joaquín Crespo, presidente de la República de Venezuela, escribió: «[…] la causa de la civilización de la humanidad es solidaria entre los hombres, la libertad que es el medio en que aquella tiene que desenvolverse y progresar, debe ser solidaria entre las naciones libres, y lo es en efecto».7
Y del Apóstol, muy conocida es la carta del 18 de mayo de 1895 a su amigo Manuel Mercado, en la que expresa: «[…] ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».
¡Cuán manifiesta la solidaridad americana y el rechazo al esclavismo y al sistema colonial, régimen cruel, generador de odios, racismo, xenofobia, violencia, guerras, anarquía, muertes!
En nuestro libro titulado Creciente agonía, referimos que, desde niño, Martí repudió la esclavitud, no olvidó a la esclava que abrazada a su niño lloraba mientras corría perseguida por los traficantes, ni al esclavo que ellos colgaron a un ceibo del monte.
Por entonces, 1862, Inglaterra se había opuesto al tráfico de humanos por intereses basados en el desarrollo industrial imperial; pero los tratantes españoles continuaron desobedeciendo el acuerdo. Desde África seguía arribando esa fuerza de trabajo y acá ya habían muerto más de veintidós mil esclavos.
Justo el 31 de marzo de ese año, el cónsul británico en Cuba presentó una reclamación al capitán general de la Isla, por el desembarco de un contrabando de más de cuatrocientos africanos por la zona de la ciénaga de Zapata.
Ante la firme posición del Gobierno británico, las autoridades españolas ordenaron el arresto de los sospechosos del nefasto negocio, y sustituyeron al capitán juez pedáneo Manuel Aragón Quintana, a quien se le acusaba de haber recibido «cinco mil pesos y siete negros», por permitir la operación clandestina.
El capitán ejercía sus funciones en Caimito de la Hanábana, un pequeño pueblito a cuatro kilómetros al sur de Amarillas, cerca de la ciudad de Colón, conocida en aquella época como Nueva Bermeja, en la provincia de Matanzas; allí radicaba una de las cinco capitanías de partido de esa jurisdicción.
Como sustituto de Aragón designaron a Mariano Martí Navarro, padre de nuestro Héroe Nacional. El 13 de abril de 1862 partió de La Habana, con su hijo de nueve años para que lo acompañara. Entre los dos existía una estrecha comunicación y un gran amor.
Inmediatamente de su llegada a la zona, Mariano comenzó a embargar las propiedades de los implicados en el contrabando, entre ellas, las del juez Manuel Aragón. Las autoridades no pudieron negar la denuncia británica, pues habían encontrado la nave que transportó el cargamento, quemada, a pocos metros de la costa. Numerosos testigos declararon sobre el traslado de los esclavos y el pago recibido por esos servicios. Además, revelaron una fosa común, donde habían enterrado a los que no pudieron sobrevivir a la inhumana travesía. Estas experiencias las vivió también el pequeño José.
El 6 de octubre, el teniente gobernador de Colón recibió un mensaje del capitán general de la Isla, le informaba que por la costa sur, probablemente por la ensenada de Cochinos, pasaría un alijo de cautivos.
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