Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Antes que todo es mi dama es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 106
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Pedro Calderón de la Barca
Saga
Antes que todo es mi damaCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726510058
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
-517-
Fiesta que se representó a sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Personas que hablan en ella.
Sale HERNANDO, con dos maletas, y MENDOZA.
HERNANDO ¿Dónde tengo de poner
estas maletas que traigo,
que son recámara y son
guardarropa de mi amo?
¿Cómo se ha de acomodar 5
la vivienda de su cuarto?
¿Y cuándo vendrá, si dijo?
MENDOZA Responder a todo aguardo.
¿Dónde pondrá las maletas?
En aquesta sala en tanto 10
que abren su aposento. ¿Cómo?
Arrimándolas a un lado.
¿Cuándo ha de venir? Muy presto,
que él y mi señor quedaron
aquí cerca. Conque he dicho 15
el dónde, el cómo y el cuándo.
HERNANDO ¿Ha sido vuesa merced
lógico?
MENDOZA ¿Viene borracho?
HERNANDO No hice hasta ahora por qué;
pero, ¿de qué se ha enfadado? 20
-518-
MENDOZA No soy amigo de apodos.
HERNANDO «Lógico» es apodo sabio
y no debiera ofenderle.
MENDOZA ¿Por qué?
HERNANDO Porque así llamamos
los doctos a los que en forma 25
responden.
MENDOZA Yo no sé tanto,
que solo sé, en no entendiendo
algo, dar a uno con algo.
HERNANDO No fuera dificultoso,
según soy de cortesano; 30
pero aunque yo me dejara
(costosísimo agasajo)
dar con algo en cortesía,
sé que, aun después de enterrado,
no quedará uced bien puesto. 35
MENDOZA ¿Después de enterrado?
HERNANDO Es claro.
MENDOZA ¿Cómo?
HERNANDO Ve aquí que me da
vuesarced un hurgonazo,
que es lo más que puede hacer;
que yo en el suelo me caigo, 40
que es lo menos que hacer puedo,
confesión pidiendo en altos
alaridos. ¿No era fuerza
venir a esta voz volando,
antes que un confesor, dos 45
alguaciles? Sí, que en casos
semejantes siempre fue
el confesor el llamado
y el alguacil el venido,
que es muy puntual el diablo. 50
Uced huye, ellos le siguen
juzgando más necesario
el hacer causa a su cuerpo
que el hacer de mi alma caso.
Agárranle luego al punto, 55
que esto de ponerse en salvo
es don concedido a pocos,
y ucé es muchos. Conque, en tal
que yo me muero, ya está
puesto en la reja de palo. 60
Tómale la confesión
que no me dio el escribano
y échanle a cuestas la ley
del garrotillo de esparto.
Conque pruebo que no queda 65
ucé, aun después de enterrado
yo bien puesto, claro es pues
no habrá maestre de campo
que, viendo a un ahorcado, firme
que está bien puesto el ahorcado. 70
MENDOZA ¿A un hombre como yo habían
de ahorcar por un hombre bajo?
HERNANDO La ley no tiene estatura.
MENDOZA Veámoslo.
HERNANDO No lo veamos,
sino hagamos otra cosa 75
que sea nueva en los teatros.
MENDOZA ¿Qué es?
HERNANDO Que seamos amigos
pues que lo son nuestros amos,
que es muy viejo esto de andar
de pendencia los criados 80
toda la vida.
MENDOZA De ser
leal amigo doy la mano.
HERNANDO También yo, y de nuestras casas
la alianza juro, dando
por fiador...
MENDOZA ¿A quién?
HERNANDO A Lepre, 85
un tabernero estremado
que vive aquí cerca.
MENDOZA Soy
contento.
(Salen LISARDO y DON FÉLIX.)
DON FÉLIX Mendoza...
LISARDO Hernando,
¿trajiste ya las maletas?
HERNANDO Más ha de una hora que aguardo 90
con ellas aquí.
DON FÉLIX ¿Tú fuiste
a traer aquel recado?
-519-
MENDOZA Sí, señor. Mas la joyera
que volviese de aquí a un rato
dijo por ello, porque 95
aún no lo tenía acabado.
Pues habla al huésped y mira
cuál ha de ser nuestro cuarto:
haz que se aderece.
DON FÉLIX Tú
vuelve, y antes de llevarlo, 100
tráelo aquí, que quiero verlo.
MENDOZA Voy corriendo.
(Vase.)
HERNANDO Yo volando.
(Vase.)
LISARDO Ya, don Félix, que yo he sido
tan dichoso que he llegado
a teneros en Madrid, 105
y ya que habéis vós gustado
que, hallándonos forasteros
en dos posadas, hagamos
en la una compañía
de la soledad de entrambos; 110
ya, en fin, que a vivir con vós
he venido, suplicaros
quiero una fineza, que
pagar con la misma aguardo.
Los días que me habéis visto 115
y que yo os he visitado
por mayor nos dimos cuenta
de nuestros sucesos varios:
que de Granada venisteis,
me habéis dicho, disgustado 120
a solo dar en Madrid
tiempo a un pesar, y en llegando
a hablar en él, siempre hicisteis
sus discursos muy de paso.
Fuera desto, la tristeza 125
que me encarecéis con cuanto
rigor os aflige ha sido
testigo bien abonado
de que es tragedia de amor
la vuestra; yo, pues, llegando 130
a ver hoy en vós el mismo
mal que padezco, he intentado
aliviar con vós mi pena,
porque no hay mejor reparo
a un accidente, don Félix, 135
que el hablar a todos ratos
del accidente con quien
le padezca, que los daños,
ya que su mal es sentirlos,
su cura es comunicarlos. 140
Y así, os suplico me hagáis
merced de que hablemos claro:
contadme vuestras fortunas;
yo haré lo mismo, y templado
el accidente, veremos 145
en saliéndose a los labios.
DON FÉLIX ¡Ay, Lisardo, qué bien dijo
un discreto cortesano
que era contagio el amor,
pues en la acción más acaso 150
su veneno comunica
o más o menos templado!
Vós lo decid, pues que vós,
con solo haber reparado
en mis acciones, habéis 155
conocido el mal que paso.
Huélgome de que haya sido
por estar también tocado
vós, Lisardo, de la misma
malicia de mi contagio, 160
pues con eso podré yo
hablar con vós, confiado
de que os compadecerá
mi dolor, que, aunque es adagio
vulgar que nadie se cure 165
con médico enfermo, es falso
que no haya alivio el enfermo
de los consejos del sano.
Pensaréis que mi destierro
y mi pena se ha causado 170
de un suceso, y que los dos
-520-
vienen dados de la mano.
Pues no: distintos han sido,
porque sea mi cuidado
mayor, embistiendo a un tiempo 175
por dos partes el contrario.
El suceso de Granada
por quien estoy desterrado
no importará no decirle,
supuesto que no hace al caso; 180
pero, porque no penséis
que nada en mi pecho guardo,
le habré de contar: un día,
estando, amigo, jugando,
una duda se ofreció 185
sobre juzgar una mano;
yo, que había estado en ella,
juzgué desapasionado
lo que vi, y un forastero,
que al pleito de un mayorazgo 190
pienso que estaba en Granada,
o amigo o interesado
del perdidoso no quiso
pasar por ella1 , afirmando
que no había sido así; 195
yo, que siempre advertí cuánto
más fácil sana una herida
que no una palabra, saco
la espada; partida, pues,
la conversación en bandos, 200
al lado del forastero
unos y otros a mi lado,
todo era voces; no mucho
duró la cuestión, que, dando
una estocada en su pecho, 205
de parte a parte le pasó;
cayó en el suelo; yo, entonces,
a toda prisa me salgo
de la casa y en la más
cercana iglesia sagrado 210
tomé; buscome mi padre
en ella y, como enfadado
estuviese de que yo
pretensiones de soldado
hubiese puesto en olvido, 215
la ocasión aprovechando,
me hizo venir a Madrid
a pretender, porque, en tanto
que él del herido asistía
a la cura y al regalo, 220
yo, para volverme a Flandes,
tratase de mis despachos.
Un mes en Madrid viví,
siendo estación de mis pasos
las gradas de San Felipe 225
y las losas de Palacio,
y en este intermedio supe
que, convalecido y sano
el caballero, no admite
la amistad. En este estado, 230
delincuente y pretendiente
en Madrid estaba cuando
la segunda causa, ¡ay, cielos!,
de las tristezas que paso
facilitó mi fortuna, 235
a cuyo suceso raro
segunda vez os suplico
que me estéis atento un rato.
En esta misma posada
donde ahora, Lisardo, estamos, 240
de las traiciones de amor
vivía bien descuidado
cuando, ofendido quizás
de mis donaires, tomando
venganza vibró a mi pecho 245
no una flecha, sino un rayo.
En esta casa de enfrente2
vivía un caballero anciano
a quien dio el cielo una hija
para Jordán de sus años. 250
Es la más hermosa dama
-521-
que Madrid ha visto, harto
os lo encarezco, supuesto
que es el más noble teatro
adonde están la hermosura, 255
discreción, aliño y garbo
continuamente de amor
tragedias representando.
No vio el sol igual belleza
por cuantos rumbos, por cuantos 260
círculos, campeón de luces,
corre esferas de alabastro.
Vila, Lisardo, y amela
tan a un tiempo que dudando
quedé si fue haberla visto 265
primero que haberla amado.
Tan fuera de mí me hallé
al ver prodigio tan raro
que a mí mismo por mí mismo
me pregunté de allí a un rato. 270
La ocasión en que la vi
fue una mañana que acaso
estaba yo a esa ventana
y ella, Lisardo, en su cuarto.
Recateme porque ella 275
no lo hiciese y, acechando,
a sus acciones atento,
solo un postigo entreabro.
Juzgando no estar mirada,
o estar mirada juzgando, 280
que amor no supo hasta agora
si fue descuido o cuidado,
cara a cara hacia la luz,
fiada en el fácil recato
del cristal de una vidriera, 285
se puso a tocar. ¡ Oh, cuánto
diera yo agora por ser
buen retórico! Aunque en vano
lo deseo, que aunque fuera
el mejor, más celebrado 290
del mundo, fuera, al pintarla,
cada lisonja un agravio.
Pero, aunque esté mal hallada
su perfección en mis labios,
he de decir un soneto 295
que hice estándola mirando
por deciros de una vez
su belleza y mi cuidado.
Viendo el cabello, a quien la noche puso
en libertad, cuán suelto discurría, 300
con las nuevas pragmáticas del día
a reducirle Cintia se dispuso.
Poco debió al cuidado, poco al uso,
de vulgo tal la hermosa monarquía,
pues no le dio más lustre que tenía 305
después lo dócil que antes lo confuso.
La blanca tez, a quien la nieve pura
ya matizó de nácar al aurora,
de ningún artificio se asegura.
Y pues nada el aliño la mejora, 310
aquella solamente es hermosura
que amanece hermosura a cualquier hora.
Este, que fue de mi afecto
corta línea y breve rasgo,
fue de mi afecto también 315
primer tercero, Lisardo,
-522-
que aunque hoy el dar un soneto
no está en uso, dispertando
las ya dormidas memorias
del Boscán y Garcilaso, 320
acompañado de otro
papel sin batir, dorado,
por medio de una criada
pudo llegar a sus manos.
Declarado ya una vez, 325
amante seguí sus pasos,
galán festejé sus rejas,
fino idolatré sus rayos,
leal padecí sus iras,
tierno lloré sus agravios 330
y, al fin, pródigo granjeé
sus criadas y criados
hasta que Amor3 , convencido
de mi ruego o de mi llanto,
trocó en favor el desprecio, 335
mudó el desdén en agrado.
Supo quién era y, oyendo
más piadoso su recato
el lícito fin que pudo
osarme a vuelo tan alto, 340
con los honestos favores
permitidos a su estado
ostentó lo agradecido
a despecho de lo ingrato.
Desta manera vivía, 345
felicemente gozando
hurtos de Amor4 , de quien fue
cómplice el obscuro manto
de la noche, permitiendo
que por la reja que a un patio 350
caía la hablase. Alegre
con esto pasaba cuando,
por alguna conveniencia,
se fue su padre a otro barrio.
Aquesta mudanza, pues, 355
mi tristeza ha ocasionado
no porque a ella la distancia
mudase, que lo sagrado
al espacio no se muda
aunque se mude el espacio, 360
sino porque estar no puedo
su hermosura idolatrando
a todas horas, si bien
una cosa ha granjeado
la mudanza, que es licencia 365
para entrar hasta su cuarto
no estando en casa su padre.
Este, en fin, es el estado
en que me veis, esta es
la nueva dicha que alcanza 370
y esta, Lisardo, es la causa
de las tristezas que paso,
que, aunque para estar alegre
tengo ocasión, pues me hallo
favorecido, sería 375
mi amor grosero en estarlo,
porque no ha de estar contento
jamás un enamorado.
LISARDO Tan parecido es, don Félix,
mi cuidado a ese cuidado, 380
mi deseo a ese deseo,
que, aunque me ofrecí a contaros
mis fortunas, de las vuestras,
haciendo lícito el cambio,
no tengo ya para qué, 385
porque, habiéndoos escuchado,
inútilmente sería
repetirlo y no contarlo.