Aprende a gestionar tus emociones - Liz Fosslien - E-Book

Aprende a gestionar tus emociones E-Book

Liz Fosslien

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Beschreibung

Incertidumbre, ira, desesperación, envidia... Vivimos en una sociedad que tiene fobia a las emociones desagradables, y muchos de nosotros no sabemos cómo gestionarlas para dejar de sufrir.  En este libro, Liz Fosslien y Mollie West Duffy entretejen sus experiencias personales con investigaciones sorprendentes, examinando las emociones que nos resultan más incómodas y presentando nuevas estrategias para manejarlas. Apoyándose en ilustraciones divertidas y ejemplos pertinentes, las autoras nos enseñan de un modo muy claro y práctico que el hecho de reconocer y aceptar nuestros sentimientos, en lugar de negarlos y huir de ellos, permite que podamos afrontar mucho mejor las emociones que nos disgustan. De gran utilidad para mejorar nuestra salud mental, la lectura de este libro demuestra que experimentar emociones difíciles es algo totalmente normal y que es posible superarlas y salir de ellas con un sentido renovado.

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Portada

Traducción de Ana García Novoa

Portadilla

Título original inglés: Big Feelings.

© del texto: Liz Fosslien y Mollie West Duffy, 2022.

© de las ilustraciones: Liz Fosslien, 2022.

© de la traducción: Anna García Novoa, 2023.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2023.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: octubre de 2023.

ref.: obdo225

isbn: 978-84-1132-482-3

el taller del llibre •realización de la versión digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida

a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro

(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)

si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra

(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

Créditos

a nuestros lectores, que compartieron sus emociones y sentimientos más difíciles con nosotras.

Dedicatoria

9

Contenido

Introducción 11

1. Incertidumbre 23

2. Comparación 57

3. Ira 87

4. Burnout 119

5. Perfeccionismo 159

6. Desesperación 189

7. Arrepentimiento 225

Conclusión 257

Agradecimientos 261

Evaluación de los sentimientos abrumadores 265

Lista de recursos generales 283

Lista de recursos por capítulo 287

Notas 293

Índice analítico y de nombres 321

Contenido

11

INTRODUCCIÓN

Esta obra casi no ve la luz.

Presentamos por primera vez la idea de este libro en enero de 2020. Nuestro primer libro, Ningún problema. Cómo ges-tionar las emociones en el trabajo,* se publicó en febrero de 2019, pero, entretanto, las dos tuvimos que lidiar con algunas emociones muy duras, tanto en nuestros trabajos como en nuestra vida privada.

El suegro de Liz estaba perdiendo una batalla de diez años contra un cáncer recurrente, y ella acababa de cambiar a un puesto nuevo y más estresante en la empresa en la que trabaja-ba. Mollie se había mudado a la otra punta del país y se sentía aislada, pues era la única persona de su equipo que trabajaba de manera remota (antes de la pandemia de COVID-19). Las dos estábamos pasando también por problemas de salud: Liz sufría unos dolores en las muñecas y el cuello tan intensos que temía tener que acabar abandonando un trabajo en el que ha-cía un uso intensivo del ordenador; Mollie estaba padeciendo un dolor crónico que le provocó una larga y profunda depre-sión y, en ocasiones, pensamientos suicidas.

Y, sin embargo, ¿quiénes nos creíamos que éramos noso-tras para estar deprimidas o ansiosas? Teníamos un seguro

* Publicado por rbaen 2022.

Introducción

introducción

12

médico, acabábamos de publicar juntas un libro que había sido un superventas y ambas disfrutábamos de relaciones de pareja estables. Teníamos suerte. Así que hicimos todo lo que estuvo en nuestro poder para ponernos de nuevo en pie. Con-fiando en los seis años que nos habíamos pasado estudiando las emociones y el impacto que estas tienen en nuestras vidas, cada una de nosotras trató de salir adelante.

Pero, con todo, seguíamos sintiéndonos aniquiladas por nuestras emociones. A veces incluso parecía que nuestros es-fuerzos eran contraproducentes. A Liz se le disparaba la an-siedad los sábados, cuando se tomaba el día libre de disposi-tivos electrónicos. Esos días no podía pensar en otra cosa que no fueran los correos electrónicos importantísimos que se es-taba perdiendo y en la bandeja de entrada a rebosar que en-contraría cuando volviera a conectarse. Y, cuando Mollie vio su dolor crónico descrito de su puño y letra en su diario, se sintió todavía más desesperanzada.

Éramos conscientes de que no éramos las únicas personas que habían pasado por dificultades, y queríamos averiguar qué era lo que a otros les había funcionado. Y fue así como se nos ocurrió escribir un libro que tratara de cómo manejar las emo-ciones negativas. Los senti-mientos abrumadores.

La primera vez que co-mentamos la idea de este libro a nuestros editores se mostraron escépticos. «¿A quién iría dirigido?», nos preguntó nuestro editor. «¿Estarán dispuestos a ha-blar de las emociones difíci-les?». Y entonces estalló la pandemia de COVID-19, y quedó claro que un montón de gente estaba lidiando con

CÓMO SE VIVE UN GRAN PROBLEMA

CUANDO CARGAS CON ÉL TÚ SOLO

CUANDO PUEDES HABLAR DE ÉL CON ALGUIEN

introducción

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emociones y sentimientos que la desbordaba y buscando a la vez no solo sentirse aliviada, sino también que la comprendie-ran. En junio de 2020 recibimos una llamada de nuestro editor: «¿Os acordáis de aquella idea vuestra de un libro sobre las emo-ciones difíciles? Olvidad lo que dijimos entonces. Nos interesa».

A medida que avanzaba la pandemia, seguimos con lo que habíamos estado haciendo hasta entonces: impartir talleres para empresas sobre las emociones en el ámbito laboral (pero ahora de manera virtual). Nos dimos cuenta de que los partici-pantes hacían diferentes preguntas: en vez de buscar consejos sobre cómo tener una buena reunión a solas con sus jefes, que-rían saber qué hacer ahora que sus vidas habían cambiado de manera drástica. «A la mitad de mi equipo lo despidieron la semana pasada», nos contó por correo electrónico una mujer después de una sesión. «Me siento inmensamente culpable por haberme librado. También me ocurre que ahora estoy hacien-do el trabajo de tres personas. Me despierto ya exhausta por las mañanas. ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor?».

Todos estaban aterrorizados, por ellos mismos y por sus seres queridos. Querían saber cómo manejar la mezcla de sen-timientos de pérdida, rabia y burnoutque les resultaban tan amargos y que tanto les costaba digerir. Estaban ávidos de consejos sobre cómo lidiar con todo cuando los sentimientos abrumadores habían puesto su día a día patas arriba. De re-pente, todos hablábamos sobre los sentimientos difíciles que estábamos experimentando, tanto en casa como en el trabajo (que, para muchos, entonces, eran el mismo lugar).

Sin duda, en las últimas décadas las emociones difíciles se han vivido con menos vergüenza y secretismo, pero, a pesar de todo, en la cultura moderna, siguen estando rodeadas de un gran estigma. Los sentimientos abrumadores no se pueden borrar, siguen estando presentes por mucho que nos esforce-mos por eliminarlos. Estar «bien» depende en gran medida de que aprendamos a convivir con ellos en lugar de que preten-damos librarnos de ellos. Y también de que seamos capaces

introducción

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de reconocerlos en voz alta, ya que silenciarlos empeora la si-tuación con creces.

Para ser honestas, escribimos este libro para convencernos a nosotras mismas de que íbamos a estar bien. Queríamos hablar sobre nuestras batallas con la esperanza de que otros hicieran lo mismo, que tal vez pudiéramos aprender los unos de los otros. Estamos aquí para decirte que no estás solo, y también para ayudarte a descubrir cómo lidiar con las emociones y los sentimientos que te desbordan. Ojalá superar las emociones incómodas fuera tan fácil como leer una lista de consejos u organizar un paseo con un amigo. Eso sí que habría sido un libro fácil y corto de escribir. Pero la cosa fue más caótica y complicada, y en ocasiones lloramos mientras lo escribíamos. Pero ¡todo bien! Así que... respira hondo, que ahí vamos.

Este libro trata de lo que llamamos «sentimientos abrumado-res»: incertidumbre, comparación, ira, burnout,perfeccionis-mo, desesperación y arrepentimiento. Estas siete emociones surgían una y otra vez en nuestras conversaciones con otras personas, y destacan de manera particular en el mundo mo-derno. También abordaremos el duelo y la vergüenza, aunque no con tanta profundidad, ya que existen excelentes libros que tratan estos temas (consulta «Recursos sobre la vergüen-za y la culpa» en las páginas 289-290 y «Recursos sobre el duelo» en la página 291).

Empezamos entrevistando a psicólogos, terapeutas y aca-démicos para que nos explicaran cómo navegar por las emociones difíciles. Además, hablamos con cientos de per-sonas que habían leído nuestro primer libro y que nos se-guían en las redes sociales. Nos llamó la atención la varie-dad de respuestas y el hecho de que, pese a las diferencias demográficas —como el origen cultural, la raza, el género y la orientación sexual—, todo el mundo parecía tener una versión de lo mismo: en el mundo de hoy, nos topamos con

introducción

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emociones difíciles todo el tiempo. Y, cuando lo hacemos, a menudo nos sentimos atrapados, avergonzados y aislados. No nos han enseñado a reconocer los sentimientos desagra-dables, y mucho menos a comprenderlos y aprovecharlos de manera efectiva.

Así que, antes de que profundicemos en emociones y senti-mientos abrumadores concretos, queremos desmentir tres mi-tos generalizados y dañinos sobre ellos.

El primero: los sentimientos abrumadores son «negativos». Desde muy pequeños, a la mayoría de nosotros se nos dice que sentirse mal es algo malo. En la primavera de 2021, como parte de la investigación para este libro, invitamos a los lectores a reali-

LO QUE VEMOS

LO QUE NO VEMOS

pérdida

introducción

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zar una encuesta sobre sus experiencias emocionales. Más de mil quinientas personas respondieron, y el 97 % aseguró que le habían descrito los sentimientos abrumadores como «ma-los» o «negativos».

Si bien los sentimientos abrumadores son incómodos, e in-cluso a veces pueden resultar insoportables, intrínsecamente no son positivos o negativos. Cuando nos tomamos el tiempo para comprenderlos, algunos de ellos —como la ira y el arre-pentimiento— pueden ayudarnos. La ira puede impulsarnos a defender lo que importa. Y el arrepentimiento puede darnos una idea de cómo crear una vida llena de significado.

Cuando cambiamos la forma en la que nos relacionamos con los sentimientos abrumadores, les quitamos parte de su poder destructivo. Las investigaciones muestran que, cuando reco-nocemos y aceptamos lo que sentimos durante los momentos difíciles, empezamos a sentirnos mejor. Como lo expresó un titular de TheWashington Post:«Sentirte mal por sentirte mal puede hacer que te sientas muy muy mal».1

PASOS HACIA LA CURACIÓN

ADMITE

TU EMOCIÓN

PASO 1

introducción

17

El segundo: debes ser lo suficientemente fuerte para pensar en la mane-ra de librarte de las emociones difíciles.¿Cuántas veces te habrán dicho «Tú solo concéntrate en lo positivo» o «¡Ánimo!»? «Este enfoque implacable en el esfuerzo individual y en la negación de que las circunstancias son importantes para la felicidad tiene un sabor ideológico», escribe la periodista Ruth Whippman en su libro America the Anxious.2«Y tal vez este enfoque filosó-fico no deba sorprendernos, dada la gran naturaleza conser-vadora de los patrocinadores financieros clave del movimien-to académico de psicología positiva».

Tener pensamientos diferentes no garantiza que te vayas a sentir diferente. La vida es dura. Si llegamos a tener una vida suficientemente larga, veremos morir a alguno de nuestros se-res queridos, experimentaremos dolor físico y tendremos que soportar situaciones que supondrán un enorme desafío para nosotros. En esos casos, puede que te derrumbes un poco, que tengas que dejar atrás una situación insana o buscar ayuda profesional. No pasa nada.

Resulta imposible también hablar de los sentimientos abru-madores sin tener en cuenta que el entorno importa. Y mu-cho. Si trabajas en un ambiente sexista o racista, tu salud mental se verá afectada. Si tu jefe te exige constantemente que hagas más y no puedes permitirte el lujo de renunciar a tu trabajo, es mucho más probable que acabes quemado. El psi-cólogo de la Universidad de Pensilvania, el doctor James Coy-ne, lo expresa sin rodeos: «La psicología positiva es principal-mente para la gente blanca y rica».3

Y el tercero: eres el único que experimenta emociones y sentimientos abrumadores.En una encuesta que hicimos en 2021, el 99 % de las personas encuestadas dijeron que se habían enfrentado a alguna emoción o sentimiento abrumador durante el último mes, siendo los más comunes la incertidumbre, el burnouty el perfeccionismo. Las razones iban desde «plazos demasiado justos y exceso de trabajo» hasta «ando buscando lo que ga-

introducción

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nan otras personas en el portal de empleo Glassdoor», «no paro» y «la gente tira de mí».

Cuando reprimimos todo lo que sentimos, sufrimos en si-lencio y perdemos la oportunidad de conectarnos con los demás y permitirles que nos ayuden. A nosotras (Liz y Mollie) nos anima ver que, aunque len-tos, se están produciendo al-gunos cambios: en los últi-mos años, personas famosas como el rapero Bad Bunny o la tenista Naomi Osaka han hablado abiertamente sobre su lucha contra la ansiedad y la depresión; y algunas em-presas, como LinkedIn y Bum-ble, han concedido a todo su personal tiempo libre remu-nerado para evitar que los trabajadores se quemen. A partir de 2020, la pandemia nos obligó a hablar sobre la salud men-tal, y desde aquí animamos a todo el mundo a seguir hacién-dolo.

A estas alturas esperamos (con suerte) haberte convencido de que no pasa nada por tener sentimientos abrumadores. No vamos a ser condescendientes diciendo: «Concéntrate y respi-ra profundamente cuatro veces. ¡Con eso, todo soluciona-do!». En cambio, vamos a ofrecerte un conjunto de estrate-gias destinadas a ayudarte a recuperar la sensación de control y esperanza cuando más lo necesites.

ESTOY

BIEN.

introducción

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Hemos distinguido entre los siete sentimientos abrumadores (aunque, por lo general, no aparecen de forma aislada) por-que es útil saber cómo manejar cada uno de ellos. De esta manera, cuando te encuentres desbordado por un sentimien-to, sabrás mejor qué debes coger de tu caja de herramientas emocional. Los psicólogos denominan «granularidad emocio-nal» a la capacidad de la persona de discriminar entre el am-plio abanico de emociones, y este es el primer paso para lidiar con los sentimientos abrumadores. Numerosas investigacio-nes demuestran que la capacidad de identificar lo que senti-mos mejora nuestro bienestar, nuestra salud física y nuestra satisfacción con la vida.

Así que he aquí nuestra promesa. En este libro haremos lo siguiente:

• Examinaremos minuciosamente los siete sentimientos abruma-doresdel mundo moderno:incertidumbre, comparación, ira, burnout,perfeccionismo, desesperación y arrepenti-miento.

• Te ofreceremos herramientas para que lidies mejor con estas

ESTADO DE ÁNIMO

TIEMPO

NO

PASA

NADA

POR

TENER

ALGUNOS

ALTIBAJOS

introducción

20

emociones,aprendas de ellas y comiences el proceso de recuperación.

• Olvídate de que existe una solución única para todo el mundo.En su lugar, ofreceremos una variedad de consejos para que encuentres el que mejor te funcione.

• Contaremos nuestras propias experiencias y compartiremos las historiasde muchas personas para normalizar los senti-mientos abrumadores.

• No trivializaremos la influencia del entorno.

• Te ayudaremos a comprender para qué sirven estas emocionesy a comunicar de manera efectiva tus sentimientos a los demás.

• Te empoderaremos para que seas capaz de ayudar a otras perso-nasque puedan estar experimentando emociones y sen-timientos abrumadores.

El objetivo de este libro es ser útil para una gran mayoría sin olvidarnos de las formas en que nuestras emociones se ven afectadas por los roles y las identidades sociales que tenemos. Si bien nosotras (Liz y Mollie) tenemos diferentes emociones y tendencias emocionales, ambas somos mujeres estadouni-denses blancas de poco más de treinta años que, casi con se-guridad, tenemos puntos ciegos. Hemos combinado nuestras propias experiencias con las historias de una amplia gama de

LA VIDA PUEDE SER MUY DURA,

PERO VAS A ESTAR BIEN.

¿VALE?

VALE.

introducción

21

lectores para describir el mayor número de experiencias posi-ble y demostrar que los sentimientos abrumadores tienen mu-chos más elementos en común de lo que podíamos pensar en un inicio.

Esperamos que encuentres consejos e historias que resuenen contigo y que hagan que no te sientas tan solo cuando tengas emociones y sentimientos abrumadores. «Hay dos tipos de per-sonas que no experimentan emociones dolorosas como la an-siedad o la decepción, la tristeza o la envidia», escribe el psicó-logo Tal Ben-Shahar. «Los psicópatas y los muertos».4

1

inCERTIDUMBRE

Todo va bien, y estoy bien. Todo es una mierda, y estoy bien.

jerry colonna

1. Incertibumbre

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LIZ:El primer dolor de cabeza me golpeó como un martillo neumá-tico. Llegué dando tumbos hasta el cuarto de baño, mareada y con arcadas. Una semana después, con el segundo, tuve que ir directa-mente al hospital de urgencias. Después de una batería de analíti-cas de sangre y otras pruebas, los médicos descartaron una lista de dolencias aterradoras (embolia pulmonar, aneurisma cerebral, tu-mor) y me clasificaron como un misterio médico.

Tener que dar con un diagnóstico médico es algo insoportable. «No te preocupes hasta que tengas algo de qué preocuparte», me recomendó un compañero de trabajo. Pero la realidad era que es-taba preocupada todo el tiempo. En algunos momentos pensaba en el peor de los resultados y en otros me sentía como una histéri-ca. ¿Me estaba muriendo? ¿O no tenía absolutamente nada?

Así me pasé unos cuantos meses. Iba de un neurólogo a otro; me vieron especialistas del oído, la nariz y la garganta, y oftal-mólogos. Hubo un neurólogo que me puso treinta y seis inyeccio-nes de bótox en la cabeza, los hombros y la espalda para evitar que los neurotransmisores enviaran señales de dolor a mi cerebro. Un oftalmólogo era de la opinión de que los músculos alrededor de mis ojos podían estar inflamados y me recetó un medicamento con esteroides que me disparó la presión arterial e hizo que mis mejillas se tiñeran de un color rosa oscuro.

Y, entonces, un internista me sugirió que tenía un caso atípico de migraña y me recetó una dosis masiva de Topamax, un medica-mento antiepiléptico. El ruido metálico que me martilleaba el crá-neo por fin se calmó, pero los efectos secundarios del medicamen-to me dejaron igual de mal. Exploté emocionalmente. Una tarde,

aprende a gestionar tus emociones

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me subí al tren L en Chicago y caí en las garras del peor ataque de pánico que jamás haya experimentado. Me agarré a una barra que colgaba del techo del vagón. Cuando las puertas del tren se abrie-ron de nuevo, me arrastré hasta el centro comercial de la estación y me forcé a poner un pie delante del otro hasta que conseguí lle-gar a mi apartamento. Me pasé el resto del día metida en la cama, conmocionada y avergonzada.

Por la mañana, vacié el bote de pastillas por el retrete. Se acabó el Topamax.

No sabía que dejar de tomar medicamentos con receta así, de golpe, puede poner tu vida en peligro.

A las cuatro en punto de la tarde del día siguiente, mi corazón dio un vuelco. Me las arreglé para llegar al vestíbulo de mi edificio antes de desmayarme. Cuando recobré el conocimiento, estaba atada a una camilla en la parte trasera de una ambulancia. El rostro de una enfermera nadaba ante mis ojos. Me dijo que mis padres venían de camino.

«¿Voy a morir?», le pregunté. Sentí un hormigueo de terror en la nuca cuando la oscuridad me volvió a nublar la visión.

La enfermera miró la línea irregular que se dibujaba en un mo-nitor cercano. «No lo sé», respondió.

«No quiero morir antes de que llegue mi madre», traté de decirle, pero ya no pude articular palabra. Entonces, todo se vol-vió negro.

«Este es un período de incertidumbre radical, en un orden de magnitud mayor que cualquier cosa a la que estemos acos-tumbrados», dijo Adam Tooze, historiador de la Universidad de Columbia, en abril de 2020.1En octubre de ese mismo año, un titular de TheNew York Timesrezaba «¿Despierto a las tres de la mañana? Nosotros también».2El mismo año, los artículos más populares de la Harvard Business Reviewtrata-ban sobre cómo navegar en tiempos turbulentos y llorar la pérdida de un futuro asegurado.

incertidumbre

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Como millennials —«la nueva generación perdida», según The Atlantic—,3nosotras, Liz y Mollie, hemos vivido tres grandes recesiones económicas, hemos estado en cuarentena durante más de un año por una pandemia mundial y una de-vastadora temporada de incendios forestales en California, y los planes de jubilación (por no hablar de las pensiones) nos parecen una auténtica reliquia del pasado. Creemos que for-mamos parte del grupo de las personas afortunadas, pero, con todo, nos sentimos abrumadas por la incertidumbre.

Los psicólogos que estudian el estrés han identificado tres fac-tores principales que nos hacen sentir mal: la falta de control, la imprevisibilidad y la percepción de que las cosas van a peor.4Dicho de otro modo: la incertidumbre.

En este capítulo, vamos a deconstruir la incertidumbre y la emoción que hay en su núcleo: la ansiedad.5Pero aclaremos algunas definiciones antes de continuar:

• La ansiedades un malestar generalizado debido a un re-sultado incierto. Nos sentimos ansiosos cuando no esta-

LA VIDA MODERNA EN UN DIAGRAMA DE VENN

OH

OH,

DIOS

OH,

MÍO

DIOS

MíO

OH,

DIOS

MíO

MÍO

DIOS

aprende a gestionar tus emociones

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mos seguros de cómo van a interferir en nuestras vidas los acontecimientos de fuerza mayor.

• El miedosucede cuando creemos que va a pasar algo (como que se nos trabe la lengua durante una presentación im-portante o que fallezca un ser querido).

Comenzaremos repasando tres mitos frecuentes acerca de la incertidumbre y la ansiedad que causa, y luego ofreceremos algunas maneras de lograr una base sólida incluso cuando el mundo se tambalea.

MITOS SOBRE LA INCERTIDUMBRE

Mito n.º 1: la certeza es alcanzable

Mientras nos resguardábamos en casa durante las primeras semanas de la pandemia, sentíamos que estábamos viviendo un período de incertidumbre sin precedentes. (No éramos los únicos: las búsquedas en Google de la expresión «sin prece-dentes» se dispararon a niveles, pues eso, sin precedentes, en marzo de 2020).6Pero el nivel de incertidumbre que hubo durante la crisis de los misiles en Cuba o en la Primera Guerra Mundial, o incluso durante la peste bubónica, fue igual de grande, si no mucho mayor, del que tenemos hoy en día.

La vida puede cambiar en tan solo un instante. A los trein-ta y tres años, un amigo de Liz, abstemio y amante del Cross-Fit, notó un dolor agudo en un tobillo. Tres semanas después le diagnosticaron un cáncer de huesos y una semana más tar-de le amputaron la pierna derecha. O tomemos como ejem-plo a la propia Liz, que decidió entrar a comprarse algo rico en Berkeley Bowl, una tienda de comestibles local, de cami-no a casa después de un día de trabajo particularmente ago-tador. Mientras se paseaba por la sección de frutas y verdu-ras, se topó con un amigo de un amigo, al que había conocido en una ocasión unos años atrás. Él le propuso que quedaran

incertidumbre

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para tomar un café algún día. Cinco años después, se casó con él.

Tendemos a confiar demasiado en nuestra capacidad para predecir el futuro. Los científicos del comportamiento han demostrado que somos demasiado optimistas acerca de las cosas que queremos que sucedan; percibimos cambios inme-diatos, pero tendemos a pasar por alto los cambios a más largo plazo y ponemos demasiado énfasis en la importancia de nueva información que se adecúa a nuestras creencias. Si de verasdeseas viajar a París, probablemente te parecerá una señal que los precios de los vuelos bajen, pero luego ignora-rás, encogiéndote de hombros, el hecho de que tu estancia en el hotel de repente sea más cara. El historial de los pronosti-cadores «expertos» (véanse economistas y meteorólogos) es tan deprimente que hay quien afirma que ser un experto en algo en realidad te hace peor para predecir el futuro que un generalista.7

Las antiguas enseñanzas del budismo se centran en este pro-blema fundamental. «Podemos tratar de controlar lo incontro-lable buscando seguridad y previsibilidad», escribe la maestra budista Pema Chödrön, «con la esperanza de alcanzar cierta comodidad y seguridad. Pero la verdad es que nunca podre-mos evitar la incertidumbre. Este no saber forma parte de la aventura».8Y es precisamente lo que nos angustia.

Mito n.º 2: la ansiedad refleja con exactitud el riesgo

A menudo se produce un desfase entre lo estresados que nos sentimos por algo que puede ocurrir y la probabilidad de que eso ocurra. En un experimento, unos investigadores le dijeron a un grupo de personas que tenían un 99 % de posibilidades de recibir una descarga eléctrica dolorosa (pero sin riesgo) y a otro grupo le dijeron que la posibilidad era de un 1 %.9Sor-prendentemente, los dos grupos estuvieron dispuestos a pagar la misma cantidad de dinero para evitar la descarga. En otras palabras, la probabilidadde lastimarse no influyó en la ansie-

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dadde las personas por la idea de lastimarse o en lo que ha-rían para evitar ese escenario.

Cuanto mayor es la incertidumbre a la que nos enfrenta-mos, peor nos sentimos. Cuando se desconoce el nivel de ries-go de una decisión, la actividad cerebral se dispara en el área que procesa las emociones.10

El estudio mostró incluso que preferimos estar absoluta-mente seguros de que algo malo va a pasar a tener que lidiar con la ambigüedad.11Los científicos descubrieron que las per-sonas que tenían un 50 % de probabilidad de recibir una des-carga eléctrica estaban tres vecesmás estresadas que las que tenían un 90 %.12(Parece que el 100 % estaban seguras de que a los investigadores de la incertidumbre les encanta apli-car descargas eléctricas).

Si conocemos lo malo de antemano, podemos trazar un plan para enfrentarnos a ello. Pero, cuando no sabemos qué va a pasar, entonces caemos en una espiral. «Sabía desde ha-cía mucho tiempo que tenía que marcharme», nos contaba una lectora, Carmen, después de dejar por fin un trabajo que

EL TAMAÑO DEL PROBLEMA

LA ANSIEDAD QUE SIENTO ANTE ESE PROBLEMA

incertidumbre

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la hacía infeliz. «Pero me producía tal ansiedad tener que imaginarme qué hacer en el futuro que, durante cuatroaños, preferí la infelicidad a la incertidumbre».

Así que, aunque es normal que te preocupes ante la incer-tidumbre, tu reacción emocional puede ser desproporcionada con respecto a la realidad. No saber es lo peor. Pero puede ser útil que te digas a ti mismo: «El hecho de que esté preocupado por el futuro no significa que el futuro vaya a ser malo». An-tes de su boda, una de nuestras lectoras, Marcie, tuvo algunos problemas de sueño. «No se me dan bien los cambios y me pongo nerviosa antes de cualquier gran acontecimiento», nos contó. Pero Marcie, que ahora está felizmente casada desde hace veinticinco años, se dio cuenta: «Mi insomnio no se de-bía a que yo dudara de mi relación de pareja».

Mito n.º 3: solo tienes que ser más resiliente

En los últimos años, la «resiliencia» se ha colado en todas par-tes como la panacea para todo. ¿Estás pasando por un mo-mento difícil debido a un ambiente tóxico? Sé resiliente. ¿Te cuesta educar a tus hijos en casa mientras estás trabajando cincuenta horas a la semana durante una pandemia mundial? Prueba con una dosis de resiliencia.

La resiliencia, o la capacidad de soportar las dificultades y recuperarse de los acontecimientos difíciles, esútil. Pero con demasiada frecuencia se presenta de una manera que subesti-ma los problemas sistémicos y, en cambio, alienta a las perso-nas a sonreír y soportar cualquier dificultad que se les presen-te. En un artículo titulado «¡Sonríe! Tienes cáncer», la autora Barbara Ehrenreich asegura: «No existe ningún problema u obstáculo para el cual no se haya propuesto como cura el pensamiento positivo o una actitud positiva».13

Que un amigo, familiar o conocido te diga que veas la par-te positiva cuando estás sufriendo puede ser frustrante. Pero resulta particularmente irritante cuando las instituciones y la sociedad en general utilizan la resiliencia como una forma de

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eludir la responsabilidad de proteger el bienestar mental de las personas. En 2020, con todas las preocupaciones por la economía, la familia y la salud, las personas tenían el doble de probabilidades que en años anteriores de sentirse abrumadas por los cambios en el trabajo.14El mismo año, casi el 75 % de los empleados informaron haber experimentado burnoutal menos una vez.15Y, aunque casi todo el mundo estaba quema-do, las madres trabajadoras lo pasaron particularmente mal: casi tres millones de mujeres dejaron de trabajar durante la pandemia.16Tal como le dijo una fuente a la psiquiatra Pooja Lakshmin, especialista en salud mental de la mujer, para un artículo que trataba del sufrimiento de sus pacientes durante la pandemia de COVID-19: «El abrumador número de vícti-mas en salud mental entre las madres trabajadoras refleja el nivel de traición social».17

Así que somos firmes defensoras de la resiliencia, pero no de la que culpa al individuo o que exonera a los líderes y las insti-tuciones de su obligación de realizar mejoras estructurales. Hay una gran diferencia entre exigir a la gente que sea mental-mente fuerte y ayudarla a cuidar de su salud mental. Dedicare-

¡TEN RESILIENCIA!

incertidumbre

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mos el resto de este capítulo a ofrecerte algunas actitudes y es-trategias que te ayuden a navegar mejor por la incertidumbre. Sentimos decirte que, aunque a menudo las causas de la incer-tidumbre y la ansiedad no sean culpa tuya, la forma en que respondes a ellas síes tu responsabilidad. Nuestro objetivo no es ayudarte a seguir luchando por sobrevivir en un entorno tóxico. Por el contrario, queremos ayudarte a encontrar la fór-mula que más te convenga. Puede implicar que debas reformu-lar tus pensamientos para sentirte menos ansioso. O bien ale-jarte por completo de una situación que te resulta dañina.

LIZ:Obviamente, no me morí en la ambulancia. Pasé un día en el hospital y luego me dieron de alta sin un diagnóstico.

Después del ataque de pánico que tuve en el tren, me negué a tomar más medicamentos que afectasen mi estado de ánimo, in-cluso cuando volví a tener migrañas. Durante los meses siguientes, todo giró en torno al dolor. Al despertarme por la mañana, escanea-ba mi cuerpo. ¿Esto ha sido un espasmo muscular normal y sin importancia o el primer síntoma de algo más siniestro? Me iba al trabajo, pero luego me apresuraba a regresar a la seguridad tran-quila y oscura de mi apartamento. Estaba demasiado avergonzada para responder a correos electrónicos y mensajes de texto carga-dos de preocupación. ¿Cómo explicar lo que me estaba pasando? Desde fuera parecía que estaba perfectamente sana.

Toqué fondo unos meses más tarde, por mi cumpleaños. Eran las tres de la tarde y todavía no me había levantado de la cama. Mi madre me llamaba cada hora. Cada vez que contestaba el teléfono, la notaba más preocupada. Yo también lo estaba. En mi vida me había sentido tan deprimida. ¿La vida iba a ser así para siempre? ¿Una mezcla sombría entre el trabajo y andar escondiéndome bajo la manta con la persiana bajada?

Viéndolo ahora con retrospectiva, creo que algún tipo de meca-nismo instintivo de supervivencia se activó dentro de mí ese día. De repente, estaba absolutamente fuera de mí. La fuerza de mi

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furia me hizo sentarme en la cama. Lo que me estaba pasando era injusto y no era nada divertido, y la estaba jodiendo. Quería abrazar a mi madre y pintarme las uñas y salir a cenar con amigos y zam-parme una hamburguesa con queso bien grasienta. Quería recupe-rar un poco el control de mi vida.

Durante las siguientes cinco semanas, monitoricé religiosamen-te mi horario, mi estado de ánimo y mis migrañas para ver si podía haber alguna relación entre ellos. Recorrí las páginas web de salud y los foros sobre la migraña en Internet para ver si encontraba tra-tamientos sin medicamentos. Siguiendo los consejos que leí, elimi-né el alcohol y el chocolate, evité el sol como un vampiro y me aseguré de estar en la cama a las nueve en punto para descansar toda la noche. Me apunté a acupuntura los martes y los jueves y comencé a ir a un gimnasio cerca de casa para hacer treinta minu-tos de ejercicio moderado todos los días.

Decidí seguir mi rutina religiosamente durante seis meses y ver cómo iba. Si para entonces mis migrañas seguían siendo fuertes, me replantearía volver a tomar medicación o buscaría otras opcio-nes de tratamiento más intensivas.

Eso también significaba tener que renunciar a la escuela de ne-gocios. Me habían admitido en Stanford, pero el estilo de vida que tendría que llevar para prosperar allí parecía completamente opuesto a lo que tenía que hacer para cuidarme.

También adopté algunas medidas de seguridad para cuando mi ansiedad amenazara con tomar el control. Hice una lista de las co-sas que eran como «algodón de azúcar para el cerebro»: memes de Twitter, mirar fotitos de animales lindos en Internet y leer noticias sobre las Kardashian. En los momentos en que notaba que le em-pezaba a dar demasiado al coco, me obligaba a sacar el teléfono móvil e ingerir algodón de azúcar para el cerebro. Volví a quedar con mis amigos, aunque ahora para comer en lugares con aire acondicionado en vez de cenar en una terraza al aire libre con calor y humedad a las nueve de la noche.

Estoy lejos de estar «curada». Nunca podré tirarme en una pla-ya al sol durante horas sin pagar un precio muy alto después. Toda-

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vía tengo algún brote que otro cada pocos meses. Pero al menos soy capaz de lidiar con mis migrañas atípicas y vivir mi vida, y ya no dejo que la preocupación sobre el futuro me consuma. Me cuido, y vivo el día a día.

CÓMO RESOLVER ESTE TEMA

«Existe el arte de sentirse como en casa con lo desconocido», escribe la autora Rebecca Solnit, «de modo que experimen-tarlo no es motivo de pánico o sufrimiento».18Las personas que aprenden a sentirse más cómodas con la incertidumbre tienden a confiar en ciertos procesos que las ayudan a navegar el caos. Esos procesos suelen enfocarse en dos cosas: en dismi-nuir la cantidad de riesgo que esperamos y en reforzar nuestra convicción de que podemos manejar la incertidumbre. Esto requiere práctica, pero, con el tiempo, conseguirás sentirte más seguro y la incertidumbre te parecerá menos abrumadora.

Cuando nos enfrentamos a un muro de incertidumbre y ansiedad, no hay una palabra clave mágica que pueda echarlo abajo. Supongamos, en cambio, que el muro se puede escalar mediante «una serie de puntos de apoyo», como escribe el neurocientífico de Stanford Robert Sapolsky, «cada uno pe-queño, pero capaz de ofrecer soporte».19A continuación ve-remos algunos de estos puntos de apoyo.

1. Detente y siéntate con la incertidumbre

Para navegar por la incertidumbre, primero hay que rechazar el impulso natural de huir de la incomodidad. Alisa, una de nuestras lectoras, nos confesó que solía hacer esto, huir de la incomodidad todo el tiempo a través de lo que los psicólogos llaman «fijación ansiosa». Con solo sentir una punzada de an-siedad, ya se ponía en modo acción. Se fijaba metas pequeñas (enviar una carta, pasar el aspirador por el cuarto de estar, acabar metiendo baza en la cadena de mensajes del grupo de

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WhatsApp) y luego se apresuraba a cumplir-las. En ese momento, se sentía genial cuan-do tachaba algo de la lista de cosas pendien-tes. Pero eso significa-ba también que Alisa no estaba trabajan-do realmente para co-nocer el origen de su ansiedad. Y por ello, incluso después del frenesí, no sentía nin-gún alivio.

En esencia, la fijación ansiosa consiste en tratar de recupe-rar una sensación de control y progreso. En ocasiones esto puede materializarse también de otras formas, además de la de ponerse metas: al comienzo de la pandemia, Liz comenzó a consultar el horóscopo por primera vez en su vida, mientras que Mollie se sumergió en libros de historia que intentaban explicar cómo nuestra sociedad había alcanzado tal nivel de incertidumbre. Ninguno de estos mecanismos para hacer frente a las cosas es necesariamente malo, pero incluso la dis-tracción más inofensiva puede impedir que te concentres en lo que realmente importa. Saber que iba a haber luna nueva en Sagitario distraía a Liz durante una hora, pero no la ayudaba a sentirse más segura sobre su futuro.

En lugar de convertir el ajetreo en una barrera para tu an-siedad, detente, reconócela y siéntate con ella. Te animamos incluso a que la honres. Después de todo, está tratando de pro-tegerte de algo. «Si te sientes demasiado cómodo con la incer-tidumbre», explica la profesora de psicología Kate Sweeny, «entonces no trabajarás para resolverla y podrían suceder muchas más cosas malas».20

FIJACIÓN ANSIOSA

TE SIENTES ANSIOSO PORQUE ESTÁS EVITANDO EL PROBLEMA

EVITAS EL PROBLEMA PORQUE TE SIENTES ANSIOSO

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A la autora Sarah Wilson le gusta escribirle a su ansiedad una carta del tipo «No me extraña». «Empiezo diciéndole: Querida Ansiedad, qué graciosa eres...Luego continúo re-conociendo lo que está tramando, lo que siente... y valido el motivo por el que se ha alterado. No me extraña que te tam-balees: te han vuelto a dejar en el limbo tres días por un problema con el trabajo. Además, te sientes atrapada en la rutina, incapaz de tener una idea clara de por qué estás vi-viendo».21

Si la ansiedad que te provoca la incertidumbre es tan in-tensa que sentarte con ella te resulta insoportable, recuerda esto: las emociones fuertes, aquellas que provocan una sen-sación física en tu cuerpo, duran unos noventa segundos.22Sabemos que la necesidad de hacer algo (¡lo que sea!) cuando estás al borde de un ataque de pánico puede ser abrumadora. Nuestro mejor consejo es que te obligues a hacer una pausa y que te sientes. Repítete: «Esto pasará». Cuenta hasta no-venta. O, si te parece demasiado, cuenta solo hasta cinco. Hazlo una vez y probablemente descubrirás que puedes vol-ver a hacerlo. Debes desarrollar el músculo de existir y nada más; recuerda que, si te entregas a tu impulso, no harás otra cosa que perpetuar el hecho de seguir sintiéndote mal. Tienes que interrumpir ese círculo vicioso para conseguir empezar a hacer cambios.

Entre otras opciones, para sentarte con tu incomodidad tienes también la posibilidad de hacer meditaciones guiadas (para ver nuestra «Lista de meditaciones guiadas» favoritas, consulta las páginas 287-288), escribir un diario,* hacer tera-

* Nota: algunas investigaciones sugieren que escribir un diario no siempre es útil, especialmente si estás atrapado en un bucle de ansiedad. Escribir un diario puede hacer que estés demasiado concentrado en analizar lo que sea que te esté causando ansiedad (sobre lo que quizá no tengas control), lo que te llevará a rumiar demasiado las cosas. Una forma de evitar esto es escribir un diario solo cuando lo necesites en lugar de todos los días. Para más infor-mación, recomendamos el libro Intuición,de Tasha Eurich.

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pia o abrirle tu corazón a un amigo. O todo lo anterior a la vez. Ninguna de estas opciones son soluciones rápidas. Pero lo que no puedes evitar es tener que aprender a sentarte con-tigo mismo. Debes mirar tu ansiedad a la cara y decirle: «Te agradezco que trates de protegerme. Nos vemos».

2. Adopta el mantra: «Soy una persona que está aprendiendo a ______»

Sentarte con la incertidumbre te obliga a enfrentarte al hecho de que no tienes todas las respuestas. Si cumples el perfil de persona triunfadora a la que le gusta sentir que lo tiene todo bajo control, esto puede ser especialmente aterrador. No pue-des predecir el futuro, y eso significa que tampoco puedes planificarlo a la perfección.

Pero he aquí la cuestión: no es necesario que tengas todas las respuestas ahora mismo. En vez de castigarte por sentirte ansioso o por no saber qué va a pasar después, reformula la situación. Cuando nos decimos a nosotros mismos «Soy una persona que está aprendiendo a ______» en lugar de «No puedo hacer esto» o «Necesito tenerlo todo atado», empeza-mos a vernos a nosotros mismos como agentes de cambio empoderados.

En sus momentos de mayor ansiedad, cuando las migrañas estaban en su apogeo, Liz se recordaba a sí misma: «Soy una persona que está aprendiendo a lidiar con la incertidumbre y el estrés extremos. Estoy entendiendo cómo prevenir el dolor físico intenso o tener que convivir con él a veces».

A continuación encontrarás otros ejemplos de cómo refor-mular tu diálogo interno negativo:

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• «Me siento tan sola... No tendría que haberme muda-do» →«Estoy aprendiendo a instalarme en una nueva ciudad».

• «Soy una mala madre/un mal padre» →«Estoy apren-diendo a cuidar a un bebé y haciendo una transición a una nueva vida».

• «No tengo suficientes conocimientos para tener a gente a mi cargo, soy incapaz de hacerlo» →«Estoy apren-diendo a ser un gran gerente».

• «Soy un manojo de nervios» →«Estoy aprendiendo a manejar mis emociones».

Cuando comenzamos a vernos a nosotros mismos como per-sonas que están en aprendizaje y mejora constantes, adopta-

LO QUE PENSÉ QUE NECESITABA

SABER PARA COMENZAR

LA VERDAD

TODO

Y ALGUNAS COSAS NO LAS SABRÁS NUNCA REALMENTE

PERO APRENDERÁS MUCHAS COSAS CON SOLO PONERTE EN MARCHA

ES ÚTIL TENER UNA IDEA DE LO QUE QUIERES HACER

Y SEGUIRÁS APRENDIENDO A MEDIDA QUE AVANCES

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mos lo que los psicólogos llaman «una mentalidad de creci-miento». Una mentalidad de crecimiento nos permite ver el territorio incierto como una oportunidad para aprender algo nuevo. La incertidumbre seguirá siendo un desafío, pero no será tan amenazante. Una mentalidad de crecimiento es la di-ferencia entre chocar contra un obstáculo y pensar de inme-diato «Ahora mismo no sé qué hacer, así que está claro que esto no lo puedo hacer» o decirnos a nosotros mismos «Pue-do desarrollar las habilidades necesarias para superar esto».

(Queremos añadir una advertencia a este consejo: nunca debes convencerte de que estás aprendiendo a manejar una si-tuación que es claramente dañina. Tanto si sientes que estás sien-do manipulado para hacer algo que no quieres hacer como si tu entorno te mina la autoestima, o si estás en una situación que a menudo te pone enfermo emocional o físicamente, bus-ca la manera de salir de ello).

maneras sencillas de poner los pies en el suelo cuando todo está en el aire

Cuando te enfrentes a una incertidumbre extrema, puede resultar útil establecer ciertas rutinas y permitir que algunas cosas ocurran a propósito. Ambas son maneras de establecer la estabilidad sufi-ciente para aliviar tu ansiedad. La investigación muestra que los rituales o hábitos pueden contribuir, en gran medida, a reducir nuestros niveles de estrés. De hecho, los psicólogos han descubierto que ni siquiera importa cuáles sean estos rituales. Simplemente basta con hacer lo mismo cada día a la misma hora para que tu salud mental mejore. ¿No te lo crees? No pasa nada. Los estudios también han demostrado que los rituales ayudan a las personas a sentirse mejor ¡incluso cuando estas no creen que los rituales fun-cionen!23Antes de que empezara la pandemia de COVID-19, Maxie Hollingsworth, una maestra de escuela pública con sede en Houston, no se maquillaba porque siempre iba corriendo de un sitio para otro.

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Pero mientras estuvo en cuarentena descubrió que maquillarse era una forma de «bajar el ritmo y prestarse atención a sí misma».24A continuación, encontrarás otros ejemplos de rituales relajantes que los lectores nos contaron:

• Comprométete a cocinar algo delicioso todos los miércoles por la noche.

• Crea una lista de reproducción de tres canciones y escúchala bailando después del trabajo.

• Dedica una hora los domingos por la tarde a ordenar una zona de tu casa.

• Haz un entrenamiento de siete minutos (los hay en YouTube) cada día de la semana.

• Desayuna lo mismo cada mañana.

Por otro lado, también te recomendamos que ajustes las expectati-vas que tienes contigo mismo saltándote algunas cosas a propósito. Al comienzo de la pandemia de COVID-19, la escritora y periodista Ijeoma Oluo recordó: «Me preparé paradepilarme las piernas. Y fue como: “Ay, no quiero”. Así que no lo hice».25Antes de mudarse a la otra punta del país, una amiga de Liz decidió comenzar a pedir co-mida para llevar para la cena de los martes y jueves y así no tener que preocuparse por cocinar. «Me di permiso para poner el piloto automático en algunas áreas de mi vida», nos confesó.

La próxima vez que te enfrentes a la incertidumbre, reconoce que ya es mucho con lo que estás lidiando. Y luego debes decirte a ti mismo: «No me voy a concentrar en ____ en este momento, y no pasa nada».

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3. Traduce tu ansiedad a miedos concretos

«Recuerdo haber llorado sobre mi plato de pollo a la naran-ja», nos contó nuestra amiga Caribay. «No paraba de pensar: “No soy capaz de hacerlo”».

Unos días antes, Caribay había salido de Venezuela con su padre para viajar en avión a Estados Unidos y comenzar su primer año en la universidad de Penn State. Pero, mientras hacía la cola para obtener su carnet universitario, comenzó a entrar en pánico. Su padre la sacó suavemente de la fila y la acompañó a un restaurante chino cercano. «No tienes por qué hacerlo», dijo el padre de Caribay cuando se sentaron a la mesa. «Si quieres, puedes volver conmigo a casa esta tarde. Quiero que sepas que, hagas lo que hagas, será la decisión correcta». En cuanto Caribay estuvo más calmada, su padre le propuso volver a la fila, pero solo con pensarlo la chica volvió a sentir que le costaba respirar.

MIEDO CONCRETO

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Así que Caribay y su padre decidieron dar un paseo por el campus. «Vamos a ver las aulas», propuso el padre, «para que te hagas una idea de lo que sería venir a esta universi-dad». Echaron un vistazo a la biblioteca y a una gran sala de lectura. «Al principio todo aquello también me agobió», re-cordó Caribay. Hasta entonces ella siempre había ido a un colegio pequeño con las mismas veinte niñas en la clase desde tercero de primaria. «Pero el solo hecho de ver dónde me sen-taría cada día hizo que empezase a sentirme mejor».

Poco a poco, Caribay empezó a notarse menos aprensiva. «Cuando conocí a mis compañeras de piso», nos contó, «vi que eran muy majas. Empecé a verme a mí misma en aquel lugar, llevando aquella vida». Pocos días después, Caribay volvió a hacer la cola para obtener su carnet universitario, y esta vez lo hizo muy entusiasmada.

«No nos resistimos a los cambios», nos contó la doctora Laura Gallaher, psicóloga de empresa. «Nos resistimos a la pérdida». Al convertir tu ansiedad en miedos más concretos, puedes identificar exactamente aquello que tienes miedo de perder y cómo podrías evitar algunas de esas circunstancias. A menudo descubrirás que tienes miedo de perder una parte de tu identidad o de experimentar emociones incómodas en el futuro.

Para dejar aflorar suavemente aquellas cosas que hacen que se te salga el corazón por la boca, hazte las siguientes preguntas:

• ¿De qué tengo miedo?

• ¿Qué me imagino que podría pasar?

• ¿Cómo sería cada uno de esos escenarios y cómo me sentiría yo exactamente en cada uno de ellos?

Si acabas de empezar en un nuevo puesto de trabajo, es posi-ble que escribas algo así como: «Las responsabilidades que tengo ahora no tienen nada que ver con lo que hice en el pa-sado. Puede que no sepa lo que estoy haciendo o que parezca

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tonto. Lo que me da más miedo es fracasar y que me despi-dan». Si te has mudado a otra ciudad, tus respuestas podrían ser: «Me preocupa no sentirme en casa y tengo miedo de no hacer nuevos amigos. En ese caso, me sentiría muy solo y me preocuparía haber tomado la decisión equivocada al mudar-me. Tengo miedo de arrepentirme de mi decisión».

«Todavía me da ansiedad cuando tengo que tomar una decisión importante», nos contó Caribay. «Pero dar aquel pa-seo por el campus me enseñó a pensar sobre lo que podía pasar en el futuro y visualizarme a mí misma en todos esos escenarios». Algunos años más tarde, cuando Caribay estaba valorando a qué universidad inscribirse para hacer un posgra-do, trató de imaginar una fotografía vívida de cada una de las opciones. Una de las universidades estaba en Chicago, pero no podía permitirse el lujo de hacer un viaje hasta allí, así que recorrió el barrio de la universidad con la herramienta Street View de Google, navegó por las listas de «las 10 cosas que no debes perderte en Chicago» e hizo un recorrido virtual por el campus. En otra ocasión en que estaba sopesando si aceptar un puesto de trabajo en San Francisco, como ya tenía un poco más de dinero, Caribay se fue en avión a la ciudad a pasar una semana. «Literalmente, lo que hice fue tomar el tren a donde trabajaría y pedir un café con leche fría en una cafetería cer-cana. Traté de hacerme