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Argenis y Poliarco es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.
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Seitenzahl: 92
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
XVII.
Saga
Argenis y PoliarcoCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497205
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
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Descúbrese el teatro, que será de marina, y suena dentro ruido de desembarcar, y dicen Arcombroto y Marineros dentro.
Marin. Dé el esquife á la playa,
Y en él á tierra el Africano vaya.
Arc. Dejadme en ella solo;
Que en esta selva consagrada á Apolo
Quiero quedarme, libre del ultraje
Del viento.
Marin. En paz te queda.
Sale Arcombroto.
Arc. Buen viage! —
Salude el peregrino,
Que en sagrado cristal abrió camino,
La tierra donde llega,
Cuando inconstante y náufrago se niega
Del mar á la inconstancia procelosa.
Salve, y salve otra vez, madre piadosa,
En rendidos despojos
Los labios te apelliden, y los ojos.
Y tú, Sicilia bella,
Á quien corona la mayor estrella
Por cabeza del mundo,
Fénix de las ciudades sin segundo,
Sin segundo y primero,
Salve tambien, y admite á un forastero,
Á quien tu nombre llama
Á conseguir honor, á ganar fama
En el Trinacrio suelo.
Un Africano soy......
Dentro Timoclea.
Tim. Válgame el cielo!
Arc. ¿Qué voz tan triste ha sido
La que lengua y accion ha suspendido
Con ecos lastimosos?
Tim. ¡Dadme vuestro favor, cielos piadosos!
Arc. Una muger huyendo
Sale del monte; socorrer pretendo
Su violenta fatiga;
Que una muger, con ser muger, obliga
Al hombre mas cobarde.
Tarde la sirvo, y la socorro tarde,
Si alas no calzo.
Sale Timoclea.
Tim. Ampara, o caballero,
Que el trage te acredita, aunque extrangero,
Ampara generoso
El pecho mas bizarro y mas brioso
Del mundo, cuya vida
Yace de tres contrarios combatida,
De tres prodigios fieros,
Partos destas montañas, bandoleros,
Que por tirana suerte
Su vida compran con la agena muerte.
Vuelve los ojos á esa parte, y mira,
Como el gallardo jóven los retira,
Y la victoria de los tres pretende,
Con tal maña los lidia y se defiende.
Arc. Hermosa dama, sea
La respuesta servirte, porque vea
Sicilia mi valor el primer dia,
Que á ella me consagró la estrella mia. [Vase.
Tim. Valiente el forastero
Rayos esgrime en el templado acero.
Ya la sangre del uno el campo baña,
Y los dos desamparan la campaña,
Huyendo infamemente.
Dicen dentro Eristenes y Lidoro, y salen luego huyendo con las espadas desnudas, y Poliarco y Arcombroto.
Lid. Huye, Eristenes, ya que en tan valiente
Accion los dos tan infelices fuimos.
Eirst. Vivo quedó, grande ocasion perdimos. [Vanse.
Pol. Esperad, no los sigais,
Dejadlos, pues van huyendo;
Porque de tanto valor
Es poca victoria el miedo;
Y dadme lugar, en que,
Agradecido al esfuerzo
De vuestra valiente mano,
Saber merezca, á quien debo
La vida, y en esta parte
Perdonad no conoceros,
Cuando pudiera informarme
De la fama.
Arc. No os merezco
Tan grandes favores, cuando
Mas, que os obligo, os ofendo.
Agravio fue, no lisonja,
El llegar á socorreros;
Y asi esperaba de vos
Quejas, no agradecimientos,
Por haber entrado á parte
En ese triunfo pequeño,
Sobrando vuestro valor
Á mayores vencimientos.
De que no me conozcais
No me admiro; soy tan nuevo
En esta tierra, que hoy
Pisé el siciliano suelo.
El patron de aquella nave,
Que á vista pasó, á mis ruegos,
Me arrojó en aquesta playa.
Lo que de mí decir puedo,
Es, que soy un Africano,
Que á ganar opinion vengo,
Llamado de mi valor,
Cuyas voces, cuyo aliento
El corazon me arrebatan,
Que ya no cabe en el pecho.
Las guerras, que hoy á Sicilia
En tanto peligro han puesto,
Que allá lo dijo la fama,
Deseoso me trajeron
De ver, si en la agena patria
Soy mas dichoso; que el cielo
Á ninguno favorece
En la propia. Llegué á tiempo,
Que esta dama me avisó
De vuestro peligro; y puesto
Á vuestro lado, os serví,
Compañero en vuestros riesgos.
Es Arcombroto mi nombre.
Esto sé de mí; y si puedo
Saber de vos el estado
De las cosas deste reino,
Y quien sois, será favor
Digno de un heróico pecho,
Á cuyo servicio ya
La vida y el alma ofrezco.
Tim. Para urbana ceremonia
De amistad y cumplimientos
Rústico palacio es
La soledad de un desierto;
En él, detras de esos montes,
Una hermosa quinta tengo,
Donde podeis albergaros,
Aunque es alcázar pequeño
Á huéspedes tan ilustres.
Y pues ya el dorado Febo
En ondas de plata y nieve
Baña los rubios cabellos,
Dando licencia á la noche,
Que baje entre obscuros velos,
Infundiendo á los mortales
Miedo, espanto, horror y sueño,
Y pues es fuerza admitirlos,
Por ser de muger mis ruegos,
No espere mejor respuesta,
Que deciros, que os espero. [Vase.
Sale Gelanor en cuerpo.
Gel. ¡Gracias á Dios, que te hallé! [á Poliarco.
¿Dónde estan los bandoleros?
Vamos apriesa á buscarlos,
Que ya con cólera vengo,
Que entonces no la tenia,
Y solamente por eso
Les dejé, que me llevaran
Espada, capa y sombrero.
No teneis que prevenir
Armas, porque ya yo llevo
Esta pistola, que entonces
Se me quedó en los gregüescos,
Con que podemos matarlos.
Pol. ¿Pues por qué, di, á mejor tiempo
No la sacaste, y con ella
Defendiste todo aquello
Que te llevaron?
Gel. Porque
Ese es, señor, un secreto
Notable.
Pol. Mejor no fuera?
Gel. Sí fuera; pero no puedo
Decirlo, porque el guardarla
Entonces tuvo misterio.
Pol. Y qué fue?
Gel. Pues que ya es fuerza
Decirlo, escúchame atento:
Como ví, que me quitaban
Cuanto llevaba, prevengo
El no sacar la pistola
Entonces.
Pol. ¿Pues por qué efecto?
Gel. Porque no me la llevaran
Tambien. Mira si soy necio.
Pol. Eres cobarde.
Gel. Es verdad.
Arc. Ya pues que los dos nos vemos
Á vista de ese palacio,
Que hospedage ha de ser nuestro,
Por el camino podeis
Ir, señor, satisfaciendo
Á las deudas en que os puse,
Cuando os conté mi suceso.
Pol. De las cosas de Sicilia
Muy poco informaros puedo,
Porque tambien, como vos,
Soy, Arcombroto, extrangero;
Pero en efecto la curia
De la corte, en poco tiempo
Que la asistí, me habrá dado
Mas noticia. Estadme atento:
Yo, generoso Africano,
Soy un frances caballero,
Á quien destierran y arrojan
De su patria los sucesos
Del amor y la fortuna.
Mirad, si cualquiera destos
Dos contrarios ha postrado,
Ha sujetado y deshecho
Tantos triunfos, magestades,
Coronas, timbres é imperios.
Que en los teatros del mundo
Fueron fábulas del tiempo,
¿Cómo pudo resistirse,
Acometido mi pecho
De dos violencias, dos golpes,
Dos venganzas? Aunque pienso,
Que el haberme acometido
Los dos, en mi vida han puesto
Mas seguras confianzas;
Pues á dos muertes sujeto,
Muero, pensando que vivo,
Vivo, pensando que muero.
Vine á Sicilia; no sé,
Si con el designio vuestro,
Pero sé, que he conseguido
Sus causas y sus efectos;
Pues he mostrado en las lides,
Que se han ofrecido, y hecho
Hazañas, que ellas pudieran
Haberme dado. Mas dejo
Al silencio mi alabanza,
Si la merece el silencio,
Y paso, ya que os he dado
Noticia de mí, á sucesos
De Sicilia; y esto baste,
Que aun no pensé decir esto.
Meleandro, de Sicilia
Rey único, á quien el cielo,
Mas que de ánimo gallardo,
Dotó de su entendimiento,
Largo tiempo gobernó
Entre el ocio y el sosiego
De la paz, sin que á la guerra
Diese el militar gobierno,
Por ser de ánimo apacible,
Espíritu manso y quieto;
Y al fin, inclinado mas
Que á la milicia al consejo,
Cuya condicion afable,
Cuyo semblante modesto
En los ánimos altivos,
En los alterados pechos
De traidores engendró
Osados atrevimientos.
¡O á cuantos Reyes, o á cuantos
Les hizo mal el ser buenos!
Que el temor sobre el amor
Da estimacion y respeto.
Lidogenes pues, un hombre,
Que fue en su gracia el primero,
Fue el primero en su desgracia;
Pues arrogante y soberbio,
Mezclando pompas de Marte
Entre regalos de Vénus,
Al sol se atrevió sin alas,
Trepando torres de viento;
Arroyo fue, que del mar
Salió humilde, y adquiriendo
Candal y pompa, volvió,
No á darle tributo y feudo,
Sino á presentar batalla
Al mismo, que fue su centro,
Y de quien él recibió
La magestad y el aumento.
Este pues, desvanecido
Con los favores supremos
Del Rey, llegó á levantar
Tan altos los pensamientos,
Que enamorado de Argenis,
Hija suya…… Mas ay, cielo!
¿Cómo viviendo la nombro?
¿Cómo sin morir me acuerdo?
Argenis, Argenis digo,
En quien liberal el cielo
Logró, á pesar de la envidia,
Belleza y entendimiento.
En efecto es un milagro,
Es un asombro en efecto
De la gran naturaleza,
En cuyos rasgos se vieron
Con la discrecion del alma
Y la hermosura del cuerpo
Admirados los pinceles
Del Artífice supremo.
Este pues, desesperado
De conseguir tanto empleo,
Por la paz movió la guerra;
Y convocando los pueblos,
Cuya fe siempre dudosa
Quiere sacudir el peso
De la lealtad, aspiró
Á la corona y al cetro.
La primera vez, que dió
Escándalo tanto intento,
Fue una noche, que entregado
Á las lisonjas del sueño
Meleandro, descansaba,
Por mas gusto, ó mas sosiego,
En una quinta, á quien hizo
Cárcel voluntaria el cielo
De la belleza de Argenis,
Porque doctos agoreros,
Que al oriente de su vida
Juzgaron su nacimiento,
Dijeron, que su hermosura
Seria asombro, espanto y miedo
Del mundo, siendo discordia
De Príncipes extrangeros.
Y previniendo este daño
El Rey, advertido y cuerdo,
En aquella fortaleza,
Que dije, con sabio intento
La dió guarda de mugeres;
Siendo inviolable precepto,
Que ningun hombre llegase
Á profanar el silencio
De sus muros. ¿Mas qué importa,
Que el hombre vele, si es cierto,
Que no bastan prevenciones
Contra fatales decretos?
Alli retirado estaba,
Ó logrando, ó discurriendo
Los cuidados de la corte,
Cuando en el mudo silencio
De la noche de improviso
Todos asaltados fueron.
Solo yo, que le asistia,
Mientras estaba durmiendo
Él, (como entré á lo vedado
Del jardin y en lo encubierto,
Vivir me importa el callarlo,
Y no os importa el saberlo)
En fin solo yo atrevido
Me concedí á tanto riesgo,
Me opuse á tanto valor,
Porque solo……
Dentro. ¡Al fuego, al fuego!
Arc. Válgame el cielo! ¿qué voces
Robaron y deshicieron
De entre tu labio y mi oido
La admiracion y el acento?
Pol. Ya no solo lo que escucho,
Sino tambien lo que veo
Me admira. No ves el campo
Todo poblado de fuegos,
Cuya vista nos declara,
Que no fue acaso su incendio,
Porque con órden se van