¿Ataques de pánico o ataques de pasado? - Antonella Pagliero - E-Book

¿Ataques de pánico o ataques de pasado? E-Book

Antonella Pagliero

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Beschreibung

En esta obra, la autora narra como transcurre su vida cuando un profesional de la salud mental le diagnostica trastornos de ansiedad generalizada y principios de depresión. Como logró hacerse cargo y responsable de este problema de salud para lograr superar todos los obstáculos que tuvo en el proceso de sanación. Aprendió a manejar el trastorno y logró sacar de su vida a todas las personas que la lastimaron sin importarle el vínculo familiar. Prioriza su felicidad además de comentar la importancia de llevar una vida saludable donde no solo incluyan relaciones sanas, sino el deporte y la buena alimentación para mantener un equilibrio entre la salud mental y física.

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Seitenzahl: 286

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Antonella Pagliero

¿Ataques de pánico o ataques de pasado?

2da edición

Pagliero, Antonella ¿Ataques de pánico o ataques de pasado? / Antonella Pagliero. - 2a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2600-7

1. Narrativa Argentina. 2. Relatos. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Segunda Edición

PERSONAJES DE LA OBRA

CAPITULO 1

AÑO 2018

Mi primera consulta con un profesional de la salud mental

Segunda sesión con el psiquiatraCasamiento obligado

Tercera sesión: violencia y acoso familiar

Cuarta sesión: cansancio físico y mental

Quinta sesión: rescate a una callejerita

Sexta sesión: trato con el diablo

CAPITULO 2

AÑO 2019

Soltar la antigua versión de mí misma

Séptima sesión con el psiquiatra

Octava sesión: familia numerosa

Novena sesión: enfermedad nerviosa

LA MUDANZA

Décima sesión: un nuevo integrante en la familia

Décimo primera sesión: malas noticias

UN SUEÑO FRUSTRADO: LA UNIVERSIDAD

26 DE JUNIO DEL 2019

27 DE JUNIO DEL 2019. LA DESPEDIDA

Décimo segunda sesión: el último adiós

Décima tercera sesión: dolor

Décimo cuarta sesión: volver a mi pueblo

USTEDES ME PERTENECEN

SE TERMINÓ, ME VOY

Ultima sesión con el psiquiatra Godoy

CAPITULO 3

AÑO 2020

Volver al pueblo

En busca de un nuevo profesional de la salud mental

Se paralizó el mundo: Covid-19

Un sueño hecho realidad. Rinoplastía

Otro sueño hecho realidad: universidad privada

¿Bien o mal? ¿Buenos o villanos? ¿Angeles o demonios?

Ya me siento bien, el deporte es lo único que necesito

CAPITULO 4

2021

Una nueva aventura, vivir en Rosario

Caí en la trampa no pude evitarlo

Otro disparo de parte de la familia

Mis sentimientos

DÍA A DÍA

DE CARNE Y HUESO

GESTAR

Recaída

Empezar de cero nuevamente

Mi familia es tóxica

Nuevo comienzo

Quinta sesión con la psiquiatra Julieta

La nueva versión de mí, hasta ahora

Oficialmente volvimos a ser pareja

Una nueva etapa esta comenzando

A Alejandro, mi amor verdadero y mi compañero de vida.

Segunda Edición

Decidí hacer esta nueva edición porque la anterior no me parece que esté completa; con el pasar de los años y de las experiencias, pude notar que me ha faltado más por decir sobre aquel ejemplar.

La edición anterior no estaba muy clara, tampoco tenía el conocimiento que tengo ahora. Mi deseo es poder mejorar lo que ya existe y hacer de este ejemplar lo que siempre quise.

Tengo tanto por decir, tanto por contar que no sé por dónde comenzar. Pretendo que este libro deje huella en cada persona que lo lea, le dé algo de luz y felicidad.

A través de mis experiencias personales pretendo comentarles lo que es y lo que se ha significado para mí padecer de Trastornos de Ansiedad generalizada con principios de depresión.

Espero que con mis vivencias puedan encontrar algo de apoyo y comprensión, ya que la mayoría de las personas que padecemos esto nos sentimos solos, perdidos en el mundo que nos rodea. Pasé por momentos muy oscuros, pero aquí estoy contando mi historia, intentando inspirar a alguien para que logre salir delante de esta situación tan terrible. ¡Comencemos!

PERSONAJES DE LA OBRA

Por cuestiones de respeto, he decidido cambiarles los nombres a 4 personajes. Mis padres y mis suegros. Con respecto a los demás cuento con su autorización y consentimiento para llevar su nombre real.

- Mujer de la izquierda, Cristina, mi madre.

- Hombre de la izquierda con remera, Saúl, mi padre.

- Hombre del medio, Ernesto, mi suegro.

- Mujer de la derecha, Carmina, mi suegra.

- Señora de pelo corto blanco, mi abuela materna, Clelia Aida su nombre real, Titi su apodo en la familia.

- Médico Psiquiatra, Osvaldo Andrés Godoy.

- Medica Psiquiatra, Julieta Agraso.

CAPITULO 1

AÑO 2018

Mi primera consulta con un profesional de la salud mental

El reloj de la sala de espera marcaba las 8:55 am. Mi turno era a las 9:05 am, cómo olvidarlo, si el día anterior termine en la guardia de un hospital con 5 médicos intentando decirme que ya era suficiente, que comience un tratamiento. Perdí la cuenta de cuántas veces fui a la guardia de los hospitales a que aliviaran mi dolor.

Mientras esperaba a ser atendida, dudaba de poder recibir la ayuda que necesitaba, si tan solo hubiera podido aguantar un poco más esos ataques de pánico no estaría sentada en esta sala. Pero ¿qué importaba lo que pensará? Ya era demasiado tarde, había perdido absoluto control sobre mi cuerpo. No podía comer, dormir, dejar de pensar, estaba muy consumida por dicha enfermedad. Recuerdo que mientras esperaba mi mente ya había formulado como diez posibles escenarios de tragedia. Mi cuerpo no dejaba de temblar, mis manos no paraban de sudar.

—Antonella —Dice el Psiquiatra.

Me levanté, intentando disimular mi nerviosismo y me dirigí al consultorio del Dr. Godoy.

—Por favor tome asiento. —Dice el Dr.

Sin poder dejar de sentirme amenazada, intente controlarme y accedí, tome asiento.

—¿Qué es lo que le anda pasando? ¿A qué viene su visita? —Dice el Dr.

—Nada grave, solo algunos síntomas físicos que no me dejan estar tranquila.—Dije

—¿Qué tipo de síntomas? Por favor necesito que sea más específica.— Dice el Dr.

—Mire Dr. yo no creo en esto, no creo en la psiquiatría ni en sus métodos de sanación, sinceramente no creo que usted me pueda ayudar.— Dije.

—Entonces ¿por qué está aquí? —Responde el Dr.

—Pues porque hace varios meses me vengo sintiendo un poco mal. Aunque sienta que estar aquí no es la solución a mi problema, me dije a mi misma, ¿porque no intentarlo? —Le dije.

—Pues bien Antonella, ya nos hemos visto en Enero de este año. Por lo que hablamos aquella vez padeces de trastornos de ansiedad generalizada. ¿Has estado tomando la medicación que te recete? —Dice el Dr.

—Para nada, no necesito ningún antidepresivo para tratar mi problema, como le dije, no apoyo esto, no confió en nada que tenga que ver con este ámbito de la salud mental. —Dije.

—No es la primera vez que escucho esto, pero si usted no necesita medicamentos ¿por qué está aquí hoy? ¿En verdad le parece que no podré ayudarla? —Dice el Dr.

—Sinceramente no creo que nadie pueda ayudarme, pero estoy desesperada, nunca había tocado fondo, estoy cansada de vivir así, y aunque no confíe haré lo que sea necesario para que alivie mi dolor. —Dije.

—Antonella, espero que pueda darme la oportunidad de poder ayudarla, he tratado con pacientes que padecen esto y han logrado salir adelante. Le recomiendo comenzar con el tratamiento farmacológico y por supuesto complementarlo con un terapeuta. Solo necesito que usted me dé la oportunidad de ayudarla, ¿cree que podrá hacerlo? —Dice el Dr.

—Sinceramente ya no puedo más, todos mis recursos se agotaron, estoy desesperada y aunque no crea en esto y me espante la mediación, haré lo que sea necesario para volver a estar bien. —Dije llorando.

—Tranquila Antonella. Tranquila. No es la primera vez que viene un paciente a decirme que tiene miedo a las medicaciones, y que sobre todo que teme tomarlas de por vida. —Dice el Dr.

—Mire, lo que usted tiene es muy sencillo, es algo que afecta al 40% de la población actualmente. He ayudado a muchos pacientes a salir delante de este proceso. Será un camino largo de correr con mucha terapia y fármacos, pero si usted confía en mí, yo hare que ese proceso sea lo menos traumático para usted. —Dice el Dr.

Entre lágrimas solo asentía con la cabeza y lo escuchaba atentamente.

Usted actualmente está tomando Clonazepam, lo cual no digo que no sirva, solo que para que usted me entienda le explicaré: Es como tomar ibuprofeno para una neumonía. ¿Estamos de acuerdo que una neumonía no se cura con ibuprofeno y que necesitamos un tratamiento para tratar dicha gravedad? —Dice el Dr.

—Sí, estoy de acuerdo Doctor. —Dije.

—Bueno lo mismo ocurre con los trastornos de ansiedad generalizada y la depresión. Necesita someterse a un tratamiento que este a la altura de lo que necesita este padecimiento. Lo que le ofrezco es dejar de tomar el Clonazepam y comenzar a tomar el fármaco adecuado para esta situación, además de acompañar dicho tratamiento con un/a psicólogo/a. —Dijo el Dr.

—Ahora que estamos de acuerdo y nos vamos entendiendo, debo informarte de los efectos secundarios que tiene esta medicación. Vas a subir de peso. Vas a presentar cambios hormonales, lo cual vas a tener que consultar con un ginecólogo porque puede que esta droga te impida contraer embarazos y vas a tener problema con la libido. Por último, nos veremos una vez por mes para que pueda evaluar cómo te vas sintiendo con el tratamiento. De esta manera no solo vamos a descubrir el origen de este padecimiento, sino que vamos a ir haciendo lo posible para que estos síntomas desaparezcan. —Continúa diciendo el Dr. Godoy.

Quiero que comprendas que esta medicación solo es el medio que utilizamos los profesionales para calmar los síntomas físicos mientas encontramos que es lo que está dañando tu salud mental. Encontrar la causa a esto es esencial, pero como te dije, es un camino largo, y mientras lo encontramos con terapias tenés derecho a sentirte bien.

Ya fue suficiente por hoy, nos vemos el próximo mes para comenzar con la terapia por mi parte; no olvides buscar una psicóloga. Nos vemos Antonella, cuídate mucho y seguí todos los pasos. —Dijo el Dr. Godoy.

Y así fue como terminó mi primera sesión con el Psiquiatra Godoy. La verdad que sus palabras me dieron paz, y por alguna razón sentí que por fin estaba siendo escuchada. Este hombre estaba dispuesto a ayudarme, sacarme el miedo y que salga adelante. Al hablar de los Trastornos de Ansiedad Generalizada y la depresión como si nada, me hizo sentir que no estoy sola con esto, pero sobre todo que lo que tengo tiene solución.

Le hice caso, comencé el tratamiento, que en un principio me dijo que duraría 18 meses. Sin saberlo, esta situación recién comenzaba a desenmascarar mi pasado y todas las verdades oscuras de mi vida iban a comenzar a salir.

Segunda sesión con el psiquiatraCasamiento obligado

El 24 de septiembre del 2018 fue mi segunda sesión con el Psiquiatra Godoy. Estaba emocionada por ir, era la primera vez que me sentía escuchada. A estas alturas ya hacía 20 días que había comenzado con el tratamiento y me sentía un poco, pero solo un poco mejor; por lo menos podía comer y dormir algunas noches. Estaba feliz porque iba dispuesta a contarle todo lo que me había pasado, esta vez, estaba ansiosa por entrar a verlo.

—Antonella, pase. —Dice el Dr.

Me dirigí a su consultorio, tome asiento, estaba lista para comenzar y hacer lo que él me diga que era mejor para mí.

—Bueno Antonella contame, ¿Cómo has estado? ¿Cómo te has sentido con la medicación estos días? —Pregunto el Dr.

—La verdad que mejor de lo que me esperaba, no pensé que tan pronto me fuera a sentir mejor. Pase de tener 7/8 ataques de pánico por día a tener uno una vez a la semana. ¡Voy avanzando! —Le dije contenta.

—Bueno Antonella, empecemos. ¿Te ha pasado alguna situación en la que te hayas sentido mal últimamente? Te estoy hablando de algo fuerte, tiene que ser algo tan intenso como para que tu cuerpo se defienda de esa manera. Para que me entiendes te voy a explicar un poco.

La mente es un órgano como cualquier otro, solo que es un poco más complejo, pero nuestro cerebro siempre reacciona a situaciones que estén al “borde de la muerte”. ¿Qué hizo despertar esa parte primitiva de tu cerebro para que reaccione de esa manera?

La parte primitiva de tu cerebro reacciona como si un león lo estuviera por atacar, y en defensa activa todos los músculos para que corras sin pensar en otra cosa que no sea escapar. Entonces, ¿qué es a lo que tu cerebro se quiso escapar? —Dijo el Dr. Godoy.

—Creo que, si hay algo que me hizo sentir muy mal, me quebró el alma, y aunque finjo que soy feliz no es cierto. Verás, hace 7 meses me tuve que casar obligadamente para que a mi pareja no lo encierren en un hospital psiquiátrico. Sé que suena loco, pero es la verdad. Yo no creo en el matrimonio porque mis padres nunca fueron felices casados y siempre vivían peleando por cualquier cosa. Además de eso, ¿quién se quiere casar a los 21? Siento que me arruiné la vida y que me convertí en la mujer que mi mamá siempre quiso que sea. Ama de casa y ligada a un marido para toda la vida. De solo decirlo me duele en el alma porque siento que le di mi libertad a Alejandro, ahora por su culpa yo no voy a poder cumplir mi sueño de estudiar una carrera universitaria ni de poder tener una vida libre de compromisos. Pero más odio a mis suegros, que están re mal de la cabeza, y que por su culpa yo tuve que hacer algo que no quería para salvar a Alejandro. ¿Te das cuenta de que por culpa de ellos yo estoy acá muriéndome de dolor? Perdí mi vida y a ellos no solo no les importa, sino que siguen molestándome, diciéndome que todo fue por mi culpa. COMO SI A MÍ SE ME HUBIERA PASADO POR LA CABEZA PAGARLE A UN MÉDICO PARA QUE LO ENCIERRE INJUSTAMENTE.

¿Pero qué iba hacer? Tenía 20 años cuando toda esa locura pasó, fui a denunciar varias veces a esa mujer, nadie me creyó, terminé casándome para impedir que a Ale lo encierren injustamente. Odio a todos, porque la única que está sufriendo en esta situación soy yo. —Le dije enojada al Dr.

—Me quedé impactado con lo que acabas de decir, nunca había escuchado algo así.

—Dijo el Dr.

—Sí, a mí no me sorprende esa respuesta, a todos lo que les cuento no me creen y sinceramente me cansé de contar la verdad y que nadie me crea, pero esta vez la estoy contando para que en serio me ayude porque la verdad estar casada me está sofocando. —Le dije al Dr.

—Antonella, acá hay varias cosas por ver, no es solo el casamiento. Para que me entiendas, no estoy diciendo que lo que pasó no fue grave, pero el casamiento es lo de menos.

El casamiento fue un momento donde firmaste un papel y salvaste a una persona que amas muchísimo. El problema acá es que vos sentiste que no pudiste decidir, fue una situación donde solo tuviste que accionar, no te permitieron pensar. Actuaste como actúa cualquier persona ante un accidente, sin pensar y que sea lo más acorde para esa situación. El casamiento refleja traumas del pasado, razones por las cuales odias la vida en matrimonio. —Dice el Dr.

—¿Está queriendo decir que fue mi culpa haberme casado? ¿Qué el casamiento no es el problema? La verdad que no lo entiendo, yo no quería casarme, me obligaron hacerlo, fui una víctima. Odio con todas mis fuerzas a Carmina (mi suegra) por todo lo que me obligó a hacer. —Le dije enojada al Dr.

—Antonella, dejemos de lado a Carmina y todo lo que te llevó a ese momento. Imaginemos que Alejandro te hubiera pedido matrimonio, ¿hubieras aceptado? —Pregunto el Dr.

—Por supuesto que no, casarme y tener hijos no es algo que deseo para mi vida. Estar en una casa metida todo el día viviendo por otros no es para mí. Yo me imaginaba siendo soltera de por vida, teniendo relaciones casuales porque solo me importa mi futuro como mujer independiente. —Le dije.

—¿Entonces estamos de acuerdo que el casamiento no es el problema? No te hubieras casado, porque por lo que me contás, tenías razones para no hacerlo y aun así lo hiciste. —Dijo el Dr.

—Creo que no me está entendiendo. ¿No se da cuenta que me obligaron? ¡Que no había nada por hacer porque nadie me quería ayudar! —Le dije bastante enojada.

—Antonella tranquila, a lo que voy, es que, sí tuviste elección, podrías haber dejado a Alejandro y que él se la arregle solo con sus padres. Nadie te obligó a casarte. En la vida pasan muchas cosas y nosotros somos los que elegimos qué camino tomar. No niego que esos padres son perversos por querer hacerle eso a su hijo, pero aquí estamos hablando de vos, de tus posibilidades ante ese hecho y vos decidiste acompañarlo y estar con él pase lo que pase. —Dijo el Dr.

—¿Entonces estoy mal por mi culpa? ¿Cómo iba a dejar solo a Alejandro en esa situación? Cuando más me necesitaba no iba abandonarlo, porque yo no soy así. Además Alejandro fue una de las únicas personas que más me ayudo en la vida, él significa mucho para mí y no quería perderlo por culpa de gente que se mete en nuestra relación. —Le dije.

—Ahí nos estamos entendiendo... Vos tomaste la decisión de no abandonarlo, y esa decisión te llevo hacer algo que no querías (en este caso el matrimonio) para seguir a su lado. Y ahora en lo que tenemos que trabajar es en aceptar esa decisión, que lo que pasó, pasó.

Insisto en no poner en discusión que tus suegros son perversos, pero gente mala va a existir siempre Antonella. Hoy fue un casamiento, el día de mañana podría ser hacer otra que no te guste por tu bienestar y paz mental. —Dijo el Dr. Godoy.

Me largué a llorar, era la primera vez que alguien me decía de verdad cómo eran las cosas. Me hizo sentir que estaba haciéndome la víctima en esta situación, lo cual él no negó que no lo sea, sino que me intentaba abrir los ojos para salir delante de aquel hecho tan espantoso. Solo si lograba entender que no tenía opción y que hice lo que yo quería dentro de las posibilidades que tenía, me hizo ver que tomé una decisión que en el fondo quería, solo que la desesperación, el miedo y el odio no me dejaban ver.

—Bueno Antonella, una última pregunta. Alejandro, tu esposo ¿es igual que tus padres en el matrimonio? —Pregunto el Dr.

—No Dr., para nada. Alejandro es la única persona que me enseñó a amar, que vio en mí, grandes cualidades. Él es una de las mejores personas que conocí a lo largo de mi vida. Lo conocí cuando terminé una relación tóxica de cuatro años cuando tenía 17. Estaba súper desconfiada, no quería ni ser su novia, pero con el tiempo me dije a mí misma ¿Por qué no darle una oportunidad? Él fue el más paciente, respetaba mi decisión de no avanzar en la relación, pero todo se fue dando solo y me terminé enamorando profundamente hasta que accedí ser su novia.

Ni mi madre me creía que había encontrado una persona que me ame tal como soy, que me ayude y me comprenda en todo lo que necesite. Sinceramente tampoco creía que existían, ya que mi mamá siempre me decía que los buenos hombres no existen y que me tengo que conformar con el primero que aparezca, me haga su esposa y me llene de hijos, porque en esta vida nada es real. —Le dije al Dr.

—No sé si lo notaste, pero el matrimonio lo odias más por tu madre que por tu suegra Antonella. —Dijo el Dr.

—Creo que sí, pero eso no quita lo que me hicieron Doctor. —Le dije.

—Sí Antonella lo sé, pero si hubieras tenido unos padres que se amaban, hubieras amado la idea de casarte con la persona que sientas que es la indicada para vos. Yo creo que más que tu suegra, la que más daño te hizo fue tu madre. Ella te dijo todo lo peor de la vida en matrimonio y no solo eso, sino que vos misma veías como se llevaban ellos. —Dijo el Dr.

—Sí puede ser, ellos se vivían peleando, golpeando, tirando cosas. Horrible. Yo siempre le decía a mi madre que se separe, pero ella decía que todos los hombres son iguales, y que si no le pegaba él le iba a pegar otro, mejor era aguantar porque no hay otras opciones. —Le dije.

—Entonces Antonella aquí tenemos una pista de tus síntomas. El casamiento fue el disparador de ansiedad que el cerebro te dice que huyas de ahí porque no es un lugar seguro. ¿Y por qué? Porque de niña viste la relación de tus padres, llegaste a pensar que el matrimonio son peleas, momentos oscuros con tu pareja. Quiero que entiendas en primer lugar, que vos nunca hubieras estado con una persona que te trate así, y si estás casada es por lo que pasó, pero necesito que entiendas que te casaste con Alejandro, la persona que vos elegiste tiempo antes cuando decidiste ser su novia. No te casaste con el primero que se cruzó. Me decís que él es bueno con vos, que se llevan bien, que te respeta y que saca lo mejor de vos. Me parece que deberías reflexionar y ver como son las cosas en realidad, entiendo que temas ser como tu mamá pero vos sos diferente, elegiste el amor no la comodidad, por eso tu matrimonio va a ser distinto. Y con respecto a tus suegros, sí, están mal de la cabeza, como profesional te lo digo, deben tener bastantes traumas y patologías para llegar hacer lo que hicieron por su único hijo. Pero vos despreocúpate, intenta vivir de una manera sana el presente. —Dijo el Dr.

No podía creer como una persona que recién me conocía me hizo ver las cosas de otra manera. El matrimonio que tanto tiempo me hizo sufrir de pronto lo empezaba a ver con otros ojos. Estaba convencida de que debía seguir con el tratamiento y que de verdad iba a ser un camino muy largo por recorrer, no me arrepentía de haber buscado su ayuda. Si bien odiaba tomar medicación, me estaba ayudando a ver en mi interior, hacerme pensar y replantearme todas las cosas de mi vida, me estaba sintiendo bien, que era el lugar y el momento correcto.

Nunca en mi vida había conocido a un psiquiatra así; en ese momento me di cuenta que lo que mi mamá decía de los profesionales y la salud mental era todo mentira, que hablaba de algo que no conocía y que nunca se dio la oportunidad de conocer, que por prejuicios nunca supo ver el verdadero valor que tienen estos profesionales.

De repente las sesiones con el Doctor se volvieron adictivas para mí, todo empezaba a tener sentido. Le agradecí a Dios por haberlo puesto en mi camino.

Tercera sesión: violencia y acoso familiar

Hoy 24 de octubre del 2018 me encontraba de nuevo en el consultorio del Doctor Godoy. Tenía mucho miedo de cómo iba a reaccionar con lo que tenía para contarle, me había pasado algo grave. Un momento de felicidad se transformó en un momento de violencia. Si bien desde pequeña estoy acostumbrada a lidiar con la violencia física y psicológica, no quita que esté nerviosa y sin saber si hice lo correcto.

Fui un rato antes a la consulta, no aguantaba la ansiedad que tenía por contarle lo que había hecho, estaba dispuesta a escuchar cualquier reclamo por mi comportamiento.

Llego el momento de entrar a la consulta.

El Doctor estaba muy pasivo, como siempre. Lo saludé y tomé asiento. Me sentía como que estaba en un confesionario o algo por el estilo, este hombre no tenía idea de lo que iba a decirle, pero si por primera vez la policía me escucho, seguro que él también lo haría.

—Hola Antonella, buen día, ¿cómo has estado? —Dijo el Dr.

—Bien Doctor. Pero tengo algo que decirle, hace días paso algo que me tiene muy mal y por fin llegó el momento de poder contárselo. Últimamente siento que usted con sus conocimientos profesionales es mi guía en este momento de mi vida. —Le dije.

—Te escucho Antonella, ¿Qué paso? —Preguntó el Dr.

—Como usted sabe, escribí un libro, el cual me da pena decirlo porque estoy insegura en ese aspecto de mi vida. En fin, resulta que por el libro que escribí me llamaron a una Feria del Libro local acá en Rio Cuarto, y yo asistí. —Le dije.

—Qué bueno Antonella que te hayas animado a hacer algo con el libro, aunque no estés segura, tienes que valorar que al menos lo hiciste, no cualquier persona escribe un libro, deberías de valorar más esa capacidad que tienes. —Dijo el Dr.

—Si Doctor lo sé y por eso acepte ir a la Feria del Libro. Le juro que jamás me sentí tan plena. Quince personas asistieron a mi stand y me escucharon durante toda la presentación. Sentía que pertenecía a ese lugar. Eran pocas personas, pero estaba siendo escuchada y eso es algo que me llena el alma. —Le dije.

—Definitivamente te encanta expresarte Antonella, y me alegro que lo hayas descubierto, que hablar te haga sentir libre. Quizá el libro lo escribiste con la intención de hablar y sacar lo que tenías dentro. ¿Sabías que eso también cuenta como un tipo de terapia? —Preguntó el Dr.

—Sí, lo he escuchado, pero tengo que decirle algo, no todo fue hermoso en ese momento. Cuando terminé de dar mi presentación las personas que estaban ahí se acercaron para felicitarme e incluso algunos compraron algunos de mis libros, fue maravilloso. Pero lo peor ocurría después.

Cuando salí de la carpa donde estaba dando la presentación de mi libro estaba afuera Carmina, mi suegra. Apenas me vio que salí se me empezó acercar de una manera muy prepotera. Intenté evadirla y seguir con mi camino, pero ella me topó y me dijo:

—¿Te crees que me ganaste al casarte con mi hijo? No tenés idea de quién soy y con quien te metiste. —Me dijo Carmina, mi suegra.

—La verdad que si lo sé, sos una mujer que está muy mal de la cabeza, no me casé para tener a Ale a mi lado, lo hice para liberarlo de tus locuras que nos estaban perjudicando. —Le dije.

—¿Vos te pensás que alguien te va a creer lo del hospital psiquiátrico? A mí todos me creen y vos no vales nada, sos una mentira y aunque tengas razón nunca nadie te va a creer. —Dijo Carmina.

—No necesito que nadie me crea, con no tenerte cerca y que nos dejes de hacer daño me conformo, no necesito demostrar nada a nadie. Y sí, para que lo sepas tengo pruebas, tu propio ex marido, papá de Ale nos contó toda la verdad y cómo le ibas a hacer para encerrarlo. —Le dije.

—¿Y alguien te va a creer eso? No sos nada y esto que me hiciste recién empieza, vos a mí no me ganaste. Nunca vas a estar a la altura para ser la mujer de un hijo como el que tengo yo, no sos nada Antonella. —Me dijo Carmina mirándome de abajo hacia arriba.

—Bueno si no tenés nada más que decirme me voy, no te quiero seguir escuchando. No me interesa hablar con una persona como vos que no entiende de razones, solo de posesión. Adiós. —Le dije.

Me di vuelta, tomé mis libros y me fui. Cuando doy unos pasos siento que alguien me empuja. Me caí al piso y todos mis libros quedaron esparcidos en el suelo. Miré hacia atrás y vi a Carmina con un cuchillo en la mano.

—¡Te odio, me quitaste a mi hijo y toda mi vida se arruinó por tu culpa, te voy a matar en este momento si no dejas a mi hijo! —Me gritó Carmina.

Me levanté del piso y fui corriendo a buscar ayuda, las personas que estaban a mi alrededor no sabían que hacer para ayudarme. Dio justo la casualidad que había dos policías municipales cerca mío, fui corriendo a buscarlas.

—¡Necesito que me ayuden, esta mujer me quiere matar! —Les dije a las policías municipales.

Las policías se acercaron y le dijeron que retroceda, pero sobre todo que se calme. Carmina cambió su tono de voz y les dijo que yo estaba loca, que no me conocía. Y yo re enojada les dije que miente, si me conoce, soy su nuera, se vino desde Armstrong para amenazarme e intentar matarme.

Carmina se hizo la que no me conocía y se fue. Yo me quedé un rato con las policías y les pedí que me acompañen a tomar un taxi. No estaba tranquila, algo me decía que me iba a seguir. No tuve mejor idea que ir a buscar a Alejandro en su trabajo y contarle lo que había sucedido.

Resulta que Carmina sí me estaba siguiendo, y apenas baje del taxi al trabajo de Ale, ella apareció por detrás diciéndole a Ale que estaba loca y que no me crea nada de lo que diga. Alejandro no quiso escucharla, me vio tan mal que me consoló, él sabía que yo jamás iba a mentir. Le dije lo que pasó y ella se alteró; se alteró tanto que los guardias de seguridad de donde trabajaba Ale la tuvieron que sacar.

Súper enojada le dije a Alejandro que estaba harta de su familia, que no hacía nada para que dejen de molestarme, él sabía muy bien lo que estaba sufriendo por el casamiento, pero parecía no reaccionar.

Al rato se fue Carmina y yo me dirigí a la Policía con la esperanza de que por fin me tomen la denuncia. Fui como estaba, vestida para la presentación con mis pocos libros en brazos.

Entré a la delegación, pedí hacer una denuncia y no me importó nada que no sea yo misma, Alejandro no iba hacer nada por miedo o por lo que sea, ya no aguantaba un insulto ni una humillación más.

Me recibe una mujer Policía y me pregunta que me paso, le conté lo sucedido y fui muy firme al decirle que la quería denunciar. Estaba casada y me seguía molestando, encima amenazando de muerte. La Policía sin decirme nada me tomó la denuncia y me dijo que iba a pedir una orden de restricción para mi protección en mis futuras presentaciones del libro. Yo acepté todo lo que me dijo. No había pedido ni se me había ocurrido que podía poner una orden de restricción, sino lo hubiera hecho antes.

Dicha orden me protegía en Río Cuarto y mi pueblo donde era oriunda, no se me podía acercar a más 200 metros porque si no iba presa.

Salí de la delegación y me fui a mi casa. Esperé a Alejandro y le conté que la denuncié. Sinceramente no me importaba su reacción, me había cansado de ser paciente con él todo tiempo. Yo también estaba sufriendo.

¿Hice bien Doctor? ¿Se justifica mi reacción? —Terminé mi relato con esa pregunta.

—¡Me parece increíble que hayas sacado esa valentía para denunciar Antonella! Te felicito, al fin pusiste límites y hablaste con respecto a lo que te está pasando. No mereces que te maltraten. —Me dijo el Doctor.

—¿En serio hice lo correcto? Porque intenté denunciarla varias veces y nunca nadie en la policía me creía, me decían que eran “comportamientos típicos de las suegras celosas”. Pero sentí que eso ya había pasado los límites, ¿Quién sabe si mentía cuando me amenazó de muerte? Si fue capaz de querer encerrar a su propio hijo, no iba a ser capaz de matarme. Sea verdad o no, le puse un freno, esto no va para más. Desde que conocí a Ale que tiene comportamientos enfermos y yo lamentablemente nunca me di cuenta hasta ahora. Me siento mal, porque siento que si hubiera sido así de un principio no hubiéramos llegado a esto. —Le dije al Dr.

—Antonella, esa mujer evidentemente tiene bastantes problemas sin resolver como para querer privar a su hijo de la libertad para estar solo con ella. Ese problema lo tiene de antes, no sabemos ni cómo la crio su propia madre para que sea de esa manera. Lo que quiero decir es que no podés hacerte más responsable de los actos de ella hacía tu persona, hiciste bien en defenderte, y si lo tenés que volver a hacer, lo vas a hacer. —Dijo el Doctor.

—Gracias por no juzgarme Doctor, en serio. Pensé que era una locura lo que hice. Ni me importó lo que piense Alejandro. A veces reacciona como si estuviera alejado de la realidad, como que no dimensiona nada de lo que le pasó. —Le dije.

—Hay que tenerle paciencia, no debe ser fácil para él todo lo que paso. Él vivió siempre en una mentira, su mundo se debe estar desmoronando. La mente tiene un cierto tiempo para asimilar lo que pasó, muchas personas quedan en shock ante eventos muy desgarradores, quizá con el tiempo Ale logre dimensionar lo que pasó. Tenés que respetar sus tiempos. —Me dijo el Dr.

—Si lo entiendo, pero verdaderamente me canse de ser paciente con Alejandro, desde que nos conocimos le tengo que tener paciencia y apoyarlo. Usted no sabe la cantidad de cosas que me pasaron con mis padres, siento que no aguanto más. —le dije.

—Bueno Antonella creo que fue suficiente por hoy. Ahora debes concentrarte en tu salud y tomarte tiempo para hacer las cosas. ¿Cómo vas con la medicación? —Dijo el Dr.

—Voy bien, sigo teniendo miedo de tomarlas pero bueno, quiero estar bien, ya no pienso en nada. —Le dije.

—Recordá que el tratamiento se complementa también con la salud física, ¿ya comenzaste a hacer actividad física? —Dijo el Dr.

—No Doctor, intenté, pero no me gusta, nunca hice deporte. ¿Es tan necesario? —Le pregunte—

—Sí Antonella, comenzá hacer pronto, la actividad física te va ser de gran ayuda con este tratamiento. Bueno fue suficiente, nos vemos el mes que viene Antonella, espero que estes bien, descansa mucho por favor. —Dijo el Dr.

—Sí Doctor, gracias, nos vemos el mes que viene.

Salí del consultorio y saqué mi próximo turno. Lo que hice fue tomarle la palabra e intente buscar alguna actividad física que me guste y me haga bien, ya no quiero tener más ataques de pánico. Encima mi vida sigue siendo un caos, nada culmina, estoy cansada, siento que no puedo más con esta situación. Todas las noches le pido a Dios que me ayude a superar esto y que pronto encuentre algo de paz en mi vida.