BCN Tourist - Jesús Martínez - E-Book

BCN Tourist E-Book

Jesús Martínez

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  • Herausgeber: Carena
  • Kategorie: Lebensstil
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2014
Beschreibung

En la última, y divertidísima, novela de Jordi Soler, Diles que son cadáveres, el poeta francés Antonin Artaud se infiltra en un grupo de turistas que observan las maravillas de una exótica ciudad latinoamericana. La perspectiva que le otorga ese punto de observación, acaso influida por la ingesta de sustancias psicotrópicas, convierte lo que a primera vista puede parecer una experiencia banal en fulgurantes visiones de cuya intensidad es imposible abstraerse. Algo parecido —sobra decir que desde la sobriedad a la que obliga el ejercicio del buen periodismo— es lo que han hecho Marc Javierre Kohan y Jesús Martínez en BCN Tourist. Han recorrido con actitud de naturalistas las 35 paradas del Bus Turístic de su ciudad, Barcelona, pertrechados de cámara de fotos y con un bloc de notas, a la caza de aquellos sucesos, atmósferas y personajes que se les han ido presentando.LOS AUTORES Marc Javierre Hace ya muchos años que hago servir la fotografía para intentar entender, interpretar y relacionarme con el mundo de hoy en día. Intento explicar con imágenes este tiempo que me ha tocado vivir. Fenómenos sociales generales, historias particulares, personas concretas, el poder, todo forma el mundo tal y como es ahora. Así intento reflejar una sociedad mayoritaria, manipulada por la televisión, por los mass media y sus arquetipos, el cine, lo que lleva al mundo a ser un “todo” mundial, consecuencia directa de nuestro comportamiento individual, pero masificado como sociedad. Estos proyectos y esta manera de actuar salen de una idea de búsqueda comprometida, de relación y comunicación. Con la idea de que la fotografía, como el medio transformador y de comunicación que es, tiene el poder de ir en contra de un mundo injusto dominado por las clases elitistas sin moral. Jesús Martínez De sus frecuentes visitas al vecino y escritor Francesc Candel, guarda sus consejos periodísticos, que se reducen a la honradez en el oficio. Ha colaborado en las ediciones dominicales de El Periódico de Catalunya y La Vanguardia. Especializado en reporterismo, Jesús Martínez ha ganado el premio de periodismo Manuel Alcántara, que otorga Diario Sur. Imparte clases de posgrado en la Universitat Autònoma de Barcelona.Ha publicado los libros: BCN Tourist (con fotos de Marc Javierre), Molly, Monopoly BCN y Les germanes Young (con la locutora Pili Garcia).

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A Antonio Martínez ÚbedaA Manuel Rodríguez Ramos

Las crónicas de este ensayo se han realizado en aquellos puntos que la Oficina de Información de Turisme de Barcelona, en Plaça de Catalunya, 17 (“soterrani-sótano-underground-sous-sol”), destaca en sus folletos y tarjetas.

“La Lima de hoy, ahíta de patéticas contradicciones, hormiguero de pompas vanas y desgarradoras miserias, panal de recónditas mieles, insuficientes, sin embargo, para tantas ganas de dicha como hay.” Sebastián Salazar Bondy, Lima, La horrible

“Pablo Neruda piensa que en todas nuestras capitales se deberían escribir ensayos como Lima, La horrible, despintando y matando los mitos.” Mario Vargas Llosa, en la ene de [Pablo] Neruda,Diccionario del amante de América Latina

“[…] repartía mi tiempo libre entre frecuentes visitas al cine y en dar largos paseos por Barcelona, ciudad que ya nunca más, en su historia, sería la que mi generación había conocido. Turistas y más turistas invadían sus calles; toda clase de bares y restaurantes proliferaban con buena fortuna en cualquier parte; la gente, que indudablemente prosperaba, en apariencia se mostraba contenta y feliz; la gran ciudad, al fin, desmantelaba su viejo tejido industrial –caduco ya– y lo sustituía por una nueva y flamante ‘sociedad de servicios’. No podía más que acordarme de la literatura que de ella quedaría para los restos, y que daría fe de la ciudad en la que había vivido hasta ese momento. Esa literatura conformaría en lo sucesivo el paisaje social y moral de una época terrible, sí, pero inolvidable. La ciudad de Barcelona como única certeza, como teatro en el que el flujo interminable de la vida discurriría de forma discontinua hasta el fin de los tiempos. Barcelona, sí, Barcelona había sido la única testigo (silenciosa y mordaz o festiva y ruidosa) de mis ansias y sueños junto al mar de siempre, el mar eterno.” José Enrique Martínez, Un extraño viaje

“El incremento del número de turistas extranjeros será el principal factor de crecimiento. Este año [2011] visitarán Catalunya 600.000 turistas extranjeros más que el año pasado, y la cifra total rondará los 15 millones de personas.”La Vanguardia, 29 de junio del 2011

“El turismo es la esperanza. Barcelona recibirá más de treinta mil cruceristas en un solo día.”El País, 7 de julio del 2011

“El turismo de Barcelona hauria de ser cultural, però no ho és. Molts dels que venen no saben ni tan sols que Gaudí era arquitecte, una vergonya.” Joan Bassegoda, arquitecto-conservador de la Real Cátedra Gaudí

CAMBIO DE MONEDA

Oficina Exact Change de Las Ramblas: “No pierda el tiempo. Reserve su moneda extranjera on line y retírela en nuestras oficinas. Desde cualquier lugar, sin esperas. Asegúrese la moneda y la cantidad que precise. Seguro de cambio gratuito. Sin comisiones ni cargos ocultos”.

1 euro: 5,33 riales (Arabia Saudí)

1 euro: 5,83 pesos (Argentina)

1 euro: 1,32 dólares (Australia)

1 euro: 2,22 reales (Brasil)

1 euro: 1,95 levas (Bulgaria)

1 euro: 1,37 dólares (Canadá)

1 euro: 24,14 coronas (República checa)

1 euro: 658,59 pesos (Chile)

1 euro: 9,19 yuanes (China)

1 euro: 7,38 kunas (Croacia)

1 euro: 7,45 coronas (Dinamarca)

1 euro: 8,47 libras (Egipto)

1 euro: 1,42 dólares (Estados Unidos)

1 euro: 0,88 libras (Gran Bretaña)

1 euro: 11,07 dólares (Hong Kong)

1 euro: 264,52 florines (Hungría)

1 euro: 63,09 rupias (India)

1 euro: 165,07 coronas (Islandia)

1 euro: 114,97 yenes (Japón)

1 euro: 0,70 latis (Letonia)

1 euro: 3,45 litas (Lituania)

1 euro: 11,30 dírham (Marruecos)

1 euro: 16,56 pesos (México)

1 euro: 7,73 coronas (Noruega)

1 euro: 1,70 dólares (Nueva Zelanda)

1 euro: 3,95 zlotys (Polonia)

1 euro: 4,21 leus (Rumanía)

1 euro: 39,87 rublos (Rusia)

1 euro: 1,73 dólares (Singapur)

1 euro: 9,56 rands (Suráfrica)

1 euro: 9,12 coronas (Suecia)

1 euro: 1,19 francos (Suiza)

1 euro: 43 baths (Tailandia)

1 euro: 1,96 dínares (Túnez)

1 euro: 2,31 liras (Turquía)

PRÓLOGO

Viajar sin salir de casa

En la última, y divertidísima, novela de Jordi Soler, Diles que son cadáveres, el poeta francés Antonin Artaud se infiltra en un grupo de turistas que observan las maravillas de una exótica ciudad latinoamericana. La perspectiva que le otorga ese punto de observación, acaso influida por la ingesta de sustancias psicotrópicas, convierte lo que a primera vista puede parecer una experiencia banal en fulgurantes visiones de cuya intensidad es imposible abstraerse.

Algo parecido —sobra decir que desde la sobriedad a la que obliga el ejercicio del buen periodismo— es lo que han hecho Marc Javierre Kohan y Jesús Martínez en BCN Tourist. Han recorrido con actitud de naturalistas las 35 paradas del Bus Turístic de su ciudad, Barcelona, pertrechados de cámara de fotos y con un bloc de notas, a la caza de aquellos sucesos, atmósferas y personajes que se les han ido presentando.

La crisis económica, aunque a veces pueda parecerlo, no está necesariamente reñida con el oficio de contar lo que sucede. Reportajes que han pasado a la historia fueron hechos con gran escasez de medios. Sin alejarnos de la ciudad de la que se ocupa este libro, en los años treinta, el periodista Carlos Sentís se subió al autocar clandestino que trasladaba emigrantes de Murcia a Cataluña para escribir su “Viatge en Transmiserià”. Diferente realidad la de los turistas a los que han acompañado Javierre Kohan y Martínez en su autobús de dos pisos, y en sus desvíos a restaurantes, espectáculos pseudoflamencos y monumentos expiatorios.

El relato de BCN Tourist nos descubre una realidad paralela, una dimensión oculta, con la que los barceloneses nos topamos a diario, sin verla. Nos produce extrañeza observarnos con los ojos de los que nos visitan, adoptar el punto de vista de esos seres sudorosos, ataviados con bermudas, sombrerito y gafas de sol, a quienes a menudo ridiculizamos. No nos damos cuenta de que, en realidad, si hay algo risible en toda esta historia es aquello que les ofrecemos. Jesús Martínez elude la fácil caricaturización del turista y convierte su lente en un espejo que nos devuelve una imagen inquietante de nosotros mismos. No en vano se cita, en alguna ocasión, Lima, La horrible, el despiadado libro de Sebastián Salazar Bondy sobre la vida cotidiana de la capital peruana.

El periodismo reposado, con voluntad literaria, como el que el lector hallará aquí, encuentra a menudo acomodo en los libros, por razones de espacio y por otras razones de mayor calado.

En cualquier caso, BCN Tourist nos demuestra que, como siempre, y en tantas cosas, lo más importante es la mirada. La dirección, la intensidad y la duración de la mirada. Feliz viaje.

Xavi Ayén

Periodista de la sección de Cultura del diario La Vanguardia

INTRODUCCIÓN PROBARCELONA

Guirilandia

Barcelona, parque temático. Podría ser el título de una película de ciencia ficción de Stanley Kubrick, si no fuera porque Stanley Kubrick ya pasó a la tercera fase. Barcelona se la ha apropiado el turismo de masas: “Dos de cada tres turistas proceden del extranjero y llama la atención que, tanto en mayo como en junio, los mejores clientes de los hoteles de la ciudad fueron los estadounidenses, lo que revela que no sólo el imparable fenómeno de los cruceros –el próximo día 20 [de agosto del 2011] coincidirán en el puerto más de treinta mil pasajeros de nueve enormes navíos– explica el éxito que Barcelona tiene hoy en Norteamérica” (La Vanguardia, 1/VIII/2011).

La idea de escribir BCN Tourist surgió como surgen las mejoras ideas (el cubo de Rubik, por ejemplo). Uno no se encomienda a la casualidad, ni a los hados ni a los manes (Russell Crowe, con la peluca de Maximo Décimo Meridio, en Gladiator, adoraba a sus santitos, y así le fue). Uno no se ducha y, como Vicky, El vikingo, ensordece con un grito de aparejador: “¡Eureka!”, tan ñoño como el “canastos” o el “cáspitas” o el “recórcholis” de las series infantiles (¿Heidi y Nils Holgersson? Aunque con el South Park de Kenny llegara la impunidad)…

La idea de BCN Tourist surgió de varios proyectos fotoperiodísticos anteriores que se quedaron a medias, no por culpa del abajo firmante, sino por las condiciones leoninas de los medios de comunicación escritos, que hoy reducirían a diez líneas la noticia con la que Norman Mailer escribió (vomitó) La canción del verdugo (Anagrama, reedición del 2011). Por ejemplo, uno de aquellos proyectos que no fraguaron fue la propuesta de libro ilustrado intitulada La ciutat invisible, propuesta “socialanarquista de denuncia y reivindicativa”, con Barcelona como centro: “Barcelona ha canviat i els rostres nous omplen places i carrers, però no tots. Hi ha un grup de persones nouvingudes que, pràcticament, encara no ha vist la llum del sol. Volem retratar i explicar els racons de la ciutat on es treballa de nit i de dia, on no hi ha contacte veïnal, i on els mínims drets laborals ni es respecten. Al rerafons de les bugaderies, als terrats, en el mínim espai d’un calaix, darrera de l’escala de la comunitat, hi ha llocs de treball de tota mena: planxadores, costureres, rentadores, etc.”.

La idea surgió porque tenemos grabado en la cabeza Barcelona en blanc i negre (Electa, 2003), que, en 1964, crearon a dúo el fotógrafo Xavier Miserachs y el escritor Joan Espinàs.

BCN Tourist quiere ser un guiño a estas iniciativas pasadas que no fructificaron.

Para su elaboración, se ha contado con el material básico indispensable: el tiempo. Tiempo para gestar y tiempo para madurar. Sólo con tiempo nacen buenos productos. Lo demás, accesorio: las cámaras de fotografía importan menos que el ojo del fotógrafo (que pertenece a generaciones anteriores que la Pen Olympus), y el portátil del reportero importa menos que su ordenación mental y psíquica (se añora la máquina de escribir, aguantaba mejor los trotes y dejaba que uno descansara los ojos en la hoja; la pantalla táctil, a veces, ciega).

Entre octubre del 2010 y octubre del 2011, cada semana, estos periodistas se han puesto el delantal de la mejor de las profesiones: guiri.

Barcelona ofrece un inagotable catálogo de actividades para que el turista esté hiperocupado.

Algunos de los folletos que los periodistas-turistas cogían en los hoteles más selectos, desde el Pulitzer, en la calle de Vergara, al Adagio, en la calle de Ferran, son los siguientes:

-Barcelona Guide Bureau: “Enjoy Barcelona in comfort. Daily sightseeing tours”, con los tours Gaudí, Montjuïc & Panoramic y All Barcelon Highlights (“Itinerary: Façades of Casa Batlló and La Pedrera…”).

-Baños árabes “Aire de Barcelona”, en Passeig de Picasso, 22.

-Barcelona Bus Turístic by Night-de Noche-de Nit: “Vive la magia de las noches de verano. Sube al Barcelona Bus Turístic y disfruta de un paseo nocturno único que te llevará a descubrir la luz y el color de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Además podrás vivir el incomparable espectáculo, de música y luz, de la Fuente Mágica de Montjuïc. Déjate cautivar por la cálida noche mediterránea”.

-Puntos de alquiler turísticos de bicicletas: en www.bicitoursbarcelona.org (“Disfruta de Barcelona en bicicleta”); www.bornbikebarcelona.com (“Para que sientas Barcelona muy dentro de ti”); www.barcelonaciclotour.com (“The best way to discover Barcelona is by bike”); www.barnabike.com (su Ruta del Vino empieza en la Xampanyeria: “Uno de sus platos fuertes es la informalidad”); www.bcnebike.com (“Podrás ir de una tirada desde el Port Olímpic hasta el Park Güell sin bajar de la bicicleta”); www.barcelonarentabike.com (“Barcelona es una ciudad ideal para visitarla en bici, con más de 156 km de carril bici”) y www.bicicletabarcelona.com: “¿Qué verás? El Barrio Gótico, la Catedral, el Puerto Viejo, la Sagrada Família, La Pedrera, la Casa Batlló, el Puerto Olímpico y mucho más”, “Duración: 3 horas, con tiempo suficiente para sacar fotos y tomar una bebida. Precio: 24 euros, adulto; 22 euros, niños hasta los 16 años”.

-Tapas: “Tapas Evening-Tapas Morning. Taste Spain’s fundamental flavors with this walking tour. […] Visit the world-famous Boqueria market, walk through the gothic quarter and enjoy tapas in a Basque bar”.

-Barcelona Ghost Tours, por “las encrucijadas y oscuras calles del Barrio Gótico”, en plan Jack, El destripador: “Les mantendrá entretenidos con historias urbanas, mitos y leyendas sobre este increíble y enigmático lugar. Nuestro tour es apto para todos los públicos. Pueden también traer cámara porque puede que captemos alguna aparición… Puede buscar al guía vestido de negro con sombrero de copa y con linterna en mano en la fuente de Canaletas, en las Ramblas”. Al parecer, al impulsor de esta astracanada, Ty McGee, se le dieron de baja algunas guías.

-Taxi Direct, “la única compañía que te obsequia por llamar a un taxi”: “Cada vez que nos llames tendrás un obsequio, como, por ejemplo, el aceite de oliva virgen extra catalán”. Marcamos el 931 855 662: “Lo sentimos. El número marcado no existe. Verifique el número e inténtelo de nuevo… Lo sentimos. El número marcado no existe. Verifique el número e inténtelo de nuevo… Lo sentimos. El número marcado no existe. Verifique el número e inténte… Pi pi pi pi…”.

-Minicards de los rincones para comer con descuentos: Rincón Persa (“free surprise”); cocina mexicana en Andú, Vinda y Cara Bela; restaurante tailandés Thai Restaurant; restaurantes vegetarianos Govinda y Amaltea; restaurante japonés Kirin (“40 tipos de sushi, bufet giratorio”); Spanish Delicatessen Martínez Verhoog (“enjoy the Spanish taste back home”); bufé Lactuca (“todo lo que tú puedas comer: plato del día, ensaladas, pasta, pizzas, postres, bebida, café…”); Subway eat fresh…

-Folleto de Barcelona Turisme (www.barcelonashoppingline.com), en ocho idiomas: “En el Barcelona Shopping Line encontrará tiendas internacionales, tiendas sorprendentes y modernas, con las últimas tendencias, y tiendas con los precios más jóvenes. […] 5. El entorno de Barcelona. Disfrute de una experiencia de lujo. Deléitese en La Roca Village Outlet Shopping, comprando en un universo de más de cien primeras marcas, a precios reducidos hasta un 60% durante todo el año”.

-Russian Supermarket: exquisiteces rusas, como el caviar, en La Troika Delicatessen (c/Unió, 3)…

Se trata este de un trabajo antropológico. En la línea de Tristes trópicos (Paidós, 2009), de Lévi-Strauss. Observar y anotar en un cuaderno de campo.

La primera conclusión a la que llegamos:

Los creadores de nuevas oportunidades para el turismo en Barcelona no han nacido en la ciudad: GoCar y Segway, un norteamericano; Rickshaw, un polaco; Vesping, un italiano; Tuk Tuk, un colombiano; Trixi, un alemán; The Dog is Hot, un brasileño; Dans Le Noir?, un francés…

El recorrido que os proponemos en BCN Tourist sigue las 35 paradas del Bus Turístic (no siguen un orden cronológico, así que se salta del invierno al verano, del verano a la primavera, y de la primavera al invierno y al otoño, indistintamente. Este libro se hizo en los días que nuestros respectivos trabajos nos dejaban. De salir de caza, trajimos las fotos y las crónicas aquí servidas).

Cada uno de estos 35 capítulos lo encabeza una frase extraída de la información de la guía oficial del autobús de Barcelona Turisme. Los 35 capítulos están divididos en tres partes, correspondientes a cada una de las rutas establecidas (Azul, Verde y Roja). Cada una de estas partes se inicia con una cita que rememora la época de los Juegos Olímpicos de 1992, el pistoletazo de salida al boom turístico actual.

LIBRO I

Ruta Azul

A poc a poc La Rambla s’allivera de la crosta que feia mal a la vista i recupera el seu pols. Guia de la Barcelona del 93, editada por el Ajuntament de Barcelona, en 1990, con documentación de Ernest Alós, Jaume Fabre y Josep Maria Huertas

1

El centro neurálgico de la ciudad

Cerca de la Plaça de Catalunya se encuentra el Palau de la Música Catalana, una asombrosa joya del Modernismo que no puede dejar de visitar. En el subsuelo de la plaza está la Oficina de Información y la tienda de regalos Barcelona Original Gift Shops. Parada de Plaça de Catalunya

Plaça de Catalunya: #spanishrevolution, Summer Time

El Corté Inglés lanza su catálogo on line con el lema ‘Summer Time’ y con ropa mid season, ropa “de sol radiante, de mar azul, de arena blanca”: pareos, bikinis, trikinis, los Manolos de Sarah Jessica Parker, los Levis Bold Curve ID…

En la Plaça de Catalunya de Barcelona, el viernes a las nueve, tres horas antes de la medianoche, con el comienzo consiguiente de la jornada de reflexión de las elecciones municipales del 22 de mayo, los grandes almacenes están cubiertos por la publicidad con la moda para la nueva estación. En el centro de la plaza, la Spanish Revolution 2.0, organizada por el colectivo Democracia Real Ya (DRY), que se ha servido de las redes sociales por internet (Todopoderoso Facebook) con más sentido de la dignidad de la que Dominique Strauss-Kahn se hace servir con las camareras de hotel. En pancartas, en etiquetas impresas en cuatricomía con tintas ecosolventes, en cruces griegas y latinas, en posavasos, en camisetas, en carteles sujetos a palos de escoba, en caballetes, en pizarras, en pegatinas…, estos mensajes, entre millones de gritos y latas de cerveza Heineken (los pakis las venden a un euro):

Bienvenidos a la Plaza del Pueblo;

El dinero es como el estiércol;

Solidaritzat;

web acampadabcn.org;

la palabra revolución, en pictogramas chinos;

mapa de la plaza: comunicació i premsa-sanitari-internacional-infraestructura-continguts-cuina-acció, activitats-extensió i difusió-carpa, Zona Islàndia, Zona Palestina, Zona Tahrir;

Ara ens toca a nosaltres: tothom a la plaça abans de les 00 h;

¡Ayúdanos, ayúdate!;

¡Ven con tu flor y súmate!;

saquemos la basura;

RESISTENCIA PACÍFICA;

Ara toca organitzar-nos a cada barri;

“Until justice rolls down like waters” (Martin Luther King). Se añadió en letra pequeña, abajo: “We will be able to speed up that day”…;

un euro con la cara de Pinocho;

Patagonia chilena sin represas;

Join the Spanish Revolution;

Muchas personas pero poca humanidad [pegado a un lavabo portátil Poly-Klyn];

Perdeu la por, no passeu per l’anella: des que neixem ens ensenyen que el món és el que és i hem de resignar-nos i patirlo;

I tu, a qui vols explotar? Volem acabar amb el capitalisme;

¡Que se sepa! Este banco engaña, estafa y echa a la gente de su casa;

El amor es el hijo de la libertad;

¿Cuántas veces te has sentido rabiosa hoy? No eres la única. Es hora de atacar;

Trenta-tres anys de democràcia de l’Estat del Benestar i les Llibertats. Gobierno de España. Gràcies per comprar la moto;

Prou violència contra les dones;

El foro del pueblo declara ilegal la Junta Electoral;

Recojan sus residuos. Gracias;

Emilio Botín, devuélveme mi pensión;

En Mi Sa Ko;

Tu, tu i tu… Tothom al carrer;

Resistir activamente los días que se avecinan;

Los miles de trabajadores muertos en la dictadura exigen un respeto;

Si nos retiran de la plaza, todos retiraremos el dinero de los bancos y las cajas;

Lucha y sonríe;

Com aturem les retallades de CiU?;

Aquí comença la revolució;

Sanitat pública i de qualitat;

No tenemos miedo;

No callarem;

¿Qué es peor, robar a un banco o fundarlo?;

Aquí, com a Egipte, resistir fins a la victòria;

La CRISI, que la pagui qui l’ha generat;

Menys banquers i més jardiners;

Los gobiernos ya no sirven al pueblo, sino que sirven a las empresas. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar? ¡Es la hora de levantarse!;

Politicians;

Imaginación al poder;

Te pones preciosa cuando luchas por tus derechos;

Nova Transició Democràtica;

BCNeta, polítics a la merda;

cap corrupte a les eleccions;

boletín informativo vía Twitter: “¡Pásalo! Han acordonado la Puerta del Sol y la peña se está yendo a Callao”;

Democracia no es que nos cuenten sino que nos tengan en cuenta;

Rescate a las personas, no a los bancos;

Basta de sueldos vitalicios a políticos;

Estado de Sacrificio. Corpus Crisis;

Estamos hartos de aguantar tanto. Basta, la dignidad por encima de todo;

No hay derecho, los jubilados con 400 euros en invierno no tienen ni para una bombona de butano y se mueren de frío con sus mantitas;

Un banquero se balanceaba sobre una burbuja inmobiliaria. Como veía que no se caía, fue a llamar a otro banquero. Dos banqueros se balanceaban…;

Cuidado, estamos armados: ¡Cacerolada!…

Palau de la Música: La pizza

Se esperaba una entrada aceptable. El último sábado de octubre, el Palau de la Música Catalana estaba cercado por imponentes y emperifolladas Damas del Turismo de Alto Coste, una manera de decir que las inglesas de Westminster y los alemanes de Potsdam habían pagado los 21 euros por el concierto de guitarra española de Manuel González, “uno de los mejores especialistas de música española del mundo”, según The New York Times. Manuel, graduado en la Manhattan School of Music de Nueva York, ha tocado, entre otros lugares, en el auditorio de la ONU.

En el díptico propagandístico —recogido de manos de una comercial con acento londinense, el sábado anterior, en la ambientada y concurrida calle de Ferran—, se ofrecía el calendario de actuaciones de este guitarrista virtuoso y de sus tres alter ego, cuyas audiciones de “guitarra romántica” se programan con la coordinación espectacular de las maniobras de la OTAN en el Estrecho de Skagerak. “Disfruta de la mejor guitarra española en los monumentos más emblemáticos de Barcelona.” Los conciertos en la ciudad tienen por decorado la basílica de Santa Maria del Pi, la iglesia de Sant Jaume y el Palau de la Música.

Sábado 30 de octubre. 21 horas. Por la puerta giratoria del Palau entran, más despacio de lo que se mueven las hojas de cristal, las japonesas de vestidos crepé semitransparentes y negros de una pieza, anudados en la nuca. Y entran los señores de Valonia de barba noble y acompasados andares de hombres sin prisa. Guardado el tique en los bolsos de Gucci, en el vestíbulo, al pie de la escalinata, se desprecia la letra pequeña (“está prohibido fotografiar, filmar y grabar”). Y ellas se sirven de los escasos conocimientos sobre el diafragma y el tiempo de exposición para retratarse frente a los motivos florales de los emplastes de las columnatas, iluminadas por los haces de una corona de bombillas de baja intensidad.

Cuando suena el segundo timbre, ya nadie permanece en los lavabos. Sólo las japonesas de camisetas largas de inspiración lencera se encuentran, a media luz, buscando el asiento de platea.

Manuel González, camisa blanca y blancas canas, sale al escenario tras las cortinas de la izquierda. Sube el peldaño de un cadalso. Una silla de madera de asiento bajo y alto respaldar le coloca en la posición exacta para que pueda sujetar con las rodillas la guitarra de sus encantos. Un vaso en el suelo. El concierto se compone de dos partes, una seria y otra cómica.

Primera parte: Parte Seria

Las melodías y los arpegios de la Suite española (¡¡Oohh!!), de Isaac Albéniz, dan paso a los Recuerdos de la Alhambra (¡¡¡Ooohhh!!!), cuyas notas continuas (trémolo), según el programa, “evocan el corretear del agua en las fuentes”.

Intermedio. Los vestidos de sobrio escote, cortados bajo el pecho, se apiñan afuera, en la barra, en la planta del Foyer. Piden los pinchos de tortilla y los castells del Remei. Después del intermedio, llegan las teselas que componen el mosaico de la música española: españoletas, canarios, folías… Por último, el universal Concierto de Aranjuez (¡¡¡¡Oooohhhhh!!!!), de Joaquín Rodrigo, preludio de la Gran Jota Aragonesa (xiu xiu xiu), recibida con los mismos aplausos con los que se despide al toro que los monosabios sacan de la plaza.

Fin de la primera parte.

Seguna parte: Parte Cómica

Manuel González toca su Romance interruptus, una sacudida de tonadas vibrantes, como los temblores en Christchurch (Nueva Zelanda). Se dirige al público en inglés: “…because… Interrupted Romance”.

El guitarrista carraspea. Bebe agua. Rasga la guitarra. Toca Amor brujo-AC/DC (¡¡¡Ja ja ja!!!)-Danza de las Hachas-El Pájaro Loco (¡¡¡Ji ji ji!!!)-Campanadas del Big Ben (¡¡¡Jo jo jo!!!)-Banda sonora de Tiburón (¡¡¡Ja ja ja!!!)-Satisfaction, de los Rolling; La Pantera Rosa; The Beatles… (¡¡¡Ji ji ji!!!)… Manuel toca todo esto, y se sirve del borde del vaso para derramar su arte por las cuerdas. Se sirve de la mímica, como Juan Tamariz. Muecas. Utiliza la guitarra de las ensoñaciones de La Alhambra como mosquetón (¡¡¡Jo jo jo!!!). Se despide tras el bis. Todos en pie. Un minuto de aplausos. Aplausos. Un “¡bravo!”.

Fin de la segunda parte.

Antes de que ninguno de los turistas llegue a la salida, en la misma planta del Foyer, a diez metros de los pinchos de bacalao, Manuel González, el guitarrista, firma los discos a la venta en dos mesas plegables: 1 cedé de Live in Barcelona, 15 euros; 3 cedés, 35 euros.

Sonrisa dentífrica. Cien personas hacen cola. Manuel firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe. Firma. Sonríe… Y así hasta cien.

A la salida, una chica de rasgos filipinos reparte tarjetones de la pizzería Fabián Barcelona, que se supone que está regentada por Fabián, “campeón del mundo de pizza” (¡¡¡Jo jo jo!!!).

McDonald’s: Guerra

“Muy cerca de ti.” En Barcelona hay diez [“restaurantes”] McDonald’s. En la guía del Bus Turístic, este establecimiento aparece reflejado en diez ocasiones.

“Esta coreografía —tú abres fuego mientras yo corro adelante y luego yo te cubro mientras tú desplazas a tu equipo más arriba— es tan poderosa que puede superar incluso deficiencias técnicas enormes. Hay coreografía para asaltar la playa de Omaha, para tomar un búnquer fortificado y para sobrevivir a una emboscada en L de noche en el Gatigal. La coreografía siempre requiere que todos los hombres tomen decisiones basándose no en lo mejor para sí mismos, sino para el grupo. Si todo el mundo actúa así, sobrevive la mayor parte del grupo. Si nadie lo hace, mueren la mayoría de los hombres. Esto es, en esencia, el combate.” (Junger, Sebastian, 123: 2011)

El colaborador de Vanity Fair Sebastian Junger voló al valle de Korengal (Afganistán) para describir la muerte en su libro Guerra (Crítica, 2011).

El turista que ha volado hasta Barcelona, se arroja al Valle de Pelai, 62: McDonald’s.

El turista rebasa los cuatro “easy order” (“quioscos de pedidos”) para no hacer cola. Igualmente, hará cola. Abajo, en lo que se supone que es la planta baja, el infierno. Ocho cajas automáticas con sendos operarios, ayudados, cada uno, por un asistente. En cada una de las colas, de media, cinco turistas. Son las dos de la tarde de un sábado.

Las cajeras gritan: “¡Holaaaaaaaa!”. Levantan la mano y la agitan como los asamblearios de las acampadas de jóvenes del Movimiento 15 de Mayo. Atraen así al cliente, en Babia.

El turista, atrapado por la multitud, en estado de shock.

La encargada (“azafata”) Catherine, de Colombia, comanda la guarnición de este McDonald’s; sólo al otro lado del mostrador, 16 chicos en menos de 10 m2. Ella, vestida de blanco, con el logo de McDonald’s por nombre, dirige a la infantería con una rapidez pasmosa, como si estuviera en la posición avanzada Restrepo, en la que estuvo Sebastian Junger. Ella da órdenes, para eso la adiestraron. Si en las cajas alguno de los suyos grita a pleno pulmón: “¡No hay kétchuuuuuuuuuuup!”, ella reacciona con sangre fría, al otro lado del telón de turistas: “¡Laura, en el estante izquieeeeeeeeeerdo!”. Si Rafa, con los dientes mellados, cumplidor, leal a su grupo de “currelas”, coge la fregona para, a renglón seguido, pasar la mopa, y se encuentra con el contenido de una bandeja Happy Meal desparramada por los suelos, como los sesos de un gángster el Día de San Valentín, Catherine dicta las coordenadas (“¡en la segunda mesa!”), corta con la mano el tráfico de azacaneados turistas, abre un cortafuegos prudencial en torno a la mancha, desvía a los turistas por los flancos (“pasen por aquí, por favor”) y pide inmediatamente apoyo aéreo para taponar la herida (“¡diles que bajen trapos!”). Si, en pleno tiroteo de McNuggets y Caprichos Crispy del dos y medio, con detonaciones de McGraps 20 milímetros, artillería pesada McBacon y morteros de cuarto de libra con queso, algún turista le hace ver, insistentemente, que no hay servilletas (sin por favor: “No hay servilletas”), la encargada Catherine delegará en sus soldados, entre los cuales, Rafa es el que mayor experiencia de combate ha adquirido: “¡Rafa, servilletas!”. Con el uniforme puesto, gorra, camiseta roja y tejanos en cuyos bolsillos traseros se ha hilado la M de McDonald’s, Rafa, aun con el mocho, toma posiciones para recargar los servilleteros.

Servir a la unidad en la planta baja, ahora. Esa es la función de Rafa. Dentro de unos minutos, volverá a su puesto: reconquistará la cima del primer piso, ascendiendo por la empinada pendiente, apagando los fuegos de los clientes: “¿Me das mostaza?”; “¿Me puedes buscar una mesa?”; “Perdón, te he pisado”.

Las instrucciones de McDonald’s al personal incluyen lavado de manos: “Se ha establecido un programa de lavado de manos adicional por el cual un reloj se programa para que suene cada hora e inmediatamente después y de manera ordenada todos los empleados acudan a lavarse las manos”.

Catherine no se arredra ante el peligro ni se enreda con las lenguas de Babel: “No es tan difícil trabajar aquí, el McPollo es McPollo aquí y en Nicaragua”.

Si el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, tuviese que reclutar tripulación para el portaaviones Nimitz, como hace cinco siglos lo hicieron los hermanos Pinzón para enrolar en la Pinta y la Niña a los más fieros calafates, ya sabría adónde dirigirse: al McDonald’s de Pelai, 62, el Valle del Korengal de Barcelona.

Los niños de una familia portuguesa, turistas en Barcelona, chillan escandalosamente como parte del ritual esotérico de sus travesuras: “¡¡Aaaaaaaaaaaahhh!!”

La cajera también grita: “¡Hola, ¿quiéeeen va?!”.

Al turista le empujan prácticamente hasta los plafones en los que se licitan los helados Sundae (1,90 euros). Pide, aguijoneado por la multitud antes de un linchamiento: “Un menú Big Mac” “¿Para beber? Agua, Fanta, Coca-Cola, Nestea…” “Nestea.” “¿Con hielo o sin hielo?” “Ehhh, sin hielo.” “Son 6,25 euros.”

El turista, con la bandeja en las manos, averigua si hay asientos libres. Después de 10 minutos de espera calurosa, a resguardo de los niños que amenazan con más patadas si los padres no acceden a que les traigan siete Kitkats de serie, el turista se sienta, con el extintor en el cogote. Verifica el contenido del Big Mac (“¿Qué le hará tan único? ¿Será el doble de carne, el queso fundido, la cebolla, el pepinillo, la lechuga, la salsa secreta? ¿O una combinación de todo esto? I’m lovin’ it”): patatas, ok (“no hay mejor amigo que unas patatas fritas, siempre están ahí y sólo cuando faltan las echas de menos. Nuestras patatas se fríen con aceite 100% girasol. I’m lovin’ it”); bebida, ok (“seguir las instrucciones: 1. Coger la pajita; 2. Poner la pajita en la bebida favorita; 3. Llevar a la boca y disfrutar de una sensación refrescante. I’m lovin’ it”); hamburguesa, ok (“queso cheddar fundido, 100% carne de vacuno, y la inigualable salsa secreta. I’m lovin’ it”); kétchup, ok (“Heinz Tomato Ketchup. I’m lovin’ it”).

Catherine reconoce el terreno: “¿Todo ok?”.

El turista: “Todo ok”.

Hard Rock Café: La Última Cena

¿Cuánto ruido puede llegar a hacer un grupo de 13 comensales norteamericanos en el Restrooms del Hard Rock Café de Barcelona (Plaça de Catalunya, 21)? Perdón, no es ruido, es rock.

Los apóstoles canturrean a Mick Jagger en Melody, del álbum Black and Blue (1976), aunados funk y reggae, en un vídeo con percutor, en blanco y negro, de la época de las detonaciones en Europa. Una pantalla de plasma gigante emite los sonidos guturales de Sus Satánicas Majestades, y el aparato, colgado en la pared rosada como un fetiche más, está escoltado por los platos y las baquetas del batería de los Foo Fighters Taylor Hawkins (con la firma impresa) y por la guitarra del color de un pato mareado en los alcornocales de la Sierra de Ubrique y que perteneció, antes de que colgara sus cuerdas, a Mike Einziger, guitarrista de la banda Incubus.

Melody, it was her second name

Melody, it was her second name

Melody, it was her second name

Melody, it was her second name

Las seis y media del sábado 8 de abril. Trece turistas sentados en una misma mesa del Hard Rock. En esta Santa Cena de los turistas, Cristo es una mujer y se rodea de mujeres, cuatro rubias despampanantes con los cuchillos largos, levantados, agarrados por su empuñadura. Comen bistecs y hamburguesas de cinco pisos con ascensor (cebolla, salsa de chile, triángulos de queso cheddar, salsa de Worcestershire, mostaza, carne molida, lechuga, rodajas de tomate, tocino, kétchup y mostaza). También comen cosas más raras: Tupelo Chicken Tenders y Bar-B-Que Ribs. En el eat, el menú del Hard Rock Café, lo más parecido a una comida saludable (sana, rica en hidratos de carbono y pobre en grasa) es el entrante “Grilled Mediterranean Shrimp pasta” (15,95 euros): “Tu elección de gambas jumbo o pechuga de pollo a la parrilla servida encima de pasta Romano con perejil, mezclada con judías frescas, corazones de alcachofa, champiñones al horno con una salsa de limón y alcaparras. Con guarnición de pimiento rojo al grill, olivas negras y perejil Romano. Servida con tostada de ajo”.

La Mesías-Turista de esta mesa lleva el pelo recogido y los hombros desnudos, marcados por los tirantes de su sujetador, sobre una piel que antes de estar quemada, al rojo vivo (igual que una gamba Pescanova), era más pálida que la cara de Sara Carbonero cuando le dio el beso Iker Casillas, minutos después de haber ganado la Copa del Mundo en Suráfrica. Brilla con luz propia, aunque chille como los macacos de Gibraltar, con el ímpetu de las cervezas (“Estrella Damm Pinta”).

Los Apóstoles-Turistas (ocho hombres, cuatro mujeres) predican en el desierto, y alzan la voz por encima del nivel permitido para la buena digestión, algo así como una radiación de frecuencias de la octava alta. En la pantalla del televisor, después de Morritos Jagger, los Creed de Tallahassee (Florida, Estados Unidos):

Hold me now

I’m six feet from the edge and I’m thinking

That maybe six feet

Ain’t so far down

Los perfiles de estos Apóstoles de la Santa Mesa del Hard Rock Café serían los siguientes: 1. Santiago es patizambo; 2. Andrés es barbilampiño; 3. Juan se morrea con 4. Felipe de Betsaida (en este caso, Felipa); 5. Bartolomé choca su copa de vino tinto (Señorío de Hernando Rioja) con 6. Tomás (Tomasa), que coloca con desparpajo el brazo derecho sobre el respaldo de la silla de 7. Mateo (o Amatea); 8. Santiago se levanta para ir al lavabo (en el vestíbulo que da paso a la puerta de Señoras y Caballeros, la fotografía de Freddie Mercury, el héroe asiático), al igual que 9. Judas Tadeo y 10. Simón, El cananeo, que tienen ganas de mear (se incluye el cava). Visten la camiseta del Barça, sin número en el dorsal, 11. Matías y 12. Judas Iscariote.

La camarera, vestida con un traje negro tres cuartos (casi que dos cuartos), emula a la tenista serbia Ana Ivanovic si no fuera porque el blanco es adyacente. Retira los platos, calmada, protegida por un ser superior, y se desvanece tras las puertas de la cocina, como una monja clarisa, en dirección al fregadero.

Suena Eric Clapton (I get lost):

I’m sorry.

Why should I say I’m sorry?

If I hurt you,

You know you’ve hurt me too.

Amatea hace fotos con una cámara digital, tantas que Eric Clapton da paso a All this time, de Sting:

And all this time

The river flowed

Endlessly,

To the sea.

La mesa de la Santa Cena se levanta. Es su última cena en Barcelona, por lo poco que este reportero ha podido descifrar (encima de la cabeza del cronista, la guitarra, nueva de trinca, de Jeff Watson, el guitarrista de Night Ranger). El turista Juan, El evangelista, coge los palos y aporrea el bombo. Los apóstoles ríen y se van. Suben las escaleras, y pasan por debajo de la chaqueta hortera de Julio Iglesias, y pasan por entre las paredes adornadas como en un cementerio, corona con estos gladiolos: el cuadro de Shakira; el kimono de Madonna; el cartel de Red Hot Chili Peppers; la chaqueta de piel de lagarto de Keith Richards; el sombrero de Elvis Presley; la tablatura de Whole lotta love, de Led Zeppelin; la guitarra de Lenny Kravitz; las fotos de Marilyn Manson; el certificado de la tribu de los semínolas (propietarios de la cadena de establecimientos Hard Rock Café); la guitarra de Jewel; un cadillac con la matrícula “Dios es mi copiloto”; la tienda de souvenirs (Zippo Lighter Hard Rock Barcelona; Hat Classic Black Color Logo Barcelona, con las inscripciones “Save the planet” y “Love all serve all”)… En el techo, una lámpara de araña con saxos en lugar de bombillas.

Se van los apóstoles con la rubia de las mejillas rosadas (afuera, en los peldaños de la entrada, un vagabundo igualito igualito que Karl Marx engulle patatas fritas, en una bolsa de Kentucky Fried Chicken). En ese mismo momento, en el subsuelo del Hard Rock Café, en el salón con los restos de la mesa en la que se ha celebrado la Última Cena, seis camareros salen de la cocina con los postres (Hot Fudge Brownie y Baker’s Choice): “¡Pero se han ido! ¿Cómo que se han ido? ¡No puede ser!”.

El Hard Rock Café de Barcelona (“Barcelona, easily being one of the most vibrant, exciting and sophisticated cities in Europe”) es el lugar idóneo para perderse y olvidarse de los desserts.

Vídeoclip de Justin Bieber (¿rock?).

Consigna Locker Barcelona: El probador

—No sé si comprar un probador, porque ya estoy cansada de ver a las chicas en bragas y sujetador.

Quien lo dice, con un deje de hartura rayano en la inquisición, es la brasileña Maryza Martins, que no revela la edad por su condición de damisela: “Pongamos que tengo 30 años…”. Atareada, azarandeada, como avisperos de curiosidad sus ojos pálidos y despejados, esta rubia de rizos disociados se afincó en Barcelona hará seis años. Gestiona Locker Barcelona (www.lockerbarcelona.com), la consigna de la calle de Estruc, 36, a un paso de la Plaça de Catalunya: “Estamos en pleno centro turístico y de compras de Barcelona, justo al lado de los principales medios de transporte que van al aeropuerto, estaciones de tren y puerto”.

“Una vez fui de viaje y di gracias a Dios cuando encontré un sitio como este, donde poder dejar los bultos, después de toda una mañana de andar con la maleta a cuestas, así que me dije: ‘Voy a hacer algo parecido’. En Brasil, yo ya había trabajado en turismo, y como en Barcelona hay muchíiiisimos turistas, me dije: ‘Esto es lo que necesitan’”, explica esta mujer que se ha desvivido por su negocio y que ha correspondido con creces a los numerosos requerimientos legales y a las “250.000 obras que he tenido que hacer para adaptarlo”.

Maryza peinó la zona en busca de local, y encontró el de Estruc, antigua tienda de ropa, con acrílicos luctuosos en las paredes —pistolas dibujadas, la imagen de Madonna…—. Lo pintó con colores cálidos, y lo barnizó con su simpatía, que deambula desde el teléfono móvil (“no me cuelgue, espere”) hasta el mostrador, en un espacio pequeño pero muy bien ordenadito.

En Locker Barcelona, el turista, mochila a las espaldas, deja sus pertenencias en esta franja horaria: de 8.30 h a 21.30 h (“abierto todos los días”, desde hace nueve meses, cuando se inauguró). Maryza le recibe como un invitado a una fiesta de Giorgio Armani en Formentera. Sin ambages, le asesora, aunque el turista ya está avezado: “Y si es joven, ya está acostumbrado a manejarse con los numeritos”, agrega.

Hay tres tipos de taquilla, dependiendo del tamaño de las pertenencias (por cierto, el cartel “Mantenga sus pertenencias controladas en todo momento” se lo copió de una estación de ferrocarril): M, medium locker (40 cm x 45 cm x 50 cm; 3,5 euros); L, large locker (40 cm x 60 cm x 80 cm; 5,5 euros), y XL, big large locker (50 cm x 90 cm x 90 cm, 7,5 euros). Por los colores las distinguirá: verde, azul y gris.

Luego, hay unos habitáculos especiales para… las guitarras (7,5 euros): “Con el festival del Sónar, en Montjuïc, llegan muchos cantantes con sus guitarras, y las dejan aquí”.

El turista lee las instrucciones en la taquilla: “Para cerrar: 1. Cierre la puerta; 2. Inserte un código personal de cuatro números, y 3. Presione el botón verde con la flecha. Para abrir: 1. Inserte su código personal de cuatro números; 2. Presione el botón verde con la flecha, y 3. Abra la puerta suavemente”.

Debajo, las normas de admisión: “No se admitirán en depósito aquellos bultos y objetos que contengan materias cuya circulación esté prohibida por la ley, inflamables, explosivas o peligrosas, armas y otros efectos cuya custodia se considere insegura…”. Maryza asegura que nadie ha traído subfusiles MP5 ni lanzagranadas y, por ende, nadie se las olvidó: “Lo que sí se dejan algunos turistas son las gafas de sol y la crema hidratante. Lo típico. Bueno, alguno en broma me ha susurrado que si podría dejar a su suegra en consigna. Yo le he contestado que si cabe dentro, por mí, vale. ¿Que de qué turistas hablo? Franceses, muchíiiisimos; italianos, muchíiiisimos, y rusos, muchíiiisimos”.

“Quiero que Locker Barcelona sea un sitio agradable. Que el cliente venga y que se confíe. Yo he viajado y sé lo que me digo. La única pega es esa, la que te comentaba: vienen las mujeres, se sientan en el banco que tengo aquí, abren las maletas y, antes de guardarlas, se cambian de ropa y se desvisten sin ningún tipo de miramiento. Mira que yo vengo de Brasil, pero aún me sorprende esa ligereza de ropa de algunas. Voy a tener que poner un probador, qué remedio.”

Vesping: Últimas tardes con Teresa

Este reportero rescata de la papelera del correo electrónico el siguiente mensaje: “Nuestro objetivo es dar a nuestros clientes una experiencia única, sin olvidar la ética, que nos hace fuertes y competitivos. Por esta misma ética, decidimos no trabajar ayer ni hoy [viernes 27 y sábado 28 de mayo del 2011, respectivamente] para unirnos a la protesta de nuestros hermanos de la Plaça de Catalunya [movimiento de indignados del 15 de Mayo] ¡en nombre de un mundo mejor!”.

El socio de Vittorio Cicero (Castrovillari, Calabria, 1977) no se llama Luchino, sino Mark Hjort (Horsens, Dinamarca, 1980). En abril del 2011, montaron la empresa Vesping (www.vesping.com; la competencia se llama Via Vespa, www.via-vespa.com). Alquilan este tipo de motocicletas —avispas ideadas por el empresario italiano Enrico Piaggio— a quienes quieran filmar su particular Vacaciones en Barcelona. En cuestión de un mes, han recuperado la inversión inicial. “Ven la Vespa y piensan: ‘Cool people, gente guay’. Es un marco que no necesita publicidad, es fashion. Esta motillo nunca pasa de moda, no tiene caducidad, no tiene tiempo; estaba, está y estará en el tiempo”, defiende con pasión Vittorio, que reside desde el 2000 en Barcelona, a la que arribó por una beca Erasmus. “Tengo la teoría de que cuando llevas más de diez días en la ciudad, ya no puedes marcharte. Bueno, también influyó [Silvio] Berlusconi, influyó mucho, la verdad. ¿Cómo vamos a volver a un país gobernado por él?”

Vittorio, que se especializó en gestión de empresas deportivas, acabó trabajando en el restaurante Little Italy, y en Citibank, algo que no le llenaba en absoluto. Allí conoció a la holandesa Way Han (sus padres nacieron en Hong Kong), la mejor amiga de su pareja, y ella le presentó a Mark, otro administrativo que barajaba las cuentas bancarias de la misma entidad financiera, después de haber restaurado más pisos de los que se puedan okupar.