Biotecnología en el menú - José María Seguí Simarro - E-Book

Biotecnología en el menú E-Book

José María Seguí Simarro

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Beschreibung

Con este trabajo, el autor ha querido mostrar la importante distorsión que hay sobre los cultivos transgénicos entre aquello que dice la comunidad científica, avalado por datos, y aquello que opina la sociedad en general, donde se ha impuesto una imagen completamente contraria. El objetivo de la obra es abordar los mitos y leyendas sobre los transgénicos y aportar argumentos con rigor científico. La cultura científica de la sociedad, la implicación de los científicos en la divulgación, el papel de los medios de comunicación y las empresas son otros de los actores que el autor trata en este libro. Se trata de un manual de supervivencia para entender qué son y que no son los transgénicos. Con voluntad divulgadora y sin dejar de banda el rigor que el tema se merece, el autor ofrece al lector todos los elementos necesarios porque pueda extraer conclusiones propias.

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Seitenzahl: 324

Veröffentlichungsjahr: 2013

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Biotecnología en el menú

Manual de supervivencia en el debate transgénico

José María Seguí Simarro

PREMIO EUROPEO DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA ESTUDI GENERAL 2011

Director de la colección: Fernando Sapiña

Coordinación: Soledad Rubio

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

© Del texto: José María Seguí Simarro, 2013

© De la presente edición:

Càtedra de Divulgació de la Ciència, 2013

www.valencia.edu/cdciencia

[email protected]

Publicacions de la Universitat de València, 2013

www.uv.es/publicacions

[email protected]

Producción editorial: Maite Simón

Interior

Diseño y maquetación: Inmaculada Mesa

Corrección: Communico, C.B.

Cubierta

Diseño original: Enric Solbes

Imagen: José M. Seguí, Biofrankenstein

Grafismo: Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-370-9230-0

ÍNDICE

PRÓLOGO

Capítulo 1.  ¿QUÉ SON LAS PLANTAS TRANSGÉNICAS?

1. LOS ANTECEDENTES

2. LA TRANSFORMACIÓN GENÉTICA

Capítulo 2.  ¿QUÉ NOS APORTAN LAS PLANTAS TRANSGÉNICAS?

1. TENDENCIAS EN INVESTIGACIÓN APLICADA

1.1 Plantas con mejores características agronómicas

1.2 Plantas con mayor calidad nutritiva

1.3 Plantas ornamentales de diseño

1.4 Plantas biofactoría

2. CULTIVOS AUTORIZADOS Y COMERCIALIZADOS

Capítulo 3.  ¿QUÉ OPINA LA SOCIEDAD DE LAS PLANTAS TRANSGÉNICAS?

1. EVOLUCIÓN DE LA OPINIÓN SOBRE LA BIOTECNOLOGÍA

2. OPINIÓN DE LOS EUROPEOS SOBRE LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS

Capítulo 4.  ¿RESPONDE LA OPINIÓN MAYORITARIA A LA REALIDAD?

1. PLANTAS TRANSGÉNICAS Y SALUD

1.1 Toxicidad

1.2 Aparición de alergias

1.3 Resistencia a antibióticos

2. PLANTAS TRANSGÉNICAS Y MEDIO AMBIENTE

2.1 Toxicidad inespecífica

2.2 Transferencia horizontal de genes

2.3 Inestabilidad genética y consecuencias impredecibles

2.4 Aparición de plagas resistentes

2.5 Aumento del uso de pesticidas

2.6 Pérdida de biodiversidad y erosión genética

3. PLANTAS TRANSGÉNICAS Y SOCIOECONOMÍA

3.1 Dependencia del agricultor

3.2 Pérdidas económicas de los agricultores convencionales

4. EN RESUMEN

Capítulo 5.  ¿POR QUÉ LA REALIDAD NO LLEGA A LA OPINIÓN PÚBLICA?

1. FACTORES INHERENTES A LA PROPIA SOCIEDAD

1.1 Falta de cultura científica y biotecnológica

1.2 Factores sociales, políticos y económicos

1.3 Miedo, riesgo e incertidumbre

2. ESTRATEGIAS DE DIFUSIÓN DEL MENSAJE ANTITRANSGÉ-GÉNICO

2.1 Información sesgada

2.2 Reubicación del debate

2.3 Uso de lenguaje tendencioso

2.4 Imágenes impactantes

2.5 Eco mediático

3. FACTORES RELATIVOS A LOS GENERADORES Y EXPLOTA-DORES DEL CONOCIMIENTO

3.1 Frivolidad de la comunidad científica

3.2 La mala imagen del sector biotecnológico

Capítulo 6.  CONSECUENCIAS DE LA DESINFORMACIÓN

1. LA LLUVIA FINA QUE LO MEZCLA TODO

2. FOMENTO DEL FANATISMO Y LA IGNORANCIA CIENTÍ-FICO-TECNOLÓGICA

3. EL JARDÍN ECOLÓGICO GLOBAL QUE NUNCA EXISTIÓ

4. INCONGRUENCIAS VARIAS

5. SE IMPIDEN AVANCES REALMENTE IMPORTANTES

6. TEMAS ACCESORIOS OCULTAN TEMAS IMPORTANTES

Capítulo 7.  SOLUCIONES

1. POLÍTICOS Y ECOLOGISTAS PODRÍAN ZANJAR EL DEBATE

2. EDUCACIÓN EN CIENCIAS

3. BAJAR A LA ARENA MEDIÁTICA

4. OBJETIVIDAD, RIGOR Y SENCILLEZ

5. AGRODIVERSIDAD ≠ BIODIVERSIDAD

6. LAS EMPRESAS DEBERÍAN MEJORAR SU IMAGEN

7. LA CISGÉNESIS

8. FASTRACK: TRANSGÉNESIS SIN TRANSGÉNICOS

9. LA PROPUESTA DE RENOBALES

EPÍLOGO

ÍNDICE ANALÍTICO

AGRADECIMIENTOS

Este libro ha sido posible gracias también al esfuerzo de mis seres más cercanos. De mi mujer, Marga, que siempre me ha acompañado a donde quiera que vaya, ayudado y apoyado, aceptando irse algunas noches sola a la cama porque yo había quedado con unas plantas transgénicas, o comprendiendo que me quedara un domingo a escribir en casa mientras ella bajaba al parque con los niños. De mis padres, Pepe e Isabel, que me criaron (y siguen haciéndolo), educaron y dieron todo lo que ahora soy. De mis hijos, José Miguel y Alejandro, que sin saberlo me alegran la mañana cuando los veo despertar y me emocionan por la noche cuando vienen corriendo a recibirme a la puerta de casa para que juegue con ellos. También de mi hermano Juanqui, Ali y todos mis amigos. Gracias a todos por hacerme sentir vivo. Os quiero. Y por último, este libro es también posible gracias al trabajo de «mis chicas». Me refiero a Patri, Vero, Alba y Nuria. Gracias a ellas he podido dedicar un poco de mi tiempo a esto sin que nuestros proyectos de investigación se resientan y sin que pare nuestro laboratorio. Muchísimas gracias a todos. De corazón.

PRÓLOGO

A los más veteranos del lugar puede que les resulte familiar una zarzuela que se titulaba La verbena de la Paloma, compuesta por Tomás Bretón sobre libreto de Ricardo de la Vega y estrenada allá por 1894. En ella, el autor ponía en boca del boticario, Don Hilarión, una legendaria frase que rápidamente pasó al acervo popular y desde entonces se repite asiduamente con cada avance científico: «Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad».

Con esta sentencia el boticario dejaba patente su asombro ante las novedades terapéuticas que llegaban a su botica, fruto de unos avances científicos que se sucedían a más velocidad de la que la sociedad de la época era capaz de asumir. Esta frase era una gran verdad por aquel entonces, y lo es aún más hoy en día, más de un siglo después del estreno de dicha zarzuela. Con cada avance científico, por espectacular que sea, se abren las puertas para el siguiente avance, aún más espectacular. Cada vez llegan a la sociedad más avances, de más calado, y más rápidamente. Este frenético ritmo en muchos casos está provocando un aluvión de datos que pueden no ser bien digeridos por la sociedad. Surgen voces que apoyan los avances y otras que no los ven como tales avances, sino como amenazas. Ante todo esto, la opinión pública, por pura precaución, suele posicionarse siempre del lado más cauto y precavido.

¿Y eso será bueno?

¿Se sabe lo suficiente como para usarlo sin riesgos?

Yo, por si acaso, voy a lo seguro, a lo de siempre...

Esto precisamente es lo que sucede con las plantas transgénicas y los diferentes productos que de ellas se derivan. Las plantas transgénicas son unas herramientas muy útiles para solucionar muchos de los problemas (no todos, por supuesto) que hoy en día presentan las sociedades de los distintos países. Sin embargo, estas mismas sociedades, supuestamente beneficiarias, muestran en general un claro rechazo a este tipo de aplicaciones biotecnológicas, pues creen que presentan una serie de riesgos potenciales y peligros reales que hacen que sus beneficios no compensen su utilización. Es, sin duda, una de las paradojas más interesantes de nuestros días. Y a su vez, uno de los debates más apasionantes.

A muy distintos niveles, se ha abierto desde hace ya años un intenso debate entre quienes producen, comercializan, cultivan o estudian este tipo de plantas, y quienes se oponen a su cultivo, comercio y consumo. Es la batalla (dialéctica) de los transgénicos. En esta batalla se enfrentan dos bandos muy desiguales, tanto en su número como en sus estrategias, razones, argumentos y resultados. Nadie en las sociedades desarrolladas es ajeno a la realidad de este debate, presente en los medios de comunicación, las tertulias radiofónicas, las columnas de opinión de los diarios o las charlas de barra de bar entre amigos.

–¿Os habéis enterado de lo que ha pasado en Alemania con la gente que está muriendo por comer brotes de soja contaminados?

–podría decir uno de estos amigos.

–Ya... Igual que pasó con lo de las vacas locas, o el aceite de colza...

–podría decir otro amigo.

–Si es que hoy en día, con esto de los transgénicos, nadie está a salvo...

–podría decir un tercero.

–¿No decían que eran buenos? –añadiría el camarero, siempre atento tras la barra.

Y ya tenemos montada una tertulia sobre los transgénicos. La chispa que enciende la mecha es un tema que en realidad no tiene nada en absoluto que ver con los transgénicos, pero como huele mal, como los transgénicos, ambos temas se acaban asociando aunque no se sepa muy bien de qué van. Muy probablemente ni estos amigos, ni el camarero, ni gran parte de la sociedad sepan muy bien qué son los transgénicos, qué beneficios conlleva su uso y hasta qué punto son o no peligrosos. La idea generalizada es que los cultivos transgénicos son peligrosos para la sociedad, para la salud y para el medio ambiente. En cualquier momento nos pueden atacar. Por eso la sociedad los rechaza, los ve como una nueva versión del monstruo de Frankenstein, los Biofrankensteins.

Los biofrankensteins son la versión transgénica del viejo monstruo del Dr. Frankenstein. Imagen del autor.

De este modo, cuando alguien sale en un medio de comunicación y argumenta algo a favor del uso de los transgénicos, la primera reacción casi instintiva de mucha gente es sospechar de él y pensar algo como: «Algo oculta, seguro, cuando defiende algo que como todo el mundo sabe, es malo por naturaleza». Reflexiones muy parecidas, si no idénticas, se harán cada vez que lean noticias sobre políticos, instituciones o gobiernos, como el español o la Comisión Europea, que autorizan el cultivo de algún transgénico, aunque sean pocos.

«¿Pero cómo pueden atreverse a autorizar eso, con lo malos que son?». Acto seguido, algunos colectivos comienzan campañas de propaganda y de concienciación social para reforzar la idea de que los transgénicos son malos y de que los gobiernos se están equivocando. A mucha mayor escala, vuelve a reproducirse el debate de la barra del bar. Y en medio de este debate estás tú, que ves y oyes que hay que erradicar los transgénicos si queremos salvar el planeta mientras observas que hay políticos que los autorizan, hay agricultores que los siembran, hay distribuidores que los comercializan, y... ¿hay consumidores que los consumen?

En este libro se pretende analizar el fondo de este debate, en el que se entremezclan ámbitos de la sociedad tan complejos y distintos como el científico, el político, el sociológico, el psicológico y el comunicativo. La idea es mostrar los argumentos de unos y otros, y discutir las causas y las consecuencias que para la sociedad tiene este debate, y sobre todo los cauces que el debate en sí está tomando. Una especie de manual de supervivencia, en definitiva, para que tú, como lector, parte de la sociedad y testigo de este permanente fuego cruzado, te formes tu propia opinión. Para ello, se expondrá primero qué son realmente las plantas transgénicas y también qué no son. Para qué sirven y para qué no sirven. Una vez expuesto esto, nos centraremos en analizar la opinión negativa que sobre ellas tiene la sociedad, en general, y la europea y española, en particular. Exploraremos cuáles son las causas del rechazo y los motivos que las avalan. Se expondrán los argumentos científicos, veraces y contrastables, que hay actualmente para defender las posturas a favor y en contra de la modificación genética de las plantas, y reflexionaremos acerca de si son suficientemente sólidos para sustentar la opinión generalizada, o si hay otras causas que distorsionan la percepción de este fenómeno. Una vez expuestas las causas y su justificación científica y sociológica, se analizarán las consecuencias que el desencuentro entre ciencia y sociedad tiene para ambos partícipes a corto y largo plazo. Finalmente, se plantean posibles soluciones para tratar de paliar el desencuentro y reconciliar a dos contrincantes condenados necesariamente a entenderse y que ya llevan demasiado tiempo distanciados.

En este libro se ha hecho un especial esfuerzo por documentar todas las afirmaciones y los datos, y en especial los más polémicos, con profusión de referencias bibliográficas, de modo que el lector tenga acceso a las fuentes originales. En ese sentido, en la medida de lo posible se ha tratado de incluir referencias accesibles a través de Internet, para que todo aquel lector interesado en contrastar la información que aquí se proporciona, o en ampliarla, pueda de forma fácil y rápida hacerlo. En último término, el objetivo de este libro es proporcionar una visión objetiva de la realidad de las plantas transgénicas sobre la base de lo que la ciencia puede decirnos de ellas sin sesgos ni distorsiones interesadas. Desde una perspectiva divulgativa, pero sin faltar bajo ningún concepto al rigor que un tema como este merece. En algún momento a lo largo de este libro puede que pienses que esto no es así. Que este libro no es objetivo y que tiene un claro sesgo, pues contradice muchas de las ideas instaladas en nuestra sociedad. Soy consciente de ello y asumo el reto de ir contra corriente, de tratar de explicar una realidad distinta a la que nos llega desde muchos frentes. Si piensas de ese modo, te pediría que hicieses un esfuerzo extra en llegar al final del libro y en comprobar por tu cuenta si los datos que en él se exponen son o no fiables. Precisamente para eso he incluido un buen número de referencias bibliográficas y documentales. Al mismo tiempo, comprueba en qué fuentes beben quienes afirman lo contrario. Tras estos ejercicios, confío en que me creerás si digo que los datos que aquí se exponen son fiables. Con la visión real que se pretende plasmar aquí, y sabiendo cómo y por qué nos llega distorsionada a la sociedad, cada uno de nosotros tendremos más y mejor criterio propio para decidir qué hacer sobre este tema. Porque en definitiva, somos cada uno de nosotros quienes al final decidimos con nuestra opinión qué hacer con este tema, al igual que con muchos otros.

Sea cual sea tu decisión, espero firmemente que al final del libro te sientas mucho más y mejor informado para tomarla. Como autor de lo que viene a continuación, esa sería mi mejor recompensa.

Capítulo 1

¿QUÉ SON LAS PLANTAS TRANSGÉNICAS?

1. LOS ANTECEDENTES

Una de las ramas del saber que más ha evolucionado en el último siglo ha sido la biología. Hasta los comienzos del siglo XX, la biología tenía como principal finalidad conocer y explicar todos aquellos fenómenos relacionados con la vida, con la existencia de los seres vivos. Lo que se conocía hasta entonces de los seres vivos no permitía, en muchos casos, su utilización más allá de la agricultura o la ganadería. En la mayoría de los casos, los seres vivos eran explotados como alimento, como fuerza motora o como fuente de materias primas muy básicas (madera, textiles, pieles, etc.). Solo en contadas excepciones se utilizaban algunas propiedades de los seres vivos para la elaboración de productos procesados. Valgan como ejemplos las fermentaciones que se utilizaban para transformar leche, harina, cebada o uva en queso o yogur, pan, cerveza o vino, por ejemplo. Esto ha sido así prácticamente desde el Neolítico, época en la que nuestros antepasados dejaron de ser cazadores y recolectores nómadas y descubrieron la agricultura, entendida como el cultivo dirigido de determinadas especies vegetales para consumo humano. De hecho, los primeros experimentos agrícolas se han datado hace cerca de 10.000 años. La domesticación de plantas y animales generó los mayores cambios sociales experimentados por estos seres humanos primitivos. A partir de ahí, poco a poco se fueron dando cuenta de que las plantas podían ser útiles no solo como alimento. Vieron que con los distintos materiales que las plantas proporcionan se podía elaborar papel, telas, vestidos o cestos. En concreto, con la principal materia prima vegetal, la madera, se comenzaron a elaborar toda suerte de artefactos, desde pequeños, como recipientes (vasos, cubos, platos, barriles), instrumentos musicales o armas, hasta grandes, como muebles, viviendas o incluso barcos veleros capaces de cruzar un océano. Y por supuesto, las plantas siguieron alimentando a nuestros antepasados.

Este ritmo constante pero relativamente lento de avances en el conocimiento y la utilización práctica de los seres vivos se vio exponencialmente acelerado al entrar en el siglo XX. A partir de este siglo la cantidad de descubrimientos relevantes y de datos que comenzaron a revelarse (y siguen revelándose) no tiene parangón con ninguna otra época de la historia de la Tierra. Durante todo el siglo pasado y lo que llevamos de este se han sucedido una serie de avances biológicos a un ritmo endiablado. En la tabla adjunta se puede ver la cronología de algunos de los avances más relevantes. En ella se puede comprobar cómo el tiempo que los separa se ha ido acortando conforme nos acercábamos al final del siglo. También que los avances son cada vez de mayor calado y que hay menos individualismo y más grupos y consorcios.

Esta especie de revolución científico-tecnológica que arrancó hace ya algo más de cien años fue tan abrumadora que algunos científicos comenzaron a plantearse que los seres vivos, y por supuesto las plantas, además podían servir al ser humano para otros muchos y muy diversos propósitos. Y, principalmente, se plantearon que con lo que se iba sabiendo, se podrían manipular los seres vivos para que siguieran proporcionando lo mismo que ya nos proporcionaban, pero de mayor calidad, en mayor cantidad o de forma más rá-pida. Eso, básicamente, es la biotecnología. No es ninguna casualidad que esta palabra, biotecnología, fuera inventada y utilizada por primera vez en un texto científico a principios del siglo XX.1

Principales hitos científico-biotecnológicos de los últimos 100 años (* Premio Nobel)

Año

Hito

Descubridor

1902

Primer cultivo in vitro de células vegetales

G. Haberlandt

1907

Primer cultivo in vitro de células animales

R. G. Harrison

1917

Se descubren los bacteriófagos (virus bacterianos)

F. d'Herelle

1919

Se acuña el término hiotecnologia

Karoly Ereky

1927

Se descubre que los rayos X provocan mutaciones

H.J.Muller*

1928

Se descubre la penicilina, el primer antibiótico

R. Fleming*

1938

Se acuña el término hiologia molecular

W. Astbury

1941

Se usa por primera vez el término ingenieria génetica

A. Jost

1944

El ADN es el material genético

O. Avery

1953

Se caracteriza la doble hélice del ADN

Watson* y Crick*

1959

El ARN mensajero copia la información del ADN

Jacob* y Monod*

1961

Primera letra del código genético

M. Nirenberg*

1962

Se formula el medio MS para el cultivo in vitro de tejidos vegetales

T. Murashige y F. Skoog

1965

Descifrado total del codigo genetico

Nirenberg, Ochoa* y Khorana*

Primera planta regenerada de una única celula

YVasilyA. C. Hildebrandt

1962-1967

Mecanismo de la síntesis de proteínas

Lipmann* y varios laboratories

1963-1972

Descubrimiento de los enzimas de restricción

Arber* y Smith,* Nathans*

1973

Plásmidos recombinantes

Berg,* Cohen, H. Boyer

1977

Métodos de secuenciación del ADN

Gilbert,* Sanger*

1981

Se crean los primeros ratones transgénicos

Palmiter, Brinster, Gordon y Ruddle

1983

Se crea la primera planta transgenica

J. Schell et al.

1985

PCR-amplificación del ADN

K. Mullis,* Cetus Corporation

1986

Primer secuenciador automaático

Applied Biosystems

1987

Cromosomas artificiales de levadura (YAC)

David Burke et al.

1988

Técnica del knock-out

M. Capecchi

Mutacion de genes específicos

1989

Se inicia el proyecto genoma humano

NIH, DOE, HUGO

1993

Primera secuencia de cascada de transducción de señales

Weinberg, Arbuchy, varios

1994

Se aprueba la comercialización del primer alimento transgénico: el tomate FlavrSavr

Calgene

1995

Secuenciación del primer genoma bacteriano: Haemophilus influenzae

tigr-empresa

1996

Secuenciación del genoma de levadura

Unión Europea - Consorcio de laboratorios

1997

Secuenciación del genoma de Escherichia coli

Blattner et al.

Clon de mamífero-oveja Dolly

Wilmut et al., Roslin Institute

1998

Secuenciación del genoma de Caenorhabditis elegans

Consorcio de laboratorios

Descubrimiento de células troncales humanas

Thomson et al.

2000

Secuenciación del genoma de Drosophila melanogaster

Consorcio de laboratorios y empresas-Celera

Se secuencia la primera planta: Arabidopsis thaliana

The Arabidopsis Genome Initiative

Mapa general del genoma humano

Human Genome Project (consorcio internacional)-Celera Genomics

2001

Primer borrador del genoma humano

2003

Se completa la secuenciación del genoma humano

2005

Se clona una vaca con células de riñón de un cadáver

Steve Stice et al.

2010

Se crea la primera bacteria con genes sintetizados artificialmente

The J. Craig Venter Institute

La biotecnología se entiende hoy en día como «La aplicación de la ciencia y la tecnología a los organismos vivos, así como a partes, productos y modelos de estos con el fin de alterar materiales vivos o inertes para proveer conocimientos, bienes y servicios».2 Y si estos organismos son vegetales, estaríamos hablando de biotecnología vegetal, también denominada biotecnología verde. Los constantes y revolucionarios avances que se han sucedido en el terreno de la biotecnología vegetal a lo largo del siglo XX han hecho que se pueda considerar este siglo como el siglo de oro de la biotecnología vegetal.3

2. LA TRANSFORMACIÓN GENÉTICA

De entre todos estos avances, ha habido uno que ha sobresalido muy por encima del resto. Nos estamos refiriendo a la transformación genética estable, también conocida como ingeniería genética o transgénesis. Con estos términos se denomina al conjunto de metodologías que permitieron introducir y mantener permanentemente en las células de una planta genes ajenos a la especie a la que pertenece la propia planta. De este modo, el gen foráneo introducido (transgen) pasa a formar parte del conjunto de genes (genoma) del individuo, y es por tanto transmitido a las generaciones siguientes. Este hallazgo ha revolucionado las posibilidades biotecnológicas que nos ofrecen las plantas, como veremos más adelante.

Sin entrar en complejos detalles técnicos y moleculares que no son el objeto de este libro, hay que mencionar que un transgen no es más que un gen cualquiera que se introduce y se pone a funcionar en un organismo distinto al que lo contiene de forma natural. Es decir, que el gen que permite la fabricación de insulina para regular los niveles de glucosa en sangre es exactamente el mismo en nuestro páncreas o en una bacteria transgénica.4 Lo que cambia es el «envase» que alberga al gen. Por tanto, químicamente, un transgen está hecho de lo mismo que un gen: una doble cadena de grupos fosfato unidos a moléculas de azúcar (desoxirribosa) que llevan a su vez una de cuatro posibles bases nitrogenadas. A esta gran molécula de doble cadena es a lo que se conoce como ácido desoxirribonucleico (ADN). El ADN sirve para guardar instrucciones. Es una especie de método de escritura donde se almacena la información necesaria para las distintas funciones de las células y de los organismos vivos. No se conoce ningún ser vivo, ni tan siquiera los virus, que están en el límite de la vida, que no utilice ácidos nucleicos para almacenar información genética. La distinta información genética se almacena mediante un código que resulta de combinar las cuatro bases de forma distinta. Las cuatro bases son:

– Adenina, simbolizada con la letra A.

– Timina, simbolizada con la letra T.

– Guanina, simbolizada con la letra G.

– Citosina, simbolizada con la letra C.

Una combinación concreta de estas bases en el ADN es lo que se conoce como gen, y da lugar a una instrucción concreta. Y al conjunto de todos los genes de un organismo es a lo que se denomina genoma. El genoma completo se divide en partes denominadas cromosomas. Por ejemplo, los humanos tenemos 46 cromosomas en cada una de nuestras células, y los tomates, las berenjenas y los pimientos, 24. Cada cromosoma alberga miles de genes, estrechamente empaquetados para que quepan todos en un espacio tan pequeño como el del núcleo de una célula. Cada gen da lugar a la fabricación de una proteína concreta. En realidad son las proteínas las encargadas de desempeñar las funciones biológicas. Son intermediarias entre los genes, que albergan las instrucciones, y las funciones y demás caracteres biológicos. Así, según como combinemos las A, las T, las G y las C, obtendremos un gen distinto, que dará lugar a una proteína distinta, y por tanto a una función o a un carácter distinto. De este modo, los genes son los responsables en último término de características como el color de nuestros ojos, el color de nuestra piel, nuestro sexo, nuestra propensión a ciertas enfermedades, nuestros rasgos faciales o nuestra capacidad para metabolizar determinado compuesto. En definitiva, son los responsables de todas nuestras características. Y de las de las plantas, por supuesto, también. Así, un gen ficticio con una combinación ficticia de bases, como por ejemplo ATCCGAACCT, podría dar lugar a tomates rojos. En cambio, si en ese gen hubiera la combinación TCAGGTTCCG, los tomates serían algo más amarillentos. Y si fuera GAATCGTTCC, serían blancos del todo. Este ejemplo totalmente inventado trata de ilustrar la relación que se da en todos los seres vivos entre la secuencia de bases nitrogenadas que hay en todos sus genes y sus características como organismo. Podríamos por tanto concluir que:

Estructura y ordenación del los cromosomas, genes y bases nitrogenadas. Adaptación de imagen del National Human Genome Research Institute de EE. UU.

– Todos los seres vivos tenemos genes.

– Todos los genes son químicamente iguales.

– Todos los genes tienen la misma estructura.

– Todos los genes funcionan igual.

– La única diferencia entre genes es la combinación de A, T, G y C que lleven dentro: cada uno tenemos una combinación distinta, única en la naturaleza. En el fondo, lo que nos diferencia en términos genéticos a unos de otros, a los humanos de las bacterias, a los elefantes de las hormigas, y a las lechugas de las palmeras, son las combinaciones de las bases A, T, G y C.

Todo esto es igualmente válido para un gen y para un transgen, cuya única diferencia es su origen. Un transgen procede de un organismo distinto al que lo contiene y expresa. Así pues, una planta transgénica es una planta que contiene un transgen en su genoma y que lo expresa. Es decir, una planta que contiene genes de otros organismos y, por tanto, presenta características nuevas, distintas a las no transgénicas de su misma especie.

En el fondo, todos somos A, T, C y G. Ilustración del National Human Genome Research Institute de EE. UU.

Aunque esto pueda parecer muy novedoso, lo cierto es que introducir genes de unas especies en otras no es algo tan nuevo ni tan raro. De hecho, lleva haciéndose desde hace mucho tiempo, aunque de otra manera y con más limitaciones. Nos referimos a la mejora genética clásica. Desde que el ser humano descubrió la agricultura, comenzó a manipular el genoma de las plantas. Llegó un momento en el que no le bastó con que los tomates se pudieran comer. Se hartó de esa acidez que algunos tienen, y deseó que no la tuvieran. Y antes o después de eso, deseó que además fueran más grandes. Y más dulces. Y con la comercialización, deseó que las matas de tomate fueran capaces de crecer más, en menos tiempo y en menos espacio. Y que resistieran a más inclemencias meteorológicas, y a más enfermedades. Y que los tomates no se pudrieran tan pronto. Y que... La curiosidad humana no tiene límites, y si por algo nos caracterizamos como especie es por tratar de ir siempre más allá de nuestros propios límites y de los límites de lo que nos rodea. Este es el motor que ha impulsado la mejora vegetal desde que el ser humano se dedica a la agricultura. La mejora genética vegetal5 se basa en utilizar los principios de la genética clásica para producir, mediante cruces dirigidos, variedades mejoradas con características más deseables tales como una mayor resistencia frente a plagas o enfermedades, mayores rendimientos, mayores o mejores propiedades nutricionales, texturas, aromas, colores o sabores más agradables o intensos, etc. En pocas palabras, se dedica a mejorar lo que ya hay previamente, cruzándolo entre sí. Vemos pues que un requisito ineludible para la mejora es que los individuos que se vayan a cruzar sean sexualmente compatibles. Si no, no se pueden cruzar ni mejorar..., a no ser que metamos un poco de biotecnología. Por ejemplo, con la transformación genética, que nos permite sortear todas las barreras reproductivas que aíslan a las especies entre sí. En definitiva, la transgénesis sería una herramienta biotecnológica para mejorar plantas, igual que la mejora genética clásica, incorporando en unas lo que nos interesa de otras. Pero con una gran diferencia: no es necesaria la compatibilidad sexual.

El conjunto de técnicas de transformación genética supuso una autentica revolución no solo en plantas, sino también en animales o bacterias. Revolución no solo por implicar que se pueden alterar los genes de un organismo a voluntad, de forma consciente, dirigida y específica, sino también porque esta posibilidad abre la puerta para la obtención de seres vivos con características imposibles de con-seguir hasta ahora. ¿Cómo? Identificando el gen que confiere dicha característica en la especie original e insertándolo en la especie deseada. Así de sencillo..., en principio. Solo en principio porque, por desgracia, esta es una de las líneas biotecnológicas más expuestas al debate público y que cuenta con un menor grado de aceptación social. De hecho, está siendo objeto de una fuerte oposición por parte de ciertos colectivos, principalmente ecologistas. Debido al fuerte rechazo que han suscitado las plantas transgénicas en dichos colectivos y en sectores amplios de la sociedad, las plantas transgénicas han sido objeto de una gran atención mediática, lo que ha propiciado que, en ocasiones, se aplique no solo a la transgénesis, sino a toda la biotecnología verde, un halo de misterio y permanente sospecha que en nada beneficia su progreso ni el de la sociedad que la sustenta. En los próximos capítulos veremos qué utilidad pueden tener las plantas transgénicas, profundizaremos en la reservas que tiene la sociedad sobre ellas y veremos si verdaderamente hay motivos reales que justifiquen estas reservas. Un apasionante debate a caballo entre la biotecnología, la sociología y la comunicación.

1. M. G. Fári, U. P. Kralovánszky (2006): «The founding father of biotechnology: Károly (Karl) Ereky», International Journal of Horticultural Science, 12, pp. 9-12.

2. OECD (2005): A Framework for Biotechnology Statistics, OECD Secretariat, París.

3. J. M. Seguí Simarro (2011): El siglo de oro de la Biotecnología vegetal, Editorial La Voz de Galicia S.A., La Coruña. ISBN: 978-84-9757-273-6.

4. El gen no es exactamente el mismo, pues en bacterias el procesado de los intermediarios de la expresión génica es distinto que en humanos. En realidad los que son iguales son los intermediarios ya procesados (el ARN mensajero o mRNA), aunque se ha optado por esta simplificación para no perdernos en detalles técnicos irrelevantes en este contexto. [N. del a.]

5. Se puede profundizar en el conocimiento de la mejora genética vegetal en el siguiente libro de J. I. Cubero (2003): Introducción a la Mejora Genética Vegetal, Editorial Mundiprensa, Madrid. ISBN: 84-8476-099-5.

Capítulo 2

¿QUÉ NOS APORTAN LAS PLANTAS TRANSGÉNICAS?

De lo visto en el capítulo anterior podemos deducir que la transformación genética tiene el enorme potencial de conferir a cualquier planta cualquier característica de interés para ella o para el ser humano que la va a utilizar, siempre que previamente hayamos identificado ese gen en otro ser vivo. Sin embargo, es muy importante tener claro que esta ventana abierta a la imaginación no se traduce en la práctica en un campo de pruebas sin limitación alguna. No se invierte tiempo y recursos de investigación en cualquier desvarío transgénico. El coste económico del diseño y la generación de una planta transgénica hace que a nadie se le ocurra utilizar esta herramienta como si fuera un «Quimicefa», probando varios mejunjes para ver qué pasa si se mezclan. No se prueba a introducir el gen de los ojos azules a una planta, para ver si desarrolla ojos, y si de paso estos son azules. Esto no consiste en fabricar Biofrankensteins con hojas y raíces, sin más finalidad que la de su propia creación. Pese a que sería un buen argumento para una película de terror de serie B, no se trata de eso. Y si por casualidad a alguien se le ocurriera, se toparía con dificultades muy serias para encontrar alguna entidad, pública o privada, que financiara semejantes ocurrencias. Esta tecnología solo se utiliza, a nivel de laboratorio, para ensayar eventos de transformación que puedan tener un interés para la investigación básica, o bien bajo una perspectiva claramente aplicada.

En investigación básica, la posibilidad de manipular los genes a voluntad abre un enorme abanico de aproximaciones experimentales para conocer cómo funcionan las plantas. Del mismo modo que se hace en modelos de experimentación animal, se pueden fabricar transgenes «mixtos», formados por un gen propio del organismo que se vaya a estudiar junto con un gen que fabrique una proteína marcadora. Fluorescente, por ejemplo. Es el caso de la proteína verde fluorescente, conocida en inglés como Green Fluorescent Protein, o GFP. Esta proteína, propia de las medusas de la especie Aqueoria victoria, tiene la propiedad de emitir luz verde fluorescente cuando se le ilumina adecuadamente. Esta es la razón por la que este tipo de medusas emiten luz por la noche. Si aislamos este gen y lo unimos al gen X que queremos estudiar, tendremos una construcción que fabricará la proteína del gen X unida a una GFP, que conferirá luz a la proteína X y por tanto visibilidad. Así, un científico podrá estudiar dónde se fabrica la proteína X y adónde se desplaza para realizar su función biológica. De este modo se ha podido saber que hay genes que solo funcionan produciendo proteínas, por ejemplo en las hojas, y que luego estas proteínas se desplazan a otros lugares de la planta, donde desempeñan su función, por ejemplo, induciendo la floración. Este es tan solo un ejemplo concreto de estudio básico, que fuera del laboratorio no tendría más transcendencia que la de fabricar una planta fluorescente. Sin embargo, otro científico puede llegar luego y basarse en ese estudio para continuarlo, y llegar a descubrir una proteína que es capaz de inducir la floración, y que por tanto puede utilizarse para promover la floración temprana de cultivos que florecen muy tarde, aumentando así los meses en los que este cultivo proporciona frutos para el consumo. Se habría conseguido producir frutos fuera de su temporada natural, algo que tanto agricultores como consumidores agradecerían. Esta sería la traslación de una investigación básica a un resultado aplicado, útil de algún modo para la sociedad. Como este, podrían ponerse miles de ejemplos, no ficticios sino reales, de conocimientos generados gracias a la transgénesis como herramienta para investigación, y que han tenido posteriormente reflejo en un resultado práctico, tangible y beneficioso de algún modo para la sociedad. Sin embargo, la utilidad en investigación básica de la transgénesis no es el objetivo de este trabajo. Por ello, nos centraremos en las vertientes más directamente aplicadas.

Raíz de Arabidopsis thaliana transformada con una fusión de GFP y una proteína nuclear (histona). Se observa que además de la autofluorescencia típica de las paredes celulares vegetales, la única luz verde proviene del núcleo de las células, que es donde las histonas realizan su función biológica. Imagen de Zirc.

En cuanto a estas, las que realmente interesan más allá de las cua-tro paredes de un laboratorio, a continuación veremos cuáles son las principales líneas de investigación en este sentido y cuáles de ellas han llegado finalmente a plasmarse en un producto cultivado y comercializado.

1. TENDENCIAS EN INVESTIGACIÓN APLICADA

Desde un punto de vista aplicado, la transgénesis se ha utilizado en plantas fundamentalmente para dos cosas: para mejorar cultivos introduciéndoles nuevas características de interés agronómico, económico o nutricional, y para obtener plantas que sinteticen sustancias de interés farmacéutico o industrial. Podríamos decir que la transformación genética se utiliza como una forma avanzada de mejora. Todas las aplicaciones que de ella se derivan se caracterizan por tener un claro interés económico, medioambiental, o médico-nutricional. Por hacer, en definitiva, a las plantas más útiles para la sociedad.

1.1 Plantas con mejores características agronómicas

Este tipo de aplicaciones engloba la obtención de variedades cultivadas idénticas a las existentes salvo en un pequeño matiz: su resistencia a una o varias plagas, a herbicidas o a condiciones ambientales adversas o a distintos tipos de estrés. De esta manera se puede obtener el mismo producto comercial final, el mismo fruto o vegetal, pero de un modo mucho más barato o eficiente, ahorrando mucho dinero en costes de producción.

Plantas de cacahuete normal y transgénica resistente a plagas. Ambas plantas han sido expuestas al taladro del maíz. La de la izquierda es infectada. La de la derecha resiste. Imagen de Georgia Tifton.

Por ejemplo, evitando tratamientos fitosanitarios, innecesarios si la planta resiste a las plagas por sí misma. Así, se han desarrollado cultivos resistentes a distintos tipos de plagas, como el tizón en las patatas1 o distintos tipos de insectos en maíz, cacahuetes, algodón o soja.

Se pueden también obtener cultivos más productivos añadiéndoles resistencia a los herbicidas, pues no tendremos los problemas de toxicidad en el cultivo de interés que genera el uso extendido de herbicidas para combatir las malas hierbas, o bien necesitarán menos recursos como fertilizantes o abonos o agua. O se reducirán las pérdidas ocasionadas por las sequías, o por las heladas, etc. O llegarán al consumidor en mejor estado al mejorarse el comportamiento postcosecha, retrasando por ejemplo su maduración y su consiguiente ablandamiento.2

Tomates de maduración retardada. En la imagen aparece el Dr. Athanasios Theologis con su creación, tomates modificados para inhibir la síntesis de etileno, responsable de la maduración. Imagen de Jack Dykinga.

Pueden también producirse cultivos capaces de implantarse en zonas con condiciones extremas. Por ejemplo, con suelos áridos, en los que hasta ahora no podía crecer nada porque las variedades no resistían sus condiciones de salinidad o de presencia de sustancias tóxicas para ellas. Este último es el caso de las plantas modificadas para incrementar su capacidad de producir ácidos orgánicos que neutralizan el efecto tóxico del aluminio y son así capaces de crecer en suelos con elevadas concentraciones de este metal.3 Hay que recordar que en el año 2000, después de la sequía el problema más importante de la agricultura era el de la toxicidad provocada por la acumulación de aluminio en el suelo, que afectaba a casi el 40% de la superficie cultivable del planeta. Otras condiciones extremas, en este caso climatológicas, que pueden impedir el cultivo son el frío o la sequía. Para el primer caso se han desarrollado distintos tipos de plantas transgénicas resistentes. Por ejemplo, el maíz resistente que se obtuvo mediante la inserción de genes de la planta Arabidopsis thaliana que disparan la resistencia al frío.4 O las plantas de Eucalyptus globulus modificadas con genes de Deschampsia antárctica,5 la única planta capaz de sobrevivir a -30 ºC. En el 2008, unos investigadores españoles del CSIC obtuvieron una patente sobre un gen que confiere propiedades de gran resistencia a las bajas temperaturas y, además, a la salinidad.6 Para el caso de la sequía, hay muchos científicos tratando de lograr cultivos capaces de crecer en condiciones de estrés hídrico.