Bonita la vida. Una historia de amor con vistas al mar - Azahara Luque - E-Book
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Bonita la vida. Una historia de amor con vistas al mar E-Book

Azahara Luque

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Beschreibung

¿Qué harías si tuvieras la oportunidad de cambiar tu destino para siempre? ¿Te atreverías o preferirías seguir con tu vida? Aza y Juanma se conocieron en un famoso reality de la televisión. Las cámaras y la audiencia fueron testigos de la magia que fluía cuando ellos estaban juntos. Al salir de la casa todos querían saber cuál sería el final de aquel cuento de hadas, pero aquello no había hecho más que empezar. Una vida en común, dos niños y varios peludos pondrían el punto y seguido a un viaje que aún tiene muchas páginas y kilómetros que recorrer. Esta es una historia de amor, pero también una historia sobre quién soy y adónde quiero ir. Es además un relato lleno de amistad, de independencia, de risas, de sueños, de libertad, de familia, de respeto por la naturaleza, de vida consciente y, sobre todo, del valor y la importancia de ser coherente con uno mismo. Un libro con vistas al mar que te invita a disfrutar, a vivir y a sentir lo bonita que es la vida.

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

 

Bonita la vida. Una historia de amor con vistas al mar

© 2022, Azahara Luque Moreno

© 2022, Juanma Furio Pérez

© 2022, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

 

Diseño de cubierta: Rudesindo de la Fuente - Diseño Gráfico

Ilustración de cubierta: Naranjalidad

 

ISBN: 978-84-9139-778-6

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Dedicatoria

El destino nos tenía preparada una sorpresa

1. Cómo empezó todo

2. Por fin entramos en la casa

3. Primero amigos, luego todo lo demás

4. Los peores momentos

5. Da igual quién pidiera el beso

Un proyecto común

6.Dejarlo todo

7. Con un mar debajo del brazo

Hacer de cada instante una aventura única

8. Un buen team

9. Tal y como somos

10. Una forma de vivir

11. Cosas que no se pueden comprar

El cronómetro se pone en marcha. A mil latidos por hora

Recetas veganas ricas y fáciles de

 

 

 

 

 

 

A tod@s aquell@s que nos apoyáis día a día junto a esas estrellitas que nos cuidáis desde algún bonito lugar

 

 

 

 

 

CUANDO ME DIJERON que entraba en Gran Hermano, las piernas me empezaron a temblar. Acababa de aterrizar en Copenhague para pasar unos días junto con unas amigas. Era camarera y la temporada había sido larga, necesitaba descansar y desconectar, pero no, el móvil me puso delante otro escenario.

 

Azahara, entras en Gran Hermano.

 

Durante varias semanas viví en una especie de irrealidad que luego se convirtió en un sueño. Antes de ir a GH, mi vida estaba en Málaga. Había estudiado Dietética y Nutrición para aprender a comer bien y llevaba dieciséis años trabajando por la noche de camarera en Olivia Valère, una discoteca muy conocidilla de Marbella. Lo hacía en verano sobre todo, y así ganaba lo suficiente para vivir durante el invierno, que era cuando aprovechaba para viajar, una pasión que tengo desde niña. Me encantaba salir fuera de España y disfrutar de otras culturas, de caras nuevas y de formas de vivir distintas. Estuve una temporada en Nueva York y otra en Londres.

 

 

Trabajar y viajar, conocer gente de otros lugares. Esa era la vida que me gustaba llevar.

 

AZAHARA LUQUE

 

 

 

 

 

 

TODO FUE CASUALIDAD.Todavía recuerdo el día que mi primo Jonathan me dijo que podríamos apuntarnos a Gran Hermano, y cómo empezamos a fantasear con la idea de entrar en uno de los realities más conocidos de la televisión. Pero al ver que llamar para inscribirse costaba dinero, pasamos de presentarnos. Sin embargo, un compañero de trabajo lo hizo por mí y me envió la inscripción prácticamente hecha. Tras pasar varios castings, un día llegó la llamada con la noticia:

 

Juanma, entráis en Gran Hermano 15.

 

Aunque sentí cierto nerviosismo por lo que me esperaba, pensé en lo guay de poder disfrutar de la experiencia.

Mi vida por entonces me encantaba, hacía lo que me había propuesto. Trabajaba en una escuela de surf que había montado un antiguo compañero de universidad. Y justo antes de entrar al concurso, me ofreció ser socio de la misma. No lo dudé y le dije que sí.

Siempre he tenido relación con el mundo del deporte. Lo he practicado desde los cinco años y también me he formado en ello. Primero hice un ciclo de Educación Física y luego dos másteres: uno de profesor de Educación Secundaria y otro en Preparación Física. Hasta que entré en GH con treinta años, di clases de actividad física de base, de natación, de baloncesto, de tenis, de fútbol sala, de judo… Llegué incluso a ser entrenador en las categorías inferiores en el Valencia Club de Fútbol.

Cuando recibí el mensaje me sentía muy realizado. En la escuela de surf en la que trabajaba había conseguido unir enseñanza y deporte. Era feliz relacionándome, enseñando a la gente, viendo su progresión, viviendo en un entorno sano…

 

 

Y surfeando en los ratos en los que no estaba dando clase.

 

JUANMA FURIO

1 Cómo empezó todo

 

 

 

 

 

Hola, soy Azahara, vivo en Málaga y ella es Siri, mi compañera de vida.

 

LA VERDAD ES QUE ENTONCES no era muy fan de los realities ni tampoco me veía dentro de un GH. Hoy en día sigo alucinando con el hecho de que llegara a entrar. Y más aún cuando recuerdo lo que pasó después.

Un día, mientras trabajaba en la discoteca, se me acercaron unas personas que resultaron ser de la productora. Su trabajo consistía en buscar nuevos perfiles para el concurso, y lo hacían entre todos aquellos que se presentaban a los procesos de selección, pero también ojeando por distintos lugares de la geografía.

El reality requería de concursantes variopintos, cuyo principal objetivo era dar juego para que funcionaran bien en el concurso y se pudieran hacer buenas audiencias.

Me preguntaron si me interesaría presentarme a un casting y les dije rápidamente que ni de coña. Porque me conozco y sé lo nerviosa que me ponen las cámaras. También porque estaba convencida de que no podría aguantar en un concurso como GH. Pero unos días después, no sé por qué, cambié el chip y pensé: «¿Por qué no?». Como ya he dicho, era final de temporada y estaba agotada porque el ritmo cada noche era brutal. «¿Y si voy en plan aventura, rollo tratamiento de choque para superar lo mucho que me imponen las cámaras?», me dije.

Dicho y hecho. Sin pensármelo dos veces, cogí la tarjeta que me habían dado y les llamé. Me dijeron que los castings ya se habían cerrado, pero que podía mandar un vídeo y ellos lo incluirían. No perdía nada. Total, si gustaba, bien y, si no, pues a otra cosa.

Llegué a casa y, como me daba tanta vergüenza grabarme, cogí a mi perrita Siri y con ella agarrada me lancé a hacer la presentación. No sé cuánto tardaron en llamar, e incluso dudaba de que lo fueran a hacer, pero sí, lo hicieron, y me citaron para ir a Madrid.

Llegué al AVE sin apenas dormir. La noche de antes trabajamos a tope y hasta muy tarde porque en la discoteca pinchaba un DJ muy conocido.

En el casting me hicieron muchas preguntas. Yo, la verdad, es que estaba superdormida y fui contestando a todo como pude.

Después de aquella primera fase me llamaron para más pruebas, y a todas llegué con el mismo sueño y el mismo cansancio. Trabajaba a diario y siempre me convocaban por las mañanas.

 

 

VIVA LA NATURALIDAD

 

Recuerdo una anécdota en uno de los últimos castings, cuando ya estábamos en la fase final. Esa mañana iban a hacerme fotos porque podía ser elegida para entrar. Me dijeron que fuese vestida con la ropa que usaba en mi día a día. En la discoteca, mi «uniforme de trabajo» era un vestido y unos tacones, así que me presenté con unos pantalones rotos caíos, una camiseta ancha y en chanclas… Y con unos zuecos de madera en el bolso, por si acaso.

Cuando me vieron aparecer, una de las chicas con la que había hablado en Marbella me miró con asombro y me dijo:

—Pensaba que ibas a venir con la ropa con la que te conocimos. ¿No has traído algo más sofisticado?

—No, os debí entender mal. Pensé que tenía que traer la ropa que llevo normalmente. La que uso en la discoteca es mi look de trabajo.

Otro de los chicos del casting me aseguró que iba perfecta y me hicieron las fotos sin problema…, pero no me volvieron a llamar más.

Cuando la temporada de verano acabó, me fui a Copenhague con mis amigas. Quería pasármelo bien, eran mis vacaciones. Pero nada más bajar del avión, apenas pisé suelo danés, me telefonearon. Cuando les dije donde estaba, se inquietaron:

—Ay, por Dios, Azahara, ten mucho cuidado, no te vayas a caer y te rompas una pierna, porque el lunes tienes que estar aquí en Madrid. Entras en GH 15 —me dijeron.

Me quedé bloqueada. Las pocas veces que había considerado la posibilidad de entrar en el concurso, yo misma me autoconvencía pensando que no me iban a llamar. Aquello se había quedado en una aventura sin más. Pero ahora esa locura estaba a punto de materializarse y de convertirse en realidad.

Aquellos días mis amigas me notaron muy nerviosa, pero los de la productora me advirtieron que no se lo podía decir a nadie. Y así lo hice. Bueno, sí que se lo conté a mi madre, obviamente, y a mi jefe, porque es una de las personas que más me conoce. Todavía hoy no se cree que tuviera el valor de ir a un concurso lleno de cámaras y de micrófonos, y mucho menos lo que me ocurrió después.

 

 

ESPONTÁNEA, SIN CENTRARME Y A LO LOCO

 

Los días previos a entrar en el concurso estaba tan nerviosa que no sabía ni qué preparar ni qué maleta hacer… De hecho, se me olvidó meter un montón de cosas que iba a necesitar. Menos mal que ya en Madrid, durante los días que tuve que permanecer en el hotel y donde «se suponía» no podías salir, me escapé y compré algunas cosas básicas, sobre todo camisetas. Luego en la casa le pediría ropa a Juanma.

En ningún momento me preparé para nada el concurso. A veces creo que me escogieron precisamente por mi forma de ser: impulsiva, natural, libre para expresarme…

… También porque no sabía nada del reality y buscaban personas que no llegaran con el guion aprendido sobre cómo actuar o sobre lo que tenían que hacer para no salir expulsados.

Hoy en día aún me sigo preguntando cuál fue el chispazo que prendió la mecha para meterme en algo así, para llamar a los que me captaron en la discoteca, para acudir a todos los castings, para entrar al concurso y para que se encendiera la otra chispa que viví dentro de la casa.

 

 

Pienso que todo lo que sucedió era algo que el destino me tenía preparado… y mira que yo no creo en esas cosas.

 

 

 

 

 

 

Mi primo está zumbado, dice que vayamos a Gran Hermano porque este año es por parejas.

 

NUNCA HE SIDO UNA PERSONA de ver tele, ni siquiera tenía una en casa. En aquella época tampoco existía ni Prime Video ni Netflix, aunque sí me gustaba ver documentales sobre deportes que me aportaran conocimiento y placer. Buscando las mismas sensaciones que tengo cuando practico alguno. Tampoco solía ver realities ni programas o tertulias donde todos se chillaban o se hablaban mal, no me gustaban nada entonces y me siguen sin gustar nada hoy. A veces incluso me cabreaba y me molestaba.

Sin embargo, y aunque pocos lo reconocieran, todo el mundo acababa viendo GH solo o acompañado con su novia, con alguna amiga o con sus padres. Y al igual que el noventa y nueve por ciento de los españoles, yo vi algunos programas de aquella primera edición. Pero en las siguientes se perdió la frescura y la esencia de aquel que cambió la vida a Ismael Beiro.

Lo curioso es que no siendo una persona seguidora de este tipo de realities, acabara formando parte de uno de ellos. La vida es así de alucinante.

 

 

¿Y POR QUÉ NO?

 

La cosa empezó de la forma más tonta. Estaba con mi pareja de entonces cuando me llamó Jonathan:

—Primo, me han dicho que el GH de este año es por parejas. Podíamos ir. Dicen que a nosotros seguro que nos cogen.

Con Jonathan tenía bastante relación. Nos unían muchas cosas porque habíamos trabajado varios años en una empresa de aventura y deportes de rafting, de kayak, de barranco… No le hice mucho caso, la verdad, pero luego, cuando quedamos para entrenar juntos, siguió y siguió dándole al tema. Al final, me lio tanto que empezamos a bromear con presentarnos:

—Llama tú.

—No, llama tú.

Ninguno de los dos llamamos. Cuando leímos bien las instrucciones nos dimos cuenta de que hacerlo costaba dinero y decidimos dejarlo. El asunto se quedó ahí, pero un día se lo comenté a Hugo, mi colega de la escuela.

Al cabo de unas semanas —recuerdo bien el momento porque acababa de hacer una actividad para introducir en el mundo del surf a niños con parálisis cerebral, para crearles estímulos nuevos—, llegó Hugo y me dio la noticia:

—Mi madre y yo hemos llamado a lo de GH y hemos hecho la inscripción. Aquí tienes la contraseña. Ya es cosa vuestra. Os van a coger fijo.

Me lo tomé con calma y llamé justo un día antes de que acabara el registro online. Lo hice también por deferencia a mi colega y a su madre, que se habían gastado el dinero. No confiaba para nada que aquello se hiciera realidad. Pero, bueno, mandamos las fotos que nos pidieron y también grabamos el vídeo de presentación sentados en un sofá hinchable que teníamos en la escuela. Lo bajamos a la playa y nos presentamos…

… A partir de ese día nuestra aventura como los Primos de GH empezó.

 

 

LOS CASTINGS

 

Poco después de aquella presentación nos telefonearon para decirnos que habíamos sido seleccionados para el casting de Valencia. Yo no estaba seguro de si seguir adelante porque era la época de más trabajo en la escuela de surf. Incluso ese mismo día llegaba un cole con unos cien peques.

Mi primo también trabajaba ese día allí, yo le decía todo el tiempo que cómo nos íbamos a ir con tanto lío. No lo veía nada claro. Siempre he sido poco flexible con los temas de trabajo. Sí o sí hay que cumplir. Pero hablé con Hugo y me animó para que fuéramos, aunque nos dijo que volviéramos lo antes posible.

Menudo cuadro formábamos ambos. Fuimos en bañador, con camiseta de tirantes, con chanclas, las mochilas con los neoprenos y una neverita con la comida porque teníamos que trabajar por la tarde. Como mucha gente iba disfrazada, pensarían que nosotros también. Pero en realidad íbamos vestidos con nuestro «uniforme» de trabajo.

La verdad es que flipé con el ambiente, no me gustó mucho. Rellenamos los formularios e hicimos todo lo que nos pidieron.

—Vosotros sois los primos, ¿no? —nos dijeron—. Subid, que vais a hacer una prueba de cámara.

Yo me descojonaba. No había pasado un casting en mi vida. Tampoco sabíamos qué significaba hacer la prueba de cámara, pero según nos contaron era porque teníamos muchas posibilidades de que nos cogieran en el programa.

 

 

«LOS PRIMOS» EN EL PRIMER GH POR PAREJAS

 

No había contado a nadie todo lo que estaba viviendo, ni siquiera a mi pareja de aquella época. Cuando me confirmaron que era finalista para entrar, todo se precipitó. Fue una situación un poco loca y complicada.

Me llamaron un viernes. Estaba comiendo en el momento que sonó el teléfono. Fue entonces cuando se lo conté a todos. Mi madre no se lo terminó de creer, la verdad. Tampoco se lo podíamos decir a mucha más gente. Te jugabas ir o no. De hecho, se rumoreaba que había unas chicas de Sevilla que tenían que haberse incorporado con nosotros, y publicaron algo en sus redes o se lo contaron a quien no debían y las dejaron sin participar. Se hacía todo con mucho secretismo y tras cada casting te repetían una y otra vez que no podíamos decir nada.

Lo único para lo que me preparé antes de entrar fue para aguantar estar encerrado tanto tiempo. Hablé con un amigo psicólogo que me dio unas pautas, una rutina diaria para sobrellevar el encierro. En principio, no sabíamos cuántas semanas íbamos a estar, pero había que mentalizarse para las que fueran. También me dijo que me creara unas palabras clave para recordarlas cuando las necesitase, en caso de situaciones que me pudieran afectar. Este ejercicio se convertiría en un estímulo para aferrarme a ellas y no adentrarme en terrenos pantanosos, como los de discutir con gente. Dos de esas palabras eran la empatía y la colaboración. Respecto a la primera, mi amigo me dijo:

—Empatiza todo lo que puedas, no intentes cambiar a nadie, vas a estar conviviendo una temporada allí y empatizar es lo que te puede ayudar más. Cada uno tiene su vida, su historia, y lo que a ti te puede parecer una tontería al otro le puede parecer un mundo.

Nos avisaron un viernes y el martes cogíamos el tren rumbo a Madrid; yo cargando con estos consejos a cuestas. Y después de dos días metidos en un hotel, el jueves, ahora sí que sí, empezaba nuestra aventura.

 

 

LA ÚLTIMA SEMANA ANTES DEL PRINCIPIO DE UNA NUEVA VIDA

 

Hacer una maleta para tres meses fue una tarea supercomplicada. Era septiembre y entrábamos con ropa de verano, pero luego, si aguantabas dentro, llegaría el otoño, el invierno y el frío. Inicialmente, metí bañadores, ropa de deporte, camisetas de manga corta y de tirantes, pantalones largos, y también ropa para vestir un poco mejor los días de las galas. Más adelante nos entregaron ropa de abrigo.

Se suponía que del hotel en Madrid no podíamos salir, pero nosotros lo hicimos igualmente. Íbamos a estar encerrados bastante tiempo en la casa como para chuparnos dos días más allí entre cuatro paredes. Lo hicimos solo para respirar aire libre, para desconectar, porque nos pasamos las horas viendo monólogos en el móvil.

Durante aquellos ratos comentábamos sobre lo que creíamos que podría pasar. ¡Pero lo que sucedió luego poco tenía que ver con lo que pensábamos! La realidad supera con creces lo que tienes en la mente, sobre todo si no has vivido algo parecido con lo que comparar. O si anteriormente no has visto muchos GH, ni has hablado con nadie ni has buscado en internet nada de nada. De todo eso y de mucho más hablamos la última noche antes de entrar. Entre risas y fantaseando, repasamos lo que podría ocurrir, en plan positivo y con buen rollo. Sin imaginar nada. Pero la vida nos iba a dar una buena sorpresa…

… A los dos.

El premio solo lo podía ganar uno de los componentes de la pareja. En nuestro caso, mi primo y yo firmamos un papel, con DNI y todo, para que ganase quien ganase lo compartiese con el otro. Teníamos miedo de que el concurso o el dinero nos pudieran cambiar de alguna manera. Soy una persona que cree que siempre hay que tener los pies en el suelo. En todo momento era consciente de que mi historia estaba fuera y de que estos concursos son pan para hoy y hambre para mañana. Y si ganas, ese premio no te va a dar de comer siempre.

Nunca pensé en la repercusión que podría tener en mi día a día Gran Hermano. Y, luego, mira cómo me ha cambiado todo.

 

 

Vivía en Valencia y ahora vivo en Málaga. Entré con pareja y salí sin ella. Y allí dentro conocí al amor de mi vida.

2 Por fin entramos en la casa

 

 

 

 

 

Madre mía, ¿dónde te has metido, Aza?

 

YLLEGÓ EL DÍA DEL INICIO del concurso. Antes, nos recogieron en unos coches negros y nos taparon los ojos durante muchas horas. Solo comimos un bocata. Después, me quitaron el antifaz y me dijeron que tenía que dar a entender que era una más de un público formado por grupitos de chicos y chicas muy jóvenes. Como no podía hablar con nadie, me sentía bastante cortada y creía que la gente se iba a preguntar qué hacía esa chica sola. Estaba segura de que se darían cuenta de que yo no pegaba nada allí.

Me hubiera encantado esconderme o pasar totalmente desapercibida, pero como estaba lloviendo y hacía bastante frío, no había mucho público entre el que ocultarme. Allí sentada, tiesa como un palo, tenía la paranoia de que todo el mundo me miraba, aunque tal vez solo fuera impresión mía.

Empezó la gala y Mercedes Milá fue presentando uno por uno a todos mis compañeros. Les quitaban el antifaz y los iban metiendo primero en una nave y luego en la casa sin saber muy bien qué es lo que tenían que hacer.