Breve historia de la mitología sumeria - Mª Isabel Menchero Hernández - E-Book

Breve historia de la mitología sumeria E-Book

Mª Isabel Menchero Hernández

0,0

Beschreibung

Breve historia de la mitología sumeria invita al lector a adentrarse en el mundo mesopotámico a través de los mitos que dieron lugar a una de las culturas más impresionantes del mundo oriental y que puso las bases de las diferentes civilizaciones.
Esta obra recoge cómo la sociedad sumeria y en su defecto, la mesopotámica, basaba sus comportamientos en los mitos, ya que en su origen, los dioses sumerios crearon a los humanos para servirlos. A través de estos mitos, se fue creando una cultura y una sociedad única que fue la base de las diferentes culturas de su entorno. Es por ello, que todos los pueblos mesopotámicos tienen los mismos mitos (acadios, asirios, babilónicos, etc.). Inicialmente, estos mitos fueron transmitidos de manera oral, hasta la invención de la escritura cuneiforme, propia de los sumerios. La cosmogonía de este pueblo, que es uno de los enlaces principales para hablar de los dioses y mitos sumerios, se basaba en que la Tierra, cuya deidad era Ki, estaba rodeada por agua, el océano Absu. En la parte superior estaba el cielo An y en la parte inferior estaba el Inframundo Kur o Irkalla. Estas deidades, que vivían en el Dilmun, es decir, en el Hogar de los Dioses, son las creadoras originales del Universo. A través del asentamiento de esta mitología, se van construyendo templos dedicados a las diferentes deidades, donde la sociedad sumeria realizaría ritos y ceremonias en su nombre.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 410

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



BREVE HISTORIA DE LA MITOLOGÍA SUMERIA

BREVE HISTORIA DE LA MITOLOGÍA SUMERIA

María Isabel Menchero

Colección:Breve Historia

www.brevehistoria.com

Título:Breve historia de la Mitología Sumeria

Autor:© María Isabel Menchero

Copyright de la presente edición:© 2022 Ediciones Nowtilus, S. L.

Camino de los Vinateros 40, local 90, 28030 Madrid

www.nowtilus.com

Elaboración de textos:Santos Rodríguez

Diseño y realización de cubierta: ExGaudia, Asociación Cultural

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjasea CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com;91 702 19 70 / 93 272 04 47).

ISBN edición digital:978-84-1305-235-9

Fecha de edición:mayo 2022

A mis padres, por ayudarme

a cumplir mis sueños.

A mi marido, por todo su apoyo.

A Manuel, gracias a sus consejos

este libro ha salido adelante,

sin él no sería una realidad.

Y a mi suegra, por cuidar de Marco cuando más lo necesitaba.

Índice
1. Introducción
2. Creación del Cosmos
Mito de «el diluvio sumerio»
Mito de Enki y Ninhursag
Mito de Lahar y Ashnan
Mito Enki y Ninmah
Mito de la creación del hombre
Mito del nacimiento de la vegetación: una hierogamia cósmica
Enlil y Ninlil
Enki y el orden del mundo
Enuma Elish. Poema babilónico de la creación
3. Panteón Sumerio
4. La vida después de la muerte
La pasión de Lil en la tumba
La lamentación de Urnamma en los infiernos
El descenso de Inanna a los infiernos
La muerte de Dumuzi
Inanna y Bilulu
5. Otras divinidades, espíritus y héroes
Enmerkar y Ensuhkeshdanna
Lugalbanda y el pájaro del trueno
Gilgamesh y Agga de Kish
6. Legado mitológico
La muerte de Humbaba, el guardián del bosque de los cedros
La muerte de Gilgamesh
Gilgamesh y el país de los vivos
Inanna y Shukalletuda
La expulsión de los Qutu
El matrimonio de Sud
Ninurta y las piedras
El regreso de Ninurta a Nippur
La pasión del amor
La boda de Dumuzi e Inanna
La infidelidad de Dumuzi
El sueño de Dumuzi
Emesh y Enten
Los sietes sabios
El viaje de Nanna a Nippur
El matrimonio de Martu
Inanna y Enki
El árbol Huluppu
7. La mitología sumeria en el arte
8. Himnos
Himno al dios An
Himnos al dios Enlil
Himno al dios Enki
Himno al dios Nanna
Himno al dios Zu-En
Himno al dios Utu
Himnos a la diosa Inanna
Himno a los dioses Inanna y Dumuzi
Himno al dios Dumuzi
Himno al dios Ishkur
Himnos al dios Ninurta
Himnos al dios Nergal
Himno a la diosa Nisaba
Himno al dios Numushda
Himno a la diosa Nanshe
Himno al dios Haya
Himno al dios Khendursagga
Himno a la diosa Baba
Himno a la diosa Gula
Himno al dios Nusku
Himno al dios Ninazu
Himno al dios Ningizzida
Himno a la diosa Nintinugga
Himno al dios Shulpae
Himno a la diosa Nana
Himno a Martu
Himnos a reyes
Himno a los reyes Sargón y a Rim-Sin
Himnos al rey Urnamma
Himno al rey Shulgi
Himno al rey Ishbierra
Himno al rey Iddin-Dagan
Himnos al rey Lipit-Ishtar
Himno al rey Enlilbani
Himno al rey Rim-Sin
Himnos dedicados a templos y a objetos
Himno al Eengurra, templo dedicado al dios Enki en la ciudad de Eridu
Himno al Ekur, templo de Enlil en la ciudad de Nippur
Himno al Esikil, templo de Ninazu en la ciudad de Eshnunna
Himno al carro de Enlil
Bibliografía Básica
Anexo
Himnos a divinidades
Himno a Enlil
Himno a Enki
Himno a Inanna y Dumuzi
Himnos a reyes
Himno a Urnamma
Himno a Iddin-Dagan
Columna I
Columna II
Columna III
Columna IV
Columna V
Columna VI
Himno a Lipit-Ishtar
Himnos a templos
Himno al Eengurra
Mitos
Enki y Ninmah
La creación del hombre
La lamentación de Urnamma en los infiernos
Gilgamesh y Agga de Kish
El árbol Huluppu
El diluvio sumerio
Gilgamesh y el país de los vivos
Glosario
Personajes
Templos y espacios religiosos
Términos sumerios

1

Introducción

La mitología sumeria y la cultura sumeria en general han sufrido un atraso en lo que concierne a su investigación en comparación con otras culturas y pueblos como, por ejemplo, Grecia, Roma o Egipto. Esto es debido a que los estudiosos no le dieron mucha importancia porque se dedicaron a otros campos que eran más llamativos para ellos. No sería hasta principios del siglo XX cuando se realizaron las primeras excavaciones arqueológicas, sacando a la luz restos arqueológicos sobre la civilización sumeria. Debido a esto y a la situación geográfica en la que se encuentra, hay un gran vacío investigador, y por lo tanto, un gran vacío bibliográfico.

Los primeros que hicieron descripciones sobre algunos monumentos importantes de la zona fueron los árabes. Sin embargo, no fue hasta la llegada de los daneses cuando comenzaron las investigaciones científicas como tal, ya que fue Carster Niebhur el que se dedicó a ello. Carster Niebhur fue un explorador danés enviado por los reyes de Dinamarca en una misión de exploración en el siglo XVIII a Arabia. Dicha misión fue un fracaso y a la vuelta a su país, pasó por el área que abarca Mesopotamia donde se dedicó a realizar transcripciones de las inscripciones que fue encontrándose.

A partir de este momento, en el siglo XIX continuaron las investigaciones enfocadas especialmente en las inscripciones, y por lo tanto en la escritura. Los encargados de realizarlas fueron los ingleses y los franceses, destacando la obra de François Thureau-Dangin llamada Las inscripciones de Sumer y Acad y la de Arno Poebel, quien se dedicó a la gramática sumeria en concreto. Esto fue un punto de inflexión para entender los himnos sumerios, tan importantes dentro de la mitología sumeria y de los cuales se hablará más adelante.

En lo que respecta a las excavaciones, se realizaron a partir del siglo XIX en diversos yacimientos grandes destacando la excavación del templo de Marduk en Nimrud (Babilonia). Otras excavaciones sacaron a la luz diferentes tesoros sumerios, tumbas, esculturas, y lo más importante, templos. Gracias a esto se empezó a abrir un debate acerca de la «raza sumeria». Los periodos de entreguerras son muy importantes para las investigaciones en este ámbito. Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, se continuaron las excavaciones en Sumer, centrándose esta vez en Uruk, Eridu y Ur, aportando a las investigaciones datos relevantes sobre la sociedad sumeria y su vinculación a otras culturas como la acadia o la babilónica. Así pues, el debate que se había abierto sobre la «raza sumeria» se cerró, puesto que no era lógico pensar en dicha denominación cuando se compararon los hallazgos encontrados en otras ciudades, como Mari o Kish. En dichos hallazgos se pudieron observar características físicas y culturales similares a la de los sumerios, además de poder concretar que para los habitantes de aquellas zonas, Sumer era un país, palabra que en sumerio es kalam.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, se continuó con las investigaciones, esta vez en la zona del golfo de Persia, gracias a las cuales se pudo desarrollar una nueva vertiente de estudio, cuya línea principal de investigación se centraba en que los sumerios habrían estado en continuo contacto con los habitantes de otras zonas limítrofes con el país de Sumer y por ello, es muy difícil deducir cuál es su origen. Esto también influye en la mitología puesto que la mitología sumeria entronca con la acadia, la hitita, la babilónica, etc. Esto se debe a que tienen muchas influencias culturales e incluso se ha llegado a denominar a la religión que aquí nos concierne como mitología sumerio-acadia, ya que es muy difícil diferenciar una de otra. Hay que incidir en que la religión sumeria se expande a través de la oralidad y más tarde, por la escritura. En España, Federico Lara Peinado es el autor de referencia para el tema de la mitología sumeria y en general para la cultura de las diferentes civilizaciones nacidas en Mesopotamia, ya que dedicó diferentes libros a estas cuestiones.

Para concretar el contexto en el que nos hallamos, vamos a hacer una breve descripción de los diferentes periodos en Sumer y lo que implica esto para la sociedad sumeria, y por lo tanto, para la mitología, ya que será gracias a las divinidades mediante las cuales el poder del rey era legitimado. Así pues comenzamos con el periodo de Uruk, que se inicia en el 3750 a. C. y termina en el 3150 a. C. Su inicio está marcado por un cambio importante tanto en el ámbito demográfico como en el cultural, que fue lo que llevó a que se formara lo que hoy conocemos con la denominación de civilización sumerio-acadia. En los estudios sobre este periodo se han hallado diversos santuarios dedicados a diferentes divinidades, localizados en diferentes lugares dentro de lo que conformaría la ciudad de Uruk; es decir, estas investigaciones sacaron a la luz que en cada «pueblo» dentro de la «provincia» se dedicaron santuarios distintos a diferentes divinidades. Y lo que ello conllevó fue al desarrollo de la iconografía dando lugar a las representaciones de ciudadanos y de sacerdotes, los primeros siempre desnudos, mientras que los segundos aparecen vestidos. Entre estas representaciones hay que destacar la representación de rituales dedicados a los templos de las divinidades, debido al tema que nos ocupa en este libro.

A partir del 3150 a. C. comienza la etapa de Jemdet Nasr, la cual termina en el 2900 a. C., donde lo más significativo es que aparece la escultura, y por lo tanto, las estatuillas representando a algún personaje importante de la sociedad sumeria. No será hasta la aparición de las dinastías arcaicas, periodo que abarca entre los años 2900 a. C. y el 2334 a. C., cuando se vea una separación del templo y del poder político, ya que antes iban de la mano. Aunque los dioses eran todavía los que legitimaban el poder real, este no era en sí el propietario de los hombres y del resto de las tierras, sino que era el dios tutelar de cada uno de los lugares que abarcara el país de Sumer. Esto está ligado al pensamiento sumerio de que si hay buenas o malas cosechas, por poner un ejemplo, tiene que ver con el dios, como sucede incluso hoy en día. Sin embargo, era el rey el que debía facilitar la acción de que dichas cosechas fueran finalmente buenas, proporcionando infraestructuras suficientes para que esto se pudiera llevar a cabo. Esta cuestión también se puede ver reflejada en el pensamiento sumerio de que el rey en la guerra era el que planteaba la estrategia y era el que la llevaba a cabo, mientras que solo eran los dioses los que decidían si ganaban finalmente la batalla o no. Es por ello que el rey en realidad es una especie de enviado por los dioses para realizar las acciones que estos deseen. Esto también tiene su parte mala, puesto que si el rey no realizaba bien ese trabajo, los dioses podían vengarse del pueblo al que protegían.

Los sumerios ejercen una gran influencia en los territorios que se encuentran alrededor del país de Sumer, debido a la extensión que hubo de las materias primas en toda la zona. Uno de ellos es el territorio de los acadios: Acad, el primer imperio mesopotámico que se extendía por la región de Kish y por el valle medio del Éufrates. Al estar en contacto directo con los sumerios, contaban con una sociedad y un género de vida similar al de estos últimos, incluso llegaron a adoptar el mismo sistema de escritura. Contamos con documentación textual escrita por los sumerios que habla de una manera despectiva de ellos, pero están fechados en la época en la que los acadios ejercían el dominio en la zona. La ciudad de Acad fue fundada por Sargón, quien se conoce como rey de Sumer y de Acad (2334-2279 a. C.), aunque actualmente su localización es desconocida, ya que la arqueología no ha podido encontrar el lugar exacto. Con Sargón comenzaría a sustituirse el idioma sumerio por el acadio, aunque socialmente se continuó con el legado sumerio, por lo que en la religión y en la ideología nada cambió. Al contrario, se siguió con la organización religiosa de los sumerios, proclamándose por ello el mismo Sargón como «ungido de Anun» y vicario de «Enlil».

La muerte de Sargón provocó una revuelta en las ciudades sumerias, cambiando la situación política en algunos lugares, como por ejemplo, Ebla, que recuperó su independencia del imperio acadio. Esto supuso un empeoramiento en el acceso a las materias primas respecto a épocas anteriores, puesto que al estar fuera del control de Acad, ahora se imponían más dificultades añadidas para encontrar madera, piedra y minerales procedentes del monte Tauro.

Máscara atribuida a Sargón de Acad. Ss. XXIII-XXII a. C. Fue saqueada durante la Guerra del Golfo del Museo Nacional de Irak. Actualmente se desconoce su paradero.

No sería hasta que llegó el reinado de Naram-Sin (2254-2218) cuando se recuperó el territorio perdido en los años anteriores. Naram-Sin se nombró «rey de las cuatro regiones», incluso llegó a divinizarse, cosa que hasta entonces no había ocurrido. Esto último hizo que la tradición sumeria de que el rey no podía llegar a tener el mismo estatus que los dioses acabara, ya que se proclamó «dios en su tierra». Este hecho continuó con diferentes reyes, como por ejemplo, Shulgi hijo de Ur-Nammu, al cual hicieron un himno alabando su persona.

El reinado de Naram-Sin estuvo caracterizado por las continuas campañas militares y por hacer frente a las revueltas de la Baja Mesopotamia. Lo que interesa respecto a la mitología y a la ideología mesopotámica es que Naram-Sin fue el primero en representarse con la tiara de los cuernos, que hasta ese momento era exclusiva de las divinidades. Así, lo podemos encontrar en la denominada estela de Naram-Sin, la cual fue encontrada en Susa. Hoy en día se encuentra en el Museo del Louvre. En ella se puede ver a Naram-Sin en posición hierática, con un tamaño mayor que el de los demás personajes que se ven en la estela, portando una lanza, una maza y un puñal. Lo que está haciendo es pisotear a los enemigos muertos, subiendo hacia la montaña que se encuentra situada a la derecha. El otro personaje que aparece en escena es Satuni, el rey de los lullubi, quien está suplicando para que Naram-Sin no acabe con su vida. Los dioses están representados en las estrellas que se encuentran en la parte superior de la estela, ya que el protagonista es el rey, quien cuenta con su beneplácito

El hecho de que Naram-Sin se divinice lo encontramos plasmado en una inscripción que se encontró en Basekti, en Asiria:

«Naram-Sin, el fuerte, rey de Acad: cuando las cuatro partes del mundo juntas se rebelaron, por el amor con que Ishtar le amó, nueve batallas en un solo año venció, y capturó a los reyes que se habían opuesto. Dado que las raíces de su ciudad se había afianzado después de una situación de dificultad, los habitantes de su ciudad con Ishtar en Uruk, con Enlil en Nippur, con Dagan en Tuttul, con Ninkhursag en Kish, con Enki en Eridu, con Sin en Ur, con Shamash en Sippar, con Nergal en Kuta, como dios de su ciudad Acad lo desearon, en Acad su templo construyeron».

Estela de Naram-Sin. Siglo XXIII a. C. Museo del Louvre.

Naram-Sin también será recordado como el que destruyó el templo de Enlil en Nippur. Este hecho está recogido en los textos donde se puede ver que culpan a Naram-Sin de haber realizado tamaña impiedad contra el dios del cielo y de la creación. Según recoge la tradición, sería esto la causa de que los habitantes de las montañas, los Guti, llegaran a Sumer y comenzaran a tener la zona bajo su control. Los habitantes del país de Gutium gobernarían en Sumer durante unos noventa y un años, aunque aquí hay algunos expertos que discrepan y reducen su dominio a cincuenta años solamente.

Tras el gobierno de los Guti, comenzó el renacimiento sumerio, la época neosumeria (Ur III), de la mano de Ur-Nammu, rey de Ur, de Sumer y de Acad, quien fue coronado en Nippur. Este rey estaba bajo la protección de la diosa Nammu, ya que su nombre significa «guerrero de la diosa Nammu». Este periodo es importante para lo referido a la mitología y a la religión porque se construyeron muchos templos, en total quince, en la zona de Lagash, destacando el templo dedicado al dios Ningirsu, conocido como E-ninnu.

Este periodo terminaría con la llegada de los amorritas quienes dividieron en reinos independientes los diferentes estados. Todo lo que antes había sido sumerio, se sustituyó por lo acadio, haciendo que la cultura, la lengua y la sociedad sumeria se olvidara, aunque más bien fue una evolución hacia lo acadio y a lo amorrita. En lo religioso, Enlil dejó de ser el dios supremo del panteón y por lo tanto, Nippur, capital desde antiguo, dejó de ser el eje principal del país.

Una vez visto el contexto histórico, vamos a explicar brevemente el contexto arquitectónico, ya que es un elemento a destacar con respecto a la mitología. En cuanto a la arquitectura mesopotámica, el palacio es visto como eje de las ciudades y hay que tener en cuenta que son elementos de gran importancia, puesto que es donde se celebraban los sacrificios en nombre de los dioses. Los palacios también son los reconocidos por el pueblo como el medio por el cual conseguir carne, ya que una parte de los animales que se inmolaban en los sacrificios era distribuida entre los habitantes.

Ruinas del templo de Nippur. Fotografía realizada a principios del siglo XX.

En lo referente a los templos, para los mesopotámicos eran los lugares donde vivían los dioses. Allí también se alimentaban a través de las ofrendas que realizaban los súbditos que tenían acceso al lugar, puesto que solo los privilegiados podían entrar. Era, junto con el palacio, uno de los polos de la ciudad. Había una gran cantidad de santuarios de diferentes tamaños: algunos se componían de un porche, un vestíbulo y la cámara donde se encontraba el dios, mientras que los de mayor proporción eran una agrupación de salas, patios y terrazas que rodeaban al zigurat. En cada ciudad había uno de estos últimos, puesto que su función era la de estar consagrado al dios protector de la ciudad donde se encontraba. También tenía una función religiosa relacionada con la astrología puesto que se unía el cielo y la tierra, como en la creación del Cosmos. En ellos se hacían las ceremonias dedicadas a los dioses, junto con los ritos, así que los zigurat se utilizaban como un elemento en el cual hacer que el dios bajara del cielo para materializar esos ritos en la tierra, además de hacer que los hombres subieran al cielo al lugar donde estaba la divinidad. Por otro lado, también había una gran cantidad de capillas dedicadas a diferentes dioses localizadas en distintos lugares de la ciudad, como por ejemplo en los barrios. Como podemos observar, esto también se da en la actualidad. Al igual que los palacios, los templos también distribuían al pueblo la carne de los sacrificios religiosos que se realizaban en su interior. Económicamente también eran lugares importantes, puesto que ahí se desarrollaban intercambios de productos de primera necesidad, como productos de lujo y de artesanía. En la ciudad estado el ensi era el gobernante de la ciudad y llevaba el templo del dios que protegíala ciudad, mientras que su esposa estaba a cargo del templo de la diosa. Sin embargo, en Babilonia y Asiria los reyes eran los que se encargaban de los templos. En ellos también se realizaban los cultos y los rituales consagrados a los dioses. Dichos cultos y rituales eran diferentes dependiendo del dios al que estuvieran dedicados. Estos estaban ligados a los nombres de los meses puesto que en cada mes se realizaba un ritual diferente y de este, tomaban su denominación.

Zigurat de Ur. Construido en el periodo de El Obeid, fue dedicado al dios Nanna. Hoy en día se localiza en el área de Irak, cerca de Nasiriya.

Relacionado con la oralidad de la mitología y con la escritura se encuentran los himnos sumerios, que son un material donde se puede ver muy bien la concepción que tenían los sumerios de sus dioses y de las proezas de los mismos. Se han podido recoger una gran cantidad de ellos, contabilizando más de tres mil. Los textos eran creados por los dubsar o escribas, quienes aprendían a realizarlos en las escuelas de escritura, llamadas edubba. Los expertos escribas que enseñaban en dichas escuelas eran los llamados ummia, que en época babilónica tuvieron un papel muy importante puesto que gracias a ellos el idioma sumerio no se perdió. La literatura sumeria también contaba con la mitopoética, que consistían en poemas de tipo épico sobre las hazañas de los dioses, como por ejemplo el origen del Cosmos y del hombre; la literatura épica contaba con textos sobre héroes como por ejemplo Gilgamesh, Enmerkar o Lugalbanda; las lamentaciones, que eran escritos sobre desastres tales como la desaparición de los dioses; los conjuros, plegarias de tipo individual que van en contra de los espíritus y divinidades malignas; los presagios, que aunque contamos con muy poca cantidad de ellos, hay que destacar los presagios de Udug-hul; la literatura histórica, que es el tipo menos utilizado por los escribas, aunque dentro de este cabe destacar la estela de los buitres; la literatura sapiencial, donde se recogen disputas, ensayos, preceptos e instrucciones, proverbios y exhortaciones: las disputas son los debates mientras que los ensayos por su parte son los textos que recogen la filosofía religiosa. En cuanto a los preceptos e instrucciones, son consejos acerca de las actividades que se realizan, por ejemplo, en relación a la agricultura. Los proverbios nos cuentan aspectos prácticos de la vida mientras que las exhortaciones son las peticiones que hacen los hombres a los dioses. Por último, los poemas de tipo amoroso nos hablan de las aventuras amorosas de los dioses, y las epístolas son cartas a las divinidades como, por ejemplo, la carta de Inanmakama a la diosa Nintinugga.

La finalidad de los himnos es la de cantar la gloria de las divinidades, buscando el beneplácito de las mismas. Para ello las personas que querían rezar a los dioses se los aprendían de memoria. Además, en los templos, los santuarios y las capillas los cantaban todos los días y todas las noches. Dentro de los himnos hay diferentes tipos: adab, tigi, shirgidda, shirnamursanga, shirnamshubba, babale, ershemma, ershahunga, shirsud y kishubgu. En cuanto a la técnica y al estilo se pueden diferenciar himnos de mayor longitud y otros de menos longitud, pero todos ellos con una técnica sencilla, fácil de entender aunque las estrofas estén elaboradas. Destaca la utilización del paralelismo a la hora de crear las estrofas, aunque se utilizan técnicas literarias distintas. Según los poetas, los himnos se podían dividir en: shir -canción-, shir-hamun -cantos de armonía-, shir-namnar -cantos musicales-, shir-namgala, -cantos del sacerdote gala-, shir-namur-sagga, -cantos de heroicidad- y shir-namsipad-inan-na-ka -cantos del pastoreo de Inanna. En todos ellos se escribían anotaciones de los instrumentos que se debían utilizar para acompañar al himno.

Dentro de estas diferentes estructuras se encuentran los dos tipos de himnos que había: los que estaban dedicados a los dioses y aquellos cuya función era la de exaltar la figura de los reyes, utilizándolos como propaganda política. Es por ello que a la hora de realizar cultos y rituales eran unos elementos muy importantes para obtener el favor de la divinidad. Por otro lado, también se encuentran los dedicados a objetos o a templos.

Como las religiones del ámbito semita tienen mucha relación, es propio decir que en vez de ser religión sumeria sea sumerio-acadia, como se ha mencionado anteriormente, pudiendo haberse realizado tal sincretismo en el siglo IV a. C. Cada ciudad sumeria tenía su propio panteón, por lo que cada una de las ciudades contaba con una familia de dioses. Hay un dios para cada una de las situaciones de la vida, existiendo un dios tutelar en cada ciudad, que a nivel ideológico estaba relacionado con la centralización de los recursos. Aquellos fieles que entregaban ofrendas en los templos sostenían a la divinidad para que esta les ofreciera protección y les ayudara con sus peticiones.

Tablilla que contiene un conjuro que era utilizado contra el mal de ojo. En estas 23 líneas el dragón-serpiente es el protagonista del conjuro e interviene en un acto ritual el dios Enki para realizar la invocación contra el mal de ojo. Está datada en el segundo milenio antes de Cristo. Museo del Louvre.

En cuanto al sacerdocio, era un elemento muy importante puesto que eran los sacerdotes (en) los que cuidaban de los templos. El rey era el sacerdote supremo, siendo el encargado de construir los templos y de que las ofrendas y las festividades siguieran su curso. Los sacerdotes que se dedicaban a los templos normalmente formaban parte de la familia o del círculo más íntimo. Aparte de estos, también estaban incluidos en esos cuidados los intendentes (agrig), administradores (sansa), los constructores y arquitectos (isag), los purificadores (ishib), los encargados de lo funerario (ushku), los que se dedicaban a las lamentaciones (dimma), los músicos (nar), los cantores (gala), además de aquellas personas que estaban dedicadas al personal de servicio dentro del templo, como por ejemplo, los eunucos. Por otra parte, estaban las sacerdotisas, donde también había categorías: nin-dingir (gran sacerdotisa), las mujeres que eran propiedad de los dioses (sal-dingir), las prostitutas sagradas (nu-gig), además de ser esclavas al servicio de los dioses, que podían estar compuestas por esclavas propiamente dichas o mujeres libres que voluntariamente se hacían esclavas para realizar dicho servicio. Estas esclavas eran muy importantes puesto que eran el enlace entre lo terrestre y lo divino, ya que se unían con los dioses. Todos ellos iban al templo cuando se requería de su servicio, es decir, no vivían de manera perpetua en él.

Estela de los buitres, que conmemora la victoria del rey Eannatum de Lagash contra Umma. 2450 a. C. Museo del Louvre.

Entre las festividades más importantes de los sumerios se encuentran la celebración de Año Nuevo, denominado como Zagmu; la que tenía que ver con las distintas fases de la luna y las que se hacían en honor de la restauración de los templos además de las dedicadas a las victorias militares.

2

Creación del Cosmos

La religión sumeria estaba adaptada a una sociedad ganadera y pastoril, de ahí que los dioses en su mayoría fueran vitales para el ciclo agrario o ganadero, puesto que estaban intrínsicamente conectados con la naturaleza. En cuanto a las concepciones religiosas de los sumerios, los elementos principales que ocupan dicha concepción son el agua y la sexualidad. El culto más arraigado que se puede encontrar en Sumer es el dedicado al cielo y al firmamento, ya que tiene mucho que ver con el elemento pastoril del que hemos hablado anteriormente. La religión mesopotámica estaba relacionada directamente con los problemas y actividades que había en la tierra, como la fertilidad de las tierras de cultivo y del ganado. La tierra y el agua eran los elementos más importantes para los sumerios, puesto que sabían que los medios por los cuales generar vida. Sin embargo, para los sumerios esto no podía tener una razón natural en el mundo, sino que tenía que haber sido establecido por unos seres superiores, es decir, los dioses puesto que la organización del universo era perfecta. Para ellos, las divinidades eran los entes sobrenaturales que eran igual que los hombres pero sin las necesidades de las que estos últimos requerían y sin que se les provocaran enfermedades ni, por supuesto, la muerte. Además, los dioses tenían poderes superiores que hacían que el mundo estuviera regido por ellos, puesto que todo giraba alrededor de los deseos de los mismos. En cuanto a los cultos regulados se pueden diferenciar tres tipos: el culto familiar, el culto urbano y el culto racional.

En relación a los dioses, hay que decir que eran seres antropomorfos, con carácter humano y que había una gran cantidad de ellos, además de que estaban relacionados con aspectos de la vida y de la naturaleza. Los dioses eran superiores a los hombres tanto a nivel intelectual como a nivel físico; el agua, el cielo, la tierra y el aire eran controlados por los dioses de mayor poder, por lo que si había alguna calamidad o alguna proeza era debido a los dioses.

La religión sumeria era localista ya que estaba basada en la organización en ciudades-estado. Los neosumerios y acadios crearon un panteón de los dioses haciendo una clasificación teniendo en cuenta los diferentes tipos que había de divinidades. Esta clasificación tenía como base intentar aclarar los misterios que rodeaban a la vida humana y al mundo.

Los elementos más importantes de los mesopotámicos eran el cielo infinito, el agua irrespetuosa y la feracidad de la tierra. Así destacaba An, el dios del cielo, Enlil el señor del viento y de la tempestad, Ki, la señora de la tierra y principio de la fertilidad y Enki, el señor del Inframundo, aunque también controlaba el agua.

La explicación del nacimiento de todo se encuentra en el mito sumerio de la Creación. En dicho mito se dice que Nammu, era el océano primordial, mientras que Khur-sag-an-ki era la Montaña Cósmica que estaba formada por An y Ki. Aparte estaba el caos acuoso que es el Apsú. Cuando dicho mito se dice que Nammu, era el océano y Khur-sag-an-ki se unen, nace el dios Enlil, el cual fue el que produjo que el cielo y la tierra se separaran. Para que la tierra tuviera claridad, Enlil creó a Ninlil, la cual también era diosa del aire y a Nanna, dios de la luna. Nanna tuvo a un hijo con la diosa Ningal, Utu, que era el dios del sol. Por otro lado, Enlil creó junto con su madre, Ki (también llamada Ninmakh, Ninkhursagga y Nintu) a las plantas y a las aguas dulces. De ellos deriva todo el panteón sumerio que veremos en el siguiente capítulo.

El Génesis de Eridu, poema sumerio escrito cerca del 1600 a. C., cuenta cómo se crea todo, las ciudades, los templos aunque destaca la parte en la que Enlil envía un diluvio a los humanos. Puede verse como un mito cosmogónico y cosmológico, pero es el Enuma Elish el que se tiene como un mito como tal de creación del mundo. Esto se completa con la lista de los dioses conocida bajo el nombre de «An: Anum». Ahí Lahmu y Lahamu dan a Diri y Dari, que son el ciclo del tiempo. Estos crean a Ershar y Ninshar, señores del círculo que son los creadores del círculo del horizonte, el cual tiene su representación en Anshar y Kishar. Este horizonte estaba a lo largo del borde del universo. Después estaban el horizonte del cielo y de la tierra, luego, en sí, el cielo y la tierra parece ser que fueron creados como discos yuxtapuestos planos.

MITO DE «EL DILUVIO SUMERIO»

El mito del diluvio sumerio fue recogido por la tradición cristiana para elaborar el suyo propio protagonizado por Noé. En esencia es el mismo suceso: un castigo divino en forma de diluvio para acabar con la humanidad, para el caso sumerio, o con los pecadores en la versión cristiana.

La tradición sumeria comienza recalcando que este hecho era el medio divino que tenía el objetivo de acabar con el ser humano. Una vez finalizado, los supervivientes regresarían a la tierra, pero construirían nuevas ciudades y templos para servir a los dioses.

En la creación del mundo conocido para los sumerios intervinieron An, Enlil, Enki y Ninhursag, ya que por ejemplo crearon el pueblo conocido como «cabezas negras». Tras esto la vegetación se desarrolló enormemente y con ella los animales de todo tipo. Las divinidades fijaron el fundamento de la realeza divina en la tierra, haciendo descender del cielo el cetro, la tiara y el trono de la realeza, al igual que quedaron fijadas las reglas y los destinos divinos. Después fue el turno de las cinco ciudades en los denominados lugares puros, siendo convertidas en centros de culto:

«La primera de estas ciudades, Eridú, la dio al jefe Nudimmud, la segunda, Baltibira, la dio al nugig, la tercera, Larak, la dio a Pabilsag, la cuarta, Sippar, la dio al héroe Utu, la quinta, Shuruppak, la dio a Sud».

Cuando comenzó el diluvio para evitar sus males se limpiaron los canales y las zanjas de irrigación. No obstante, los estragos eran inevitables. En este contexto el rey Ziusudra oyó advertencias procedentes de los dioses:

«Un diluvio va a inundar todas las moradas, todos los centros de culto, para destruir la simiente de la Humanidad [...]. [Tal] es la decisión, el decreto de la Asamblea [de los dioses]. [Tal] es la palabra de An, Enlil [y Ninhursag]».

En poco tiempo se desencadenaron numerosas tempestades y vientos, el agua comenzó a entrar en los centros de culto. El castigo se alargó por siete días y siete noches, al cabo de los cuales el sol (el dios Utu) volvió a salir. Ziusudra, que construyó una enorme barca para sobrevivir al diluvio, abrió una ventana de su embarcación por donde penetraron los rayos solares. El rey se arrodilló ante Utu e inmoló en su honor a un gran número de bueyes y carneros, dando gracias por el feliz suceso. Con la vuelta a la calma, An y Enlil hicieron aparecer de nuevo a los animales, por lo que Ziusudra se prosternó ante aquellas divinidades, las cuales tomaron cuidado del soberano y «le dieron vida» como si de un dios se tratara, ya que gracias a su acción la humanidad pudo sobrevivir.

Tablilla en escritura cuneiforme del Génesis de Eridu. 1699-1600 a. C. Museo de Arqueología y Antropología de Filadelfia.

Otro mito que habla sobre la creación es el de Enki y Ninhursag, donde se habla del Dilmun, el paraíso de las divinidades y de la creación de divinidades para curar enfermedades.

MITO DEENKI YNINHURSAG

Este mito se encuentra escrito en unas tablillas datadas en época de Ur III, es decir, del periodo del renacimiento sumerio (2112 a. C.-2004 a. C.) y de época paleo-babilónica, periodo que destaca por ser el primer Imperio babilónico que dura hasta la creación del estado por Hammurabi (1792 a. C.-1595 a. C.). Es un mito de creación de connotación sexual cuya interpretación es bastante difícil y complicada, puesto que hay varios versos que faltan y la composición es diferente a los demás mitos.

El mito comienza hablando de que la tierra Dilmun, el paraíso de los dioses, era pura, limpia y resplandeciente. Allí fue el lugar donde Enki se asienta con su esposa, Ninhursag, puesto que como el paraíso de los dioses, allí sería el sitio perfecto para vivir. En dicha tierra, en un primer momento, viven ellos dos solos, sin ningún dios más. Esto se ve reflejado en el mito cuando se dice: «En Dilmun el cuervo no profiere graznidos, el pájaro-ittidu no profiere el grito del pájaro-ittidu, el león no mata, el lobo no roba la oveja. Desconocido es el perro salvaje, devorador de cabritos». Este fragmento nos incita a pensar que, aunque hubiera animales junto con ellos, no eran seres que tuvieran las características por las que se les conoce en la tierra de los hombres. En el caso del pájaro ittidu podría referirse a un tipo de ave cuyo lamento estaría relacionado con la muerte y con la devastación. Como se puede observar, los elementos que se menciona en el fragmento tienen todos un sentido negativo, puesto que la tierra Dilmun es el paraíso donde solo cabe el positivismo y donde no se hace daño a nadie ni a nada. También se cuenta que no existen viudas, por lo que tampoco existe la muerte ni la vejez, además de que tampoco hay enfermedades.

Una vez descrito lo que había en Dilmun, Ninsikilla, hija de Enki y Ninhursag le dice a su padre que Dilmun, creada por Enki, no tiene varios elementos necesarios para que se cree vida, por lo que Enki hace que brote agua dulce para que se puedan regar las tierras donde se cultiva el grano, además de poder tener agua en abundancia para que la vida germine en dicha tierra, como se puede ver en el siguiente fragmento: «De la boca de donde fluye el agua de la tierra le trajo agua dulce para la tierra». Puesto que Enki era el dios de las aguas dulces, hizo que los pozos de «agua amarga» se convirtieran en «pozos de agua dulce». De ahí que los prados se conviertan en fértiles, como símbolo de fecundidad y de germinación de la vida.

También aparecen mencionados los dioses Utu, Nanna y Nintu: de los dos primeros no se tiene explicación de por qué, pero Nintu se nombra puesto que es la diosa del nacimiento y al ser un mito de creación, es importante que se tenga en cuenta su intermediación. De ella se dice que, una vez que Enki hace brotar el agua dulce, Nintu hace que el falo de Enki cree el agua que cubra los diques y las cañas en los ríos. Después de esto, Enki fecundó a su esposa Ninhursag, haciendo que su semen cayera en el pecho de la diosa. Cuando pasaron nueve meses, dio a luz a la diosa Ninmu. Esta diosa también conocida con el nombre de Ninsar, Ninki o Ninmah, era la diosa de las plantas, denominada como la Señora de la tierra. Una vez que Ninmu ha nacido, se dice de ella que era hermosa y es cuando Enki, su padre, le pregunta a Isimud, dios mensajero cuya caracterísitca principal era tener dos caras, que si no besará a Ninmu. A esto Isimud le contesta que debe besarla y para ello «levantará un viento poderoso» como símbolo de que la unión está bien vista.

De esta manera, Enki besa a Ninmu y la fecunda, tal y como hizo con Ninhursag, depositando el semen sobre el pecho de Ninmu y de dicha unión, después de nueve meses, nació Ninkurra. Ninkurra, la señora del pasto, fue fecundada por su padre Enki, después de que este le hubiera hecho la misma pregunta a Isimud sobre si debería besarla, respondiendo este último que sí. Cuando fue fecundada, después de nueve meses, dio a luz a Uttu, diosa de las plantas, de los tejidos y de la ropa.

En este punto, el mito cambia de esquema, pues se introduce un nuevo diálogo entre Enki y Uttu. En dicho diálogo el dios le dice a su hija que le va a dar un consejo, a la vez que le ofrece pepinos. Lo que está haciendo Enki es ofrecer a la diosa de las plantas la posibilidad de hacer crecer vida vegetal. Y como es bien sabido, las plantas necesitan agua para germinar, crecer y sobrevivir, así que Enki llena los diques y hace que los lugares secos ahora sean sitios perfectos para que se desarrollen las plantas.

Así aparece un nuevo personaje llamado Jardinero que se alegra de que Enki haya hecho que el agua ahora fluyera en mayor cantidad, haciendo que su labor fuera más fácil, por lo que le da las gracias por sus actos. A esta nueva figura dentro del mito, Enki le pide los frutos que ha plantado y que han germinado; de esta manera el Jardinero le da sus pepinos, sus manzanos y sus uvas. Enki haciéndose pasar por él, lleva a su hija Uttu estos frutos y yace con ella. Una vez que Enki deposita su semen en este caso en el regazo de Uttu, de su unión nacen los árboles, la mala hierba, el espino, la alcaparra y diversas plantas más. Una vez que estas están creadas, Enki le dice a Isimud que quiere decretar el destino de las mismas. Isimud lo que hace es ofrecer cada una de las plantas que han brotado de la unión entre Uttu y Enki, diciéndole el nombre de cada una.

En este punto es cuando empieza el conflicto entre Enki y Ninhursag, la cual maldice a su esposo y le dice textualmente que no le volverá a mirar con el ojo de la vida hasta que no esté muerto, ya que está muy molesta porque ha yacido con sus diferentes hijas, incluso llega a engañar a Uttu y así aprovecharse de ella, como se ha señalado anteriormente. Esto significa que Ninhursag provoca en Enki ocho enfermedades, que vienen producidas a partir de las ocho plantas que crea y que le ofrece Isimud para que las pruebe. Ninhursag huye y los Annunaki, es decir, los hijos de los dioses An y Ki, junto con Enki encomendaron la tarea de hacer regresar a Ninhursag a un zorro a cambio de Enki le prometiera a este último que su nombre sería recordado y que haría brotar árboles y plantas. De esta manera el zorro viaja por las distintas ciudades del país, teniendo en cuenta que cada dios tenía la protección de una ciudad en concreto.

Tablilla con el mito de Enki y Ninhursag, es una copia de la original. Lo que está escrito en cuneiforme en esta tablilla pertenece al momento en que el dios Enki viola a la diosa Ninimma y el nacimiento de Uttu. En concreto son 41 líneas del mito. La copia está contextualizada a principios del segundo milenio. Museo del Louvre.

Así pues, pasa por Nippur, por Ur, por Larsa, por Uruk... en busca de la diosa. En este punto el texto está muy fragmentado y no se tiene una certeza exacta de lo que ocurre a continuación, pero se puede interpretar que Ninhursag estaba junto a Enlil y que el zorro consigue que vuelva junto a Enki y los Annunaki. De este modo Ninhursag le empieza a hacer una serie de preguntas a su marido, llamándolo hermano, parentesco que también les unía. La pregunta que siempre formula a Enki es «Hermano mío, ¿qué te duele?», puesto que ella le había provocado ocho enfermedades distintas y el dios siempre contesta una zona del cuerpo distinta a lo que la diosa responde con la creación de un dios dependiendo de cada caso, para curarle. Así asistimos a la creación de los siguientes dioses, cada uno de ellos ligado a una zona de Sumer de la cual serían protectores: Abu, dios de las plantas; Nintul, señor de Magan; Ninsutu, casado con Ninazu, Ninkasi, diosa que sacia los deseos, Nazi, casado con Nindara, Dazimuda casada con Ningizzida, Ninti diosa de los meses y por último, el que gobernaría en el Dilmun sería Enshagag, siendo el señor del paraíso de los dioses.

En cuanto al mito de Lahar y Ashnan, en él se habla de la creación del ganado y de los cereales.

MITO DELAHAR YASHNAN

El mito de Lahar y Ashnan, incompleto puesto que falta el final del texto, comienza haciendo referencia a la creación de los Anunnaki por parte de An, haciendo hincapié en el momento en el que no existía ni ganado ni cereales. Tampoco había sido creada Uttu, que aquí se la nombra como diosa de la ropa y de las plantas, puesto que no se había construido templo alguno para ella y es por ello, que sin lugar sagrado, no podría sobrevivir. Se dice que las ovejas, las cabras, los corderos y los cabritos no existían, por lo que como se ha dicho anteriormente el ganado no se había creado. Como tampoco había ninguna divinidad del grano no existían los cereales, por eso se nombra al grano shesh, que es el trigo, y otros tipos de cereales que no se habían creado. Como no había cereales, tampoco existía el pan, entonces los Anunnaki tampoco sabían de la existencia de este para nutrirse.

Esto tiene relación con el hecho de que Uttu no se había creado por lo que no había plantas ni tampoco ropa para que los dioses se vistieran, hechos que son nombrados en el mito. De esta manera los Anunnaki crean en la mansión Duku, lugar donde estos vivían, a las diosas Lahar y Ashnan, divinidades del ganado y del grano respectivamente, creándose así el ganado y los cereales.

Con relación a la creación del hombre, según el mito fue Nammu el artífice a través de la arcilla del Abzu, contando con la ayuda de la diosa Ninmah y de Enki. El motivo de la creación del hombre fue para que este sirviera a los dioses. También se encuentran los Dos Prólogos del Gran Tratado de astrología, del que hay una versión sumeria y dos acadias. En este texto se cuenta que los dioses creados de los astros fueron Anu, Enlil y Ea.

MITOENKI YNINMAH

En cuanto a los mitos de Enki y Ninmah y la creación del hombre, en ellos se cuenta la creación de los humanos en el contexto en el que la tierra y el cielo ya se habían separado, es decir, ya estaban los dioses de la tierra -Ki- y del cielo -An- formando esas áreas, y en el que los destinos de los dioses ya se habían determinado, los Anunnaki ya habían sido creados y las diosas se habían casado y habían sido madres, y cuando los dioses ya habían conseguido comida y bebida. En ese momento es cuando para procurarse su sustento, los dioses deben trabajar. Así pues, hubo una diferenciación de rangos dependiendo de los trabajos que iban a realizar: dioses de primer rango, cuya labor era mantener una responsabilidad, mientras que los dioses de segundo rango se dedicaban a trabajos más duros y fatigosos, como por ejemplo, excavar, moler el cereal, etc. Es por ello que dichos dioses se quejaban de que a ellos les hubiera tocado esa vida, mientras que había otras divinidades que no tenían que ensuciarse las manos. Sentían envidia, sobre todo del dios Enki que según el mito «no cesaba de dormir». La queja de los demás dioses sobre lo que hacía, o mejor dicho, sobre lo que no hacía el dios primordial llegó a oídos de Nammu, la diosa madre y madre de Enki, la cual se lo hizo saber, como podemos ver en el siguiente fragmento del mito: «¡Hijo mío, tú reposas, estás durmiendo, no interrumpes tu sueño, pero los dioses, mis criaturas, te recriminan eso. Abandona tu lecho, ejerce tus talentos con inteligencia y fabrica unos sustitutos a los dioses a fin de que ellos cesen de trabajar!».

De esta manera, el dios se levantó y como dios de la inteligencia que era comenzó a pensar qué podría hacer para satisfacer las demandas de los demás dioses. Una vez que el proyecto estuvo hecho, fue a su madre y le dijo que la criatura que ella quería para apaciguar la cólera de los dioses estaba fabricada, aunque solo la estructura, faltaba que ella, Nammu, le diera forma con un fragmento de barro originario de las orillas del Abzú. Una vez que la hubiera moldeado, la diosa sería la encargada de darle la naturaleza y el espíritu que ella quisiera. Cuando estuviera hecho todo este proceso, la criatura se convertiría en hombre. Sin embargo, para llevar dicha hazaña a cabo no estaría sola, sino que la ayudarían distintas diosas: Ninmah, la diosa de la tierra, Ninimma, Shuziana, Ninmada, Ninbara, Ninbug, Musargaba y Ninguna.

Al finalizar la tarea, el destino de los hombres sería decidido por Nammu y la diosa Ninmah sería la encargada de ordenar a la nueva especie que debían trabajar para los dioses, sus creadores. De este modo, las diosas se pusieron manos a la obra y comenzaron a moldear figuras humanas hasta llegar a la cantidad que necesitaban. Enki estaba alegre de ver cómo el fruto de su idea estaba dando resultado y fue felicitado por todas y cada una de las divinidades que estaban trabajando para lograrlo.

Una vez que hubieron terminado, Enki organizó un gran banquete en honor de su madre, Nammu y Ninmah, para festejar su éxito rotundo. A Nammu le dio de comer gusag, que era una especie de pan, mientras que a An, a Enlil y Nudimmud, les ofreció cabritos asados. Las alabanzas a Enki llegaban por parte de todos los dioses: «¡Oh, señor del gran entendimiento! ¿Quién es más sabio que tú? Enki, gran señor, ¿quién puede igualar tus acciones? Como padre y progenitor eres tú quien tiene los grandes poderes del mundo». De esta forma, Enki conseguiría ser recordado como el que acabó con la esclavitud de algunos dioses, cargando esa tarea a los humanos.