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El libro que tienes en tus manos es una invitación a embarcarte en un viaje transformador hacia el entendimiento profundo de la economía doméstica y tus finanzas personales. Desde valorar tus ingresos e identificar los tipos de gastos en los que incurres a diario, pasando por establecer un presupuesto sólido para gestionar mejor tus recursos, hasta aprender a ahorrar y adquirir nociones sobre en qué invertir, cada capítulo está diseñado para fortalecer tus habilidades financieras de manera gradual y efectiva. Ya seas una profesional en ascenso, una emprendedora en ciernes o alguien que busca mayor claridad en el ámbito financiero, este manual te brindará las herramientas y el conocimiento necesarios para gestionar tus finanzas personales de manera eficiente y así alcanzar una vida plena, autónoma y llena de bienestar. Más que un manual, se trata de una guía confiable hacia la autonomía financiera y el bienestar duradero. **** Al leer Breve manual de economía doméstica y finanzas personales te unirás a una comunidad creciente de mujeres decididas a tomar el control de sus vidas económicas. Prepárate para desafiar tus límites y abrazar la autonomía financiera con confianza. ¡Toma el control de tus finanzas, toma el control de tu vida!
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Seitenzahl: 150
Veröffentlichungsjahr: 2023
María Eugenia de León
de León, María EugeniaBreve manual de finanzas personales / María Eugenia de León. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4282-3
1. Economía. I. Título.CDD 330.82
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Agradezco a mi familia por su amor y a mis amigospor motivarme a seguir con este proyecto.
Este libro está dirigido a las mujeres −lo siento por los hombres−. Y es que si hay algo con lo que estoy comprometida es que las mujeres alcancen la independencia financiera y, a partir de allí, autonomía. Si cuando leas alguno de los siguientes perfiles dices «¡Esa soy yo!», entonces, este libro es para ti.
Eres la que realizas las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas1, la que hace posible que otras personas: tu pareja, tus hijos, algún familiar, puedan dedicarse a las actividades que quieren y los hacen felices. Por supuesto que cuidar a otros es satisfactorio, pero eso no debe implicar que te olvides de tus sueños.
Tienes años trabajando en la misma organización, pero tienes ganas no solo de hacer algo que te encante sino que te permita obtener ingresos mayores a los que recibes por tu trabajo en relación de dependencia. Está claro que trabajar para otro tiene sus ventajas, pero probablemente has llegado a un punto de tu vida en el que quieres poner en práctica aquella idea que te viene dando vueltas en la cabeza.
Eres una emprendedora que se ha lanzado al agua y que ha descubierto que no es suficiente con tener una idea genial e invertir muchas horas de trabajo para obtener resultados satisfactorios. Estar motivada o tener una buena idea no es suficiente para que un negocio funcione y te dé beneficios. Es imprescindible que apliques algunos criterios de administración y finanzas.
En pocas palabras, porque sé que tu tiempo es valioso −ya hablaremos de eso más adelante−, al leer este libro:
1. Conocerás algunos conceptos y técnicas que te ayudarán a gestionar mejor tus finanzas personales y así alcanzar la igualdad y la autonomía que mereces. Y espero que también el bienestar.
2. Encontrarás herramientas útiles para que, en caso que así lo desees, te atrevas a poner en marcha tu emprendimiento.
3. Aprenderás a comprender lo suficientemente bien el entorno y todos los riesgos que acechan tu emprendimiento. Es decir, refinarás tu pensamiento financiero.
Haz lo que amas y nunca más tendrás que trabajar.2
Sabiduría popular
Un par de cosas más que me gustaría decirte antes de que comencemos este viaje. La primera es que me gustaría que sientas que este libro es una guía, que leerlo es una forma de acompañamiento que además de brindarte información también te estimulará a creer en ti, a que sigas adelante aun cuando parece que las cosas son más difíciles de lo que creías. Recuerda, el que persevera, alcanza.
Y lo otro que te quería proponer es que te comprometas a implementar los consejos y aplicar los recursos de este libro, pues aprender a gestionar tus finanzas personales no es algo que puedas lograr de la noche a la mañana. Si tienes paciencia y especialmente dedicación, verás cómo tu vida cambiará poco a poco y, ojalá, estarás más satisfecha con ella.
1 Cuidar a niños, adolescentes, adultos mayores, personas con discapacidad o un familiar enfermo; amamantar; ordenar, limpiar y lavar los platos o la ropa; cocinar; cuidar a las mascotas; ayudar a los hijos con los deberes escolares; hacer compras; realizar trámites; hacer reparaciones en la casa.
2 ¡Es verdad! Aunque me llevó 40 años darme cuenta.
Te cuento mi historia: nací en el seno de una familia clase media de Rivera. Como quería formarme como Economista, con 18 años tuve que dejar mi casa para venirme a vivir a Montevideo. Una tremenda experiencia cuando se es joven e inexperta. Tenía el futuro por delante y estaba llena de expectativas maravillosas. Pero no había pasado ni un mes viviendo sola cuando me quedé sin dinero. Quedé en shock y, lo obvio, mi autoestima se resintió. Quizás puedas pensar que no era para tanto, que a todos les pasan cosas así, especialmente a las personas jóvenes. Pero debes saber que desde pequeña había desarrollado el hábito del ahorro y pensaba que sabía manejar mis recursos de manera responsable y eficiente, pero no me había dado cuenta de que no tenía idea de cómo gestionar mis finanzas personales. ¡Ay, mamita querida!
En casa de mis padres nunca se habló de dinero de manera clara, pues ellos siempre tuvieron dinerofobia3. Para complicar aún más la situación, cada uno tenía un concepto diferente o, más bien, opuesto del dinero. Para mi padre era una cosa seria, debía guardarse e invertirse. Para mi madre era para disfrutar, debía servir para darse gustos.
Este ambiente familiar en el que hablar de dinero no resultaba fácil produjo un resultado interesante. A los 5 años ya sabía que el dinero era un asunto importante en la vida de las personas. Recuerdo cuando, por esa época, mi madre me llevó a comprarme un traje de baño a una tienda que estaba de moda. El traje de baño que había escogido para mí era hermoso: azul oscuro con vivos en azul claro. ¡Me encantaba! El problema era que yo estaba consciente de que si mi madre lo compraba habría una discusión en casa. Por ello, en contra de lo esperado, le dije que no lo quería. Aunque por dentro era algo que deseaba con todas las ganas.
Esta experiencia me hizo aprender mi primera lección sobre el dinero:
Hay que hablar de él.
Aparte de la dinerofobia, en mi casa no contábamos con un gran presupuesto. Me corrijo, el presupuesto familiar era ajustado, lo que significaba que si gastábamos mucho y mal, luego no alcanzaría para asuntos importantes. Gracias a que esta circunstancia estaba muy clara, no admitía otras interpretaciones, aprendí mi segunda lección sobre el dinero:
Hay que optimizar los recursos.
Así fue cómo a los 12 años comencé a hacerme cargo de comprar la ropa para mis hermanos. ¡¿Por qué siendo tan pequeña se encargaba de eso?! Seguramente te preguntarás. La respuesta es sencilla, yo gestionaba el dinero muy bien. ¿Recuerdas que te dije que mi mamá pensaba que el dinero servía para darse gustos? Bueno, a diferencia de mi madre, yo compraba solo lo que mis hermanos necesitaban y así lograba que el dinero rindiera el doble. Por supuesto, gracias a mí jamás usaron ropa de marca –cosa que sigue siendo motivo de conversación en las reuniones familiares–. Además, viviendo en plena frontera, no había excusa para no buscar los mejores precios.
Con el entrenamiento que tenía y la experiencia acumulada, cuando tenía 15 años le pedí a mi abuela hacerme cargo de comprar los regalos navideños. Me la estaba jugando. Todos tenemos expectativas muy altas respecto a los obsequios que recibimos en Navidad y no es fácil complacer a diferentes personas. Pero me tenía fe. Al final logré comprar unos lindos conjuntos de ropa para todos y, lo mejor de lo mejor, por el precio que hubieran pagado mi madre y mi abuela por unas chinelas, el regalo tradicional de todos los años.
Otro recuerdo que tengo de la relación de mi familia con el dinero pertenece a mi época de estudiante. En aquel entonces les había pedido a mi madre y a mi abuela que me dieran las monedas que les quedaban de los cambios. Y es que la tercera lección que aprendí sobre el dinero fue:
Al principio ahorrar parece un gesto insignificante, pero a la larga produce un gran resultado.
De hecho, pasado el tiempo llegué a reunir bastante plata de esta manera. Claro, había que tener la paciencia de reunirla y la constancia de no gastarla. Pero después de viajar a mi infancia en la máquina del tiempo quiero volver al momento en que me di cuenta de que no sabía manejar mis finanzas personales, cuando era estudiante universitaria. Entonces, luego de recuperarme como mejor pude del trauma, me puse manos a la obra para mejorar el manejo de mi dinero. Era eso o devolverme a Rivera. Este cambio me permitió años más tarde, por ejemplo, prestarle dinero a mi compañera de apartamento cada vez que ella lo necesitaba para llegar a fin de mes. Si te preguntas qué es lo asombroso de esta anécdota, debo añadir que mi amiga se había recibido de contadora, que tenía un buen puesto en una empresa y que yo era teleoperadora y mi salario equivalía a un 25 % del suyo.
Para no alargar más esta historia, te cuento que me recibí de Economista y que trabajé en las áreas de contabilidad, administración y finanzas pero que descubrí que mi verdadera vocación era:
Compartir con el mundo todo lo que he aprendido sobre las finanzas personales y, por extensión, la economía del hogar.
No dudo que mi inclinación por este tema tenga que ver con mi experiencia familiar, pero también tiene que ver con las experiencias de las otras personas que he conocido. He visto que no importa la clase social de la que vengas, el país donde vivas o el entorno en el que te encuentres, hay muchas cosas que puedes hacer para que tu vida sea más organizada y satisfactoria desde todo punto de vista, pero especialmente desde el económico. Por ello, te propongo iniciar este viaje en el que compartiré contigo consejos y herramientas que seguro harán más fácil que gestiones tanto tus finanzas personales como la economía de tu hogar. Lo mejor de todo es que, si aplicas los consejos y usas las herramientas, contarás con más tiempo y dinero para disfrutar de las cosas que te hacen feliz.
Te prometo que no te decepcionarás.
María Eugenia
Estas libertades cívicas siguen siendo abstractas cuando no van acompañadas de una autonomía económica.
Simone de Beauvoir
3 Unas páginas más adelante hablaré de este concepto desarrollado por la escritora y periodista brasileña Nathalia Arcuri en su libro Me poupe! (¡Yo ahorro!). Pero, sí, como debes haber interpretado, tiene que ver con el rechazo a hablar de dinero y todo lo relacionado con su manejo.
Tuve la tentación de comenzar a hablar de qué es el ahorro, de las diferentes tácticas que existen para ahorrar y de su importancia para las finanzas personales, pero me di cuenta de que sin ingresos no hay ahorro y se me pasó. Si tus ingresos suman 0 no es posible que puedas tomar una parte y guardarla como forma de ahorrar. No puedes acumular algo que no tienes. Así que pensé que debería hablarte de los ingresos, la base de las finanzas de cualquier persona y de todas las organizaciones, incluso de las que no persiguen el lucro.
Según la periodista Nathalia Arcuri, hay muchas personas que padecen de un miedo a hablar de dinero, es decir, sufren de lo que ella llama dinerofobia. ¿Pero cómo se manifiesta este? Señales inequívocas de dinerofobia son considerar que es feo hablar de dinero y de división de gastos; sentir vergüenza de pedir descuento; tener miedo de pedir un aumento; pensar que los ricos son malos y los pobres son buenos; estar convencida de que invertir es una cuestión de las personas que tienen mucho dinero y creer que Dios nos ayudará a pagar las deudas que tenemos. En otras palabras, la dinerofobia es negarse a tomar conciencia de la importancia del dinero y hablar de él.
El concepto de Arcuri se puede vincular con otros como crometofobia, el miedo extremo a gastar dinero, y los sesgos cognitivos, noción que proviene de la disciplina de la economía del comportamiento. La crometofobia puede llevar a que una persona no pague sus cuentas o deje de socializar para así no tener que gastar dinero ya que esto le genera mucho estrés y ansiedad. Por su parte, el sesgo del presente, que hace que una persona valore más una gratificación inmediata que una futura, y la aversión a la pérdida, que lleva a una persona a no tomar ninguna decisión que implique la pérdida de aquello que le ha costado esfuerzo acumular, también inciden en la manera en que nos relacionamos con el dinero.
Ahora bien, la dinerofobia no solo afecta tus finanzas sino también tus relaciones interpersonales. Y es que muchas parejas se rompen porque las personas no logran ponerse de acuerdo sobre asuntos importantes como el dinero. Lo sé porque he conocido varias parejas que han terminado debido a la dinerofobia, empezando por la que formaron mis padres. Como conté al principio, ellos tenían visiones opuestas sobre el dinero y, para empeorar la situación, no eran capaces de hablar de ello, lo que hizo que, cuando yo tenía 9 años, se separaran. Al principio fue difícil, pero cada uno se sintió aliviado porque a partir de este momento podían vivir según como les parecía. Claro, en términos económicos, no todo fue color de rosa porque las separaciones son financieramente costosas, pero después mi padre inició su negocio y nuestra economía mejoró.
También conozco el caso de una chica que acababa de divorciarse y había quedado en una situación económica muy mala. Ella nunca habló de dinero, ni con sus padres, personas de clase media alta cuya empresa se había ido a la quiebra, ni con su exesposo, un empresario exitoso. Esto hizo, por ejemplo, que ambos aportaran la misma cantidad de dinero al presupuesto familiar a pesar de que él tenía muy buenos ingresos y ella apenas ganaba el salario básico en su trabajo. Inevitablemente esta situación generó muchos desencuentros y fricciones e hizo que el matrimonio terminara. Pero lo peor no fue la ruptura, sino que ella quedó en una situación muy precaria, pues mientras estuvo casada no había podido ahorrar ni un peso.
Nadie dice que el primer paso en una relación de pareja sea establecer una cuenta conjunta y elaborar un presupuesto de los gastos comunes, pero si la relación pretende perdurar, esta será una decisión ineludible. Ciertamente entre las parejas más jóvenes ha crecido el porcentaje que prefiere mantener cuentas separadas –28 % entre las parejas de 25 a 40 años afirma un estudio de Bank of America de 2018–, sin embargo, el decidirse a juntar el dinero y administrarlo de forma conjunta, seguramente, contribuirá a la confianza y también a mantener el orden en las finanzas del hogar. Por ejemplo, si en una pareja cada uno piensa de una manera muy diferente sobre el dinero: él es un gastador compulsivo mientras que ella es una ahorradora estricta, el que decidan establecer una cuenta conjunta puede ayudar a resolver sus discrepancias frente al dinero. Nadie dijo que fuera fácil, aunque hay factores que pueden ayudar. En este caso ficticio, ambos tienen buenos ingresos por lo que se pueden permitir aportar un porcentaje fijo a la cuenta y usar el resto de su dinero como quieran.
Incluso hay un beneficio extra en gestionar el dinero mancomunadamente y es la equidad, pues cuando uno de los miembros de la pareja gana más dinero que el otro no es justo que dividan los gastos a partes iguales. Por eso, me encanta el ejemplo de la pareja que, aunque sus ingresos son dispares, o más bien por eso, todas las decisiones las toman conjuntamente. No hay rispideces porque si hay algo que uno quiere comprar y el otro no está de acuerdo, se respeta o se trata de explicar cuál es el motivo para incurrir en dicho gasto. A fin de cuentas, tanto tener una relación de pareja como tener una cuenta mancomunada tiene que ver con establecer un trato siguiendo ciertas normas. Para establecer las pautas por las cuales te puedes guiar, puedes intentar responder las siguientes preguntas:
• ¿A cuánto asciende nuestro presupuesto mensual?
• ¿Por qué queremos tener juntos una cuenta? ¿Cuáles son los objetivos y las metas?
• Y en caso de que falte dinero, alguno gaste más de la cuenta o no estemos de acuerdo en qué hacer con el dinero, ¿cómo lo resolveremos?
Y así como una relación de pareja se puede consolidar gracias a la superación de la dinerofobia, el vínculo con los hijos e hijas también se beneficiará que se hable de dinero en casa. Para ello es importante que ellos estén al tanto del presupuesto familiar, de cuáles son los gastos en los que incurre la familia, de dónde provienen los ingresos y cuáles son las metas familiares, como educación, casa (alquilar o hipoteca), ahorro y ocio. Aunque quizás haya que empezar más lentamente y narrar historias familiares, tanto de éxito como de fracaso financiero, que sirvan para ejemplificar los valores de la familia. Recuerda que no solo las historias de éxito nos permiten aprender.