Breviario del viejo corredor - Lluís Alabern - E-Book

Breviario del viejo corredor E-Book

Lluís Alabern

0,0

Beschreibung

«Lector, no quieras ver en este libro una guía, un protocolo, un método, pues no es un compendio de consejos, ni de preceptos, ni de vías para alcanzar meta alguna. Lo que encontrarás en estas páginas serán fragmentos hilvanados, reflexiones de un viejo corredor en las que se mezclan el correr con el dibujar y la orografía con la vida. Correr y dibujar han devenido, con el paso de los años, dos de mis actividades nucleares. Empecé a dibujar casi al mismo tiempo que empecé a correr. Descubrí la cortísima distancia que separaba la mano de la mirada, el ojo de la pisada, el lápiz de lo que la mente captaba. Dibujar es una manera de mirar despacio. Correr campo a través es percibir el tiempo geológico, entender que todo, incluso lo pétreo, está siempre en constante movimiento. Así que corre a menudo. Trota tranquilo. Déjate llevar por el terreno. Mira cuando corras. Mucho se habla de las piernas y pies del corredor, pero lo fundamental es mirar, atender la orografía. Anciano corredor, cuida tu mirada. Evita las caídas. Pero si caes, no te resistas. Hazte uno con el suelo. No compitas. No corras para obtener triunfo alguno. Cuando corres te descubres. No intentes su­perarte a ti mismo, no intentes superar al terreno. Respira tranquilo. No hay metas. El horizonte es la meta. El horizonte nunca llega».

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 78

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Cubierta

Portadilla

Breviario del viejo corredor

Breviario del viejo corredor

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

Biografía, montaña y sangre

19

20

21

22

23

24

25

26

27

28

29

30

31

32

33

34

35

36

37

Campo a través

38

39

40

41

Notas

Créditos

Breviario

del viejo corredor

A Marieta y Lucía

Siempre quise una vida desmesurada, bohemia, artística, hedonista. Una vida comprometida con mi tiempo, con los paisajes, una vida, también, heroica.

Empecé a correr a los trece años en las pistas universitarias de Ciudad Central. Todos los niños corren y dibujan, quieren ser exploradores, aventureros, pero en la adolescencia muchos paran. Yo no paré. Ya he cumplido los sesenta, sigo corriendo, dibujando, aún sin rumbo, motivado por la aventura, pero sin horizontes. No tengo una vida desmesurada, pero sí comprometida con los montes, campiñas, bosques, acantilados y mares.

Mi cuerpo ha cambiado. Quiero seguir corriendo. Conozco a unos cuantos corredores ancianos, maestros de la prudencia, el esfuerzo y la gestión del dolor. Casi todos corrían cuando eran jóvenes y siguen haciéndolo a edades en las que no es fácil encontrar motivación. Ancianos de cuerpo nervudo que aman zambullirse en un río helado, pedalear por senderos y carreteras secundarias, correr casi a diario por caminos de grava, subir montañas.

Así pues, lector, no busques en este libro una guía, un protocolo, un método, pues no es un compendio de consejos, ni de preceptos ni de vías para alcanzar meta alguna: no habla tampoco de técnicas ni de equipamientos ni de fisioterapias. Lo que encontrarás pasada esta página serán fragmentos hilvanados, reflexiones de un viejo corredor en las que se mezclan el correr con el dibujar y la orografía con la vida.

Puedes imaginar una línea de puntos cada vez que encuentres el verbo correr. Puedes imaginar, entonces, que escribes sobre esa línea la palabra dibujar. Puedes hacer el ejercicio inverso. Correr y dibujar han devenido, con el paso de los años, dos de mis actividades nucleares. Los naturalistas del siglo XVIII, los topógrafos, algunos alpinistas, construyeron desde la armonía y la medida una ley poética que aunaba el trazo y el esfuerzo físico con el paisaje. En sus cuadernos de viaje anotaban, esbozaban naufragios, relatos, cotas.

Empecé a dibujar casi al mismo tiempo que a correr. Descubrí, aun siendo niño, la cortísima distancia que separaba la mano de la mirada, el ojo de la pisada, el lápiz de lo que la mente captaba. Fue la mía una infancia marcada por las mudanzas, los mapas y los desplazamientos estivales. Nací casi a la vez en dos ciudades antagónicas. Una central, mesetaria; la otra, marinera. Dos lenguas, dos climas. Pasé, además, los veranos de mi niñez partiendo constantemente: subí montañas astures, me bañé en las costas bravas del Mediterráneo, oteé horizontes en los acantilados mallorquines. El cruce entre todas esas bifurcaciones concertó el trazo y el trote.

Dibujar es una manera de mirar despacio. Correr campo a través es percibir el tiempo geológico, entender que todo, incluso lo pétreo, siempre está en constante movimiento.

Breviario

del viejo corredor

1

Corre a menudo. Trota tranquilo. Déjate llevar por el terreno. Mira cuando corras. Mucho se habla de las piernas y pies del corredor, pero lo fundamental es mirar, atender la orografía. Anciano corredor, cuida tu mirada.

Evita las caídas. Pero si caes, no te resistas. Hazte uno con el suelo. Rueda. Me gustan los arañazos en los tobillos, son pequeños trofeos, recuerdos de las zarzas y los arbustos en la piel.

No compitas. No corras para obtener triunfo alguno. Cuando corres te descubres. No intentes superarte a ti mismo, no intentes superar al terreno. Respira tranquilo. No hay metas. El horizonte es la meta. El horizonte nunca llega.

No hay equipamientos indispensables para el corredor anciano. Una tendencia reciente propone al trotador de caminos hacerlo descalzo. Si eres anciano corredor, y siempre recorriste calzado los senderos, no es el momento de descalzarse. Casi cualquier calzado deportivo sirve para correr. No te dejes engañar por campañas comerciales ni modas. Zatopek entrenaba con botas militares sobre la nieve en la región de la Bohemia Central.

*

La naturaleza tiene sus ciclos, sus latidos. Acompásate. «El buen corredor no deja huellas», dice el Tao.

Amo estar solo en el bosque, subiendo una montaña, corriendo senderos junto a un acantilado. Vivimos solos, viejo corredor. Tú ya lo sabes.

Si escuchas al cuerpo, sabrás cuándo y cuánto puedes forzarlo. Corredor anciano, a tu edad ya deberías estar enterado, escuchar tus pulsiones, tus latidos, tus dolores.

En verano corro casi desnudo. Calzón corto, zapatillas. A veces llevo una navaja en el bolsillo interior del calzón. Siempre intento saber dónde hay agua antes de empezar a trotar. En zonas muy secas llevo el bidón en la mano. Si caigo, el bidón cae y las manos quedan liberadas. No quiero atar depósitos a mi cuerpo.

Correr desnudo despierta instintos prehistóricos. No hay nada mejor que acabar la ruta con un baño adámico en el río, en la mar. En otoño, como madroños, cojo castañas, bebo en los arroyos. En verano busco cerezas, en septiembre, moras e higos. Hace dos millones de años mis predecesores hacían lo mismo. Es algo que debe de haber quedado registrado en nuestra herencia genética. Somos salvajes. Lo recordamos cuando estamos desnudos en los bosques, comemos frutos silvestres y bebemos agua de los torrentes.

Abandoné las ciudades. Conozco plantas y animales. Sé reconocer los ruidos tras un arbusto. He agudizado el olfato. Es algo que sucede sin esfuerzo cuando dejas de correr por entornos urbanos.

Una de mis maneras predilectas de correr es hacerlo sin rumbo, sin prisas. Trotar tres o cuatro horas, con una pequeña mochila, queso, frutos secos, cuaderno, lápices. Detenerme bajo una sombra. Comer, beber, mirar, dibujar. Seguir corriendo. Si hubiera sabido en la juventud que esta sencillez me haría tan feliz, habría tratado de inventar una forma de vida basada en ella.

2

Corre donde más aire limpio encuentres. Ve con tan poca ropa como sea posible. Si puedes, corre con los pies desnudos; pero no los fuerces. Conecta con la tierra. Tu carrera es una danza del júbilo. No te sobrepases, infra-pásate, no estas corriendo porque tengas prisa por llegar a ninguna parte. Corre dentro de tu respiración, no corras por delante de tu aliento. Corre lo que creas conveniente, lo mismo da a diario que cuatro días por semana. Corre lo suficiente para aumentar, mantener la fuerza y la resistencia, pero no tanto como para convertir el correr en servidumbre. Cuando corras regularmente, te sentirás mejor corriendo que sin correr. Come sano, de acuerdo con tu apetito, despacio, con alegría. Come simple y correrás ligero. Corre tan erguido como sea posible. Corre fácil. Si no te diviertes, no corras. Recuerda que el objetivo de tu carrera es ser feliz, más sano, completamente tú. Corre meditando. No hay ninguna norma, ninguna victoria excepto la alegría que vives bailando tu carrera. El objetivo en la vida no es correr, dibujar, escribir, sino estar despierto. Correr es un tónico para el cuerpo. Correr es natural. El agua es la corriente. El agua no se separa de la corriente. El cuerpo no se separa del movimiento. Ser consciente requiere observar. El corredor debe abrirse al paisaje, pero primero ha de abrirse a sí mismo, a la consciencia de su cuerpo. Algunas veces correr es cansarse y sufrir sin intención, porque así es la naturaleza humana.

The zen of running1 de Fred Rohé, es un texto asociado a los movimientos contraculturales americanos que me llegó fotocopiado hace años.

Salgo a correr a menudo teniendo en mente sus preceptos, aunque los voy modificando a mi antojo. No sé por qué corro ni cómo he de correr. Corro como dibujo, relajado, sin rumbo, a veces desordenadamente, casi siempre a la deriva.

A los trece años, corría en las pistas universitarias, competía. Modulaba a lo largo de 1.500 metros los límites, las fuerzas. Aprendí a correr forzando, a esprintar antes que mis compañeros de carrera, a hipertrofiar las zancadas, para ganar. Nada tiene que ver aquel correr de la adolescencia con mi trotar actual. Ahora, voy despacio. Cada vez más despacio.

3

El biólogo y escritor Bernd Heinrich ha intentado responder en su libro Why we run: A Natural History2 los porqués del correr. Bernd Heinrich (Bad Polzi, Alemania, 1940) es un afamado biólogo, profesor emérito de la Universidad de Vermont, especialista en comportamiento de insectos y aves. Ese saber sobre el comportamiento de las especies le permitió sospechar que correr es un estado natural implícito a la condición humana. Heinrich ganó carreras de larga distancia y estableció algunos récords en maratones pasados los cuarenta años. En Why we run