Cada uno para sí - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Cada uno para sí E-Book

Pedro Calderón de la Barca

0,0

Beschreibung

Cada uno para sí es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.-

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 104

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Pedro Calderón de la Barca

Cada uno para sí

 

Saga

Cada uno para síCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726510034

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

Don Felix galanes.Don Cárlos galanes.Don Enrique galanes.Don Luis , viejo.Don Diego , viejo.Hernando criados.Simon criados.Tres Alguaciles.Violante damas.Lbonor damas.Juana criados.Ines criados.

__________

JORNADA I.

Salen Don Felix y Hernando, vestidos de camino.

 

Fel. Di al mozo, que trate, Hernando,

De dar un bocado presto;

Porque no he de detenerme

Mas, que solo cuanto llego

De aqui á la iglesia; que fuera

Poco católico zelo,

Sin visitar su Sagrario,

Pasar uno por Toledo.

Hern. Ya el mozo queda avisado.

Asi avisara al infierno,

Que cargara con él.

Fel. ¿Pues

Qué te ha dicho, ó qué te ha hecho,

Que vienes con él tan mal?

Hern. Tú lo sabrás á su tiempo, —

Si antes no lo enmienda Juana. — [aparte.

Mas que me digas, te ruego,

Siendo ya casi de noche,

Adónde quieres ir?

Fel. Necio,

Á amanecer á Madrid;

Porque la hora no veo

(Dejo aparte á Don Enrique,

Amigo tan verdadero,

Que por su gusto me espera,

Y voy á lo que mas siento)

De ver á Leonor, y ver,

Si tratados sus afectos

Son tan bellos, como escritos.

¿Mas quién lo duda, teniendo

Tantas prendas en sus cartas,

Que califican su pecho

De firme en ausencia?

Hern. Yo

Lo dudo y redudo, viendo,

Que para duda y reduda

Hay dos fuertes argumentos;

Muger, firmeza y Madrid;

De su parte es el primero;

Y de la tuya el segundo,

Amor y pobreza; extremos,

Que implican contradiccion.

Y mas hoy, perdido el pleito,

En que fundado tenias

El pedirla en casamiento.

Fel. Uno y otro puede amor

Facilitar, cuando veo,

Que en las cartas, que me escribe,

Una y mil palabras tengo

De que seria mi esposa.

Hern.¿Y qué haremos del proverbio

De que palabras y plumas

Todas se las lleva el viento?

Fel. Dejársele á las comunes

Hermosuras; que sugetos

Soberanos no se dan

Á tan vil partido.

 

DentroViolante.

 

Viol. Cielos!

¿No hay quien ampare una vida?

Fel. ¿No es de muger este acento?

Hern. Si no es de algun semitiple,

Que á esta hora está componiendo

Alguna lamentacion,

De muger parece. Pero

Que lo sea, ó no, qué importa?

Fel. Eso dices? ¿Cómo puedo

Excusarme de no ir

Á socorrerla? [Dentroespadas.

Hern. No yendo;

Y mas cuando sigue el ruido

De espadas á su lamento.

Uno [dent.] Muere, tirano!

 

Dentro Don Cárlos.

 

Carl. Ha traidores!

Hern. Tente!

Fel. Aparta!

 

Salen Violante é Ines tapadas.

 

Viol. Caballero,

Amparad á una muger,

Que de vos se vale, haciendo

El acaso, lo que hiciera

La eleccion. [Dentreespadas.

Fel. Cobrad aliento,

Y decid, qué me mandais?

Viol. Que favorezcais el riesgo

De un hombre, á quien tres embisten,

No tanto (ay de mí!) por esto,

Cuanto porque yo os lo pido,

Valida del privilegio

De muger.

Fel. Á entrambas causas

Respondo con un efecto. —

Traidores! tres para uno?

[Entrasacando la espada.

Hern. Lo mismo dijo un enfermo,

Mirando entrar juntos tres

Doctores en su aposento.

Viol. ¿Por qué vos tambien no vais?

Hern. Porque yo ni voy ni vengo.

Ines. ¿Al lado de vuestro amo

No os poneis?

Hern. Fuera mal hecho

Tomar yo el lado á mi amo;

Que en todo acontecimiento

Parecen bien los criados

Encogidos y modestos,

Sin ladearse con sus amos.

Uno [dent.] Ya que esta ocasion perdemos,

Retirémonos; que otra

No faltará.

 

Salen con espadas desnudas Don Felix y Don Cárlos.

 

Fel. Deteneos;

Porque seguir al que huye

Mas es bajeza, que esfuerzo.

Carl. Por no empeñaros á vos,

Á quien hoy la vida debo, [Envainan.

Me detendré. Mas qué miro!

Don Felix?

Fel. Qué es lo que veo!

Don Cárlos?

Carl. ¿Quién, sino vos,

Llegar pudiera á este tiempo?

Hern. Don Cárlos era? ¿Pues cómo

No voy volando tras ellos,

Y los hago mil añicos?

Fel. Tente, loco!

Ines. Bien por cierto!

Ahora cólera?

Hern. Cada uno

Se encoleriza en pudiendo;

Que al fin en mano del hombre

No está el primer movimiento.

Carl. Á admirar tan nuevo caso

Otra vez y otras mil vuelvo.

Fel. Pues no me lo agradezcais

Á mí; que, sin conoceros,

Claro está que no lo hice

Por vos, sino por mí mesmo,

Empeñado desta dama,

Á cuyo rendido extremo

Debeis el amparo mio.

Carl. Estáme á mí tan bien eso,

Que equivocado en los dos,

Neutral mi agradecimiento,

Por ir (perdonad) al suyo,

Habré de faltar al vuestro. —

¿En fin, Violante, por mas

Que temerarios tus zelos

De los pasados favores

Hagan presentes desprecios,

Te dió cuidado mi vida?

Viol. Yo, Don Cárlos, lo confieso.

Pero una cosa es sentir

La hidalguía de mi pecho

Vuestro peligro, y es otra

La fe de mis sentimientos

Vuestras traiciones. Y asi,

Pues que ya con vida os dejo,

Y tan bien acompañado,

Que pueda aquel noble miedo

Dejarme en pie lo quejoso,

Que no me sigais os ruego

Segunda vez.

Fel. Yo, señora,

De aquesta sentencia apelo;

Que hasta que quedeis segura,

Y deste alboroto lejos,

No os tengo de dejar sola.

Viol. La atencion os agradezco;

Porque quizá habreis pensado,

No con poco fundamento,

Ser yo del empeño causa.

No lo soy; porque viniendo

Tras mí, bien á mi disgusto,

Cárlos, vi que le embistieron

Tres hombres, por otras cosas,

Que allá tienen entre ellos;

Y sobresaltada, á cuenta

De no sé qué inútil tiempo

Que creí sus falsedades,

Os empeñé. Y pues no tengo

Riesgo en ir sola, os suplico,

Sobre lo bizarro, atento,

Á que siempre agradecida

Confesaré lo que os debo,

Os quedeis, y hagais, que él

No me siga; que no quiero,

Que, como dije, atribuya

Á favor del susto, puesto

Que fue por lo que le quise,

Mas no por lo que le quiero.

[Vanse las dos.

Fel. ¡Extraña resolucion!

Carl. No os espanteis, que unos zelos

Tal vez truecan los cariños

En rigores.

Fel. Pues volviendo

Al lance, si no os importa

El mantener este puesto,

Me parece, que no es bien

Durar en él, con rezelo

De que la justicia acuda

Al ruido.

Carl. Prevenis cuerdo;

Y asi por esotra calle

Demos vuelta; que deseo,

Pensando otra cosa, hacer

Queja el agradecimiento.

[Entranpor una puerta y salen por otra.

Hern. ¿Cuándo, señor, será el dia,

Que me saqueis de escudero

Andante, y me hagais por arte

Lacayo de un cura viejo,

Que no sepa, que en el mundo

Hay mas duelo, que los duelos

De su pecho, su estangurria,

Y su tos?

Carl. ¿Vos en Toledo,

Y no en mi casa, Don Felix?

Fel. Bastante disculpa tengo;

Pues cuando pasé á Granada,

Por vos pregunté, y sabiendo,

Que estábais por un disgusto

Ausente, no previniendo,

Que pudo haberse acabado,

Juzgué, que no hubiérais vuelto.

Carl. Por lo bien que á mi amistad

Le está la disculpa, acepto;

Y para que no la hayamos

Menester mas, ve al momento,

Hernandillo, y trae la ropa

Á mi casa.

Hern. ¿Cómo es eso

De Hernandillo? ¿Todavía

Dura el hablar con desprecio?

Carl. No juzgué yo que lo era,

Sino cariño.

Hern. No quiero

Cariños diminutivos.

Fel. ¿Pues qué va de uno á otro?

Hern. Bueno;

De Hernando á Hernandillo va,

Si bien se mide, lo mesmo

Que va, mira si es muy poco,

De Madrid á Madrilejos.

Fel. Ea, deja esas locuras. —

Si no es, Don Cárlos, que tengo

Mas en que serviros, no

Me detengais, porque llevo

Cierto cuidado á Madrid,

Que me importa llegar presto.

Carl. Pues siendo de noche ya,

Dónde habeis de ir?

Fel. Os prometo,

Que es de género el cuidado,

Que en nada mira.

Carl. Yo os ruego,

Siquiera por esta noche,

Os merezcan mis deseos

Huésped; que ha infinitos dias

Que ningun alivio tengo;

Muchas penas sí, Don Felix.

Y será extraño despego

Quitarme uno, que mi dicha

Da por último consuelo,

Desahogándome con vos.

Fel. Hernando, ve, y dile á Pedro,

Que no me espere esta noche;

Que hacer este gusto quiero,

A costa del mio, á Don Cárlos;

Pero que en amaneciendo

Me he de ir.

Carl. Vaya usted, señor

Don Hernando, y vuelva presto;

Que quiero que sea tambien

Mi huésped.

Hern. Tan malo es eso,

Como esotro. ¿Pero dónde

He de volver? que en Toledo

De dia me pierdo yo,

Cuanto mas de noche.

Carl. Yendo

Á la puerta del Perdon,

Entre ella y Ayuntamiento

Te esperamos.

[VaseHernando.

Fel. Pues porque

No pierdan este pequeño

Espacio en la dilacion

Vuestro alivio y mi deseo,

Mientras vamos y esperamos,

Os pido me vais diciendo,

¿Qué lance es este en que os hallo,

Entre un favor y un desprecio,

Tan cercado de enemigos?

Carl. Son tan raros mis sucesos,

Que habeis de juzgar, que estais

Alguna novela oyendo.

Fel. Con eso avivais el gusto

De escucharos.

Carl. Oid atento.

Despues que de Barcelona

Partimos juntos, habiendo

El señor Don Juan logrado,

Con el valor y el consejo

De sus nobles Generales,

Las esperanzas de un cerco,

En que concurrieron todos

Los aplausos y trofeos

De la tierra y de la mar,

Del asalto y del asedio,

Nos dividimos, si es

Que se dividen dos cuerpos,

En quien solo un alma vive,

Á tratar nuestros aumentos,

Yo de un hábito, con que

Su Magestad, que los cielos

Guarden, honró mis servicios;

Y vos no sé de qué pleito

De un mayorazgo, á que sois

Llamado, en muerte de un deudo.

Con este cuidado pues

Llegué, Felix, á Toledo.

Y en tanto que disponia

Diligencias y dineros,

Que no siempre los soldados

Solemos estar con ellos,

La ociosidad cortesana,

Entre mugeres y juego,

Libre me vió, hasta que amor,

Ofendido del despego

Con que su imperio trataba,

Sin dar tributo á su imperio,

Quiso vengarse de mí,

Flechando contra mi pecho

El arpon de una hermosura,

Cuya beldad no encarezco,

Porque he menester para otra

Parte el encarecimiento.

Y asi bastará decir,

Que, aunque juntó en un segete

Lustre y belleza, mezclando

Sobre lo noble y lo bello,

Con el garbo cortesano,

Todo el toledano ingenio,

No le bastó para verme

Tributario, mas que aquello,

Que bien hallado de amor,

Llaman los que entienden desto.

En aqueste estado en fin

De despenado y contento

Holgazan de amor vivia,

Cuando en la casa del juego,

Sobre juzgar una mano,

Tuve, Felix, un encuentro

Con un hidalgo, á quien dió

Mas vanidad su dinero,

Que su sanare. Contradijo

Lo que yo juzgué. No quiero

Bizarrear con vos; pues basta

Saber por fin del suceso,

Que, siendo yo el contradicho,

Él fue quien quedó mal puesto.

Mientras que nos componian

Los amigos y los deudos,

Les pareció, que era bien

Ausentarme; y previniendo,

Que en ninguna parte estaba

Un hombre mas encubierto,

Que descubierto en Madrid,

Pues en su piélago immenso

Nadie es conocido, y mas

Un hombre tan forastero,

Que aun es huésped en su patria,

Me fui á la casa de un deudo,

Donde retirado estuve

Unos dias; y advirtiendo,

Que solo dirian de mí

Las cartas, si de Toledo

Con mi nombre me escribiesen,

El nombre mudé. Solo esto

Me debió de mi enemigo,

No el temor, sino el rezelo.

Dejo de contar ahora,

Que vino en este intermedio

Á Toledo mi informante;

Y que vilmente su pecho,

Valiéndose de la lengua,

Aun antes que del acero,

Intentó contra mi honor

Sembrar no sé qué libelo,

Dando con esto ocasion

Á que espere por momentos

Un nuevo informante mio,

De que ya hubiera mi esfuerzo

Satisféchose, si no

Mirara, (con muchos cuerdos)

Que no hay cosa en estos casos,

Como dar al sufrimiento

La razon, hasta salir

Con el principal intento;

Pues donde honor es lo mas,

Todo lo demas es menos.

Direis ahora, Don Felix,

Que siendo asi, cómo vuelvo,

Contra lo mismo que digo,

Á irritar los sentimientos

Deste hidalgo con mi vista,

Dando á sus atrevimientos

Ocasion de que me busque

Ventajoso, cuando vuelvo