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En ese contexto el tema agrario, las perspectivas del género, la dinámica de los movimientos sociales y los desafíos de una integración regional alternativa son, junto a las consideraciones sobre el islam político y las siempre complejas relaciones entre Europa y el mundo árabe, algunas de las cuestiones en las que se profundiza en esta colección de ensayos.
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Seitenzahl: 467
Veröffentlichungsjahr: 2017
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Primera edición Ruth Casa Editorial/Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011
Título original: Cambio climatico enfoques desde el Sur
Edición: Ana Molina González
Diseño de cubierta: Claudia Méndez Romero
Diseño interior y ajuste de cubierta para e-book: Yadyra Rodríguez Gómez
Corrección: Pilar M. Jiménez Castro
Diagramación: Bárbara A. Fernández Portal
© Ruth Casa Editorial
© Sobre la presente edición:
Ruth Casa Editorial, 2011
ISBN: 978-9962-645-80-1
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
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RUTH CASA EDITORIAL
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El cambio climático no solo constituye un desafío ambiental global, sino también un peligroso reto para el desarrollo. Cada día son mayores las evidencias científicas sobre el calentamiento del sistema climático, la contribución creciente de la actividad humana al reforzamiento de este problema y sus implicaciones adversas, sobre todo para los sectores más pobres y vulnerables de la población mundial.
Buena parte de los debates acerca del cambio climático tiene como escenario las negociaciones políticas multilaterales sobre este tema, las cuales giran, fundamentalmente, en torno a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (en vigor desde 1994) y al Protocolo de Kioto (2005). Hasta el momento, se ha logrado mantener estas negociaciones dentrodel ámbito de las Naciones Unidas, a pesar de los reiterados intentos del Gobierno de los Estados Unidos y otros países desarrollados por trasladarlas a espacios menos participativos. No obstante, los acuerdos alcanzados en el proceso resultan insuficientes, es decir, distan mucho de lo que se requeriría para hacer frente de forma efectiva al cambio climático; y esto ha estado condicionado en buena medida por la falta de voluntad política de los países industrializados para asumir compromisos en correspondencia con su responsabilidad histórica.
En su artículo «El incierto camino de las negociaciones climáticas», Orlando Rey Santos, con la autoridad que le asiste como negociador cubano en temas relativos al cambio climático, presenta un análisis detallado de las interioridades del complejo proceso de negociaciones multilaterales sobre cambio climático, las posiciones de los distintos grupos de países, el estado actual de las negociaciones y las expectativas en este campo.
Los patrones de producción y consumo capitalistas están en la base de los grandes problemas ambientales del mundo actual, y en especial del cambio climático. El artículo «La lucha contra el cambio climático por la calidad de vida, en el pensamiento latinoamericano medioambiental», de Hector Sejenovich, se refiere, entre otros temas, a los patrones de producción y consumo que han prevalecido a escala global y en la región latinoamericana, así como a la necesidad de conformar un estilo diferente (sostenible) de convivir con la naturaleza.
En estos debates socioeconómicos y ambientales, la perspectiva global, regional, nacional y local conforman ejes claves para el análisis. Los retos que imponen estas problemáticas para África, en particular los derivados del cambio climático, son tratados por Silvio Baró Herrera en su estudio «El cambio climático: sus multifacéticos impactos para África». Además de exponer las principales implicaciones del cambio climático para los países africanos, el autor aporta reflexiones y lecciones para la toma de decisiones a partir de la complejidad de los problemas económicos, sociales y ambientales que enfrenta este continente, donde los niveles de subdesarrollo y pobreza muestran índices muy preocupantes.
Por su parte, Julio Postigo, en su ensayo «Capitalismo, cambio climático y las trampas de las soluciones locales», dedica especial atención a la escala global, nacional y local en el proceso de toma de decisiones con relación al cambio climático. El autor destaca, entre otras reflexiones, que un primer análisis indica que las actividades locales serán insuficientes (si no inadecuadas) para resolver los problemas ambientales globales, tanto porque las causas de estos no se ubican —en la mayoría de los casos— en el mismo lugar que las consecuencias, como porque algunos efectos se dan a escala global debido a que involucran procesos que ocurren planetariamente —por ejemplo, emisión de gases y su circulación atmosférica—.
Entre los temas trans-sectoriales, tanto de la adaptación como de la mitigación del cambio climático, el referido a los asentamientos humanos ocupa un lugar muy importante. El artículo de Gian Carlo Delgado Ramos, «Cambio climático y pobreza, retos de las ciudades periféricas a principios del sigloxxi», expone buena parte de este interesante debate desde la perspectiva de las contradicciones del desarrollo capitalista. Gian Carlo Delgado, además de explorar la dimensión global de este fenómeno, señala los desafíos para la región latinoamericana y destaca en especial el caso de México. El autor recuerda que las ciudades del mundo consumen2/3partes de la energía mundialy emiten4/5partes de los gases de efecto invernadero, y que para el 2030 el 60 % de la población será urbano.
En este contexto, el aumento de la producción y consumo de agrocombustibles se presenta como un tema particularmente polémico. El artículo de Delmar Mattes, titulado «La expansión del etanol y sus desafíos para los movimientos sociales», aporta un enfoque crítico acerca de los impactos socioambientales adversos de la producción masiva y a gran escala de agrocombustibles. También resalta la funcionalidad de estas iniciativas a los intereses del agronegocio y, desde la perspectiva de los movimientos sociales, se presenta una visión alternativa al modelo de producción agrícola monopolista basado en el monocultivo.
Este número deRuth. Cuadernos de Pensamiento Críticoagrupa, como se ha reseñado, valiosos artículos elaborados por destacados académicos e investigadores acerca de las más diversas aristas del cambio climático, desde la perspectiva de los países subdesarrollados y de los movimientos sociales. Esperamos que esta edición contribuya al intercambio de puntos de vista sobre estos temas, desde una visión alternativa al enfoque convencional.
Ramón Pichs Madruga*
* (Cuba, 1962) Ha coordinado, junto a la Redacción deRuth.Cuadernos de Pensamiento Crítico, el dossier «Cambio climático: enfoques desde el Sur».
Cada época genera sus urgencias críticas. El sigloxxfinalizó con la frustración rotunda de las esperanzas que había creado la Revolución de Octubre y con el encumbramiento del imperialismo bajo el liderazgo más absoluto de los Estados Unidos. Estos hechos resumen las complejidades, la irracionalidad, los peligros y los desafíos de nuestro tiempo. Desafíos para el pensamiento crítico y para la praxis.
Bajo el sello Ruth Casa Editorial se fundaRuth. Cuadernos de Pensamiento Crítico, que se reconoce precisamente así, de pensamiento crítico. Internacional por la naturaleza de la problemática que aborda, por la determinación de las alternativas y por una obligada vocación de universalidad. Tan universal debe aspirar a ser el proyecto como ha llegado a ser el mundo del capital que luchamos por subvertir. Nada de lo que ocurre en el tiempo que nos ha tocado vivir puede sernos ajeno. Nada debe escapar al rasero de la reflexión comprometida.
Por tal motivo nos reconocemos, como publicación, bajo el signo de la radicalidad revolucionaria, que diferenciamos de la radicalidad doctrinal. Rechazamos cualquier exclusión dogmática que margine el ingenio y el espíritu de búsqueda en el camino hacia el socialismo. Del mismo modo que no podemos ceder a propuesta de tipo alguno que nos distancie de la ruta hacia un mundo signado por la seguridad, la justicia, la libertad y la equidad para todos los pueblos.
Ruth
Cuadernos de Pensamiento Crítico
* Licenciado en Economía del Comercio Exterior (Universidad de La Habana, 1985), máster en Ciencias Sociales (Universidad de Lund, Suecia, 1991) y doctor en Ciencias Económicas (Universidad Nacional Autónoma de México, 1998). Subdirector General e Investigador Titular del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Profesor Titular Adjunto de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Miembro del Buró del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático desde 1997. Desde 2008 es copresidente del Grupo de Trabajo III (Mitigación del CC) en el IPCC. Miembro del Comité Científico Asesor del Instituto Interamericano para la investigación sobre los cambios globales (IAI), desde 2007. Es autor de varios libros, folletos y artículos sobre sus temas de investigación, especialmente referidos al vínculo entre cambio climático, globalización y subdesarrollo.
Introducción
La gravedad del cambio climático como reto socioeconómico y ambiental global resulta cada día más evidente. En consecuencia, se torna más urgente la necesidad de adoptar estrategias de respuesta ante este desafío, que consideren debidamente los criterios de equidad, desarrollo y sostenibilidad. Los estudios especializados más recientes sobre este tema revelan los elevados costos y las muy adversas implicaciones socioambientales que se derivarían de lano accióno lentitud de los tomadores de decisiones en este campo.
Cada vez está más clara la intención de los países desarrollados de solo aceptar compromisos de reducción de emisiones muy pequeños en relación con sus responsabilidades históricas (los Estados Unidos no aceptan siquiera eso), y esto se combina con un interés creciente por involucrar a países subdesarrollados en dichos compromisos y por sobredimensionar el uso de los «mecanismos de flexibilidad» del Protocolo de Kioto para el cumplimiento de los compromisos.
En materia de mitigación del cambio climático, lejos de darse prioridad a las medidas, acciones y proyectos que reducen las emisiones en su fuente —por ejemplo, al fomento de la energía renovable—, se apuesta cada día más a otras opciones como la captura biológica —por ejemplo, en bosques—, el almacenamiento geológico de carbono y la geoingeniería. En lo relativo a la adaptación al cambio climático, los grandes emisores del área desarrollada tratan de silenciar o neutralizar las posiciones de los más vulnerables, como los pequeños Estados insulares subdesarrollados.
Los próximos años serán clave, tanto para la ciencia del cambio climático como para las negociaciones. En el plano científico, se destaca el inicio del Quinto Informe de Evaluación (AR5) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), a partir de la conformación (en mayo de 2010) de los equipos de autores de los tres grupos de trabajo de esta institución.
En cuanto a las negociaciones multilaterales, después del fracaso de la Decimoquinta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15) de Copenhague (Dinamarca, diciembre de 2009) y de los discretos resultados de la Decimosexta Conferencia (COP 16) celebrada en Cancún (México, diciembre de 2010), habría que seguir de cerca lo que sucederá en la Decimoséptima Conferencia de las Partes (COP 17) que tendrá lugar en Durban (Sudáfrica, a finales de 2011), donde sedarácontinuidad a lo acordado en Cancún y se tratará de avanzar en la recomposición del quebrantado marco multilateral de las negociaciones.
Los movimientos sociales, por su parte, se han mantenido muy activos en la lucha frente al cambio climático y demandan acciones de respuesta justas y equitativas, lo que se puso de manifiesto durante la Conferencia de Copenhague con una presencia muy activa en las calles de la capital danesa —donde fueron duramente reprimidos— y en la sede de las negociaciones —donde se limitó significativamente su presencia por parte de los organizadores—. Fueron portadores de importantes mensajes acerca de la contribución de los patrones de producción y consumo capitalistas a la generación de este problema ambiental, la gravedad de sus implicaciones y la necesidad de acciones oportunas, efectivas y equitativas para enfrentar este reto global.
También resultó de gran trascendencia la celebración de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, en Cochabamba, Bolivia, del 19 al 22 de abril de 2010, convocada porel presidente boliviano Evo Morales. Entre los temas acordados en esa conferencia se destacan, además de la Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra, la propuestade un Referéndum Mundial de los Pueblos sobre el cambio climático y la creaciónde un Tribunal de Justicia Climática; todos de gran trascendencia en la agenda de los movimientos sociales en el contexto actual.
La ciencia del cambio climático
En el plano científico, se han difundido ampliamente nuevos estudios e investigaciones acerca de la ciencia del clima, los impactos del cambio climático en lasdistintas regiones y países, las brechas tecnológicas y financieras para hacer frente a estos retos, y los requerimientos en materia de adaptación y mitigación.
A continuación se relacionan algunas de las principales conclusiones del Cuarto Informe de Evaluación (AR4) del IPCC (2007), en lo referido a las bases científicas del cambio climático:1
1Versión basada en la selección e interpretación realizada por el autor, tomando como base IPCC-WG I: «Summary for Policy Makers», en Climate Change 2007. The Physical Science Basis. Contribución del Grupo de Trabajo I al Cuarto Informe de Evaluación del IPCC.
• Las concentraciones atmosféricas globales de gases de efecto invernadero (GEI) como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) se han incrementado de forma marcada, como resultado de las actividades humanas desde 1750 y exceden significativamente los niveles preindustriales.2
2Los niveles preindustriales son los anteriores a la Revolución Industrial en Gran Bretaña, es decir, niveles anteriores a 1750.
• En el caso del CO2, que es el principal GEI, la concentración atmosférica global se ha incrementado desde un nivel preindustrial de alrededor de 280 partes por millón (ppm) hasta 379 ppm en 2005.
• La tasa de crecimiento promedio anual de las concentraciones de CO2durante los años 1995-2005 (1,9 ppm) fue mayor que durante todo elperíodo del que se tienen registros sistemáticos, es decir, 1960-2005 (1,4 ppm).
• La fuente fundamental del incremento de las concentraciones atmosféricas de CO2desde el período preindustrial ha sido el uso de combustibles fósiles, con una contribución menor derivada del cambio en el uso de la tierra. Las emisiones anuales de CO2a partir de la utilización de combustibles fósiles se incrementaron de un promedio de 23,5 gigatoneladas3en la década de losnoventa hasta 26,4 gigatoneladas en 2004-2005.
31 gigatonelada es igual a 109toneladas.
• El efecto neto promedio de las actividades humanas a escala global, desde 1750, ha sido un calentamiento global estimado en 1,6 W/m2, con un nivel muy alto de certidumbre en estos cálculos.
• El aporte combinado del aumento del CO2, el metano y el óxido nitroso al calentamiento global es de +2,3 W/m2, y su incremento durante la era industrial es muy probable que no haya tenido precedentes en más de diez mil años. En el caso del CO2, su contribución al calentamiento global aumentó en 20 % entre 1995 y 2005, la mayor tasa de crecimiento decenal en, al menos, los últimos doscientos años.
• El calentamiento del sistema climático es inequívoco, lo cual resulta evidente a partir del incremento promedio global observado en las temperaturas del aire y los océanos, el derretimiento generalizado de los hielos y el crecimiento medio global del nivel del mar.
• Once de los doce años del período 1995-2006 se ubican entre los doce años más calurosos desde 1850, y en los cien años comprendidos entre 1906 y 2005 se registró un incremento de 0,74 ºC.
• El océano ha estado absorbiendo más de 80 % del calor añadido al sistema climático, lo que genera una expansión de las aguas oceánicas, con la consecuente elevación del nivel del mar.
•Entre los factores que han contribuido al incremento del nivel mar se encuentran la disminución de los glaciares y las cubiertas de nieve en ambos hemisferios, así como el derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida (1993-2003). El incremento total del nivel del mar en el sigloxxse estima en 0,17 m, y es muy probable que la actividad humana haya contribuido a este incremento.
• Se han observado numerosos cambios a largo plazo en el clima, en las escalas continental, regional y de cuencas oceánicas, entre los que pueden mencionarse cambios en las temperaturas y los hielos del Ártico, amplios cambios en la cantidad de precipitaciones, salinidad oceánica, patrones de los vientos y eventos extremos como las sequías, abundantes precipitaciones, olas de calor y la intensidad de los ciclones tropicales.
• Las temperaturas promedio en el Ártico se incrementaron a una tasa que casi duplica la tasa promedio global en los pasados cien años.
• En 1900-2005 se registró un aumento de las precipitaciones en el oriente de Norteamérica y Sudamérica, en el norte de Europa y en áreas septentrionales y centrales de Asia. La sequía afectó las zonas del Sahel, el Mediterráneo, el sur de África y Asia meridional.
• Se han observado sequías más duraderas e intensas en amplias áreas desde 1970, particularmente en zonas tropicales y subtropicales.
• Los días y noches frías, y las heladas se han tornado menos frecuentes, en tanto los días y noches calurosas, y las olas de calor son más frecuentes.
• Existe evidencia, basada en observaciones, del incremento de la actividad ciclónica intensa en la zona norte del océano Atlántico desde alrededor de 1970, lo que se ha relacionado con el incremento de las temperaturas de la superficie oceánica en las áreas tropicales. En otras zonas también se estima un incremento de la actividad ciclónica intensa, aunque en esos casos existe mayor preocupación en cuanto a la calidad de las bases de datos disponibles para el análisis. No existe una tendencia clara en relación al número anual de ciclones tropicales.
• La información paleoclimática4apoya la interpretación de que el calentamiento de la última mitad del sigloxxes inusual en, al menos, los mil trescientos años anteriores.
4Información que aportan ciertas fuentes como los restos fósiles, los anillos de los árboles y las muestras de hielo, entre otras.
• Es muy probable que la mayor parte del incremento observado en las temperaturas promedio globales desde mediados del sigloxxse explique por el aumento experimentado en las concentraciones antropogénicas de GEI. Las influencias humanas discernibles se extienden, además, a otros aspectos del clima como el calentamiento oceánico, las temperaturas promedio continentales, las temperaturas extremas y los patrones de los vientos.
• El calentamiento promedio global de la superficie asociado a una duplicación de las concentraciones de CO2es probable que esté en el rango de 2 ºC a 4,5 ºC, con un mejor estimado de 3 ºC.
• Para las próximas dos décadas se proyecta un calentamiento de alrededor de 0,2 ºC por década, para el conjunto de escenarios de emisiones considerados en este estudio. Aun cuando las concentraciones de todos los GEI y los aerosoles se mantuviesen constantes, respecto a los niveles del año 2000, se espera un calentamiento adicional de 0,1 ºC por década.
• De continuar el crecimiento de las emisiones de GEI a las tasas actuales o superiores, esto ocasionaría un calentamiento adicional e induciría muchos cambios en el sistema climático global durante el sigloxxi, que muy probablemente serían mayores que en el sigloxx.
• De mantenerse las tendencias actuales, el rango del incremento de la temperatura global para la última década del sigloxxi, según los escenarios evaluados por el Informe del IPCC, oscilaría entre 1,1 ºC5y 6,4 ºC6—con un rango de mejores estimados entre 1,8 ºC y 4 ºC— tomando como referencia el promedio de las últimas dos décadas del sigloxx.7
5Límite inferior del «escenario bajo» evaluado en este estudio del IPCC.
6Límite superior del «escenario alto» evaluado en este estudio del IPCC.
7Estas proyecciones están en correspondencia con las expuestas en el Informe anterior del IPCC (2001), aunque no son directamente comparables, debido a cambios en la metodologíaempleada. El Informe del IPCC de 2001 señalaba que para 1990-2100 el incremento de la temperatura global sería de entre 1,4 ºC y 5,8 ºC.
• El rango del incremento del nivel del mar para la última década del sigloxxi, según los escenarios evaluados por el Informe del IPCC, oscilaría entre 0,18m8y 0,59 m,9tomando como referencia el nivel promedio de las últimas dos décadas del sigloxx.10
8Límite inferior del «escenario bajo» evaluado en este estudio del IPCC.
9Límite superior del «escenario alto» evaluado en este estudio del IPCC.
10Estas proyecciones están en correspondencia con las expuestas en el Informe anterior del IPCC (2001), pero no son coincidentes debido a diferencias metodológicas entreambos estudios en cuanto al tratamiento de las incertidumbres. El Informe del IPCC de 2001 señalaba que en el período 1990-2100 podría alcanzar entre 0,09 m y 0,88 m.
• El incremento de las concentraciones atmosféricas de CO2conduce a un incremento de la acidificación de los océanos.
• Las emisiones antropogénicas pasadas y futuras de CO2continuarán contribuyendo al calentamiento global y a la elevación del nivel del mar por más de un milenio, debido a las escalas de tiempo requeridas para remover ese gas de la atmósfera.
A finales de octubre de 2009 fueron aprobados los temas a tratar en el QuintoInforme de Evaluación del IPCC. Este informe comenzó en 2010 y debe concluir en 2014.
El vínculo entre las estrategias de respuesta ante el cambio climático (adaptación y mitigación) y el desarrollo sostenible ocupa un espacio cada vez mayor en los debates académicos y políticos acerca del calentamiento global. Esta situación ha sido recogida en el proceso preparatorio del Quinto Informe de Evaluación del IPCC, donde se espera dedicar mayor atención a temas tan sensibles como la ética, la equidad, la evaluación de riesgos y el desarrollo sostenible, en su vínculo con la mitigación y la adaptación.
En medio de todo el ajetreo político en torno a la Conferencia de Copenhague, los sectores políticos más conservadores, tanto en Norteamérica como en el Reino Unido y en otros países desarrollados, junto a ciertos grupos de interés afines, que se oponen a las estrategias de respuesta ante el calentamiento global por razones económicas, orquestaron una gran campaña dirigida a desacreditar los resultados de la ciencia del cambio climático.
Esta campaña busca obstaculizar, a toda costa, el logro de un acuerdo global efectivo para enfrentar el cambio climático y, consecuentemente, está dirigida ante todo a bloquear cualquier intento de la actual administración norteamericana por reducir las emisiones de GEI, aun cuando las propuestas resulten tímidas o simbólicas, en relación con los requerimientos identificados por la ciencia. Se parte de reconocer que si no hay una respuesta convincente al cambio climático por parte de los Estados Unidos, no podría avanzarse en un acuerdo global efectivo.
Respecto a la polémica interna sobre el cambio climático en los Estados Unidos, cabe recordar que el 7 de diciembre de 2009, la Agencia de Protección Ambiental de ese país (EPA, por sus siglas en inglés) anunció que, después de examinar las evidencias científicas, considera que los GEI constituyen una amenaza para la salud pública y el bienestar de las generaciones actuales y futuras.11A partir de esta declaración, la EPA —con apoyo del poder ejecutivo— tendría luz verde para aplicar regulaciones a las emisiones de GEI en determinadas áreas de actividad económica y se sentarían las bases para acciones legislativas posteriores.
11Ver el sitio web de la EPA: www.epa.gov/climatechange/endargerment.html.
En consecuencia, la decisión de la EPA ha sido criticada con severidad por los sectores más conservadores de la oposición republicana, máxime teniendo en cuenta que aún está pendiente la discusión en el Senado acerca del compromiso temporal del país de reducir las emisiones de GEI en un 17 % para 2020, con relación a 2005, lo que cada vez cuenta con más escollos, a pesar de ser un objetivo extremadamente limitado e insuficiente.
Los trabajos del IPCC, en particular el Cuarto Informe de Evaluación, han sido el blanco principal de los ataques emprendidos contra la ciencia del cambio climático. Se ha tratado, a toda costa, de presentar los resultados del IPCC como trabajos plagados de errores y poco confiables para extraer conclusiones contundentes acerca de la contribución de la actividad humana al cambio climático.
A pesar de los esfuerzos por desacreditar los trabajos del IPCC, invalidar la ciencia del cambio climático e impedir acciones concretas en el contexto de las negociaciones multilaterales y dentro de los Estados Unidos, ha quedado claro que —aun considerando algunos errores detectados en los voluminosos trabajos del IPCC— las conclusiones básicas de este Panel científico siguen siendo válidas, en particular la conclusión de que «el calentamiento del sistema climático es inequívoco» y que «la mayor parte del aumento observado del promedio mundial de temperatura desde mediados del sigloxxse debe muy probablemente al aumento observado de las concentraciones de gases de efecto invernadero antropógenos».12(IPCC, 2007).
12Derivados de la actividad humana.
El IPCC es una institución intergubernamental e interdisciplinaria que involucra a más de 190 países. Según su mandato, el IPCC no realiza investigaciones, sino que concentra sus esfuerzos en la revisión y evaluación científica de la literatura especializada. Su misión es aportar resultados científicos que sean relevantes, pero sinrealizar prescripciones en materia de políticas.
Para esto, se requiere contar con un equipo de expertos (coordinadores, autores, colaboradores, revisores y otros) con un adecuado balance, que considere, tanto las distintas disciplinas científicas, como la representación geográfica por regiones. La excelencia científica de los resultados es fundamental, pero también resulta clave que la experiencia y el conocimiento regional, sub-regional y local estén debidamente representados.
Durante el Cuarto Informe de Evaluación unos 450 expertos de 130 países participaron en este esfuerzo en calidad de autores principales, otros 800 fueron colaboradores y más de 2500 especialistas actuaron como revisores, con el aporte de más de 90 000 comentarios.
El IPCC asume el compromiso de un nuevo ciclo de trabajo (de unos cinco años) para elaborar su Quinto Informe de Evaluación, con la fortaleza que se deriva de su larga experiencia de trabajo con la comunidad científica internacional, su capacidad organizativa y mecanismos para la evaluación de la literatura especializada, la organización de reuniones de expertos y procesos de revisión, y la coordinación simultánea de diversos productos,13entre otras tareas. Sin embargo, la actividad del IPCC, como institución científica intergubernamental, también enfrenta grandes desafíos, derivados básicamente de su mandato y de la complejidad de su objeto de estudio.
13Además de los informes de evaluación integrados, el IPCC realiza informes especiales, documentos técnicos, documentos metodológicos, entre otros. Ver el sitio web: www.ipcc.ch.
Las negociaciones multilaterales y crisis global
En el planode las negociaciones multilaterales, el fracaso de la COP 15 de Copenhague en 2009 reveló la falta de voluntad política de los países desarrollados para adoptar medidas efectivas de reducción de emisiones en correspondencia con sus responsabilidades históricas en ese tema. Los resultados lamentables de esta reunión también pusieron de manifiesto el marcado conflicto entre las posiciones de los países desarrollados, de un lado, y los subdesarrollados, del otro. Consecuentemente, se disiparon las posibilidades de alcanzar en un corto plazo un acuerdo justo y equitativo para hacer frente al cambio climático.
Los resultados de la COP 16 en Cancún, México, en diciembre de 2010, aun considerando las limitaciones e insuficiencias de las decisiones alcanzadas, han permitido mantener el proceso negociador dentro del contexto de las Naciones Unidas, frente a las pretensiones de algunos círculos políticos y gobiernos de llevar ese proceso a espacios más cerrados y menos participativos. La próxima meta en este accidentado proceso sería la COP 17 de Durban, Sudáfrica, a finales de 2011.
El proceso negociador ha revelado la intención de los países desarrollados de solo aceptar compromisos de reducción de emisiones muy por debajo de los niveles que se corresponderían con sus responsabilidades históricas. Esto se combina con un interés creciente por involucrar a países subdesarrollados en dichos compromisos y por sobredimensionar el uso de fórmulas de mercado para elcumplimiento de los recortes de emisiones aceptados.
Según las estadísticas recientes, las emisiones de GEI de los países altamente desarrollados se incrementaron en 12,8 % entre 1990 y 2007, y en los Estados Unidos el aumento fue de 15,8 % en ese período. El 55 % del incremento neto deemisiones registrado por los países industrializados en estos años correspondió a los Estados Unidos.14
14CMNUCC: Datos de los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero correspondientes al período 1990-2007.
En junio de 2009, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó por estrecho margen la American Clean Energy and Security Act (ACESA), en virtud de la cual ese país reduciría sus emisiones de GEI en 17 % para 2020, 42 % para 2030 y 83 % para 2050, todo con relación a 2005.
Además, la ACESA incluye una cláusula donde se aboga por imponer medidas arancelarias, después de 2020, a las importaciones procedentes de países que no cuenten con mecanismos para limitar sus emisiones de GEI. Se trata de una propuesta abiertamente proteccionista, según la cual el Gobierno de los Estados Unidos se erigiría una vez más en juez universal, esta vez para dictaminar qué país contribuye o no a las estrategias de respuesta ante el cambio climático, según sus criterios.
La meta provisional de los Estados Unidos de reducir las emisiones de GEI en 17 % para 2020, con relación a 2005, apenas representa una reducción de alrededor de 4-5 % con relación a 1990,15y esto aún está pendiente de aprobación enel Senado, donde cuenta con múltiples obstáculos para llegar a convertirse en ley federal. La falta de un compromiso de reducción de emisiones —serio y significativo— por parte de los Estados Unidos constituye de hecho una de las grandes debilidades o carencias del proceso negociador en la actualidad, tratándose del país con mayores emisiones per cápita de CO2del mundo.
15El compromiso (no ratificado) de los Estados Unidos ante el Protocolo de Kioto es de una reducción de las emisiones de GEI de 7 % para 2008-2012, con relación a 1990.
Según datos publicados por el Programa de las Naciones Unidas para el De-sarrollo (PNUD, 2007), los Estados Unidos, con un 4,6 % de la población mundial, generan el 21 % de las emisiones de CO2, de manera que las emisiones per cápita ascienden a unas 20 toneladas métricas de CO2, es decir, una huella climática nueve veces mayor que la de un habitante medio del mundo subdesarrollado.
Buena parte del debate internacional acerca del cambio climático está relacionado con las medidas de adaptación y mitigación, como parte de las estrategias de respuesta. En este debate, sobre todo en lo relacionado con la mitigación del cambio climático, el sector energético ocupa un papel clave ya que se aboga por el desarrollo de las fuentes renovables de energía y de la eficiencia energética, entre otras opciones, para reducir las emisiones netas de GEI.
Los montos de financiamiento prometidos resultan insuficientes frente a las necesidades identificadas en los países subdesarrollados en cuanto a la adaptación y la mitigación del cambio climático, que han sido ubicadas en el rango de 300 000-600 000 millones anuales.16Los 30 000 millones de dólares prometidos en el Acuerdode Cancún (2010) para 2010-2012 contrastan con las sumas multibillonarias desem-bolsadas básicamente por los gobiernos de los países desarrollados para salvar a las instituciones bancarias afectadas por la crisis económica global desde 2008.
16Rango que se establece solo como referencia para el análisis, pues existen numerosos cálculos al respecto. Ver: María Athena Ballesteros: «Countdown to Copenhagen: Scaling Up Climate Change Finance»; W. Erdelen: The World of Science (October-December 2009); Rob Vos: World Economic and Social Survey 2009. Promoting Development Saving the Planet; y Pelayo Terry Cuervo (ed.): «Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo», en periódico Juventud Rebelde, Tabloide Especial, no. 1. El requerimiento de financiamiento para hacer frente al cambio climático para las próximas décadas es considerado como una «meta móvil», que necesita además tener en cuenta las tendencias de la tasa de cambio de la moneda en que se exprese.
El compromiso para 2020 resulta aún más ambiguo, en tanto los países de-sarrollados apenas se comprometen a participar en un esfuerzo de movilización colectiva de unos 100 000 millones de dólares. Además, la participación final de los países desarrollados en ese esfuerzo colectivo ha quedado expresamente condicionada a que se adopten a escala global «acciones de mitigación significativas» (en otras palabras, que los países subdesarrollados, en particular los de mayor desarrollo relativo, también asuman compromisos sustanciales en cuanto a la limitación de las emisiones) y «bajo condiciones de transparencia» (es decir, con monitoreo y verificación internacionales).
Los fondos prometidos también palidecen ante otros flujos de recursos extraídos del mundo en desarrollo, como son los pagos por concepto de servicio de la deuda externa17que ascendieron a 6,5 billones18de dólares para el período 2001-2009 y a 1,1 billones de dólares en 2009.19Tampoco queda claro cuáles serán las fuentes de los recursos prometidos, lo que pone en serias dudas la adicionalidad de estos con relación a los limitados flujos de la Ayuda Oficial al Desarrollo.
17El monto de la deuda externa acumulada de los países subdesarrollados asciende a unos 3 billones de dólares. Fondo Monetario Internacional (FMI): World Economic Outlook.
18Billón: Usado como millón de millones en todo el texto. [N. de la E.].
19FMI: Ob. cit.
Otros temas que generan preocupación en el campo financiero son el peso que se concedería al sector privado y a los mecanismos de mercado en este proceso, y los arreglos institucionales para hacer efectivos estos flujos, máxime en un contexto como el actual, aún marcado por la crisis económica global, donde los flujos privados de capital hacia los países subdesarrollados han mostrado un marcadorepliegue y muchas de las instituciones insignias de los mercados financieros globales se han desplomado o han dado claras evidencias de impotencia ante la severidad de la crisis. Los flujos de capital privado —inversiones extranjeras directas, inversiones en cartera y otros flujos privados— hacia países subdesarrollados pasaron de 697 000 millones de dólares en 2007 a -53 000 millones en 2009.20
20Ibídem.
El debate más reciente acerca del cambio climático y los esfuerzos globales para enfrentarlo han coincidido con el agravamiento de la situación socioeconómica mundial debido al impacto de la crisis económica global, que desde el otoño de 2008 se ha dejado sentir con particular crudeza en sus múltiples dimensiones: financiera, comercial, energética, social, alimentaria y ambiental. El Producto Interno Bruto (PIB) global luego de crecer en 5,3 % en 2007, solo lo hizo en 2,8 % en 2008 y cayó en 0,6 % en 2009.21
21Ibídem.
Si bien el impacto de la crisis ha sido particularmente severo en las economías desarrolladas, que mostraron una caída productiva de 3,2 % en 2009, el conjunto de los países subdesarrollados ha registrado una marcada desaceleración económica (8,7 % en 2007, 6 % en 2008 y 2,5 % en 2009), con su secuela de desempleo, recorte de gastos sociales, contracción de los flujos de financiamiento y de inversiones, caída del comercio y creciente pobreza. La cantidad de hambrientos en el mundo superó los mil millones en 2009.
El análisis conjunto de los desafíos derivados de la crisis económica global y del cambio climático como reto socioeconómico y ambiental permite extraer algunas lecciones:
• Se trata de retos globales que requieren soluciones multilaterales, que resultenequitativas.
• Se requiere una perspectiva histórica en el análisis.
• Ambos son problemas generados, fundamentalmente, en el mundo de-sarrollado, pero los más afectados se ubican en el área subdesarrollada.
• Los países subdesarrollados tienen un alto grado de vulnerabilidad ante el cambio climático (y otros retos ambientales), así como frente a las crisis económicas globales. En el presente confluyen ambos factores de riesgo y la capacidad de respuesta del Tercer Mundo es sumamente limitada.
• Los gobiernos de países desarrollados han movilizado, con gran celeridad, cuantiosos recursos financieros para salvar a las instituciones del sistema bancario internacional, pero la respuesta no ha sido igual frente al cambio climático ni frente a otros retos socioeconómicos y ambientales del mundo actual.
• Las acciones para enfrentar la crisis global y las dirigidas a responder ante el reto del cambio climático no son excluyentes. La práctica histórica ha demostrado que muchas de las acciones encaminadas a combatir el cambio climático y las medidas anticrisis pueden resultar complementarias y reforzarse mutuamente.
En sentido general, la crisis económica global ha profundizado la brecha socioeconómica entre los países desarrollados y los subdesarrollados, lo cual ha signado los debates y negociaciones sobre cambio climático. Los países más industrializados, con alrededor del 15 % de la población mundial, aportan aproximadamente las2/3partes de los ingresos por concepto de exportación, en tanto los países subdesarrollados, donde reside cerca del 78 % de la población, apenas aportan el 27 % de los ingresos de exportación. Mientras los países desarrollados de altos ingresos muestran un Índice de Desarrollo Humano (IDH) —según el PNUD, 2007— de 0,95 (en escala de 0 a 1), en los países de África subsaharianaeste indicador no llega al 0,5.
En medio de este complejo contexto global, las negociaciones multilaterales sobre cambio climático han servido de foro para debatir acerca de los obstáculos que enfrentan los países del Tercer Mundo para acceder al desarrollo. La brecha tecnológica, las restricciones financieras y el impacto de la deuda externa, las barreras al comercio, los límites de la cooperación internacional, entre otros, son temas recurrentes de las discusiones y actúan como telón de fondo de las negociaciones.
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* (Cuba, 1959) Licenciado en Derecho (Universidad de La Habana, 1982). Director de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, desde 1999.
El terreno del debate climático es, en última instancia, un espacio de lucha ideológica. Los países ricos interesados en perpetuar las desigualdades del sistema imperante han comprendido bien los peligros que encierran unas negociaciones en las que se debate acerca del modo en que se consumen los recursos del planeta, lo cual constituye una muestra clara del fracaso y la inviabilidad del capitalismo como sistema. El cambio climático es su mayor constatación, visible e impactante. Por esa misma razón, la lucha contra el cambio climático da la oportunidad de articular movimientos sociales y ambientales.
Peligro claro y presente
El cambio climático es considerado hoy el mayor desafío que la supervivencia de la humanidad enfrenta. Consecuencia del propio desarrollo humano y azuzado por los patrones de producción y consumo capitalistas, algunos de sus efectos son ya perceptibles y otros, con bastante certeza, se manifestarán en un futuro no muy lejano.
Es así que la temperatura media en la Tierra se incrementó en 0,8 ºC en el pasado siglo y ese incremento puede llegar a alcanzar entre 3 ºC y 5 ºC en el presente, si no se alcanza y cumple un acuerdo ambicioso de reducción de emisiones. Hasta el 2009, cada nuevo año que culmina en el sigloxxise ha ido adicionando automáticamente a la lista de los diez más calurosos desde que estos registros de temperatura se establecieron en 1850.
Bastaría un incremento de entre 1,5 ºC y 2,5 ºC en la temperatura media de la Tierra, para que desapareciera el 30 % de las especies hoy conocidas, lo que a su vez repercutiría sobre las bases de sustentación de la especie humana. Un aumento de la temperatura entre 3 ºC y 4 °C eliminaría el 85 % de los humedales existentes y con ello un sinnúmero de especies. Exposiciones prolongadas a incrementos de temperatura cercanos a 1 °C pueden provocar el blanqueamiento y la muerte de corales.1De incrementarse el calentamiento global, se reducirá la producción mundial de alimentos en un 30 %, para fecha tan cercana como el 2050.2Varios escenarios de aumento de la temperatura reflejan que crecientes zonas del mundo pudieran quedar inhabitables.
1http://www.unep-wcmc.org/climate.
2«En 2050 el cambio climático disminuirá la producción alimentaria y agrícola hasta en un 30% en algunas partes de los países en desarrollo, dijo el lunes Jacques Diouf, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)». [El texto original se encuentra en inglés, la traducción es de la Redacción (N. de la E.)]. Ver en http:// english.cri.cn/6966/2009/10/13/1721s521980.htm.
En esta cadena de acontecimientos es imposible saber dónde está el punto de no retorno, aquel a partir del cual algunos eventos se desencadenarían de modo incontenible provocando una cadena de trágicos sucesos que llevarían el colapso de la civilización, al menos tal y como hoy la conocemos.
En el enfrentamiento a este fenómeno, hemos contado con dos herramientas básicas: la política y la ciencia.
La política sufrió un profundo fracaso en la reunión de los acuerdos internacionales sobre el clima, celebrada en Copenhague a finales de 2009. La conmoción fuetan profunda que tal vez las negociaciones climáticas no se recuperen ya del todo.
La ciencia, por su parte, está bajo ataque. Las potentes constataciones que la ciencia ha brindado sobre el cambio en el clima como consecuencia de la actividad humana han sido enfrentadas con todos los medios, incluyendo los más arteros. Informaciones robadas, ataques personales, especulaciones, sublimación de cada error detectado, son algunas de las armas en el arsenal de buena parte de aquellos que oponen los resultados científicos sobre el cambio climático.
Las notas que siguen buscan explicar cómo hemos llegado a esta encrucijada y a la terrible paradoja que nos muestra un mundo que se aproxima al colapso de las condiciones de vida de la especie humana como consecuencia del cambio climático y que, sin embargo, pareciera alejarse de la posibilidad de resolver, o al menos atenuar, esa amenaza.
Pese a que tal situación debiera concitar una acción concertada y urgente, está ocurriendo que muchos países, en particular los más ricos y los más responsables en el calentamiento del clima, dan la espalda a las herramientas de la negociación política e incluso a los resultados de la ciencia, justo en el momento en que esta pone ante nuestros ojos la evidencia inequívoca de que no habrá un futuro para la humanidad si persistimos en nuestros modelos actuales de desarrollo.
Comienzo y desarrollo de las negociaciones sobre el clima
El sigloxxfue testigo del surgimiento de una multitud de acuerdos ambientales internacionales, cuya producción se aceleró a partir de la década de los setenta. Dela capa de ozono a la pérdida de diversidad biológica, de la desertificación a los productos químicos, no hay, de entonces a la fecha, tema importante de la agendaambiental internacional que no haya sido objeto de algún tipo de acuerdo, aunque estos han diferido en su carácter y nivel de desarrollo, y también mucho en la eficacia de su implementación.
El cambio climático fue ocupando con rapidez, y por derecho propio, un lugar en esos acuerdos. En ello incidió decisivamente el constante aumento de la información científica. La Primera Conferencia Mundial sobre el Clima (1979) ofreció evidencias del efecto de la actividad humana sobre el clima, como resultado de las emisiones de CO2antropogénico. En 1980 se establece el Programa Mundial para el Clima y durante los años siguientes el tema va ganando una creciente atención.
La necesidad de contar con un órgano científico independiente para la evaluación de estos problemas, llevó a la creación en 1988 del IPCC, bajo los auspicios de la Organización Meteorológica Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y su existencia sería ulteriormente ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La función del IPCC ha consistido en analizar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para explicarel riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas, sus posibles repercusiones y las posibilidades de adaptación y mitigación.
Desde el Primer Informe de Evaluación del IPCC (1990), se concluía que las actividades humanas y las emisiones resultantes estaban aumentando de manera sustancial las concentraciones atmosféricas de GEI e intensificando el efecto invernadero natural, de modo que, si no se adoptaban medidas, las temperaturas medias mundiales aumentarían a un ritmo sin precedentes. En consecuencia, se derretiría parte de los casquetes glaciares polares y aumentaría el nivel de los mares.
El informe insistía en que se trataba de un problema a largo plazo y persistente.Para frenar realmente este proceso se requería de algo trascendente: la estabilización de las concentraciones de GEI persistentes en el nivel en que se encontraban.Ello implicaba la necesidad de acciones políticas urgentes y allanó el camino hacia la negociación de un instrumento internacional de carácter vinculante.
El reporte del IPCC, unido a los resultados de la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima (Ginebra, Suiza, 1990), catalizaron las intenciones para llegar a ese instrumento, de modo que, en diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el Comité Intergubernamental de Negociación de una Convención General sobre los Cambios Climáticos.
Como hacía presagiar su complejidad, no solo de orden científico, sino también por sus impactos políticos, económicos y sociales, las negociaciones conducidas por el Comité fueron muy difíciles. Si se analizan los documentos sobre las discusiones que tuvieron lugar en aquel entonces, hace ya veinte años, se puede encontrar la base de buena parte de los problemas que han conducido a la muy compleja situación actual de las negociaciones sobre el clima.
De hecho, toda la negociación avanzó con marcada lentitud y solo se aceleró a las puertas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, junio de 1992), donde se suponía que el texto de la Convención se abriera a la firma. Si no hubiera estado la Cumbre de Río como acicate y meta, posiblemente hubiera tomado más tiempo la negociación.
Ya entonces se sabía que era necesario fijar metas cuantificadas de reducción de emisiones, tomando un año como base. Desde esa fecha los Estados Unidos habían afirmado rotundamente que no aceptarían metas o cronogramas. Era clara, asimismo, la preocupación de los países en desarrollo respecto a que no se comprometiera su derecho al desarrollo y a que se permitiera el necesario crecimiento de emisiones que ello implica.
De manera que las negociaciones sobre el clima nacieron ya complicadas. La razón es que en ellas, como en ninguna otra negociación asociada al medio ambiente,lo que está en discusión en última instancia son los patrones de desarrollo impe-rantes y el modelo de consumo energético basado en los combustibles fósiles.
Es cierto que esos patrones son también causa de fenómenos tales como la perdida de la diversidad biológica o la desertificación, pero las convenciones que se ocupan de estos, y otros temas, no persiguen de manera directa un cambio en los modelos energéticos y de consumo. Son, sin duda, procesos negociadores complicados, pero no atacan de modo tan directo la esencia del sistema económico imperante. Y el sistema lo sabe.
Finalmente, y después de haber celebrado cinco períodos de sesiones entre febrero de 1991 y mayo de 1992, el Comité culminó la redacción del texto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que fue aprobado en mayo de 1992, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y que se abrió a la firma de los jefes de Estados y de Gobiernos en el marco de la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, en junio de 1992, siendo suscrito en esa ocasión por un total de 155 países.
El texto de la Convención resultó suficientemente general y vago, para que pudiera ser aprobado. Si bien contiene buenas formulaciones en lo que a conceptos y principios se refiere, es prácticamente vacío en términos de compromisosconcretos, respecto a los cuales se limita a afirmar (Artículo 4) que los países industrializados (Anexo I) adoptarán políticas nacionales y tomarán las medidas correspondientes, con el fin de limitar sus emisiones de GEI no controladas por elProtocolo de Montreal (relativo a las sustancias agotadoras de la capa de ozono) y de mejorar los sumideros y depósitos de estos gases. Estas medidas deberían conducir a que las emisiones antropogénicas de dichas Partes, individual o conjuntamente, regresaran en el 2000 a los niveles medios de esas emisiones en 1990. Noaparece aquí referencia alguna acerca de cómo lograr esas reducciones ni de cuántocorrespondería reducir a cada país industrializado.
En el mismo Artículo se establece que la Conferencia de las Partes examinaría en su primer período de sesiones si dichos compromisos eran adecuados o no. En realidad era ya sabido que no eran adecuados, de modo que esta fue una fórmula para conformar, tanto a los que querían que la Convención fuera adoptada sin más especificaciones, como a los que esperaban adentrarse en negociaciones más ambiciosas en el futuro. Fue un ejercicio de posposición que se repetiría después en otros momentos del proceso negociador.
En Berlín (1995), la Primera Conferencia de las Partes reconoció lo que ya entonces era bien sabido, que esos compromisos eran insuficientes para estabilizar las concentraciones de GEI en la atmósfera, a fin de satisfacer el objetivo último de la Convención. En aquel momento, se hizo evidente que las emisiones seguían creciendo. En consecuencia, se adoptó el «Mandato de Berlín», que puso en marcha un proceso para negociar un protocolo u otro instrumento jurídico, que estableciera compromisos cuantificados y diferenciados de limitación y reducción deemisiones antropogénicas de GEI para las Partes que componen el Anexo I de la Convención, a partir del año 2000.
El grupo negociador entonces creado, tras ocho períodos de sesiones, sometió a la consideración de la Tercera Conferencia de las Partes, reunida en la ciudad de Kioto, Japón, un borrador de texto que fue finalmente aprobado el 11 de diciembre de 1997 después de intensas y largas jornadas de debates, y que adoptó el nombre de Protocolo de Kioto.
El Protocolo de Kioto es otra muestra de la complejidad intrínseca a las negociaciones climáticas. Si bien constituye un claro paso más allá de la Convención, los reunidos en 1997 sabían perfectamente que la reducción global de emisiones acordada, del 5,2 % para los países industrializados durante el período 2008-2012—quees identificado como el primer período de compromisos—, era insuficiente para detener la crisis climática. Más aún, esa insuficiente meta de mitigación solo pudo aprobarse porque también fueron acordados los llamados mecanismos de flexibilización, que permiten a los países industrializados cumplir en parte sus compromisos mediante el comercio de emisiones, incluyendo la reducción de emisiones realizadas en los países en desarrollo. De ese modo las reales obligaciones domésticas de los países industrializados resultan muy inferiores a las pactadas.
Dicho Protocolo quedó abierto a la firma de los Estados el 16 de marzo de 1998 y entró en vigor el 16 de febrero de 2005, transcurridos noventa días de su ratificación por Rusia, con lo cual se cumplió el requisito de que fuese ratificado por no menos de 55 Partes en la Convención, entre las que deberían estar Partes del Anexo I cuyas emisiones totales representaran, por lo menos, el 55 % del total de las emisiones de CO2de dichas Partes, correspondiente a los niveles de 1990 (Artículo 25 del Protocolo).
Si se compara el corto tiempo en que entró en vigor la Convención y los casi siete años que tomó que entrara en aplicación el Protocolo, podemos también tener una pauta de la constante y creciente complejidad de las negociaciones climáticas. La Convención era lo suficientemente «marco» para que pudiera ser aceptada sin grandes complicaciones y aún así resultó difícil acordarla. El Protocolo, si bien corto en sus ambiciones inmediatas, trazaba ya una ruta de compromisos de mitigación vinculantes, con una clara diferenciación de responsabilidades para los países industrializados y por tanto devino aún más difícil su negociación y puesta en marcha.
Los compromisos bajo el Protocolo, que varían según el país, incluyen, entre otras, la reducción de un 8 % para el conjunto de la Unión Europea, y un 6 % para Japón y Canadá. Ucrania, Rusia y Nueva Zelanda se comprometieron a mantener sus emisiones a los niveles de 1990.
Para los Estados Unidos la meta acordada era de un 7 % de reducción. Sin embargo, como antes, entonces y ahora, se han opuesto a ser parte de un régimen vinculante para la reducción de las emisiones, no ratificaron el Protocolo y por tanto esta obligación no adquirió efectos legales. Otros países industrializados que sí aceptaron el Protocolo han estado renegando de él de manera creciente, de modo que, desde los primeros años de vida de este instrumento, pueden rastrearse las señales que indican que sería muy difícil hacerlo avanzar hacia un segundo período de compromiso más allá de 2012.