Camino de espinas - Maria Rivera - E-Book

Camino de espinas E-Book

Maria Rivera

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Beschreibung

En Abril de 2017 me diagnostican cáncer por primera vez y me intervienen de urgencia. A partir de ese momento, mi vida empezó a ir cuesta abajo y sin frenos, empecé a ver las cosas de forma muy diferente y a "pasar" de otras que creía muy importantes y que te acabas dando cuenta que no lo son tanto. Es el punto de partida de esta historia, pero también os explicaré cómo fue mi vida anterior y las relaciones muy complejas con personas de mi entorno más próximo. Os espero a la vuelta de la página.

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Camino de espinas

María Rivera

ISBN: 978-84-19925-36-7

1ª edición, Junio de 2023.

Conversión de formato e-Book: Lucia Quaresma

Editorial Autografía

Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona

www.autografia.es

Reservados todos los derechos.

Está prohibida la reproducción de este libro con fines comerciales sin el permiso de los autores y de la Editorial Autografía.

CAMINO DE ESPINAS 16.08.21

A ver, empiezo de nuevo. El primer día que escribí estábamos a 16 de agosto de 2021 y hoy, 23 de agosto de 2021 me vuelven a decir por cuarta vez que puedo tener de nuevo enfermedad, o sea cáncer. Me parece increíble, me operaron por tercera vez el 08 de marzo de 2021 y aún me quedan cuatro sesiones de quimio, contando la que me han puesto hoy. O sea, que todavía no he acabado y parece que toca empezar de nuevo. El viernes me hacen una gammagrafía ósea y me ha dicho la oncóloga que va a intentar que pueda hacer un ensayo clínico que hay en el hospital de Can Ruti en Badalona, valorar si me cambian la medicación de la quimio y ver si debo hacer radioterapia. Una verdadera mierda. He llorado mucho y estoy hecha polvo, pero seguiré intentando contar mi historia. Un auténtico camino de espinas.

Aquí es donde empecé a escribir y sigo sin saber por dónde empezar, o mejor dicho cómo seguir. ¿Por dónde empiezo? A ver, en general, y salvo algunas excepciones, mi vida ha sido una mierda, ¿para qué edulcorarlo? Es la palabra que mejor la define. Hasta hoy que decido empezar a escribir sobre ella, pocas cosas me han salido bien o, por lo menos, no como yo hubiera deseado.

Hoy me han hecho un TAC y ahora leyendo el informe, no me parece muy bueno el resultado, pero esperaré a ver qué dice el médico. Bueno, que me desvío y no puedo empezar la historia por el final.

INFANCIA

Mi infancia fue o no fue, porque era inexistente. Nunca pude ser como las demás niñas de mi clase. No me dejaban salir, no me dejaban ir a excursiones, tenía que ver la tele y pasar el día en la cocina, el resto de la casa era como si no existiera, hasta para ducharme tenía que pedir permiso.

Me explico, vivía con mis padres y mi abuela materna. Esta última fue mi primer cáncer en la vida, la palabra que mejor la define es mala. Nunca supo ser feliz y tampoco dejar que nadie lo fuera. No podía soportar que alguien estuviera contento o pareciera feliz, era superior a sus fuerzas y desde ese mismo momento hacía todo lo posible por arruinarte el día, el momento o la existencia misma.

No se hablaba con mi padre. ¿Os imagináis vivir con tres personas y que dos de ellas no se hablen?, pues eso era mi “hogar”. Mi padre prácticamente inexistente, se iba pronto y volvía tarde, cuando ya todos estábamos durmiendo. Solo disfrutaba algo de él los domingos cuando me llevaba al parque. Por lo demás, solo salía con mi abuela y con mi madre. Esas eran mis salidas familiares, habitualmente a casa de mi tío materno. Eso es lo que hacíamos cada fin de semana, ir a verlos. Y allí estaban mis tres primas, que tenían una infancia muy diferente a la mía, más normal y más feliz. Solo tenían que soportar a su abuela una vez a la semana.

Y mi madre, pues bueno, solo vivía por y para su madre y todos los demás éramos actores secundarios en su vida. No he podido olvidar las palizas que me llegó a dar por culpa de mi abuela, arrastrarme por todo el piso cogida por el pelo. Recuerdo estar detrás de la puerta de su habitación en el suelo, y ella pegándome sin parar. Su humor dependía del estado de ánimo de mi abuela, que nunca lo tenía bueno. Es duro, pero no recuerdo nada bueno de ella, ni siquiera lloré el día que murió.

Mi madre tiene dos hermanos, uno que vive en el mismo pueblo que nosotros y el otro, que vive en Hospitalet. Los quiero, pero creo que los dos fueron muy egoístas. Sabían cómo era su madre, pero ellos vivían su vida y no se preocupaban por la de los demás. Por la situación que había en mi casa, por la infelicidad que se respiraba. Pero sí venían cada mes a buscar el dinero de la pensión con el que les ayudaba mi abuela a pagar sus pisos, mientras nosotros siempre estuvimos de alquiler. Aunque eso no era culpa de ellos, mis padres estaban totalmente distanciados y los dos tenían vicios caros: mi padre la bebida y mi madre las máquinas tragaperras, siempre fue una manirrota. Bueno, lo fueron los dos. Ganaron mucho dinero, pero lo derrocharon a manos llenas.

Estaréis pensando…. menuda familia. Pues sí, eso pienso yo también. No sé cómo he podido salir medianamente “normal”. ¡¡¡¡¡UY!!!!! que me desvío otra vez.

El verano en que hice diez años, fue el primero que fuimos de vacaciones a Canet de Mar. Mis padres alquilaron un piso y pasamos allí el verano ¡¡¡¡sin mi abuela!!!! Sí, yo tampoco me lo podía creer. Íbamos a la playa por la mañana, comíamos los tres juntos en casa, salíamos a pasear por la tarde y cenábamos juntos. Creo que fue la primera vez que cenaba con mi padre. No sé de quién fue la decisión, pero ese alquiler para el verano se convirtió en un alquiler para todo el año y así empezamos a irnos todos los fines de semana. Era una liberación, pasar dos días y medio cada semana sin mi abuela. Ella se quedaba en casa y aprovechaba para ponernos verde con los vecinos, familiares y con todo el que quisiera escucharla. Éramos tan malos, la dejábamos sola en casa estando mala (y cuándo no), sin comida según explicaba ella y estaba tan impedida que no podía ni salir a comprar el pan, que le llevaba mi prima tanto el sábado como el domingo, pero ella además se lo pedía a una vecina para hacerse la víctima, hasta que se encontraron las dos en la puerta con la barra de pan, y así todo.

A pesar de todo esto, era buena estudiante. Siempre aprobé todo con buenas notas, pero no supe sacar provecho de ello y seguir estudiando. Me limité a hacer FP de Administrativo y ponerme a trabajar en cuanto pude. Ahí sí he tenido suerte, nunca me ha faltado trabajo.

MIS PADRES

Mi relación con mis padres siempre ha sido “rara”. Tiraba más para mi padre, pero nos veíamos tan poco que resultaba difícil establecer una relación de complicidad. Además, siempre encontré a faltar su falta de coraje para poner fin a la situación que había en su casa. Lo quiero muchísimo, pero le faltó arrojo. Muchas veces a lo largo de mi vida he pensado que tenía otra familia, que había otra mujer, seguro. Llamaba desde casa y salía el número en la factura (poco inteligente por su parte, pero no había móviles). Sabemos quién es esa mujer, también casada y con hijos. Mi madre juraba y perjuraba que la pequeña de sus hijas era de mi padre, pero supongo que nunca lo sabré. A mi madre también le faltó coraje en ese momento, o les faltó a los dos para poner fin a un matrimonio que ya hacía muchos años que no llevaba a ningún sitio.

Con mi madre nunca me he llevado bien. Nuestra relación ha sido muy tormentosa y tóxica para mí. Nos hemos peleado tantas veces, y hemos estado temporadas sin hablarnos, solo mejoró un poco al final, y ya no me dio tiempo a tratar de aprovechar ese cambio en nuestra relación. Tenía muchos celos de mi padre, decía que lo quería más que a ella y, seguramente, era verdad. Yo no soportaba que hablara mal de él y lo hacía continuamente. Pensaba que al morir mi abuela, mi padre cambiaría su tipo de vida, pero era mucho esperar de una persona que siente que no ha sido necesaria en su casa durante veinte años. ¿En serio pensaba que se iba a volver hogareño y cariñoso con ella? Venga ya, si a estas alturas ni quien pueda leer esto pensaría en un posible cambio. O sea, has pasado de tu marido durante todo tu matrimonio, has antepuesto a tu madre por encima de todo y cuando a ti te va bien, pues oye ahora quiero un marido. Quizás debería haberse buscado uno de verdad, creo que hubiera sido mejor para todos, pero claro, el qué dirán siempre ha formado parte muy importante de su vida. Aunque no le impedía hablarle mal de mí a todo el mundo, cosas bastantes feas de las que me enteré por casualidad y que fue una constante durante años.

Me he sentido tan poco apoyada por ellos en momentos importantes de mi vida, me he sentido cuestionada, juzgada y muy sola cuando he necesitado apoyo y cariño. De nuevo el qué dirán era lo más importante y no mi felicidad. De todas formas, si ellos no lo eran ¿por qué tenía que serlo yo? Especialmente mi madre, muy parecida en carácter a su madre, no podía soportar que alguien tuviera las agallas para poner fin a una situación a la que ella nunca fue capaz de hacer frente, aunque presumía siempre que podía de tener más cojones que nadie. Que digo yo, ¿y eso para qué sirve?

Durante los últimos años sí que me sentí muy unida a mi padre, situación que mi madre no llevaba nada bien la verdad. No sabía qué hacer para que me posicionara en contra de mi padre y como no lo conseguía reaccionaba como una niña pequeña. La verdad es que yo entendía la actitud de mi padre, era la actitud que había provocado mi madre. Yo hubiera hecho lo mismo.

Mi madre me llamaba varias veces al día, daba igual que estuviera trabajando, paseando, en la playa, comiendo fuera o en casa. Ella tenía la necesidad de controlar en todo momento qué estaba haciendo y con quién. Y, sobre todo, necesitaba que supiera que no estaba bien y que no la estaba atendiendo como debería. Tenía la necesidad de hacerte sentir culpable cada día, hicieras lo que hicieras. Luego colgaba el teléfono y se iba sin ningún problema al bar a jugar a las máquinas.

Aún recuerdo un domingo que fuimos a verla mi pareja y yo y le llevamos el pan porque, como siempre, no se encontraba bien. Al marcharnos nos quedamos en la esquina de su calle, tenía la seguridad de que iba a salir, y así fue, a los cinco minutos ya salió con su carro y se fue al bar a jugar. No le dije nada, pero luego te llama al mediodía de ese mismo día y está malísima, lleva un día horrible. En fin, siempre mentía, en todo, creo que ni ella misma distinguía ya la realidad de las mentiras que contaba cada día. Muchas veces me enfrenté a ella por este motivo, y tuvimos serias peleas. Pero hasta el último día, mentía, mentía y mentía.

Mi padre no mentía, se limitaba a no contar nada. A hablar lo menos posible, siempre fue así. En los últimos tiempos lo pasó mal con mi madre, él era muy dependiente y ella no paraba de echarle en cara todo lo que tenía que hacer por él cada día y, desde luego, de hacernos ver a los demás el suplicio por el que la estaba haciendo pasar mi padre.

JUVENTUD

Mi juventud fue algo más normal al pasar los fines de semana en Canet. Allí hice mi grupo de amigos y tenía más libertad para salir. No sé si fue la necesidad de cariño que siempre he sentido, pero tuve bastantes novietes y, a veces, más de uno a la vez. Me parecía divertido, aunque tuviera que hacer malabares para mantener dos relaciones paralelas. Como digo, tuve bastantes relaciones, pero con ninguna llegué más allá de algunos besos.

Después de unos años con el mismo grupo de amigos, cambié y empecé a ir solo con chicas. Así se ligaba más, y hacíamos cosas que me gustaban más. No estar tanto de bares y salir más a bailar, por ejemplo. Me gustaba ir a la discoteca los sábados, durante esa época conocía casi todas las de la costa del Maresme que estaban de moda. Y seguí con mi carrera de relaciones cortas y que, desde luego, no llevaban a ningún sitio. Criticada incluso por mis supuestas amigas, que no se daban cuenta de que hacían más o menos lo mismo que yo. De esas amistades no quedó nada, no sé qué habrá sido ellas. Pasaron al olvido y cada una siguió su camino. No tengo ninguna amistad que se haya mantenido desde la infancia o la juventud. Quizás he sido yo que no he sabido conservarlas, o quizás no eran las apropiadas. No lo sé, la verdad.

Mi primera relación importante fue con un chico de mi primer grupo de amigos. No me porté bien con él, estaba loco por mí, pero yo que lo sabía lo estuve mareando un buen tiempo. Había otro chico en el grupo que también me iba detrás, pero a mí me gustaba más el que era el más golfo de todos, cómo no. O sea, que acabé teniendo algo con los tres, no a la vez, no penséis mal. Pero sí que acabé haciendo daño a los dos primeros. Al tercero en discordia no, él pasaba de todo. No era mi intención, pero ahora me doy cuenta de que no actué de la forma más correcta. Iba a lo mío y me montaba mis películas. Vivía en un mundo de fantasía. El hecho de resultar atractiva para los hombres, ayudó también bastante. Sigo sin entender por qué, pero nunca he tenido problema para conseguir a alguien y, cuando lo he tenido, se ha convertido en una obsesión y me he hecho daño yo misma.

No fue en Canet donde conocí al primer “gran amor” de mi vida, fue en la discoteca donde íbamos los jueves por la tarde, cuando hacíamos “campana” en el instituto. Por entonces estaba estudiando Auxiliar de Enfermería, y lo de faltar los jueves por la tarde para irse a la disco, era lo habitual. Allí conocí una tarde a un chico, y me quedé colgadita por él. A él también le gusté, y empezamos a salir. Ya no me gustaba irme a Canet los fines de semana, él se quedaba aquí y salía y yo me moría de celos. Llegué a conocer a su familia y me llevaba muy bien con su hermana. Toda yo era pura felicidad solo de pensar lo bien que nos iba. Él fue el primero, con él perdí mi virginidad y fue bonito. No espectacular, pero bonito. Seguimos juntos unos meses, aunque tenía que hacer malabares para poder vernos, pero el irme cada fin de semana, que éramos jóvenes e inmaduros y que él acabó liándose con una diferente cada fin de semana, puso fin a la relación. Y no creáis que lo dejé yo, no, fue él y por primera vez en mi vida lloré y lloré por otra persona, me rebajé lo indecible para intentar que volviera y continuar nuestra relación, pero no fue posible. Él se había dado cuenta de lo atractivo que resultaba para las mujeres y de lo fácil que lo tenía para estar cada semana con una diferente, ¿por qué se iba a conformar solo conmigo? Entonces no se llevaba eso de quedar como amigos, él era el cabrón que me había dado un poco de mi propia medicina y que me había hecho lo que yo hacía constantemente con los demás. Pero claro, de él me enamoré por primera vez. Y si ya me costaba demostrar mis sentimientos, quizás por la falta de los mismos que había en mi casa, pues me hice más fría. Toda la pasión que ponía en las relaciones bajó de intensidad y lo veía de otra forma.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que conocí al que sería mi siguiente novio oficial, mientras tuve algún rollo, pero nada serio ni importante. Me reí mucho con la situación, porque cada viernes cuando iba con mi madre a comprar a la carnicería del barrio, nos encontrábamos con una señora de la que mi madre decía que solo hablaba tonterías, que era una creída y otras lindeces. Y, claro, yo me dejé arrastrar y tenía la misma opinión que ella. Tanto que llegué a comentar con mi madre: “si tengo un novio y resulta que es su madre, lo dejo”. No se puede escupir para arriba, porque sí, es lo que estáis pensado, resultó ser la madre de este chico y resultó también ser una gran persona y que me trató como si fuera su hija el tiempo que estuvimos juntos, que fueron cuatro años si no recuerdo mal. También su padre y su hermana. Eran una familia de verdad, no como la mía. Con ellos cenaba casi cada noche y después él me acompañaba a casa. En la suya es donde hacíamos vida y podíamos tener intimidad, sus padres eran muy liberales en ese aspecto.