Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Casa con dos puertas, mala es de guardar es una de las comedias teatrales de capa y espada de Pedro Calderón de la Barca. En ella, el capitán Lisardo regresa a España, tras una estancia en Flandes,2 y se instala en casa de Félix, un buen amigo suyo. Por azares conoce y se enamora de la bella Marcela, que resulta ser hermana de Félix, circunstancia que desconoce Lisardo. Por su parte, Félix queda prendado de Laura, la amiga de su hermana. A partir de esa premisa, se suceden las situaciones equívocas y cómicas.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 90
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Pedro Calderón de la Barca
Comedia famosa
Saga
Casa con dos puertas, mala es de guarderCover image: Shutterstock Copyright © 1635, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497571
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen MARCELA y SILVIA en corto con mantos, como recelándose, ydetrás LISARDO y CALABAZAS.
MARCELA ¿Vienen tras nosotras?
SILVIA Sí.
MARCELA Pues párate. -Caballeros,
desde aquí habéis de volveros,
no habéis de pasar de aquí,
porque si intentáis así 5
saber quien soy, intentáis
que no vuelva donde estáis
otra vez, y si esto no
basta, volveos, porque yo
os suplico que os volváis. 10
LISARDO Difícilmente pudiera
—27v→
conseguir, señor, el sol
que la flor del girasol
su resplandor no siguiera.
Difícilmente quisiera 15
el norte, fija luz clara,
que el imán no le mirara,
y el imán difícilmente
intentara, que obediente
el acero le dejara. 20
Si sol es vuestro esplendor,
girasol la dicha mía,
si norte vuestra porfía,
piedra imán es mi dolor;
si es imán vuestro rigor, 25
acero mi ardor severo.
Pues ¿cómo quedarme espero,
cuando veo que se van,
mi sol, mi norte y mi imán,
siendo flor, piedra y acero? 30
MARCELA A esta flor hermosa y bella,
términos el día concede,
bien como a esa piedra puede
concederlos una estrella,
y pues él se ausenta, y ella, 35
no culpéis la ausencia mía;
decid a vuestra porfía,
piedra, acero o girasol,
que es de noche para el sol,
para la estrella de día. 40
Y quedaos aquí, porque
si este secreto apuráis,
y a saber quién soy llegáis,
nunca a veros volveré
a aqueste sitio, que fue 45
campaña de nuestro duelo;
y puesto que mi desvelo
me trae a veros aquí,
creed de mí que importa así.
LISARDO De vuestro recato apelo, 50
señora a mi voluntad,
y supuesto que sería
no seguiros cortesía,
también será necedad.
Necio o descortés, mirad 55
cuál mayor defecto es,
veréis [que]1 el de necio, pues
no se enmienda, y así a precio
de no ser, señora, necio,
tengo de ser descortés. 60
Seis auroras esta aurora
hace que en este camino
ciego el amor os previno
para ser mi salteadora:
tantas ha que a aquella hora 65
os hallo a la luz primera,
oculto sol de su esfera,
de su campo rebozada
ninfa, deidad ignorada
de su hermosa primavera. 70
Vós me llamastis, primero
que a hablaros llegara yo;
que no me atreviera, no,
tan de paso y forastero.
Con estilo lisonjero, 75
áspid ya de sus verdores,
no deidad de sus primores,
desde entonces fuistes; pues
áspid, que no deidad, es
quien da muerte entre las flores. 80
Dijístisme que volviera
otra mañana a este prado,
y puntüal mi cuidado
me trujo como a mi esfera.
No adelanté la primera 85
ocasión, porque bastante
no fue mi ruego constante,
a que corriese la fe,
que adora lo que no ve,
ese velo de delante: 90
viendo, pues, que siempre es nuevo
—28→
el riesgo, y el favor no,
quiero a mí deberme yo
lo que a vuestra luz no debo:
y así a seguiros me atrevo, 95
que hoy he de veros, o ver
quien sois.
MARCELA Hoy no puede ser,
y así dejadme por hoy,
que yo mi palabra os doy
de que muy presto saber 100
podáis mi casa, y entrar
a verme en ella.
CALABAZAS [A SILVIA.]
¿Y a ella
doncella desa doncella
(la verdad en su lugar,
que yo no quiero infernar 105
mi alma) hay cosa que le obligue
a taparse?
SILVIA Y si me sigue,
tenga por muy cierto.
CALABAZAS ¿Qué?
SILVIA Que me persigue, porque
quien me sigue me persigue. 110
CALABAZAS Ya sé el caso vive Dios.
SILVIA ¿Qué va que no le declaras?
CALABAZAS Muy malditísimas caras
debéis de tener las dos.
SILVIA Mucho mejores que vós. 115
CALABAZAS Y está bien encarecido,
porque yo soy un cupido,
SILVIA Cupidos somos yo y tú.
CALABAZAS ¿Cómo?
SILVIA Yo el pido, y tú el cu.
CALABAZAS No me está bien el partido. 120
MARCELA [A LISARDO.]
Esto os vuelvo a asegurar
otra vez.
LISARDO Pues ¿qué fïanza
le dejáis a mi esperanza
de las dos que he de lograr?
MARCELA (Descúbrese.)
La de dejarme mirar. 125
LISARDO Usar desa alevosía
para turbar mi osadía,
ha sido traición, pues ya
viéndoos, ¿cómo os dejará
quien sin veros os seguía? 130
MARCELA Quedad, pues, de mí seguro
de que muy presto sabréis
mi casa, y entenderéis
cuánto serviros procuro,
esto otra vez aseguro. 135
LISARDO Ya en seguiros soy de hielo.
MARCELA Y yo sin ningún recelo
de que agradecida estoy,
por esta calle me voy.
LISARDO Id con Dios.
MARCELA Guárdeos el cielo. 140
(Vanse las dos.)
CALABAZAS ¡Linda tramoya, señor!
Sigámosla hasta saber
quién ha sido una mujer
tan embustera.
LISARDO Es error
Calabazas, si en rigor 145
ella se recata así,
seguirla.
CALABAZAS ¿Eso dices?
LISARDO Sí.
CALABAZAS Vive Dios, que la siguiera
yo, aunque hasta el infierno fuera.
LISARDO ¿Qué me debe, necio, di, 150
de haber cuatro días hablado
conmigo en este lugar,
para darle yo un pesar,
de quien ella se ha guardado?
CALABAZAS Debe el haber madrugado 155
estos días.
LISARDO Ya que estamos
solos, ya que así quedamos
sobre lo que podrá ser
tan recatada mujer,
—28v→
discurramos.
CALABAZAS Discurramos. 160
Dime tú, ¿qué has presumido
de lo que has visto y notado?
LISARDO De estilo tan bien hablado,
de traje tan bien vestido,
lo que he pensado y creído, 165
es, que esta debe de ser
alguna noble mujer,
que donde no es conocida,
disimulada y fingida,
gusta de hablar y de ver, 170
y por forastero a mí
para este efeto eligió.
CALABAZAS Mucho mejor pienso yo.
LISARDO Pues no te detengas, di.
CALABAZAS Mujer que se viene así 175
a hablar con quien no la vea,
donde ostentarse desea
bachillera y importuna,
que me maten si no es una
muy discretísima fea, 180
que por el pico ha querido
pescarnos.
LISARDO ¿Y si la hubiera
visto yo, y un ángel fuera?
CALABAZAS ¡Vive Dios, que me has cogido!
La Dama Duende habrá sido, 185
que volver a vivir quiere.
LISARDO Aun bien, sea lo que fuere,
que mañana se sabrá.
CALABAZAS ¿Luego crees que vendrá
mañana?
LISARDO Si no viniere, 190
poco, o nada habrá perdido
la necia esperanza mía.
CALABAZAS El madrugar a otro día
¿poca pérdida habrá sido?
LISARDO El negocio a que he venido 195
a madrugar me ha obligado,
no le debo a este cuidado.
CALABAZAS Cerca de casa vivió,
pues de vista se perdió
cuando a casa hemos llegado. 200
LISARDO Y tarde debe de ser.
CALABAZAS Sí, pues vistiéndose sale
quien a los dos nos mantiene,
sin ser los dos justas reales.
(Salen DON FÉLIX y el ESCUDERO como vistiéndose.)
LISARDO Don Félix, bésoos las manos. 205
DON FÉLIX El cielo, Lisardo, os guarde.
LISARDO ¿Tan de mañana vestido?
DON FÉLIX Un cuidado, que me trae
desvelado, no permite
que sosiegue ni descanse. 210
Pero vós, que os admiráis
de que a esta hora me levante,
¿no me dijistes anoche,
que a dar unos memoriales
habíais de ir a Aranjuez? 215
¿Pues cómo a Ocaña os tornastis
desde el camino?
LISARDO Si bien
me acuerdo, regla es del arte,
que la pregunta y respuesta
siempre un mismo caso guarden; 220
y puesto que a mi pregunta
fue la respuesta más fácil
un cuidado de la vuestra,
otro cuidado me saque,
que es el que a Ocaña me ha vuelto. 225
DON FÉLIX ¿Apenas ayer llegastes,
y hoy tenéis cuidado?
LISARDO Sí.
DON FÉLIX Pues por obligaros antes
que me obliguéis a decirle:
este es el mío, escuchadme. 230
—29→
CALABAZAS En tanto que ellos se pegan
dos grandísimos romances,
¿tendréis, Herrera, algo que
se atreva a desayunarse?
ESCUDERO2
Vamos hacia mi aposento, 235
Calabazas, que al instante
que entréis vós en él,
no faltará algo fïambre.
(Vanse los dos.)
DON FÉLIX Bien os acordáis de aquellas
felicísimas edades 240
nuestras, cuando los dos fuimos
en Salamanca estudiantes.
Bien os acordáis también
del libre, el glorioso ultraje
con que de Venus y Amor 245
traté las vanas deidades
de su hermosura y sus flechas,
tan a su pesar triunfante,
que de rayos y de plumas
coroné mis libertades. 250
¡Oh, nunca hubiera, Lisardo,
luchado tan desiguales
fuerzas, porque nunca hubieran
podido los dos vengarse,
O hubiera sido su golpe, 255
puesto que a todos alcance,
por costumbre solamente,
flecha disparada al aire,
y no por venganza flecha
bañada en venenos tales, 260
que salió del arco pluma,
corrió por el viento ave,
llegó rayo al corazón,
donde se alimenta áspid!
La primer vez que sentí 265
este golpe penetrante,
que sabe herir sin matar,
y aun esto es lo más que sabe,
en la juventud del año
una tarde fue agradable 270
del abril, pero mal dije,
al alba fue. No os espante
ser por la tarde y al alba,
que con prestados celajes,
si bien me acuerdo, aquel día 275
amaneció por la tarde.
Este, pues, como otros muchos,
por divertirme y holgarme,
salí a caza, y empeñado,
llegué de un lance a otro lance 280
al sitio de Aranjüez,
que como poco distante
está de Ocaña, él es siempre
nuestro prado y nuestro parque.
Quise entrar a sus jardines, 285
sin saber qué me llevase
a ver lo que tantas veces
había visto; que esto es fácil,
todo el tiempo que no asisten
al sitio sus Majestades. 290
En el de la Isla entré:
¡oh, cómo, Lisardo, sabe
la desdicha prevenirse,
el daño facilitarse!
Pues como la mariposa, 295
que halagüeñamente hace
tornos a su muerte, cuando
sobre la llama flamante
las alas de vidro mueve,
las hojas de carmín bate. 300
Así el infeliz, llevado
de su desdicha al examen,
ronda el peligro, sin ver
quién al peligro le trae.
Estaba en la primer fuente, 305
que es un peñasco agradable,
donde temiendo el diluvio
de sus cruzados cristales,
parece que van viniendo3
—29v→
a él todos los animales, 310
una mujer recostada
en la siempre verde margen
de murta, que la guarnece,
como cenefa o engaste
de esmeralda, cuyo anillo 315
es toda el agua diamante,
tan divertida en mirar
su hermosura en el estanque
estaba, que puso en duda,
sobre ser mujer, o imagen, 320
porque como ninfas bellas
de plata bruñida hacen
guarda a la fuente, tan vivas,
que hay quien espere que anden,