Casa con dos puertas mala es de guardar - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Casa con dos puertas mala es de guardar E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Casa con dos puertas mala es de guardar es una comedia de enredo, en la que se suceden de manera vertiginosa el juego de intrigas y equívocos. Calderón de la Barca escribió Casa con dos puertas antes de cumplir los cuarenta años. Entonces sufrió una crisis personal porque empezaron a cerrar teatros, tuvo un hijo, murió un hermano y decidió ordenarse sacerdote. Su obra también cambió, se volvió más sosegada, dramática e incluso ideológica. Por entonces Calderón escribió comedias de más profundidad existencial y psicológica. El título Casa con dos puertas mala es de guardar hace referencia a lo difícil que es controlar a las hijas, más liberales de lo que cabría esperar porque se atreven a meter a hombres en casa.

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Seitenzahl: 92

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Pedro Calderón de la Barca

Casa con dos puertas es mala de guardar

Barcelona 2020

linkgua-digital.com

Créditos

Título original: Casa con dos puertas.

© 2020, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño cubierta: Michel Mallard

ISBN rústica: 978-84-9816-398-8.

ISBN ebook: 978-84-9897-138-5.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 47

Jornada tercera 95

Libros a la carta 139

Presentación

La vida

Pedro Calderón de la Barca. (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621, se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.

Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermano José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

En esta comedia de enredo se sucede de manera vertiginosa el juego de intrigas y equívocos. Calderón escribió esta obra tras sufrir una crisis personal motivada por el cierre de los teatros y la muerte de un hermano.

Casa con dos puertas... hace referencia a lo difícil que es controlar a las hijas liberales que se atreven a meter a sus amantes en casa.

Personajes

Calabazas, criado

Celia, criada

Don Félix, galán

Fabio, viejo

Laura, dama

Lelio, criado

Lisardo, galán

Marcela, dama

Silvia, criada

Un Escudero

Jornada primera

Salen Marcela y Silvia en corto con mantos, como recelándose, y detrás Lisardo y Calabazas.

Marcela ¿Vienen tras nosotras?

Silvia Sí.

Marcela Pues párate. —Caballeros,

desde aquí habéis de volveros,

no habéis de pasar de aquí,

porque si intentáis así 5

saber quien soy, intentáis

que no vuelva donde estáis

otra vez, y si esto no

basta, volveos, porque yo

os suplico que os volváis. 10

Lisardo Difícilmente pudiera

conseguir, señor, el Sol

que la flor del girasol

su resplandor no siguiera.

Difícilmente quisiera 15

el norte, fija luz clara,

que el imán no le mirara,

y el imán difícilmente

intentara, que obediente

el acero le dejara. 20

Si Sol es vuestro esplendor,

girasol la dicha mía,

si norte vuestra porfía,

piedra imán es mi dolor;

si es imán vuestro rigor, 25

acero mi ardor severo.

Pues ¿cómo quedarme espero,

cuando veo que se van,

mi Sol, mi norte y mi imán,

siendo flor, piedra y acero? 30

Marcela A esta flor hermosa y bella,

términos el día concede,

bien como a esa piedra puede

concederlos una estrella,

y pues él se ausenta, y ella, 35

no culpéis la ausencia mía;

decid a vuestra porfía,

piedra, acero o girasol,

que es de noche para el Sol,

para la estrella de día. 40

Y quedaos aquí, porque

si este secreto apuráis,

y a saber quién soy llegáis,

nunca a veros volveré

a aqueste sitio, que fue 45

campaña de nuestro duelo;

y puesto que mi desvelo

me trae a veros aquí,

creed de mí que importa así.

Lisardo De vuestro recato apelo, 50

señora a mi voluntad,

y supuesto que sería

no seguiros cortesía,

también será necedad.

Necio o descortés, mirad 55

cuál mayor defecto es,

veréis [que] el de necio, pues

no se enmienda, y así a precio

de no ser, señora, necio,

tengo de ser descortés. 60

Seis auroras esta aurora

hace que en este camino

ciego el amor os previno

para ser mi salteadora:

tantas ha que a aquella hora 65

os hallo a la luz primera,

oculto Sol de su esfera,

de su campo rebozada

ninfa, deidad ignorada

de su hermosa primavera. 70

Vós me llamastis, primero

que a hablaros llegara yo;

que no me atreviera, no,

tan de paso y forastero.

Con estilo lisonjero, 75

áspid ya de sus verdores,

no deidad de sus primores,

desde entonces fuistes; pues

áspid, que no deidad, es

quien da muerte entre las flores. 80

Dijístisme que volviera

otra mañana a este prado,

y puntual mi cuidado

me trujo como a mi esfera.

No adelanté la primera 85

ocasión, porque bastante

no fue mi ruego constante,

a que corriese la fe,

que adora lo que no ve,

ese velo de delante: 90

viendo, pues, que siempre es nuevo

el riesgo, y el favor no,

quiero a mí deberme yo

lo que a vuestra luz no debo:

y así a seguiros me atrevo, 95

que hoy he de veros, o ver

quien sois.

Marcela Hoy no puede ser,

y así dejadme por hoy,

que yo mi palabra os doy

de que muy presto saber 100

podáis mi casa, y entrar

a verme en ella.

Calabazas [A Silvia.] ¿Y a ella

doncella desa doncella

(la verdad en su lugar,

que yo no quiero infernar 105

mi alma) hay cosa que le obligue

a taparse?

Silvia Y si me sigue,

tenga por muy cierto.

Calabazas ¿Qué?

Silvia Que me persigue, porque

quien me sigue me persigue. 110

Calabazas Ya sé el caso vive Dios.

Silvia ¿Qué va que no le declaras?

Calabazas Muy malditísimas caras

debéis de tener las dos.

Silvia Mucho mejores que vós. 115

Calabazas Y está bien encarecido,

porque yo soy un cupido,

Silvia Cupidos somos yo y tú.

Calabazas ¿Cómo?

Silvia Yo el pido, y tú el cu.

Calabazas No me está bien el partido. 120

Marcela [A Lisardo.] Esto os vuelvo a asegurar

otra vez.

Lisardo Pues ¿qué fianza

le dejáis a mi esperanza

de las dos que he de lograr?

Marcela (Descúbrese.)

La de dejarme mirar. 125

Lisardo Usar desa alevosía

para turbar mi osadía,

ha sido traición, pues ya

viéndoos, ¿cómo os dejará

quien sin veros os seguía? 130

Marcela Quedad, pues, de mí seguro

de que muy presto sabréis

mi casa, y entenderéis

cuánto serviros procuro,

esto otra vez aseguro. 135

Lisardo Ya en seguiros soy de hielo.

Marcela Y yo sin ningún recelo

de que agradecida estoy,

por esta calle me voy.

Lisardo Id con Dios.

Marcela Guárdeos el cielo. 140

(Vanse las dos.)

Calabazas ¡Linda tramoya, señor!

Sigámosla hasta saber

quién ha sido una mujer

tan embustera.

Lisardo Es error

Calabazas, si en rigor 145

ella se recata así,

seguirla.

Calabazas ¿Eso dices?

Lisardo Sí.

Calabazas Vive Dios, que la siguiera

yo, aunque hasta el infierno fuera.

Lisardo ¿Qué me debe, necio, di, 150

de haber cuatro días hablado

conmigo en este lugar,

para darle yo un pesar,

de quien ella se ha guardado?

Calabazas Debe el haber madrugado 155

estos días.

Lisardo Ya que estamos

solos, ya que así quedamos

sobre lo que podrá ser

tan recatada mujer,

discurramos.

Calabazas Discurramos. 160

Dime tú, ¿qué has presumido

de lo que has visto y notado?

Lisardo De estilo tan bien hablado,

de traje tan bien vestido,

lo que he pensado y creído, 165

es, que esta debe de ser

alguna noble mujer,

que donde no es conocida,

disimulada y fingida,

gusta de hablar y de ver, 170

y por forastero a mí

para este efeto eligió.

Calabazas Mucho mejor pienso yo.

Lisardo Pues no te detengas, di.

Calabazas Mujer que se viene así 175

a hablar con quien no la vea,

donde ostentarse desea

bachillera y importuna,

que me maten si no es una

muy discretísima fea, 180

que por el pico ha querido

pescarnos.

Lisardo ¿Y si la hubiera

visto yo, y un ángel fuera?

Calabazas ¡Vive Dios, que me has cogido!

La Dama Duende habrá sido, 185

que volver a vivir quiere.

Lisardo Aun bien, sea lo que fuere,

que mañana se sabrá.

Calabazas ¿Luego crees que vendrá

mañana?

Lisardo Si no viniere, 190

poco, o nada habrá perdido

la necia esperanza mía.

Calabazas El madrugar a otro día

¿poca pérdida habrá sido?

Lisardo El negocio a que he venido 195

a madrugar me ha obligado,

no le debo a este cuidado.

Calabazas Cerca de casa vivió,

pues de vista se perdió

cuando a casa hemos llegado. 200

Lisardo Y tarde debe de ser.

Calabazas Sí, pues vistiéndose sale

quien a los dos nos mantiene,

sin ser los dos justas reales.

(Salen Don Félix y el Escudero como vistiéndose.)

Lisardo Don Félix, bésoos las manos. 205

Don Félix El cielo, Lisardo, os guarde.

Lisardo ¿Tan de mañana vestido?

Don Félix Un cuidado, que me trae

desvelado, no permite

que sosiegue ni descanse. 210

Pero vós, que os admiráis

de que a esta hora me levante,

¿no me dijistes anoche,

que a dar unos memoriales

habíais de ir a Aranjuez? 215

¿Pues cómo a Ocaña os tornastis

desde el camino?

Lisardo Si bien

me acuerdo, regla es del arte,

que la pregunta y respuesta

siempre un mismo caso guarden; 220

y puesto que a mi pregunta

fue la respuesta más fácil

un cuidado de la vuestra,

otro cuidado me saque,

que es el que a Ocaña me ha vuelto. 225

Don Félix ¿Apenas ayer llegastes,

y hoy tenéis cuidado?

Lisardo Sí.

Don Félix Pues por obligaros antes

que me obliguéis a decirle:

este es el mío, escuchadme. 230

Calabazas En tanto que ellos se pegan

dos grandísimos romances,

¿tendréis, Herrera, algo que

se atreva a desayunarse?

Escudero Vamos hacia mi aposento, 235

Calabazas, que al instante

que entréis vós en él,

no faltará algo fiambre.

(Vanse los dos.)

Don Félix Bien os acordáis de aquellas 240

felicísimas edades

nuestras, cuando los dos fuimos

en Salamanca estudiantes.

Bien os acordáis también

del libre, el glorioso ultraje

con que de Venus y Amor 245

traté las vanas deidades

de su hermosura y sus flechas,

tan a su pesar triunfante,

que de rayos y de plumas

coroné mis libertades. 250

¡Oh, nunca hubiera, Lisardo,

luchado tan desiguales

fuerzas, porque nunca hubieran

podido los dos vengarse,

O hubiera sido su golpe, 255

puesto que a todos alcance,

por costumbre solamente,

flecha disparada al aire,

y no por venganza flecha

bañada en venenos tales, 260

que salió del arco pluma,

corrió por el viento ave,

llegó rayo al corazón,

donde se alimenta áspid!

La primer vez que sentí 265

este golpe penetrante,

que sabe herir sin matar,