Casados para Dios - Christopher Ash - E-Book

Casados para Dios E-Book

Christopher Ash

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Beschreibung

Muchas personas se casan sin comprender nunca el verdadero propósito del matrimonio, lo que conduce a la decepción, la insatisfacción y el conflicto. Esto plantea la pregunta obvia (pero a menudo no formulada): ¿Cuál es la finalidad del matrimonio? Ayudando a los lectores a reorientar su visión del matrimonio para que lo vean como parte del gran plan de Dios para el universo, este libro ofrece una explicación refrescante centrada en Dios de una de las instituciones humanas más fundamentales que existen. Christopher Ash nos ayuda a ver que la realización personal no es el objetivo de un buen matrimonio, sino más bien el subproducto de una unión centrada en primer lugar en glorificar a Dios en y a través de todo. Sólo entonces los maridos y las esposas experimentarán verdaderamente la alegría que proviene de amar y servir a Dios juntos.

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“El libro de Ash es el que uso para impartir consejería prematrimonial. Conciso, reflexivo, inteligente, bíblico y lleno de un bien cada vez más escaso: sentido común. Lo recomiendo encarecidamente como lectura y también como base para esbozar e informar discusiones pastorales con las parejas cristianas que están pensando en casarse y quieren tener un panorama realista, pero a la vez alentador de lo que deben esperar. Un gran libro”.

Carl R. Trueman, profesor titular de historia eclesiástica, Seminario Teológico Westminster; autor, The Creedal Imperative [Los credos imperativos] y Lutero y la vida cristiana

“En un mundo que discute el valor y el propósito del matrimonio, surge este librito llamado Casados para Dios. Es una introducción fantástica al propósito y la función del matrimonio y la intimidad. Este libro es perfecto para las parejas que están pensando en casarse y es un buen recordatorio para que los que ya contrajeron el compromiso del matrimonio recuerden por qué Dios lo diseñó para que floreciéramos”.

Darrell L. Bock, director ejecutivo de compromiso cultural, Howard G. Hendricks Center, y docente investigador de estudios neotestamentarios, Seminario Teológico de Dallas

“Las parejas comprometidas se beneficiarán al leer este libro con cuidado. La manera en que Ash aplica la Biblia es concisa, práctica y sabia”.

Andrew David Naselli, profesor asistente de Nuevo Testamento y teología bíblica, Bethlehem College and Seminary, Minneapolis

“Cuando recién me casé, quería leer todos los “manuales” sobre el matrimonio. Había muchos disponibles. Si estás pensando en casarte, acabas de casarte o necesitas recordar el “porqué” del matrimonio, lee este excelente recurso”.

Christina Fox, consejera, oradora y autora de A Heart Set Free [Un corazón liberado]

“En Casados para Dios, Christopher Ash ofrece una base bíblica para entender el matrimonio como una experiencia centrada en Dios, lo que nos ayudará a corregir nociones débiles e idólatras y redundará en la honra de Dios y la edificación de Su pueblo. El autor presenta comentarios bíblicos y conclusiones teológicas con ejemplos de la vida real que promueven la aplicación sencilla. Entre los muchos libros escritos sobre el matrimonio, este destaca porque da en el clavo con claridad y perspectivas teológicas robustas”.

Erick y Donna Thoenes, profesor de teología de la Universidad Biola y pastor de la iglesia Grace Evangelical Free Church, La Miranda, California; y su esposa, profesora adjunta de la Universidad Biola

“En estos tiempos, los objetivos planteados de la esencia del matrimonio son infinitos, e infinitamente contradictorios. ¿Dónde debemos comenzar? En Dios, dice Christopher Ash. Sin este enfoque, los otros elementos como las buenas habilidades comunicativas y los acuerdos sobre las finanzas -por muy importantes que sean- no tienen suficiente fuerza en sí mismos como para salvar el vacío de no tener a Dios al centro. Existimos para Él como individuos, y lo mismo ocurre con nuestros matrimonios. Estoy muy agradecido por este librito. Lo absorbí profundamente y lo diseminaré mucho”.

Rob Lister, profesor asociado de estudios bíblicos y teológicos, Talbot School of Theology

“Christopher Ash eleva el matrimonio a un nivel que está muy por encima lo que el marido y la mujer contribuyen y reciben mutuamente. Sobre todo lo demás, el matrimonio es una alianza al servicio del Señor. Dicho enfoque centrado en Cristo hace que los maridos y sus mujeres se eleven juntos para la gloria de Dios y su propia satisfacción cuantiosa. Casados para Dios es un libro profundo y práctico, una lectura importante para todos los que han tenido la bendición de vivir vidas tocadas por el matrimonio”.

Tim Savage, pastor principal de la Iglesia Bíblica Camelback; autor, No Ordinary Marriage [No un matrimonio cualquiera]

“El libro de Christopher Ash, Casados para Dios, presenta una visión atractiva, práctica y pastoral del matrimonio bíblico. Su claridad respecto a la belleza y el propósito del diseño divino para el matrimonio es para nuestra época y también profundamente refrescante. Brinda inspiración para las parejas recién casadas y una recalibración para las que lo han estado durante más tiempo. La sensibilidad que muestra con quienes están solteros y anhelan casarse y las parejas que sufren de infertilidad hace que todo este libro sea un recurso de cuidado cariñoso para la mayoría de los adultos cristianos. Nos complace recomendar este libro sabio y cautivador, y oramos para que ayude a muchos a captar la visión que Dios ideó para el matrimonio”.

Bruce y Jodi Ware, profesor de teología cristiana; y su esposa, instructora del Instituto de Esposas de Seminaristas, The Sotuhern Baptist Theological Seminary, Louisville, Kentucky

Publicado por:Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043Graham, NC 27253www.farodegracia.orgISBN 978-1-629463-09-4

Married for God: Making Your Marriage the Best It Can Be Copyright ©2016 by Christopher Ash

Published by Crossway, a publishing ministry of Good News Publishers. Wheaton, Illinois 60187, lJ.S.A. This edition published by arrangement with Crossway.

All rights reserved. Todos los Derechos Reservados.

©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Julio Caro Alonso, diseño de la portada y las páginas por Juan Diego Chaves. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.

Contenido

Prefacio: ¿Este libro es para ti?

Introducción: Dios al centro

1. Unas palabras respecto a la gracia y los lastres

2. Casados con un propósito

3. ¿Cuál es el sentido de tener hijos?

4. ¿Cuál es el sentido del sexo y la intimidad?

5. El patrón divino para la relación matrimonial

6. ¿Cuál es el sentido de la institución matrimonial?

7. ¿Es mejor quedarse soltero?

8. ¿Cuál es el corazón del matrimonio?

Conclusión: La invitación más grandiosa

Lecturas para profundizar

El sexo nos grita en todas las películas, en todos los buses y carteles, y en todos los quioscos de periódicos. Bueno, no en todos, pero sí grita lo suficiente para causarnos una impresión profunda. La combinación de esta presión con nuestros propios deseos naturales es explosiva. Me atrevería a decir que los cristianos que afirman no batallar nunca en esta área son deshonestos al respecto. Necesitamos ayuda. Este libro es una descripción directa de lo que la Biblia enseña sobre el matrimonio.

Si están comprometidos, espero que este libro los ayude a prepararse para el matrimonio. Espero que aquí encuentren enseñanza bíblica que, al considerar en conjunto como pareja, moldee saludablemente sus esperanzas y expectativas.

Si están viviendo los primeros años de matrimonio (o incluso si ya pasaron esos primeros años), espero que este libro los ayude a sentar las bases para un buen matrimonio. Ya hayan recibido buena consejería prematrimonial o ningún consejo, espero que esta presentación de la enseñanza bíblica los desafíe y renueve a ambos.

Si estás soltero y te preguntas si deberías casarte, espero que aquí encuentres enseñanza bíblica clara sobre lo que es el matrimonio y (aún más importante) sobre el sentido y el propósito del matrimonio.

Si estás soltero y decepcionado porque no has tenido la oportunidad de casarte (o aún no), espero que aquí también encuentres consuelo y ánimo para vivir tu vida actual de soltero de forma enérgica y gozosa para Cristo.

Es más: si no tienes intenciones de casarte, este libro puede ayudarte a entender y animar a los que sí se han casado.

Las preguntas que se encuentran al final de cada capítulo pueden utilizarse para el estudio personal o la discusión grupal. Se pueden usar de varias maneras, por ejemplo:

Uso individual: estés casado o no, puedes usar este libro para estudiar personalmente el matrimonio. Si haces eso, date el tiempo de no solo pensar en las preguntas, sino también responder en oración silenciosa.

Preparación prematrimonial: una pareja comprometida puede usar este libro en conjunto, con o sin la asistencia de un líder de la Iglesia. Recomiendo que lean un capítulo a la vez y anoten sus respuestas a las preguntas de forma individual, cada uno por sí solo, antes de reunirse para hablar sobre lo que escribieron y discutir cómo podrían responder.

Renovación matrimonial: una pareja casada también puede usar este libro como renovación matrimonial informal. Nuevamente, sugiero que lean un capítulo a la vez y escriban sus respuestas de forma individual antes de reunirse para hablar de ellas y decidir en conjunto cómo van a responder.

Curso para la iglesia: una iglesia podría considerar útil usar este libro como base para un curso de preparación prematrimonial o renovación matrimonial. En tal caso, recomiendo encarecidamente que los líderes estudien primero mi libro Marriage: Sex in the Service of God [El matrimonio: sexo al servicio de Dios] como parte de su preparación. Es probable que quieran guiar a los alumnos del curso para que sepan qué preguntas se pueden abordar en público y cuáles deben realizarse en privado. También es posible que quieran complementar las preguntas con otras ideadas por ellos mismo y que se adapten al contexto y las necesidades de su propia iglesia.

Quiero agradecer especialmente a quienes leyeron y comentaron el manuscrito, entre ellos Stuart Allen, Carolyn Bickersteth, Andy Bleach, Sandra Byatt, Mary Davis, Andrew Leonard, Steve Midgley, Mark O’Donoghue y Phil y Christine Mulryne. Desde luego, yo soy el responsable de la versión final, pero es mucho mejor gracias a su asistencia y recomendaciones. También debo agradecer sinceramente por su estímulo a todos mis colegas de la Proclamation Trust. Además, estoy agradecido de mi editora, Eleanor Trotter, de IVP, por sus sabios consejos y motivación continua.

Sobre todo, quiero agradecer a Carolyn, mi amada esposa, por mostrarme mucho del gozo y el propósito del matrimonio, tanto en la práctica como en la teoría. Gracias por tu paciencia con este esposo imperfecto, que escribe sobre el matrimonio cuando debería estar progresando y viviéndolo.

Christopher Ash, Cambridge

En el principio… Dios…(Génesis 1:1)

Jennifer y David iban en camino a su primera sesión de consejería prematrimonial. Se habían comprometido hace poco, y su pastor les pidió una reunión. Ninguno se lo admitió al otro, pero estaban muy nerviosos.

Para romper la tensión, David le preguntó a Jennifer “¿Qué esperas de estas reuniones?”, lo que dio inicio a una conversación útil. Ambos concordaban en que necesitaban ayuda para comunicarse bien, de modo que David aprendiera a comunicarse (“Lo que es raro en un hombre”, dijo Jennifer) y Jennifer lograra hacerlo con un poco menos de misterio (“Para que pueda entender lo que en verdad quieres decir”, expresó David). Esperaban con ansias aprender a relacionarse con los padres de ambos (que no siempre eran las personas más fáciles de tratar, admitieron los dos). Estaban empezando a pensar en el manejo del dinero, y creían que podrían adquirir un poco de sabiduría que les fuera útil. Les daba algo de vergüenza admitirlo, pero los dos esperaban en secreto que les dieran recomendaciones para que el sexo saliera bien. Además, como recién habían tenido una discusión dolorosa (¿por qué tiene que pasar eso justo antes de la consejería prematrimonial?), se preguntaban si la reunión con el pastor los ayudaría a enmendarla y seguir adelante.

Por eso, se decepcionaron un poco cuando el pastor dijo que tenían que empezar hablando sobre Dios.

La Biblia comienza con Dios. Desde la primera página, Dios está al centro. Quiero que eso mismo sea cierto con respecto a este libro. No me disculpo por ello.

¿Qué es lo que esperas de un libro sobre el matrimonio? El best seller de John Gray, Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, lleva el siguiente subtítulo: Una guía práctica para mejorar la comunicación y obtener lo que usted desea en su pareja. Quizá eso es lo que esperas: una guía práctica para obtener lo que tú quieres.

Puedes encontrar esas guías, no solo en las librerías seculares, sino también en las iglesias. Un libro cristiano tiene este subtítulo: Consigue una relación más alegre y satisfactoria. Un curso matrimonial cristiano ofrece “un modelo para ser feliz con tu pareja”.

Este libro no te ayudará con esas cosas, pues se trata más de Dios que de ti y de mí. En cierto sentido, sería más fácil escribir un libro de sabiduría popular y consejos prácticos sobre el sexo y el matrimonio, y adornarlo con un enchapado cristiano. En lugar de eso, quiero comenzar, continuar y finalizar el libro teniendo a Dios firme en el centro. Él es nuestro Creador y Él será nuestro Juez. Necesitamos escucharlo a Él.

¿Cuál es el sentido del matrimonio? O, para ser más básicos, ¿cuál es el sentido del sexo? En Occidente, estamos obsesionados con el sexo. Antes solía decirse que en la era victoriana la gente se avergonzaba del sexo, pero estaba obsesionada con la muerte. Nuestro caso es el opuesto: la muerte nos avergüenza, pero estamos obsesionados con el sexo. Sin embargo, estamos rodeados por todas partes de relaciones que colapsan. “La gente cambia de cónyuge más rápido que de lavadora”, afirma un anuncio. Un periódico informa que un emprendedor estadounidense está arrendando argollas de matrimonio para que la gente se ahorre el dinero de comprar anillos para una relación que probablemente no dure mucho. Al margen del matrimonio, las relaciones se desmoronan más rápido, mucho más rápido. Vivimos en un mundo caracterizado por lo que se ha denominado “la rotación de parejas”.

Es inevitable preocuparnos por esto. Si estás pensando en casarte, esta ansiedad te acechará en el fondo de tu mente. Si estás casado, te sentirás inquieto cada vez que el matrimonio de un amigo colapse. De algún modo, el humo tóxico del colapso de los demás parece alcanzar ―y amenazar― nuestros propios matrimonios.

¿Por qué colapsan las relaciones? Hay razones muy variadas, pero una de las principales es la desilusión. No empezaríamos si no tuviéramos esperanzas, las explicitemos o no. Cuando nuestros objetivos se ven frustrados, nos sentimos tentados a salir corriendo. Por eso, quiero comenzar con la siguiente pregunta: ¿Cuál debe ser nuestro propósito? ¿Cuáles son las esperanzas y los objetivos correctos para el matrimonio?

Algunos libros sobre el matrimonio se enfocan en las preguntas del cómo. ¿Cómo podemos comunicarnos mejor?, ¿cómo podemos tener mejores relaciones sexuales?, ¿cómo podemos resolver los conflictos?, y así sucesivamente. Estas preguntas tienen su lugar, pero, por lo general, no voy a enfocarme en ellas.

Otros libros (los más teóricos) se enfocan en las preguntas del qué, en las definiciones. ¿Qué es el matrimonio?, ¿tiene límites?, ¿es lo mismo convivir que estar casado?, y otras por el estilo. Estas preguntas también son importantes, pero vuelvo a decir que no voy a centrarme en ellas.

Es bueno partir con las preguntas del porqué. Si tenemos claros nuestros objetivos, veremos por qué el matrimonio tiene que ser lo que es, y estaremos bien ubicados para aprender cómo construir un matrimonio más fuerte.

Quisiera comenzar con una afirmación fundamental:

Debemos querer lo que Dios quiere del matrimonio. O, por decirlo de otra forma, el porqué de Dios es más importante que mi porqué. Situar a Dios al centro pondrá nuestra mentalidad de cabeza. A veces, las iglesias nos dan la impresión de que Dios existe para ayudarme a hacerlo mejor en la vida. Acudo a Dios porque Él puede ayudarme en mi matrimonio. Él es mi consejero de vida y, si tengo suerte, el viento es favorable y le “pago” lo suficiente con oraciones y unas cuantas actividades religiosas bien escogidas, Él usará Sus energías en mis metas. Me ayudará a conseguir lo que quiero. En el matrimonio, me ayudará a estar feliz y satisfecho.

La realidad es todo lo contrario. Tú y yo tenemos que pedirle a Dios lo que Él quiere y luego adaptar nuestros objetivos a los Suyos en lugar de esperar que Él adapte los Suyos a los nuestros. Esto es así por al menos dos motivos.

El primero tiene que ver con lo bueno y lo malo. Dios nos ha dado todo lo que tenemos. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Él (Santiago 1:17); por lo tanto, lo más básico que los seres humanos debemos hacer es honrarlo, darle gracias (Romanos 1:21) y amarlo con toda nuestra mente y corazón (Mateo 22:37-38). Solo por hacer lo que es moral, deberíamos pedirle lo que Él quiere y no esperar que Él quiera lo que nosotros queremos. Eso también es aplicable al sexo.

La segunda razón es de carácter práctico: lo que Dios quiere (por definición) está en armonía con cómo realmente es el mundo y con cómo estamos hechos. Ya que Él es el Creador, vivir en armonía con Sus propósitos es lo mejor para nosotros. Esto nos resulta muy difícil de entender. Por ejemplo, el escritor Will Self lo expresa muy bien cuando dice que, en nuestra cultura, lo bueno y lo malo no forma parte de “la estructura misma del cosmos”, sino que es “un asunto de preferencia personal similar a la etiqueta de un diseñador que está cosida en el revestimiento interior de la conciencia”.1 Uno elige lo que es bueno y malo para uno mismo; es una decisión personal de mi manera de vivir. En contraste con esta idea, el cristiano sostiene que el bien y el mal es para el universo lo que la piel de un animal es para ese animal. El animal no puede cambiarse de abrigo, y así tampoco podemos nosotros escoger lo que es bueno y malo a nivel personal como quien escoge un abrigo del ropero. Dios creó el mundo con estructura y orden, no solo con un orden físico (que es el que explora la ciencia), sino también con un orden moral. Este es el concepto bíblico de la sabiduría, que es el plano o la maqueta según la cual Dios formó el mundo: “Jehová con sabiduría fundó la tierra” (Proverbios 3:19).

Por lo tanto, cuando pedimos lo que Dios quiere, estamos pidiendo lo mejor para nosotros. Lo mejor para nosotros no es lo que nosotros queremos, sino lo que Él quiere. Cuando pido lo que Dios quiere para el matrimonio, estoy diciendo que quiero que mi matrimonio esté en línea con la dirección del universo.

Es por esto que debo empezar nuestro estudio con un llamado al arrepentimiento. Eso suena anticuado, pero es justo lo que necesitamos: cambiar nuestra mente, alejarnos conscientemente de lo que queremos -de nuestras esperanzas para el matrimonio- y buscar Su voluntad y Sus metas para la relación matrimonial. Si son una pareja que se está preparando para el matrimonio, ¿alinearán sus metas con los propósitos de Dios? Si están casados, ¿realinearán sus esperanzas con lo que Dios quiere? ¿Querrán lo que Dios quiere de su matrimonio? Si no estás casado, ¿resolverás también tú servir a Dios de todo corazón con las oportunidades que te ofrece la soltería?

Pero ¿qué quiere Dios del matrimonio? ¿Por qué eligió crear a la raza humana como varón y hembra? Podemos suponer que no era necesario que lo hiciera así. Un amigo mío solía recalcar que Dios podría haber creado a todos los seres humanos como las amebas que, cuando quieren multiplicarse, simplemente se dividen. Sin embargo, decidió formarnos como hombres y mujeres, con toda la química misteriosa y maravillosa del deseo y el deleite sexual. ¿Por qué hizo eso? ¿Cuál es Su objetivo? La mayor parte de este libro explora la respuesta a esa pregunta. Aquí no encontrarás consejos prácticos para tu vida, sino un compromiso serio con el concepto cristiano de Dios. No obstante, lo sorprendente es que tendrás un mejor matrimonio si te enfocas en Dios y no en el matrimonio. Pon a Dios al centro y esfuérzate por querer lo que Él quiere.

Para estudio y discusión

1.¿Por qué es importante indagar en el porqué del matrimonio antes de abordar el qué y el cómo?

2.¿Por qué debemos poner a Dios al centro?

3.Date el tiempo de orar con calma al comienzo de estos estudios. Pídele consciente y deliberadamente a Dios que te ayude a situarlo a Él y a Sus propósitos al centro.

Ana estaba entumecida. Hace apenas seis meses había puesto su confianza en Jesucristo. Esta noche tendría su primera cita con un cristiano. Marcos parecía tener un pasado intachable: venía de un hogar cristiano amoroso, poseía una fe cristiana genuina desde que tenía memoria y no había tenido ninguna novia oficial antes. Ahora le había pedido una cita a ella, a Ana.

Ana lo encontraba muy atractivo, en el sentido físico y también como un amigo cristiano al que respetaba y con el que le encantaba estar. Se supone que tenía que estar entusiasmada, pero se sentía entumecida. Es que el pasado de ella era un gran desastre en comparación con el de él. Ahora, todo ese pasado volvía como un diluvio: su hogar disfuncional, el divorcio caótico de sus padres y sus dos “padrastros” que duraron muy poco; la horrible presión escolar para que no fuera una “virgen” (un término infame de desdén, ¡cuánto la aterraba!); la noche en que la presionaron para que durmiera con un joven por primera vez; el descenso gradual hacia el sexo barato, que la hacía sentir sucia, pero que no podía resistir por miedo a que no la amaran.

A estas alturas, por poco estaba programada para esperar que las citas terminaran en la cama. Sabía en su mente que esta tenía que ser distinta, pero estaba paralizada por el miedo y el arrepentimiento. “¿Cómo puedo ser cristiana yo?”, se preguntó. “Estoy sucia, soy un producto de segunda selección. La pureza es el sueño de los otros, pero nunca podrá ser una realidad para mí”. Anhelaba la pureza.

Por eso, cuando Marcos llegó a la puerta, en vez de encontrar a la Ana alegre y relajada que había conocido en el grupo de jóvenes de la iglesia, encontró a una chica tensa y con trazas de lágrimas en las mejillas.

Al comenzar nuestro estudio de la Biblia, quiero dedicar el primer capítulo a la gracia. Esto es muy importante. Si no entendemos la gracia, malentenderemos toda la enseñanza bíblica sobre el sexo y el matrimonio. Lo que Ana necesita es gracia, y en realidad Marcos necesita tanta gracia como ella. A menos que empecemos con la gracia, terminaremos en la desesperación o en la arrogancia.

Espero que este libro sirva para algo más que solo transmitir información. Quiero que, a medida que nos relacionemos con la enseñanza bíblica sobre el sexo y el matrimonio, todos seamos transformados por Dios. Este libro pretende persuadir además de informar. Pero debo ser realista, pues tanto ustedes como yo abordamos el sexo y el matrimonio con toda clase de lastres. Traemos lastres a nivel personal debido a nuestras historias individuales. También traemos lastres colectivos, que vienen de la cultura a la que pertenecemos. No llegamos a este libro, ni al matrimonio, como individuos libres que viajan ligeros. Nos tambaleamos bajo el peso de múltiples maletas llenas de historias y de nuestra cultura. Eso es tan cierto para Marcos como para Ana, tan cierto para mí como para ustedes.

Tenemos nuestras propias historias personales de experiencia o inexperiencia sexual; de esperanzas cumplidas o postergadas; de anhelos o aversiones; de satisfacción o frustración; de temor, ansiedad, deleite y arrepentimiento. Lo que hemos hecho o no hemos hecho, cómo nos han tratado o maltratado los demás… todo eso moldea lo que creemos.

Algunos queremos justificar nuestro comportamiento, así que deseamos contar con un sistema de creencias que diga que lo que hicimos está bien. Queremos poder decir: “Fue comprensible ―incluso justo o bueno― que hiciera eso o aquello. Puedo estar orgulloso, o por lo menos no estar avergonzado, por comportarme así”.

Pero si sabemos que nuestro comportamiento fue incorrecto, podemos vernos paralizados por el pesar y la sensación de que no podemos volver a comenzar, tal como Ana. O quizás fuiste abusado o te presionaron a tener un comportamiento sexual del que te avergüenzas, aunque no haya sido culpa tuya. Todo esto afecta profundamente la manera en que abordamos este asunto.

A nivel colectivo, todos pertenecemos a una cultura que sugiere que el sexo es aceptable en diversas clases de relaciones. Todas las telenovelas, todas las películas y todas las revistas presentan estos comportamientos y actitudes libertinas hacia el sexo como si fueran normales. Nos invitan a pertenecer a la cultura compartiendo esas actitudes. Estamos mucho más moldeados por nuestro medio que lo que nos gustaría admitir.

Ya que los sentimientos sexuales nos afectan tan profundamente, debemos ser realistas respecto a nuestra fragilidad y a los lastres y heridas con que llegamos a esta esfera. Ni ustedes ni yo escuchamos la enseñanza bíblica de forma neutral, esperando que Dios escriba Su voluntad en nosotros como hojas en blanco. Nuestras hojas ya están llenas de garabatos, palabras tachadas y más garabatos. Llegamos como hatos de prejuicios, con oídos que, en el mejor de los casos, están a medio abrir.

Por lo tanto, antes de invitarte a acompañarme para que seas transformado por la enseñanza bíblica, quiero decir tres verdades básicas sobre Dios y el sexo. Las tres tienen que ver con la gracia.

La Biblia se dirige a los que tienen un pasado sexual estropeado

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios(1 Corintios 6:9-11)

La primera verdad es esta: la Biblia se dirige a los hombres y las mujeres que están totalmente estropeados en el área sexual. Tendemos a pensar que el cristianismo es para los exitosos en el plano sexual, para los que tienen todo en orden, para los respetables o para los que tienen historiales limpios. Todo lo contrario: cuando Pablo les escribe a los nuevos cristianos de Corinto, entrega una lista terrible de maldades, que incluye desórdenes sexuales. Luego dice: “Y esto erais algunos”. Si se contaran las historias de los hombres y las mujeres de la iglesia de Corinto, algunas no serían aptas para los niños. Entre ellas, habría historias muy terribles de desastres morales en el área sexual. Dudo que las historias de confusión sexual que pudieran contar un pastor o un doctor hoy sean peores que las historias que Pablo debe haber oído en Corinto. Deben haber incluido sexo casual, abusos (relatados por víctimas y victimarios), prácticas homosexuales y probablemente mucho más.

Hay un chiste antiguo en que un hombre le pregunta a un extraño cómo llegar a un lugar. Cuando el extraño escucha cuál es el lugar al que quiere ir esa persona, responde: “Bueno, si yo fuera tú, no partiría aquí”. Hay gente que piensa que el cristianismo es así: cuando le preguntamos cómo vivir correctamente, el cristianismo dice: “Bueno, si yo fuera tú, no partiría donde tú estás. Ya metiste la pata; no tienes esperanza”. Una vez más, lo cierto es todo lo contrario. Jesús, el gran doctor, vino para los enfermos, no para los que pensaban estar bien (Mateo 9:12-13). Este libro no es para el fariseo que le da gracias a Dios porque tiene un historial limpio en el plano sexual, a diferencia de esa gente inmunda de la que lee en la prensa. Es para el fracasado que dice: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:9-14).

El hecho de que el evangelio sea para los fracasos sexuales tiene dos implicaciones. Si pienso que básicamente estoy limpio (como tal vez pensaba Marcos), el evangelio me enseña que no lo estoy y me recuerda que en el área de los deseos sexuales, si no en mis acciones, estoy lejos de la pureza de corazón. Por el otro lado, si, al igual que Ana, estoy muy consciente de mis fallas y tengo cicatrices, el evangelio me dice que Jesucristo vino precisamente para mí.

Al leer este libro, podrías pensar que yo, el escritor, tengo todo en orden y he ganado las batallas morales del área sexual. Podrías pensar que, ya que tengo una esposa amorosa y cuatro hijos, todo está bien en mi vida. Estarías muy equivocado si pensaras eso. Dios me ha dado una esposa muy amorosa y le agradezco por ella, pero hay momentos en que a ambos se nos hace difícil tratarnos con amor, momentos en que peleamos, en que las cosas entre nosotros se enfrían y se ponen dolorosas. Dios nos ha confiado tres hijos y una hija, y le agradecemos por ellos, pero hay momentos en que ser padres nos es muy difícil y sumamente doloroso, como le pasa a la mayoría de los padres. ¡Y estoy seguro de que hay ocasiones en que para ellos es muy difícil ser hijos nuestros! Veinticinco años después de casarme, mis deseos sexuales siguen siendo una confusión moral, una mezcla entre el deseo saludable por mi esposa y atracciones nocivas por otras mujeres, revistas inmorales y otras cosas por el estilo. Esta confesión no es increíble ni merece cobertura mediática (“Pastor confiesa pecado de lujuria ¡Asombro, horror!”); simplemente es lo que nos ocurre a todos, de una u otra manera. Debemos recordar que la Biblia se dirige a los que están estropeados en el plano sexual.

Jesucristo ofrece perdón y restauración a los que tienen un pasado sexual estropeado

Ni yo te condeno; vete, y no peques más(Juan 8:11).

La segunda verdad básica sobre Dios y el sexo es esta: las buenas nuevas de Jesucristo ofrecen perdón a los que tienen un pasado sexual estropeado. El pecado sexual no es el pecado imperdonable, y las lesiones sexuales no son irreparables. No importa lo que hayamos hecho, visto o pensado, ni tampoco lo que nos hayan hecho, la Biblia nos habla “la palabra de [la] gracia [de Dios]” (Hechos 20:32). La Biblia está saturada de muestras de esta gracia. Las familias de Abraham, Isaac y Jacob fueron extremadamente disfuncionales, pero el linaje prometido de Cristo pasó por ellas. El rey David cometió adulterio y después hizo un plan para asegurarse de que el esposo de la mujer fuera asesinado en la batalla, pero se arrepintió de su maldad y fue perdonado (2 Samuel 11-12; Salmo 51). ¡La mujer con la que cometió adulterio incluso recibe una mención especial en el árbol genealógico de Jesucristo! (Mateo 1:6).