Chung Yung - Confucio Confucio - E-Book

Chung Yung E-Book

Confucio Confucio

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El Chun Yung o "el Medio Invariable" es uno de los cuatro libros clásicos de Confucio, en el que se presentan las bases de sus en­señanzas morales y espirituales.

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Confucio

Chung Yung

El Sendero de la Armonía Celeste

2017

Editorial Hastinapura

Buenos Aires

Índice
Introducción
Chung Yung
Introducción de Chu Hi
1. El compendio de toda la obra
2. El Sendero del Medio Invariable
3. Es difícil permanecer en el Medio Invariable
4. Por qué es difícil transitar el Sendero
5. El Sendero del Medio Invariable es poco frecuentado
6. El Sabio Shun
7. La ignorancia de los hombres acerca del Medio Invariable
8. Cómo el Sabio Hûi se mantiene en el Medio Invariable
9. La dificultad para alcanzar el Medio Invariable
10. Acerca de la Virtud
11. Actuar en concordancia con el Medio Invariable
12. El Medio Invariable es amplio, pero secreto
13. El Sendero está dentro de nosotros mismos
14. El actuar del Sabio
15. El avance se realiza poco a poco
16. Sobre la influencia de los Seres Divinos
17. El Cielo protege a los hombres buenos
18. Los Reyes Wan, Wû y Chêw
19. La Virtud de los Reyes Wû y Chêw
20. Sobre el arte de gobernar
21. Relación entre Pureza de Corazón y Discernimiento
22. La Tríada Sagrada: el Cielo, la Tierra y el Santo
23. El desarrollo de la Perfecta Pureza de Corazón
24. Los Santos son capaces de conocer el porvenir
25. Todo ser humano es esencialmente bueno
26. La Perfecta Bondad es inmensa y profunda
27. El Sendero del Sabio
28. El sendero errado
29. El Conocimiento del Cielo reside en el Corazón
30. El Sabio
31. Sabiduría Celeste
32. El Sabio es amplio como el Cielo
33. La Virtud Perfecta
Enseñanzas escogidas
Cuando murió la muerte (cuento)

Chung Yung

Traducción de Claudio Dossetti

Ediciones: 2006, 2017

Imagen de la portada: Confucio

Confucio

Chung yung : el sendero de la armonía celeste / Confucio. - 1a ed adaptada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Hastinapura, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-4038-49-4

1. Filosofía China. I. Título.

CDD 299.512

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

© by Editorial Hastinapura

Riobamba 1018 (C1116ABF)

Ciudad de Buenos Aires, República Argentina

Tel. (0054-1) 4811-9342

E-mail: [email protected]

Internet: www.hastinapuralibros.com

Primera edición en formato digital: octubre de 2021

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto 451

OM SRI GANESHAIA NAMAHA

Reverencia a Sri Ganesha

Deva de la Sabiduría Espiritual

en la Religión de la India y

Guía de los devotos de Dios

“Toda la Sabiduría puede resumirse en lo siguiente: busca la Sagrada Perfección y ama a los demás como a ti mismo”

Confucio

Confucio

INTRODUCCIÓN

CONFUCIO (551-479 a. C.) es uno de los Grandes Maestros Espirituales de la Humanidad. Él nos enseña que el Sendero hacia el Cielo consiste en hacer brillar la Divina Bondad que se halla presente en el corazón humano a través de una existencia simple, sincera, recta y puesta a los pies de la Voluntad de Dios. Su misma vida ha sido ejemplo para innumerables almas que desde tiempos antiguos han transitado el Camino de la Perfección.

LA VIDA DE CONFUCIO

Un gran historiador que vivió hace más de dos mil años, llamado Tsi Ma K’ian, nos dice que los ancestros de Confucio pertenecían a una familia noble del reino de Song. Sin embargo, cierta vez, se vieron obligados a huir de su tierra natal y establecerse en el reino de Lu, donde debieron llevar una vida sencilla y modesta. Allí nació Chou Leang Ho, el padre de Confucio que, si bien humilde, era recto y respetuoso de la Ley del Cielo. Su madre llevaba por nombre Ien Cheu, quien solía concurrir al sagrado monte Ni para orar a las Divinidades a fin de que el Cielo les otorgue la Gracia de tener un hijo Santo y Sabio.

Fue así que cierto día, en respuesta a sus plegarias —según cuenta la tradición— un Ch’i Lin, esto es, un Unicornio, apareció en las cercanías de la casa de los padres de Confucio. El Unicornio llevaba en su boca un libro de jade recubierto con gemas preciosas. En él podía leerse la inscripción: “Un niño puro como el cristal, formado de los elementos más sutiles del agua, nacerá para guiar a los seres humanos en la presente dinastía. El niño llegará a ser un Rey sin Reino”. Ien Cheu, la madre de Confucio, con suma delicadeza ató por el cuerno al auspicioso ser, a fin de poder cuidarlo, pero de todos modos éste desapareció poco después.

En la noche del nacimiento del niño, dos dragones —símbolos del Amor a Dios y la Sabiduría— rodearon el techo de la casa de sus padres. Cinco sabios ancianos descendieron al patio de la casa desde los cielos. Sus cuerpos estaban conformados por los elementos más puros de los cinco planetas, representando a los Grandes Elementos de la Naturaleza que rinden honores al nacimiento de una Gran Alma. Cerca de las habitaciones de la madre se oyó el canto del Señor, el Celeste Alfarero. Voces en los aires pronunciaron estas palabras: “El Cielo concede a la oración nacida del amor el nacimiento de un hijo perfectamente Sabio”.

Esta maravillosa historia es la razón por la cual el recién nacido fue llamado “K’ung”, palabra cuyo significado es: “Gracias Señor por haber respondido nuestras plegarias”. Años más tarde, sus discípulos lo llamaron “Maestro K’ung” o “K’ung Fu Tse”, término que al ser latinizado pasó a ser “Confucio”, como se lo conoce en Occidente.

Desde su más tierna edad sintió atracción por todo aquello que estuviera relacionado con los rituales y el culto. Se dice que solía improvisar escenas que recordaban ceremonias sagradas e invocaciones de agradecimiento a los Dioses.

Un acontecimiento doloroso marcó la niñez de Confucio: su padre murió cuando el pequeño sólo contaba con tres años de edad. Toda su vida recordaría este hecho, lamentando no haber tenido la dulce posibilidad de servir y cuidar a su padre en su edad madura.

Acerca de sus primeros años, él mismo diría luego a sus discípulos: “Mi niñez y mi juventud se desarrollaron en condiciones muy humildes, esa es la razón por la cual tuve que aprender diversos oficios para poder ayudar a mi familia”.

A la edad de quince años comenzó a estudiar los Libros Sagrados llamados “Canónicos”, cuyas enseñanzas lo guiarían y acompañarían el resto de su vida. A los diecinueve contrajo matrimonio, teniendo un hijo llamado Li y una hija.

Su primer empleo fue el de intendente de los graneros públicos, el cual se vio obligado a aceptar para poder cuidar adecuadamente de su familia. Desempeñó sus funciones con seriedad y de modo idóneo. Sin embargo, su profundo amor por los seres humanos hizo que a los veintidós años comenzara su verdadera obra educadora, para lo cual abrió una escuela para la formación de los jóvenes. No teniendo mayores posibilidades económicas, decidió establecer dicha escuela en su propia casa, y siendo que muchos estudiantes provenían de familias pobres, como retribución a su enseñanza recibía simplemente algunos alimentos, costumbre que mantendría a lo largo de toda su vida. Sin embargo, la educación era intensa y extremadamente disciplinada. No toleraba la haraganería ni la negligencia. Él exigía de sus discípulos una férrea voluntad para aprender y una predisposición natural para el mejoramiento de sí mismos. Enseñaba los Libros Sagrados, otorgando una gran importancia al estudio profundo, la práctica de los rituales y por sobre todo, a sus dos artes más amadas: la música y la poesía.

De este período proviene el término “Men Jen”, con el cual se conocía a Sus estudiantes. “Men Jen” significa “Discípulos de la Puerta”, y tuvo su origen en el hecho de que los discípulos de Confucio tomaron la costumbre de reunirse devotamente a la puerta de su escuela esperando la llegada del Maestro.

Narra la tradición que aprendió el arte de ejecutar el laúd con una gran perfección junto a su maestro Hsiang. Y la profundización en las ciencias musicales la llevó a cabo junto a su maestro Chang Hong. Este saber, junto a sus dones naturales para componer poemas, hicieron de su escuela un ejemplo de sabiduría y elevación espiritual. Se dice que, a menudo, cuando los discípulos le hacían preguntas acerca de temas de filosofía, religión o arte, él respondía entonando una canción que contenía la enseñanza solicitada, o bien, con un poema pedagógico. La única excepción era cuando el recuerdo de algún acontecimiento triste, o la visión del dolor en sus semejantes, inundaba su corazón; entonces, no podía contener las lágrimas, trocando sus canciones en un sentido llanto.

Confucio siempre anheló que los seres humanos practicaran las virtudes más elevadas y siguieran las leyes sagradas que enseñaran los Grandes Santos de la antigüedad. Esta es la razón por la cual a menudo ocupó cargos públicos en diversos estados, anhelando “traer a la Tierra el Divino Orden que reina en el Cielo”. Y como muchas veces sucede, este esfuerzo por lograr felicidad y sabiduría para sus semejantes, no estuvo exento de los sufrimientos y pesares que son propios de la vida de las Grandes Almas que abandonan su propio pequeño bienestar por el gran Bien de la Humanidad.

Sus esfuerzos por elevar al ser humano se basaban en la Educación unida a la Enseñanza Espiritual. Mediante ellas —decía— la Bondad latente en el corazón se puede manifestar irradiando Armonía y Felicidad a todos los seres del Universo. Su amor por la paz y su rechazo a todo lo que implique violencia se reflejan en el siguiente hecho de su vida.

En cierta ocasión Confucio pasaba por el reino de Wei, donde se encontró con el duque Ling. Éste le dijo:

“Sé que tu sabiduría es amplia y tu conocimiento de los seres humanos muy vasto. Te agradecería que me instruyas acerca del arte de la guerra, el cual es importante para mí, y que tú, seguramente, has de conocer”.

Confucio simplemente le respondió:

“Si me preguntases sobre altares, Templos para las Divinidades o vasos ceremoniales, con gran alegría te respondería, puesto que soy un experto en ello desde hace mucho tiempo. Pero nada sé de la guerra, ni de cómo matar, ni de cómo organizar ejércitos y, si el Cielo me protege, nunca lo sabré”.

Luego, con pesar en su corazón, abandonó el reino de Wei.

Durante toda su vida Confucio predicó la doctrina de la virtud basada en la no violencia y la veracidad que han seguido desde siempre los Santos y los Grandes Maestros. Él solía decir a sus discípulos: “Mis enseñanzas no son nuevas, simplemente vuelvo a recordar aquello que los Sabios nos enseñaran en tiempos pasados”.

Confucio abandonó su cuerpo físico a la edad de setenta y dos años, luego de haber predicado incansablemente el Sendero que conduce al ser humano desde esta Tierra hacia la Bienaventurada Morada Celestial.

UNA BREVE DESCRIPCIÓN DE CONFUCIO

El recuerdo de la vida de Confucio ha servido de ejemplo a innumerables discípulos y maestros hasta nuestros días. Según una antigua descripción de su persona, Confucio poseía un aspecto dulce y sereno que inspiraba paz y respeto a un mismo tiempo. En sus gestos y ademanes era delicado y digno, y en todas las ocasiones era justo y ecuánime. Cuando trabajaba era serio y extremadamente concentrado en sus tareas, mientras que en sus momentos de descanso era afable y alegre. Sensible ante el dolor de los demás, buscaba siempre disminuir el sufrimiento de su prójimo. En sus acciones era cuidadoso, prudente y respetuoso. Cuando viajaba siempre miraba hacia delante, sin girar la vista a lado alguno, simbolizando con esto que los sentidos deben hallarse bajo el control de una mente disciplinada. En sus vestimentas utilizaba sólo los cinco colores fundamentales de la filosofía china (negro, rojo, azul, blanco y amarillo), evitando siempre las tonalidades compuestas, simbolizando con esto la pureza en las acciones y la aceptación de las Leyes Divinas tal como el Cielo las promulgara. Sentía un gran amor por todo aquello que tuviere relación con el camino de la Santidad, las ceremonias sagradas y las ofrendas para las Divinidades. Al respecto solía decir que su misma vida era “una oración continua”. Se sentía profundamente atraído por la música y era feliz escuchando cantar a sus discípulos, a quienes incentivaba a componer nuevas melodías que tratasen sobre temas elevados. También sintió siempre un gran amor por la caligrafía de los ideogramas, los cuales, para él, eran la expresión del Orden Divino que debe reinar en el corazón humano. Por esta razón sus enseñanzas han sido el origen de celebres escuelas de calígrafos. Si bien gustaba del orden y de las acciones ceremoniales, se hallaba muy lejos de ser rígido e inflexible. Por el contrario, su amor por el equilibrio y la armonía daba lugar a la amplitud en su vida y la comprensión de las diversas naturalezas humanas. Era extremadamente simple y sincero, y solía hablar de sí mismo sin ocultar nada de su persona. A menudo hablaba de sus propios defectos para, de este modo, ayudar a que sus discípulos puedan superar los suyos. Todo cuanto enseñaba se hallaba basado en la experiencia de su propia existencia, tal como lo expresa una conocida frase suya:

“Cuando tenía quince años, puse mi corazón en el aprendizaje; a los treinta, estaba firmemente establecido; a los cuarenta no tenía más dudas; a los cincuenta conocía cuál era el designio del Cielo; a los sesenta estaba dispuesto a escucharlo; a los setenta podía seguir lo que mi corazón me indicaba sin transgredir la Ley Celeste”.

LOS LIBROS SAGRADOS DE CONFUCIO

Las enseñanzas de Confucio se hallan contenidas principalmente en un conjunto de Libros Sagrados, cuyo conocimiento es esencial para el Discípulo que transite por esta sublime Senda.

Tradicionalmente estos Libros se dividen en dos categorías:

Los “Libros Canónicos”, llamados “Ching”. Estos son los textos más antiguos que ya existían antes del nacimiento de Confucio, y sobre los cuales el Maestro fundamentó sus enseñanzas.Los “Libros Clásicos”, llamados “Shu”. Son recopilaciones de las clases dadas por Confucio y anotadas por sus discípulos más cercanos.

LOS LIBROS CANÓNICOS (1)

Este conjunto se halla conformado por cinco Libros:

El Shih Ching o “Libro de la poesía”. Dicen los Maestros que el estudio de este Libro otorga paz a la mente y dulcifica el corazón, preparándolo para vislumbrar la más elevada Naturaleza de Dios. Está compuesto por cantos religiosos y poemas antiguos.El Li Ching o “Libro de las ceremonias sagradas”. Es una guía para actuar correctamente en cada una de las circunstancias de la vida, a través de la sacralización de los actos que realiza el ser humano. En él se refleja el anhelo de los Santos de hacer descender a la Tierra la Armonía que reina en el Cielo. Este Libro también explica el significado de los rituales.El Shu Ching o “Libro de los relatos”. Son una serie de narraciones. Trata fundamentalmente sobre temas morales. Y también recopila historias de la antigua China.El I Ching