Clínicas jurídicas: otra forma de aprender. La experiencia en España, Italia y Estados Unidos - Xosé Manuel Carril Vázquez - E-Book

Clínicas jurídicas: otra forma de aprender. La experiencia en España, Italia y Estados Unidos E-Book

Xosé Manuel Carril Vázquez

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Beschreibung

Esta obra tiene su origen en una Jornada organizada por la Clínica jurídica "Xustiza Social" de la Universidad de A Coruña en diciembre de 2022. El mundo de las clínicas jurídicas de las Universidades españolas es una realidad a la vez desconocida y pujante. Las dificultades que han de afrontar -su institucionalización, financiación, reconocimiento académico y docente, etc.- no son obstáculo para que, año tras año, desarrollen proyectos de calidad y alto impacto social. La primera colaboración de este libro recoge la conferencia de apertura de la Jornada. En los restantes capítulos, los protagonistas de las clínicas jurídicas -profesores, estudiantes y tutores- relatan experiencias desarrolladas en clínicas jurídicas españolas y extranjeras, que ponen de manifiesto el compromiso de las universidades, y en particular de la Universidad de A Coruña, de retornar a la sociedad una parte de lo que de ella reciben todos sus miembros.

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CLÍNICAS JURÍDICAS: OTRA FORMA DE APRENDER. LA EXPERIENCIA EN ESPAÑA, ITALIA Y ESTADOS UNIDOS

María del Carmen Garcimartín Montero

Catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado

Directora Clínica Jurídica «Xustiza Social»

Universidade da Coruña

María del Rocío Quintáns Eiras

Catedrática de Derecho Mercantil

Subdirectora Clínica Jurídica «Xustiza Social»

Universidade da Coruña

Xosé Manuel Carril Vázquez

Profesor Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (Acreditado Catedrático)

Secretario Clínica Jurídica «Xustiza Social»

Universidade da Coruña

DIRECTORES

CLÍNICAS JURÍDICAS: OTRA FORMA DE APRENDER. LA EXPERIENCIA EN ESPAÑA, ITALIA Y ESTADOS UNIDOS

Prólogo

María Jesús Movilla Fernández

Primera edición, 2023

Incluye soporte electrónico

«Esta obra ha sido financiada con la colaboración de la Diputación Provincial de A Coruña (Convenio 684/2022 de Colaboración entre la Diputación Provincial de A Coruña y la Universidad de A Coruña)».

El editor no se hace responsable de las opiniones recogidas, comentarios y manifestaciones vertidas por los autores. La presente obra recoge exclusivamente la opinión de su autor como manifestación de su derecho de libertad de expresión.

La Editorial se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de esta obra o partes de ella sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

Por tanto, este libro no podrá ser reproducido total o parcialmente, ni transmitirse por procedimientos electrónicos, mecánicos, magnéticos o por sistemas de almacenamiento y recuperación informáticos o cualquier otro medio, quedando prohibidos su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo, por escrito, del titular o titulares del copyright.

© 2023 [Editorial Aranzadi, S.A.U. / M. del C. Garcimartín Montero, M. del Rocío Quintáns Eiras, X. M. Carril Vázquez (dirs.)]

© Portada: Editorial Aranzadi, S.A.U.

Editorial Aranzadi, S.A.U.

Camino de Galar, 15

31190 Cizur Menor (Navarra)

ISBN: 978-84-1125-706-0

DL NA 1306-2023

Printed in Spain. Impreso en España

Fotocomposición: Editorial Aranzadi, S.A.U.

Impresión: Rodona Industria Gráfica, SL

Polígono Agustinos, Calle A, Nave D-11

31013 – Pamplona

Prólogo

El proyecto de la Clínica Jurídica «Xustiza Social» de la Universidad de A Coruña para la atención a colectivos vulnerables, dependiente del Vicerrectorado del Campus de Ferrol y Responsabilidad Social, es un marco excelente que permite facilitar al estudiantado del grado de Derecho la realización de prácticas que atienden a casos reales y, al mismo tiempo que contribuyen a su formación, proporcionan un beneficio a colectivos vulnerables.

Si hacemos una valoración institucional del significado de esta iniciativa, podemos comprobar que para una Universidad socialmente responsable, la actividad de la Clínica Jurídica constituye un perfecto ejemplo de integración entre la docencia y el voluntariado con fines sociales.

Al tratarse de proyectos de Aprendizaje Servicio el estudiantado aprende a la vez que realiza actividades de acción comunitaria. Esta propuesta les permite mejorar su formación personal y profesional. Adquieren en la Universidad las competencias asociadas a su carrera, pero también aprenden valores. Es la práctica la que forma a las personas de un modo socialmente responsable.

Como vicerrectora del Campus de Ferrol y Responsabilidad Social he tenido la oportunidad de asistir al Curso de Formación sobre la atención a colectivos vulnerables organizado por la Clínica Jurídica de Justicia Social de la Universidad de A Coruña. Durante el desarrollo de esta actividad hemos podido conocer diferentes proyectos de Clínicas Jurídicas en el marco de la formación universitaria.

Como resultado de las presentaciones de los modelos de trabajo que se llevan a cabo, así como de las reflexiones y debates posteriores, surge este libro que considero muy útil como documento de guía y trabajo para quienes empiezan un proyecto similar y quieren conocer experiencias previas en el ámbito universitario. Además, también permite visibilizar las acciones de responsabilidad social que desde las Universidades realizamos de modo transversal durante la formación del estudiantado, y que en ocasiones pasan desapercibidas.

Para finalizar, aprovecho para felicitar al equipo de la Clínica Jurídica «Xustiza Social» de la Universidad de A Coruña compuesto por las profesoras Carmen Garcimartín como directora y Rocío Quintáns como subdirectora y por el profesor Xosé Manuel Carril en calidad de secretario. Muchas gracias por vuestro pensamiento y por vuestra acción en clave de responsabilidad social.

María Jesús Movilla Fernández

Vicerrectora de Campus de Ferrol y Responsabilidad Social

Presentación

Cuando, hace ya ocho años, varios colegas de la Facultad de Derecho de la Universidad de A Coruña decidimos comenzar un proyecto de Aprendizaje-Servicio, no sabíamos muy bien a donde nos iba a llevar esta iniciativa. Coincidíamos en la conveniencia de proporcionar a los estudiantes la posibilidad de conocer de manera directa una realidad social que a veces tenemos muy cerca, pero no reparamos en ella: la de las personas más vulnerables, en situación de pobreza extrema o en riesgo de exclusión. Diversas circunstancias hicieron factible que pudiéramos ofrecer a un grupo de alumnos una modalidad de prácticas curriculares del Grado en Derecho que les permitieron trabajar con algunos de estos colectivos, bajo nuestra orientación y con la indispensable colaboración de entidades que trabajan en el ámbito de la asistencia social.

La experiencia fue muy positiva para todas las partes intervinientes, pero sobre todo para los estudiantes, que se implicaron más de lo que ellos mismos esperaban. En algún caso, incluso, influyó en su futura orientación profesional. Los buenos resultados fueron motivación suficiente para continuar con el proyecto y para extenderlo a un mayor número de alumnos, a nuevas entidades colaboradoras y a nuevas modalidades de trabajo, incorporando la opción de hacer el Trabajo de Fin de Grado o de Máster con la metodología de Aprendizaje-Servicio. Todo ello culminó, un tiempo después, con la constitución de una Clínica Jurídica —pionera en el Sistema Universitario Gallego—, tal como se relata de forma pormenorizada en uno de los capítulos de esta obra.

El mundo de las clínicas jurídicas de las universidades españolas es una realidad a la vez desconocida y pujante. Las dificultades que han de afrontar —su institucionalización, financiación, reconocimiento académico docente, etc.— no son obstáculo para que, año tras año, desarrollen proyectos de calidad y alto impacto social, con frecuencia reconocidos en forma de premios o menciones de calidad por parte de instituciones públicas y entidades profesionales. Las sinergias entre clínicas, propiciadas por la Red de Clínicas Jurídicas Españolas, han dado, asimismo, resultados relevantes, algunos de los cuales se exponen en otros capítulos del libro. Sin embargo, la colaboración entre clínicas no acaba en acciones conjuntas esporádicas, sino que tiene una proyección más amplia. Trasladar las experiencias de las distintas clínicas, orientar sobre posibles actuaciones e intercambiar sugerencias son algunos de los objetivos de las Jornadas anuales de la Red, y también de las Jornadas más específicas que convocan eventualmente algunas clínicas.

Este libro tiene su origen, precisamente, en una jornada organizada por la Clínica Jurídica «Xustiza Social» de la Universidad de A Coruña en diciembre de 2022, para la formación de estudiantes y tutores. Esta jornada no es la primera que tiene lugar en esta Universidad, pero sí es la primera que se organiza desde que adquirió la condición de Clínica Jurídica adscrita al Vicerrectorado del Campus de Ferrol y Responsabilidad Social. La Clínica, en efecto, se enmarca en el compromiso de las universidades, y en particular de la Universidad de A Coruña, de retornar a la sociedad una parte de lo que de ella reciben todos sus miembros. Los modos de llevar a cabo este objetivo pueden ser muy diversos, y así lo reflejan algunas de las experiencias recogidas en el libro. No obstante, la potencialidad de las clínicas jurídicas las convierte en un instrumento privilegiado de desarrollo de esta función social, al posibilitar la participación de estudiantes, personal docente e investigador y personal de administración y servicios. Su versatilidad y facilidad de adaptación a circunstancias cambiantes les permiten ofrecer una respuesta rápida y eficaz a desafíos imprevistos, al tiempo que contribuyen, de manera estable, a la mejor formación de los estudiantes de Derecho en el marco de la actividad académica reglada.

Los trabajos recogidos en este libro son buena muestra del alcance que tienen los proyectos desarrollados en las clínicas. La conferencia de apertura de la jornada puso de manifiesto la relevancia que adquiere cada acción, por pequeña que pueda parecer, cuando se integra en un proyecto más amplio orientado a la consecución de un fin social. La exposición sobre el nacimiento y consolidación de algunas clínicas jurídicas nacionales y extranjeras, además de servir de inspiración y dar a conocer otras perspectivas, confirmó la utilidad de estas entidades en la formación de los estudiantes. Como concreción de estas ideas, el relato, vivo y directo, de los protagonistas de los proyectos de la Clínica Jurídica de la Universidad de A Coruña, sirve para ilustrar, aunque sea someramente, el trabajo que se ha llevado a cabo en estos años. El crecimiento que está experimentando curso tras curso, con un número cada vez mayor de entidades, estudiantes y profesores implicados, ha exigido una dedicación más intensa y una estructura más estable. El apoyo de la Universidad de A Coruña, y en particular de la Vicerrectora del Campus de Ferrol y Responsabilidad Social, que confió en este proyecto desde el primer momento, ha sido decisivo para que la Clínica comenzara su andadura. La financiación de la Diputación de A Coruña ha sido otro elemento indispensable para que pudiera afianzarse. Queda por delante un largo camino por recorrer; la intención de quienes dirigimos la Clínica Jurídica «Xustiza Social» es aprovechar cada uno de los retos y oportunidades que tengamos para ofrecer una mejora de la actividad académica y un mayor servicio a la sociedad.

Capítulo I Pobreza y exclusión social en España

Francisco J. de Lorenzo Gilsanz

Profesor del Departamento de Trabajo Social de la UNED

I. Acercamiento conceptual a los términos pobreza y exclusión social

A pesar de que históricamente el término pobreza ha hecho referencia a la carencia material de recursos, desde hace décadas, «la línea anglosajona de estudios sobre ésta se ha diversificado, entendiéndola como algo que va más allá de la carencia de ingresos» (1) . En este sentido, una de las definiciones de referencia en el contexto de la UE señala que se entiende por pobreza «la situación de personas, familias y grupos, cuyos recursos económicos, sociales y culturales son tan limitados que les excluyen del modo de vida que se considera aceptable en la sociedad en que viven» (2) . Atendiendo a esta definición, al hablar de pobreza, debemos tener en cuenta su carácter relativo, estructural, multifactorial y multidimensional (3) .

Las corrientes teóricas sobre pobreza y exclusión abordan la realidad desde diferentes prismas, pero hay una primera elección —que distingue entre aquellas que plantean que son conceptos relativos (en función del contexto) y las que entienden que son conceptos absolutos (es decir, las que más que hablar de pobreza lo hacen de necesidades, competencias, capacidades...)— que configura un espectro teórico en el que se pueden distinguir aportes realizados desde la Economía, desde la Sociología o desde la Antropología.

El análisis monetario de la pobreza tiene importantes virtudes a la hora de establecer rangos de un fenómeno complejo. Como limitación fundamental, su carácter relativo, el cual reduce su capacidad comparativa a territorios muy homogéneos entre sí. Por su parte, los análisis de corte antropológico nos sitúan en un acercamiento a la necesidad —y no tanto al recurso— cuya medición resulta difícil; ahora bien, estos cuentan con un fuerte carácter epistemológico y un nada despreciable poder descriptivo de la realidad que viven quienes se encuentran afectados por estas problemáticas. Ambas perspectivas son incompletas por sí mismas, pero fuertemente descriptivas cuando se combinan.

I.1. La medición de la pobreza

Los análisis monetarios son los que cuentan con un mayor nivel de aceptación en los ámbitos especializados; en gran medida, por su capacidad de establecer rangos de fenómenos complejos, multidimensionales y dinámicos.

Algunas de estas metodologías entienden la medición de la pobreza a partir del establecimiento de un valor absoluto. Este es el caso de la propuesta realizada por el Banco Mundial, el cual sitúa la brecha de pobreza en 1,90 dólares EE.UU. al día (4) .

Si bien este indicador resulta muy relevante cuando se aplica a determinadas regiones, hablar de pobreza económica en países con un elevado nivel de desarrollo conlleva adoptar una mirada en términos relativos (en función del contexto). Así, para su medición se recurre usualmente a un indicador de tipo estadístico elaborado a partir de los ingresos netos medios o medianos, tomando como base el hogar según la escala de la OCDE (ingresos equivalentes) y que se suele denominar Umbral de riesgo de pobreza (5) .

La utilización del carácter relativo de la pobreza es, sin duda alguna, una apuesta por la cuantificación y la medición, lo que facilita la comparación de la realidad monetaria de un hogar con los de su entorno; es decir, establece cuantitativamente la distancia económica a la que cada hogar se encuentra respecto a aquellos con los que se compara. Así, si bien la pobreza entendida desde una perspectiva monetaria y en relación con los demás permite la comparabilidad, su uso queda reducido a territorios muy homogéneos entre sí.

La UE en su nueva estrategia de crecimiento para esta década (6) trata de ir un paso más allá y recoge el indicador AROPE (7) . Este indicador agregado agrupa tres factores:

• Población bajo el umbral de la pobreza: aquella que vive en hogares con una renta inferior al 60% de la renta mediana equivalente. Dato para España según el INE: 21,7% (2021).• Carencia Material Severa: afecta a aquellas personas que viven en condiciones de falta de acceso a determinados recursos necesarios. Dato para España según el INE: 8,3% (2021).• Población con baja intensidad de trabajo por hogar: aquella entre 0 y 59 años que viven en hogares donde los adultos (entre 18 y 59 años) trabajaron menos del 20% de su tiempo potencial de trabajo durante el año pasado. Dato para España según el INE: 11,6% (2021).

A pesar de que el indicador AROPE introduce nuevos elementos para el análisis, su aportación al estudio de las condiciones de vida de las personas que integran los espacios de mayor vulnerabilidad económica es limitada en la medida en la que uno de sus componentes (el indicador de pobreza relativa) recoge casi el 80% de los hogares que quedan incluidos en el AROPE; es decir, la mirada ampliada pretendida (el indicador trata de cuantificar no solo los hogares en pobreza, sino también en exclusión), apenas capta aquellas situaciones que no estaban previamente recogidas en indicadores anteriores.

I.2. Exclusión social: concepto

La apuesta por este nuevo concepto no está exenta de las mismas limitaciones que el concepto de la pobreza: un concepto ambicioso que se ve obligado a asumir cierto reduccionismo cada vez que se trata de llevar a cabo su medición.

Los orígenes se atribuyen a René Lenoir y a su libro Les exclus: un Français sur Dix (8) , publicado en 1974 en el que se refería a aquellos que en Francia vivían al margen de la red de seguridad social pública basada en el empleo. Si bien, en las sociedades desarrolladas se ha configurado una tendencia de integración a partir de una doble lógica (la capitalista, con su mercantilización del trabajo humano y proletarización pasiva, y la democrática, con su proceso de homogeneización de la población en su estatuto de ciudadanía) (9) , cabe destacar que no todas las personas que viven en estas sociedades participan de manera suficiente de este proceso.

Por ello, y superando la visión economicista del término pobreza, se comienza a extender por Europa un nuevo concepto (exclusión social) que permite incorporar tres características fundamentales para comprender las situaciones de dificultad: su origen estructural, su carácter multidimensional y su naturaleza procesual (10) .

El origen estructural de la pobreza supera la concepción individualista de la misma, en la que se atribuye la responsabilidad de la situación al propio individuo. Para su estudio y comprensión, se requiere, por tanto, el análisis macro de aquellos ejes que configuran la capacidad integradora de una sociedad (las transformaciones producidas en el mercado laboral, las transformaciones en las formas de convivencia y el actual devenir del propio Estado de Bienestar) (11) .

De forma gráfica, Saskia Sassen hace referencia a las expulsiones de los órdenes sociales y económicos centrales de nuestro tiempo, las cuales «no son espontáneas, sino producidas con instrumentos que incluyen desde políticas elementales hasta instituciones, técnicas y complejos sistemas que requieren mucho conocimiento especializado y formatos institucionales intrincados» (12) .

Por su parte, al hablar de proceso (en lugar de utilizar un término más estático como «situación») se destaca la existencia de itinerarios más que de escenarios estancos, es decir, se trata de entender la exclusión social no como una realidad de desigualdad que afecta a un grupo de personas con características distintas a la población mayoritaria, sino «como un proceso de alejamiento de algunos individuos respecto al centro de la sociedad» (13) .

Con el carácter multidimensional se hace referencia a la acumulación (dinámica) de barreras en distintos ámbitos, así como a la limitación de oportunidades de acceso a los dispositivos de protección existentes. Esto supone, además, la configuración de un espacio que permite identificar intensidades «en función de la acumulación de barreras o riesgos en distintos ámbitos por un lado y de limitación de oportunidades de acceso a los mecanismos de protección» (14) .

Una primera propuesta de este espacio es la realizada por Robert Castel (15) , el cual fundamenta su configuración «espacial» en elementos contextuales (principalmente el trabajo) y en lo que denomina desafiliación, para identificar el proceso mediante el cual un individuo se encuentra disociado de las redes sociales y societales que permiten su protección ante determinados riesgos vitales.

Las aportaciones realizadas por el sociólogo francés fueron desarrolladas con acierto por autores como García Roca (16) , el cual incorpora y desarrolla ampliamente una nueva dimensión para el análisis del espacio de la exclusión social: el sentido vital. García Roca identifica la existencia de diferentes espacios diferenciados (CUADRO 1) a los que denomina respectivamente cohesión, vulnerabilidad y exclusión.

CUADRO 1: Configuración del espacio social de la exclusión socialZONA DE COHESIÓNZONA DE VULNERABILIDADZONA DE EXCLUSIÓNTrabajoTrabajo FijoTrabajo precarioDesempleoVinculacionesVinculaciones EstablesRelaciones sociales inestablesRuptura de las vinculacionesSignificacionesSignificados plenosSignificaciones vitales frágilesSinsentido de las motivaciones

Fuente: GARCÍA ROCA (1998).

También resulta de interés el desarrollo realizado por Tezanos (17) , en el que podemos identificar las tres zonas ya señaladas, caracterizadas por nuevas variables:

CUADRO 2: Los riesgos de la exclusión socialZona de...RiesgoTrabajoIngresosVivienda

Relaciones

Apoyos sociales

IntegraciónBajosEmpleo estableRiqueza, Ingresos suficientesVivienda propiaFamilia e integración satisfactoria en redes socialesVulnerabilidadMediosTrabajo precario y/o poco RemuneradoIngresos mínimos garantizadosVivienda en alquiler, situaciones de hacinamientoCrisis familiares, redes sociales débiles. Apoyos institucionales compensatoriosExclusiónAltosExclusión del mercado de trabajoSituación de PobrezaInfravivienda, «sin techo»

Aislamiento, rupturas sociales.

Carencia de apoyos institucionales

Fuente: TEZANOS (1999).

Otros muchos autores han realizado propuestas conceptuales que nos permiten identificar aquellos procesos capaces de dibujar el espacio de la exclusión. Así, por ejemplo, García Serrano, Malo y Rodríguez Cabrero (18) (2000) definen —también a partir de las aportaciones de Castel— tres zonas (marginación - vulnerabilidad - integración) en las cuales diferencian hasta siete espacios más: 1) Integración total, 2) Erosión de las redes sociales, 3) Pobreza integrada, 4) Pobreza económica, 5) Exclusión social, 6) Exclusión social severa y 7) Marginación y muerte social del individuo. Pérez Yruela, Rodríguez Cabrero y Trujillo (19) establecen en 2004 cuatro zonas en función de los distintos grados de dos ejes de análisis (pobreza y exclusión): 1) Precarios y vulnerables; 2) Precarios y excluidos; 3) Pobres y vulnerables y 4) Pobres y excluidos.

Fuera de nuestro país, autores como Serge Paugam (20) identifican tres zonas (integración, fragilidad y marginalidad) en base a diferentes elementos fundamentales: el económico (desarrollo y mercado de trabajo), el social (forma e intensidad de los vínculos sociales) y, por último, el político (sistema de protección y acción social). A partir de estos elementos Paugam propone una tipología básica de formas de pobreza: La pobreza integrada (21) hace referencia a la que se da en sociedades que son mayoritariamente pobres. Es decir, son muchas las personas que en un territorio concreto se encuentran en esta situación, formando un grupo amplio y no estigmatizado. Es habitual esta situación «en sociedades tradicionales o en países preindustriales que padecen un retraso económico en comparación con países en los que el desarrollo económico y el progreso social han permitido garantizar a la mayoría el bienestar y la protección social» (22) .

Por su parte, la pobreza marginal afecta a una parte poco numerosa de la población. En palabras del propio autor: «estos pobres suelen ser vistos como inadaptados al mundo moderno y es común describirlos cómo “casos sociales”, lo cual cultiva inevitablemente su estigmatización». Nos referimos a un grupo residual que, sin embargo, es objeto de gran atención por parte de las instituciones de acción social. Nos referimos «a sociedades industriales avanzadas y en expansión y, en particular, en aquellas que consiguen limitar la importancia del desempleo y garantizar a todos un alto nivel de protección social» (23) .

Por último, la pobreza descualificante afecta también a grupos cada vez más amplios de la sociedad. Los denominados pobres se encuentran «cada vez más reprimidos por la mayoría de la esfera productiva. Tanto sus dificultades como su dependencia de los servicios de acción social corren el riesgo de incrementarse... Esta forma de pobreza no conduce a un estado de miseria estable sino a un proceso que puede abarcar varias capas de población hasta ahora perfectamente integradas en el mercado de trabajo» (24) . Por una parte, este fenómeno afecta especialmente a personas que se enfrentan a situaciones de precariedad cada vez más fuertes, pero el riesgo se generaliza al conjunto de la sociedad debido a que la inseguridad genera «angustia colectiva».

I.3. Exclusión social: factores y medición

Haciendo un recorrido similar al realizado anteriormente con el concepto pobreza, corresponde ahora tratar de medirlo. Cualquier intento en esta línea ha partido de establecer una serie de factores (estructurados en dimensiones o ejes analíticos). A modo de ejemplo:

• Tezanos (1999) establece un sistema de 31 factores de exclusión y 21 factores de integración agrupados en 5 ejes (laboral, económico, cultural, personal, social).• Subirats (2004) propone 30 factores de exclusión y tres ejes transversales de desigualdad (género, edad y etnia) agrupados en 7 ámbitos (económico, laboral, formativo, sociosanitario, residencial, relacional, ciudadanía y participación).• Laparra et al. (2007) propone 8 aspectos agrupados en 6 dimensiones y 3 ejes (económico, político y social).

Esta última propuesta, permitió, por primera vez en 2007, la medición de la exclusión en nuestro país a partir de la realización de una encuesta de representatividad estatal (25) . Para ello, se establecieron una batería de indicadores que permitió, a partir de su agregación, la creación de un índice capaz de sintetizar las situaciones de exclusión de los hogares en función de las tres dimensiones señaladas (económica, político y social-relacional). Este índice agregado, a partir de los indicadores mencionados, permitió identificar la existencia de cuatro zonas en relación con la exclusión social: integración, integración precaria, exclusión moderada y exclusión severa.

El conjunto de indicadores a los que hemos hecho referencia son los siguientes:

CUADRO 3: Indicadores de exclusión social (26) EJE ECONÓMICO1 - Sustentador ppal. 12 meses o más en paro

Dimensión 1:

Exclusión del empleo

2 - Sustentador ppal. con empleo de exclusión3 - Sustentador ppal. con empleo irregular4 - Hogares sin ocupados ni pensionistas5 -Algún parado y sin formación ocupacional en el último año6 - Todos los activos en paro7 - Pobreza severa

Dimensión 2

Exclusión del consumo

8 - Carece de 1 o más bienes considerados básicosEJE POLÍTICO/CIUDADANÍA9 - Extracomunitarios de 18 y más años

Dimensión 3

Exclusión de la política

10 - No participan en las elecciones por falta de interés11 - Menores de 3 a 15 años no escolarizados

Dimensión 4

Exclusión de la educación

12 - Todos los miembros del hogar de 16 a 64 sin estudios13 - Personas de 65 años y más analfabetos14 - Infravivienda: chabola, bajera, barracón, prefabricado o similar

Dimensión 5

Exclusión de la vivienda

15 - Deficiencias graves en la construcción16 - Insalubridad: humedades, suciedad y olores17 - Hacinamiento (<15 m² por persona)18 - Tenencia en precario de la vivienda20 - Barreras arquitectónicas con discapacitados21 - Gastos excesivos de la vivienda23 - Han pasado hambre en los últ. 10 años con frecuencia o la están pasando ahora

Dimensión 6

Exclusión de la salud

24 - Todos los adultos con problemas graves de salud, limita la actividad diaria25 - Algún dependiente en el hogar26 - Hogares con enfermos que no han usado servicios sanitarios en 1 año27 - Hogares que no pueden comprar medicam. u otros tratamient. por problemas económicosEJE RELACIONES SOCIALES28 - Malos tratos físicos o psicológicos en los últimos 10 años

Dimensión 7

Conflicto social

29 - Hogares con malas relaciones familiares30 - Problemas con el juego, alcohol y otras drogas en los últ. 10 años31 - Alguien es o va a ser madre adolescente

Dimensión 8

Aislamiento social

32 - Alguien con antecedentes penales en los últ. 10 años33 - Sin apoyo social para situaciones de enfermedad o dificultad34 - Malas relaciones con los vecinos35 - Hogares con personas en instituciones: centros psiquiátricos, drogodependencias, menores, penitenciarios, para transeúntes o mujeres

Fuente: LAPARRA y PÉREZ (2008).

II. Un acercamiento a las teorías de las necesidades

Hasta ahora hemos intentado poner de manifiesto la complejidad que envuelve el estudio de dos conceptos —pobreza y exclusión social—, así como la compresión de sus consecuencias y de la medición de los mismos. Lo hemos hecho tratando de superar una visión reducida de ellos (limitarlos únicamente a la falta de recursos económicos), pues circunscribirlos a su dimensión económica supone, como señala Octavio Groppa llevar a cabo una simplificación metodológica similar al hecho de reducir al ser humano a homo œconomicus, lo cual convertiría «en categoría totalizadora, que encubría toda una antropología y una ética: el economista ya no debe preguntarse por las necesidades, que a la postre son cambiantes en cada contexto, sino mirar las acciones que realizan los agentes. Ellas revelan las preferencias personales. De tal forma, el mercado se constituye en el mejor informante» (27) .

Si bien en el trasfondo del debate sobre la pobreza y la exclusión lo que existe es un acercamiento al concepto de necesidad, la reducción mencionada supondría una renuncia a la definición teórica de la necesidad en beneficio de un análisis meramente descriptivo de la misma.

Como hemos visto, todo intento de medir estos fenómenos se ve sometido a estas mismas limitaciones, pues cualquier metodología cuantitativa que intenta captar todas las dimensiones de los mismos resulta insuficiente por verse abrumada por un número casi infinito de indicadores y aspectos relacionados.

Por ello necesitamos hacer una última exploración que nos acerque a una visión no relativista de la pobreza (ni de la exclusión... ni, por tanto, del ser humano); y que, aun no midiendo, ofrezca elementos para el análisis y la comprensión de una población que (intuimos) adolece o padece cierta desventaja en términos de capital social: la de las familias inmigrantes y sus hijos). Lograrlo, nos servirá, a fin de cuentas, para completar el marco de referencia que buscábamos cuando le preguntábamos al capital social cuál era su función principal.

Sin duda alguna, en esa búsqueda de respuesta a tan sugerente cuestión, señalábamos —con consciencia de cierta imprecisión— que la movilidad social nos daba la pista adecuada para orientar nuestro caminar. Y si esta movilidad nos ha conducido directamente a conceptos como pobreza o exclusión, nos lleva también a otros como el de las necesidades.

Son muchos los acercamientos teóricos a este término. En primer lugar, por parte de antropólogos y psicólogos entre otros científicos (Malinowski, Abraham Maslow...). Posteriormente también por economistas (Keynes, Galbraith...). Pero es la CEPAL (28) , en la década de los 70 del siglo pasado, la que establece un camino de investigación asentado sobre la vinculación existente entre pobreza y necesidad, pues, más allá de definir la pobreza en términos de ingreso insuficiente para adquirir un conjunto de bienes necesarios, analiza también la existencia de una pobreza más estructural.

De los trabajos realizados a partir de la década siguiente, nos vamos a adentrar en tres propuestas teóricas que comparten un elemento central (la existencia de un conjunto de necesidades que son independientes de la persona, del momento y de la cultura en la que se estudien) y difieren en aspectos relativos a la identificación concreta de estas o a cómo satisfacerlas (con elementos que sí son relativos, o propios de la sociedad en la que se encuentra cada persona).

II.1. El enfoque de las capacidades de Sen y Nussbaum

Cuando Amartya Sen analiza la pobreza no propone centrarse tanto en los recursos que las personas poseen, ni en los sentimientos subjetivos (utilidad) o en la situación general (media) de la sociedad, como en el espacio de las capacidades. En su propuesta, Sen no habla de las capacidades entendidas como habilidades para realizar algo (en inglés capacity), sino de aquellas potenciales todavía no desarrolladas (en inglés capability). Por lo tanto, el objetivo del desarrollo debe ser incrementar el campo de dichas potencialidades, pues son estas las que explican la falta de igualdad entre las personas.

Sen distingue en su análisis entre capacidades, funcionamientos y bienes primarios. Si bien las primeras son las opciones (asequibles a una persona) entre las que puede elegir aquello que más valora, los funcionamientos hacen referencia a los logros o realizaciones, es decir, a la capacidad real de elegir hacer (o ser) algo. Los bienes primarios, por último, son transformados en algo valorado a partir del uso que se les dé. Es en esta conversión donde inciden las capacidades de cada persona (donde influye obviamente su situación). El desarrollo humano (que supera ampliamente el concepto tradicional de desarrollo económico) tiene como meta la libertad (29) , o dicho de otra forma: es en las capacidades de las que cada persona dispone para poder convertir sus derechos en libertades reales, donde podemos medir el nivel de pobreza.

A pesar de que Sen no formuló ningún listado detallado sobre cuáles eran estas capacidades potencialmente desarrollables, ni —mucho menos— trató de establecer umbrales que permitieran medir y clasificar, sí apuntó algunos elementos que tienen que ver tanto con algunos elementos propios de la persona como por otros relativos a la estructura social. Así, establece al menos «cinco fuentes de diferenciación del propio bienestar:

• Las características personales (sexo, edad, estado de salud, educación, etc.).• El medio ambiente (polución, catástrofes, epidemias, temperaturas extremas).• Clima social (prevalencia del delito, capital social, instituciones).• Convenciones y costumbres sociales (el modo como se establece la diferenciación social, discriminación, bases sociales del autorrespeto).• Distribución de los bienes al interior de la familia» (30) .

Debimos esperar unos años a que la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, siguiendo los trabajos realizados por Sen, elaborara una lista de capacidades a las que otorga el papel de orientadoras de las políticas públicas de cualquier nación del mundo. Nussbaum coincide con Sen en que la pobreza solo puede ser abordada (y evaluada) desde el espacio de las capacidades (no tanto desde el de los recursos). Y va un paso más allá, construyendo una panoplia de capacidades humanas básicas, sin las cuales se considera imposible el funcionamiento deseable para cualquier persona. Su elaboración más completa se recoge en Las mujeres y el desarrollo humano (31) , donde el listado que confecciona es el siguiente:

a. Vida. Ser capaces de vivir una vida humana de duración normal hasta su fin, sin morir prematuramente o antes de que la vida se reduzca a algo que no merezca la pena vivir.b. Salud corporal. Ser capaces de gozar de buena salud, incluyendo la salud reproductiva, estar adecuadamente alimentado y tener una vivienda adecuada.c. Integridad corporal. Ser capaces de moverse libremente de un lugar a otro; que los límites físicos propios sean considerados soberanos, es decir, poder estar a salvo de asaltos, incluyendo la violencia sexual, los abusos sexuales infantiles y la violencia de género; tener oportunidades para disfrutar de la satisfacción sexual y de la capacidad de elección en materia de reproducción.d. Sentidos, imaginación y sentimientos. Ser capaces de utilizar los sentidos, de imaginar, pensar y razonar, y de poder hacer estas cosas de una forma realmente humana, es decir, informada y cultivada gracias a una educación adecuada, que incluye el alfabetismo y una formación básica matemática y científica. Ser capaces de hacer uso de la imaginación y el pensamiento para poder experimentar y producir obras auto-expresivas, además de participar en acontecimientos elegidos personalmente, que sean religiosos, literarios o músicos, entre otros. Ser capaces de utilizar la mente de maneras protegidas por las garantías a la libertad de expresión, con respeto a la expresión política, artística y de culto religioso. Ser capaces de buscar el sentido propio de la vida de forma individual. Ser capaces de disfrutar de experiencias placenteras y de evitar daños innecesarios.e. Emociones. Ser capaces de tener vínculos afectivos con cosas y personas ajenas a nosotros mismos; amar a los que nos aman y nos cuidan y sentir pesar ante su ausencia; en general, amar, sentir pesar, añorar, agradecer y experimentar ira justificada. Poder desarrollarse emocionalmente sin las trabas de los miedos y ansiedades abrumadores, ni por casos traumáticos de abusos o negligencias. (Defender esto supone promover formas de asociación humana que pueden ser demostrablemente esenciales para su desarrollo).f. Razón práctica. Ser capaces de formar un concepto del bien e iniciar una reflexión crítica respecto de la planificación de la vida. (Esto supone la protección de la libertad de conciencia).g. Afiliación:• Ser capaces de vivir con otros y volcados hacia otros, reconocer y mostrar interés por otros seres humanos y comprometerse en diversas formas de interacción social; ser capaces de imaginar la situación del otro y tener compasión hacia esta situación; tener la capacidad tanto para la justicia como para la amistad. (Esto implica proteger instituciones que constituyen y alimentan tales formas de afiliación, así como la libertad de asamblea y de discurso político).• Teniendo las bases sociales del amor propio y de la no humillación, ser capaces de ser tratados como seres dignos cuyo valor es idéntico al de los demás. Esto implica, como mínimo, la protección contra la discriminación por motivo de raza, sexo, orientación sexual, religión, casta, etnia u origen nacional. En el trabajo, poder trabajar como seres humanos, ejercitando la razón práctica y forjando relaciones significativas de mutuo reconocimiento con otros trabajadores.h. Otras especies. Ser capaces de vivir interesados y en relación con los animales, las plantas y el mundo de la naturaleza.i. Capacidad para jugar. Ser capaces de reír, jugar y disfrutar de actividades de ocio.j. Control sobre el propio entorno:• Político. Ser capaces de participar eficazmente en las decisiones políticas que gobiernan nuestras vidas; tener el derecho de participación política junto con la protección de la libertad de expresión y de asociación.• Material. Ser capaces de poseer propiedades (tanto tierras como bienes muebles) no sólo de manera formal, sino en términos de una oportunidad real; tener derechos sobre la propiedad en base de igualdad con otros; tener el derecho de buscar un empleo en condiciones de igualdad con otros, ser libres de registros y embargos injustificados.

Nussbaum asume como propia la distinción realizada por Sen entre funcionamientos y capacidades, destacando que, para fundamentar y desarrollar las políticas públicas, son las capacidades las que deben conformar el horizonte fundamental si no se quiere violar la libertad individual.

II.2. La teoría de las necesidades humanas de Doyal y Gough

Mientras que Nussbaum (como Sen) centra su aportación en el término capacidades, Len Doyal e Ian Gough basan su teoría fundamental en el concepto de necesidades. A pesar de ello, ambas teorías comparten «el objetivo de desarrollar un argumento verdaderamente universal en favor de la emancipación humana» (32) . Existe una diferencia considerable entre ambas teorías ya que el planteamiento jerarquizado de Doyal y Gough parte de una serie de objetivos universales para pasar a las necesidades básicas primero y a las intermedias posteriormente (33) . El objetivo que persigue esta teoría es buscar indicadores para medir el bienestar, y parte del término necesidad para referirse a una categoría específica de objetivos que se consideran universalizables (y, por lo tanto, no relativos a una u otra sociedad). En el caso de que estas no sean satisfechas, podría darse algún grave daño pues la persona se vería «básicamente incapacitada en la búsqueda de la visión propia de lo bueno» (34) .

La salud física y la autonomía son las condiciones necesarias para alcanzar dicho estado, las cuales se realizan mediadas por lo que llaman necesidades intermedias. La primera queda definida para asegurar una base universal, dada la estructura común que tienen todos los seres humanos. Por su parte, la autonomía puede verse alterada por tres variables posibles: la capacidad cognitiva y emocional, el grado de comprensión cultural (que una persona tiene sobre sí misma, sobre su cultura y sobre lo que se espera de ella como individuo dentro de la misma) y, por último, lo que denominan como autonomía crítica («capacidad para comparar reglas culturales, para analizar las reglas de nuestra propia cultura, para trabajar con otros, para cambiarlas e, in extremis, para dar el paso hacia otra cultura» (35) ). La lista de necesidades básicas que queda compuesta de la siguiente forma:

CUADRO 4: Necesidades humanas básicas e intermediasNecesidades básicasSalud física

Alimentos nutritivos y agua potable.

Alojamiento protector.

Entorno laboral no perjudicial.

Entorno físico no perjudicial.

Cuidados sanitarios apropiados.

Control de natalidad y nacimientos seguros

Autonomía

Infancia segura.

Relaciones primarias significativas.

Seguridad física.

Seguridad económica.

Educación apropiada.

Fuente: DOYAL y GOUGH (1994).

Hasta aquí —y como hemos mencionado— la propuesta trasciende de cualquier entorno o momento concreto, es decir, es universal. Sin embargo, es en la búsqueda de los bienes y servicios requeridos para satisfacerlas, donde surgen los elementos culturales relativos a cada contexto.

II.3. Necesidades, satisfactores y desarrollo a escala humana