Club de brujas - Mel Knarik - E-Book

Club de brujas E-Book

Mel Knarik

0,0

  • Herausgeber: VRYA
  • Kategorie: Ratgeber
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2022
Beschreibung

"Este libro no es uno más. Es uno de magia. En él te iniciarás en la astrología y el Tarot. Conocerás sus orígenes y los primeros pasos para empezar a usarlos. ¡BIENVENIDO A Club de brujas! ¿Cómo leer tu Carta Natal? ¿De dónde viene la astrología? ¿Sirven los horóscopos? ¿Cómo tiro las cartas? ¿Qué es ser una bruja en la actualidad? Las talentosas creadoras de podcast Club de brujas, Mel Knarik y Ayelén Romano, presentan esta guía práctica para iniciarte en el Tarot y la astrología, repleta de historia, tips, cultura pop y mucho girl power."

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 199

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



ARGENTINA

VREditorasYA

vreditorasya

vreditorasya

MÉXICO

vryamexico

vreditorasya

vreditorasya

Introducción

El aullido de un lobo irrumpió en el silencio de la noche. La luna estaba llena. Mel sabía que tenía que andar con paso rápido por las calles de Buenos Aires; no solo por la probabilidad de tener que lidiar con un licántropo, sino porque estaba llegando tarde.

Sabía que a Ayelén no le molestaría su tardanza –y si le molestara, seguramente se lo diría apenas cruzase el umbral– pero no era eso lo que ponía prisa a sus pies. Había llegado una carta importante.

Muy importante.

Al final de la calle, divisó la casa victoriana. Ah, nada como la morada de una bruja. El aroma especiado de las pociones se podía percibir incluso a lo lejos. Seguramente, Ayelén estaba trabajando en una de sus pociones repelentes; era su especialidad. Un poco de esto, un poco de aquello, botella rociadora, y ¡zas! Bloqueo masivo en redes sociales a todos aquellos que se burlaban de la magia.

Mel golpeó la puerta frenéticamente, mirando a su alrededor.

–¡Ayelén!

La puerta se entreabrió. Un ojo castaño se asomaba.

–Contraseña. –Mel resopló.

–¿Contraseña? ¡Qué se yo!

–Contraseña –insistió la otra.

–¿“Rowling está cancelada”? –dudó Mel.

–No.

A lo lejos, otro aullido de lobo.

–O me roban, o me comen los hombres lobo, Aye, ¡por favor!

Persuadida por sus ruegos, Ayelén abrió la puerta, dejándola pasar. Cerró con llave y corrió los tres pasadores. Más allá de los licántropos, seguía siendo Buenos Aires.

–Desinfección. Cerrá los ojos –le dijo Ayelén, alzando un rociador. Y agregó–: Perdón, tengo el Sol en casa seis.

–No hay problema. Tengo tres planetas en Virgo, la desinfección es mi estado natural.

Mel esperó a que la rociara de pies a cabeza con alcohol, e hizo un par de movimientos estrambóticos para secarse en el aire. Luego, se apresuró a ir a lavarse las manos. Siempre le había gustado el baño de esta casa: la grifería tenía gárgolas de bronce.

–Linda túnica –comentó la otra, mientras Mel dejaba su bolso en un costado.

–Gracias, es de Avellaneda –respondió la otra, sacudiéndose el polvo de las faldas–. ¿Cuál era la contraseña?

–“Me duele el ciático”.

–Eso no es ninguna contraseña, es un secreto a voces –hizo una pausa–. Vengo a traerte algo importante.

–¿Otro mazo de Tarot? Mel, no tenemos más lugar.

Mel sacó un sobre del bolsillo de su túnica, y lo alzó a plena vista. Uno de los cristales de la araña del salón reflejó en él un arcoíris de destellos.

–Nuestro primer fan mail.

Ayelén se llevó una mano al corazón.

–¡Me muero! No lo abriste, ¿no?

–Obvio que no, por eso te lo traje. Quería que lo abriéramos juntas.

Este era el momento que habían estado esperando desde que habían empezado a grabar su podcast, “Club de Brujas”. Si bien tenían una moderada audiencia y pocos episodios, recibir un fan mail era confirmar que había alguien del otro lado; alguien que gustaba de sus charlas sobre Tarot, Astrología y esoterismo.

–Casi que tengo miedo de que sean insultos –agregó Mel.

–¡Pff! ¡No nos tiene que importar eso! –respondió la otra, alzando el mentón e inflando el pecho–. Somos profesionales con experiencia. Si no nos saben valorar, no es nuestro problema.

–Sí, es verdad. Bueno, ¿lo abrimos?

Ayelén se apresuró a buscar en su altar el cuchillo ceremonial, engarzado con rubíes y esmeraldas. El filo resplandeció cuando tomó el sobre y rasgó su costado. Al desplegar la carta, ambas se inclinaron para leer.

–¡Esperá! –exclamó Ayelén. Roció la carta con desinfectante–. Ahora sí.

“Hola chicas, me encanta el programa. Quería saber: si tengo sol en Escorpio y Marte en Géminis, ¿qué me va a pasar? Besos, Marie”.

Ayelén suspiró y elevó la mirada hacia los cielos.

–La Diosa me libre.

–Bueno –dijo Mel–. Al menos no son insultos de los fanáticos de la ciencia. Dijo que le gustó el programa.

–Ya sé, pero siento que estamos haciendo algo mal –suspiró Ayelén. Se alejó y fue a sentarse en el alféizar de la ventana. La luna llena resplandecía detrás de los coloridos vitraux–. Es como si no nos alcanzara el tiempo que tenemos para explicar todo sobre lo que sabemos.

–Es que para eso los episodios deberían durar tres horas. Ya nos dicen que con una hora y media se nos va un poco de las manos.

Ayelén suspiró nuevamente.

–¿Y qué hacemos? Capaz podríamos sugerir tomos. Hacer una biblioteca mágica donde los oyentes puedan venir a aprender.

–No lo sé... Es que son tantos libros...

Ante esta cuestión, ambas asintieron, pensativas. Por unos momentos solo se oyó el burbujear del caldero que hervía junto a la chimenea. Ayelén sacó el rociador y lanzó desinfectante a su alrededor.

–Si tan solo hubiera un grimorio que explicase lo básico –murmuró Mel–. De las dos cosas, digo. Que no sea solo de Tarot o solo de Astrología. Se hace muy largo leer un libro de cada cosa si recién empezás, y querés ver de qué se trata.

Ayelén asentía silenciosamente. De repente, alzó la mirada y dijo:

–Tengo una idea. De casualidad, ¿tenés laurel?

–Una bruja siempre tiene laurel –respondió Mel. Sacó una billetera del bolsillo de su túnica, y le extendió una hoja reseca a su amiga.

Ayelén roció con desinfectante la hoja.

–Bueno, al menos se va a encender más rápido –dijo Mel.

La otra llevó la hoja hacia su altar, y acercando el laurel a una de las velas, lo quemó. La hoja chisporroteó sonoramente.

–En este acto –dijo, ceremoniosamente– deseamos encontrar un manual que nos ayude a orientar a nuestros oyentes. Que sea de Tarot y Astrología.

–Así sea –acotó Mel.

Ayelén prosiguió.

–Deseamos que sea un manual de fácil acceso, y con información chequeada.

–Así sea –coreó Mel.

–También, deseamos que no nos duela el ciático.

–Así sea, pero vamos a necesitar dos camiones de laurel –murmuró Mel. Ante la mirada recelosa de Ayelén, acotó nuevamente–: Así sea.

De repente, se escuchó un breve sonido musical.

–¿Y eso? –se sorprendió Ayelén.

–La notificación de Gmail –respondió la otra, sacando el celular.

Ayelén alzó el rociador de desinfectante, pero se detuvo ante la mirada de Mel. En vez de eso, preguntó:

–¿Tenés notificaciones con sonido? ¿Tenés noventa años?

Mel alzó una mano para interrumpirla. Sus ojos iban de un lado al otro de la pantalla del celular, leyendo vertiginosamente.

–Querida amiga –dijo, estupefacta–. La magia funcionó.

–¿En serio? –Ayelén alzó las cejas–. ¿Qué te mandaron?

–No es exactamente lo que pedimos. Pero, como siempre –sonrió misteriosamente–, la magia funciona de maneras inesperadas.

Historia de las mancias y su uso actual

Sobre el destino, la suerte y la adivinación

Uno de los misterios más grandes que aborda el ser humano al comenzar su pasaje por esta existencia es: ¿existe el destino?

Si confirmas tu membresía en el Club de Brujas, esta es una pregunta que invitamos a que te hagas. Aquí lo importante no es la respuesta, sino el camino que recorremos para llegar a ella.

La existencia del destino —esto es, que aquello que nos sucede ya está predeterminado— es una cuestión ampliamente abordada por la filosofía y la religión a lo largo de la historia de la humanidad. Por ejemplo, dentro de la filosofía griega, podemos encontrar que los estoicos creían que el destino estaba regido por la voluntad de los dioses más allá de su capacidad de decidir. En contraposición, los epicúreos negaban la existencia de tal voluntad divina, y basaban la capacidad de elección de los seres humanos en su racionalidad. Dentro de las religiones más predominantes —como el judaísmo, el cristianismo y el islamismo—, podemos encontrar que la voluntad divina es un factor determinante en el destino de los hombres, pero que a su vez tienen la libertad de elegir si hacer el bien o el mal durante su breve existencia en el plano terreno.

A esto se le suma otra cuestión: la de la suerte. Los griegos tenían, incluso, una deidad para representarla ¿Qué es esa “influencia” que bendice a unos y maldice a otros? ¿Si acaso existe, se puede atraer a nuestro favor?

Estas son algunas de las principales cuestiones que se abordancuando nos adentramos en el fascinante mundo de las mancias y la adivinación, y sobre todo, de la magia. Inevitablemente, nos encontramos reflexionando sobre la naturaleza de estas fuerzas que nos influyen; y sobre todo, intentamos entender la naturaleza de nuestro propio poder.

Tengamos en cuenta que dado que no se puede reducir a una serie de reglas y modelos comprobados empíricamente (y, sobre todo, por su naturaleza subjetiva) la adivinación no puede ser tratada como una ciencia. Sin embargo, esta es una buena oportunidad para mirar el conocimiento hegemónico desde otra perspectiva:

¿Acaso todos los saberes y experiencias pasan por los sentidos y lo comprobable? ¿Eso no es, acaso, negar toda cualidad espiritual en el ser humano?

Recordemos, también, que estas prácticas son anteriores a que se instalara de manera predominante el pensamiento materialista, pero eso no las hace menos válidas. Trazar esta dicotomía también nos servirá para considerar cuándo es útil acudir a las técnicas que les enseñaremos en este libro, y cuándo conviene acudir a otro tipo de saberes que sí pueden ser científicos.

Hay una última cuestión, y es aquella con la cual se nos acercan muchas jóvenes brujas que recién están metiendo la puntilla de los dedos en este vasto océano:

¿Hace falta un don para poder participar de estas prácticas adivinatorias?

Es cierto que la mayoría de las veces estas prácticas tuvieron una investidura sacerdotal o chamánica. Se distinguía claramente la figura del “adivino” de la del ciudadano común y corriente, que acudía a él o ella para poder acceder al “otro plano”, ya sea de los designios divinos o de los espíritus. Hoy en día, podemos observar que la práctica doméstica está mucho más difundida. No hace falta acercarse a un templo para tantear estas prácticas, y esto también conlleva que se las trate con mucha menos solemnidad. Si esto es algo bueno o malo, el tiempo dirá.

En otras palabras: no, no hace falta un don. Quizá tener una sensibilidad mayor o menor con respecto a los fenómenos mágicos y espirituales influya en cuanto al alcance de nuestras lecturas y predicciones, pero no por ello lo anula. Recordemos que estos sistemas simbólicos no fueron creados por los dioses, sino por el ser humano; que le aludió un significado a cada elemento de la práctica adivinatoria que luego se volvió parte del canon.

Si bien a lo largo de este libro te contaremos sobre cuáles son los fundamentos filosóficos que se suelen utilizar para explicar las técnicas que se utilizan actualmente, primero hay que echar un vistazo al sinfín de métodos que la humanidad ha utilizado para obtener “mensajes” sobre su suerte y su destino. Tengamos en cuenta que este tipo de prácticas casi siempre fueron consideradas un nexo entre lo divino y lo terrenal, uno de los pocos canales de comunicación considerados válidos para mirar a los dioses a los ojos y preguntarles: “¿Qué pretende usted de mí?”.

Formas de adivinación

Por un lado, siempre existieron personas que caminaron con más facilidad el límite entre lo material y lo extrasensorial. Se puede pensar en la sibila délfica, o en los llamados “médium” que tienen favorecido, como vimos antes, este canal de percepción. Estas personas pueden tener epifanías o premoniciones sin necesidad de ninguna herramienta concreta.

Por otro lado, existen técnicas que sí acuden a una herramienta concretamente diseñada para poder captar y traducir aquello que reside más allá del plano material. La cartomancia —que engloba muchos tipos de sistemas de cartas, entre ellos el Tarot— y la Astrología, las disciplinas que exploraremos en este libro, son sistemas simbólicos que justamente están diseñados para ello, aunque con distintos fundamentos.

Pero también han existido —y existen— otras técnicas. Algunos ejemplos:

Oniromancia, la interpretación de los sueños: identificando en ellos los simbolismos de las distintas situaciones.

Mediumnidad y estados de trance: conectando con maestros y otros seres que habitan el plano espiritual. Como dijimos, suele ser practicada por personas que poseen una sensibilidad especial.

Telepatía y percepción a distancia: intentando conectar con situaciones que están en el plano material, pero a través de medios etéreos.

Psicografía, o escritura automática: canalización de mensajes por medio de la escritura.

Bibliomancia: la obtención de un mensaje o premonición seleccionando al azar una frase de un texto.

Numerología: el análisis e interpretación simbólica de distintos números que se obtienen a raíz de la fecha de nacimiento y el nombre, entre otras fuentes.

A través de objetos reflectivos: como las bolas de cristal y los espejos.

Piromancia: observando la llama en una vela.

A través de oráculos lúdicos: consultar runas, dados, tarjetas con descripciones.

Observación de patrones y símbolos en un medio: la lectura de borra de café, hojas de té, y la interpretación de algunos parámetros sobre el cuerpo físico, como la quiromancia (lectura de manos).

El curioso caso de los eclipses

En la historia de las mancias hemos tenido en consideración muchos cuentos, mitos o anécdotas que han sido lamentablemente reales, y esto responde a las supersticiones que eran tan famosas en antiguas épocas. Por ejemplo, antes se utilizaban los eclipses como eventos terribles, donde teníamos que vivir el enojo o el castigo de los dioses con la muerte de un gobernante, con guerras o enormes hambrunas. A veces decían también que el sol desaparecía porque había una criatura mítica y terrible intentando robar el astro.

Por ejemplo, en Vietnam se creía que los eclipses eran causados por una rana gigante, mientras que en culturas nórdicas se decía que la culpa de los eclipses la tenían los lobos. En China se decía que había un dragón en el cielo intentando comerse al Sol. En muchas culturas, cerca de los eclipses la gente se junta a tener festejos o reuniones donde hacen mucho ruido, porque se dice que de esta manera se pueden ahuyentar a los demonios y malos espíritus. Incluso hoy en día, hay en ciertos lugares de India que la gente no come durante los eclipses, debido a que consideran que la comida que se hace durante ese evento no es pura, hasta puede estar envenenada.

En épocas más antiguas esto se tomaba tan en serio, que muchas veces podía significar un verdadero peligro. Por ejemplo, en China se decía que los eclipses estaban asociados al éxito y la riqueza del Emperador, entonces era peligroso no llegar a predecir uno. De hecho, dos astrólogos fueron ejecutados por este mismo motivo. Hay muchas historias de lugares donde ponían reyes sustitutos durante los eclipses, porque se decía que en estos eventos era muy probable que el monarca muriera. Está la historia de un rey que fue escondido durante un eclipse, y murió por ingerir una sopa demasiado caliente, entonces quedó como rey definitivo el reemplazo que habían buscado.

Sin embargo, esto no siempre se consideró como algo malo. Un historiador de la antigua Grecia teorizó respecto a que un eclipse en el 585 a. C. fue la causa por la cual se terminó una guerra, considerando que el cielo intentó hacer las paces entre la luz y la oscuridad.

En cuanto al Tarot y la Astrología, que son las disciplinas que profundizaremos en este libro, vamos a recorrer un poco sus orígenes y cómo llegaron a usarse de la manera en la que las utilizamos actualmente.

A su vez, tengamos en cuenta que hoy en día estas disciplinas no se toman estrictamente en el sentido adivinatorio. La mayoría de sus practicantes aplican a ellas reglas y conceptos que resurgieron actualmente (como el hermetismo, otra corriente de la cual aprenderemos en este libro) que le otorgan a estas disciplinas no solo un carácter adivinatorio, sino de autoconocimiento y exploración filosófica.

Historia de la Astrología

Los primeros descubrimientos relacionados a la Astrología son de hace aproximadamente tres mil años. En sus inicios, se utilizaba la observación de los planetas visibles –hasta Saturno, en ese momento– y sus ciclos. El tránsito de un astro tenía que ver con la voluntad de los dioses, atribuyéndose un efecto tanto sobre la fortuna como la desgracia. El sistema astrológico similar al que utilizamos actualmente (la astrología “adivinatoria”) tiene sus orígenes en Caldea. Por estos tiempos también se empieza a utilizar la rueda astrológica.

Estos conceptos luego migraron a la antigua Grecia y se popularizó su uso, combinado con los avances en otras disciplinas como la geometría, la astronomía y la matemática. También es aquí donde se fusiona la mitología griega y romana –y sus deidades– con los arquetipos planetarios. De ahí que conozcamos a Venus (equivalente romano a Afrodita), Marte (Ares), Júpiter (Zeus), etc.; así como los nombres de las constelaciones.

Es notable observar también que en las tierras de Israel también se utilizaba esta disciplina en conjunto con sus creencias. De hecho, hay numerosos tratados y textos que hablan de los diversos usos de la magia y la Astrología por estas épocas. Recordemos que los tres reyes que anunciaron la llegada de Jesús eran magos, y también astrólogos (claramente, ¡se guiaron por la observación de una estrella!).

Alrededor del siglo II d.C. surge el Tetrabiblos de Ptolomeo; uno de los exponentes bibliográficos más importantes a tomar como antecedente en la historia de la Astrología. Este libro contenía las técnicas perfeccionadas que sientan las bases de la Astrología tal como la conocemos actualmente, así como la concepción de los elementos en relación con los signos y su clasificación (triplicidad y cuadruplicidad, conceptos que exploraremos más adelante).

Posteriormente, en la Edad Media, también se utilizaba en conjunto con la medicina y el estudio de los fenómenos naturales. La distinción entre astrología y astronomía aún no estaba trazada. De hecho, separar la astrología de las ciencias positivistas es un concepto relativamente nuevo. A medida que la Iglesia fue incrementando su lucha contra el “pensamiento mágico” y la superstición como enemigos de la fe (sobre todo en la época de la Inquisición) se concreta esta fractura en el pensamiento astrológico.

Durante la reforma protestante, empiezan a surgir corrientes de pensamiento –como el racionalismo– que también contribuyeron a definir la “otredad” de la Astrología y de otras mancias como enemigas de la ciencia y el pensamiento moderno.

El uso de esta disciplina se vuelve a popularizar con el uso de los horóscopos a principios del siglo XX. Un dato notable sobre esta aplicación de la astrología es que cuando nació la princesa Margarita de Inglaterra, el diario Sunday Express publicó un análisis de su carta natal. Dada la popularidad de esta publicación entre los lectores, la astrología gradualmente ocupó un lugar como columna regular. Aquí vale hacer una aclaración importante: si bien este fue una de las primeras versiones de astrología producida para el consumo popular, con el tiempo fue mutando a algo más banal. Actualmente, las columnas de horóscopos poco tienen que ver con lo que realmente nos sucede a nivel astrológico, por razones que veremos en detalle en la sección de astrología de este libro. Pero, básicamente, se puede resumir en lo siguiente:

• La carta natal (y sus tránsitos) varían mucho por cada persona, y son complejos. Por ende, a menos que el análisis sea personalizado, de poco sirve. De ahí la poca utilidad de los horóscopos generalizados.

• El horóscopo se suele aplicar al signo solar de la persona, cuando en realidad conviene analizarlo desde el ascendente (concepto que también veremos más adelante).

• Las revistas no suelen contratar astrólogos reales para elaborar los horóscopos.

A pesar de estos conflictos que surgen en la popularización del horóscopo, es cierto que alimentó en gran parte la fascinación del público por la Astrología, alentando a que aquellos que quisieran ir más allá del horóscopo dominical estudiaran en profundidad sus verdaderas aplicaciones.

Historia del Tarot

Si bien la cartomancia es una disciplina ampliamente extendida en muchas culturas, las primeras versiones de lo que hoy se conoce como una baraja de Tarot empiezan a aparecer alrededor del siglo XV, en Italia. Uno de los antecedentes más significativos es la baraja Visconti, conocida así por la familia para la cual la creó el artista Bonifacio Bembo. Esta baraja combinó veintidós figuras sin nombre –llamados “triunfos”– con otras cincuenta y seis “menores” de estructura similar a la baraja española que conocemos hoy en día. El propósito de esta baraja, hasta donde se sabe, era puramente lúdico. Más allá de eso, los dibujos eran fascinantes, y contenían referencias bíblicas y sociales de la época. Este tipo de juego de cartas se conocía como Tarocchi.

Otro antecedente significativo que surge en este período es la baraja Sola Busca, la primera en presentar setenta y ocho arcanos completamente ilustrados (tanto “triunfos” como “menores”). Actualmente solo se conoce un ejemplar, alojado mayoritariamente en el museo Albertina, en Viena.

En el siglo XVIII, aparece una de las barajas de uso más popular hoy: el Tarot de Marsella, con una estructura similar a sus antecesores, en ella los “triunfos” tienen los nombres con los que los conocemos hoy en día. Algunos de los autores esotéricos surgidos en esta época contribuyeron con su popularidad. Los ejemplos más prominentes son Antoine Court de Gebelin y Eliphas Lévi, que relacionaron el Tarot con el misticismo egipcio y la Cábala. Por esto último es que a veces se piensa –erróneamente– que el Tarot es mucho más antiguo de lo que realmente es. La relación entre estos marcos espirituales y el Tarot solo tiene un par de siglos.

El Tarot se volvió un objeto de consumo masivo con la aparición del Tarot Rider-Waite-Smith, diseñado por Arthur Edward Waite y Pamela Colman Smith en 1910. Ambos pertenecían a la Orden Hermética de la Aurora Dorada, una agrupación esotérica que estudiaba la Cábala, la Astrología, el hermetismo, la magia ceremonial y el Tarot. El Tarot Rider-Waite-Smith es una reinterpretación del Marsella, alineada con estos conocimientos esotéricos. Si bien los “triunfos” –ahora conocidos como arcanos mayores– emulan aquellos en la baraja de Marsella, las cartas españolas –arcanos menores– poseen ilustraciones similares a la baraja Sola Busca. Aunque han surgido otras barajas prominentes a lo largo del siglo XX (quizás la más llamativa entre ellas, por los cambios que introdujo y la fuerza de sus imágenes, sea el Tarot Thoth, de Aleister Crowley y Lady Frieda Harris), los Tarot de Marsella y Rider-Waite-Smith siguen vigentes en popularidad y uso.

Algunos tips para usarlas de manera responsable y práctica en la vida moderna

En nuestros pequeños aquelarres, Aye siempre acotaba: “Cada bruja con su librito, una de las primeras cosas que me dijo mi mamá”. Pensar que hay una sola forma de practicar las mancias sería ridículo, es por este motivo que tenemos que estar constantemente alertas, aprendiendo y entendiendo que hay que cuestionarse todo lo que uno lee, además de integrarlo.

Cuando uno decide aprender sobre Astrología o Tarot, lo primero que hace es dar un paso de introducción a este mundo. Quizá alguna vez te hayan tirado las cartas o un astrólogo te haya leído la carta natal, y eso te empieza a interesar. Uno puede aprender con profesores, maestros, o por su propia cuenta. Por fortuna, hoy en día hay muchas clases que se dan on-line, un montón de libros e información a tener en cuenta para integrar esto de manera autodidacta.

Sin embargo, no nos olvidemos que todo trae una gran cuota de responsabilidad. El hecho de poder tirar las cartas o mirar una carta nata, no significa que tengamos que hacerlo. Hay que recordar que el consentimiento opera en todos los niveles de la vida, también en lo mágico y en lo espiritual.