Combatir las alergias - Anna Cisteró - E-Book

Combatir las alergias E-Book

Anna Cisteró

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Beschreibung

Como si de un trabajo de detectives se tratara, el alergólogo investiga la vida de la persona alérgica, desde sus hábitos diarios en casa hasta su lugar de trabajo. Una vez determinadas las sustancias que le producen síntomas alérgicos, aconseja sobre cómo remediar estas molestias: estornudos, picores, dificultad para respirar, problemas digestivos... De la mano de una de las mayores expertas de nuestro país, en este libro aprenderás todo lo que necesitas conocer sobre las alergias: - ¿Cómo saber qué produce una alergia? - ¿Qué hacer para aliviar los síntomas? - ¿Qué tratamientos médicos son los más eficaces? - ¿Cómo influye el medio ambiente en el aumento de las afecciones alérgicas?

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DRA. ANNA CISTERÓ

COMBATIR

LAS ALERGIAS

© Anna Cisteró, 2019.

© RBA Revistas, S.L., 2019.

© de esta edición: RBA Libros, S.A., 2019.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: abril de 2019.

REF.: OBDO481

ISBN: 978-84-9187-412-6

Coordinadora de la colección: Laura González Bosquet.

Edición de textos: Marta Sevilla.

ELTALLERDELLLIBRE, S.L. •REALIZACIÓN DE LA VERSIÓN DIGITAL

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida

a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro

(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)

si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra

(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

INTRODUCCIÓN

Estornudos, picores, ojos rojos... Los molestos síntomas de las alergias son conocidos por todos. Afortunadamente, en la mayoría de los casos son pasajeros y fáciles de combatir, pero en ocasiones pueden convertirse en un problema más grave que nos impide llevar una vida normal. Es ante esa circunstancia cuando los alergólogos tenemos que actuar.

El mundo de las alergias es fascinante, y aún nos queda mucho por saber de ellas. El alergólogo es como un detective que tiene que descubrir quién es el criminal. Averiguar qué le produce una alergia a un paciente a veces es una tarea de investigación casi policial. A diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades, en las que los síntomas pueden facilitar el diagnóstico y la causa, con las alergias el camino es muy diferente. Para averiguar qué le produce alergia a una persona tenemos que investigar en su entorno, su casa, sus hábitos de vida, su alimentación e incluso su trabajo.

Las enfermedades alérgicas se consideran enfermedades crónicas, ya que afectan a la calidad de vida durante largos períodos de tiempo. Pueden afectar uno o varios órganos y ser muy diferentes en cuanto a intensidad entre una persona y otra. Muchas de ellas se describirán en este libro, de modo que el lector pueda obtener una información clara y concisa para determinar si puede padecer una alergia, cuándo acudir al médico y qué esperar de los tratamientos que nos ofrece la alergología actual.

La alergia es la causa de enfermedades tan frecuentes como algunos tipos de conjuntivitis, muchas rinitis, el asma y afecciones digestivas y cutáneas.

Afortunadamente, la mayoría de las alergias no acostumbran a ser graves, pero sí pueden ser muy molestas e impedir a quienes las padecen llevar una vida normal.

LA IMPORTANCIA DE LAS ENFERMEDADES ALÉRGICAS EN NUESTRA SOCIEDAD

Año tras año, aumenta la incidencia de enfermedades alérgicas en nuestra sociedad. Actualmente se calcula que entre un 30 y un 40% de la población se ve afectada por algún tipo de reacción alérgica a lo largo del año. La mayoría son personas jóvenes y niños, lo cual hace temer a los especialistas que en un futuro próximo la prevalencia de trastornos relacionados con las alergias será aún más elevada.

Aunque desconocemos qué factores favorecen exactamente este incremento de enfermedades alérgicas, el aumento de la contaminación atmosférica y la temperatura, debido al cambio climático, parecen ser la clave. Es cada vez mayor la correlación entre las alergias relacionadas con el polen, la presencia de insectos y los hongos. Otras patologías como la alergia a fármacos y alimentos también van en aumento y se tratarán en esta obra.

La alergia es una de las primeras enfermedades de cuyo conocimiento hay constancia escrita. ¿Quieres saber cuándo se describió por primera vez?

UN POCO DE HISTORIA

Existen escritos de la antigua Grecia y la literatura médica tradicional china que ya mencionan casos de alergia. En Egipto, el faraón Menes, de Menfis, parece que falleció debido a una picadura de avispa en el año 2640 antes de Cristo. El emperador romano Augusto tenía problemas respiratorios en primavera, y decía sentirse «acatarrado», además de sufrir picores en la piel. Aunque los médicos de aquella época no entendían aún el fenómeno de la alergia, es evidente que este famoso personaje se veía afectado por el polen.

Los primeros estudios científicos sobre alergias no se llevaron a cabo hasta el siglo XIX, cuando John Bostock describió lo que hasta hace pocos años llamábamos «fiebre del heno» o Fever estivalis, la típica alergia primaveral. A partir de ese momento se empezaron a desarrollar los test de alergias y las vacunas.

Las alergias debidas a la inhalación del polen son todavía uno de los trastornos más frecuentes en todo el mundo.

TRABAJO DE DETECTIVES

La diferencia entre las alergias y otras enfermedades es que no siempre afectan del mismo modo a todas las personas. Sí que hay una serie de síntomas comunes que nos sirven a los alergólogos para sospechar que existe una causa, un alérgeno, que está enfermando a nuestro paciente, pero son muchas las pesquisas que tenemos que hacer antes de descubrir exactamente cuál es el origen de la enfermedad.

Como si lleváramos a cabo una labor detectivesca, estamos obligados a realizar un trabajo de investigación exhaustivo que va desde entrevistar a la persona afectada y preguntarle sobre todos los detalles de su vida cotidiana, hasta hacer una inspección en su casa o su lugar de trabajo para encontrar pruebas. Estos indicios, junto con los análisis clínicos y los test, nos servirán para desenmascarar al alérgeno causante de la enfermedad. Una vez identificado, podremos actuar para «detenerlo».

Este es uno de los aspectos más fascinantes de nuestro trabajo, en el que ningún caso es igual que otro. Asimismo, la satisfacción de ayudar a los pacientes a superar su alergia tampoco es comparable a ninguna otra sensación.

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¿QUÉ ES LA ALERGIA?

La alergia es una reacción «equivocada» del sistema inmunitario ante una sustancia que no es dañina por sí misma, como, por ejemplo, el polen de las plantas, algunos alimentos o los ácaros del polvo. Para la mayoría de las personas estas sustancias no son perjudiciales, pero el sistema inmunitario de los alérgicos las identifica como una «amenaza» y se produce una respuesta «errónea».

Cuando una persona entra en contacto con una sustancia a la que es alérgica, se crea una reacción exagerada. La sustancia que provoca alergia se llama «alérgeno».

La reacción alérgica empieza cuando el alérgeno, por ejemplo, el polen, entra en el cuerpo, generalmente en contacto con las mucosas (de nariz, bronquios, estómago...). El sistema inmunitario reacciona produciendo anticuerpos, las células que combaten una enfermedad. Cuando el alérgeno y el anticuerpo entran en contacto, las células empiezan a liberar una serie de sustancias, entre ellas la histamina. Estas sustancias llegan a los órganos y los inflaman. La inflamación puede afectar diferentes partes del cuerpo, produciendo los síntomas que todos conocemos: aumento de la mucosidad, estornudos, picores, tos, ahogo...

Los síntomas más comunes asociados a las alergias son:

Estornudos, picor y obstrucción nasal.Tos, dificultad para respirar, ruidos parecidos a silbidos, bronquitis.Sinusitis, mucosidad excesiva, dolor de cabeza.Urticaria y erupciones cutáneas más o menos intensas.Hinchazón facial total o parcial.Picor en los ojos, los oídos, la boca y la garganta.Náuseas, vómitos o diarrea.

Para tratar una alergia el primer paso es identificar las posibles causas del problema. Diagnosticar una alergia no siempre es fácil ya que los síntomas a menudo se parecen a los de otras enfermedades. Si crees que padeces alergia a alguna sustancia, haz una lista de tus síntomas, dónde estabas cuando empezaste a sentirlos y con qué te parece que se relacionan. Al médico le servirá de gran ayuda para determinar si es necesario que te visite un especialista. A continuación, detallamos una serie de preguntas que puedes contestar para ayudar al médico a que establezca su diagnóstico lo más rápido posible:

¿Los síntomas se producen a una hora determinada del día?¿Solo tienes los síntomas en una o varias épocas del año?¿Te encuentras peor durante el día o durante la noche?¿Los síntomas aparecen dentro o fuera de casa?¿Aparecen los síntomas cuando estás en compañía de animales?¿Crees que hay algún alimento o bebida que causa tus síntomas?¿Las molestias aparecen siempre en relación con haber estado previamente en contacto con alguna sustancia que sospechas que te produce alergia? ¿O solo algunas veces?¿Los síntomas desaparecen cuando estás de vacaciones?

Si sospechas que padeces una alergia, tu médico te pedirá que apuntes cuándo y dónde aparece la reacción, cada vez que tengas síntomas. También te recomendará que evites exponerte a la sustancia que sospechas que te produce alergia siempre que sea posible. Los síntomas pueden tratarse con medicamentos e inmunoterapia, que describiremos más adelante.

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE ALERGIA Y ATOPIA?

Como hemos visto, una alergia es una reacción a una sustancia. Una persona atópica es alguien que tiene predisposición a desarrollar alergias a lo largo de toda su vida. Puede ser por razones hereditarias. De pequeños suelen tener alergia al huevo o la leche, más adelante a la fruta, más tarde pueden desarrollar alergia al polen y, en algunos casos, a medicamentos. A menudo acaban desarrollando asma. Este desarrollo de diferentes alergias a medida que pasan los años se conoce como «marcha atópica».

Un alérgico no siempre ha tenido atopia. Si tienes una alergia a una sustancia, no tienes por qué desarrollar alergia a otras. En cambio, las personas que sufren atopia sí tienen esta predisposición.

La atopia puede manifestarse de diferentes formas. Cuando se produce una reacción en la piel, con inflamación y picor, se llama «dermatitis atópica». Si la reacción aparece en el sistema respiratorio, puede manifestarse en forma de asma bronquial o rinitis alérgica, muchas veces asociada esta última a una conjuntivitis.

Las personas atópicas, al tener un sistema inmunológico hipersensible, pueden reaccionar fácilmente ante determinadas sustancias. La alergia y la atopia no son lo mismo, pero una persona atópica predispuesta genéticamente tiene más posibilidades de padecer una alergia, aunque la combinación de los factores hereditarios y la contaminación, entre otros, parecen ser la razón de que haya cada vez más personas con este problema.

CÓMO SE PRODUCE UNA REACCIÓN ALÉRGICA

El sistema inmunitario está formado por un conjunto de órganos, tejidos, células y moléculas producidas por esas células. Los órganos que forman parte del sistema inmunitario se llaman «linfoides». Entre ellos encontramos los siguientes:

Las adenoides. También conocidas como «vegetaciones».Las amígdalas palatinas.El timo.El apéndice.La médula ósea.El bazo.Los ganglios linfáticos. Las placas de Peyer del intestino.Los vasos linfáticos.Las mucosas del sistema digestivo, respiratorio, genital y urinario.

Fuente: adaptado a partir de una imagen de Mundo Natural.

Todos estos órganos contribuyen a la producción de las células más importantes del sistema inmunitario: los linfocitos.

La función del sistema inmunitario es la de proteger el organismo ante amenazas externas. Esto se lleva a cabo a través de dos procesos: el reconocimiento y la defensa.

Reconocimiento: el sistema inmunitario trabaja constantemente para reconocer todo aquello que es propio del organismo, como los tejidos y las células, y no actuar frente a ellos, diferenciando lo que es extraño a él y que pudiera perjudicarlo.Defensa: ataca tanto las agresiones externas producidas por bacterias y virus como las que proceden del interior, como las células degeneradas o tumorales.

Además, el sistema inmune tiene capacidad de «recordar» antiguos ataques. Esto se llama «memoria inmunológica». Puede reconocer fácilmente una amenaza que ya ha combatido en el pasado y para la que generó anticuerpos, de modo que la respuesta es mucho más eficaz y rápida porque lo «recuerda». Si los anticuerpos se crearon para defenderse contra enfermedades, ya está protegido ante ellas. Si los anticuerpos fueron de tipo alérgico, la reacción será alérgica.

El sistema inmunitario funciona sin descanso, las 24 horas del día, tanto cuando estamos despiertos como dormidos. Está vigilante para asegurar nuestra supervivencia en un entorno con posibles amenazas de virus, bacterias, hongos, parásitos... Sin embargo, puede dejar de funcionar correctamente. Esto ocurre cuando una persona desarrolla un anticuerpo contra una sustancia que para la mayoría de la gente no es una amenaza. Es entonces cuando aparece la enfermedad alérgica.

Como hemos visto, la primera función del sistema inmunitario es identificar todo aquello que es ajeno a nuestro organismo diferenciando entre lo que puede dañarlo y lo que no. La mayoría de las sustancias de nuestro entorno no son una amenaza: el polen que respiramos, la leche que bebemos o los tejidos con los que nos vestimos no tienen por qué hacernos daño. Pero a veces el sistema inmunitario se ve alterado y confunde esas sustancias inocuas con una amenaza.

Las alergias pueden producir reacciones prácticamente en cualquier lugar del cuerpo, aunque suelen ser más frecuentes en la piel y en el sistema respiratorio, ya que son las zonas que están más en contacto con el exterior.

¿LAS ALERGIAS SON IGUALES PARA TODOS?

El tipo y la gravedad de los síntomas alérgicos varían dependiendo del tipo de alergia y de persona, así como del órgano u órganos afectados. No todas las alergias afectan de igual manera a cada persona, aunque lo que la produzca sea la misma sustancia. Por este motivo es muy difícil diagnosticar una alergia a través solo de la observación. Se precisa una historia clínica exhaustiva, exploración del paciente y realizar test cutáneos, una analítica sanguínea y dieta selectiva si se cree necesario.

La primera vez que tenemos una reacción alérgica suele ser muy suave: picor en la boca, sensación de labios hinchados. Si continuamos exponiéndonos al alérgeno, la reacción será cada vez más molesta y puede repetirse con igual intensidad o llegar a ser grave en más o menos tiempo. Por este motivo es muy importante detectarla lo antes posible y empezar el tratamiento antes de que nuestro organismo desarrolle una mayor sensibilidad al alérgeno.

La mayoría de las reacciones alérgicas son inmediatas: se producen entre 15 y 30 minutos después de entrar en contacto con la sustancia que nuestro organismo identifica como una amenaza. En ocasiones puede ocurrir horas después (hasta 3 horas), por un alimento o medicamento.

La anafilaxia es una reacción alérgica repentina y grave que ocurre a los pocos minutos de la exposición. Cuanto más inmediata, más grave. Muchos pacientes se quejan de picor en las palmas de las manos y a veces de los pies y es un signo premonitorio de reacción anafiláctica. En este caso es imprescindible una atención médica inmediata.

¿ES FRECUENTE LA ALERGIA?

La OMS ha llegado a clasificar las enfermedades alérgicas entre las seis patologías más frecuentes del mundo. Se estima que pueden afectar al 20% de la población mundial y resultan más afectados los países desarrollados e industrializados que el resto. En nuestro medio se calcula que una de cada cuatro personas puede padecer un tipo de trastorno alérgico a lo largo de su vida. Las alergias son cada vez más frecuentes. Tal como demuestran los estudios internacionales, entre 1997 y 2011 las alergias respiratorias y cutáneas aumentaron de forma espectacular entre los niños. Según las estimaciones realizadas por alergólogos en nuestro país, las tres patologías por las que se consulta con mayor frecuencia son: rinitis alérgica (54%), asma (23%) y alergia a medicamentos (17%).

En los últimos años, los casos de alergia han ido aumentando progresivamente. Entre 1920 y la actualidad, la incidencia de alergias se ha incrementado en un 400%. También son cada vez más los alérgenos que se añaden a la lista de sustancias que pueden provocar reacciones alérgicas.

La contaminación por CO2 y el efecto invernadero han incrementado de forma importante la concentración de polen. A mayor exposición, más probabilidad de desarrollar alergia a esta sustancia y el aumento de utilización de los motores diésel se ha relacionado con la vehiculización de los granos de polen suspendidos en el aire transportados por estas moléculas. Una serie de estudios demostraron que el polen contaminado tiene un potencial alergénico un 20% mayor que el polen no contaminado.

Son varias las teorías sobre por qué están aumentando las alergias. Aquí hablaremos de tres: la predisposición genética, la higiene y el cambio climático.

LA PREDISPOSICIÓN GENÉTICA

La mayoría de los pacientes que sufren una alergia tienen una predisposición genética. Si alguno de tus padres es alérgico, tienes más posibilidades de padecer alergia en una proporción del 25% en comparación con una persona que no tiene antecedentes familiares. Si los dos padres son alérgicos, se ha estimado en un 50% según algunos autores y en algunos estudios se ha estipulado hasta el 70%, pero la realidad es que en la mayoría de los casos estos valores no se cumplen, hecho que ha llevado a postular el papel protagonista del medio ambiente. La atopia, que, como hemos visto, es la predisposición para padecer alergias, se hereda, pero no siempre se manifiesta: necesita algo más para ello, como la contaminación o algunas características y situaciones ambientales y personales que aún no conocemos.

LA TEORÍA DE LA HIGIENE

Esta es una de las hipótesis que más fuerza están tomando para explicar el crecimiento de las alergias en todo el mundo. La Academia Americana de Asma Alérgica e Inmunología afirma que vivir en entornos muy limpios, en los que se utilizan desinfectantes y antibióticos, hace que los niños no se expongan a gérmenes que pueden enseñar a su sistema inmunológico a diferenciar entre sustancias nocivas y sustancias inocuas.

Esta teoría fue explicada por primera vez a finales de los años ochenta por David P. Strachan, profesor de epidemiología. Hoy en día hay diversos estudios que apoyan esta hipótesis, que explicaría por qué aumentan las alergias en los países desarrollados, donde sin duda la sanidad, la calidad del agua y la higiene son mejores que en los países en vías de desarrollo, en los que paradójicamente hay menos alergias.

EL CAMBIO CLIMÁTICO

Aunque existe mucha controversia en torno a este tema, algunos estudios sugieren que el cambio climático podría ser en parte responsable del aumento de las alergias. El calentamiento global hace que las plantas se desarrollen más rápido de lo normal y produzcan más polen. El calor también favorece la presencia de hongos en el aire.

La polución y una mayor contaminación ambiental parecen ser las causantes del aumento de los ataques de asma alérgica en las ciudades, víctimas del «efecto invernadero»; con el aumento del agujero de la capa de ozono disminuye la capa protectora de los rayos. La rinitis alérgica, por ejemplo, producida por ciertos pólenes, dura en la actualidad tres semanas más que hace dos décadas. También están apareciendo nuevos alérgenos, es decir, sustancias que no causaban alergia y ahora sí lo hacen, debido a factores meteorológicos (como el aumento de la temperatura), que influyen alterando los niveles de contaminación y aumentando la cantidad de aeroalérgenos suspendidos en el aire.

En resumen, cada vez son más las personas que padecen alergias y sus consecuencias sobre la salud. Evitar la exposición a los alérgenos cada vez es más difícil, aunque podemos limitarla haciendo algunos cambios en nuestra alimentación y estilo de vida. La inmunoterapia con alérgenos a los que uno sabe que es alérgico, y de la que hablaremos más adelante, es una de las técnicas más efectivas a la hora de «reeducar» al organismo para que «aprenda» a volver a tolerar los alérgenos.

¿QUÉ NOS HACE SUSCEPTIBLES A SUFRIR ALERGIAS?

Es difícil comprender por qué unas personas son sensibles a ciertas sustancias y otras no. Además de los factores hereditarios, una de las causas de la alergia es el mayor tiempo que estamos expuestos a una sustancia, y la cantidad de esa sustancia que se pone en contacto con nuestro organismo.

Por ejemplo, pensemos en una persona que es susceptible de padecer alergia al moho porque tiene una base atópica, aunque nunca ha tenido síntomas de alergia. Vive sola en un apartamento y un día decide compartirlo. Su nuevo compañero de piso es un amante de las plantas, y llena la casa de macetas. También trae consigo un colchón viejo y un humidificador, porque no le gusta tener la piel reseca. El propietario del apartamento empieza a estornudar y toser. ¿Qué ha pasado? Durante años ha sido capaz de soportar con normalidad la exposición a algunas esporas de moho, pero cuando la cantidad de esporas aumenta, el sistema inmune va creando anticuerpos específicos (IgE) frente al moho. Esto significa que se está sensibilizando para finalmente un día empezar a presentar síntomas de rinitis y asma. Se ha hecho alérgico a las esporas del moho.

La madre no solo transfiere el 50% de sus genes al niño, sino que además es responsable del ambiente del bebé durante los primeros meses. Parece ser que el nacimiento por cesárea produce un aumento de la posibilidad de padecer alergia. El tabaquismo pasivo durante o después del embarazo es un factor de riesgo para el desarrollo de atopia.

El estrés psicológico está asociado a una mayor respuesta a los alérgenos y niveles más altos de IgE en los dos primeros años de vida.

El lugar donde vivimos también influye en la evolución de la alergia. Imagina que vives en el campo, en una casa rural rodeada de árboles; en estas condiciones es posible que padezcas síntomas de alergia a los ácaros durante la mayor parte del año. No tiene que ser grave, pero sí bastante molesto. Si, por el contrario, vives en una ciudad, probablemente tus ataques de asma sean mucho más fuertes y repentinos, aunque duren menos tiempo, solo en las épocas de ácaros.

¿A QUÉ EDAD APARECE LA ALERGIA?

En la actualidad, las alergias aparecen cada vez en un rango de edad más amplio. Niños de seis años y personas mayores de sesenta años pueden mostrar los primeros signos de alergia. Dentro de ese margen, aparece a cualquier edad. Ahora bien, estos datos no son tan exactos, puesto que depende del tipo de alergia. Así, la alergia alimentaria aparece antes de los seis años (leche, huevo, pescado e incluso frutos secos, especialmente la nuez). En general, cada vez aparecen más alergias repartidas en edades más tempranas y en mayores de sesenta años.

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PARTÍCULAS EN EL AIRE QUE PUEDEN PRODUCIR ALERGIA

Un alérgeno es una sustancia (generalmente una proteína) capaz de provocar alergia. Son sustancias inofensivas para las personas no alérgicas y tienen la propiedad de generar una respuesta inmunológica. También se conocen como «antígenos». El alérgeno es capaz de provocar la formación de un tipo especial de anticuerpos: la inmunoglobulina E (IgE). Como ya hemos explicado, al unirse el antígeno a esta IgE, se desencadena la reacción alérgica.

Cualquier cosa puede ser un alérgeno. La frecuencia depende de cada región y país. También, en el caso de los alérgenos alimentarios, del consumo habitual. Los alérgenos más habituales, por orden de importancia, son:

Pólenes.Ácaros del polvo.Alimentos de procedencia animal (leche, huevo, pescados).Pelo de animales (gato, perro, caballo, hámster).Alimentos de origen vegetal (frutas, verduras).Hongos (esporas de Alternaria).

Hay otros agentes menos frecuentes y en los que la respuesta IgE no siempre se ha podido demostrar, como ocurre con algunos insectos (excepto abejas y avispas), algunos medicamentos (a excepción de las penicilinas) y cosméticos.

La lista de alérgenos es muy larga. Por eso es importante realizar una buena historia clínica y los test de alergia (pruebas cutáneas) para determinar cuál de ellos es la causa de nuestra alergia.

La alergia se desarrolla con el paso del tiempo, no es algo que nazca con nosotros. Guarda relación con todo aquello con lo que el paciente contacta durante su vida cotidiana. Por ejemplo, es habitual tener alergia a los gatos, pero no a los elefantes, ya que el contacto con los felinos es algo normal para muchas personas. Una persona que trabajara en un zoo, en cambio, sí que podría desarrollar una alergia a los elefantes.

La exposición a los alérgenos a los que una persona es alérgica es la causa de trastornos como el asma, la rinitis, la urticaria y otras reacciones alérgicas. Por ello, determinar el alérgeno causante de estas afecciones y evitar el contacto con él es la forma más efectiva de conseguir que la alergia deje de desarrollarse, evitando que se convierta en una enfermedad grave.

Si los síntomas de alergia se presentan en casa, el primer alérgeno que hay que considerar son los enemigos microscópicos de los que hablaremos a continuación.

LOS ÁCAROS DEL POLVO

Los ácaros son organismos microscópicos de unas 100 a 300 micras que viven en nuestros hogares. Prefieren los ambientes cálidos y húmedos. Se alimentan de las escamas de piel muerta que se acumulan sobre todo en la cama (colchón, almohadas, sábanas, mantas, edredones); también se alimentan de esporas de hongos, fragmentos de insectos y vegetales que pueden encontrar en muebles, alfombras, libros o peluches; los ácaros se acumulan y reproducen si no los molestamos, es decir, si no limpiamos. Los residuos (heces) que dejan los ácaros son la principal fuente de alérgenos que producen las reacciones alérgicas. Por tanto, cuantos más ácaros, más residuos.

Se trata del alérgeno más común en zonas costeras. Además, pueden hacer que los síntomas de las personas con asma se agudicen. La mejor forma de evitar la presencia de ácaros en el hogar es tomar ciertas precauciones.

Camas. Es preferible utilizar muebles de cama de madera o de metal, no tapizados. Si eres alérgico, no duermas nunca en el sofá ni en camas plegables. Si tienes un niño con alergia o asma que duerme en una litera, es mejor que lo haga en la cama de arriba.Colchones y somieres.Cubre todos los colchones y somieres con fundas protectoras (son de material sin poros o de un tamaño inferior al del ácaro) para evitar que el polvo se introduzca en sus fibras. También es conveniente cubrir las cremalleras con cinta aislante. Si los ácaros no pueden salir a alimentarse, no se reproducen y mueren.Ropa de cama.