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Tras el libro Cortinazos, esta segunda entrega editorial nos dibuja que había tanta fuerza e ideas para decir que el autor se movió con soltura y recta al medio desde la primera línea. No podemos dejar de recordar que su libro más preciado hace mucho rato está redactado e impreso a partir de los reconocimientos de centenares de jugadores y miles de aficionados, quienes al referirse a sus conocimientos béisboleros lo hacen con respeto y aprobación total. Para Cuba y nuestro béisbol, esta nueva publicación solo refleja la historia y el aprendizaje mayor de un profesor pinareño, talentoso y modesto, que abrazó desde la distancia y con ojos humedecidos al panameño Mariano Rivera en febrero del 2019 por no haberse olvidado de su nombre.
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Seitenzahl: 201
Veröffentlichungsjahr: 2023
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JOSÉ MANUEL CORTINA
Confesiones de pitcheo
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Edición: Osmany Echevarría Velazquez
Diseño de cubierta: Iliá Valdés Hernández
Diseño digital: Jadier Iván Martínez Rodríguez
Foto de cubierta: Luis Enrique Rodríguez Ortega
Corrección: José Manuel Pérez Cordero
© José Manuel Cortina, 2022
© Sobre la presente edición:
Ediciones Loynaz, 2022
ISBN: 9789592197909
Ediciones Loynaz
Calle Maceo no. 211, esquina a Alameda,
Pinar del Río, Cuba.
Agradezco a la licenciada en Ciencias Jurídicas Yelemis Sánchez González por ayudarme a organizar estos apuntes. A su hija Aitana para no buscarme un problema, porque es mi nieta.
A Alejandro, mi otro nieto, por ayudarme con la tecnología porque no soy muy ducho.
A toda mi familia por estar de acuerdo con que escribiera este libro.
A las doctoras Marisol Bravo y María Elena Masón.
A todos aquellos que leyeron el proyecto de libro antes de publicarlo para darme su opinión.
También quiero agradecer a Osmany, editor de Ediciones Loynaz por motivarme a escribirlo.
A los compañeros Aurelio Prieto Alemán y Joel García por acceder al prólogo, y al viejo Jorge Venus del Valle por el epílogo.
A todos, mis más sinceros agradecimientos.
Si te acuestas te pasarán por arriba, pero
si sigues luchando alguien te dará una mano.
Parte de la intuición está dada
por tu estudio personal.
El sabio no dice todo lo que sabe
y el necio no sabe lo que dice.
Por Joel García León y Aurelio Prieto Alemán
Sabíamos la historia porque un día pronunció el nombre de Mariano Rivera muy solapadamente en una conversación entre amigos, en las cuales no gusta de robarse el protagonismo que no le toca. Pero a los periodistas nos funcionó la memoria cuando tuvimos al estelar lanzador panameño frente a frente en la conferencia de prensa de la Serie del Caribe del 2019. Era la oportunidad ideal para arrancar la confesión que José Manuel Cortina casi nunca mencionaba por modestia y ética.
“Mariano, ¿cómo recuerdas a Cuba, especialmente a un entrenador que trabajó contigo siendo muy joven?”, fue la interrogante precisa. El cerrador más efectivo y mágico no solo de los Yankees de Nueva York, sino de toda la historia de la Gran Carpa y único en entrar al Salón de la Fama de Cooperstown con votación perfecta (425), nos miró fijo como si buscara la respuesta entre tantos momentos vividos. De pronto soltó una risa y luego reveló el secreto bien guardado, pero feliz.
“Sí, trabajé con muchos maestros de la pelota cubana. Pero recuerdo bien a uno, a José Manuel Cortina, porque aprendí muchas cosas con él. Me impacta y encanta como viven el béisbol, cómo lo sienten y cómo lo respiran los cubanos. Luego tuve un compañero de equipo muy grande, Orlando Duque Hernández, del que aprendí que uno nunca se debe dar por vencido”.
Después de esas palabras ante cientos de reporteros, parecía que no habría más emoción para quienes reportábamos el evento hacia Cuba. Sin embargo, la imagen más sobrecogedora quedó reservada cuando se apagaron las cámaras y las grabadoras. El panameño, mientras accedía a una instantánea con la prensa cubana, murmuró en franca complicidad: “saluden a Cortina de mi parte si lo ven”.
Y no solo lo saludamos, sino que todo el país supo, a través de nuestros medios de comunicación, que contamos con un Dios que se viste de entrenador de pitcheo todos los días y ha sido a ratos olvidado, otras subutilizado y en no pocas oportunidades marginado por decir verdades a decisores de nuestro deporte nacional, algunos de ellos sin conocimientos mínimos para dirigir la pasión deportiva más grande en esta nación.
Lejos de ser este un prólogo clásico para el libro Confesiones de pitcheo, las líneas que leen pretenden ser una crónica al trabajo, el empeño y la inteligencia de quien no ha escatimado tiempo para enseñar, ayudar, compartir su sapiencia y amar al béisbol.
A Cortina (como muchos le decimos con cariño) las bolas y los strikes le vienen desde los genes o mejor, desde que saltó de la cuna a la cerca que limitaba su casa natal con el estadio Ramón González Coro, en el lejano y montañoso territorio de Minas de Matahambre, donde su familia materna y paterna es referencia obligada en la historia de la pelota local.
Para más coincidencia, su fecha de nacimiento: 27 de diciembre, es la misma que el polémico primer partido histórico escenificado en el Palmar de Junco en 1874. Y como si no bastara, su abuelo Tomás Martínez; los tíos Tomás, Nancio y Raúl y su padre José Manuel eran piezas claves en los duelos dominicales de béisbol contra el equipo de Santa Lucía.
Una temprana lesión en su brazo con apenas 17 años le impidió continuar el camino dorado de la familia como jugador, aunque lo mejor de su carrera deportiva estaba por llegar. Empirismo primero, estudio académico luego y ciencia acumulada de grandes maestros que nunca olvida referenciar: Juan Ealo, Ramón Carneado, Conrado Marrero y José Joaquín Pando, lo convirtieron a los pocos años en el entrenador pinareño y cubano que más anhelaban los lanzadores, tanto para enseñarles a pitchear como para corregir lesiones o brazos lastimados.
En las páginas a leer vuelve a brotar la insistencia de Cortina sobre la necesidad de que los serpentineros piensen como bateador y aprendan a leer códigos no escritos, pero probados en el arte de subirse al box para tirar pelotas a 60 pies y seis pulgadas del home plate.
Sus razones para oponerse a calentamientos colectivos, lo útil de recuperar el pitcheo en las prácticas de bateo de cada conjunto, así como los ejercicios de coordinación con el infield son ítems que muchos agradecerán conocer, sobre todo los principiantes en esta noble labor de entrenador.
No olvida en sus reflexiones la creatividad e independencia que debe tener un lanzador para no ser dirigido desde el banco, tendencia que se ha impuesto en nuestras series nacionales y eventos internacionales con resultados a medias y muy discutibles. Se atreve además a soltar ideas tan estupendas como comparar el box con la matemática o explicar de modo convincente por qué es imperioso buscar hombres altos para subirse a los montículos, donde solo por excepciones triunfarán los más pequeños.
Cual receta nada perfecta, pero sistematizada en su propia obra, Cortina resume los tres ingredientes fundamentales que no deben faltar en quienes decidan emprender su vida como entrenadores de esta área. “Lo primero es no dejar de estudiar todo lo concerniente al pitcheo…, lo segundo ser un profundo observador y estar pensando en béisbol las 24 horas del día, y por último tener una gran memoria”.
El plato fuerte de la obra es muy similar a la discusión de un campeonato nacional o título mundial. Con pocos lanzamientos, el autor pone out a los lectores con 17 aspectos imprescindibles que permitirían decir luego a quienes lo cumplan: “Ya sé lanzar”. Y no escatima ejemplos personales ni vivencias de las ligas profesionales del mundo para la mejor comprensión de cada uno de esos aspectos.
Tan válido como haber optado por el título Confesiones de Pitcheo, cual parodia al programa televisivo Confesiones de Grande, pudiera haber sido definir tanta sabiduría como Diccionario Real de un Pitcher. Quien quiera sobresalir en la formación de un serpentinero deberá examinarse antes con esta lectura.
Cortina, o mejor, el Dios que se viste de entrenador de pitcheo todos los días, no se conforma con un expediente de nombres que honran su trabajo: Rogelio García, Julio Romero, Jesús Guerra, José Ariel Contreras, Ariel Prieto, Carlos Mesa, José Ibar, Pedro Luis Lazo, Danny Betancourt, Vladimir Baños, Danny Aguilera, entre otros. Se va más allá. Transmite la posibilidad concreta de lograr resultados y contar con peloteros tan ilustres como los que tuvo en sus manos a través del trabajo diario, pero sobre todo a través de la confianza, mucha confianza entre discípulo y maestro.
“La cosa más importante para mí es el movimiento de lanzar”. “En la lucha del bateador y el lanzador gana siempre el más inteligente”. “Lanzar lo considero un acto de acrobacia”. “Soy un convencido de que el pitcher se lastima porque no tira, si tirara más su brazo estaría mucho más fortalecido”. Estas son apenas frases trascendentes para el debate tras concluir una lectura sencilla, accesible y amena, cual escritor fundido en sus deseos de ser comprendido hasta en lo más técnico.
Tras el libro Cortinazos, esta segunda entrega editorial nos dibuja que había tanta fuerza e ideas para decir que el autor se movió con soltura y recta al medio desde la primera línea. No podemos dejar de recordar que su libro más preciado hace mucho rato está redactado e impreso a partir de los reconocimientos de centenares de jugadores y miles de aficionados, quienes al referirse a sus conocimientos béisboleros lo hacen con respeto y aprobación total.
Para Cuba y nuestro béisbol, esta nueva publicación solo refleja la historia y el aprendizaje mayor de un profesor pinareño, talentoso y modesto, que abrazó desde la distancia y con ojos humedecidos al panameño Mariano Rivera en febrero del 2019 por no haberse olvidado de su nombre.
En mi modesta opinión, para disfrutar el Béisbol a plenitud, es necesario entenderlo en su más profunda esencia, llena de reglas y estrategias diversa. Por tanto he disfrutado mucho la lectura del libro Confesiones de Pitcheo que me ha reafirmado en cada palabra, en cada párrafo, en cada página, que el pitcheo no es cosa de pararse en la lomita y tirar para home, o como lo diríamos en buen cubano. De “coser y cantar”. El pitcheo no es más que talento y velocidad en el brazo, es también constancia, concentración y pericia para elegir el lanzamiento adecuado en el momento adecuado y además ponerlo justo donde se requiere y claro, es coraje, ese que sirve para no amilanarse ni aunque tengas delante a Orestes Kindelan, Omar Linares o Yulieski Gourriel por solo poner tres ejemplos. Todo eso, José Manuel Cortina lo tiene muy claro y consigue trasmitirlo magistralmente en mi criterio a todos el que quiera aprenderlo y aprehenderlo, que ojalá sean muchos.
Es admirable ver tanta sabiduría narrada con tanta sencillez, con un estilo tan cercano, aderezado además, con anécdotas que dan la sensación de estar ahí en la sala de tu casa, compartiendo un café y hablando de pelota, como un viejo amigo que no es lo mismo que un amigo viejo, porque el conocimiento que tiene este hombre de béisbol hará que jamás se ponga viejo.
Mi aplauso para este libro que desde ya, se convierte en visita obligada para mi pasión, como simple aficionado por el deporte de las bolas y los strikes.
Alberto Luberta Martínez
Director de Televisión
Cortina no es una gente cualquiera, siempre tiene algo interesante que decirte. Sabía de él, por supuesto, desde hace años, pero lo conocí de verdad haciéndome una crítica y me convenció tanto que me ganó para siempre. Así es él, te dice lo que piensa ¡Y allá a quién no le guste!
Su verbo se hace un manantial cuando escribe, quizás supliendo esas palabras que no fluyen tan rápido cuando habla.
Para un narrador de béisbol como yo, es una bendición tenerlo como amigo, como asesor. Él, a su manera, también nos entrena como a sus pitcher: Nos da más o menos velocidad para una idea, o coloca un criterio para que “cambiemos la bola”, a veces nos regala un buen lanzamiento para poder combinar en un tema enrevesado…, y ahora nos regala este magnífico libro.
Leer a Cortina es muy fácil, pues no escribe para demostrar que sabe, escribe para que disfrutes lo que sabe. ¡Y cómo se disfruta!
En este nuevo texto (otro buen Cortinazos) compara con la acrobacia el arte de lanzar, pero no te deja caer, te brinda las armas para no ir hacia el vacío: la concentración, el pensamiento, las herramientas, el agarre, la psicología, el equilibrio, las relaciones.
Sus confesiones —confieso— pueden cambiar la manera de hacer en Cuba las cosas.
Este libro no es una suerte de acertijos técnicos, es un texto agradable y profundo que nos hace pensar en lo que hacemos y muy sobre todo en lo que NO hacemos hoy con los lanzadores.
Cortina hace que cobre vida el béisbol, la pelota, como parte de nuestra cultura. En el libro, sus ejemplos prácticos con nombres y apellidos me hacen entender acciones que pasaron, corregir no pocas interpretaciones erróneas de este maravilloso juego.
Confesiones es un libro controlado, que no da bases por bolas, con soberbia velocidad sostenida y gran combinación de lanzamientos convertidos en clases y entretenimientos.
Cortina nos gana por “lechada” otra vez. Su texto no es solo para entrenadores y atletas, es para todos.
Les propongo que lo lean, estúdienlo, pero sobre todo disfrútenlo.
Sus Confesiones son para mí ese tremendo juego que siempre quiero narrar, ojalá y sirva a todos para ser mejores y hacer nuestra pelota —como sueña Cortina y lo sé— vuelva a hacernos gritar algo que hace mucho no podemos: ¡Cuba…, medalla de Oro!
Rodolfo García
Periodista y narrador deportivo
Admiro mucho al profesor José Manuel Cortina, no solo por sus conocimientos, sino por la oportunidad que me ha dado de compartirme esos saberes. Pero también, porque es un hombre práctico, y así ha hecho a sus lanzadores. Cada vez que lo leo o lo escucho hay una enseñanza, justamente por ese atributo.
Ser practico no es simplificar la realidad, sino encararla con tus posibilidades, para si es adversa, en un juego de pelota siempre hay un contrario, sacar el mejor provecho de las debilidades del contrario.
Para eso hay dos elementos muy importantes, los cuales están presentes en el texto que nos propone el profesor. La observación y la concentración. Creo entender, por lo que nos explica Cortina, que después de todos los sistemas de entrenamientos, desde el fortalecimiento de las piernas hasta los imprescindibles abdominales que fortalecerán el cuerpo y dejarán que la fuerza salga por el brazo de lanzar, esos dos aspectos son los más importantes para que un pitcher triunfe.
Un lanzador ha de ser un observador constante del juego de pelota que está lanzando y también ha de hacer lo mismo cuando no esté sobre la lomita, pues necesita de mucha información para desarrollar su labor. Cortina educa así, informándose o como él mismo nos cuenta en este ameno texto, preguntando. Y mientras más observación, hay un mayor y mejor proceso de información; por lo tanto, habrá también una adecuada planificación del trabajo de lanzador y entrenador y en consecuencia, es el mejor tributo a la concentración.
En este aspecto, el sabio pinareño es un ejemplo, cada anécdota de estas confesiones que nos regala están preñadas de lecciones y experiencias. Le favorece una proactividad hacia el conocimiento, que además, lo mantiene joven y activo; lo ayuda también una de sus cualidades más expresivas en su faena de magisterio: es un comunicador por excelencia.
No solo es un maestro para los grandes lanzadores que han pasado por su sabiduría, lo es también para muchos otros profesionales del deporte. Recuerdo la serie de diez, entregadas en las páginas del periódico Granma, la cual tuve la suerte de escribir: Cortina sobre la lomita, en la que se mostró ese comunicador de la pedagogía deportiva, haciendo entendible, como estas confesiones que nos propone, los complejos procesos de formación, preparación y conducción de un lanzador.
Esa es la razón por la que explica y logra, que le gusta trabajar dándole toda la independencia y creatividad posible a los lanzadores, pues antes, con la observación y la concentración en la actividad, los enseñó a pensar y a que cuando estén en el montículo, nadie los puede ayudar, porque antes tuvieron que hacer sus propios cálculos. Es también el motivo por el que lleva tantos años repitiendo una gran verdad, en el orden metodológico: los lanzadores deben ser jugadores de béisbol para ganar en habilidades antes de ser lanzadores y para que aprendan el difícil acto de batear.
Es un honor para mí la invitación a esta cortina de opiniones sobre unas páginas de total erudición que, si bien pasa por el cultivo que este hombre ha hecho de la ciencia del entrenamiento deportivo, transita también por el don de gente y su alta fidelidad al béisbol. José Manuel Cortina es el novio de la lomita de lanzar y su amor por ella, nos ha hecho quererlo, admirarlo y más que todo, tenerlo en cuenta si queremos aprender.
Gracias profesor.
Oscar Sánchez Serra
A Cortina lo conocí en el año 1967 en un campeonato nacional juvenil que se realizaba en Santiago de Cuba; él con Vegueros y yo con el Habana. Recuerdo que lo vi lanzar un juego contra industriales (era un Trabuco). Él perdió por un error de su defensa, pero lanzó un juego muy bueno.
Después coincidimos en la ESEF Manuel Fajardo, donde nos graduamos y fuimos a trabajar en el béisbol en Pinar del Río. Desde ese momento nació una amistad acompañada de criterios muy similares en el trabajo y en la vida. Durante 50 años, más o menos, estuvimos trabajando juntos; debo agradecerle a la vida por haber tenido esa oportunidad de compartir trabajo y amistad con manolo, que para mí es el más grande entrenador de pitcheo de cuba.
Cuando comencé a leer el libro Confesiones de Pitcheo no pude dejar de leer. En mi vida profesional he leído muchos libros que hablan de pitcheo y todos coinciden con la técnica, pero en este libro de Cortina se expone la técnica de una forma muy ejemplificante con criterios de lanzadores y entrenadores de resultados que hacen la lectura muy amena y quieres seguir leyendo cuando terminas las vivencias de Cortina, cómo explica y demuestra lo que quiere decir, aplicando ciencias auxiliares y una pedagogía fuera de serie, como gran pedagogo que es.
Por último, recomendar este libro que será muy útil para lanzadores y entrenadores, pero además para todos aquellos que aman el Béisbol como lo ha amado su autor.
Gracias Corti…
Juan (Charles) Díaz
José Manuel Cortina habla de Pedro Luis Lazo
José Manuel Cortina es un afamado especialista pinareño en la formación de pitcher. Se encuentra jubilado, pero tiene aún mucho que decir en su especialidad. No tiene Internet, no tiene blog donde reflejar sus conocimientos y sus sentimientos. El sitio digital Radio Guamá, de su terruño, le abre las puertas para divulgar su obra.
La primera petición ha sido expresar su sentimiento sobre un ex pelotero grande, que ahora, por circunstancias de la vida, ha sido colocado en una responsabilidad clave para los parciales del equipo de béisbol pinareño.
Pepe Morejón
Por problemas de trabajo y personal me enrolé en un viaje a Las Tunas con el equipo de Pinar del Río. Para beneplácito mío, observando las vivencias del viaje pude constatar la buena atmósfera que se vivía dentro del ómnibus:
Delante de mí y a la derecha, iba sentado el carismático Pedro Luis Lazo. Rápidamente me puse a repasar los momentos tan grandes que este modesto personaje regaló a los pinareños y a Cuba. Pero lo que más me llamó la atención fue que él, como director del conjunto pinareño, se comportaba de la misma forma como cuando era lanzador.
Sus relaciones con todos era de una camarería tal que no me quedó dudas del por qué Pinar empezó con ese gran paso.
Pedro estaba leyendo unGranma y cuando terminó se lo pedí. Junto con el periódico me dio un libro de Padura y Arce (El alma en el terreno).
Cuando vi las personalidades que estaban dentro del libro comencé a leerlo; imagínense, el primero Manuel Alarcón, después Manuel Hurtado, Modesto Verdura, Aquino Abreu… En sus entrevistas todos dicen que fueron jugadores de posición. Gracias Padura por haber tenido tan maravilloso sueño con el que me he convencido más que estamos equivocados en la construcción de nuestros lanzadores.
Volviendo a Pedro Luis, dentro del ómnibus no estaba tranquilo. Se movía dentro hablando con los jóvenes de la misma manera que lo hacía encima del box cuando lanzaba. Como regresamos de manera urgente, pasaron por el hotel Las Tunas a recogerme de regreso a Pinar.
El ómnibus venía repleto de comisarios técnicos, árbitros que regresaban a casa y otros... Bajito y sonriendo el gigantón me dijo: “Corti, esta guagua parece un transporte popular“. Y no era para menos, con nosotros viajó el torpedero de Las Tunas que ya no tenía asiento y Pedro le dijo: “tranquilo que usted va conmigo en mi asiento”.
Aquel gesto hizo sentirme orgulloso de tener un amigo con sentimientos tan nobles. Pero no todo queda aquí, cuando paramos en Santi Spíritus para comer, estaba sentado a la mesa y delante de él un platico con dos o tres pedacitos de tomate. Me senté a su lado y le dije: “¿Estás a dieta, nada más vas a comer eso? Su respuesta fue: “No Corti, el problema es que yo soy el director del equipo y debo comer último”. Me eché a reír y volví a pensar en los resultados del equipo.
Cuando llegamos a nuestra ciudad alguien dijo: “la guagua va por aquí…”, y Pedro dijo: “No, la guagua va hasta la carretera de Viñales para dejar a los muchachos de allí, porque es muy tarde para dejarlos botados”. Tenía razón, eran las 4 y media de la mañana.
Pinar del Río podrá o no clasificar, podrá hacer buen papel o no, pero lo que sí les puedo asegurar es que tiene un excelente director.
A pesar de ser su primer año, está conduciendo las cosas como si llevara diez de timonel. “Pedro no solo está llevando al equipo su prestigio deportivo, está llevando a su equipo su modestia, su corazón bondadoso, su don de gente buena y trata a todos como verdaderos seres humanos”.
¡Gracias por sentirme amigo tuyo! Suerte campeón, que la vida augura muchas cosas lindas para ti.
Hoy 18 de febrero en la mañana estuve en la Editorial Loynaz con Vivian, la editora, para ver cuando salía mi libro Cortinazos