Cosas que odio del mundo (y me dan ansiedad) - Fede Popgold - E-Book

Cosas que odio del mundo (y me dan ansiedad) E-Book

Fede Popgold

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Beschreibung

"Pocas mentes hay tan brillantes como la de Fede Popgold. Las historias que conforman este libro son reales no porque hayan ocurrido necesariamente, sino porque nacen de la verdad de la mente y el corazón creativos de Fede. Él siempre siente que hay más para explorar; su mirada está adelantada, en lo que viene, en lo que se puede crear. Los textos de este libro son reales, desprejuiciados, profundos, divertidos. No sólo serán un hermoso espejo para los coetáneos, sino también un buen mapa para los adultos que deseen escuchar. Fede pasa por todos los temas de interés y análisis del mundo en que se vive a los 30, un mundo que compartimos a veces sin preguntar o acercarnos demasiado. Pero Fede es cercanía. Escribe como habla y ese es su enorme poder, el de no disfrazar nada detrás de alguna metáfora conveniente" (Pata Liberati).

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Cosas que odio del mundo

(Y ME DAN ANSIEDAD)

FEDE POPGOLD

Cosas que odio del mundo

(Y ME DAN ANSIEDAD)

Reflexiones de un milenial sobre la vida, el amor, el trabajo y la muerte

Popgold, Fede

Cosas que odio del mundo : y me dan ansiedad / Fede Popgold. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-950-556-984-7

1. Autobiografías. 2. Grupos Sociales. I. Título.

CDD 301.092

© 2024, Fede Popgold

©2024, RCP S.A.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor.

ISBN 978-950-556-984-7

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Diseño de interior: Cerúleo | diseño

Ilustración de interior y de tapa: Gonzalo Videla

Fotografía de solapa de tapa: Retrato Chino

Digitalización: Proyecto451

Versión: 1.0

Índice de contenidos

Portada

Portadilla

PRÓLOGO, por Pata Liberati

Ansiedad

¿Soy feliz?

Estoy obsesionado con ser exitoso

No puedo creer que a la gente le importe tanto saber a quién te cogés

Ese momento de la vida en el que te empezás a replantear quiénes son tus verdaderos amigos

No estoy seguro de si realmente quiero una pareja o de si esto es una idea implantada por la sociedad

La presión por hacer todo siendo todavía “joven”

Mi relación con la ansiedad

Las drogas

La lucha por el físico perfecto

Siento que los demás son más felices que yo

La relación de amor-odio con mi celular

Cuando te rompen el corazón

[Diario de un corazón roto]

Le tengo miedo a sufrir

La crisis de los 30

Cosas que amo del mundo (y me dan felicidad)

GRACIAS Y GRACIAS TAMBIÉN...

Para mis viejos, mis hermanos, mi cuñado y mis sobrinos.

Para Lobo, mi primer ovejero alemán.

Para Fígaro, mi bóxer eterno.

Para Loba, la primera ovejera.

Para Sol, la bóxer más divina.

Para Jagger, mi pez carpín dorado.

Y para mi salchicha imaginario, Muzza.

PRÓLOGO

POR PATA LIBERATI

Pocas mentes hay tan brillantes como la de Fede Popgold.

Él desconoce la magnitud de su creatividad, por eso empieza este libro disculpándose por el supuesto desorden, como si cualquiera tuviera la capacidad de, uniendo palabras, crear un relato verdadero, interesante.

Las historias que conforman este libro son reales no porque le haya pasado a alguien necesariamente, sino porque nacen de la verdad de la mente y el corazón creativos de Fede.

Él siempre siente que hay más para explorar; su mirada está adelantada, en lo que viene, en lo que se puede crear.

Puede sonar a insatisfacción, pero así funcionan las mentes creativas y él es poseedor de una muy abarcativa.

Los textos de este libro son exquisitos.

Reales, desprejuiciados, profundos, divertidos.

No sólo será un hermoso espejo para los coetáneos, también es un buen mapa para los adultos que deseen escuchar.

Fede pasa por todos los temas de interés y análisis del mundo en que se vive a los 30, un mundo que compartimos a veces sin preguntar o acercarnos demasiado.

Pero Fede es cercanía.

Por eso las personas le abren su corazón sin miedo.

Escribe como habla y ese es un enorme poder, el de no disfrazar nada detrás de alguna metáfora conveniente.

Nada conviene en su texto más que lo genuino.

Así es él.

Genuino.

Fede, me regalás el honor de ser tu prologuista, me listás entre las personas que te hacen feliz.

Yo deseo que este libro traiga felicidad a cada persona que lo lea, y la haga sentir acompañada.

¡Fede, estás en el top 10 de mi lista de felicidad y esa correspondencia es un montón!

ANSIEDAD

Preocupación y miedo intensos, excesivos y continuos ante situaciones cotidianas. Es posible que se produzca taquicardia, respiración agitada, sudoración y sensación de cansancio.

Definición de Wikipedia

Me pregunté un montón de veces por dónde empezar a escribir este libro. Sé que tengo mucho para decir, pero no tenía idea cuál podía ser el disparador. Pensé una infinidad de opciones siguiendo los marcos literarios clásicos, pero nada me convencía; sentía que estaba poniendo una sábana colorida sobre un montón de ideas desordenadas y desprolijas que me rondan por la cabeza. Y el problema de esa sábana es que, para mí, es muy corta. No puedo disfrazar lo que estoy pensando para siempre.

Por eso, este libro tenía que ser como realmente se me manifestaran las ideas. Desordenadas y desprolijas. Sucias. Poco elaboradas. Un vómito de honestidad brutal. Pero con un poco de ficción también. No todas las historias que van a leer me pasaron a mí. No importa cuáles sí y cuáles no. No traten de adivinar. Quiero que se vean interpelados más allá de sí hablo en primera persona o en tercera.

Mi editora me dijo “tu libro es como un podcast”. Me gusta eso. Que la gente vaya leyendo cada capítulo como si fuese un viaje diferente.

Recién lo estoy empezando a escribir, así que no sé si alcanzaré mi objetivo. Pero me gustaría que me juzguen por ello, así que si se sintieron incómodos porque se sintieron muy identificados con algo de lo que leyeron en estas páginas, entonces hice las cosas bien.

¿SOY FELIZ?

Me pregunto muy seguido si soy feliz. Si cualquier persona inserta en la sociedad occidental escribiera una lista objetiva, crítica y racional de los ítems necesarios para ser una persona feliz, yo los cumplo todos:

Tengo salud.Tengo familia: mis papás viven; tengo dos hermanos y dos sobrinos. Nunca me faltó un plato de comida sobre la mesa (lo cual me convierte en alguien profundamente privilegiado para haber nacido y crecido en la Argentina). Trabajo de lo que me gusta. Tengo amigos. No me faltan oportunidades de romance.

Sin embargo, cuando me autopregunto si soy feliz, lo dudo. Soy consciente de que vivo en un torbellino constante de preocupaciones pelotudas que me distraen de los verdaderos motivos que tengo para ser feliz. Quiero estar un domingo en lo de mis viejos almorzando con ellos y quiero sentir alegría de estar ahí. Quiero estar conectado con ese presente maravilloso que muchas personas añoran y por algún motivo del destino se les fue arrebatado. El simple y a la vez complejo almuerzo con tus papás.

Sin embargo, el celular no para de advertirme que muchas personas me están queriendo contactar: WhatsApp, Instagram, Twitter. Mensajes privados, comentarios en alguna foto. Desbloqueo el teléfono para responder una sola de esas notificaciones, pero termino cayendo en un submundo de información que no me aporta ningún tipo de valor más que distraerme más minutos de mi presente. Ayer Nati Jota (1) fue a bailar a la Bresh. Mi amiga Yanina, de la primaria, se recibió de fonoaudióloga. Le podría reaccionar a su historia con unos corazones, como para que sepa que en una parte de mi interior sigo sintiendo un genuino afecto por ella. Lo hago. ¿Qué más? Ah, sí, el audio de WhatsApp que me mandó mi compañero de la radio para preguntarme algo del programa de mañana. Lo voy a escuchar ahora para no olvidarme.

A veces desbloquear el celular es similar a caer por un tobogán interminable. Te entretiene, pero a la vez te agobia. Porque en ese bendito y endemoniado aparato conviven el trabajo y la diversión; el ocio y la responsabilidad. Una de cal y una de arena. Abstracción absoluta de lo que está ocurriendo a tu alrededor. A veces es necesario; a veces es peligroso.

¿En qué estaba? Ah, sí, mi mamá está poniendo el agua para los mates. Es domingo. Estoy rodeado de mis afectos. Mañana voy a ir a trabajar de lo que más me gusta. No me falta absolutamente nada. ¿Por qué no estoy sintiendo una incontrolable alegría en mi interior?

Bueno, para ser justo conmigo mismo creo que nos vendieron un concepto de felicidad inalcanzable.

El término Y.O.L.O. (You Only Live Once, Solo se vive una vez) es a mi criterio uno de los conceptos más peligrosos que se han popularizado en los últimos tiempos. Propone implícitamente, a partir de una afirmación casi obvia, que deberíamos hacer todo lo que se nos cante hacer, porque no vamos a tener otra oportunidad para hacerlo más que ahora. Y la verdadera felicidad nos la debería aportar ese ejercicio de nuestra libertad.

Entonces, cuando las redes sociales nos invaden con fotos de palomas sobrevolando un océano perfectamente turquesa con una frase como Y.O.L.O. o algo similar sobreimpreso, nos quedamos con la leve sensación de que hay algo que no estamos haciendo para alcanzar la felicidad. Sin mencionar el hecho de que cuando vemos esas imágenes lo más probable es que estemos con el culo en el sillón, tapados con una frazada y algún plato de comida a medio terminar apoyado al lado. ¡Estamos perdiendo nuestro glorioso tiempo, porque sólo se vive una vez!

Bueno, les quiero traer un poco de tranquilidad. No soy gurú de nada, pero si hay algo que sé es que estar pelotudeando en tu casa no es estar perdiendo el tiempo. Nadie puede vivir según el estándar de las frases inspiracionales de Instagram. Es inalcanzable. Sirven para castigarnos, aunque su excusa es la de inspirarnos. Peligrosísimo.

Volviendo a la pregunta inicial de la felicidad… no quiero ponerme filosófico, pero, ¿alguien sabe qué es realmente la felicidad? Escuché decir varias veces que la felicidad “son momentos”. Los momentos tienen un comienzo y un final. ¿Qué pasa cuando ese momento de felicidad acaba? ¿Con qué me quedo?

Acepto un mate de mi vieja. Bloqueo el celular y lo dejo a un costado, un poco alejado de mi mano. Me prometo a mí mismo no volver a tocarlo por unos largos minutos.

*

Uno de los momentos más raros de la vida es cuando nos cantan el feliz cumpleaños. Uno sonríe incómodamente, tratando de acompañar la entonación cumpleañera con las palmas. Se supone que, en ese momento previo a soplar las velas, hay que pensar tres deseos. Cuando era muy chico siempre pensaba en cosas materiales: “Que me regalen el nuevo libro de Harry Potter; que me lleven a comer a McDonald’s; que me compren el muñeco de Pikachu tamaño real”.

A mis… ¿doce? Aproximadamente, me di cuenta de que había un deseo que podía cubrir todos los demás: la felicidad. “Deseo ser feliz”. Era como una forma de saltearse pasos. Pedir regalos materiales que aparentaban traerme felicidad de pronto resultaba un poco tonto si podía pedir directamente la felicidad, ¿no?