Crecimiento sin desarrollo - Mario Matus González - E-Book

Crecimiento sin desarrollo E-Book

Mario Matus González

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Beschreibung

En la historiografía chilena y extranjera dedicada al Ciclo Salitrero (1880-1930) –el mayor proceso primario exportador vivido hasta entonces– existen visiones maniqueas sobre el rol que le cupo a dicho periodo en la historia económica de Chile. Entre esas visiones han prevalecido aquellas que le otorgan un marcado tinte negativo y, como consecuencia, se ha tendido a creer que todos los salarios reales de los trabajadores chilenos sufrieron un descenso sostenido a lo largo de esos cincuenta años. La presente obra, en base a un conjunto inédito de estudios sobre precios y salarios reales durante el periodo, entrega antecedentes que cuestionan esa lectura homogénea y lineal, a la vez que enfatiza que el éxito relativo de un modelo de crecimiento económico se debe medir a partir de sus resultados tangibles en la real capacidad adquisitiva de las personas y no sólo a través de la trayectoria del Producto Interno Bruto. Esta aproximación al Ciclo Salitrero nos recuerda que un modelo primario exportador dotado de una macroeconomía frágil, sustentado por sectores productivos poco innovadores y escasamente competitivos, acosado por una enorme vulnerabilidad externa e incapaz de generar complejos procesos de redistribución del ingreso y mayor participación democrática, está condenado al fracaso, a pesar de haber sido exitoso durante un importante periodo.

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M445c Matus González, Mario.

Crecimiento sin desarrollo: precios y salarios reales durante el Ciclo

Salitrero en Chile, 1880-1930 / Mario Matus González.

1a ed. Santiago de Chile: Universitaria, 2012.

292 p.: il., grafs.; 18,5 x 26,5 cm. (Imagen de Chile)

Incluye índices.

Referencias: p.283-292.

ISBN: 978-956-11-2366-3

ISBN Digital: 978-956-11-2864-4

1. Salarios – Chile. 2. Precios – Chile. 3. Salitre de Chile – Aspectos económicos – 1880-1930. 4. Política de precios y salarios – Chile. I. t.

© 2012. Mario Matus González.

Inscripción Nº 216.581, Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© Editorial Universitaria, S.A.

Avda. Bernardo O’Higgins 1050. Santiago de Chile.

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o

electrónicos, incluidas las fotocopias,

sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Berling 11/13

diseño de portada y diagramación

Yenny Isla Rodríguez

Este proyecto cuenta con el financiamiento del

Fondo Juvenal Hernández Jaque 2009

de la Universidad de Chile.

www.universitaria.cl

Diagramación digital: ebooks [email protected]

A Isabel

Índice

Introducción

Prólogo

Abreviaturas

PRIMERA PARTE

Capítulo I

El Ciclo Salitrero en la historia económica de Chile

CAPÍTULO II

Los estudios sobre precios para Chile y en especial para el Ciclo Salitrero

1. Compilaciones de precios para Chile y difusión internacional

2. Síntesis de los principales aportes y requerimientos básicos para un nuevo Índice general de precios, periodo 1880-1930

CAPÍTULO III

Definiciones básicas en la construcción de un índice general de precios para el Ciclo Salitrero en Chile

1. Establecimiento de una cesta de referencia

2. Establecimiento de los coeficientes de ponderación

CAPÍTULO IV

Fuentes disponibles para precios y calidad de la información

1. Fuentes disponibles

1.1. Fuentes episódicas o difícilmente homologables

1.2. Fuentes propiamente homologables

1.2.1 Sinopsis estadística y geográfica de la República de Chile

1.2.2 Anuario estadístico de la República de Chile

1.2.3 El Mercurio de Valparaíso

1.2.4 El Ferrocarril

1.2.5 La Revista Comercial de Valparaíso

1.2.6 Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA)

2. Naturaleza y limitaciones de los datos

3. Otros desafíos a un Índice general de precios

CAPÍTULO V

Procesamiento de los datos

1. Tratamiento inicial

1.1 Homologación de pesos y medidas

1.2 Cálculo de promedios anuales

1.3 Resolución de vacíos

1.4 Homologación de expresiones monetarias

2. Tratamiento final

2.1 Aplicación de los coeficientes de ponderación para la cesta de 1880-1900

2.2. Empalme de ambas series

CAPÍTULO VI

Dinámicas de precios durante el ciclo del salitre en Chile. Presentación de resultados

1. Fase i (1880-1905): crecimiento moderado con fluctuaciones débiles

2. Fase ii (1906-1918): crecimiento casi constante en tres momentos

3. Fase iii (1919-1930): grandes oscilaciones

SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO I

Universo de trabajadores investigados

CAPÍTULO II

Industria

1. Fuentes

1.1. Fuentes episódicas

1.2 Fuentes homologables

2. Dilemas metodológicos y criterios de homologación

2.1 Selección de fuentes predominantes

2.2. Adopción de jornal diario como estándar

3. Homologación de los datos a la referencia de 1913-1928

4. Resolución de vacíos

5. Conversión a números índice

6. Síntesis de procedimientos utilizados con sueldos de empleos industriales (1913-1928)

7. Salarios y sueldos nominales en 17 rubros industriales

7.1 Salarios nominales industriales no indexados (1888-1930)

7.2 Jornales industriales nominales de hombres, mujeres y niños

7.3 Sueldos diarios de empleados (1913-1928)

CAPÍTULO III

Minería

1. Fuentes disponibles y sus características esenciales

1.1 Fuentes homologables

1.2 Fuentes episódicas

2. Dilemas metodológicos y criterios de homologación

2.1 Selección de rubros mineros y fuentes predominantes

2.2. Adopción del jornal diario de peón-minero como estándar

3. Homologaciones

4. Resolución de vacíos

5. Conversión a números índice

6. Salarios mineros nominales durante el Ciclo Salitrero

CAPÍTULO IV

Transporte

1. Fuentes disponibles y sus rasgos esenciales

2. Dilemas metodológicos y criterios de homologación

3. Jornal diario de operario de Ferrocarriles de Red Central-Sur como estándar

4. Homologaciones y resolución de vacíos

5. Conversión a números índice

6. Salarios ferroviarios en la segunda mitad del Ciclo Salitrero

CAPÍTULO V

Agricultura

1. Fuentes disponibles y sus características esenciales

1.1 Fuentes homologables

1.2 Fuentes episódicas

2. Dilemas metodológicos y criterios de homologación

3. Homologaciones y resolución de vacíos

4. Conversión a números índice

5. Salarios agrícolas durante el Ciclo Salitrero

CAPÍTULO VI

Salarios nominales durante el Ciclo Salitrero

TERCERA PARTE

CAPÍTULO I

Conversión de Salarios Nominales a Reales

1. Alcance nacional del igp 1880-1930 como deflactor de salarios para el Ciclo Salitrero

2. Validez del igp en relación con el Deflactor Implícito del pib para convertir salarios

3. Procedimiento de conversión

CAPÍTULO II

Salarios reales en Chile durante el Ciclo Salitrero

1. Evolución de un jornal real medio entre 1880 y 1930

2. Variaciones sectoriales en torno al jornal medio nacional

3. Grados de estabilidad y volatilidad en los jornales medios

4. Salarios reales versus igp

5. Jornales reales extendidos

6. Dinámicas sectoriales

6.1. Dinámicas industriales

6.1.1. Dinámicas industriales generales

6.1.2. Dinámicas de salarios industriales por grupos

6.1.3. Dinámicas de sueldos industriales por grupos

6.2. Dinámicas mineras

6.2.1. Dinámicas mineras generales

6.3. Dinámicas ferroviarias

6.3.1. Dinámicas ferroviarias generales (1905-1918)

6.3.2. Salarios de sección de maestranza en ferrocarriles

CONCLUSIONES

ANEXOS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y DE FUENTES

Introducción

Las pésimas condiciones de vida de los trabajadores urbanos chilenos a inicios del siglo xx –especialmente aquellas referidas al ámbito de la habitación y situación sanitaria– han llevado a que la historiografía dedicada al Ciclo Salitrero en Chile (1880-1930), cultivada tanto por especialistas chilenos como extranjeros, haya tendido a señalar que estas circunstancias fueron ocasionadas por una caída constante y generalizada en el valor de los salarios reales de los trabajadores chilenos. De algún modo se ha tendido a instalar, a través de las escasas referencias documentadas que algunos historiadores han hecho al tema, la noción de que una buena parte del descenso en las condiciones de vida durante aquel periodo se debió a un declive sostenido en la capacidad de consumo de las familias trabajadoras, causado por la caída constante de todos los salarios reales.

Esta visión ha tenido al menos tres vertientes. En la primera, autores que han abordado el periodo, pero que no situaron este problema en el centro de sus preocupaciones, han formulado marginalmente algunos mecanismos que habrían causado efectos negativos permanentes en la evolución de todos los salarios.

En esa dirección, Gabriel Salazar se ha referido indirectamente a una constante del periodo: “El proceso inflacionario se constituye, para un sector productivo acumulativamente comprimido, en un medio para incrementar espúreamente (sic) la cuota de ganancia, reajustando periódicamente los precios mientras los salarios reaccionan tardíamente […] Es decir, la mantención de la acumulación capitalista exigía ni más ni menos que la inflación interna se transformase en una constante histórica. Desde este momento los productores reclusos estaban en condiciones de admitir un aumento periódico de los salarios, a condición de que ese aumento se diese con un retraso razonable respecto del previo reajuste alcista de los precios”1. En una edición más reciente de esta misma obra, agregó: “Siendo la crisis un problema de solución difícil y lenta […] la economía chilena tendió entonces a reposar más y más sobre (d1), a expandir de modo sostenido el circulante monetario “pesos”, a generar imparables “espirales inflacionarias” (con creciente expectativa por parte de la clase obrera y la clase media de aumento sostenido de sus salarios y sueldos) y la consiguiente lucha social a que empujaba todo eso”2.

En una segunda vertiente se sitúan autores que han historiado de un modo específico todo el Ciclo Salitrero y han intentado aproximarse directamente al problema, pero lo han hecho sin contar con un aparato cuantitativo suficientemente sólido. Entre ellos destaca Gonzalo Vial, quien en su monumental Historia de Chile (1891-1973) en varios volúmenes ha recalcado que la inflación se tragó las alzas en los salarios nominales desde inicios del siglo xx en el país. Vial señala que “la inflación, empezando el siglo, terminó de anular lo que recibían los servidores públicos; dos quintos de éstos –aseguró Nicolás Palacios durante el Centenario– comparaban desventajosamente su remuneración con ciertos jornales urbanos”3.

Más adelante, al referirse a los inquilinos –trabajadores rurales que laboraban al interior de las haciendas a cambio de prestaciones en especie– destacó su relativa superioridad en términos económicos frente a muchos trabajadores mineros e industriales: “Superioridad que llegó a ser aguda cuando la inflación monetaria, y especialmente la carestía de los comestibles, depreciaron el salario-dinero y realzaron los pagos hechos con alimentos, o que podían generar éstos directamente (tierras, talajes)”4. Finalmente, al referirse a los salarios urbanos, Vial se preguntaba: “Pero […] ¿eran efectivamente altos los salarios urbanos? Por desgracia no lo sabemos con exactitud, pues desconocemos la real incidencia en ellos de la inflación interna, y especialmente del alza que experimentaron los alimentos, iniciándose el siglo. Las cifras dadas sobre esto […] condicen a pensar que los salarios “espectaculares” eran un espejismo. El cual se reforzaba comparándolos con los campesinos […] otro espejismo, pues en éstos no se consideraban ni computaban las regalías. Quienes se autoengañaban con tales espejismos, también minimizaban –en su virtud– el impacto inflacionario”5.

En su Historia de Chile, que abarca todo el periodo con abundante detalle, Vial propuso una interpretación que en lo grueso parece ajustarse bastante a las causas y efectos ampliados de la inflación en los sectores más desposeídos. Por ejemplo, mediante información esencialmente cualitativa, identificó algunos de los impulsos inflacionarios más importantes entre 1890 y 1930 y ensayó argumentos razonables para explicarlos. Además, describió un alza importante en los precios entre 1905 y 1907, la que atribuyó a una conjunción de gastos para reconstruir Valparaíso luego del terremoto de 1906 y a una emisión de billetes sin respaldo para aplacar los efectos del rompimiento de una burbuja bursátil.

En segunda instancia, sugirió que los enormes gastos en los que incurrió en 1910 el Estado para celebrar el Centenario de la República, como los prósperos años entre 1916 y 1918 –impulsados por un aumento importante en los precios del nitrato– contribuyeron a abultar el gasto público y a provocar nuevos impulsos inflacionarios. Por otro lado, el autor vinculó la dinámica ascendente en los precios desde la década de 1900 a una caída en el poder adquisitivo de los salarios en moneda corriente. Finalmente, Vial asoció el intenso ciclo de huelgas y protestas sociales entre 1905 y 1908 a algunos de los principales momentos de caída en los salarios reales durante esos años, que tornaron omnipresente el tema de la inflación en la mayor parte de los discursos reivindicativos.

Sin embargo, este autor –quizás el más dedicado al problema entre los historiadores que han abordado de modo general los problemas económicos del periodo– no aportó un deflactor de precios robusto y confiable ni entregó series continuas de salarios relativamente representativas y confiables. En ausencia de datos seriados sobre precios y salarios en Chile, sus observaciones adquirieron la forma de suposiciones medianamente razonables, sostenidas débilmente por los escasos datos que entregó.

Una tercera vertiente de autores abordó directamente el punto y, al aportar alguna información cuantitativa de valor, pudo sostener con mayor firmeza sus observaciones. Por ello, aunque también compartieron parcialmente la idea de un descenso generalizado y sostenido de los salarios reales en Chile durante el Ciclo Salitrero, incorporaron lecturas menos lineales y más matizadas.

Un ejemplo es Albert Hirschman, quien señaló que, entre 1880 y 1930, la década más inflacionista había sido la de 1900-1910, con una tasa acumulativa anual promedio del orden del 8%6. Hirschman se había basado en el único índice de precios dedicado al periodo y existente hasta esos años, un índice construido por Adolfo Latorre en 1958 como parte de su memoria de prueba para recibir el título de Ingeniero Comercial y que posteriormente será tratado en detalle.

Posteriormente apareció el trabajo de Marcello Carmagnani sobre el sector industrial en Chile, en el que sostuvo que las alzas de los salarios industriales en 1895-1906 y 1906-1910 no compensaron un creciente aumento del costo de la vida que, según sus cálculos, se elevó en un 5% anual entre 1890 y 1900 y en un 8% anual entre 1900 y 1910.

Sin embargo, Carmagnani tuvo la precaución de advertir que la validez definitiva de esta lectura dependía de un conocimiento más avanzado de las dinámicas de precios del periodo. Más aún, condicionó la validez de sus propias conclusiones señalando que “la falta de serios estudios sobre precios y salarios reales en este periodo no nos permite sino concluir con una hipótesis: ya sea entre 1895 y 1900 como entre 1906 y 1910 los salarios nominales, aun mostrando una leve tendencia al incremento, no parecen, en todo caso, seguir el mismo ritmo del proceso inflacionario en curso”7. La notable coincidencia de los cálculos de Carmagnani con los de Hirschman lleva a suponer que el primero también tuvo como fuente principal el índice de Latorre. Sin embargo, al hablar de una “falta de serios estudios sobre precios” reconocía que los trabajos existentes hasta ese momento no le merecían esa calificación. Los estudios que Carmagnani demandaba suponían la existencia de un índice de precios confiable y numerosas series temporales de salarios, correspondientes a diversas categorías de trabajadores, que pudieran ser deflactadas con este instrumento.

Otro avance en esta dirección derivó del estudio de Peter De Shazo sobre los trabajadores urbanos en Chile y sus sindicatos entre 1902 y 1927, publicado originalmente en inglés en 1983. Este autor señaló que “un punto clave en la discusión acerca de la historia de la clase obrera en Chile es el tema de los salarios reales. Una parte de la evaluación general de la efectividad de los sindicatos involucra su habilidad para mantener y mejorar la calidad de vida de los trabajadores. El aumento o disminución de los salarios reales puede que también esté relacionado con el aumento de la actividad huelguística, la participación política, el crimen, la violencia urbana, las huelgas de los arrendatarios y la divulgación de la ideología revolucionaria. Aunque la información estadística disponible, concerniente a los salarios nominales, no lleva en sí a un análisis preciso acerca de los cambios en los salarios reales, las tendencias generales en las fluctuaciones de los salarios entre 1902 y 1927 son evidentes. Tanto la SOFOFA (Sociedad de Fomento Fabril, patronal industrial) […] como la Oficina del Trabajo (entidad gubernamental) […] registraron en sus estudios industriales periódicos salarios nominales, y esta última intentó en muchas ocasiones hacerle un seguimiento a los patrones de los salarios reales en el tiempo. Pero estos cálculos parecen haber estado sesgados a favor de las cifras de los salarios más altos y de los costos de vida más bajos”8.

A pesar de ese sesgo relativo a favor de una lectura más optimista, De Shazo agregaba: “De los cálculos más confiables presentados en el Gráfico Nº 2 del capítulo: “Las condiciones de vida de la clase obrera urbana” sobre los índices de los precios de los alimentos y del costo de la vida, surge un patrón de alternadas y a veces drásticas pérdidas y ganancias en los salarios reales del periodo 1902-1927. Durante este cuarto de siglo, los trabajadores urbanos chilenos fueron asaltados por una terrible inflación y, sin lugar a dudas, en muchas ocasiones vieron cómo se reducía sustancialmente su calidad de vida. Ellos respondieron declarándose en huelga. La ola de huelgas de 1905-1907, 1917-1920 y 1924-1925 corresponde a periodos de fuerte inflación. Los trabajadores sufrieron grandes pérdidas en sus salarios reales a comienzos de este periodo inflacionario. Gradualmente, fueron recuperando terreno al aumentar sus salarios, debido a los movimientos huelguísticos, y pudieron haber experimentado breves ganancias en los salarios reales cuando cayó el costo de vida, especialmente durante los años 1909-1912 y 1921-1923. Mientras que las pérdidas más significativas en los salarios reales ocurrían a principios de cada periodo inflacionario, las caídas más abruptas ocurrieron durante la depresión de 1914-1915, cuando los salarios nominales cayeron en un periodo de fuerte inflación”9.

De ese modo, las observaciones de De Shazo insinuaban provisionalmente –dado que no ofrecían evidencia cuantitativa seriada– que al menos durante algunos periodos relativamente breves ciertos grupos no identificados de trabajadores urbanos, fundamentalmente industriales y artesanos, vieron crecer sus salarios nominales por encima de la inflación, es decir, pudieron disfrutar de un incremento real en sus salarios durante un periodo indeterminado.

Por tanto, si bien la historiografía general sobre el periodo suponía una caída uniforme y continua en los salarios reales, los trabajos más precisos desarrollados por esta tercera vertiente de historiadores –que descansaban sobre una mejor base cuantitativa– señalaban que, no obstante el carácter dominante de una tendencia descendente, si se lograba construir un soporte cuantitativo más fiable que diera cuenta de movimientos más precisos en precios y salarios, la lectura podría ser modificada. De algún modo, se dejaba entreabierta la posibilidad de que en ciertos momentos los salarios reales de algunas categorías de trabajadores hubieran podido elevarse y sostenerse a niveles importantes, en la medida que se pudieran desarrollar estudios más avanzados sobre la evolución del nivel general de precios y se contara con series de salarios relativamente confiables.

Recapitulando, el atractivo logrado por interpretaciones que apuestan a una caída sostenida y generalizada en los salarios reales durante la mayor parte del Ciclo Salitrero, descansa en los siguientes supuestos:

– Dado que la evolución del tipo de cambio perjudicó constantemente a la moneda nacional hasta 1925, se asume que habría existido una dinámica inflacionista ya muy marcada hacia 1900, e incluso antes, con variaciones anuales por sobre el 10% en el nivel general de precios

– Una prueba contundente de esta temprana espiral inflacionista estaría dada por el severo encarecimiento de algunos productos de primera necesidad en el consumo familiar (fundamentalmente alimentos)

– A partir de los puntos anteriores emerge la idea de que, si bien los salarios pagados en moneda corriente en actividades mineras y urbanas (industria y servicios) pudieron no haberse estancado e incluso haber crecido, durante la mayor parte del periodo lo hicieron constantemente sólo por detrás de la inflación

No obstante, cada uno de estos supuestos presenta flancos débiles, ya sea en la escasa evidencia en que descansan como en los procedimientos metodológicos utilizados para demostrarlos.

En el primer caso, si bien es cierto que a lo largo del periodo el tipo de cambio –denominado contemporáneamente en pesos oro– decayó de 30 peniques en 1880 a 5 en 193010, el impacto relativo en la cadena de precios no fue necesariamente tan decisivo, dado que los productos importados no alcanzaban a totalizar siquiera un 15% del consumo de una familia media, de acuerdo con las ponderaciones que cada uno de estos artículos tenía dentro de la cesta del Índice del Costo de la Vida (icv) elaborado por la Dirección General de Estadísticas en una fecha tan tardía como 1928, cuando probablemente tales ponderaciones ya se habían alterado sustantivamente como consecuencia de cambios en la pauta de consumo después de 191011 (fundamentalmente la quinta parte de la carne de vacuno consumida en el país, 2,05%12; arroz, 0,8%; aceite, 1,4%; té, 2,5%; café, 0,9%; cigarrillos, 1,4%; yerba mate, 1,8%; parafina, 1,4% y gas, 1,7%). En rigor, la aparición de una inflación significativa y creciente debe estar respaldada no sólo en la variación de los precios de artículos importados, que sólo son una fracción –a veces muy menor– de la cesta familiar, sino más bien en la totalidad de bienes y servicios que ésta contempla.

Respecto al segundo argumento, los pocos y dispersos registros de precios utilizados por Vial no son en absoluto representativos para expresar ese tipo de tendencia. Pero tampoco el Índice Latorre utilizado por Hirschman es del todo confiable, ya que, fuera de ser un índice de precios al por mayor no declarado, tiene una débil sustentación en fuentes contrastables y homologables, y no justifica en absoluto las ponderaciones que se le atribuyeron a los escasos artículos que compusieron su cesta.

Finalmente, en relación con el tercer supuesto, no existen series de salarios nominales que puedan corroborar fehacientemente que éstos ascendieron por detrás de la inflación. En consecuencia, al no contar con un índice de precios documentado en fuentes contrastables y apoyado en metodologías verificables, y al no existir series documentadas de salarios nominales para el periodo, es muy difícil precisar cuánto de la eventual caída de los salarios reales habría correspondido al efecto de la inflación y cuánto se habría derivado de eventuales movimientos descendentes en los salarios en moneda corriente.

En síntesis, si ya hacia 1983 existía cierta conciencia de que la ausencia de series temporales confiables sobre precios y salarios impedía una apreciación correcta de la evolución de las remuneraciones, y si ya se habían aportado antecedentes importantes que insinuaban trayectorias ascendentes en algunos años para algunas categorías de salarios, se validaba la necesidad de poner a prueba la idea de un descenso universal y sostenido en los salarios durante el Ciclo Salitrero en Chile. Existían fuentes que no habían sido estudiadas y se había avanzado bastante en la elaboración de metodologías de construcción de series de precios y salarios. En suma, se podía lograr una nueva aproximación, sostenida en una base cuantitativa más sólida, que podría contrastar las visiones existentes.

La investigación que hizo suyos tales objetivos llegó a plasmarse en la tesis para obtener, el año 2009, el grado de Doctor en Historia Económica en la Universidad de Barcelona, a través del Programa Interuniversitario de Doctorado en Historia Económica, impartido en conjunto por la Universidad de Barcelona y la Universidad Autónoma de Barcelona13.

Con posterioridad, esta tesis doctoral fue seleccionada en su versión 2009 por el Concurso de ediciones Fondo Rector Juvenal Hernández Jaque, de la Universidad de Chile, para ser publicada bajo el sello de Editorial Universitaria. Por cierto, agradezco infinitamente a las autoridades de mi alma máter esta iniciativa, que ahora me permite comunicar los principales resultados de esta investigación a un público más amplio que el formado por el mundo de los especialistas.

El texto ha seguido muy de cerca la estructura original de la tesis doctoral, pero se ha enriquecido con las recomendaciones y sugerencias entregadas por los miembros de su comisión examinadora14 y con el esfuerzo deliberado por vincular varios de sus principales resultados a algunos de los debates y preocupaciones más importantes de la Historiografía Económica y Social dedicada a Chile en las últimas décadas. Para ello se han incorporado algunos análisis y reflexiones que la tesis originalmente no incluía. Del mismo modo, las conclusiones han sido ampliadas a ámbitos en que la tesis doctoral se pronunciaba muy marginalmente. Estas alteraciones y ampliaciones pretenden hacer esta obra accesible a estudiantes avanzados, académicos e investigadores de ámbitos afines y no sólo a quienes nos dedicamos a la elaboración de series de tiempo para la Historia Económica de Chile.

Sin embargo, aunque el propósito de esta publicación ha sido comunicar a un público más amplio los resultados de una larga investigación sobre dinámicas inflacionarias y su impacto en las trayectorias salariales en Chile entre 1880 y 1930, he optado por no sacrificar el desglose de todos los procedimientos metodológicos empleados en la construcción de las series de precios y salarios. Aunque soy consciente de que una obra de estas características puede resultar algo árida –e incluso críptica– para los no especialistas, he tomado la decisión de ofrecer el detalle de todas las etapas en el procesamiento de datos, en la construcción de series temporales y en los procesos de conversión a salarios reales, basándome en dos razones.

En primer término, creo que una investigación historiográfica y, en este caso, un estudio básicamente cuantitativo, debe entregar un detallado y acucioso listado de las dificultades que se fueron encontrando a lo largo del proceso investigativo y en el procesamiento estadístico, ya que, de ese modo, otros investigadores podrán tomar nota de eventuales errores y de elecciones subóptimas que podrán ser corregidas en el futuro. Así, se puede confiar que los trabajos venideros en este campo puedan tomar lo que sigue siendo válido, pero además emprender nuevas búsquedas que proporcionen resultados más exactos y más representativos. En ese sentido, esta obra se plantea como algunos programas informáticos de “código abierto”, en los que cualquier programador puede hurgar en busca de mejoras posibles. Es la forma como avanza la investigación científica.

En segunda instancia, esta obra tiene el propósito de motivar a nuevas generaciones de estudiantes de Historia y de Economía a emprender el camino de la Historia Económica. Por tal motivo se plantean detalladamente los problemas relativos a las fuentes y al establecimiento de criterios de validez en la información, que tan complicados suelen resultar a los estudiantes de Economía. En paralelo, se exhiben algunas de las técnicas más actualizadas para estandarizar y procesar adecuadamente los datos cuantitativos y derivar de ellos las interpretaciones correctas, tareas que normalmente dan numerosos dolores de cabeza a aquellos estudiantes de Historia, aficionados a la Historia Económica. En esa segunda dimensión, esta obra se ofrece como una especie de manual didáctico para construir series de precios y de salarios y deflactar estos últimos del modo más adecuado.

Una vez aclarados estos aspectos, corresponde decir que esta obra fue estructurada en torno a los siguientes objetivos:

– Dilucidar la evolución real del nivel general de precios e identificar los principales impulsos inflacionistas entre 1880 y 1930

– Reconocer las dinámicas específicas de todos los salarios nominales (en moneda corriente) para los que existiera información disponible no explotada, sus dinámicas de corto y mediano plazo, sus puntos de inflexión y sus tendencias a largo plazo. Lo más importante ha sido clarificar la parte jugada por los salarios nominales en las tendencias predominantes de los salarios reales

– Identificar las trayectorias efectivas de los salarios reales para el mayor número posible de trabajadores chilenos –pertenecientes a diversos sectores productivos– durante el Ciclo Salitrero, deflactando sus salarios nominales con un nuevo Índice General de Precios.

Concluir esta obra requirió más de diez años de investigación; sus inicios fueron en Chile mucho antes de que su autor ingresara al Programa de Doctorado en Historia Económica. Las primeras pesquisas corresponden a 1993-1995, tiempo en que colaboraba con Andrés Varela, en cenda, en un proyecto sobre ondas largas en la economía chilena. De esos años fueron las primeras recopilaciones de datos de precios, especialmente en el diario El Mercurio de Valparaíso. Posteriormente se realizaron nuevas búsquedas de fuentes e indagaciones preliminares sobre los movimientos de precios en Chile durante el Ciclo Salitrero. Estos esfuerzos culminaron en 2001 con la construcción de un primer Índice de precios al por mayor para 1897-1929, que llegó a convertirse en el proyecto de investigación para obtener el Diploma de Estudios Avanzados (d.e.a.), como requisito de la tesis doctoral15. Con posterioridad, la Dirección de Investigación de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile seleccionó en su concurso 2004 el proyecto “Genealogía de los procesos inflacionarios en Chile, 1880-1930”. Su ejecución desembocó en la tesis dirigida por Eduardo Cavieres, titulada “Genealogía de los procesos inflacionarios en Chile. Dinámicas de precios durante el Ciclo Salitrero, 1880-1930”, presentada en 2006 para obtener el grado de Magíster en Historia, mención Historia de Chile, en el Departamento de Ciencias Históricas de la misma casa de estudios. Finalmente, esta obra también se nutrió del financiamiento aportado por la Dirección de Investigación de la Universidad de Chile al proyecto “Niveles de vida y mundos de representaciones en trabajadores chilenos durante el Ciclo Salitrero, 1880-1930”, seleccionado en 2005 por el Concurso de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades y cuyos resultados fueron publicados en 2010 bajo el título Hombres del metal. Trabajadores ferroviarios y metalúrgicos chilenos en el Ciclo Salitrero, 1880-1930, con fondos aportados por la propia Dirección de Investigación. A lo largo de este dilatado proceso he tenido la oportunidad de beneficiarme de los aportes, comentarios, acotaciones, críticas y sugerencias de un sinnúmero de colegas y amigos, algunos desde el ámbito estricto de la Historia Económica, otros más bien procedentes de la Historia Social. Dado el alto riesgo de que mi memoria omita injustamente a alguno de ellos, prefiero dedicarles un agradecimiento de tono general. Excepcionalmente, deseo entregar mi reconocimiento a Rolando Mellafe y Eduardo Cavieres. Al primero, por haberme apoyado y motivado en los primeros atisbos de interés por la Historia Económica; al segundo, por la enorme experiencia que me ha legado como maestro e historiador y por haberme concedido el honor de considerarme uno de sus discípulos.

A estos importantes impulsos corresponde agregar la asesoría experta y el riguroso apoyo metodológico brindado por el Dr. Jordi Maluquer de Motes, de la Universidad Autónoma de Barcelona, a quien debo mis mayores agradecimientos y un profundo respeto intelectual. Del conjunto de estos aprendizajes surgieron las siguientes hipótesis de trabajo:

– La elevación del nivel general de precios pudo ser distinta (menos aguda y más tardía) de lo que se ha supuesto. La única serie anual existente (Índice Latorre), además de basarse en muy pocos productos de primera necesidad, sustentados por muy pocos datos documentados, lo hace en metodologías de construcción que no son transparentes

– Siguiendo la intuición de Gonzalo Vial, es posible que al construir series confiables de salarios nominales se corroboren tendencias claramente ascendentes en algunos momentos del periodo

– Es probable que los rasgos más importantes de las dinámicas reales durante el periodo sean la discontinuidad y la heterogeneidad, en consecuencia, es posible que hayan existido momentos en que los salarios reales alcanzaron niveles elevados y que se hayan dado situaciones muy diversas según sectores productivos y categorías de trabajadores

Para dar cuenta de estos objetivos y poner a prueba las hipótesis descritas, esta obra se estructura así:

– Primera Parte: construcción de un Índice general de precios (esencialmente al por mayor) para Chile entre 1880 y 1930

– Segunda Parte: construcción sistemática de todas las series de salarios nominales para las que exista información confiable y homologable

– Tercera Parte: conversión de los salarios nominales a reales por procedimiento de deflactación –usando el Índice general de precios construido en la Primera Parte– e interpretación de los resultados

De tal modo, la Parte I se inicia con un primer capítulo dedicado a explicar el debate general sobre el significado del Ciclo Salitrero en la Historia Económica de Chile. En lo que viene, se describe y explica todo el proceso de construcción de un Índice General de Precios para Chile entre 1880 y 1930. El Capítulo 2 sintetiza los avances más recientes en las investigaciones sobre precios para este periodo de la Historia de Chile. El Capítulo 3 describe el proceso de definición de dos cestas de artículos y el establecimiento de sus coeficientes de ponderación. El Capítulo 4 se refiere íntegramente a las fuentes disponibles, el tipo de índice que era factible construir con ellas y sus inevitables limitaciones. El Capítulo 5 está dedicado a describir los pormenores de la construcción de ambas cestas y el empalme de ambos índices. Finalmente, la Parte I culmina con el Capítulo 6, que presenta un nuevo Índice General de Precios para Chile entre 1880 y 1930, analiza sus principales rasgos y los confronta con la primera hipótesis de trabajo.

La Parte II es la más extensa de esta obra y se dedica íntegramente al laborioso proceso de construcción de series temporales de salarios nominales durante el Ciclo Salitrero. Dado que los escasos aportes en la investigación sobre salarios en Chile ya han sido comentados en esta misma introducción, la Parte II se inicia directamente con el Capítulo 1, dedicado a definir el universo de trabajadores comprendido por esta investigación. En adelante, el proceso de construcción de series temporales de salarios nominales se presenta de acuerdo con los cuatro sectores productivos incluidos en este estudio. De tal forma, el Capítulo 2 se consagra a los salarios de 17 rubros industriales, desde sus fuentes disponibles y sus rasgos esenciales, los dilemas metodológicos y criterios de homologación que debieron ser resueltos y todas las etapas restantes empleadas en su construcción. Dentro de las remuneraciones industriales, y con el fin de aprovechar al máximo la información excepcional brindada por las fuentes, se concede un espacio importante al análisis de sueldos de empleados industriales y a las brechas salariales entre hombres, mujeres y niños. El Capítulo 3 dedicado a 4 salarios mineros, sigue los grandes trazos ya descritos. El Capítulo 4 analiza las considerables dificultades que obstaculizan la elaboración de una serie genérica de jornales rurales, describe su proceso de construcción y presenta las debidas precauciones para su utilización. El Capítulo 5 describe brevemente la construcción de 3 series de salarios ferroviarios –que se desprenden del aporte de Sergio Garrido a la obra colectiva “Hombres del Metal”– e interpreta especialmente la serie correspondiente a una sección de la Empresa de Ferrocarriles del Estado. El Capítulo 6 cierra la Parte II de este libro con un análisis centrado en las brechas y vaivenes de los salarios nominales industriales, mineros, ferroviarios y rurales durante el Ciclo Salitrero.

La Parte III está consagrada a explicar los procedimientos de conversión de salarios nominales (en moneda corriente) a salarios reales (en moneda constante) y a interpretar minuciosamente las dinámicas dominantes en los salarios reales. De ese modo, el Capítulo 1 se concentra en explicar en detalle el proceso de conversión, para lo cual examina el grado de adecuación del Índice General de Precios usado como deflactor y detalla el proceso de conversión. El Capítulo 2 desglosa la interpretación de los salarios reales a través de aproximaciones sucesivas, a nivel nacional, sectorial y por rubro.

La obra finaliza insertando el alcance de las conclusiones de la investigación dentro de un análisis interpretativo global dedicado al Ciclo Salitrero. Mediante esta operación se plantean aquellas dimensiones económicas, sociales y políticas asociadas al Ciclo Salitrero, que podrían ser enriquecidas por los resultados de esta investigación. Para el que escribe, se ha tratado de un trabajo arduo, de muchos años de investigación, de múltiples esfuerzos por arribar a procedimientos metodológicos mínimamente satisfactorios y de variados intentos, muchos de ellos fallidos, por comprender la naturaleza de los mecanismos económicos que estuvieron detrás de estas trayectorias.

Aún queda mucho por hacer, pero historiadores y economistas dedicados a estudiar el comportamiento de la economía chilena entre 1880 y 1930 contarán con nuevos insumos para estudiar el periodo. Quienes deseen especialmente comprender los fenómenos económicos y sociales asociados a las dinámicas de precios y de salarios podrán aspirar a una comprensión más completa y más compleja de las condiciones de vida, de la productividad del trabajo y de las brechas de ingreso, entre muchos otros temas. Al menos ese es mi deseo.

Mario Matus González

Plaza Almagro,

Santiago de Chile, abril de 2012

1Salazar G, Algunos aspectos fundamentales sobre el desarrollo del Capitalismo en Chile, 1542-1930 (apuntes de clase), edición mimeografiada, no impresa, Santiago, 1987, p. 97.

2Ibídem, Historia de la acumulación capitalista en Chile (apuntes de clase), Curso dictado en el campo de prisioneros políticos Tres Álamos.lom Ediciones, Santiago de Chile, 2003, p. 123.

3Vial G, Historia de Chile (1891-1973), Vol. I, Tomo II. Editorial Santillana, Santiago de Chile, 1984, p. 691.

4Ibídem, p. 748.

5Ibídem, p. 766.

6Hirschman A, Estudios sobre política económica en América latina. En ruta hacia el progreso, Aguilar, Madrid, 1964, p. 183.

7Carmagnani M, Desarrollo industrial y subdesarrollo económico. El caso chileno (1860-1920), Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1998, p. 38. Versión original: Sviluppo industriale e sottosviluppo economico. Il caso cileno, Fondazione Luigi Einaudi, Turín, 1971.

8De Shazo P, Trabajadores urbanos y sindicatos en Chile, 1902-1927,Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago de Chile, 2007, p. 68. Versión original: Urban workers and labor union in Chile, 1902-1927, University of Wisconsin Press, Madison, 1983.

9Ibídem, p. 69.

10Pinto A, Chile, un caso de desarrollo frustrado, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1973, p. 91.

11No obstante esta regla general, las ponderaciones de carne y combustible podrían haber sido mayores en una cesta de productos de extrema necesidad, es decir, en el caso de familias que ocupaban los escalones inferiores de la sociedad. En efecto, al circunscribir un índice de precios a productos de primera necesidad, es mayor el impacto de las alzas de precios de artículos importados en la cesta de gasto de familias populares y mesocráticas.

12La ponderación original de la carne de vacuno (asiento de picana) dentro del total de la cesta del icv de 1928 es de 10,2%, pero de acuerdo con Vial, sólo la quinta parte de la carne de vacuno consumida en el país se importaba desde Argentina (óp. cit., p. 459).

13Esta tesis llevó por título Precios y salarios reales en Chile durante el Ciclo Salitrero, 1880-1930. Departament de Història i Institucions Econòmiques. Facultat d’ Economia i Empresa. Universitat de Barcelona.

14La comisión estuvo integrada por los Doctores Luis Riveros, David Reher y César Yáñez.

15Los principales aspectos de este Índice de precios al por mayor para 1897-1930 fueron publicados en 2002 en la revista Estudios Públicos, Nº 88.

Prólogo

El volumen que el lector tiene en sus manos es una investigación monográfica acerca del comportamiento de dos de los agregados macroeconómicos más importantes en el devenir de cualquier sociedad, como son los precios y los salarios, durante una fase larga y trascendental en la historia de Chile. Se trata, por tanto, de un ejercicio complejo y laborioso de Historia Económica. Pero es también, y muy destacadamente, un análisis de Historia Social. Ambas proyecciones, económica y social, le constituyen combinadamente, sin ningún género de duda, en una destacada obra de Historia, a secas y con mayúscula. Hay varias cosas que pueden y deben ser subrayadas en el trabajo de Mario Matus antes de enfrentarse con sus datos, sus gráficos y sus análisis.

La investigación parte de un ejercicio académico brillante, realizado y evaluado como Tesis de Magister, inicialmente, y como Tesis de Doctorado después, en la Universidad de Barcelona. El punto de partida fue el proyecto del autor de mejorar la medición del proceso inflacionista en Chile para el periodo considerado. De entrada, dedicó mucho tiempo y muchos esfuerzos a compilar y evaluar datos de precios, a construir series históricas de los valores de los principales productos objetos de transacción en el comercio al por menor y a elaborar los índices correspondientes. No es éste el lugar para sumergirse en la historia de los precios pero sí, quizá, el de consignar su utilidad y el muy temprano interés que suscitó en los historiadores económicos del mundo entero. Para algunas épocas y para cierto tipo de valores, particularmente productos agrícolas, la abundancia de fuentes en los archivos históricos es absolutamente impresionante. En la obra clásica sobre los precios ingleses de Sir William Beveridge fueron utilizadas simultáneamente las cuentas de tres instituciones de educación, cuatro instituciones hospitalarias y cinco entidades de la administración pública. René Baehrel, en su no menos clásico estudio del crecimiento de la Baja Provenza rural durante tres siglos, empleó siete fuentes de datos distintas en la imposibilidad de contar con una sola en condiciones adecuadas de continuidad.

La solución no es siempre buena porque trae consigo muchos problemas de falta de homogeneidad y de consistencia de las series. Pero, además, esa abundancia se convierte en terrible escasez cuando se trata de reunir precios de venta al detalle con el fin de construir un Índice de Precios de Consumo, como era el objetivo del autor, para periodos anteriores a la existencia de los modernos institutos u oficinas nacionales de estadística. En efecto, la creciente complejidad de las economías de mercado en la época contemporánea, con sistemas de almacenaje, comercio de mayoreo y transportes cada vez más sofisticados, han alejado severamente los precios de producción –agrícolas o manufactureros– de los precios de venta al por menor pagados por los consumidores. Hay que alejarse de los precios percibidos por los productores y salvar la larga cadena que conduce las cotizaciones hasta los precios que efectivamente deberán pagar los consumidores.

En la imposibilidad de hallar los valores correspondientes, el autor optó por una solución metodológica imaginativa pero, a la vez, fructífera, como es dar tratamiento de precios finales a los valores de mayoreo mediante bases de ponderación tomadas de las pautas de consumo de la población. En otras palabras aplicar la cláusula científica del como si; recurrir a la simulación para mejorar el procesamiento de los datos disponibles. Es un camino muy esperanzador con el que Mario Matus sigue los pasos del economista sueco Gunnar Myrdal, Premio Nobel de Economía del año 1974, en su monografía The Cost of Living in Sweden, 1830-1930, publicada en Londres en el año 1933. También aplicó el mismo recurso metodológico el economista holandés Jan Tinbergen, asimismo Premio Nobel de Economía del 1969, en su estudio sobre las fluctuaciones económicas del Reino Unido entre 1870 y 1914, que se editó en 1951.

No le faltan antecedentes ilustres, por tanto, a nuestro autor en su periplo por las aguas procelosas del análisis de la inflación. Tampoco escasean las referencias y antecedentes en las ciencias sociales de Chile, entre las que sobresalen los ensayos del profesor Luis A. Riveros. Con tan sobresalientes apoyaturas, Mario Matus consigue introducir el caso de Chile entre aquellos escasos países latinoamericanos que disponen de buenos instrumentos de medida de la inflación para los últimos años del siglo xix y el primer tercio del siglo xx, entre los que destaca el brillante trabajo de la mexicana Aurora Gómez Galvarriato.

Cumplido este primer objetivo, Mario Matus se aventura a compilar informaciones sobre salarios por ramas de la producción, que, adecuadamente combinadas con los índices de precios, le han proporcionado una ingente cantidad de materiales para explorar la evolución de las condiciones materiales de vida de los trabajadores chilenos en la época estudiada. Tampoco ahí le faltan muy ilustres antecedentes. Basta recordar que la propia obra de Sir William Beveridge se ocupaba de los precios, como queda dicho, pero también de los salarios. El listado de grandes trabajos sobre la trayectoria de los salarios reales en muchos países durante la era moderna requeriría casi una monografía entera.

Nos hallamos, sin duda, frente a uno de los grandes temas de cualquier análisis de las sociedades modernas. Mario Matus en su trabajo ha derrochado esfuerzos y entusiasmo para capturar la máxima información y para entender lo mejor posible algo tan esencial como cuál fue la suerte de los trabajadores chilenos en una fase crucial del desarrollo histórico del país. Los resultados están a la vista. El tesón y la ambición intelectual, una metodología bien elaborada y el afán de conocer y ofrecer nuevo conocimiento a todos aquellos que se interesan por saber más del camino que lleva recorrido cada uno de nuestros pueblos suelen proporcionar buenos réditos. La historiografía económico-social y política chilena cuenta con un nuevo y excelente instrumento.

Barcelona, 14 de abril de 2011

Jordi Maluquer de Motes

Catedrático de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona

PRIMERA PARTE:

Dinámicas de precios en Chile durante el Ciclo Salitrero

(1880-1930)

Capítulo I

El Ciclo Salitrero en la historia económica de Chile

Entre 1880 y 1930 Chile vivió el mayor ciclo exportador y el más importante periodo de crecimiento que hubiera conocido en su vida independiente. Fue un ciclo marcado por el protagonismo desproporcionado de los nitratos dentro del producto y del comercio y que, a pesar de una densa literatura marcada por interpretaciones antagónicas, aún no ha sido explicado de modo integral. No sólo no existe una opinión relativamente consensuada en torno a si en el país no se desarrollaron más que economías de enclave en manos de capitales británicos –es decir, si el dinamismo de la actividad salitrera permitió encadenamientos que beneficiaran a otros sectores productivos– sino que además se discute la calidad del manejo macroeconómico, si acaso existió un permanente deterioro en los términos reales de intercambio, si el empresariado local manifestó escasos impulsos de emprendimiento, si los trabajadores lograron participar de algún modo en los beneficios y, por supuesto, no se ha esclarecido la envergadura de la brecha de ingresos generada a lo largo del ciclo.

Por otro lado, estos debates han estado dominados por visiones antagónicas que descansan sobre una base fundamentalmente especulativa, ya que aún no existe un sólido sustrato cuantitativo para el periodo. Entre las dos lecturas opuestas del Ciclo Salitrero la primera es de corte optimista, y señala que este modelo de crecimiento tuvo una duración considerable y que las rentas que generó fueron relativamente bien aprovechadas y convirtieron a Chile en uno de los países de mejor desempeño económico en América Latina a inicios del siglo xx1. La segunda es de rasgos más bien pesimistas y ostenta varias versiones. Una advierte que esta fase económica se caracterizó por desequilibrios constantes causados por una forma de inserción extremadamente dependiente en la economía mundial, que no logró que el proceso de industrialización iniciado hacia 1880 pudiera consolidarse2. Otra versión de raíz pesimista señala que el modelo de crecimiento impulsó un relajo considerable de la disciplina fiscal sin impulsar el desarrollo de otros sectores productivos, siguiendo la pauta de lo que se ha denominado “enfermedad holandesa”3. Una última versión negativa enfatiza que es inobjetable que, dados los rasgos oligárquicos del régimen político, las rentas del salitre estuvieron sumamente concentradas en los grupos acomodados y fueron esencialmente derrochadas, en un contexto de enorme desigualdad4.

De ambas lecturas principales, en el imaginario colectivo de los chilenos se han arraigado las distintas versiones de la mirada pesimista aunque ni ellas ni otras líneas interpretativas han aportado evidencia sustantiva, un soporte cuantitativo relativamente aceptable que pueda esclarecer el verdadero sentido de las macro magnitudes económicas del periodo. Hasta ahora, este debate se ha dado –y se sigue dando– sin una base estadística mínima, sin las series temporales básicas que puedan inclinar la balanza en favor de uno u otro argumento. Visto así, quizás una buena parte de la radicalidad de ambas lecturas antagónicas es consecuencia de la ausencia de tales referencias básicas.

No obstante, es posible que al irse llenando esta laguna se arribe a una visión híbrida, más rica y más compleja de los fenómenos económicos de la época. Ello nos permitiría escapar de un apego irreflexivo –y algo anacrónico– a la Teoría de la Dependencia como a una adhesión ingenua a los paradigmas del Consenso de Washington.

Visto así, es presumible que en años venideros las investigaciones en Historia Económica de Chile traspasen el umbral de las visiones reduccionistas y establezcan nuevos baremos metodológicos y parámetros interpretativos, en consonancia con estudios aplicados al conjunto de América Latina5, y que en el ámbito específico de salarios, condiciones de vida y brechas de desigualdad ofrecen métodos comparables a escala internacional6, enlazables con trabajos de alcance global7. En esa línea, no sería extraño que futuras investigaciones sugieran que el Ciclo Salitrero chileno –como modelo de crecimiento basado en exportaciones primarias, fundamentalmente nitratos– logró elevar sustantivamente y en un lapso histórico relativamente corto, el pib de Chile a inicios del siglo xx. Pero tampoco sería extraño que tales investigaciones evidencien que la economía de Chile padeció de una enorme vulnerabilidad externa a partir de la década de 1910 y que su impulso de crecimiento se agotó relativamente pronto y de manera dramática, dejando al desnudo la incapacidad de generar un movimiento autopropulsado (algo así como take-off abortado). Probablemente se deberá llegar a una valoración más matizada del periodo: rescatar el cambio de nivel en el producto con respecto al periodo previo a 1880 –y, desde ese punto de vista, destacar la singularidad chilena y argentina respecto a la región– pero al mismo tiempo, no omitir las razones que llevaron a la importante pérdida de fuerza en el impulso de crecimiento, especialmente en el caso chileno.

Para iniciar una primera aproximación en esa dirección, identificando tanto la magnitud del crecimiento como su grado de sostenibilidad en el tiempo, es requisito fundamental hacer un primer examen basado en la evolución de la tasa de crecimiento del producto entre esos años.

Existen cálculos bastante conocidos del pib para Chile en estos años. Uno de ellos es el de Marto Ballesteros y Tom Davis, pero desgraciadamente se inicia en 19088. También están los trabajos de Angus Maddison, que comienzan en 19009. Un trabajo más reciente de Erick Haindl10 ofrece una novedosa serie de pib para el siglo xx en Chile, pero desgraciadamente no cubre los últimos 20 años del siglo xix, que corresponden a la fase más exitosa del Ciclo Salitrero.

La única serie de pib para Chile que hasta ahora cubre todo el periodo 1880-1930 es la elaborada por Díaz et al.11, cuyos datos han sido trasladados al Gráfico 1. Se trata de una serie de PIB expresada en pesos constantes de 1996 y que llega hasta 2000, aunque aquí se han graficado los datos sólo entre 1880 y 1930. Como puede verse, la primera imagen que entrega a partir de la línea de tendencia que cruza todo el periodo, es que prevaleció una tendencia de crecimiento. Esta lectura de los avatares del crecimiento chileno entre 1880 y 1930 coincide con los cálculos de Bulmer-Thomas, quien afirma que el importante crecimiento de las exportaciones chilenas entre 1850 y 1912 ­–cuya media aritmética simple fue 4,3%– y que se concentró especialmente entre 1870 y 1912, junto al reducido crecimiento demográfico del país en ese mismo periodo (1,4%), fue el que permitió a Chile –junto a Argentina– ser uno de los dos únicos países de América Latina en alcanzar una tasa media de crecimiento del pib sobre un piso de 1,5% para todo el periodo 1850-191212.

Gráfico 1. pib de Chile, 1880-1930 (millones de pesos de 1996).

Sin embargo, el Gráfico 1 también revela un quiebre importante en la dinámica de crecimiento del pib hacia 1913, en que se suceden al menos 5 importantes caídas, cuyo efecto debió ralentizar severamente el crecimiento entre 1913 y 1930, generando una situación de relativo estancamiento.

De tal modo, si usamos los datos de pib para Chile aportados por Díaz, el mejor desempeño de la economía chilena entre 1880 y 1930 se habría dado específicamente entre 1880 y 1900, situación que se corrobora en el Gráfico 2, en el que a través de una línea continua se muestra el producto chileno como proporción al de EE.UU13. Aquí, 1900 expresa el mayor grado de convergencia del pib chileno respecto al pib norteamericano. En cambio, a partir de 1900 comenzó a divergir y desde 1910 la divergencia fue mucho mayor. Lo que está detrás de ese cambio de dirección en la economía chilena fue la caída constante en el precio de los nitratos, especialmente desde 1910, ante la cual de poco sirvió que el protagonismo de las exportaciones chilenas dentro del pib se mantuviera elevado hasta 1930, como se expresa en la línea segmentada del Gráfico 2.

Gráfico 2. Producto per cápita Chile/Producto per cápita EE.UU. y Exportaciones (Quantum)/Producto Tendencias, 1820-1995.

Fuente: Lüders R, óp. cit. Los datos con que Lüders confeccionó el gráfico son de Díaz et al., óp. cit.

Pero si está relativamente aceptado que, marcando una diferencia sustantiva con el periodo anterior, el desempeño de la economía chilena en términos agregados fue muy positivo a partir de 1880 y todavía hasta 1910 –y que a partir de ese año el crecimiento se hizo muy inestable– lo que está mucho menos consensuado son las causas que introdujeron esas grandes oscilaciones entre 1913 y 1930.

Una primera lectura, de raíz exógena, señala que las perturbaciones vividas a partir de 1910 y, especialmente, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, eran completamente inevitables, dado que se trató de shocks externos ante los cuales el país no tenía ningún margen de maniobra dada su relación de dependencia14 ni existían aún aprendizajes macroeconómicos básicos que le permitieran aplicar políticas contra-cíclicas. Carmagnani agrega que, en la medida que los impulsos de estímulo a la industria provenían del desempeño de los nitratos, cuando éstos decayeron la actividad industrial asumió un carácter discontinuo, aprovechando los breves instantes positivos generados al final de la guerra. Desde su perspectiva, el problema del déficit en cuenta corriente habría sido causado por una tendencia constante de deterioro de los términos de intercambio, que a su vez habría sido ocasionada por la emigración de inversiones británicas en la exportación de nitratos, que llevó a reducir constantemente sus precios. El déficit en cuenta corriente se habría visto agravado por la repatriación de las utilidades de las firmas británicas y el servicio de la Deuda Externa (pago de intereses y amortizaciones).

De tal modo, y siguiendo a Carmagnani, la balanza de pagos se habría equilibrado a través del endeudamiento y por medio de una temprana sustitución industrial de bienes de consumo no durables. El problema de esa industria es que una vez agotado el ciclo exportador y al constatarse una baja formación interna de capital, las mismas condiciones de dependencia en las que el país se insertaba en la economía mundial llevaron al retiro de las inversiones extranjeras y a la decadencia de los incipientes sectores industriales.

Otros autores han ido más lejos al argumentar que las extraordinarias rentas proporcionadas por los nitratos generaron una relativa ensoñación fiscal e incentivaron a la multiplicación de mecanismos de captura de rentas, tanto en los grupos oligárquicos como en los grupos medios, que aprovecharon las presiones políticas generadas por la mayor conflictividad social para beneficiarse del ensanchamiento del aparato público15. De tal modo, las políticas económicas aplicadas durante el periodo habrían producido un clásico problema de “enfermedad holandesa”, en que una actividad exportadora muy exitosa aprecia la moneda nacional y hace decaer el tipo de cambio (libra), deprimiendo otras actividades exportadoras y la producción dedicada al mercado interno. Al mismo tiempo, la mayor holgura fiscal habría generado un abandono de otros ingresos impositivos –impuestos directos por ejemplo– y establecido un elevado patrón de gasto que, en lugar de contraerse cuando se derrumbaron los precios del commodity, fue muy difícil de reducir.

El efecto combinado de estas malas políticas habría aportado una considerable vulnerabilidad externa a la Balanza de Pagos, sea por la vía del mayor endeudamiento como por la inhibición de otro tipo de exportaciones. Con ello habrían aparecido severos déficit en la Cuenta Corriente. Una política económica de este tipo habría sido poco previsora y, en gran medida, se habría sumado a los problemas externos para agravar la crisis del modelo de crecimiento.

Sin embargo, G. Palma ha puesto en duda la existencia de una enfermedad holandesa en Chile durante este periodo. Si la primera manifestación de esta enfermedad consiste en una caída constante del tipo de cambio (libra) y una apreciación del peso, lo que ocurrió en esos años fue totalmente inverso, según Palma, ya que hubo una depreciación constante del peso, al menos hasta 1915, situación que se ve corroborada en la Tabla 1. Tal depreciación habría sido fruto de un mayor gasto fiscal especialmente en Obras Públicas y Educación, que habría sido fundamental para elevar el stock de infraestructura y de capital humano del país. En el fondo, los recursos provenientes del salitre no sólo habrían sido bien gastados sino que habrían postergado la aparición de un Dutch Disease16.

Tabla 1.

Tipo de cambio en Chile, 1880-1930. (Peniques por peso chileno, promedio anual)

Pens x peso

Pens x peso

Pens x peso

Pens x peso

Pens x peso

1880

30,87

1890

24,06

1900

16,80

1910

10,78

1920

10,06

1881

30,93

1891

18,81

1901

15,87

1911

10,62

1921

7,31

1882

35,37

1892

18,81

1902

15,18

1912

10,12

1922

6,56

1883

35,25

1893

15,00

1903

16,62

1913

9,75

1923

6,47

1884

31,75

1894

12,56

1904

16,37

1914

8,96

1924

5,79

1885

25,43

1895

16,81

1905

15,62

1915

8,25

1925

5,85

1886

23,93

1896

17,43

1906

14,37

1916

9,46

1926

6,06

1887

24,50

1897

17,56

1907

12,75

1917

12,73

1927

6,10

1888

26,50

1898

15,68

1908

9,62

1918

14,59

1928

6,06

1889

26,56

1899

14,50

1909

10,78

1919

10,58

1929

6,06

1930

6,01

Fuente: D’Ottone y Cortés (1965)17.

La visión de Cariola y Sunkel18 tiende a conjugarse con la tesis de Palma. El importante esfuerzo de inversión en ferrocarriles y la gradual conexión de las zonas más pobladas del país habrían facilitado encadenamientos productivos entre la economía minera del norte, las actividades industriales y de servicio en las ciudades y las actividades rurales, consolidando la conformación de un mercado nacional. De ese modo los resultados positivos de la actividad salitrera se habrían extendido y habrían estimulado al sector agropecuario como al sector industrial y de servicios.

Para Palma, la depreciación paulatina del peso y el mantenimiento de aranceles relativamente elevados durante el Ciclo Salitrero en principio no habrían inhibido el desarrollo de otras actividades exportadoras. Por el contrario, la aparición de mayores niveles de inflación –que pudieron generarse puntualmente por un gasto fiscal constante y excesivo, y el efecto del alza en los precios de las importaciones en la cadena de precios– habrían conseguido precisamente orientar una buena parte de la producción –especialmente manufacturas– hacia el mercado interno. Por consiguiente, las verdaderas causas de un eventual descenso en otras actividades productivas habría que buscarlas en otra parte19. En cualquier caso, la caída de otras exportaciones –que se encuentra respaldada por un contundente apoyo estadístico– junto a la casi total exención tributaria concedida a los grupos oligárquicos, puede haber contribuido de modo importante a disminuir el impacto multiplicador de las inversiones estatales en infraestructura y educación.

En síntesis, no existe una lectura integrada del periodo comprendido por los 50 años del Ciclo Salitrero. Mientras Carmagnani y Jeftanovic tienden a converger desde orígenes muy distintos en una visión pesimista (industrialización abortada o síndrome holandés), la interpretación de Palma enfatiza los aspectos positivos del manejo macroeconómico durante el Ciclo Salitrero –precisamente evitando un síndrome holandés– y destaca sus efectos estimulantes –aunque a corto plazo– en otros sectores, especialmente en la industria local, convergiendo bastante con Bulmer-Thomas y Thorp. Sin embargo, la evidencia proporcionada por ambas lecturas (pesimista y optimista) no es lo suficientemente robusta como para arribar a respuestas claras y convincentes.

No debe extrañar, por tanto, que si aún no se ha conseguido delinear una imagen definida del significado del Ciclo Salitrero en la Historia Económica de Chile, hasta ahora también ha sido muy difícil decir en qué medida los trabajadores chilenos pudieron haber disfrutado a través de sus salarios reales de los eventuales beneficios generados en estos cincuenta años.

Para dilucidar si los salarios reales fueron constantemente castigados por la inflación o si la sufrieron de modo episódico –posibilitando eventuales momentos de mejora entre 1880 y 1930– y verificar si esta evolución afectó por igual o de manera muy heterogénea a los distintos sectores asalariados, es fundamental identificar los movimientos dominantes en el nivel general de precios entre esos años.

1Bulmer-Thomas V, La Historia económica de América Latina desde la Independencia, fce, México df, 1998; Thorp R, Progreso, pobreza y exclusión: una historia económica de América Latina en el siglo xx, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington dc, 1998; Palma G, “Trying to ‘Tax and Spend’ Oneself out of the ‘Dutch Disease’: The Chilean Economy from the War of the Pacific to the Great Depression”, en Cárdenas E, Ocampo JA, Thorp R, An Economic History of Twentieth-Century Latin America, vol.1, The Expand Age: The Latin American Economy in the Late Nineteenth and Early Twentieth Century, Palgave/ St. Antony’s College, Oxford, 2000.

2Carmagnani M, Desarrollo industrial y subdesarrollo económico. El caso chileno (1860-1920), Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago de Chile, 1998. Versión original: Sviluppo industriale e sottosviluppo economico. Il caso cileno (1860-1920), Fondazione Luigi Einaudi, Turín, 1971.

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