Cuando el diagnóstico toca a tu puerta - Eliana Mercedes Gonard - E-Book

Cuando el diagnóstico toca a tu puerta E-Book

Eliana Mercedes Gonard

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Beschreibung

Eliana Gonard narra con profunda sensibilidad y autenticidad el proceso de enfermedad de su madre, entrelazando su vivencia como hija con su experiencia como psicóloga. Este libro es un viaje emocional por la llegada de un diagnóstico, el impacto en la familia y el recorrido del duelo, escrito desde el amor, el dolor y la esperanza. A través de una narrativa cercana, ofrece herramientas de contención y reflexión para quienes transitan situaciones similares, cuestionando la burocracia médica, resaltando la importancia de la red afectiva y mostrando cómo la escritura puede convertirse en un canal de resiliencia. Una obra que conmueve, orienta y abraza.

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Seitenzahl: 105

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ELIANA MERCEDES GONARD

Cuando el diagnóstico toca a tu puerta

Una experiencia en primera persona

Gonard, Eliana Mercedes Cuando el diagnóstico toca a tu puerta / Eliana Mercedes Gonard. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6669-0

1. Relatos. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenido

Agradecimientos

Prólogo

Introducción

El diagnóstico en primera persona: nuestra historia

La llegada de un diagnóstico

El diagnóstico en las diferentes etapas de la vida:El diagnóstico en el nacimiento

El diagnóstico en la infancia

El diagnóstico en la adolescencia y la vida adulta

El nombre del diagnóstico

Diagnóstico y subjetividad

El diagnóstico y el duelo

El diagnóstico que habitaba en el cuerpo de mamá y en nuestras vidas

El cansancio de los que cuidan

La resiliencia

Los profesionales que acompañan

La muerte

Palabras finales

Mamá, que nuestra historia se convierta en una puerta para poder escuchar y nuestro amor en el camino para sanar…

Agradecimientos

En primer lugar, le agradezco a mamá por su amor, que en medio de tanto dolor me inspiró a escribir estas líneas.

Le agradezco a papá por acompañarnos en este proceso familiar y personal. Por siempre darme el impulso, el sostén y el saber que no estoy sola.

A mis otros dos pilares: A la abuela, que siempre ha sido sostén de amor, ternura y protección. Por su mirada de orgullo hacia lo que siempre fui y soy. Y al abuelo que, desde hace unos años ya me acompaña desde otro plano, pero siempre ha sido parte de mis primeras incursiones en la escritura. Guardaba con amor cada una de mis cartas, y sus ojos brillaban cada vez que me nombraba.

A mis amigas, que me han acompañado en este proceso de la enfermedad de mamá y en cada etapa de este libro con su firme apoyo y su presencia.

A cada una de las familias que he acompañado y acompaño desde mi labor profesional en el camino de llegada y tránsito de un diagnóstico.

A ustedes que, por su interés, cercanía con el tema o movilización desde algún lugar de su vida, se encuentran leyendo estas palabras.

Gracias a la vida, a la posibilidad de poder cumplir mi deseo: escribir un libro.

Prólogo

Era una niña cuando empezaron a asomar mis deseos de escribir cuentos, historias y mensajes de afecto a mis seres más queridos. Luego ocuparon un lugar preferencial mis producciones de trabajos para la facultad y cursos académicos. Pero siempre esa satisfacción se encontraba en mi interior cuando mis dedos entraban en movimiento para expresar mi realidad interna.

Así es que escribir un libro ha sido siempre uno de los deseos de mi vida. Dentro de mis proyectos no estaba el hacerlo en este momento, siempre decía que lo haría cuando me jubilara o fuera una adulta mayor. Sin embargo, a veces la vida nos enfrenta con adversidades, que podemos transformar en oportunidades.

Como les contaba, mi deseo de escribir ha estado vivo desde muy pequeña. Escribía para los cumpleaños de mis abuelos, de mis papás y de mis amigas. Escribía relatos para el día del padre o de la madre. Escribía cuentos e historias sobre el amor de ese momento. Escribía sobre todo aquello que me impulsaba a tomar el lápiz, la lapicera o el teclado y me llevaba libremente a plasmar palabras en la hoja, en búsqueda de expresar mi deseo. El escribir era la conexión con mi interior y la mejor manera de decir lo que me pasaba. Parece que de pequeña el asociar libremente y ponerlo en palabras eran un medio para mi expresión, sin saber aún nada de psicología.

De este modo, cuando pensaba en escribir un libro, ello me daba la energía, alegría y adrenalina que se encienden ante un proyecto deseado. No obstante, no había un tema que terminaba de conformarme para decir: “este será”.

Hasta que esa idea afloró, se instaló y fue creciendo a lo largo de esta producción.

Comenzaré presentándome: ¿Quién soy? un interrogante amplio y a veces complejo de responder. Es así, que lo primero que se me viene a la mente es decir Eliana. Yo soy Eliana, un nombre que me identifica. Soy Eliana Gonard, un apellido que me diferencia de otras Elianas ¿Quién más soy? Soy hija de Javier y Nilda. Este vínculo va a atravesar este libro y me impulsó a escribirlo. También soy nieta, amiga, madrina, tía, profesora y psicóloga. El serlo también será protagonista de estas líneas.

Mi historia comienza en la ciudad de Tres Arroyos, con la unión de mis padres y su gran deseo de tener un hijo. Así es que se casan y a los 4 meses reciben la noticia de que yo venía en camino. Nací un 24 de septiembre por parto natural, un momento largo y doloroso para mi madre. Afortunadamente todo salió bien. Soy única hija, siempre con las ganas de tener hermanos, los cuales sí tengo de corazón. En mi crianza, mis abuelos paternos han sido un gran pilar. Ellos me cuidaban de pequeña, mientras mis padres trabajaban. A mis 6 años nos mudamos casa por medio de mis abuelos, transformándose la de ellos en mi segundo hogar. Tuve una infancia rodeada de juegos, historias de casitas, de ser mamá y maestra, de cuentos, risas y también llantos. Era una niña muy sensible y tímida. Pero también siempre estuve rodeada de cuatro adultos que me acompañaban, me impulsaban y fortalecían cuando algo no me animaba o dudaba de mí. Fui creciendo, me transformé en una adolescente rodeada de amigos, mates, estudio, risas, boliche y amor. Fui una adolescente enamorada del amor y buscaba el de mis cuentos infantiles en amores de mi adolescencia. Tantas historias vividas, escritas y soñadas.

Próxima a finalizar la secundaria, entre dudas, miedos y qué podría pasar, decido estudiar Psicología en la ciudad de Mar del Plata. Por primera vez me separaba físicamente de mis padres, abuelos y algunas amigas. Me mudaba a una ciudad más grande, donde mucho tenía por aprender, donde mucho aprendí. Estudié, hice amigas, me recibí, trabajé unos años allí y decidí volver a mi ciudad; volver a Tres Arroyos, donde hoy estoy, desde donde hoy escribo estas líneas.

Mis primeras palabras fueron escritas a fin de expresar e ir elaborando todo aquello que nos iba sucediendo después de que a mamá le dieran el diagnóstico de cáncer.

Hubo dos momentos diferentes en que se transitó esa enfermedad. Las emociones, sensaciones y experiencias también lo fueron.

En el primero, pasado el impacto inicial, teníamos la esperanza de una cura.

En el segundo momento, el diagnóstico de cáncer tuvo un pronóstico desfavorable, por lo que el dolor, el enojo y la desesperanza nos abrumaron.

Pero esas emociones no me permitían tener la fuerza para acompañar a mamá y brindarle la calidad de vida que necesitaba. Así es que comencé a expresar libremente lo que habíamos transitado y lo que día a día íbamos viviendo. Pensamientos, sentimientos y conductas se proyectaban sobre la hoja en blanco.

Mis vivencias me remitieron a las situaciones en que me llegan familias con un diagnóstico. Los años en que acompaño cuando un diagnóstico toca a la puerta. En ese momento me tocaba a mí.

Entre mi deseo y el apoyo de mis padres, abuela y amigas, es que vengo a escribir mi primer libro, impulsada por esa situación. Mi recorrido, enfrentamiento y tránsito de este proceso me han hecho encontrar con mis más temidos fantasmas y también con lo que día a día trabajo en el consultorio.

Mi intención es transmitir la experiencia en primera persona de lo recorrido junto a mamá a partir de su diagnóstico de cáncer. Esta experiencia me permite pensar acerca de la llegada de un diagnóstico, las etapas del duelo, cómo nos hacemos cargo, la burocracia que tantas veces se vive desde el área de salud. ¿En qué lugar nos ubicamos? ¿Cómo seguimos? ¿Dónde se ubica el poder expresar lo que nos pasa cuando la realidad nos arrasa y no podemos detenernos?

Lejos de mí está el propósito de dar recetas de vida, sino ayudar a abrir el camino para permitirnos sentir, poner en palabras y visualizar los procesos que atravesamos frente a la llegada de un diagnóstico. Desde mi experiencia, como hija y psicóloga, me propongo reflexionar acerca de las adversidades de la vida, cuando llegan para romper los cimientos de nuestro equilibrio.

Introducción

Empecé a escribir impulsada por un dolor que inundaba cada día de mi vida, un miedo que me aterrorizaba y fuerzas que tenía que construir para poder acompañar a mamá.

Esas primeras líneas fueron una catarsis del proceso que nos tocaba a la puerta, la noticia de que mamá nuevamente tenía cáncer. Una vez más esta enfermedad se hacía presente en su cuerpo y en nosotros como familia. Esta vez el proceso sería complejo y doloroso hasta su adiós.

Mientras las palabras iban cubriendo las hojas, comenzó a aflorar mi rol como psicóloga y un deseo que me acompañaba desde muy pequeña: escribir un libro.

Así fue como, desde mis vivencias en primera persona y como profesional, me propuse transformar estas experiencias en las líneas que se encuentran leyendo. Un amor eterno, un dolor inmenso y una pasión profesional se fusionaron para entrelazarse en este libro.

Comienzo relatando nuestra historia, en primera persona: cómo llegó el cáncer a nosotros. Incertidumbres, emociones, cambios y aprendizajes habían llegado para instalarse y dejarnos huellas para toda nuestra vida.

En el caminar junto a mamá y el acompañar a familias encontré que el nombre propio de un diagnóstico atraviesa, marca y significa a partir de su representación social y familiar.

Ese nombre se encuentra atravesado de señales y alarmas, que impulsan una búsqueda. No obstante, en muchos casos estos indicadores están teñidos de defensas, que impiden observar que algo está sucediendo. Sin embargo, cuando el diagnóstico llega y se instala, produce una movilización psíquica, física y social, necesaria y natural. Esta movilización va a depender de las singularidades propias de la historia, etapa y momento de cada vida.

La llegada de un diagnóstico moviliza y afecta a la persona diagnosticada y a su familia, por lo cual es indispensable atravesar y transitar un proceso de duelo, necesario para enfrentar todo lo que implica el nuevo camino y los cambios inevitables.

Esos cambios impactan sobre el desarrollo subjetivo. Teniendo en cuenta la etapa del desarrollo de la persona, podemos pensar en cómo influyen en su constitución.

Sea cual fuere el momento de la vida en que se presente, la llegada de un diagnóstico siempre abre el camino al proceso de un duelo. El duelo es un proceso psíquico que atravesamos ante una pérdida. Es importante transitar cada una de sus etapas para un procesamiento y un vínculo sano con la realidad que debemos enfrentar. Los momentos del duelo son: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. Es necesario atravesar cada uno de estos momentos para tramitar a nivel interno y externo las diferentes variables de un diagnóstico. De este modo, el duelo nos permite asimilar y enfrentar una nueva realidad, que generalmente no esperábamos.

La llegada de un diagnóstico implica un impacto en todo el sistema familiar.

Esta movilización es impulsada por una energía que circula desde la motivación y las esperanzas, pero implica un gasto interno y externo que lleva al cansancio de los que cuidan y que también deben ser cuidados. De esta manera, es importante pensar en la calidad de vida de todos los agentes involucrados en un sistema con un diagnóstico; en la importancia de abrir ese sistema, generar nuevas redes sociales y reestructurar rutinas sin detener nuestra vida. Con esto quiero decir que el acto de cuidar genera un constante gasto de energía física y psíquica que no se retroalimenta. Si quienes cuidamos no nos cuidamos generando energía en otras actividades, no podremos cuidar con calidad, ni sostener sanamente ese vínculo de amor.

El vaivén de emociones, conductas, estados físicos y emocionales es parte del proceso de transitar un diagnóstico. Hay muchos caminos, y el más sano es hacerlo promoviendo nuestra capacidad de resiliencia. Esta capacidad nos permite enfrentarnos a las adversidades de la vida y lograr la transformación de ese dolor en una posibilidad, un aprendizaje y un disfrutar con quienes amamos.

Como hija, en primera persona, y como profesional que acompaña pacientes y familias con diagnósticos adversos, considero la importancia de la confianza, el sostén, el compromiso y la empatía de quienes nos acompañan y acompañamos profesionalmente. De este modo, es importante el vínculo con los profesionales, que deberán brindarnos confianza y acompañamiento en esos momentos de crisis e incertidumbre.