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Cuento roto para corazones perdidos es un escrito en formato de cuento breve, con tintes filosóficos y existenciales, tomando de referencia autores como Sócrates, Descartes, Kant, Hume, y más contemporáneos como Sartre, Camus, Dostoievski, Nietzsche y Frankl. La historia trata acerca de un muchacho que de manera metafórica extravía su corazón, perdiendo así la capacidad de sentir emociones y generando un vacío existencial tormentoso en él. Ante esto, se esmera desesperadamente en recuperarlo, sin embargo; llega a evocar el hecho de que antes de perderlo, su sentir emocional era excesivo y doloroso. Encontrándose en esta disonancia cognitiva, Miguel Ángel, el personaje principal, coincidirá en su búsqueda con siete personas que representan los siete pecados capitales, con quienes tendrá diálogos complejos y profundos que lo harán reflexionar con respecto a la complejidad de la vida y las personas, y a cuestionarse a sí mismo, si realmente vale la pena recuperar su corazón. Miguel Ángel es un personaje que visto desde la perspectiva de la Psicología Clínica representa a todos quienes hemos pasado alguna vez en nuestra vida por pérdidas que desorientan el rumbo y propósito de nuestra existencia, además de llevarnos a cuestionar "quiénes, porqué y para qué somos" y cómo al intentar buscar esas respuestas nos vemos tentados a tomar caminos que en lugar de llevarnos al final del laberinto en el que nos encontramos inmersos, nos pueden paradójicamente regresar al principio.
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Seitenzahl: 101
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Apreciable persona que me concede el honor y la dicha de empezar a leer o escuchar este cuento:
Quiero que sepas, antes que nada; que ante ti tienes un pedazo de dolor y caos personal que empezó en el año 2014, mismo que traté de transformar en significado y propósito mediante la escritura en diferentes estaciones de los años hasta el 2018, a sabiendas de que, si algún día me nacía compartirlo, sería con el anhelo y esperanza de que fuera de utilidad para alguien más. No me considero un escritor, sino simplemente una persona que se ha refugiado muchas veces en libros y en letras, parte de esas letras son el producto de este texto. Por favor, sé paciente y comprensible conmigo, te confieso que la última revisión, correcciones de redacción y estilo que hice del cuento fue en el 2021, cuando empezaba a germinar en mi persona la idea de publicarlo, no obstante, decidí no cambiar en absoluto nada del contenido por respeto a aquel Raúl de 19 años de edad que empezó con esto y percibía el inicio del caos aproximándose, y tampoco he querido re-leerlo desde entonces, porque sé que el Raúl de hoy probablemente quiera modificar mucho de lo que te encontrarás, dilemas de personas algo obsesivas y perfeccionistas, ni modo suelo ser así, a veces es un defecto, otras una virtud; confío en que me entiendes, y te estoy profundamente agradecido por ello, sino no habrías adquirido este ejemplar.
Por último, quiero agradecerte desde lo más profundo de mi ser por tu existencia, tu mera existencia hace posible el que esto llegue hasta ti y me brinde la oportunidad de entrar indirectamente en tu vida, gracias por hacer de este mundo un lugar mas amable para cualquier ser sintiente con los que coexistimos y viven en constante dolor, gracias por tu generosidad en darte la oportunidad de leerme o escucharme, gracias por perdonar mis muy probables errores de redacción o estilo que te encontrarás, gracias por compartir con otras personas las enseñanzas que este texto te pueda dejar.
De parte del Raúl de 19 años que no era Nadie, y de parte del Raúl de 30 que sigue siendo Nadie, te abrazo con cariño.
La impermanencia es la única constante.
28/Ene/2025
Cuento roto para corazones perdidos es un escrito en formato de cuento breve que se fue desarrollando conforme avanzaba con mis estudios en Psicología y, al mismo tiempo, me introduje de manera invariable en las transdisciplinariedades con las cuales la misma psicología y sus diversos enfoques psicoterapéuticos se encuentra relacionada.
Con connotaciones filosóficas y existencialistas, tomando como referencia autores que van desde Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hume, hasta más contemporáneos como Sartre, Camus, Dostoievski, Nietzsche y Frankl, la historia trata acerca de un muchacho que metafóricamente hablando despierta sin su corazón y, a consecuencia de ello, pierde la capacidad de sentir y percibir emociones, generando en él un “sin sentir” y vacío existencial tormentoso e insoportable, ante lo cual, busca desesperadamente recuperarlo a pesar de tener muy en mente que cuando tenía su corazón “sufría en demasía” de igual manera debido al exceso de su “sentir con el mundo y su contexto” que le provocaba un cúmulo de emociones aversivas ante casi cualquier situación.
Encontrándose en esta disonancia cognitiva, entre la espada y la pared, Miguel Ángel, el personaje principal, coincidirá en su búsqueda con siete personas, las cuáles, cada una de ellas representa uno de los siete pecados capitales, con quienes tendrá diálogos complejos y profundos que lo harán reflexionar con respecto a la complejidad del ser humano, y a cuestionarse a sí mismo, si realmente vale la pena recuperar su corazón y qué hará con su vida si es que lo logra.
Miguel Ángel es un personaje que visto desde la perspectiva de la Psicología Clínica representa a todos quienes hemos pasado alguna vez en nuestra vida por algún cuadro depresivo o ansioso, problemas de desregulación emocional, o crisis existenciales, mismos que nos hacen preguntarnos por qué estamos aquí y cuál es nuestra misión en el mundo, y cómo al intentar buscar esas respuestas nos vemos tentados a tomar caminos que en lugar de sacarnos del agujero en el que nos encontramos inmersos nos pueden peligrosamente hundir más.
En la historia se pueden visualizar, además, de manera encubierta, algunas de las ideas y postulados básicos a manera de analogías, metáforas y parábolas, de los distintos enfoques psicoterapéuticos en psicología; el psicoanálisis de Freud, el Humanismo de Maslow y Rogers, y por supuesto, las Terapias de Conducta, de las cuales considero tener mayor formación, el conexionismo, asociacionismo y conductismo; tomando como autores de referencia a Pavlóv, Watson, Thorndike y Skinner, el enfoque cognitivo conductual, con autores de referencia como Bandura, Beck y Ellis, así como la extensión de dichos enfoques hasta la denominada Ciencia Conductual Contextual y su aplicación en modelos clínicos de las Terapias de Tercera Generación, mejor conocidas como Terapias Conductuales-Contextuales; sobre todo, de algunas de las bases y principios de la Terapia de Activación Conductual (J. Kanter, C. Martell, S. Dimidjian, J. Barraca y M. Pérez), la Terapia Dialéctica Conductual (M. Linehan), y la Terapia de Aceptación y Compromiso (S. Hayes, K. Wilson y K. Strosahl).
Todos en algún momento u otro de nuestra vida somos como Miguel Ángel, estamos perdidos, tentados ante un mundo del cual no nos sentimos parte, y ante el cual, tenemos el enorme desafío de encontrarnos.
Parte Uno: El chico que despertó sin nada
Parte Dos: Odisea mental
Epílogo Miserable privilegiado de ina vida desafortunada
El chico que despertó sin nada
– Aquí no encontrarás lo que estás buscando, vete a otro lado. Sólo vienes a perturbar mi tranquilidad -Bostezó– ¡¿Qué no ves que estaba muy cómodo viendo la televisión, con mis palomitas; acostado en el sillón?!
– Lo lamento mucho, pero, es que, lo necesito, me siento incompleto sin él. La vida me sabe diferente desde que me desperté ahora. Todo es gris, o en blanco y negro, los tonos varían, pero, nunca son alegres, ya no lo son, no más, me hace falta, es como estar atrapado en un abismo de sin sentido…– dijo dando un largo bostezo.
– Te ayudaría a buscarlo, pero no en este instante, estaba muy a gusto hasta que llegaste, además; descansar es un privilegio que se aprecia muy poco hoy en día, y eso, mi querido… ¿cómo dijiste que te llamabas?
– Miguel Ángel…
– Ah, pues bueno, mi querido Miguel Ángel, eso es algo que tú también deberías apreciar. Deja de buscarlo, sólo te causará sufrimiento. Regresa a tu casa y duerme, o descansa, ponte a contar hormigas o rascarte la cola, o simplemente no hagas nada, ¡qué sé yo! Son tus cosas y tu vida, haz lo que te plazca. Yo regreso a lo que estaba haciendo, hacer nada es mi ocupación, y es lo que mejor sé hacer, se siente maravilloso.
Y dicho esto, Azerep cerró la puerta mientras daba un bostezo aún más largo.
Miguel Ángel se quedó unos momentos reflexionando las palabras de Azerep: – sólo te causará sufrimiento – se repetía a sí mismo. El sufrimiento era algo que había estado presente la mayor parte de su vida; en los momentos tristes, de dolor, de agobio, de pánico, de angustia, de lágrimas… pero también en los momentos felices, de alegría, de logro, de sensación de competencia, de satisfacción, de placer, de armonía, de paz… Nunca había podido entender exactamente por qué le sucedía esto, sin importar las características de la situación y su respectiva connotación positiva o negativa; sufrir de una u otra forma se había convertido en algo recurrente y parte de su vida diaria, el sufrimiento estaba en todos lados, o tal vez ya era parte de él, no podía abandonarlo...
Desde que se había despertado en la mañana, una sensación ominosa recorría todo su ser, Miguel Ángel sabía que le faltaba algo, buscó en cada rincón de su casa, dentro de la organización poco estética de su cuarto; que todos comúnmente conocen y le llaman bajo términos negativos como “desorden”, debajo de la cama, en el armario, en el escritorio, entre la ropa amontonada en la cama, en sus libros y en sus más profundos textos y reflexiones, en la cocina, en el techo, en la lavadora, en el patio, en todos lados, pero no lo encontró. – ¡¿Dónde está?!– se decía desesperado. – Le faltaba su corazón. – ¿Cómo voy a vivir sin mi corazón? – se repetía una y otra vez. – Ya no podré amar a nadie, hacer amigos, enemigos, ¿Qué pasará con todas mis emociones, mis placeres, sensaciones, ya no sentiré nada…? ¡Nada!
Miguel Ángel se marchó de la casa de Azerep con la esperanza de encontrar en la siguiente casa a su corazón. O por lo menos a alguien que lo ayudara a buscarlo.
Timbró y esperó un rato en lo que abrían. La casa era muy grande, pintada de un color café muy elegante. En la cochera se apreciaban tres autos, dos camionetas y una motocicleta. Había una piscina lo bastante grande como para que cinco personas pudieran nadar sin problemas. Miguel Ángel se imaginaba cómo sería la persona que atendería a la puerta simplemente con observar todas sus pertenencias. – Seguro es alguien ricachón y presuntuoso– se decía a sí mismo. – Quizás mi corazón está aquí dentro, tal vez pertenezca a un lugar con estas características – se recalcaba. -
Finalmente, la puerta se abrió y salió una mujer de mediana edad, muy atractiva físicamente, de cabello rojizo, alta, vestida con ropa muy fina, aretes, diamantes, collares, muy bien maquillada. De esas personas que transmiten su “fineza” sin siquiera decir una sola palabra.
– ¿Qué se te ofrece joven?
– Mire, lo que pasa es lo siguiente: Esta mañana me desperté muy agobiado e inquieto, ¿sabe por qué? ¿Le interesa saberlo? De cualquier forma, se lo diré. Desperté y no estaba… ¡No estaba mi corazón! No lo tenía conmigo. Se fue a alguna parte, o alguien se escabulló en la noche a mi dormitorio y me lo robó muy descaradamente mientras dormía. ¡Rateros! Así son la mayoría de las personas, ¿por qué robarse mi corazón? No lo necesita nadie más que yo. ¿No lo cree usted así? Pero bueno, vine a preguntarle si de casualidad usted no lo ha visto por alguna parte…
La mujer miraba a Miguel Ángel con una sonrisa maliciosa, lo miraba de abajo hacia arriba, una y otra vez, de sus ojos parecía que emanaba fuego. Indudablemente estaba tramando algo…
– ¿Te vendes chico?
Miguel Ángel quedó impávido; las palabras que emanaron de la boca de la mujer lo dejaron petrificado. No sabía qué responder.
– ¿A qué se refiere con que si me vendo señorita? – Respondió Miquel Ángel.
– No te hagas el inocente, sabes perfectamente a lo que me refiero. Hoy en día todos quieren aparentar algo que no son, ¿por qué ese afán de mentir? No te engañes chico, mírame a los ojos y respóndeme; ¿sí o no?
Miguel Ángel repitió para sí mismo las palabras de la mujer – Todos quieren aparentar algo que no son, ¿no es así que somos todos dependiendo de dónde nos encontremos? – La frase resonó en su cabeza al mismo tiempo que le llegaron recuerdos de numerosos momentos en los que había confiado ciegamente en alguien, sin darse cuenta que únicamente estaban aparentando para un fin en especial. Realmente habían pasado segundos desde que le formularon la pregunta, y sin embargo él había quedado sumergido en una especie de trance, como si se hubiera detenido el tiempo y esto le hubiera alcanzado para vislumbrar esas memorias que no tenían nada de agradables. Finalmente volvió en sí para responder.
– Especifíquese, ¿por qué querría yo venderme a usted? ¿Para qué me quiere? ¿Quiere que me venda para trabajar con usted en algo?
– No seas estúpido chico – recalcó con tono burlesco la mujer, – sólo quiero tu cuerpo, en pocas palabras, quiero sexo casual contigo. Dime el precio, lo pagaré, cualquier cantidad que ocupes yo la tengo. Sé perfectamente cómo complacerte, te aseguro que no te arrepentirás de lo que sentirás.
Miguel Ángel quedó más sorprendido de lo que ya estaba. Nunca antes había escuchado a alguien que le propusiera semejante cosa.
– ¿Qué sucede chico? ¿Por qué te quedas callado? Pareces mudo, ¿no te gusta que sea tan directa? Ese es el problema hoy en día