Cuentos de la pesca - Luis Ventimiglia - E-Book

Cuentos de la pesca E-Book

Luis Ventimiglia

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"No encontrarás en este libro clases de pesca ni "tips" para capturar determinadas especies. Se trata de un anecdotario. Soy un apasionado de la pesca y de todo lo que sucede alrededor de ella.  Después de 45 años pescando, imagínense si me han ocurrido cosas: desde las más graciosas y osadas, pasando por las que me dejaron un sabor amargo o las frustradas, hasta las que me permitieron conocer a personas maravillosas (expertas o no en la pesca) y ocasionales, personajes por demás interesantes.  A través de los años, fui escribiendo todas estas experiencias. Llegó el momento de compartirlas con ustedes, los lectores. La pesca es una actividad, un deporte, una pasión. Y como tal, conlleva una adrenalina difícil de describir. Pero además, tiene condimentos increíbles: mística, rituales, felicidades plenas, amistades, familia, naturaleza, sueños, corajes inconscientes, resultados asombrosos… De cada día de pesca, que empieza mucho antes del deporte en sí, queda algún aprendizaje. Siempre.  Los invito a "meterse al agua" de este espejo-libro, junto a mí. Deseo que saboreen su lectura, tanto como voy disfrutando mientras escribo" (Luis Ventimiglia - Pescador apasionado).

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Cuentos de la pesca

Cuentos de la pesca

Luis Ventimiglia

Ventimiglia, Luis

Cuentos de la pesca / Luis Ventimiglia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-8971-85-8

1. Pesca. 2. Anécdotas. I. Título

CDD 808.882

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-987-8971-85-8

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Palabras del autor

No encontrarás en este libro ni clases de pesca, ni “tips” para capturar determinadas especies. Se trata de un ANECDOTARIO.

Soy un apasionado de la pesca, y de todo lo que sucede alrededor de ella. Después de 45 años pescando, imagínense si me han ocurrido cosas…Desde las más graciosas, las más osadas, las que me han dejaron un sabor amargo, las frustradas, las que me permitieron conocer a personas maravillosas (expertas o no en la pesca) y ocasionales, personajes por demás interesantes. En fin…

A través de los años, fui escribiendo todas estas experiencias. Llegó el tiempo de compartirlas con ustedes, los lectores.

La pesca es una actividad, un deporte, una pasión. Y como tal, conlleva una adrenalina difícil de describir. Pero además, tiene condimentos increíbles: mística, rituales, felicidades plenas, amistades, familia, naturaleza, sueños, corajes inconscientes, resultados asombrosos…

De cada día de pesca, (que empieza mucho antes del deporte en sí), queda algún aprendizaje. Siempre. Los invito a “meterse al agua” de este espejo-libro, junto a mí. Deseo, saboreen su lectura, tanto como voy disfrutando mientras escribo.

Luis Ventimiglia- Pescador apasionado

Prólogo

Un verdadero placer presentarles este libro con anécdotas de “Luiggi”, un emprendedor apasionado por la pesca y las aventuras divertidas.

Él es mi cuñado, un personaje único, con miles de facetas (músico, barman, cocinero, deportista, traductor, cronista, etc.,) y con placer, puedo decir que, además de familia, a través de tantos años de pesca juntos, nos convertimos en amigos.

En estas páginas, “Luiggi” relata experiencias y desventuras en sus excursiones de pesca, algunas llenas de risas, otras con un tinte dramático, mientras nos va presentando a sus amigos y compañeros de este deporte.

A través de estas anécdotas, nos transporta a sus aventuras en diferentes lugares de Argentina, aun antes del GPS, redes sociales, ni era la cabeza y Cronista del “Cocodrilo Fishing Team”. De cuando sólo tenía un “dato”.

Con su estilo divertido, fresco y auténtico, “Luiggi” nos enseña sobre la pesca no sólo como una actividad de ocio, (él insiste que es un deporte) sino además, una forma de conectar con la naturaleza y de aprender sobre nosotros mismos. Nos muestra cómo la pasión y la determinación, son claves para alcanzar el éxito en cualquier proyecto a emprender.

Hoy, Referente, “Luiggi”, ferviente ecologista, defensor del cuidado en los ámbitos de pesca y especies que en ellos habitan; promueve la actividad sostenible de la pesca deportiva, alentando a las nuevas generaciones.

Su amor por la naturaleza nos contagia y sus aventuras nos inspiran al disfrute, mientras cuidamos del planeta que habitamos.

Así que, sin más preámbulos, los invito a sumergirse en las páginas de este libro y a recrearse en las narraciones, repletas de imágenes, mostrándonos la vida como una caja de sorpresas, y cada día, una oportunidad para aprender y crecer.

Espero que, finalizar la lectura, se sientan motivados para perseguir sus propios sueños y aventuras, con la misma pasión y entusiasmo del “Luiggi”.

¡Un abrazo Pescador!

Raul Barera Cómplice

A 1. Cuando fui pescado

Las anécdotas pueden no ser ciertas. Las que cuento en este libro, sí. Pueden exagerarse. Las que cuento, no. Vivencias que, como tantos momentos de la vida, no llegan en un orden cronológico en el tiempo. Por eso me aventuro a invitarlas a como vengan a la mente, en mis ratos como narrador, de esta especie de bitácora.

Mi padre, Isidro, no era de llevarme a pescar. Ni era frecuente en él, el gusto por este deporte. Pero recuerdo nuestra 1° vez. A los 5 ó 6 años de edad. Junto a su primo Omar Cosme “Nune” Frontera. “Nune”, a posteriori, se convirtió en mi Maestro en el “spinning” 1, permitiéndome saber de buena tinta, la especialidad. Su generosidad ha hecho hasta hacerme conocer al gran Zapico Antuña. Épocas en que trataban de locos a quienes pescábamos con muñequitos de madera.

Pleno invierno. Laguna de Bragado 2

No tengo recuerdos de si sacamos alguna pieza. Aunque sí del frío, y del por qué creo que mi viejo, a partir de ese día, no me llevó muchas veces más a una aventura como ésta.

La ansiedad que me acompaña, se ve que me ganó desde chico.

Empecé a caminar sobre el paredón que rodeaba la laguna, con tanta mala suerte (o torpeza), que pisé mal y caí al agua. Hasta acá, una historia como la de cualquier chico. Excepto que, en mi caso, llevaba puesta una campera de corderoy, de esas gruesas que usábamos en aquel entonces para contrarrestar el frío. Sumale unos 90 centímetros de profundidad en la orilla.

Isidro, junto a “Nune” haciendo fuerzas para sacarme hacia la costa: un niño con el agua hasta la pera, con un abrigo lleno de agua, que le harían pesar como 50 kilos más a mi cuerpo flaco.

Obvio. Terminé en el auto, helado, temblando, con un pullover de mi papá puesto a manera de pantalón. Fin de la jornada. Casi que ni alcanzamos a tirar las cañas.

Advertencia: llevar una muda de ropa, por si acaso.

1 Estilo de pesca para capturar peces depredadores. Generalmente, consiste en utilizar una caña con un carrete, lanzar a ciertos metros un señuelo artificial, y por medio de movimientos, provocar a los peces para que caigan en la trampa.

2 Provincia de Buenos Aires. La laguna se encuentra en las afueras de la ciudad, a solo 2 Kilómetros del centro.

A 2. La culpa no es del chancho

Laguna de Gómez3Creo que al lugar le decían “La chanchería”, frente a lo que hoy es el pesquero “La barca”. 40 años atrás.

Día de pesca, con noche incluída, en el motor-home4de Hugo Van der Wedden, Tío/Padrino de mi Compañera de vida, Nora.

Haciendo memoria, además, a la comitiva la integraba mi suegro, Raúl Barera, su hermano Carlitos, mi cuñado Raúl y el “Cale” Molino.

¿La idea original? Pescar por la tarde, comer una asadito y aguantar pescando hasta que el frío nos invitara a dormir.

En tiempos fríos, las pescas “de costa” 5en ese lugar, eran inimaginables. Los pejerreyes iban directo a las bolsas de harina, de una especie de arpillera plástica.

Luego del asado, 6 u 7 horas de pesca, hasta que el frío nos corrió.

3 bolsas repletas de pejerreyes, de alrededor de medio kilo cada uno. Imposibles de subirlas al motor-home. La decisión fue guardarlas debajo del colectivo, ya que se conservarían en perfecto estado con la helada.

Bien temprano, de mañana, la ansiedad, habitual en mí, me ganó. Me levanté solo, para volver a tirar las cañas.

Tremenda desazón al salir: ¡más de 50 cerdos de gran tamaño, comiendo los pejerreyes! Un concierto de chanchos hambrientos, tocando flautas de pescados.

A despertar a los compañeros para intentar recuperar algo, en una nueva jornada de pesca.

Advertencia: a veces, cuando te dormís, perdés. A ser más precavidos.

3 Localidad de Junín, provincia de Buenos Aires.

4 Colectivo reformado, con plazas para dormir.

5 No embarcado.

A 3. El Titanic no se hundió en 1.912

Laguna de Chasico 6

30 años atrás.

Viajamos junto a Carlos Guzmán, de José C. Paz (amigo que me regaló la pesca) y Raulito Barera.

Carlitos puso el auto: un Duna diésel. En él enganchamos nuestro 1° bote, de 2,90 m., del Astillero “Tarrab”, impulsado por un motor Dorado 8: “El Titanic””.

Mala suerte para embarcarnos, con esos vientos desmedidos que a veces nos castigan.

Medio día perdido en la costa, sin resultados.

Estudiamos los reparos de la laguna. Y el ansioso propuso.

-¡Pesquemos detrás de la isla, en “El embudo”!

En ese lugar, las dunas harían de refugio, y con la laguna calma, el combo me cerraba.

En realidad, era una península. Pero, ante el anegamiento producido por lluvias abundantes, devino en isla. Entre ella y la costa, debíamos navegar unos 1.500 m., con un oleaje considerable.

De todas maneras, las aguas cercanas a la isla, eran bajas. Equipos cargados. “Titanic” listo. Muy atinadamente, Raulito decidió no acompañarnos, así que Carlitos y yo nos aventuramos.

El motorcito, fiel y arrancador. Una navegación tranquila, cortando las olas en diagonal. De lo contrario entraría agua. Raulito nos miraba desde la costa.

Pasados unos 150 m., ya paralelos a la costa, intentábamos llegar a un lugar calmo. En busca de los generosos pejerreyes a los que nos tenía acostumbrados la laguna en aquellos tiempos.

Me abrigaba un enterito militar (aun en uso, para los días muy fríos), de esos tipo inflables.

Habrán pasado apenas 10 minutos, cuando la pata del motor, tocó el bajo fondo arenoso del lugar. El bote maniobró bruscamente, como si tuviera vida propia. Quedó paralelo a las olas (a esas alturas, garrafales). Un instante bastó para que una de ellas entrara de prepo en la embarcación, inundándola literalmente de agua.

Raulito, desesperado, corría por la costa, al ver nuestros equipos flotando y el naufragio. A sus ojos, una escena dantesca.

Claro, Raulito imaginaba unos 10 ó 15 m. de profundidad, lo que conocíamos del lugar más profundo de la laguna. Asustadísimo, no tenía el dato de que ese lugar era bajo.

Salté de la embarcación (en ese entonces, mi juventud lo permitía). El agua me daba a la altura de la ingle. Tomé la soga del ancla y llevé el “Titanic” a la rastra hasta la orilla.

Recuperamos las cajas de pesca, y todo elemento flotador de usos para tal fin.

Cuestión que, los muchachos en calzoncillos escurriendo la ropa, tendiéndolas en un alambrado (recuerden el día frío).

El fogón salvador para churrasquear, que nunca falta entre el grupo de pescadores.