Cuerpos que [no] importan - Rafael Crocinelli - E-Book

Cuerpos que [no] importan E-Book

Rafael Crocinelli

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Cuerpos que [no] importan analiza el mundo del fútbol profesional como industria del siglo XXI que forma y produce jugadores para el mercado, en el que la mayoría debe optar por un "plan B" y continuar sus trayectorias de vida ligadas a otros proyectos. Importen o no, existe un concepto nativo que ha cobrado un lugar central en el fútbol actual y permite clasificar a estos cuerpos: "biotipo". Están los cuerpos que importan, que valen (en términos deportivos y monetarios), y que se caracterizan por ser esbeltos, veloces, fuertes, con buena técnica individual, humildes, exitosos, disciplinados y sacrificados. Aquellos que no respondan al biotipo, y dispongan de esta serie de características, no podrán formar parte, reconociéndolos como los cuerpos que no importan. Asimismo, estos cuerpos van configurando las identidades masculinas, que se definen constantemente, entre las que abordar temas como la homosexualidad está totalmente vedado y donde la heteronorma es la base de las relaciones entre los futbolistas.

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RAFAEL CROCINELLI

CUERPOS QUE [NO] IMPORTAN

MASCULINIDADES, CUERPO Y BIOTIPO DEL JUGADOR DE FÚTBOL PROFESIONAL

Crocinelli, Rafael Cuerpos que [no] importan / Rafael Crocinelli. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2657-1

1. Ensayo. I. Título. CDD A864

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Capítulo 1 - Genealogía del fútbol nacional: del nacimiento de la práctica recreativa a la consolidación del fútbol espectáculo

1.1 Breve historización del fútbol argentino

1.1 Profesionalización: la institucionalización del espectáculo futbolístico

1.2.1 La corporalidad de los futbolistas

1.3 Fútbol platense: breve reseña sobre su historia

1.4 Estudiantes: fundador de una filosofía futbolística

1.5 Everton: el Decano liguista

Capítulo 2 - Cuerpos que importan para la producción capitalista

2.1 Biotipo

2.2 Cuerpos legítimos

2.3 Cuerpos abyectos

2. 3. 1. (Dis) capacitados

2.4 Presencia (s)

2.5 Disciplinamiento

2.6 Hexis corporal

2. 6. 1. Estética

2. 6. 2. Tatuajes

Capítulo 3 - Adscripción identitaria de los jugadores: guías de socialización,sacrificio, humildad y éxito, los elementos morales de los futbolistas

3.1. Referente (s) de socialización (es)

3.2. Hombría

3. 2. 1. Primer salario

3.3 Sacrificio

3. 3. 1 Humildad

3.4 Éxito

Capítulo 4 - La fragilidad del macho: homosexualidad, estigma y terror anal

4.1 Homosexualidad

4. 1. 1 Vestuario

4.2 Estigma

4.2.1 Estética

4.2.2 Emocional

4.2.3 Guapos

4.3 Terror anal

Capítulo 5 - Reflexiones finales: un anclaje crítico del fútbol profesional

5.1 Una torsión reflexiva: fútbol como productor de masculinidades

5.2 Fútbol espectáculo: producción de cuerpos dóciles y vendibles

5.3 La última jugada

Referencias bibliográficas

Sobre el autor

Agradecimientos

Al Ministerio de Cultura de la Nación que a través del Fondo Nacional de las Artes, con el Apoyo Económico de Fortalecer Cultura, apostó a los trabajos de investigación y divulgación, y financió la publicación de este libro.

A mi familia: Miriam, Claudio, Yazmín “Peti”, “Fifa”, Daniel, Eli, Lía y Mía, por el apoyo incondicional, la comprensión y presencia.

A la Facultad de Periodismo y Comunicación Social por haberme “abrazado” cuando llegué a La Plata y haberme dado una gran formación.

PRÓLOGO

Dentro y fuera de la cancha

Por Paula Ojeda

A Rafael Crocinelli lo conocí durante el mes de julio del año 2020, cuando se comunicó conmigo a fin de hacerme una entrevista en un medio de comunicación donde él trabajaba, específicamente una radio. Nos costó coordinar la nota, pero lo logramos. Desde ese momento continuamos en contacto, con charlas siempre con un tema en común que nos unía. Así fue como me adelantó, la investigación en que venía trabajando, y me entusiasmó.

Me transmitió su experiencia deportiva en Sarmiento, club en el que estuvo durante cinco años de divisiones juveniles. Ese fue un período que marcó su manera de percibir el fútbol debido a que ya no se trataba de una práctica por “diversión” sino que estaba inmerso en un proyecto deportivo como profesional, y en sus lógicas de trabajo. Como la mayoría de los deportistas vivió una adolescencia dividida entre el tiempo en la escuela y el club.

Por supuesto que luego logramos conocernos personalmente, cuando la pandemia nos dejó, y las charlas continuaron como mi entusiasmo por lo que quería transmitir desde su experiencia.

Vía correo electrónico me acercó el libro, lo leí y comprendí que Rafael había logrado lo que buscaba, trasmitir su experiencia y pensar al fútbol como una práctica configuradora de subjetividades y como un espacio donde se pueden ver y analizar cambios que operan a nivel social; encajando perfectamente con lo que vengo sosteniendo: el fútbol es también un reflejo de la sociedad.

Agradezco que el autor se comprometiera y entendiera que era necesario emprender y desarrollar una perspectiva de género para buscar, indagar, tensionar y describir la constitución de una subjetividad masculina en el espacio del deporte profesional, como así también las disputas del poder en el seno del mismo.

Para lograr su cometido, sé que dialogó y entrevistó a jugadores, ex jugadores e integrantes de los cuerpos técnicos, como entrenadores, preparadores físicos y coordina–dores de categorías infanto–juveniles, de Estudiantes de La Plata; pero con el transcurso de las observaciones fueron surgiendo algunos imponderables que soslayaban una ausencia de material pretendido en lo que respecta al trabajo de análisis de campo.

El no acceso a la intimidad de aquellos equipos fue la variable que determinó la elección del club Everton como el otro espacio para poder responder a esa demanda que requería el libro, y poder estudiar las formas de relacionarse que tienen los jugadores entre sí, en lo que es “puertas adentro”, ese mundo interior que tan velado se encuentra en las instituciones deportivas.

La asistencia cotidiana a Everton, donde jugó en las categorías Reserva y Primera entre 2016 y 2019, posibilitó la observación en aquellos actores que presentaban una historia deportiva ligada al club Estudiantes y que habían desembocado a este club amateur por diversas razones. Por todo ello, el predio Pachi Funes fue el otro sitio donde se realizaron numerosas observaciones y entrevistas con estos actores.

El abordaje de futbolistas no fue azaroso, sino que se debió al hecho de compartir diversos espacios sociales con personas pertenecientes a Estudiantes que constantemente se referían al término “biotipo” para definir a los jugadores de fútbol de la institución. De hecho, fue en La Plata y a través de conversaciones triviales en gimnasios, colectivos o canchas, con personas relacionadas al mundo del fútbol cuando logró el acceso por primera vez a este concepto.

Lo que se buscó a través de la selección de entrevistados es que sean “nativos” del club, es decir, que hayan visto su nacimiento deportivo en esta institución o que presenten una ligazón temporal extensa, para poder rastrear en sus discursos elementos y significaciones que permitan (re) conocer la perspectiva política con la que se trabaja, y de esta manera, entender los biotipos físicos que se esperan de ellos y que también reproducen en discurso y cuerpo.

Es imperioso destacar que los nombres de todas las personas de este libro fueron cambiados en función de resguardar sus historias y vivencias.

El autor trabajó sobre un concepto clave dentro del mundo de significaciones de los jugadores, proveniente de las Ciencias Naturales, como lo es el “biotipo”, pero el cual buscó conceptualizarlo desde el campo de las Ciencias Sociales. Ésta elección permitió un trabajo interdisciplinario al promover la articulación de estrategias conceptuales donde se recupera al fútbol como práctica socio–política, el análisis de masculinidades, en diálogo con la subjetividad propia del investigador y la importancia del contexto socio–histórico cultural en que la obra se enmarca.Fue fundamental el lugar de doble inscripción como futbolista y periodista que posee el autor. Por un lado, facilitó y agilizó el acceso a varias entrevistas y asistencias a los predios, pero también presentó una gran dificultad al momento de realizar el extrañamiento: ya que estaba construyendo teoría a partir de los procesos pensados, vividos y narrados en los cuales Rafael transitó.

Como consecuencia de esto último, este libro cobra dimensión simbólico–material en el momento en que decide “parar la pelota” y dar paso a una incomodidad productiva –lo que se conoce popularmente como “deconstrucción”y al análisis de las lógicas que constituyen a esta modalidad del fútbol como industria de espectáculo.

Se evidencia que son dos los objetivos principales que estructuraron este libro. El primero, la focalización en indagar y analizar las significaciones en torno a las cualidades del biotipo del jugador del fútbol profesional y reconocer las formas en que operan los rasgos de la masculinidad hegemónica en las condiciones de estructuración de estas corporalidades: es decir, de qué se trata este concepto, cómo se lo puede ver en el campo y cómo dialoga con la forma de ser futbolista profesional.

El segundo objetivo se basó en describir los modos en que el fútbol profesional reproduce lógicas masculinas y hegemonizantes, como así también refuerza los procesos de mercantilización profesional: es decir, determina cuáles son los cuerpos que importan y los que no, a la vez que va configurando una forma de ser “macho” en el fútbol. El libro se encuentra dividido en un total de cinco capítulos y la bibliografía utilizada. El primer capítulo es contextual, el que da el puntapié inicial e invita a la lectura a través de la explicación de las condiciones socio–históricas del fútbol, desde su introducción en la Argentina hasta su consolidación como deporte espectáculo a nivel nacional, arribando al estado que lo conocemos hoy en día. A su vez, se introduce la historia de los clubes en los que se llevaron a cabo las entrevistas y trabajos etnográficos, las condiciones políticas, económicas y logros deportivos que los constituyen.

En el segundo capítulo se abre el juego a las narrativas y representaciones de los interlocutores para dar lugar a las significaciones que conforman el biotipo de los futbolistas profesionales, como también de aquellos que no lograron serlo, para habilitar la explicación de los significados que circulan en torno a este discurso bio–político atravesado por una fuerte impronta mercantil que regula la validez de los cuerpos.

Esta matriz mercantilista define y selecciona cuáles son los cuerpos que importan: aquellos que responden a las cualidades de un biotipo hegemónico. Cuerpos esbeltos y con una estética determinada, que reúnan varias destrezas como la velocidad, resistencia y docilidad, para poder responder a las demandas del fútbol de siglo XXI, fundado en la mercantilización de la práctica y los mismos futbolistas.

Siguiendo esta lógica, también se abordaron las diversas corporalidades –retomando el concepto de hexis corporalque constituyen a los actores y a las múltiples masculinidades, modos de ser varón, presentes en estos clubes.

En el capítulo tres se profundizó en lo que constituye la adscripción identitaria del jugador de fútbol: cómo se compone gran parte de su imaginario y la forma de estructurar los valores morales. Para ello, se trabajó y elaboraron distintos subtítulos que analizan la iniciación de los actores en la práctica del fútbol a través de la figura paterna, el lugar ocupado por los clubes de barrio o escuelas de fútbol, y los modos de relacionarse con pares masculinos en esos espacios que va configurando, desde su infancia, una subjetividad masculina en el campo del deporte. También se aborda el análisis del rito de iniciación en la práctica profesional como símbolo de hombría y la forma en que los futbolistas (re) producen nociones acerca del sacrificio – como inmersión física –, la humildad –como valor guíay el éxito deportivo –como significación identitariaque determinan su manera de ver al deporte.

En el capítulo cuatro se hizo énfasis en la identidad y subjetividad masculina que se genera a través de las relaciones entre los futbolistas, es decir, los modos de ser “macho” en el fútbol. En este sentido, se partió del lugar ocupado por la heterosexualidad como norma, la producción de un exterior constitutivo lo abyecto en base a la homosexualidad y los sentidos que se inscriben a partir de estigmas: la antítesis puto–guapo–, y el lugar de importancia ocupado por el vestuario como escenario privilegiado para entablar los diálogos y relaciones de futbolistas. Un establecimiento constante de jerarquías que valida una masculinidad sobre otras formas de ser varón: la hegemónica. Continuando con el capítulo cinco, que aglutina algunas reflexiones y análisis del propio camino recorrido a lo largo del trabajo, como también los aportes epistemológico–temáticos de este libro.

Para finalizar, el último apartado presenta la bibliografía utilizada como así también leída o consultada, a fin de visibilizar toda una serie de trabajos que dialogan con este. Espero que disfruten de este libro y les dejo unas palabras que Rafael en una de esas charlas me transmitió “La primera vez que alguien rompió mi corazón fue un varón.

Al igual que el 97 % de los jugadores de fútbol que tampoco llegaron a jugar en un nivel profesional”.

CAPÍTULO 1

Genealogía del fútbol nacional: del nacimiento de la práctica recreativa a la consolidación del fútbol espectáculo

1.1 Breve historización del fútbol argentino

Desde su llegada de Gran Bretaña a mediados del siglo XIX, el fútbol se ha instituido como el deporte nacional en la Argentina. Este proceso se vio acompañado por el creciente arribo de una gran masa de población migrante de origen europeo, entre los que predominaban ingleses e italianos. De esta manera, importaron hábitos y costumbres, como comidas, música, bailes y, también, formas de sociabilidad propias como las competencias deportivas.

El fútbol se introdujo por dos vías simultáneas: entre las clases altas por su vinculación con los directivos de las empresas y representantes comerciales; y entre las clases medias y bajas, por los marineros y empleados del ferrocarril.

Se instala con la llegada del escocés Alexander Watson Hutton a Buenos Aires en 1882. Este profesor, venido de Gran Bretaña, incorporó el deporte dentro del programa escolar rioplatense de la escuela británica Saint Andrew´s. En este sentido, la visión educativa británica consideraba al deporte y a la competencia como herramientas claves para enseñar la disciplina e incorporar las características del sportsman como los criterios morales del fair play.

Debido a diferencias que tuvo con la institución educativa de la comunidad británica, decidió alejarse y fundar un establecimiento educativo propio, el Buenos Aires English High School, donde el deporte, y sobretodo el fútbol, tendría un lugar central. Siguiendo su ejemplo, varios colegios pasaron a incluir al fútbol como parte de sus actividades obligatorias. En 1891 se crea el primer campeonato de fútbol debido a la cantidad de equipos existentes, y por ende, al mismo tiempo, se crea la Association Argentine Football, el organismo encargado de regir el juego. Este perduró tan sólo una temporada, ya que, pese a los avances del deporte a nivel nacional, continuaba siendo exclusivamente inglés como lo denota el nombre de la asociación.

Dos años después, en 1893, la entidad futbolística resurge con el nombre de Argentine Association Football League (AAFL), bajo la dirección de Hutton, constituyéndose en el antecedente directo de lo que actualmente es la Asociación del Fútbol Argentino (A. F. A).

A fin de fomentar la educación física en los jóvenes, el Ministerio de Educación resolvió la obligatoriedad de la formación de un Club Atlético por cada institución educativa, formado por sus alumnos o ex –alumnos, en 1898. Al año siguiente, la AAFL tuvo que crear una segunda división, y en 1901, una tercera, para menores de diecisiete años debido a la expansión del deporte.

A su vez, la asociación futbolística decidió que los clubes se inscribieran en el torneo con un nombre distinto al de la institución educativa, a fin de evitar que funcionen como publicidad de los colegios.

Siguiendo esta última medida política, el equipo de Hutton dejó de llamarse Buenos Aires English High Club para pasar a ser conocido como Alumni Athletic Club, equipo que se coronó como campeón ganando todos los campeonatos que jugó entre el año de su fundación y 1911, disolviéndose en 1913, año en el cual dejó de existir. La prensa rioplatense tuvo un papel clave en la difusión del fútbol. El periódico La Argentina y la revista El Gráfico se encargaban de la difusión de la práctica, siendo los medios principales que publicaban horarios, resultados de los partidos y elogiando principios y valores asociados con el deporte. Sobre todo, El Gráfico estableció una pedagogía del deporte ilustrando a través de imágenes, que prevalecían sobre las palabras, la cultura física de la modernidad. Postulaba determinada relación entre el cuerpo y el intelecto y definía qué debe entenderse por bueno y bello. Desde esta perspectiva, el deporte es valorado por sí mismo, es una práctica moral para el cuerpo, ubicando al fútbol en la posición de cualquier otro deporte.

La versión de fútbol aficionado llegó a tener más de 300 equipos en una docena de ligas independientes solamente en Buenos Aires y sus alrededores. La juventud criolla, hijos de la primera oleada de inmigrantes, fueron quienes llevaron a cabo este proceso. La mayor cantidad de estos equipos era lo que se conoció como “equipos–clubes”, en los cuales sus juga–dores eran a la vez socios y directivos de la institución. Las necesidades para pertenecer a esas nuevas instituciones eran disponer de tiempo libre y dinero para costearse la cuota mensual. Estas experiencias quedaron adheridas a las nuevas formas de sociabilidad donde el club, la calle y, más tarde, el café, fueron formando un conjunto unitario de espacios de reunión que presentaban una característica común: eran espacios netamente masculinos, quedando al margen la presencia femenina.

La difusión de la práctica, en sintonía con la correspondiente apropiación criolla, generó que los deportistas de origen inglés comenzaran a retirarse de esta actividad. El abandono de la práctica del fútbol por la colonia inglesa y por la élite se puede asociar a un intento descontaminante y a un rechazo a participar en un mundo que aparecía descontrolado.

En este sentido, se puede señalar que los valores del sportman apuntaban a la resistencia física, al dolor, a sostener actitudes leales y caballerescas tanto hacia los propios compañeros como hacia los adversarios, a no especializarse en ningún deporte, a fomentar el esfuerzo, la disciplina y el respeto por el reglamento. La moralidad del fair play presente en los inicios del deporte moderno incluía cánones asociados a la masculinidad de la comunidad británica. Al evidenciar la apropiación y resignificación por parte de la juventud criolla, los clubes ingleses y de elite se retiran de las ligas futbolísticas y apuestan al rugby.

El fútbol dejaba de ser una práctica de la comunidad británica, para ser revalorizada de otra forma, en donde dejaba de ser el fair play el bien simbólico principal, para pasar a darle importancia al exitismo y rivalidad deportiva entre clubes y/o barrios, en su versión criolla. Crecía la imagen del jugador especializado en detrimento del sportman inglés.

Más allá del mero ejercicio de la actividad, lo que buscaban los jóvenes argentinos era la victoria y la identificación a través de la práctica del fútbol, que funcionaba como medio para ver y ser visto. De esta forma se puede observar todo un desarrollo de este deporte que conlleva una condición de género: ser un espacio exclusivamente de varones en el cual se construyen, y se refuerzan, identidades masculinas hegemónicas. A fines de la década de 1910, se destinó un flujo de dinero para atraer jugadores del interior del país hacia los equipos de la capital. Comenzaba a consolidarse lo que fue conocido como “marronismo”, que consistía en alguna forma de retribución, ya sea pago en dinero o pago en especie, a los futbolistas durante la vigencia del amateurismo, que prohibía dichas prácticas. En la segunda década del siglo XX se produce la consolidación del fútbol como espectáculo deportivo y muestra de ello es la construcción del primer estadio de cemento de Independiente (en 1928), como así del primer estadio moderno con iluminación artificial, el de Vélez Sársfield (en el mismo año). A su vez, la aparición de las transmisiones radiales y la expansión de la cantidad de socios de los clubes más importantes de Buenos Aires.

A esta altura, los términos “amateur–profesional” denotaban una dicotomía presente en el mundo deportivo. A contraposición del pago y la especialización, el término amateur hacía alusión a la práctica voluntaria sin mediación de recompensa, la libertad del jugador a dedicarse a su gusto y las prácticas de otros juegos o deportes.

El periodismo más reconocido había comenzado a exigir a los jugadores una mayor preparación física, requisito considerado necesario para dotar al juego de una mayor excelencia. Los dirigentes se fueron convenciendo sobre la necesidad del entrenamiento como medio para obtener mejores resultados y comenzaron a demandar a los jugadores en tal sentido.

La expresión “profesional” se asimilaba a quien se entrenaba según los requerimientos de los dirigentes y a quien daba “todo de sí” en la cancha. Otro de los valores que se asimiló a la profesionalización fueron la seriedad, la responsabilidad y el no abandonar el campo de juego en un partido hasta que el árbitro lo dé por finalizado. Estos cambios en el fútbol generaron conflictos laborales para los futbolistas, sobre todo para aquellos pertenecientes a las clases populares, que no podían sacrificar horas de trabajo y una porción de su sueldo para dedicarse a entrenar y jugar al fútbol exclusivamente.

La propia dinámica del creciente espectáculo parecía demandar jugadores “full time”, los cuales ya no sólo eran especializados, sino que debían potenciar y alcanzar un mayor rendimiento deportivo. Esto marcó la posibilidad de la práctica deportiva en la alta competencia una vez superada la etapa de la primera juventud, para los jóvenes de las familias trabajadoras. El fútbol comenzó a representar una nueva vía de ascenso social para las clases populares: la profesionalización era inevitable.

1.1 Profesionalización: la institucionalización del espectáculo futbolístico

La decisión de introducir el profesionalismo por la vía legal implicaba “blanquear” una situación administrativa intolerable, en la que los clubes debían valersede varios sistemas contables paralelos. Otro de los objetivos era poner fin al “golondrineo” de los jugadores, es decir, al pasaje permanente de jugadores de un club a otro, temporada tras temporada. Se suponía que la formalidad de la firma de un contrato pondría fin a tales prácticas.

En el año 1931, los futbolistas participantes de la AAAF organizaron una huelga que fue síntoma de la grave crisis de la estructura institucional del fútbol. En el marco del crecimiento del deporte, el profesionalismo encubierto, las inadecuadas instalaciones, tanto para hinchas como para jugadores, y el malestar por la “clásula cerrojo” (o “candado”: consistía en una sanción, de dos temporadas sin jugar, para el jugador que abandonase su club sin consentimiento para pasar a otro, ya que, no existía el pase libre. Se trataba de un acuerdo de “caballeros” entre los dirigentes) llevaron a los jugadores a manifestarse públicamente.

La huelga tuvo como telón de fondo la existencia y el deseo del desarrollo del espectáculo futbolístico. Jugadores, dirigentes de clubes, el Estado y el mismo público integraban un escenario común constituido por un fenómeno social convocante y en permanente crecimiento desde su nacimiento hacia fines del siglo XIX. El principal pedido de los mismos se basaba en este último aspecto, exigiendo libertad para cambiar de club sin necesidad de la autorización de su entidad de origen y contando sólo con la aprobación del nuevo club que los recibiría.

Por ello, los jugadores realizaron una asamblea general que desembocó en una marcha a la Casa Rosada para pedir la mediación del gobierno. El presidente de facto, José Uriburu, derivó la problemática al intendente de la ciudad, José Guerrico, para que se encargase del tema. Éste realizó una reunión con los presidentes de los clubes para manifestarles que huelga y profesionalismo estaban unidos, es decir, para solucionar el conflicto había que profesionalizar al fútbol oficial.

De esta manera, los clubes más grandes crearon su propia federación, la Liga Argentina de Football, considerada ilegal por el ente rector del fútbol mundial, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). La nueva liga estuvo conformada por quince equipos y puso en marcha el nuevo sistema, pero sin incorporar el pase libre. Por otro lado, la vieja asociación, ahora Asociación Argentina de Fútbol (AAF), reconocida por la FIFA, estuvo integrada por los clubes más chicos y con pocos recursos. Esto implicó la muerte de algunos de esos pequeños clubes. A diferencia de la liga de los equipos “grandes”, en esta se declaró abolida la cláusula que impedía el pase libre de jugadores entre clubes, y la asociación de futbolistas consideró resuelto a su favor el motivo que había dado origen al conflicto.

Con esta dicotomía el deporte se irá transformando en negocio. Se generalizó la contratación de jugadores del interior y del extranjero. Los clubes que tenían mayores posibilidades económicas se convirtieron en empresas poderosas, consolidando su potencialidad futbolística. Un ejemplo que permite visibilizar este proceso, es el caso de River Plate, que fue el gestor principal del ingreso al profesionalismo y contrató por 10. 000 pesos a Carlos Peucelle, en el año 1931.

La expansión del mercado interno contribuyó al desarrollo de la práctica y al consumo de bienes culturales –donde el fútbol se ubicaba como uno de los centralesel crecimiento demográfico en las principales ciudades, el aceitado sistema de transporte, el alcance de los medios de comunicación de masas, con la difusión de la radio entre 1945 y 1950, y poco tiempo después la televisión, favorecieron al crecimiento y constitución del espectáculo futbolístico.

En 1944 nace Futbolistas Argentinos Agremiados, el sindicato que se encargará de reunir y representar los derechos de los jugadores profesionales del país desde entonces hasta la actualidad. Los jugadores se fueron transformando en especialistas que debían cumplir hábitos alimentarios y cierta disciplina sanitaria. Con la institución del profesionalismo el jugador se comprometía abierta y legalmente a alcanzar eficiencia y eficacia. También el lugar ocupado en la prensa fue algo para destacar, ya que los convertía en sujetos de notoriedad. Por ello, puede afirmarse que hubo transformaciones en la percepción del status social del futbolista, asemejado a un artista que debía ser recompensado según sus habilidades.

Además de la incidencia de la prensa, también es pertinente remarcar el lugar ocupado por el fútbol como práctica social. Al respecto Frydenmberg analiza (2005: 87): “Paralelamente, la convocatoria al espectáculo se fue transformando en evento familiar y ´natural´, dentro de la rutina semanal, insertándose en el universo de la vida cotidiana y de su escenario urbano”.

El modelo dominante y “natural” de los jugadores adultos era el del buen padre y trabajador, un hombre de familia y barrio. De esta manera se puede analizar una masculinidad asociada al lugar proveedor del varón en la familia.

Un elemento trascendental en la consolidación del fútbol como espectáculo tiene que ver con la sanción de lo que se conoció mundialmente como la Ley Bosman1, lo que termina de consolidar al fútbol como un negocio mundial. Ésta nueva ley posibilitó la libre circulación de jugadores de la Unión Europea transformando la política de traspasos de las ligas europeas. A partir de ese momento los jugadores europeos no serían considerados como extranjeros, y se registraron fichajes millonarios a nivel internacional.

En la actualidad, este es un tema que tiene en vilo a las distintas ligas del mundo. Por ejemplo, en Inglaterra el cupo máximo para futbolistas extranjeros es de 17, y se está buscando reducirlo a 12. En el caso del fútbol argentino2, el actual cupo de futbolistas extranjeros es de seis plazas.

1.2.1 La corporalidad de los futbolistas

Otro de los cambios registrados con la profesionalización y en relación con la institucionalización del fútbol como espectáculo tiene que ver con la corporalidad de los jugadores. Si se observan las fotografías de las formaciones de los equipos, se pueden encontrar notorios cambios ocurridos entre 1925–1935.

Las nuevas modificaciones tenían que ver con la homogeneidad de la indumentaria y el peinado de los jugadores. La pulcritud (tanto del uniforme como corporal) era un símbolo valorado en el imaginario de los actores de aquella época.

Como pude indagar a través de una entrevista al escritor y periodista Carlos Aira, autor del libro “Héroes de tientoHistorias del fútbol argentino 1920–1930”, los jugadores utilizaban el corte de pelo “americano”, que consistía en un cabello corto a sus costados, más largo arriba, peinado con gomina hacia uno de sus costados y la cara perfectamente afeitada. El vello facial va a comenzar a ser utilizado recién en la década de 1960.

Hacia mediados los años veinte, los pantalones y medias solían ser diferentes entre los jugadores de un mismo equipo, se usaban boinas y los peinados diferían notablemente. Los pantalones que se utilizaban tenían suspensores y esto tiene una relación directa con el material que conformaba la pelota: tiento. Al ser muy pesada recibir un golpe inguinal podía ser letal, al punto, de terminar con la vida del jugador. A su vez, la utilización de la boina era con el fin de proteger el sector de la frente y los parietales de los jugadores cuando tuvieran que cabecear la pelota durante los partidos.

La boina va a utilizarse hasta que los árbitros británicos, en el año 1949 la prohibieron debido a que no podían identificar la identidad de los jugadores y es por eso se comenzó a utilizar el sistema de enumeración, con los correspondientes números en las espaldas.

En lo que respecta al objeto principal de la práctica, se registra un cambio considerable cuando comienza a jugarse con la pelota llamada “superball”, desaparece el tiento, y se la utiliza con pico y costuras invisibles por lo que cambia la manera de vestir al no tener que tomar precauciones contra el tradicional tiento.

Durante esa época, los jugadores usaban camisas. Esta manera de vestir denotaba “clase”, elitismo y una costumbre británica. Estudiantes de La Plata fue la primera institución en hacer uso de esa vestimenta, siendo reconocida por varios clubes y replicando su manera de vestir a los jugadores.

Más adelante, la utilización de los cordones en las camisetas también va a desaparecer debido a que eran percibidos como símbolos del amateurismo.

A partir de los 60 sí va a haber una manufactura que se dedique a la industria del espectáculo deportivo, donde se va a generar una competencia entre empresas internacionales como Adidas y Puma que se van a disputar el mercado. Las lógicas capitalistas atravesaban toda la esfera deportiva y el fútbol se convertía en un mercado más hasta alcanzar niveles nunca antes conocidos.

Una clara muestra (más) de ello, propia del siglo XXI, y tal cual se profundizará en este libro, es la introducción en la esfera deportiva de la palabra biotipo para condensar a través de esta palabra una serie de significados y valores que definen aquellos modelos corporales deseados y seleccionados para el fútbol profesional. La mercantilización del juego y de los cuerpos ha ido adentrándose de una manera progresiva en esta práctica con el paso de las décadas.