Dios te escucha - Alyson Kieda - E-Book

Dios te escucha E-Book

Alyson Kieda

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Porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocará en todos mis días. —Salmo 116:2 ¿Cómo sabes que Dios te oye cuando clamas a Él? Me refiero a oírte de verdad. Puedo contar con los dedos de una sola mano las veces en las que a lo largo de mi vida, Dios reveló de manera específica y personal que, sin duda, escucha mi clamor. En cada momento, percibí cómo Dios se acercaba a asegurarme que, por cierto, Él oye. Y no sólo oye, sino que también responde. A pesar de estos recuerdos que apuntalan la fe, en gran parte de mi vida cotidiana, todavía me siento desoída, mientras me quejo y lucho y hasta a veces lloriqueo. Cuando el silencio de Dios desciende, voy más allá de mi propia historia para ver cómo Él ha escuchado a su pueblo a través de las generaciones. Grabados a lo largo de los milenios, encontramos miles de instancias del oído de Dios inclinado a escuchar. Hoy el Espíritu de Dios escucha los gemidos de toda su creación, mientras aguardamos nuestra unión final con Él (Romanos 8:26-27). Dios oye. En 1 Juan 5:14, leemos: "si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye". La palabra griega traducida "oye", akoúo, significa prestar atención y responder a lo que se escuchó. Más que sugerir una "fórmula" que garantice que Dios concederá todas nuestras peticiones, Juan nos insta a orar con confianza, porque el corazón de Dios está inclinado hacia nosotras. Dios oye de una manera orientada a la acción, y desea responder en amor. Akoúo. Dios oye. El título y el primer artículo de este libro celebran la realidad de que Dios oye a la mujer. Una y otra vez en la Biblia, Dios oye las necesidades de las mujeres —tanto a las que se llama por nombre como a las que aparecen anónimas— y responde para suplirlas. Jesús interactúa con mujer tras mujer, ofreciéndole agua a una ultrajada mujer junto a un pozo, devolviéndole un hijo que estaba poseído por demonios a su madre angustiada, recibiendo la ofrenda derramada de María de Betania, consolando en el primer encuentro luego de la resurrección el corazón roto de María Magdalena. Que a medida que leas las palabras de cada devocional en este libro, escrito por mujeres como tú para mujeres como tú, puedas percibir cómo Dios inclina su oído a tu corazón. Dios oye. Dios oye a la mujer. Y como Dios oye y oye a la mujer, puedes estar segura de que Dios te oye a ti. Esto sí que es algo bien personal. Elisa Morgan

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365 devocionales

de mujeres para mujeres

Nuestro Pan Diario

Prólogo

Porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocará en todos mis días. —Salmo 116:2

¿Cómo sabes que Dios te oye cuando clamas a Él? Me refiero a oírte de verdad.
Puedo contar con los dedos de una sola mano las veces en las que a lo largo de mi vida, Dios reveló de manera específica y personal que, sin duda, escucha mi clamor:
mis oraciones por un hijo —como las que hacía Ana— fueron respondidas después de casi cinco años a través de la adopción;mis ruegos nocturnos por un adolescente que no respetaba el horario de volver a casa fueron respondidos cuando ese hijo por fin regresó;mis oraciones —junto con las de otros— por la necesidad financiera de un ministerio fueron respondidas cuando llegó por correo un generoso cheque (y todos estallamos en alabanza);mis clamores desesperados para que Dios protegiera a mi esposo de una crisis de salud y me llevara de regreso a su lado desde otro continente, y llegué y lo encontré con vida.
En cada momento, percibí cómo Dios se acercaba a asegurarme que, por cierto, Él oye. Y no sólo oye, sino que también responde.
A pesar de estos recuerdos que apuntalan la fe, en gran parte de mi vida cotidiana, todavía me siento desoída, mientras me quejo y lucho y hasta a veces lloriqueo. Cuando el silencio de Dios desciende, voy más allá de mi propia historia para ver cómo Él ha escuchado a su pueblo a través de las generaciones.
Grabados a lo largo de los milenios, encontramos miles de instancias del oído de Dios inclinado a escuchar:
a Lea y Raquel, cuando clamaban pidiendo un hijo (Génesis 30:17, 22);a Israel, cuando gemía en la esclavitud (Éxodo 2:24);a Moisés, cuando intercedía por su pueblo en el Monte Sinaí (Deuteronomio 9:19);a Josué, cuando lideraba la batalla en Gilgal (Josué 10:14);a David, cuando clamaba para ser librado de Saúl (2 Samuel 22:7).
Y más adelante, en el Nuevo Testamento, cuando el Verbo —Jesús— se hizo carne, caminó por esta tierra y escuchó (Juan 1:14).
Hoy el Espíritu de Dios escucha los gemidos de toda su creación, mientras aguardamos nuestra unión final con Él (Romanos 8:26-27).
Dios oye.
En 1 Juan 5:14, leemos: «si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye». La palabra griega traducida «oye», akoúo, significa prestar atención y responder a lo que se escuchó. Más que sugerir una «fórmula» que garantice que Dios concederá todas nuestras peticiones, Juan nos insta a orar con confianza, porque el corazón de Dios está inclinado hacia nosotras. Dios oye de una manera orientada a la acción, y desea responder en amor. Akoúo. Dios oye.
El título y el primer artículo de este libro celebran la realidad de que Dios oye a la mujer. Una y otra vez en la Biblia, Dios oye las necesidades de las mujeres —tanto a las que se llama por nombre como a las que aparecen anónimas— y responde para suplirlas. Jesús interactúa con mujer tras mujer, ofreciéndole agua a una ultrajada mujer junto a un pozo, devolviéndole un hijo que estaba poseído por demonios a su madre angustiada, recibiendo la ofrenda derramada de María de Betania, consolando en el primer encuentro luego de la resurrección el corazón roto de María Magdalena.
Que a medida que leas las palabras de cada devocional en este libro, escrito por mujeres como tú para mujeres como tú, puedas percibir cómo Dios inclina su oído a tu corazón. Dios oye. Dios oye a la mujer. Y como Dios oye y oye a la mujer, puedes estar segura de que Dios te oye a ti. Esto sí que es algo bien personal.
Elisa Morgan

1 de enero

Dios oye

1 Samuel 1:9-20

Pero Ana hablaba en su corazón, […] y su voz no se oía… —1 Samuel 1:13

Un día, le dije que iba a leer durante un rato uno para adultos, y que después, volveríamos a ver otras historias juntas. Abrí mi libro y empecé a leer en silencio. Poco después, ella me miró extrañada y observó: «Mami, me parece que no estás leyendo de verdad». Supuso que, como no hablaba, no estaba procesando las palabras.
Tal como sucede con la lectura, la oración también puede ser silenciosa. Ana, que anhelaba tener un hijo, visitó el templo y «hablaba en su corazón» mientras oraba. Movía los labios, pero «su voz no se oía» (1 Samuel 1:13). El sacerdote Elí vio lo que pasaba, pero no entendió. Entonces, ella le explicó: «he derramado mi alma delante del Señor» (v. 15). Dios oyó el pedido de oración silencioso de Ana y le dio un hijo (v. 20).
Nuestro Dios omnisciente escudriña nuestro corazón y nuestra mente, y oye cada plegaria; incluso las silenciosas. Podemos orar con confianza, sabiendo que Él oirá y responderá (Mateo 6:8, 32). Por esta razón, podemos alabar a Dios, pedirle que nos ayude y agradecerle por todas sus bendiciones; aun cuando nadie más nos oiga. Si alguien nos ve hablando con el Señor, puede afirmar con seguridad: «¡Dios la escucha!». Jennifer

2 de enero

Lo viejo y lo nuevo

Gálatas 5:16-23

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. —2 Corintios 5:17

Los buenos propósitos en enero son perder peso, hacer más ejercicio, dejar de hablar por el teléfono móvil mientras se está conduciendo.
Queremos cambiar las cosas en nuestra vida que nos hacen infelices… aun cuando la mayoría de los buenos propósitos para el año nuevo no duran más de tres semanas.
¿Qué pasaría si pudieras preguntarle a Dios qué es lo que Él quiere que cambies, mejores o comiences a hacer este año? Podría ser que Él te dijera que:
muestres más del fruto del Espíritu en tu vida, el cual es «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22-23);ames a tus enemigos, bendigas a los que te maldicen, hagas bien a los que te aborrecen, y ores por los que te persiguen (Mateo 5:44);vayas por todo el mundo y prediques el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15);estés «contenta con lo que tienes ahora (Hebreos 13:5);
Como creyentes y nueva creación, podemos ser libres de los antiguos patrones y fracasos. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a vivir cada día en el poder del Espíritu Santo. Entonces, podemos desechar lo viejo y adoptar lo nuevo (2 Corintios 5:17). Cindy

3 de enero

Sin apetito

Nehemías 8:1-12

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. —1 Pedro 2:2

Cuando los israelitas volvieron después de 45 años de exilio en la lejana Babilonia, su apetito espiritual estaba debilitado (Nehemías 8:1-12). Se habían alejado de Dios y sus caminos. Para que el pueblo recuperara la salud espiritual, Nehemías organizó un seminario bíblico, y Esdras fue el maestro.
Esdras leyó del libro de la ley de Moisés desde el amanecer hasta el mediodía, para alimentar al pueblo con la verdad de Dios (Nehemías 8:3), y todos escucharon atentamente. Es más, su apetito por la Palabra de Dios se despertó de tal manera que los jefes de familia, los sacerdotes y los levitas se reunieron al día siguiente con Esdras para estudiar la ley de manera más detallada, porque querían entenderla mejor (v. 13).
Cuando nos sentimos separadas de Dios o espiritualmente débiles, podemos hallar alimento espiritual en su Palabra. «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:2). Pídele al Señor que renueve tu deseo de tener comunión con Él, y empieza a alimentar tu corazón, alma y mente en su Palabra. Poh Fang

4 de enero

La esperanza nozomi

2 Corintios 4:7-18

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios… —2 Corintios 4:7

En 2011, un terrible terremoto y el sunami resultante destruyeron 230.000 hogares y cerca de 19.000 vidas en una región al noreste de Tokio. Luego del desastre, nació The Nozomi Project [El proyecto nozomi], llamado así por la palabra japonesa para «esperanza», a fin de brindar un ingreso sostenible, y recuperar la comunidad, la dignidad y la esperanza en un Dios que provee.
Las mujeres de este proyecto buscan entre las ruinas para descubrir fragmentos de vajilla, los cuales lijan y engarzan para crear joyas, las cuales se venden en todo el mundo. Esto brinda sustento a estas mujeres y comparte símbolos de su fe en Cristo.
En la época del Nuevo Testamento, se acostumbraba esconder objetos de valor en el insólito contenedor de una simple vasija de arcilla. Pablo describe cómo el tesoro del evangelio está contenido en la fragilidad humana de los seguidores de Cristo: vasos de barro (2 Corintios 4:7). Esto sugiere que las vasijas débiles —incluso rotas— que son nuestras vidas pueden revelar el poder de Dios al contrastarlo con nuestras imperfecciones.
Cuando Dios habita en las piezas imperfectas y rotas de nuestras vidas, la esperanza sanadora de su poder suele hacerse más visible. Su obra reparadora en nuestro corazón no esconde nuestras imperfecciones, pero quizá esas marcas hacen que los demás puedan ver el carácter de Dios. Elisa

5 de enero

Tiempo a solas con Dios

Mateo 14:13-23

… [Jesús] subió al monte a orar aparte… —Mateo 14:23

Casi una docena de niños hablaban y jugaban. Con tanta actividad, empezó a hacer calor en la habitación, y abrí la puerta. Un muchachito consideró que esa era su oportunidad de escaparse. Cuando estaba por alcanzarlo, no me sorprendió que estuviera yendo derecho hacia los brazos de su papá.
Este niño hizo lo que todos necesitamos hacer cuando la vida se vuelve ardua y angustiosa: se escabulló para estar con su padre. Jesús buscaba oportunidades para pasar tiempo en oración con su Padre celestial. Podría decirse que esta era la manera en que soportaba las demandas que consumían su energía humana. Una vez, fue a un lugar solitario cuando lo seguía una multitud. Al ver sus necesidades, los sanó y les dio de comer. Sin embargo, después de eso, «subió al monte a orar aparte» (Mateo 14:23).
Aunque Jesús ayudó muchas veces a una gran cantidad de personas, no permitió que esto lo agotara ni lo apresurara, sino que alimentaba su comunión con Dios por medio de la oración. ¿Y tú? ¿Dedicarás tiempo a estar a solas con Dios para experimentar la fortaleza y la satisfacción que solo Él ofrece? Jennifer

6 de enero

Motivadas por Dios

1 Reyes 8:54-63

Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos… —1 Reyes 8:58

Hace unos meses, recibí un email donde me invitaban a unirme a una comunidad de «personas motivadas». Busqué la palabra «motivado», y descubrí que se refiere a alguien determinado a triunfar y a trabajar duro para lograrlo.
¿Es bueno ser una persona motivada? Hay una prueba que nunca falla: «hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Piensa en lo que sucedió después del diluvio de la época de Noé. Algunas personas decidieron construir una torre para hacerse famosas y evitar ser esparcidas por el mundo (Génesis 11:4). Su motivación era incorrecta.
En cambio, cuando el rey Salomón dedicó el arca del pacto y el templo recientemente edificado, declaró: «he edificado la casa al nombre del Señor» (1 Reyes 8:20). Después, oró: «Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos» (v. 58). Salomón estaba motivado por Dios.
Que sea «perfecto [nuestro] corazón para con el Señor nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos» (v. 61). Entonces, seremos la clase de mujeres con una motivación correcta. Keila

7 de enero

El Rey pudo hacerlo

Mateo 19:16-26

… para Dios todo es posible. —Mateo 19:26

De niña, tenía un libro preferido de versos infantiles. Recuerdo en particular a Humpty Dumpty, al que me imaginaba como una criatura grande, con cuerpo en forma de huevo, cara pintada y brazos y piernas delgados, balanceándose alegremente sobre un muro. Entonces, se cayó y se rompió en incontables pedazos. De niña, sentía lo desesperanzado de la situación siempre que leía que «no pudieron componer a Humpty Dumpty otra vez».
He conocido a Cristo como Salvador y Señor desde la niñez. He experimentado su poder y sus manos tiernas restaurando las piezas rotas de mi vida y de las vidas de otros. He sentido el gozo de ver a muchos mal llamados «desesperanzados adictos a las drogas» hechos nuevas personas en Cristo. Como resultado, le he agregado una línea a los versos de Humpty Dumpty: «Lo que los caballos y los hombres del rey no pudieron hacer, el Rey pudo hacerlo!».
¿Te sientes destrozada y quebrantada hoy, o está así alguien que amas? Recuerda, no hay nadie irremediable ni por encima del auxilio salvador de Dios. Jesús dijo: «Para Dios todo es posible» (Mateo 19:26).
Cuando las piezas rotas de la vida parecen irreparables, no desistas. Tenemos un Rey que puede volver a componer a toda persona. Joanie

8 de enero

Pasión desatada

Hechos 9:1-9

… prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. —Filipenses 3:12

Emmett J. Scanlan, el actor que hizo de Saulo en la serie de televisión A.D. The Bible Continues [d.C., La Biblia continúa], representó los esfuerzos de Saulo por eliminar a los creyentes en Jesús de una manera que me hizo estremecer. ¡Me costaba entender que este hombre se transformaría en el amado apóstol Pablo!
Sin embargo, cuando Saulo se encontró con Jesús mientras iba a Damasco, todo cambió. Y apenas le fue restaurada la vista y se confirmó su llamado, Pablo, con su nuevo nombre, volvió a zambullirse con pasión en su tarea. Solo que, esta vez, estaba a favor de Jesús en lugar de en su contra (Hechos 9:21).
Pablo era un hombre de convicción y de pasión irrefrenable. Hoy, personas de todo el mundo leen sus cartas para hallar guía e instrucción en la fe cristiana. Su pasión sigue haciendo eco a través de las edades (Filipenses 3:12).
¿Cómo sería el mundo si viviéramos para Dios con pasión, convicción y celo? El mundo aguarda la respuesta: «Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios» (Romanos 8:19).
Que al igual que con Pablo, ¡la pasión por Dios fluya de nosotras mientras la creación se regocija en la revelación de la maravillosa obra de Dios! Remi

9 de enero

No se olvida de mí

Salmo 13

Nuestra alma espera al Señor; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. —Salmo 33:20

Esperar resulta siempre difícil; pero cuando pasan días, semanas y meses sin que nuestras oraciones parezcan tener respuesta, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Las preocupaciones parecen inmensas, y las horas de oscuridad, interminables. El agotamiento hace que parezca imposible enfrentar el nuevo día.
El salmista se angustiaba con la espera (Salmo 13:1). Se sentía abandonado, como si sus enemigos estuvieran triunfando (v. 2). Es fácil desanimarse cuando esperamos que Dios resuelva una situación difícil o responda una oración repetida varias veces.
Satanás susurra que el Señor nos ha abandonado y que nada cambiará. Tal vez seamos tentadas a caer en la desesperación. ¿Para qué molestarnos en leer la Biblia u orar? ¿Para qué esforzarnos para adorar junto con otros creyentes en Cristo? Sin embargo, en la espera es cuando más necesitamos nuestros salvavidas espirituales, ya que estos nos mantienen aferradas al amor de Dios y nos vuelven sensibles a su Espíritu.
El salmista tenía un remedio: se centraba en todo lo que sabía sobre el amor de Dios, evocaba las bendiciones del pasado y alababa deliberadamente al Señor, quien no se olvidaría de él. Nosotras podemos hacer lo mismo porque nunca somos olvidadas. Marion

10 de enero

Mezcla de fe y duda

Salmo 42

¿Por qué te abates, alma mía…? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez… —Salmo 42:11

Cuando mi buena amiga Sharon murió en un accidente automovilístico, se me destrozó el corazón. Me da vergüenza admitirlo, pero cuando las circunstancias de la vida duelen tanto, mi fe a menudo se mezcla con la duda. Cuando Sharon murió, clamé a Dios con estas preguntas:
Señor, la verdad no te entiendo. ¿Por qué has permitido esta muerte? [El] entendimiento [del Señor] es inescrutable» (Isaías 40:28). «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor» (Isaías 55:8).
Señor, no te puedo comprender. Me pregunto si has dado la espalda al mundo. «Sentado está Dios en su santo trono» (Salmo 47:8) y «domina con su poder para siempre» (Salmo 66:7).
Señor, sé que estás gobernando este mundo, pero ¿no te importa el dolor? ¿Te has olvidado de ser bueno? Yo soy «bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que [me] invocan» (Salmo 86:5).
Sí, Señor, has sido bueno conmigo en incontables maneras, incluso cuando escuchas mis dudas y preguntas sobre ti.
Puede que las respuestas que Dios nos da en su Palabra no alejen nuestra tristeza, pero siempre podemos descansar en la verdad de que Él es sabio, soberano y bueno. Anne

11 de enero

Alguien en quien confiar

Proverbios 20:6

… un hombre digno de confianza, ¿quién lo hallará? —Proverbios 20:6(lbla)

«No puedo confiar en nadie —sollozó mi amiga—. Cada vez que lo hago, me lastiman». Su historia me hizo enojar. Un exnovio, en el cual pensaba que podía confiar, había empezado a esparcir rumores sobre ella cuando se alejaron. Como le costaba confiar después de una infancia dolorosa, esta traición pareció confirmar que no se puede confiar en nadie.
Su historia me dolió y me recordó momentos de traición inesperados en mi propia vida. La Escritura habla con franqueza sobre la naturaleza humana. En Proverbios 20:6, el autor expresa el mismo lamento que mi amiga, dejando constancia para siempre del dolor de la traición.
Lo que sí pude decirle es que la crueldad de los demás es tan solo parte de la historia. Aunque las heridas que nos infligen son reales y dolorosas, a través de Jesús, el amor genuino es posible. En Juan 13:35, Jesús les dijo a sus discípulos que el mundo sabría que eran sus seguidores debido al amor que ellos demostraran. Aunque algunos quizá nos lastimen, también habrá personas que nos muestren el amor del Señor, nos apoyen de forma incondicional y nos cuiden. Al descansar en su amor infalible, podemos hallar sanidad, comunión y valor para amar a otros como Él nos amó. Monica

12 de enero

Compasión completa

2 Corintios 1:3-7

[Dios] nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación… —2 Corintios 1:4

Después de una época tumultuosa en su vida, Bethany Haley Williams luchaba con la vergüenza y la desolación. La travesía fue difícil, pero a través de Jesús, experimentó una sanidad que transformó su vida.
Impulsada por la gracia y la misericordia que había recibido, Bethany fundó Exile International, una organización sin fines de lucro que implementa terapia artística-expresiva y cuidado rehabilitador a largo plazo para restaurar y fortalecer a los niños afectados por la guerra en África. Respecto a sus esfuerzos, Bethany dijo: «Cuando tu mayor dolor se transforma en tu mayor ministerio, la gracia completa el ciclo».
Hoy, Bethany dedica su vida a poner en práctica las palabras de 2 Corintios 1:3-4. Después de recibir el consuelo de Dios, ahora puede darles a otros «el mismo consuelo que Dios [le] ha dado a [ella]» (v. 4NTV).
Dios conoce nuestros sufrimientos y desgracias, y nos acompaña en el dolor. Él es misericordioso, amoroso y está atento a nuestras necesidades; y puede usar cualquier experiencia para levantar y ayudar a otros que lo necesiten.
No importa lo que hayamos hecho o lo que estemos enfrentando, Dios está allí para prodigarnos su compasión y su amor… regalos que podemos compartir con los demás. Roxanne

13 de enero

Sin público

Mateo 6:1-7

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos… —Mateo 6:1

Según una leyenda, una noche de invierno, el programa anunciaba que el compositor Juan Sebastián Bach interpretaría una obra nueva escrita por él. Llegó a la iglesia pensando que estaría repleta, pero se enteró de que no había ido nadie. Sin dudar un instante, Bach les dijo a sus músicos que harían la presentación tal como lo habían planeado. Todos se ubicaron en sus lugares, Bach tomó la batuta, y de inmediato, la magnífica música llenó todo el edificio.
Esta historia me hizo reflexionar: ¿Escribiría yo si Dios fuera mi único público? ¿En qué cambiarían mis escritos?
Cuando escribo artículos devocionales, trato de mantener en mente a los lectores porque deseo expresar algo que ellos quieran leer y que los ayude en su sendero espiritual.
Dudo que David, el «escritor de devocionales» cuyos salmos leemos en busca de consuelo y aliento, tuviera en mente a los «lectores». Al único al que apuntaba era a Dios.
Ya sea que nuestras «justicias», mencionadas en Mateo 6, sean obras de arte o acciones serviciales, debemos mantenernos enfocadas en que son algo entre nosotras y Dios. No importa si los demás las ven o no. Él es nuestro público. Julie

14 de enero

Anillos y gracia

Hebreos 8:6-13

… nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. —Hebreos 8:12

Cuando me miro las manos, recuerdo que perdí mis anillos de compromiso y de boda. Estaba haciendo varias cosas mientras empacaba para un viaje, y todavía no tengo idea de dónde terminaron.
Me aterraba contarle mi error a mi esposo, porque me preocupaba cómo lo afectaría la noticia. Sin embargo, respondió con más compasión e interés por mí que preocupación por los anillos. No obstante, ¡a veces, todavía quiero hacer algo para ganarme su favor! Él, por el contrario, no me lo echa en cara.
Muchas veces, recordamos nuestros pecados y sentimos que tenemos que hacer algo para ganarnos el perdón de Dios. Pero el Señor dijo que es por gracia, y no obras, que somos salvas (Efesios 2:8-9). Tenemos un Dios que perdona y no recuerda más el mal que hicimos.
Tal vez nos dé tristeza nuestro pasado, pero tenemos que confiar en su promesa y creer que su gracia y su perdón son reales a través de la fe en Jesucristo. Esta noticia debe llevarnos a la gratitud y la seguridad que son resultados de la fe. Cuando Dios perdona, olvida. Keila

15 de enero

Preparativos

Juan 14:1-6

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo… —Juan 14:3

Mientras veíamos el cuerpo de mi suegro en su ataúd en la funeraria, uno de sus hijos puso el martillo de su padre al lado de sus manos. Años después, cuando murió mi suegra, uno de sus hijos deslizó un par de agujas de tejer entre sus dedos. Esos tiernos gestos nos reconfortaron, al recordar la frecuencia con que ellos habían usado esos elementos durante sus vidas.
Sabíamos, por supuesto, que no iban a necesitar esas cosas en la eternidad. ¡No podemos llevarnos nada! (Salmo 49:16-17; 1 Timoteo 6:7).
Sin embargo, mis suegros sí habían necesitado cierta preparación para la eternidad, que llegó años antes cuando confiaron en Jesús como su Salvador. Los preparativos para la vida futura no pueden comenzar cuando morimos. Cada persona debe preparar su corazón, aceptando el regalo de la salvación que se hizo posible por el sacrificio de Jesús en la cruz.
Dios también ha hecho preparativos: «Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:3). El Señor ha prometido prepararnos un lugar para que vivamos eternamente con Él.
¿Has hecho preparativos para Él? Cindy

16 de enero

Destruir lo que divide

Josué 7:1-12

… No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas […] destinadas para ser destruidas. —Josué 7:12(NTV)

Se aproximaba una fecha de entrega, y una discusión que había tenido con mi esposo me daba vueltas por la cabeza. Me quedé mirando el cursor parpadeante, mientras pensaba: Él también estuvo equivocado, Señor.
Cuando la pantalla de la computadora se apagó, vi mi reflejo enfadado. Mis errores sin reconocer entorpecían mi trabajo y dañaban mi relación con mi esposo y con Dios. Tomé el teléfono, me tragué el orgullo y pedí perdón. Saboreando la paz de la reconciliación, le di gracias a Dios y terminé mi artículo a tiempo.
Los israelitas experimentaron el dolor del pecado personal y el gozo de la restauración. Josué les advirtió que no se enriquecieran en la batalla por Jericó (Josué 6:18), pero Acán robó y escondió en su tienda algunas cosas del botín (7:1). Solo después de que su pecado fue descubierto y juzgado (vv. 4-12), la nación pudo reconciliarse con Dios.
Como Acán, no siempre pensamos que «guardar pecado en nuestra tienda» aleja nuestro corazón de Dios y afecta a quienes nos rodean. Reconocer a Jesús como Señor, admitir nuestro pecado y pedir perdón proporcionan el cimiento para relaciones saludables con Dios y los demás. Al someternos a diario a nuestro amoroso Creador, podemos servirlo y disfrutar de su presencia… juntos. Xochitl

17 de enero

Una vida coherente

Job 40:1-14

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?… —Job 38:4

Cuando preparo mi casa para algún evento especial, me desanimo porque creo que mis invitados no se dan cuenta de que limpio; solo notan cuando ven algo sucio. Esto me trae a la mente una pregunta filosófica y espiritual más importante: ¿Por qué los humanos ven con más facilidad lo que está mal que lo que está bien?
Pero luego, me doy cuenta de que actúo igual con Dios. Suelo concentrarme en lo que no ha hecho, en lo que no tengo y en las situaciones que todavía están sin resolver.
El libro de Job me recuerda que al Señor no le gusta esto, al igual que a mí. Después de años de prosperidad, Job sufrió una serie de desastres. De repente, estas cosas se transformaron en el centro de su vida y sus conversaciones. Por último, Dios intervino y le hizo a Job varias preguntas difíciles, recordándole su soberanía y todo lo que aquel patriarca no sabía ni había visto (Job 38–40).
Cuando empezamos a concentrarnos en lo negativo, procuremos detenernos a considerar la vida de Job, y notar las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo. Julie

18 de enero

Amor sin fronteras

3 Juan 1-11

Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos.—3 Juan 5

La primera vez que experimenté la belleza del cuerpo global de Cristo fue cuando viajé de Sudáfrica a Malasia como maestra. En aquel país, con sus diversas religiones y creencias culturales, descubrí un hogar espiritual lejos de mi hogar. Desde que entré a la pequeña iglesia al final del camino, me recibieron con calidez y me trataron como parte de la familia. A miles de kilómetros del lugar donde crecí, conocí personas con el mismo espíritu y el mismo amor por Jesús.
Dios le da gran valor a nuestro trato favorable hacia los creyentes que no están en nuestra iglesia local, y eso nos lleva a Gayo, en 3 Juan. Juan lo felicitó por su fidelidad a la verdad del evangelio, expresada mediante su cuidado generoso y su recibimiento a los maestros itinerantes (vv. 3-6) que iban de una ciudad a otra enseñando el evangelio (vv. 7-8).
No hay nada como viajar a una ciudad o país distinto y encontrarse con otro creyente en Jesús. Dios anhela que nos concentremos en Él y nos recibamos unos a otros con alegría. ¡Esto es el amor sin fronteras! Ruth

19 de enero

Círculos de oración

Lucas 18:9-14

Cualquiera que se enaltece, será humillado. —Lucas 18:14

Las niñas de sexto grado hicieron un círculo y oraron unas por otras en el grupo de estudio bíblico. «Padre que estás en el cielo —oró Ana—, por favor, ayuda a Antonia que no esté tan loca por los muchachos». Antonia añadió con una risita: «Y ayuda a Ana a que deje de actuar tan mal en la escuela y que no moleste a otros niños». Luego, Talía oró: «Señor, ayuda a Antonia a escuchar a su mamá en vez de responderle mal siempre».
Aunque las peticiones eran reales, las niñas parecían disfrutar molestando a sus amigas, señalando sus errores delante de los demás en vez de preocuparse por su necesidad de la ayuda de Dios. La líder del grupo les recordó sobre la seriedad de hablar con el Dios todopoderoso y la importancia de evaluar sus propios corazones.
Si usamos la oración para señalar las faltas de los demás mientras ignoramos las nuestras, somos como el fariseo en la parábola de Jesús, que oró: «Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano» (Lucas 18:11). En cambio, debemos ser como el hombre que le pidió a Dios que tuviera misericordia de él, «un pecador» (v. 13).
La forma más elevada de oración proviene de las profundidades de un corazón humilde. Anne

20 de enero

Tu lugar seguro

Proverbios 18:10-11

El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo. —Proverbios 18:10(LBLA)

Mi hija y yo estábamos preparándonos para ir a una reunión familiar. Como ella estaba nerviosa por el viaje, me ofrecí para conducir. «Está bien. Pero me siento más segura en mi auto. ¿Puedes conducirlo?», preguntó. Supuse que prefería su vehículo porque era más grande que el mío, así que respondí: «¿El mío es demasiado chico?», a lo que contestó: «No, es que mi auto es mi “lugar seguro”; y no sé por qué me siento protegida».
Su comentario me desafió a considerar cuál era mi «lugar seguro». De inmediato, pensé en Proverbios 18:10: «El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo» (LBLA). En la época del Antiguo Testamento, los muros y la torre de una ciudad advertían sobre los peligros de afuera, y protegían a sus ciudadanos adentro. La idea del escritor es que el nombre de Dios, que refleja su carácter, su esencia y todo lo que Él es, brinda verdadera protección a sus hijos.
¿Cuál es tu «lugar seguro»? Cada vez que busquemos protección, la presencia de Dios con nosotras es ese lugar que da la fortaleza y la seguridad que necesitamos. Elisa

21 de enero

Fe verdadera

Hebreos 11:6, 24-29

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. —Hebreos 11:6

En el internado en Nigeria, donde yo asistía, los alumnos más grandes dirigían a los más jóvenes. Una vez, perdí un tazón que le pertenecía a un alumno mayor bastante malhumorado. Recibí un ultimátum para encontrar y devolver el tazón la mañana siguiente, así que me fui a dormir llena de miedo. Le pedí a Dios que me ayudara, antes de sumirme en un sueño inquieto. ¡Imagina mi asombro al día siguiente cuando el tazón apareció misteriosamente en el casillero del alumno!
Los israelitas experimentaron un asombro mucho mayor cuando Dios dividió el Mar Rojo para que ellos cruzaran, antes de vencer al ejército de Faraón con esas mismas aguas (Éxodo 14:15-28; Hebreos 11:29). Sin embargo, al poco tiempo, se quejaban del agua amarga (Éxodo 15:24), y más adelante, adoraron un becerro de oro en lugar de a Dios (Éxodo 32:4).
La verdadera fe puede aumentar con las experiencias en la cima del monte. Pero la fe que agrada a Dios no se apoya en cosas visibles (Hebreos 11:1). La verdadera fe nos ayuda a confiar en Él sin importar lo que suceda. Remi

22 de enero

Una fragancia misteriosa

2 Corintios 2:12–3:6

Porque para Dios somos grato olor de Cristo… —2 Corintios 2:15

La mayoría de nosotras conoce a alguien —tal vez un pariente o amigo— que se distingue por un perfume en particular. Aun sin ver a esa persona, sabemos si está cerca. Sin decir palabras, su fragancia nos da la bienvenida a su compañía.
Todo cristiano debería ser conocido también por llevar un perfume en particular: la fragancia de Cristo. Pero esta fragancia no se puede comprar donde venden cosméticos. Ni siquiera se puede embotellar y vender en la iglesia. Este misterioso perfume surge única y exclusivamente de nuestra íntima relación con Cristo, y emana por el aire una influencia sutil pero notoria hacia los demás.
Alguien dijo de un cristiano en su pequeña ciudad: «Ese hombre nunca cruza por mi camino sin que yo mejore en algo por ello». Otro comentó sobre él: «Solamente tienes que estrechar su mano para saber que está lleno de Dios». Lo más probable es que este admirado creyente haya dado un testimonio verbal en algún momento. Pero sin el aroma de Cristo, su testimonio no habría sido eficaz.
El apóstol Pablo preguntó: «Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?» (2 Corintios 2:16). La respuesta es llana: nuestra fragancia, toda nuestra suficiencia, viene de Cristo solamente, no de nosotros. ¿Qué perfume te vas a poner hoy? Joanie

23 de enero

Limpieza en el pasillo 9

Efesios 4:11-32

… de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí […] recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. —Efesios 4:16

Con el corazón apesadumbrado, me sentí tentada a interrumpir la conversación. Aunque no había escuchado toda la ácida discusión, capté lo suficiente como para entender que los cuatro compradores estaban profundamente insatisfechos con personas de su iglesia local. No los conocía, pero me dolía esta carnicería verbal del cuerpo de Cristo en un pasillo público de una tienda.
Destruir verbalmente a alguien que fue creado a imagen de Dios no solo es incoherente con el carácter de Cristo, sino que entristece al Espíritu Santo (Efesios 4:30). Las palabras que les decimos a los demás son una ventana directa a nuestro corazón (vv. 15, 29; Lucas 6:45).
La marca distintiva de la transformación que Jesús produce en nosotras es la forma en que abordamos las diferencias dentro del cuerpo. Pablo nos insta a quitar de nosotras «toda amargura, enojo [e] ira» (Efesios 4:31). Debemos ser un pueblo singular que valore y respete a sus miembros, mientras decimos «la verdad en amor» (v. 15). A medida que nos sometamos al Espíritu Santo, las palabras que honran a Cristo fluirán de nuestro corazón y nuestra boca. Regina

24 de enero

¿Hasta cuándo, Dios?

Habacuc 1:1-4

¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? —Habacuc 1:2

Hace un tiempo, estaba segura de que Dios nos estaba llevando a mi esposo y a mí en cierta dirección. Estábamos animados y emocionados porque lo que nunca habíamos soñado se estaba materializando ante nuestros ojos. Mientras empapábamos el proceso de oración, Dios parecía honrar nuestras peticiones. Hasta el último momento. Entonces, se nos cerró la puerta en la cara. Nos quedamos pasmados.
¿Por qué nos harías esto, Dios? ¿Para qué traernos hasta aquí? Nos sentíamos como el profeta Habacuc, quien se quejó al Señor: «¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás?» (Habacuc 1:2). Al igual que con las dos «quejas» de Habacuc —en los capítulos 1 y 2—, para nosotros fue bueno ser sinceros con Dios. Él conocía nuestras preguntas y nuestras quejas.
A pesar de sus preguntas, Habacuc pudo declarar: «Con todo, yo me alegraré en el Señor […]. El Señor es mi fortaleza» (Habacuc 3:18-19). Dios sigue siendo bueno, incluso cuando las circunstancias no lo son. Marlena

25 de enero

Extranjeros

Hebreos 11:8-16

Porque esperaba la ciudad […] cuyo arquitecto y constructor es Dios. —Hebreos 11:10

Para estar segura, señalé en mi mapa dónde había estacionado la bicicleta. Como la orientación no es mi fuerte, sabía que podía perderme fácilmente en este laberinto de caminos con edificios históricos.
La vida tendría que haber sido idílica, ya que acababa de casarme con un inglés y me había mudado a su país. Sin embargo, me sentía perdida. Mientras estaba callada, era una de ellos, pero en cuanto hablaba, sentía que me consideraban una turista norteamericana. Todavía no sabía bien cómo actuar, y pronto me di cuenta de que armonizar la vida entre dos pueblos testarudos sería más difícil de lo que pensaba.
Me identifiqué con Abraham, quien dejó todo lo que conocía para obedecer el llamado de Dios a vivir como extranjero en otra tierra (Génesis 12:1). Enfrentó los desafíos de una cultura diferente confiando en Dios; y unos dos mil años después, el escritor de Hebreos lo denominó héroe (Hebreos 11:9). Como los demás hombres y mujeres mencionados allí, Abraham vivió por fe, esperando con ansias lo prometido y aguardando su hogar celestial.
Como seguidoras de Cristo, somos extranjeras en esta tierra. Por fe, seguimos adelante, sabiendo que Él nos guiará, que nunca nos abandonará y que nos llevará al hogar celestial. Él nunca nos dejará ni nos abandonará. Por fe, anhelamos nuestro hogar. Amy

26 de enero

¿Quién ocupa el centro?

Salmo 33:6-19

El consejo del Señor permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. —Salmo 33:11

Hace poco, experimenté lo que, para mí, fue un «momento copernicano»: yo no soy el centro del universo; el mundo no gira alrededor de mí; no se mueve a mi paso, en mis términos ni según mis preferencias.
Aunque desearíamos que fuera distinto, la vida no se trata de nosotras solamente: todo gira alrededor del Señor. En el Salmo 33, leemos que toda la naturaleza depende de Él y está bajo su control (vv. 6-9). Le asigna límites al mar y encierra el océano en grandes depósitos. Todo opera según las leyes que Dios ha establecido.
Del mismo modo, toda la humanidad gira alrededor del Señor (vv. 13-19). Él ve a toda la raza humana. Hizo nuestro corazón y entiende todo lo que hacemos, y tiene poder para intervenir en nuestra vida y librarnos de situaciones fuera de control.
Nuestra vida fue creada para centrarse en Dios, no en nosotras mismas. ¡Qué agradecidas podemos estar de servir a un Dios tan poderoso! Todo aspecto de nuestra existencia está bajo su control. Poh Fang

27 de enero

Sigue las instrucciones

Salmo 119:129-136

La exposición de tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos. —Salmo 119:130

Después de que una mujer entabló una demanda a un restaurante de comidas rápidas por haberse quemado con un café, las compañías comenzaron a cambiar sus manuales y etiquetas de advertencia. Fíjate en las siguientes instrucciones:
En una comida congelada: Descongelar antes de comer.En una plancha: ¡Cuidado! No planche la ropa sobre su cuerpo.En un frasco de mantequilla de cacahuate: Puede contener cacahuates.
Si algunas personas necesitan estas obvias directrices en los artículos para el hogar, imagínate cuánto más necesitamos la guía de Dios. El Salmo 119 habla de la importancia de su manual de instrucciones: la Biblia. En las páginas de las Escrituras encontramos lo que Dios quiere que creamos, seamos y hagamos.
«Cree en el Señor Jesús, y serás salvo…» (Hechos 16:31).
«Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo» (Efesios 4:32).
Pídele al Señor que te enseñe sus estatutos y dirija tus pasos según su Palabra (Salmo 119:133, 135). Luego, léela con frecuencia y sigue las instrucciones. Anne

28 de enero

Te presento a Shrek

Ezequiel 34:11-16

… yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. —Ezequiel 34:11

Shrek era una oveja desertora. Se alejó de su rebaño y estuvo perdida durante seis años. La persona que la encontró viviendo en una cueva en un lugar alto y escarpado de Nueva Zelanda no se dio cuenta de que era una oveja. «Parecía una especie de bestia bíblica», declaró. En cierto modo, lo era. Shrek era un cuadro de lo que les sucede a las ovejas que se separan de su pastor.
Tuvieron que bajarla de la montaña, porque tenía la lana tan larga y pesada (27 kilos) que no podía caminar sin ayuda. Para aliviarla del peso de su rebeldía, la colgaron cabeza abajo, para que se quedara quieta y no se lastimara cuando el esquilador le cortaba el pesado vellón.
La historia de Shrek ilustra la metáfora que utilizó Jesús cuando se autodenominó el buen Pastor (Juan 10:11), y cuando Dios se refirió a su pueblo como sus ovejas (Ezequiel 34:31). Tal como Shrek, no tomamos buenas decisiones cuando lo hacemos a solas, y el peso de las consecuencias nos aplasta (Ezequiel 33:10). Para aliviar ese peso, tal vez tengamos que caer de espaldas durante un tiempo. Y cuando terminamos en esa posición, es bueno permanecer quietas y confiar en que el buen Pastor hará su obra sin lastimarnos. Julie

29 de enero

Dejar cosas

Juan 4:9-14, 27-29

… la mujer dejó su cántaro, […] y dijo […]: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? —Juan 4:28-29

Durante poco más de un año, después de que nuestro hijo adolescente obtuvo su licencia de conducir y comenzó a llevar billetera, recibimos varias llamadas de personas que la habían encontrado en distintos lugares. Le advertimos que fuera más cuidadoso y que no la dejara en cualquier lado.
De todos modos, dejar cosas no es siempre algo malo. En Juan 4, leemos sobre una mujer que había ido a buscar agua a un pozo. Sin embargo, ese día, después de encontrarse con Jesús, cambió inmediatamente de objetivo. Dejó el cántaro de agua y regresó a la ciudad rápidamente para contarles a otros lo que el Señor le había dicho (vv. 28-29). Aun su necesidad física de agua perdió sentido frente a la oportunidad de hablarles a otros sobre el Hombre a quien acababa de conocer.
Pedro y Andrés hicieron algo parecido cuando Jesús los llamó: dejaron sus redes de pesca (que eran su medio de ganarse la vida) y siguieron al Señor (Mateo 4:18-20).
Nuestra nueva vida, siguiendo a Jesucristo, tal vez implique dejar algunas cosas, incluso aquellas que brindan satisfacción durante algún tiempo. Aquello que anteriormente deseábamos no puede compararse con la vida y el «agua viva» que ofrece Cristo. Cindy

30 de enero

Una alternativa al enojo

Proverbios 20:1-15

Honra es del hombre dejar la contienda… —Proverbios 20:3

Una mañana, en Perth, Australia, Fionn Mulholland descubrió que su auto había desaparecido. Entonces, se dio cuenta de que por error, había estacionado en una zona restringida y lo habían remolcado. Se sintió frustrado —en especial, por la multa de 600 dólares—, pero decidió no enojarse. En cambio, Mulholland escribió un poema cómico sobre la situación y se lo leyó al empleado del corralón. Al hombre le gustó el poema, y así se evitó una posible confrontación desagradable.
El libro de Proverbios enseña: «Honra es del hombre dejar la contienda» (20:3). La contienda es esa fricción que hierve debajo de la superficie o que explota entre personas que no se ponen de acuerdo.
Dios nos ha dado recursos para vivir en paz con los demás. Su Palabra nos garantiza que podemos enojarnos sin pecar (Efesios 4:26). Su Espíritu nos permite controlar las chispas de furia que nos llevan a atacar con nuestras palabras y acciones a los que nos agreden. Y Dios nos ha dado su ejemplo para imitar cuando nos provocan (1 Pedro 2:23). Hay alternativas al enojo innecesario. Jennifer

31 de enero

Prueba por ti mismo

Salmo 34:1-8

Gustad, y ved que es bueno el Señor; dichoso el hombre que confía en él . —Salmo 34:8

Una amiga publicó en su página de Facebook una receta para olla de cocción lenta. El resultado parecía tentador, así que descargué la receta, con la intención de usarla algún día. Poco después, otra amiga estaba buscando una receta similar, así que le envié esa. Ella se la reenvió a varias amigas, que también la compartieron.
Más adelante, me enteré de que la receta se había compartido por todas partes, aunque nadie (ni siquiera la amiga que la había publicado originalmente) había preparado el platillo. La recomendamos sin haberla probado.
A veces, hacemos algo similar con temas de la fe. Aunque nuestras motivaciones para «la necesaria edificación» de los demás (Efesios 4:29) son buenas y bíblicas, a menudo, es más fácil contar historias sobre confiar en Dios que ejercer fe en Él por nuestra cuenta.
Dios no quiere que simplemente hable de Él, quiere que lo experimente.
¡Que hoy podamos probar y ver que Dios es bueno! Roxanne

1 de febrero

De la tristeza al gozo

Juan 16:16-22

… lloraréis y lamentaréis, […] pero […] vuestra tristeza se convertirá en gozo. —Juan 16:20

El embarazo de Kelly empezó a complicarse, y después de un largo trabajo de parto, los médicos decidieron hacerle una cesárea. Sin embargo, al sostener en sus brazos a su bebé, Kelly olvidó pronto su dolor. El gozo había desplazado la angustia.
La Escritura afirma: «La mujer cuando da a luz, tiene dolor […]; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo» (Juan 16:21). Jesús usó esta ilustración con sus discípulos para enfatizar que aunque sufrirían porque pronto Él los dejaría, ese dolor se transformaría en gozo cuando volvieran a verlo (vv. 20-22).
Jesús se refería a su muerte y resurrección… y a lo que seguiría. Después de su resurrección, pasó otros 40 días con los discípulos antes de ascender al cielo. Sin embargo, no los dejaría sin consuelo. El Espíritu Santo los llenaría de gozo (Juan 16:7-15; Hechos 13:52).
Aunque nunca hemos visto a Jesús cara a cara, como creyentes, tenemos la seguridad de que un día, lo haremos. Ese día, la angustia que sufrimos en esta tierra quedará en el olvido. Pero hasta entonces, el Señor no nos dejó sin gozo… nos ha dado su Espíritu (Romanos 15:13; 1 Pedro 1:8-9). Alyson

2 de febrero

Una vida en tiendas

Génesis 12:4-9

Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda… —Génesis 12:8

Como crecí en Minnesota, un lugar conocido por la gran cantidad de lagos hermosos, me encantaba salir a acampar para disfrutar de las maravillas de la creación de Dios. Pero dormir en una tienda endeble no era lo que más me gustaba de la experiencia; en especial, cuando una noche lluviosa y una tienda con goteras terminaban en una bolsa de dormir empapada.
Me maravilla pensar que uno de los héroes de la fe pasó cien años en tiendas. A los 75 años, Abraham escuchó el llamado de Dios para que dejara su tierra y el Señor lo convirtiera en una nueva nación (Génesis 12:1-2). Abraham obedeció, y por el resto de su vida, hasta que murió a los 175 años (25:7), vivió en tiendas, lejos de su tierra natal.
Aunque amamos este planeta y servimos a quienes viven en él, quizá anhelemos más profundamente lo que significa tener un hogar. Como Abraham, cuando el viento sacuda nuestras cubiertas endebles o la lluvia las empape, podemos mirar con fe a la ciudad por venir, aquella cuyo «arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:10). Que podamos, como él, tener la esperanza de que Dios está obrando para hacer nueva su creación, una futura «patria mejor, esto es, celestial» (v. 16) . Amy

3 de febrero

Flores eternas

Isaías 40:1-8

Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. —Isaías 40:8

Cuando era pequeño, a mi hijo Xavier le gustaba traerme flores. Yo atesoraba cada uno de esos regalitos, hasta que se marchitaban y tenía que tirarlos.
Un día, me regaló un hermoso ramo de flores artificiales. Sonrió mientras acomodaba las flores en un jarrón de vidrio, y me dijo: «¡Mira, mamá! Durarán para siempre. Así es como te amo».
Desde entonces, mi niño creció y se transformó en un jovencito. Los pétalos de seda se fueron desgastando, pero esas flores todavía me recuerdan su afecto. Además, me traen a la mente algo que dura para siempre: el amor ilimitado y eterno de Dios, revelado en su Palabra infalible y perdurable (Isaías 40:8).
Mientras los israelitas sufrían prueba tras prueba, Isaías los consoló con confianza en las palabras eternas de Dios (40:1). Proclamó que Él había pagado la deuda del pecado de los israelitas (v. 2), asegurando así su esperanza en el Mesías venidero (vv. 3-5). Ellos confiaron en el profeta porque se concentraba en Dios, no en las circunstancias.
En un mundo lleno de incertidumbres y aflicción, las opiniones de los hombres e incluso nuestros propios sentimientos siempre están cambiando y son tan limitados como nuestra existencia (vv. 6-7). Aun así, podemos confiar en el amor y el carácter inalterables de Dios, como aparecen revelados en su Palabra firme y eternamente veraz. Xochitl

4 de febrero

El bien supremo

Filipenses 3:1-11

… estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor… —Hechos 15:8

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