El alcalde de Zalamea - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El alcalde de Zalamea E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El alcalde de Zalamea relata la historia de unos soldados españoles en guerra con Portugal que se detienen en Zalamea. El noble capitán don Álvaro de Ataide, al mando de los soldados, es alojado en la casa del labrador rico, Pedro Crespo, a cuya hija seduce y ultraja. Pedro intenta remediar el deshonor y ofrece bienes a don Álvaro para que se case con Isabel. El rechazo de Álvaro ofende el honor de Pedro, quien entonces es elegido alcalde de Zalamea y hace ejecutar a don Álvaro. Al final de la obra el rey don Felipe II, ratifica la decisión de Pedro y lo nombra alcalde perpetuo de Zalamea. El alcalde de Zalamea pertenece al ciclo de comedias históricas y legendarias de Calderón de la Barca, que incluye La niña de Gómez Arias, El sitio de Breda y La hija del aire.

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Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Pedro Calderón de la Barca

El alcalde de Zalamea

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El alcalde de Zalamea.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-9897-336-5.

ISBN rústica: 978-84-96428-26-3.

ISBN ebook: 978-84-9897-046-3.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

La trama 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 49

Jornada tercera 91

Libros a la carta 133

Brevísima presentación

La vida

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar.

Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermanó José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

La trama

Las tropas españolas en guerra con Portugal se detienen en Zalamea. El noble capitán don Álvaro de Ataide es alojado en la casa del labrador rico, Pedro Crespo, a cuya hija seduce y ultraja. Pedro intenta remediar el deshonor y ofrece bienes a don Álvaro para que se case con Isabel. El rechazo de Álvaro ofende el honor de Pedro, quien entonces es elegido alcalde de Zalamea y hace ejecutar a don Álvaro. Al final de la obra el rey don Felipe II, ratifica la decisión de Pedro y lo nombra alcalde perpetuo de Zalamea.

Personajes

El rey Felipe II

Don Lope de Figueroa

Don Álvaro de Ataide, capitán

Un sargento

Rebolledo, soldado

La Chispa

Pedro Crespo, labrador viejo

Juan, hijo de Pedro Crespo

Isabel, hija de Pedro Crespo

Inés, prima de Isabel

Don Mendo, hidalgo

Nuño, criado

Un escribano

Soldados

Labradores

Jornada primera

(Salen Rebolledo, la Chispa y soldados.)

Rebolledo ¡Cuerpo de Cristo con quien

desta suerte hace marchar

de un lugar a otro lugar

sin dar un refresco!

Todos Amén.

Rebolledo ¿Somos gitanos aquí 5

para andar desta manera?

¿Una arrollada bandera

nos ha de llevar tras sí,

con una caja...

Soldado 1 ¿Ya empiezas?

Rebolledo ...que este rato que calló, 10

nos hizo merced de no

rompernos estas cabezas?

Soldado 2 No muestres deso pesar,

si ha de olvidarse, imagino,

el cansancio del camino 15

a la entrada del lugar.

Rebolledo ¿A qué entrada, si voy muerto?

Y aunque llegue vivo allá,

sabe mi Dios si será

para alojar; pues es cierto 20

llegar luego al comisario

los alcaldes a decir

que si es que se pueden ir,

que darán lo necesario;

responderles, lo primero, 25

que es imposible, que viene

la gente muerta; y si tiene

el Concejo algún dinero,

decir: «Señores soldados:

orden hay que no paremos; 30

luego al instante marchemos».

Y nosotros, muy menguados,

a obedecer al instante

orden que es, en caso tal,

para él orden monacal, 35

y para mí mendicante.

Pues ¡voto a Dios! que si llego

esta tarde a Zalamea,

y pasar de allí desea

por diligencia o por ruego, 40

que ha de ser sin mí la ida;

pues no, con desembarazo,

será el primer tornillazo

que habré yo dado en mi vida.

Soldado 1 Tampoco será el primero 45

que haya la vida costado

a un miserable soldado;

y más hoy, si considero

que es el cabo desta gente

don Lope de Figueroa, 50

que, si tiene tanta loa

de animoso y de valiente,

la tiene también de ser

el hombre más desalmado,

jurador y renegado 55

del mundo, y que sabe hacer

justicia del más amigo,

sin fulminar el proceso.

Rebolledo ¿Ven vustedes todo eso?

Pues yo haré lo que yo digo. 60

Soldado 2 ¿De eso un soldado blasona?

Rebolledo Por mí muy poco me inquieta;

sino por esa pobreta,

que viene tras la persona.

Chispa Seor Rebolledo, por mí 65

vuecé no se aflija, no;

que bien se sabe que yo

barbada el alma nací,

y ese temor me deshonra;

pues no vengo yo a servir

menos que para sufrir 70

trabajos con mucha honra;

que para estarme, en rigor,

regalada, no dejara

en mi vida, cosa es clara,

la casa del regidor, 75

donde todo sobra, pues

al mes mil regalos vienen;

que hay regidores que tienen

menos regla con el mes.

Y pues a venir aquí, 80

a marchar y perecer

con Rebolledo, sin ser

postema, me resolví,

por mí ¿en qué duda o repara?

Rebolledo ¡Viven los cielos, que eres 85

corona de las mujeres!

Soldado 2 Aquesa es verdad bien clara.

¡Viva la Chispa!

Rebolledo ¡Reviva!

Y más si, por divertir 90

esta fatiga de ir

cuesta abajo y cuesta arriba,

con su voz el aire inquieta

una jácara o una canción.

Chispa Responda a esa petición 95

citada la castañeta.

Rebolledo Y yo ayudaré también.

Sentencien los camaradas

todas las partes citadas.

Soldado 1 ¡Vive Dios, que han dicho bien! 100

(Cantan Rebolledo y la Chispa.)

Chispa Yo soy tiri, tiri, taina

flor de la jacarandaina.

Rebolledo Yo soy tiri, tiri, tina,

flor de la jacarandina. 105

Chispa Vaya a la guerra el alférez,

y embárquese el capitán.

Rebolledo Mate moros quien quisiere,

que a mí no me han hecho mal.

Chispa Vaya y venga la tabla al horno, 110

y a mí no me falte pan.

Rebolledo Huéspeda, máteme una gallina;

que el carnero me hace mal.

Soldado 1 Aguarda; que ya me pesa

(que íbamos entretenidos 115

en nuestros mismos oídos),

caballeros, de ver esa

torre, pues es necesario

que donde paremos sea.

Rebolledo ¿Es aquélla Zalamea? 120

Chispa Dígalo su campanario.

No sienta tanto vusté,

que cese el cántico ya;

mil ocasiones habrá

en que lograrle, porque 125

esto me divierte tanto,

que como de otras no ignoran

que a cada cosica lloran,

yo a cada cosica canto,

y oirá ucé jácaras ciento. 130

Rebolledo Hagamos alto aquí, pues

justo, hasta que venga, es,

con la orden el Sargento,

por si hemos de entrar marchando

o en tropas.

Soldado 1 Él solo es quien 135

llega ahora; mas también

el Capitán esperando

está.

(Salen el Capitán y el Sargento.)

Capitán Señores soldados,

albricias puedo pedir;

de aquí no hemos de salir, 140

y hemos de estar alojados

hasta que don Lope venga

con la gente que quedó

en Llerena; que hoy llegó

orden de que se prevenga 145

toda, y no salga de aquí

a Guadalupe hasta que

junto todo el tercio esté,

y él vendrá luego; y así,

del cansancio bien podrán

descansar algunos días. 150

Rebolledo Albricias pedir podías.

Todos ¡Vítor nuestro Capitán!

Capitán Ya está hecho el alojamiento;

el comisario irá dando

boletas, como llegando 155

fueren.

Chispa Hoy saber intento

por qué dijo, voto a tal,

aquella jacarandina:

«Huéspeda, máteme una gallina;

que el carnero me hace mal.» 160

(Vanse todos y quedan el Capitán y el Sargento.)

Capitán Señor Sargento, ¿ha guardado

las boletas para mí,

que me tocan?

Sargento Señor, sí.

Capitán ¿Y dónde estoy alojado?

Sargento En la casa de un villano 165

que el hombre más rico es

del lugar, de quien después

he oído que es el más vano

hombre del mundo, y que tiene

más pompa y más presunción 170

que un infante de León.

Capitán ¡Bien a un villano conviene,

rico, aquesa vanidad!

Sargento Dicen que ésta es la mejor

casa del lugar, señor; 175

y si va a decir verdad,

yo la escogí para ti,

no tanto por que lo sea

como porque en Zalamea

no hay tan bella mujer...

Capitán Di. 180

Sargento ...como una hija suya.

Capitán Pues

por muy hermosa y muy vana,

¿será más que una villana

con malas manos y pies?

Sargento ¿Que haya en el mundo quien diga 185

eso?

Capitán ¿Pues no, mentecato?

Sargento ¿Hay más bien gastado rato

(a quien amor no le obliga,

sino ociosidad no más)

que el de una villana, y ver 190

que no acierta a responder

a propósito jamás?

Capitán Cosa es que en toda mi vida,

ni aun de paso me agradó;

porque en no mirando yo 195

aseada y bien prendida

una mujer, me parece

que no es mujer para mí.

Sargento Pues para mí, señor, sí,

cualquiera que se me ofrece. 200

Vamos allá; que por Dios,

que me pienso entretener

con ella.

Capitán ¿Quieres saber

cuál dice bien de los dos?

El que una belleza adora, 205

dijo, viendo a la que amó:

«Aquélla es mi dama», y no:

«Aquélla es mi labradora.»

Luego si dama se llama

la que se ama, claro es ya 210

que en una villana está

vendido el nombre de dama.

Mas ¿qué ruido es ése?

Sargento Un hombre,

que de un flaco rocinante

a la vuelta desa esquina 215

se apeó, y en rostro y talle

parece aquel don Quijote,

de quien Miguel de Cervantes

escribió las aventuras.

Capitán ¡Qué figura tan notable! 220

Sargento Vamos, señor; que ya es hora.

Capitán Lléveme el Sargento antes

a la posada la ropa,

y vuelva luego a avisarme.

(Vanse y salen Don Mendo, hidalgo de figura, y Nuño.)

Don Mendo ¿Cómo va el rucio?

Nuño Rodado, 225