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Relato breve con tintes de poema épico, El combate de la tapera empieza mostrando un destacamento mixto que se ha apartado de la zona de combate y aguarda junto a una tapera (una casa abandonada) mientras a lo lejos viene una tropa portuguesa mucho mayor en número. Está considerado el primer gran cuento de la literatura uruguaya. Contiene algunos elementos sumamente llamativos, entre ellos el protagonismo de las mujeres en una escena de guerra, los intentos de reproducir el lenguaje popular y un estilo de narración que bien podría calificarse de cinematográfico antes de que hubiera cine.
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Seitenzahl: 20
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Eduardo Acevedo Díaz
Saga
El combate de la tapera
Copyright © 1910, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726602319
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
Era después del desastre del Catalán, más de setenta años hace.
Un tenue resplandor en el horizonte quedaba apenas de la luz del día.
La marcha había sido dura, sin descanso.
Por las narices de los caballos sudorosos escapaban haces de vapores, y se hundían y dilataban alternativamente sus ijares como si fuera poco todo el aire para calmar el ansia de los pulmones.
Algunos de estos generosos brutos presentaban heridas anchas en los cuellos y pechos, que eran desgarraduras hechas por la lanza o el sable.
En los colgajos de piel había salpicado el lodo de los arroyos y pantanos, estancando la sangre.
Parecían jamelgos de lidia, embestidos y maltratados por los toros. Dos o tres cargaban con un hombre a grupas, además de los jinetes, enseñando en los cuartos uno que otro surco rojizo, especie de líneas trazadas por un látigo de acero, que eran huellas recientes de las balas recibidas en la fuga.
Otros tantos, parecían ya desplomarse bajo el peso de su carga, e íbanse quedando a retaguardia con las cabezas gachas, insensibles a la espuela.
Viendo esto el sargento Sanabria gritó con voz pujante:
-¡Alto!
El destacamento se paró.
Se componía de quince hombres y dos mujeres; hombres fornidos, cabelludos, taciturnos y bravíos; mujeres-dragones de vincha, sable corvo y pie desnudo.
Dos grandes mastines con las colas barrosas y las lenguas colgantes, hipaban bajo el vientre de los caballos, puestos los ojos en el paisaje oscuro y siniestro del fondo de donde venían, cual si sintiesen todavía el calor de la pólvora y el clamoreo de guerra.