El cordero de Isaías - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El cordero de Isaías E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El cordero de Isaías es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.

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Seitenzahl: 68

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

El cordero de Isaías

 

Saga

El cordero de IsaíasCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497007

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Auto sacramental alegórico

PERSONAS

BEHOMUD. EL DEMONIO. LA PITONISA. CANDACES. EL DESCUIDO. LA FE. PUEBLO HEBREO. PUEBLO ROMANO. FILIPO, BARBA. EL CUIDADO. Dos damas.UN ÁNGEL.

Dentro, ruido de terremoto, y después de las primeras voces salen por unaparte CANDACES Reina de Etiopia, y por otra BEHOMUD, vestido a lo indio.

 

UNOS ¡Qué asombro!

OTROS ¡Qué confusión!

OTROS ¡Qué sobresalto!

OTROS ¡Qué pena!

OTROS ¡Qué angustia!

TODOS ¡Cielos, piedad!

LOS DOS ¡Clemencia, cielos, clemencia!

 

(Salen los dos.)

 

BEHOMUD ¿Dónde, divina Candaces, 5

vas tan velozmente ciega?

CANDACES ¿Dónde quieres, ¡oh Behomud!

que vaya, cuando no deja

el pavor del terremoto

elección para la senda, 10

sino a guarecerme -si es

que contra el cielo hay defensa-,

de las ruinas del poblado,

al páramo de las selvas?

Y ya que en ellas te encuentro, 15

quizá con la causa mesma,

donde el jurado motín

de la intempestiva guerra

de elementos, ya que no

firma paces, nos da treguas 20

para discurrir, pues eres,

sobre ser la confidencia

de mis imperios, humano

oráculo de sus ciencias,

dime, ¿qué natural causa 25

puede ser la que a la media

tarde anticipe la noche,

las cristalinas vidrieras

de sus azules cortinas,

corridas de nubes negras, 30

que obligan al pueblo a que,

bañado en lágrimas tiernas,

música de Dios el llanto,

repita en voces diversas?

 

(Terremoto.)

 

VOCES y MÚSICA [Cantan.]

¡Misericordia, Señor! 35

¡Señor, clemencia, clemencia!

BEHOMUD Si fuera natural causa,

pudiera ser que dijera

que congelados vapores

ya del mar, ya de la tierra, 40

partos de sus huracanes

o embriones de sus Etnas,

habían entupecido

el aire de nubes, y ellas

de terror al orbe, siendo 45

panteón de sus exequias;

mas tan sobrenatural

es, que no alcanzo a entenderla.

CANDACES Pues alcanza a discurrilla:

¿qué será que en pardas nieblas 50

de súbito parasismo

el sol sin tiempo anochezca?

 

(El terremoto.)

 

BEHOMUD No sé; que eclipsarse el sol,

sin que a el eclipse preceda

magna conjunción, en que 55

esté la luna interpuesta

entre él y la tierra, es causa

que en sí sola se reserva.

CANDACES Pues ¿qué será que la luna,

ya que a él no se mire opuesta, 60

se mire en trémulas sombras

tan menguantemente envuelta

que para luciente es poca

y mucha para sangrienta?

 

(El terremoto.)

 

BEHOMUD No sé, si no es que del sol 65

el mismo crisis padezca.

CANDACES ¿Que será que de uno y otro

no se desmande una estrella

que no sea exhalación

que, errante, se desvanezca, 70

o, fija, arroje de sí

o bien crinado cometa,

o bien cometa caudato,

que infaustamente estremezca

pavorosa a quien la juzga 75

nunca afable y siempre adversa?

BEHOMUD No sé, si no es que oprimido

vapor que el aire congela,

con la vecindad del fuego

a helados soplos la encienda. 80

CANDACES ¿Qué será que ese aire mismo

tan flechadas iras llueva,

que en inundados raudales

no tan solo los ríos crezca,

mas que los mares rebosen, 85

haciendo que la soberbia

de sus flujos y reflujos

montes y edificios sientan?

 

(El terremoto.)

 

BEHOMUD No sé, si ya no es que como

los montes por entreabiertas 90

grutas respiran, y sobre

bóvedas, pozos y cuevas

se fundan los edificios,

el aire, que dentro encierra

la inundación, impaciente, 95

a más no poder, revienta;

a cuyo impulso los polos

caducan, el mar se encrespa,

las montañas se estremecen

y los edificios tiemblan. 100

Y no me preguntes más,

que no he de dar más respuesta

de que no sé qué letargo,

qué contagio, qué epidemia

ha dado al mundo, si ya 105

no es que discurra mi idea,

que algún filósofo diga

del Areópago de Grecia,

que «espira su autor o espira

toda la naturaleza», 110

según toda, en fe de que

son dulces lágrimas tiernas

música de Dios, a un tiempo

repite en voces diversas.

 

(VOCES y MÚSICA.)

 

[VOCES y MÚSICA] (Cantan.)

¡Misericordia, Señor! 115

¡Señor, clemencia, clemencia!

CANDACES Pues ya que tú por vencido

te das a su inteligencia,

acobardado al dudarla,

me he de atrever yo a saberla. 120

BEHOMUD Pues ¿qué discurres?

CANDACES Que el Dios

de Israel, cuya suprema

deidad el Oriente adora,

desde que Nicaula, Reina

de Sabá trujo su ley 125

con la augusta descendencia

de Salomón, a Etiopia,

de Palestina, que es esta

región, cuya tez el sol,

si no la abrasa, la tuesta; 130

y cuya gloriosa estirpe,

hasta hoy en mí se conserva;

que el Dios de Israel, usando

de su suma providencia,

por señales nos avisa 135

aquella línea postrera

en que de nuestros talentos

habemos de darle cuenta,

con que aunque la astrología,

acondicionada ciencia 140

(en quien es de más descanso

el dudarla que el saberla),

melancólica discurra,

amenazando con guerras,

con hambres, con mortandades, 145

pestes, ruinas y tragedias,

yo he de creer que son piedades,

para quien las aprovecha,

viendo que Dios ofendido

de la dormida pereza 150

en que vivimos, piadoso

con sus ruidos nos despierta

para que nos prevengamos;

porque, ¿qué mayor fineza

que reñirnos el amago 155

antes que el golpe nos venga,

bien como el que amenazado,

ya de la arbolada flecha,

ya de la blandida asta,

se halla para la defensa 160

embrazado del escudo.

Díganlo las experiencias

de tantos eclipses, tantos

terremotos y tormentas

como contra los castigos 165

se armaron de las enmiendas,

de que para ejemplo baste

Nínive, cuya sentencia

de muerte en vista, en revista

revocó la penitencia. 170

Y pues el último medio

es el acudir a ella,

acudamos a dos luces

con el ruego y con la deuda.

Ya sabes que es sacro rito 175

de la gran Etiopia nuestra

que la Pascua del Cordero

(que ya, como ves, se acerca)

haya de ofrecer al templo

de Jerusalén (en muestra 180

del homenaje a su ley,

que trajo Sabá de aquella

visita de Salomón)

un cordero por ofrenda;

porque como nuestros templos 185

de diversos dioses eran,

fue bien que no en torpes aras

culto al solo Dios se ofrezca,

y así que a Jerusalén

vaya ordenó la decencia 190

de que mejor holocausto

en mejor pira se encienda,

y supuesto que este año

el asombro nos le acuerda

con más instancia, es razón 195

que al paso del favor crezca

el del galardón; y así,

quiero, Behomud, que tú seas,

para más celebridad

de mi afecto y de sus fiestas, 200

el que en el mayor rebaño

de mis más blancas ovejas,

en quien no permitió el ampo

vedija de mancha negra,

acompañado le lleves 205

de cuantas gomas sabeas,

cuantos sabeos perfumes,

cuantas orientales perlas,

bálsamos, mirras y aloes,

en nuestros montes y selvas, 210

destiladas de las copas

y cuajadas en sus yerbas,

de lágrimas del aurora

la risa del alba engendra,

que no dudo que abrasados 215

en varas de incienso asciendan

donde, ante Dios, más el humo

que la llama resplandezca.

BEHOMUD Por tanto favor tus plantas...

CANDACES Eso no; a mis brazos llega, 220

y pues a Jerusalén

vas, será justo que inquieras

de sus más iluminados

patrïarcas y profetas,

rabinos de Palestina 225

y filósofos de Atenas,

qué juicio de aqueste asombro

divinas y humanas letras

han hecho. Y pues ves, que quedo

pendiente de la respuesta, 230

mayormente, cuando el pasmo

 

(Vuelve el terremoto.)

 

vuelve a embestir con más fuerza,

prevén la partida cuanto

antes, mientras yo en tu ausencia,

acompañando a las gentes 235

que en esos montes se albergan

huyendo de los poblados,

por si acaso les consuela

ver que lo que sienten siento,

repito con todas ellas. 240

ELLA y VOCES [Cantan.]

¡Misericordia, Señor!

¡Clemencia, Señor, clemencia!

BEHOMUD Queda en paz, que a obedecerte

tan a toda diligencia

iré, que de mi partida 245

sea síncopa la vuelta.

CANDACES Pues sea diciendo (porque