Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
"El diario de una alquimista", de Lorena Ocampo, es una obra literaria envolvente y emocionante, con una escritura poética y sensible la autora ofrece una visión íntima y auténtica de sus vivencias, pensamientos, emociones y el aprendizaje adquirido a lo largo de su proceso en el uso de diferentes herramientas como la escritura, como un medio de regulación emocional que sin esperarlo le ha llevado a lo que ella llama su "viaje de transformación" documentado en su diario, y que le ha permitido conocerse a mayor profundidad y cambiar la percepción de su propia historia, viviendo con mayor intensidad el presente y ampliando su visión del futuro, compartiendo sus reflexiones con el lector, conmoviéndole profundamente e invitándole a reconocer y descubrir su propia riqueza interior. Su capacidad de transmitir sentimientos de manera vívida e impactante garantiza que la obra deje una impresión duradera en quienes la lean.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 98
Veröffentlichungsjahr: 2024
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Dedicado a quienes como yo, han crecido con vacíos incomprendidos y necesitan también abrazar a su niño interior para emprender el camino de regreso hacia sí mismos, descubrir su luz y brillar.
A los hombres y mujeres de mi linaje que trascendieron, y con gran valentía desafiaron sus propios límites abriendo con su ejemplo caminos llenos de sabiduría para las siguientes generaciones.
A mis hijas, mis preciosas maestras de vida, deseando en mi corazón que el camino que yo he recorrido abra para ellas nuevas sendas que les permita elevar aún más alto su vuelo.
Agradezco a cada persona que con sus luces y sombras, ha dejado en mí una huella profunda de aprendizaje y crecimiento.
Gracias infinitas a quienes han abierto su corazón y me permitieron también contar sus historias en este diario; sus nombres siempre permanecen escritos en lo más profundo de mi alma.
Gracias a mi padre, a mi madre, a mi hermana de sangre, a mi hermana del alma, a mis sobrinas y muy especialmente a mis amadas hijas, que me han inspirado a dar siempre lo mejor de mí.
A quienes dieron su aporte para que este proyecto pudiese finalizarse:
Valeria Moncada, quien con su talento y sus preciosas manos dio vida a las ilustraciones de este libro.
Mi diario...hoy abierto a ti.
Aquí mis propias vivencias, sueños, fantasías, miedos y mi aprendizaje entrelazados con las de otros, seres maravillosos que me abrieron su corazón en diferentes etapas de la vida y me permitieron ponerme por un instante en su piel y contar también sus historias en este diario, a veces descrito con palabras, ilustraciones, fotografías y otras tantas replicando dibujos (que tienen una función más terapéutica que artística) que me han permitido expresar lo que siento en lo más profundo, en ese nivel donde las palabras se quedan cortas.
Espero que este diario que describe un viaje de transformación también pueda revelar al lector nuevos destinos.
1. ¿Quién soy?
2. Soy mujer, pero en mi hay una niña
3. Alquimia
4. Mis escritos
5. Los elementos y sus habitantes
6. Aceptando mis ciclos
7. Grietas
8. Cuento: El reflejo del desamor
9. Acuario
10. El viaje del Guerrero
11. La mente
12. Niveles
13. Viajeros
14. Mi valioso corazón
15. Propósitos versus emociones
16. La mirada del Capitán
17. Amar…Soltar
18. Pedazos
19. Diseño
20. Opuestos
21. Insomnio, soledad, coherencia y miedo
22. El milagro de vivir
23. Melodía de la vida
24. Comienzos
25. El encuentro de dos adictos…
26. En mi soledad
27. Hoy
28. Sin demoras
29. Muerte y renacimiento
30. “Como es dentro es fuera”
31. Tu boca
32. Perfecta Imperfección
33. Ojos
34. Despedida
35. Ataduras
36. Herencias
37. Delito
38. Arrebatos
39. Tocar fondo
40. Amor y Juicio
41. Decir adiós
42. Polaridad: Dos mundos.
43. Perspectiva
44. Alquimista
45. Paz mental
46. Infierno
47. Esta noche
48. Llaves
49. Estado
50. Señales
51. El País de las Maravillas
52. Mis estrellitas
53. Contarte historias
54. Carta para ti
Durante mucho tiempo creí saber la respuesta a la pregunta ¿quién soy?
Fui creando mi propio autoconcepto creyendo conocerme realmente, me definía a mí misma desde mi origen: mi familia, la identidad que junto a ellos fui creando, y añadiendo poco a poco más descripciones mientras ampliaba mi círculo social, hasta crear mi propio “avatar”, es decir, lo que yo creía ser.
Pero con el transcurrir del tiempo descubrí que no, no sabía quién era, y es probable que aún no lo sepa del todo, solo he tenido el privilegio de observarme, ver otras perspectivas, más allá de lo que yo creía evidente... y maravillarme asombrada al ver que hay más, mucho más de lo que yo suponía.
Al ser consciente de esto, todo empezó a cambiar: mis creencias, por ejemplo, algunas muy arraigadas y que nunca había cuestionado.
Dejé de percibir con tristeza cada año de vida por envejecer y empezó a entusiasmarme la idea de “¿qué habré descubierto de mí misma en 5 años?” Y empezó a cambiar mi percepción del tiempo, en su totalidad: tanto el pasado como el futuro.
Hoy disfruto mi recorrido, mi propio viaje de autodescubrimiento -por llamarle de alguna manera- y aunque este camino tiene muchas altas y bajas, muchas alegrías como profundas tristezas, ¡es el mejor viaje que hasta ahora he realizado! y estoy tan agradecida por haber tenido la valentía de iniciarlo, sospechando que no tiene fin.
Caminos
Hoy, recorro caminos nuevos, nunca imaginados, donde he encontrado tantos nuevos significados...
Hoy, he roto el lazo que me unía a tantos sueños de antaño, nunca alcanzados, liberándome de la carga de esperar verlos realizados.
Hoy suelto la expectativa que construí sobre otros, sobre lo que serían en mi futuro, los libero de todo lo que creí debían ser.
Hoy, camino liviana, sin cargas, solo abrazando este instante al entender que es lo único que tengo, y de nuevo, giro mi mirada hacia adentro, lo más profundo que puedo...pues ese es el lugar que realmente habito, en el que soy, donde me encuentro, me abrazo, y contemplo agradecida en quien me estoy convirtiendo...mi más grande elección.
Estoy entendiendo acerca del privilegio de ser humana, imperfecta y ser mujer…si… ¡privilegio! y nada tiene que ver con un tema sexista, es simplemente entender lo positivo y las ventajas que tiene la partida de cartas que la vida barajó y me entregó.
Durante mucho tiempo pensé que ser mujer tenía tantas desventajas en un mundo donde la fuerza es tan sobrevalorada.
- “No llores”
- “¡Debes ser fuerte!”
Son frases que escuché todo el tiempo, que se convirtieron en mi propio diálogo interno y que me enseñaron a contener y ocultar tanto de lo que ocurría dentro de mí, me obligó a ser fuerte frente a las diferentes situaciones que la vida me ha ido presentando: al cerrar ciclos y al abrir nuevos con mucho temor disfrazado de valor, al afrontar pérdidas inesperadas, errores y fracasos, ¡ser fuerte era la norma!
No recuerdo que llorar fuese una opción, pues normalmente es visto como un claro signo de debilidad que incomoda a otros... ¿has estado cerca de un bebé que llora? Rápidamente la madre aprende que es fundamental “controlar” a su bebé si quiere estar en un lugar público, utilizando por lo general la distracción, la culpa o el regaño.
Estar triste tampoco es una opción bien vista a nivel social, pues lo que es aceptable es ser extrovertido y alegre, estar bien y demostrarlo todo el tiempo y ¡aprendemos a hacerlo con tanta convicción! que me recuerda a una campaña para prevención del suicidio en el que mostraban las últimas fotografías de varias personas de diferentes géneros, edades y nacionalidades que tomaron esa fatal decisión, y que generalmente en sus últimas tomas compartían una característica común: rostros sonrientes, llenos de aparente alegría.
En sociedad tampoco es válido expresar abiertamente otras emociones como el amor... ¡Que vulnerabilidad! ¡No! Lo mejor es ocultarlo al máximo, disimular, fingir que todo es casual, nada relevante... ¡Tanto que mantener oculto!
Y cuantos cuestionamientos genera un amor propio muy evidente que fácilmente es tachado de arrogancia, nos enseñan que debemos mantener la cortesía, las apariencias, ser modestos, a no querer sobresalir demasiado y enfocarnos más en las necesidades de los demás antes que las propias, lo cual es sinónimo de nobleza y genera amplia aceptación, pues también es parte de lo aprendido el preocuparnos sobre lo que otros piensan de nosotros.
Y si, seguí todas las normas que aprendí, fui fuerte por muchísimo tiempo, estuve al pendiente de las necesidades de otros, hasta que un día simplemente no pude más, fue tocar fondo pues todo lo que yo callaba, mi cuerpo lo confesaba a gritos: acné, mi memoria que cada vez retenía menos, mi zona abdominal desproporcionadamente abultada, , insomnio y preocupada fui incrementando mis visitas a varios médicos: neurólogos, dermatólogos, nutricionistas, buscando en la medicina algún alivio y obtener mejor calidad de vida, pero me decepcionó tanto el tener que vivir tomando fármacos todo el tiempo.
Fue entonces que decidí investigar sobre métodos no tradicionales que me brindaran el balance que tanto estaba necesitando, pensando en que tal vez hubiese alguna forma más natural y sin bombardear mi cuerpo con tantos medicamentos, y sin saberlo entonces, fue cuando comenzó mi viaje de autodescubrimiento y transformación, que aún hoy continúa en proceso.
Con asombro encontré un artículo acerca del llanto y sus beneficios, que al ser un mecanismo natural era subestimado, pero que científicamente está comprobado que tiene un efecto tan potente de regulación en el organismo que estaba utilizándose como alternativas al uso de medicamentos en pacientes diagnosticados con depresión, dando excelentes resultados, y que en Japón incluso existen centros especializados en ayudar a las personas a llorar.
¡Wow!
- ¿Por qué no intentarlo? - me pregunté, pues ni siquiera recordaba la última vez que había llorado, pero ¡llorado de verdad!
Un sábado, estando sola en mi coche, decidí dar el paso y cuando me di ese permiso, ¡me sorprendí! Comencé a llorar de forma silenciosa, pensando en mis frustraciones, ¡lloré por casi 4 horas continuas! ¡soltándolo todo!
Nunca me había sentido así... era “destapar” una parte tan necesitada de mí que desconocía, la dejé fluir en libertad, recuerdo sentir un reconfortante alivio después de haber llorado una hora creyendo que todo había terminado solo para volver a convulsionar en un llanto desbordante, era una parte de mí diciendo: “¡ya tengo tu permiso, voy a aprovecharlo, aún no he acabado!” y por primera vez callé todas las razones en mi cabeza y me di el tiempo y la compasión de dejarme ser fluyendo con libertad absoluta.
Después de esas 4 horas, fue descubrir que aparte del gris, existía un abanico de colores a nivel emocional, que mis nubes oscuras habían estado ahí por tanto tiempo, solo esperando con paciencia mi permiso para soltar esa preciosa lluvia que fluía sin tregua a través de mis ojos, solo para mostrarme después un radiante arcoíris ¡¿Cómo no lo había descubierto antes?! Sencillo, porque cada vez que una lágrima afloraba, yo corría a levantar muros de contención, sin darme cuenta de que me estaba perdiendo de verdadera magia; de una manifestación preciosa de mi humanidad.
Ese “pequeño” cambio, incorporado en mi vida cotidiana -llorar con toda el alma cada vez que lo necesitara- hizo una gran diferencia en mí, en mi claridad mental y emocional. No, no puedo describir solo con palabras cuánto bienestar me ha traído.
Este descubrimiento me llevó a otros:
“¿y si no hubiese nada malo en mí?” - fue una pregunta que me estremeció y que poco a poco me permitió darme cuenta de que solo quedaba un camino que no había explorado antes: aceptar quien soy, con todo lo que eso significara; aceptarme humana, aceptarme mujer, aceptarme imperfecta, aceptarme vacía, aceptar mis libras, mis años, mi acné que aparecía encima de mis arrugas, aceptar todo mi dolor.
Pensé en la persona que más he amado en esta vida, y me dije “y si tuviese todas y cada una de las cosas que yo odio en mí, más otras tantas ¿le amaría menos?”
Y mi corazón respondió sin dudar: -”¡Nooo! Le amaría igual” y entonces lo entendí. Y supe que yo merecía también esa clase de amor: y fue cuando la vi por primera vez, a “ella”: mi niña; la que alguna vez fui y que a corta edad fue descubriendo lo inadecuada que era: ella entendió rápidamente el valor que todos daban a la belleza física y que no encajaba en ese estándar.
Esa pequeña muy pronto aprendió a esconderse, a pasar desapercibida, a admirar en secreto a otras chicas que comprendía que si eran bellas... ella entendió cuál era su lugar entre los diferentes círculos sociales.
La vi ahí, literalmente, en mi mente, con su tristeza infinita, y yo, en mi versión adulta, me paré delante de ella, luego me arrodillé y le dije mirándole a los ojos: “¡Vales mucho! No por quien serás, o en quién te convertirás: ¡vales mucho ahora! ¡Eres preciosa! ¡Lo eres! Solo tienes que verlo por tus propios ojos y no a través de los ojos de otros”