EL EFECTO DE LA RISA - ROS BEN MOSHE - E-Book

EL EFECTO DE LA RISA E-Book

ROS BEN MOSHE

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Beschreibung

El efecto de la risa de Ros Ben-Moshe es un libro que explora el poder curativo del humor y la risa en nuestras vidas. A través de anécdotas, investigaciones y ejemplos prácticos, la escritora destaca cómo el humor puede ser una herramienta poderosa para superar el estrés, mejorar la salud mental y fortalecer las relaciones interpersonales. Desde la terapia de la risa hasta las técnicas para cultivar un sentido del humor saludable, el libro ofrece una mirada perspicaz sobre cómo podemos incorporar el humor en nuestras vidas para vivir de manera más plena y feliz.

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Seitenzahl: 366

Veröffentlichungsjahr: 2024

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¿REÍR ES DE VERDAD LA MEJOR MEDICINA?

Todos hemos oído hablar sobre los innumerables aspectos positivos de reír, pero ¿realmente puede hacer algo contra la soledad, la depresión y las enfermedades? ¿Qué sucede si no hallamos razones para reír?

En este libro encontrarás una práctica basada en la ciencia que te enseñará cómo estimular dosis diarias de bienestar y positividad.

No importa si te consideras una persona graciosa o no, las técnicas que aquí aprenderás te mostrarán cómo mejorar tu calidad de vida, tu salud mental y tu forma de relacionarte contigo y con el mundo.

Llevar una vida más sana y feliz es posible. ¡Reír es la solución!

ROS BEN-MOSHE es una experta a nivel internacional en positividad y bienestar a través de la risa. Es profesora adjunta en la Universidad La Trobe, donde ha impartido clases de Psicología Positiva y Promoción de la Salud. Embajadora mundial de la risa, también es comentarista y escritora habitual en los medios de comunicación australianos.

Su primer libro, Laughing at Cancer: How to Heal with Love, Laughter and Mindfulness lleva más de 20 años animando a la gente a adoptar la sonrisa intencionada y las prácticas de la risa para generar una transformación positiva y potenciar la alegría.

Índice

IntroducciónCapítulo 1. Historia de la risaCapítulo 2. Reímos para florecerCapítulo 3. La mejor medicinaCapítulo 4. Yoga de la risa y bienestar de la risaCapítulo 5. Nuestro sexto sentido: El humorCapítulo 6. Jugar con el efecto de la risaCapítulo 7. Sonríe y el mundo entero sonreirá contigoCapítulo 8. Alegre gratitudCapítulo 9. Autocompasión con una sonrisaCapítulo 10. El diario de alegría y el reencuadre positivoCapítulo 11. La última carcajadaEl efecto de la risa en la prácticaAgradecimientosReferencias

A mis queridos padres, Bridget y Cyril, por darme el don de la vida y la risa.

Desde que tomé su libro hasta que me acosté, me convulsioné de risa. Algún día pienso leerlo.

Groucho Marx

Introducción

El jabón es al cuerpo lo que la risa es para el alma.

Proverbio yiddish

Todos hemos oído decir que “la risa es la mejor medicina”. Pero ¿es así de simple? ¿Puede una cierta dosis de risa ser la panacea para una serie de males modernos, como la soledad y la depresión? ¿Y si no tienes ganas de reír? O tal vez no te consideras gracioso, y tus seres queridos tampoco son precisamente un costal de risas. ¿Cómo puede acceder uno a este manantial?

La buena noticia es que si no te atreves a sacar al cómico que llevas dentro, o si te encuentras en medio de una situación estresante, puedes recurrir a lo que he llamado el efecto de la risa. Aunque parezca sorprendente, esta filosofía y práctica cuerpo-mente basada en la ciencia, cuyos fundamentos se remontan a tiempos bíblicos y civilizaciones antiguas, no requiere de un chiste o de una situación graciosa.

Se trata más bien de un conjunto holístico de habilidades basadas o no en el humor que no depende de que te sientas alegre o animado: es un estado intencionado que, si se practica con regularidad, puede convertirse en una ligereza duradera que permite que nuestro cuerpo entre primero en un estado de bienestar, aunque no nos sintamos muy bien en un momento dado, y que nuestra mente le siga. El efecto de la risa comprende múltiples elementos que potencian la alegría y crean un escudo impermeable de resiliencia ante los retos de la vida, para preparar tu cuerpo “sintiente” y tu mente “pensante” hacia una salud mental óptima.

El efecto de la risa reconoce que es necesario experimentar todas las emociones: las buenas, las no tan buenas e incluso las menos buenas. Eso es lo que nos hace humanos. Se trata de recurrir de forma intencionada a la energía de la risa, la esencia de la alegría, para contrarrestar las hormonas del estrés y estimular una dosis diaria de bienestar positivo, con ayuda de la dopamina, el centro de recompensa de nuestro cerebro, la oxitocina, conocida como la molécula del amor, la serotonina, el antidepresivo de nuestro cuerpo, y las endorfinas, nuestras hormonas de la felicidad.

A lo largo de estas páginas te irás familiarizando con estos términos, a medida que te equipes con los recursos que te permitirán vivir el efecto de la risa. Si se aplican a diario las técnicas, estrategias y prácticas que aprenderás en este libro, puedes transformar tu paisaje físico, mental, social y emocional.

Durante muchos años he construido la filosofía que contribuye al efecto de la risa, basándome tanto en mi propia experiencia personal y profesional como en una amplia investigación y práctica que incluye a profesionales de la risa y el humor, la sabiduría de la terapia del humor y la risa, la psicología positiva, la atención plena y la neurociencia. Se enriquece además con historias de transformación personal de clientes de todo el mundo, cuyos nombres he cambiados por motivos de seguridad, y con algunas investigaciones científicas bastante serias.

 

EMPECEMOS

Haz una lista de cinco cosas que te hagan reír.¿A qué personas recurrirías para hacerte reír? En pocas palabras, ¿cómo te hacen sentir?¿Cuál es tu recuerdo más antiguo de una buena risa? ¿Con quién estabas? ¿Recuerdas lo que estabas haciendo? Dedica un poco de tiempo para conectarte con esa alegría y déjate envolver por el sonido y la sensación de la risa.

A estas alturas ya te habrás hecho una idea del tipo de persona que crees que soy. Tal vez alguien con una personalidad Pollyanna*: ingenuamente optimista, con la cabeza en las nubes. ¿O piensas tal vez que nunca me ha afectado el dolor, la enfermedad o la tristeza? Puedo asegurarte que no soy inmune a estas cosas. Entonces, ¿cómo empezó mi exploración del efecto de la risa?

Hace unos 20 años, me sentía un poco abatida después de que mi propuesta de publicar una serie de libros de cocina sin gluten, sin lácteos y principalmente vegetariana fuera rechazada por numerosas editoriales, que consideraban que el “mercado era demasiado pequeño para justificar el elevado coste de producción de unos libros de cocina tan especializados”. (Había desarrollado un gran interés por el bienestar gracias a mi historial de síndrome de fatiga crónica [SFC]).

Decidí volver a estudiar. Sin embargo, para cumplir los requisitos de posgrado de la universidad, necesitaba algo de experiencia en este campo. La suerte quiso que por aquel entonces se celebrara en Melbourne una Conferencia Mundial de la OMS sobre promoción de la salud. Entre las muchas sesiones “serias”, me llamó la atención una sobre algo llamado “el yoga de la risa”. Tenía que ir a echar un vistazo.

La experimentada facilitadora Phillipa Challis esbozó los fundamentos, antes de invitar al público a participar en esta práctica sorprendentemente novedosa. Mientras reía junto con los demás participantes, sentí de inmediato la energía edificante y la transformación física y emocional. Fue una de las experiencias más estimulantes de mi vida. En los 20 largos años que había padecido el síndrome de fatiga crónica, había consultado numerosos especialistas médicos y profesionales de la salud complementarios, pero el rebote de salud que recibí del yoga de la risa fue más inmediato e impactante que cualquier otra cosa que hubiera probado. Sabía que había tropezado con mi destino.

Empecé a estudiar promoción de la salud y, poco después, me formé como monitora de yoga de la risa. Me convertí en una experta en ensalzar las virtudes de la risa ante cualquiera que quisiera escucharme. Así fue hasta que me diagnosticaron un cáncer de intestino a los 42 años. A pesar de que esta enfermedad no tiene nada de humorística, en el fondo sabía, de acuerdo con mi experiencia, que la risa era la mejor manera de afrontarla. Había llegado el momento de practicar lo que predicaba. Solo necesitaba tiempo (y un par de operaciones importantes) para atar cabos.

El primer empujón fue la celebración de una fiesta corporativa del yoga de la risa sobre lencería, a la que me invitaron como animadora. Cuando recibí la invitación, muchos meses antes, me alegré mucho. Pero cuatro días antes de una operación de intestino, el último lugar en el que quería estar era rodeada de una veintena de mujeres alborotadas discutiendo sobre elegantes camisones. Hice un repaso automático de los beneficios de la risa para la salud antes de facilitar la sesión de risa activa. En unos instantes me sentí más ligera y alegre y, al final, casi sin peso.

Las endorfinas (la fuente interna de morfina de nuestro cuerpo) hicieron efecto y me invadió una oleada de entusiasmo por la vida. Fue la primera vez que reconocí que había necesitado este remedio más de lo que lo necesitaba el grupo al que yo estaba acompañando. Después de haberme reído literalmente de gran parte de mi estrés, estaba más preparada desde el punto de vista psicológico y más fuerte para la operación de cinco horas que me esperaba.

Decidí llevar la teoría a la práctica. Para impulsar mi bienestar, no iba a esperar a que me dieran ganas de reír. Tras mi operación, yo provocaría las risas. Pero ¡qué sabía yo! Las semanas siguientes a la operación, me di cuenta de que no solo me habían quitado 30 centímetros de intestino, sino también la capacidad de reír. Respirar con delicadeza ya era un reto. Me habían robado algo que había dado por sentado toda mi vida.

Después de la operación, mi cuerpo parecía haber chocado con un tráiler. Me sentía abatida y necesitaba una gran dosis de positividad, además de otra inyección de morfina. Como magnetizada, mi mano se sintió atraída por un lápiz cercano y un gran mantel individual de papel blanco que cubría la bandeja del desayuno. Empecé a enumerar todo lo que agradecía de mi situación actual, desde la importancia de bajar el ritmo, aunque me lo hubieran impuesto, hasta la milagrosa capacidad de curación de mi cuerpo. Abrumada por los sentimientos de gratitud de estar viva, me sentí motivada para seguir escribiendo.

No tardó en iluminar mi rostro y mi estado de ánimo una radiante sonrisa. Sentía que cada célula, cada tejido, cada músculo sonreía. De la oscuridad surgió la luz, y la pena por lo que había perdido se transformó en gratitud. Me había olvidado por completo del dolor. Cuando la enfermera entró para administrarme la morfina y me vio sentada en posición vertical, sonriendo con serenidad, salió disparada de mi habitación creyendo que se había equivocado de habitación. El suministro natural de morfina de mi cuerpo se había activado. Ese fue mi momento ajá. Estaba encarnando el efecto de la risa.

Fue entonces cuando mi exploración se propagó más allá de la risa física, hacia áreas interrelacionadas. No quería nada más esperar a sentirme bien, sino aumentar de forma activa las oportunidades de intensificar de manera intencionada estos sentimientos. Quería encarnar la positividad, ya fuera a través de la sonrisa sincera, la gratitud o la preparación de mi mente para buscar posibilidades, no problemas, con la ayuda de un diario de positividad, en el que pudiera replantear las quejas, con gratitud y ligereza, o amplificar los “micromomentos” (como los acuñó la profesora de Psicología Positiva Barbara Fredrickson) de alegría en mi día a día.

Desde entonces, gracias a las investigaciones que he llevado a cabo sobre la risoterapia y a las innumerables sesiones de risa individuales y en grupo que he impartido para programas de bienestar, desde residencias de ancianos hasta empresas y administraciones públicas, sin tomar en cuenta la cantidad o el grupo demográfico, me he maravillado de la eficacia del efecto de la risa y de cómo puede aplicarse en una serie de situaciones cotidianas: atascos de tráfico, una discusión con tu pareja e incluso una pandemia. Desarrollar vías neuronales para afrontar las tensiones de la vida con más ligereza requiere práctica y tiempo, como cualquier ejercicio de desarrollo muscular. El efecto de la risa ejercita el cuerpo y la mente. El grado de entrenamiento depende de ti.

Escribí este libro con el objetivo de inspirar cambios en tu vida y fomentar la práctica diaria para promover el bienestar positivo. Despertar tu sonrisa interior y exterior, liberar el poder de tu sexto sentido, el humor, y amplificar y construir emociones auténticamente positivas. Esta obra pretende proporcionar una óptica de la risa para contemplar el mundo y añadir una nueva dimensión a una serie de estrategias de autocuidado y bienestar, como la atención plena, la gratitud y la autocompasión, capacitando a las personas que lo practican para llevar vidas más sanas y felices.

Nos adentraremos en la historia de la risa, evaluaremos su papel evolutivo en la supervivencia humana o, como yo prefiero llamarla, “prosobrevivir” (una mezcla de prosperidad + supervivencia) y crearemos un esquema para conseguir las cosas positivas que quieres en la vida. Además, abordaremos la pregunta: ¿la risa es en verdad la mejor medicina?

Al final, estarás equipado con habilidades fundamentales para la vida y la risa a través de una exploración de las prácticas de la risa intencional. Las dos modalidades principales que estudiaremos son el yoga de la risa y la risa del bienestar (reír por la salud, y no simplemente por humor), y también profundizaremos en la neurociencia de la sonrisa, adoptaremos la gratitud para crear un cambio en la perspectiva vital y exploraremos cómo el hecho de ser más amable y autocompasivo es un recurso interior vital.

A lo largo del libro encontrarás actividades para sonreír y reír, prácticas de atención plena y técnicas de journaling positivo para crear una “mentalidad de la risa”. Conocerás a tu amable Hermana Serotonina, una alegre encarnación de la Doctora Corazón, que te proporcionará soluciones edificantes y esclarecedoras a los dilemas más frecuentes. Hay espacio para la reflexión y oportunidades para conectar con tu lado lúdico. Antes de pasar una página o de comenzar un nuevo capítulo, considera la posibilidad de hacer algunas pausas conscientes. Esto enriquecerá tu lectura y te permitirá sentir emociones positivas.

En la última parte del libro, en el anexo “El efecto de la risa en la práctica”, encontrarás consejos prácticos que te ayudarán a conectar con tu lado risueño en todos los ámbitos de tu vida.

Este libro te enseñará a invertir en ti mismo para que, con independencia de lo que te ocurra, seas capaz de responder con mayor ecuanimidad gracias a las herramientas del efecto de la risa. Con el tiempo, te darás cuenta de que ríes y sonríes más, diciendo sí a una vida plena. Tu resistencia al estrés se verá reforzada, lo que te permitirá superar las adversidades con humor, ligereza y gracia.

Por último, si sientes la necesidad de pedir permiso para activar tu propio efecto de la risa, considéralo concedido. Es hora de cultivar el lado más alegre de la vida, de despertar tu brillo interior.

CAPÍTULO1HISTORIADE LA RISA

Dios tiene una sonrisa en Su rostro.

Salmo 42:5

La risa, el humor y la alegría son esenciales en la vida, y nos han guiado a los simples mortales a través de las plagas, las inundaciones provocadas por el cambio climático y la destrucción causada por los egos indomables de los dictadores. Así pues, empecemos por disipar cualquier mito sobre el valor terapéutico del humor y la risa como algo hippie, mariguano o New Age. A menos que creas que Adán y Eva eran de esas ondas. La génesis del efecto de la risa en las tradiciones judeocristianas se encuentra, convenientemente, en el Génesis del Antiguo Testamento.

A la Biblia se la llama con razón el “Libro Bueno”. Entre los muchos momentos de fuego y azufre que contiene, hay múltiples referencias a la felicidad como verdadera fuente de riqueza. El Antiguo Testamento es un verdadero repositorio de gemas memorables que aluden al valor terapéutico de la risa. “Un corazón alegre hace bien como una medicina, pero un espíritu quebrantado seca los huesos” (Proverbios 17:22). “Entonces nuestra boca se llenó de risa” (Salmos 126:2), una expresión alegre de redención, alegría y gratitud a Dios. “Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis” (Lucas 6:21). Estas afirmaciones podrían atribuirse fácilmente al gurú de la meditación Deepak Chopra o al Dalai Lama, pero son tan antiguas como el tiempo mismo.

Las historias que reflejan el uso del efecto de la risa infunden la Biblia, incluida la de la matriarca Sara, sin hijos hasta los 90 años, que al descubrir su embarazo pronunció: “Dios me ha traído la risa, y todo el que se entere de esto se reirá conmigo” (Génesis 21:6) El hijo que da a luz, por instrucción de Dios, recibe el nombre de Itzjak (Isaac), que significa “reír” en hebreo. La vida de Isaac estuvo lejos de ser chistosa, pues tuvo más drama que comedia, sin embargo, sobrevivió a la adversidad con una alegría inesperada.

En el mundo del islam, existen relatos de Mahoma riendo y haciendo reír a los demás. Anas b. Mālik, sirviente del Profeta hasta su muerte, informó que: “El Profeta era uno de los hombres que más bromeaba”.1 Se le veía sonreír constantemente, y enseñó que sonreírle al prójimo es caridad. La moderación, la risa y la ligereza también se preconizaban en las sunnas, un modelo basado en las enseñanzas y prácticas del Profeta, para aligerar las cargas, aportar alegría a uno mismo y a los demás, y calmar la ansiedad.

El efecto de la risa no solo fue crucial para las tradiciones judeocristianas e islámicas, sino que también fue un atributo importante de muchas civilizaciones antiguas y culturas indígenas. Tan intrínsecos eran el humor y la risa para los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres, que están incrustados en sus historias de la creación, que datan de hace al menos 65 mil años.

Los kamilaroi del norte de Nueva Gales del Sur y del sur de Queensland dicen que Venus titila en ocasiones cuando está bajo en el cielo. Creen que se trata de un anciano que contó un chiste grosero y se ha estado riendo desde entonces. La poetisa y activista de las Primeras Naciones del siglo XX, Oodgeroo Noonuccal, también conocida como Kath Walker, describió la conexión de la risa indígena con su país de la siguiente manera: “Somos los cuentos maravillosos del Tiempo del Sueño, las leyendas tribales que se narran… Somos el pasado, las cacerías y los juegos de risa…”.

Muchas actividades fomentaban la risa en las culturas de los indígenas australianos, desde juegos de natación hasta fútbol. También había comunicación lúdica, charlas sin sentido, cosquillas, carcajadas y juegos de risa. Los payasos ceremoniales ayudaban a resolver viejas rencillas y a mantener el control social. A menudo se disfrazaban de animales y transmitían mensajes conmovedores en la danza y el entretenimiento. Un hombre famoso por sus habilidades como payaso asumía el papel principal de pacificador entre las partes enfrentadas, simulando atravesar con una lanza a los agresores, lo que provocaba una respuesta hilarante por parte del resto de la tribu. Las sonoras carcajadas que se producían impedían que las partes enfadadas cometieran actos manifiestos de ira o causaran más problemas.2 Había muy pocas ocasiones rituales en las que las risas y las bromas estuvieran fuera de lugar. Por desgracia, desde la colonización, los juegos tradicionales indígenas se han perdido en gran medida.

La risa formaba parte del tejido social de muchos pueblos indígenas de todo el mundo. En las historias de casi todas las tribus nativas americanas aparecen los míticos “pícaros divinos” quienes contaban historias que dictaban el comportamiento tribal aceptable e inaceptable y, aunque podían ser bromistas, se creía que poseían poderes sobrenaturales. Los pícaros divinos asumían un papel espiritual en las prácticas ceremoniales, aprovechando la creencia de que el humor podía cambiar las cosas y curar.3 Utilizaban el efecto de la risa, a menudo estropeando sus travesuras, para provocar la carcajada.

Además de los pícaros divinos, casi todas las tribus tenían uno o dos payasos. Junto con el curandero, los payasos ocupaban el tercer lugar en el tótem de la tribu. Los sioux hunkpapa tenían payasos de la felicidad” y de la tristeza, que contribuían al bienestar emocional de los miembros de la tribu interpretando danzas en las ceremonias sagradas. El payaso de la tristeza ayudaba a disminuir los sentimientos de depresión, mientras que el payaso de la felicidad aumentaba la alegría. Se creía que los payasos duales mantenían el equilibrio espiritual de la comunidad. Tenían una libertad para expresar emociones que muchos otros miembros de la comunidad no podían. Críticos sociales de primer orden, su mímica y sus bromas ponían al descubierto la hipocresía y la arrogancia, reprimían los comportamientos inadecuados y contribuían a mantener una dinámica social sana.

 

Según una anciana nativa americana conocida como “Abuela”:

Antes de que llegaran los invasores… teníamos payasos. No payasos como los de ahora, con narices rojas y trajes coloridos. Nuestros payasos llevaban todo tipo de cosas. Se ponían lo que les daba la gana. Y no solo salían de vez en cuando para hacer el tonto y hacer reír a la gente, nuestros payasos estaban con nosotros todo el tiempo, eran tan importantes para la aldea como el jefe, o el chamán, o los bailarines, o los poetas.4

Al igual que en la cultura de las Primeras Naciones de Australia, al otro lado del Ártico la risa era el último recurso para romper el hielo en muchos juegos de los inuit canadienses. Jugaban a reírse para levantar el ánimo durante los largos y sombríos meses de invierno. Uno de los favoritos era el Animal muk, en el que los participantes formaban un círculo con una persona de pie en el centro que utilizaba solo sonidos o acciones de animales para hacer sonreír o reír a alguien del círculo exterior. La persona del círculo que sonríe, se ríe o rompe el contacto visual, toma su turno en el centro para intentar hacer sonreír o reír a otra persona del círculo.5 En la mayoría de los juegos, el deseo de encontrar placer en la interacción era tan importante como ganar.

La risa se fomentaba e iniciaba de manera intencionada, lo que demostraba la capacidad de una persona para controlar sus emociones y mantener la compostura. La risa es también una de las principales características del canto de garganta inuit, katajjaq, en el que dos mujeres cantan a dúo frente a frente, sin acompañamiento instrumental. Los estallidos de risa se mezclan con los de canto, una expresión natural de buen humor y aprecio por la actuación de la compañera. Esta práctica está experimentando un resurgimiento tras haber sido sofocada durante muchos años por los misioneros cristianos.

La cultura inuit considera la risa como el iglú* de la sociedad, algo así como el adhesivo que la mantiene unida. Un viejo adagio inuit afirma: “Quien sabe jugar puede saltar fácilmente sobre las adversidades de la vida. Y el que sabe cantar y reír nunca hace travesuras”.6

 

TRADICIONES DE RISA

 

¿Tienes alguna tradición de risa que se haya transmitido de generación en generación?

En cada ritual familiar anual del Seder de Pascua judío, una de las últimas canciones de la noche es “Chad Gadya” (una cabrita). No importa la hora, es una forma segura de generar carcajadas, ya que a cada uno se le asigna al azar un efecto sonoro. La repetición en cada estrofa subraya el flujo y reflujo de la historia judía contada por una serie de personajes: gato, cabra, perro, palo, fuego, agua, buey, Ángel de la Muerte y el Santo, bendito sea. La canción me recuerda un Seder concreto en casa de un amigo. El efecto del sonido del gato era tan realista (¡me atribuyo todo el mérito!) que el pequeño perro de la casa se abalanzó sobre la mesa para perseguir al “gato”. Ya podrás imaginar el aspecto que tuvo la mesa después: ¡fue “gatostrófico”!

Ahora pasamos de los iglús a las pirámides, donde, en el Antiguo Egipto, faraones y reinas eran entretenidos por bufones y juglares. Se le considera el hogar del chiste más antiguo del mundo.7

Un chiste de pedos, no bromeo, de la civilización sumeria en 1900 a. C., plasmado a perpetuidad en un papiro: “Algo que nunca ha ocurrido desde tiempos inmemoriales: una mujer joven no se tiró un pedo en el regazo de su marido”.

Y aquí va una contribución mía:

¿Cómo se llamaba el faraón que siempre llegaba tarde?

¡Tar-damón!

Las antiguas civilizaciones asiáticas también empleaban el efecto de la risa. En China, Corea y Japón existían palabras dedicadas a bufones, acróbatas, malabaristas y animadores. En China, los registros de rituales de la risa se remontan a la dinastía Shang (1600-1050 a. C.). Los huaji, combinación de las palabras hua (escurridizo) y ji (rebotar), eran artistas que llevaban trajes asimétricos rojinegros y se entregaban a una serie de actividades frenéticas para animar y entretener. Sus esfuerzos se consideraban indiscutibles, y mediaban entre los emperadores de la tierra y los de los cielos, con la esperanza de establecer buenas relaciones para los recién fallecidos.

En Corea, los tigres pícaros se consideran una figura importante de la tradición popular y eran habituales en las fiestas, causando estragos con trucos que provocaban carcajadas. Y si creías que los juegos de beber eran una novedad en las fiestas, piénsalo otra vez. Corea cuenta con el juego de beber más antiguo del mundo, el juryeonggu. Una excavación arqueológica en los años 70 descubrió un dado de catorce caras que data del siglo VII de nuestra era. Las instrucciones de la cara 4 se traducen como “Bebe un gran cubilete y ríe a carcajadas”, que lleva implícita la idea de mantener felices a los espíritus ancestrales a un nuevo nivel.

Pasamos ahora a un país que nos ha regalado el karaoke, la Nintendo, el animé y el sushi, entre otras muchas cosas: Japón. En el Warai Matsuri, festival que se celebra hasta el día de hoy en la ciudad de Hidakagawa, en la prefectura de Wakayama, un payaso llamado Suzu-furi sostiene una campana y hace reír a la gente, al tiempo que grita: “¡Risas! ¡Risas!” Se cree que la risa aleja a los malos espíritus.

Del antiguo Oriente a la antigua Grecia, donde el poeta épico Homero, no el de Los Simpson, escribió hace 2 800 años en pasajes de La Ilíada y La Odisea que se decía que el monte Olimpo resonaba con la risa de los dioses como “la exuberancia de su alegría celestial tras su banquete diario”. En La Odisea, Ulises le dice al cíclope que su verdadero nombre es “Nadie”. Cuando Ulises ordena a sus hombres que ataquen al cíclope, este grita: “¡Socorro, Nadie me ataca!”. Nadie lo fue a ayudar.

Como parte del proceso de curación, los médicos griegos solían prescribir una visita a la sala de los comediantes. ¿Te imaginas que los médicos lo hicieran hoy en día? Los antiguos griegos incluso pueden presumir de tener su propio “filósofo de la risa”, Demócrito, conocido por reírse de las locuras humanas. Además de ser uno de los fundadores de la antigua teoría atomista, trató de entender qué es lo que hace feliz a una persona, declarando que la felicidad y la alegría son el objetivo más elevado y noble de todos. Sería difícil encontrar una persona más alegre y de ojos más brillantes que Demócrito. ¿Tienes curiosidad? Busca su imagen en Google.

Sin embargo, su carácter alegre levantó ámpula en su ciudad natal, Abdera. Tanto es así que los residentes llamaron al gran médico Hipócrates, el mismo del famoso juramento hipocrático, para que evaluara si la risa frecuente de Demócrito era patológica y una forma de locura. ¿Podemos estar seguros de que tal estado era antinatural?

A continuación, en la Antigua Roma, nos encontramos con el abogado, estadista y escritor Cicerón, conocido por su ingenio. Según la opinión romana, era “demasiado gracioso para su propio bien”. Cicerón fue considerado un “adicto a la risa”. Creía que el humor era un rasgo definitorio de la sociabilidad que mejoraba las relaciones, reforzaba las normas compartidas de la comunidad y fortalecía la figura pública. ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? Bueno, aparte de acueductos, irrigación, alcantarillado, educación, carreteras, medicina y vino, también nos dieron el primer libro de chistes documentado del mundo: el Philogelos (o Amante de la risa), un compendio de chistes que data del siglo IV o V de nuestra era. Algunos siguen vigentes y los humoristas los repiten hoy en día. Uno de ellos se refiere a una famosa réplica de Herodes Arquelao. El barbero de la corte, conocido charlatán, le preguntó: “¿Cómo debo cortarte el pelo?”. Arquelao respondió: “En silencio”.

Varios cientos de años más tarde, ya no había emperadores romanos, sin embargo, los chistes permanecieron, lo que constituyó todo un desafío para la Iglesia Católica Romana, que hizo hasta lo imposible por extinguir la alegría. Paradójicamente, fueron los monjes medievales los encargados de transcribir los aproximadamente 260 chistes del Philogelos.

Los romanos eran aficionados al humor negro y se reían a carcajadas de temas de su tiempo, como la crucifixión. Otra leyenda de la risa que procede de la época romana es el Día de los Inocentes, que se remonta a la antigua festividad de Hilaria. Esto confirma mi sospecha de que, si existiera un Dios del Humor, se llamaría Hilario. Parece que los romanos siempre veían el lado bueno de la vida.

En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino, inspirado por Aristóteles, decretó la risa permisible para los cristianos bajo ciertas condiciones espirituales. Se aprobó porque era un comportamiento claramente humano y no tan bestial y animal como creían muchos críticos. Sin embargo, siglos más tarde se produciría un descubrimiento revolucionario sobre la risa en todo tipo de criaturas, incluidas las ratas. Incluso a la realeza le gustaba reír. Se decía que Richard Tarleton, bufón de la corte, había mantenido a la reina Isabel I en mejor estado salud que sus médicos. Cuando ella estaba de mal humor, él la animaba curando su melancolía mejor que todos sus médicos.8

Otra reina, María, conoció la risa como remedio a una edad temprana. María, aquejada de mala salud, recibió una carta de su madre, Catalina de Aragón, en la que le decía: “Un poco de consuelo y alegría deberían ser sin duda la mitad de su salud. Yo he comprobado lo mismo por experiencia, al haber sido desahuciada de la misma enfermedad, y sé cuánto bien puede hacer”.9 Jane Fool, compañera de confianza de la reina durante al menos 20 años, fue tan valiosa para el bienestar de su señora que se le dotó de un guardarropa más elegante que el de las propias cortesanas de la reina.

Sin los conocimientos científicos que tenemos ahora, los bufones dispensaban sin saberlo una dosis de dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas. Era una época jovial para los bufones, a los que a menudo se otorgaban papeles principales en las obras de Shakespeare. El más famoso era el bufón del Rey Lear, que funciona como la conciencia interior del rey. En la obra, el bufón es descrito como “un tipo infinitamente bromista y de una fantasía excelente”. A menudo sabios e inteligentes, se creía que los bufones de Shakespeare eran los portavoces del Bardo, que arrojaban luz sobre cuestiones pertinentes. A Hundred Merry Tales, también conocido como Shakespeare's Jestbook, se imprimió por primera vez en 1526 y es el primer ejemplo conocido de libro de chistes inglés. Repleto de relatos groseros pero ingeniosos sobre clérigos temerarios e hipócritas, mujeres vulgares y galeses de pocas luces, se dice incluso que fue leído a la reina Isabel I en su lecho de muerte. Es de esperar que muriera con una sonrisa.

Antes de la revolución industrial británica, el químico de Cornualles Humphry Davy y su jefe, el médico inglés Thomas Beddoes, estaban reunidos en un salón. Rumiaban qué gases podrían ser importante para la salud pulmonar. El gas en cuestión era el óxido nitroso. Lejos de ser estéril, el laboratorio de Davy era el lugar de moda. Poetas, dramaturgos, médicos y científicos se reunían en sus famosas fiestas de N2O (óxido nitroso). Sí, leíste bien. A los invitados se les ofrecía una bocanada de óxido nitroso, conocido también como gas de la risa, en una bolsa de seda verde.

Estos experimentos científicos formaron parte de las primeras investigaciones sobre los efectos del óxido nitroso en el cerebro, que condujeron a uno de los avances médicos más importantes del siglo XIX: la anestesia. Los invitados describían estados de éxtasis y risas involuntarias, gritando: “Dame más, dame más, esto es lo más placentero que he experimentado nunca”. Mientras [otros] corrían escaleras arriba y abajo y por toda la casa, diciendo cosas raras que luego olvidaban”.10

En esos casos el efecto era inducido, pero te aliviará saber que en los próximos capítulos compartiré contigo herramientas que te permitirán acceder de forma natural a los beneficios de la risa, sin necesidad de que te eleves hasta las nubes con N2O.

Durante el siglo XIX, el naturalista inglés Charles Darwin dedicó mucho tiempo a investigar los efectos de la risa, tanto que sorprende que no sea más conocido por el aspecto evolutivo de la sonrisa y la risa. Darwin quería crear una representación visual de la risa en acción. Sin embargo, aún faltaban décadas para que aparecieran los momentos fotográficos de apuntar y disparar, y el largo tiempo de exposición necesario para captar el movimiento habría dado lugar a fotografías borrosas.

En su lugar, se apoyó en contemporáneos de la época, como Guillaume Duchenne, neurólogo francés que había recopilado una extensa colección fotográfica de personas sonriendo. (Más sobre esto en un momento). Duchenne tenía como mascota a un mono y le dijo a su amigo Darwin que lo había visto sonreír a menudo. En un plan informal de “préstame a tu mono”, Darwin llevó a cabo sus propios experimentos empíricos y se deleitó observando sus risas y sonrisas.

Si se le hacen cosquillas a un chimpancé joven, y las axilas son especialmente sensibles a las cosquillas, como en el caso de nuestros hijos, se produce una risa o carcajada más franca, aunque a veces la risa es silenciosa. Las comisuras de los labios se elevan, lo que a veces hace que los párpados inferiores se arruguen ligeramente… Los dientes de la mandíbula superior del chimpancé no están expuestos cuando emiten su risa, en eso se distingue de nosotros. Pero sus ojos brillan y se iluminan.

Los descubrimientos de Darwin le apartaron del filósofo Aristóteles, que había afirmado que los humanos eran las únicas criaturas que reían. Fascinado por la risa humana, Darwin observó meticulosamente el efecto visceral de la risa en el cuerpo y la mente:

Durante la risa excesiva, todo el cuerpo a menudo se echa hacia atrás y tiembla, o casi se convulsiona. La respiración está muy alterada: la cabeza y la cara se llenan de sangre, con las venas distendidas, y los músculos orbiculares se contraen espasmódicamente para proteger los ojos. Las lágrimas se derraman libremente… por lo tanto… apenas es posible señalar alguna diferencia entre el rostro bañado en lágrimas de una persona después de un paroxismo de risa excesiva y después de un amargo ataque de llanto.11

Para documentar lo que hoy conocemos como “el efecto de la risa”, Darwin pasó un tiempo con chimpancés y observó que durante una risa moderada apenas se contraían los músculos que rodean los ojos. También observó que los simios no derramaban lágrimas al reír, concluyendo que las lágrimas de risa eran una característica humana definitiva. Observó que individuos ciegos y sordos se reían sin haber oído ni visto nunca antes el fenómeno, lo que demuestra que se trata de un comportamiento innato.

Darwin también observó que una expresión de intensa alegría conduce a diversos movimientos sin propósito: bailar, aplaudir, zapatear y reír a carcajadas. No es de extrañar que tantas instituciones intentaran contener la risa. Bailar no solo puede conducir al sexo, sino también (¡horror!), también a la risa.

El conjunto de sus trabajos sugiere que la risa está intrínsecamente ligada a la evolución de habilidades sociales y cognitivas de la familia de los primates. Así es: reir como chango es un imperativo genético.

En la década de 1930 y 1940, durante lo peor de la epidemia de polio, ciertos hospitales de Estados Unidos tomaron medidas extraordinarias para ayudar a los niños afectados. Contrataron magos, payasos de circo y cantantes para entretener a los pequeños que estaban confinados en pulmones de acero durante periodos prolongados. Mientras los niños permanecían inmóviles dentro de estos dispositivos médicos, las actuaciones de los artistas proporcionaban un estímulo emocional importante. Aunque su situación era sombría y preocupante, estos momentos de entretenimiento les brindaban un pequeño alivio y les permitían experimentar momentos de alegría en medio de la adversidad.

¿Qué hace un gelotólogo?

Desarrolla helados italianos especiales.Construye postres que se tambalean.Estudia el humor y la risa.

La respuesta es, como seguramente adivinaste, la letra c. Estudia el humor y la risa. Gelotología viene de la raíz griega gelos, que significa “reír”.

En marzo de 1964, la sociolingüista Edith Trager estableció formalmente la ciencia de la risa, bautizándola como gelotología. A partir de ahí, el Dr. William Fry, profesor de Psicología en la Universidad de Stanford, California, tomó la estafeta de la risa. Conocido como el padre de la gelotología, Fry publicó en los años 70 varios estudios históricos sobre la fisiología de la risa. Uno de ellos equiparaba la risa al “jogging interno”, y descubrió que un minuto de risa equivalía a diez minutos en la máquina de remo. Así que, si quieres ponerte en forma, ríete. De esto hablaremos más en el capítulo tres.

Alguien que no conseguía llorar de la risa fue el Dr. Norman Cousins. En 1964 yacía en un hospital inmovilizado por una enfermedad debilitante, la espondilitis anquilosante, una forma de artritis que afecta a la columna vertebral. En su peor momento, Cousins era casi incapaz de mover la mandíbula. Se negó a aceptar la sentencia de muerte de su médico y tomó las riendas de su curación.

Inspirándose en libros que describían cómo las emociones negativas, como la frustración y la rabia reprimida, estaban relacionadas con el agotamiento suprarrenal, Cousins supuso lo contrario: que las emociones positivas, como el amor, la esperanza y la fe, generarían beneficios para la salud. También había estudiado la química del cerebro y tenía más que una corazonada de que la risoterapia podía ayudar.

Con la bendición del médico que lo trataba, se dio de alta, contrató a una enfermera y se alojó en un hotel. Se autorrecetó megacantidades de vitamina C y buenas dosis de comedia como Cámara Escondida, Los Hermanos Marx y El Gordo y el Flaco. Después escribió: “Hice el feliz descubrimiento de que diez minutos de auténtica carcajada tenían un efecto anestésico y me proporcionaban al menos dos horas de sueño sin dolor”.

Para asombro del galeno que le trataba y del cuerpo médico del hospital, Cousins se recuperó de forma milagrosa y pasó los 20 años siguientes enseñando las virtudes del humor y la risa en la curación en la Universidad de Los Ángeles (UCLA). Al trabajar con pacientes de cáncer, los estudios de Cousins descubrieron que la sensación de bienestar de un paciente podía afectar de forma positiva al funcionamiento del sistema inmunitario y a la producción de células T que combaten el cáncer. Su innovador libro Anatomía de la enfermedad (1979), basado en sus propias experiencias, sentó las bases de la investigación actual sobre el humor y la risa.

En 2021, Hunter Doherty “Patch” Adams, el médico payaso más famoso, fue nominado para el Premio Nobel de la Paz. Ha llegado donde ningún otro médico ha llegado. Sus payasadas inspiraron la película de 1998 Patch Adams, protagonizada por el legendario cómico Robin Williams. La película se basa en los problemas mentales de Patch y en su búsqueda de reestablecer su propia salud, lo que lo llevó a la conclusión de que el paciente también es el médico.

Sus extravagantes métodos, que llevaban al payaso del circo a la sala de un hospital, chocaron con la clase médica, y en 1971 tomó cartas en el asunto de la risa y fundó el Instituto Gesundheit, en Virginia Occidental.

Transformó miles de vidas dispensando amor y risa para promover la curación y el bienestar. Era un visionario y, en 1984, cuando la financiación se dio por vencida, él no lo hizo. Su compromiso con su causa y su firmeza en sus principios lo llevaron a continuar su labor, demostrando una vez más su determinación y su espíritu idealista.

Vestido con ropa colorida, lleno de compasión y equipado con burbujas en abundancia, Patch reunió a un equipo de payasos y, comenzando en la antigua Unión Soviética en 1985, utilizó la “diplomacia de la nariz roja” para llevar el efecto de la risa a hospicios, orfanatos, instituciones de cuidado de ancianos y a las calles.

Con su alegre banda de payasos médicos, desarrolló clínicas para prestar asistencia médica y humanitaria en las regiones más desfavorecidas, y actuó en más de 70 países. Maravilloso para el 90 % de la población. No tanto para la minoría restante, que padecía coulrofobia.

¿Qué es la coulrofobia?

Intensa aversión a la coliflor.Miedo a los payasos.Miedo a estar encerrado en un espacio cerrado.

Si respondiste la b, tienes razón: miedo a los payasos.

La coulrofobia proviene del griego antiguo, coulro, que significa “el que va sobre zancos”. Los síntomas de la coulrofobia incluyen sudoración, náuseas, sensación de miedo, aceleración de los latidos del corazón, llanto, gritos o enfado cuando se está en una situación en la que hay un payaso.

De los zapatos de gran tamaño y las dosis de humor de pastelazo, sustraemos ahora el lado cómico de la risoterapia para que conozcas al nuevo chico del barrio: el yoga de la risa. Esta práctica contemporánea de la risa no basada en el humor desafía la suposición de que una sonrisa o una carcajada necesita ser generada desde el exterior, o depende de una situación humorística para generar la risa. En su lugar, se centra en reír por salud, donde la risa comienza primero en el cuerpo, que luego influye en la mente y, al hacerlo, cambia su bioquímica. Como exploraremos más adelante, esto tiene una influencia positiva en el cuerpo, la mente y el alma.

Popularizado en la India por el Dr. Madan Kataria (también conocido como Dr. K) en 1995, el yoga de la risa está impregnado de filosofía oriental. Combina ejercicios de respiración profunda pranayama, palmas, cánticos ho ho, ja ja ja y ejercicios de risa simulada. No hace falta que viajes a la India para que te rías, el yoga de la risa se ha convertido en un floreciente movimiento mundial con más de decenas de miles de clubes físicos dedicados y sesiones en línea. Es un antídoto ideal para nuestras vidas llenas de estrés, o cuando la risa es lo último que nos apetece hacer en el mundo, como durante una enfermedad u otras circunstancias personales difíciles.

Desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad, desde las culturas impregnadas de misticismo hasta las civilizaciones occidentales, el efecto dominó de la risa es muy amplio. Eso no quiere decir que no haya habido aguafiestas por el camino, pero el don innato de la risa triunfa, manteniendo a individuos y culturas fuertes y resistentes. El mundo sería diferente si no fuera por el efecto de la risa. Como escriben los salmistas: “El que está sentado en el cielo se reirá”. O, como diría yo, la risa es la máxima expresión del cielo en la tierra.