El indulto general - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El indulto general E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El indulto general es un auto sacramental escrito por Pedro Calderón de la Barca, uno de los más famosos dramaturgos del Siglo de Oro español. Esta obra, que data de 1680, es una parte integral del repertorio de autos sacramentales de Calderón. Los autos sacramentales son un tipo de obra teatral religiosa que se desarrolló en España durante la Edad Media y la Edad Moderna. Son obras alegóricas que representan algún aspecto de la doctrina sacramental de la Iglesia Católica. Por lo general, se representaban en las festividades del Corpus Christi. En El indulto general, Calderón utiliza la alegoría para explorar la naturaleza y la importancia de los sacramentos. La obra recoge y reformula elementos de autos sacramentales anteriores, uniendo las enseñanzas religiosas con la destreza poética y dramática del autor. El indulto general explora temas de redención y salvación, así como el poder de la gracia divina y los sacramentos para liberar a las personas del pecado. A través de personajes simbólicos y diálogos complejos, Calderón transmite estos temas profundamente religiosos de una manera que es accesible y emocionalmente resonante para los espectadores.

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Seitenzahl: 53

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Pedro Calderón de la Barca

El indulto general

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El indulto general.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-032-9.

ISBN rústica: 978-84-9816-413-8.

ISBN ebook: 978-84-9897-235-1.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Acto único 9

Libros a la carta 81

Brevísima presentación

La vida

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.

Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermano José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

Personajes

La Culpa

Dimas

El Mundo

Gestas

Adán

Ángel

Caín

La Justicia

Abel

La Misericordia

David

El Príncipe

Salomón

La Esposa

Abrahán

Música

Acompañamiento

Acto único

(Dentro la Música y sale la Culpa como oyendo a lo lejos.)

Música ¿Cuándo, Señor, será el día

de aquel gran prometimiento...

Culpa «¿Cuándo, Señor, será el día

de aquel gran prometimiento...»

Música ...en que cielo y tierra unidos... 5

Culpa «...en que cielo y tierra unidos...»

Música ...en admirable comercio...

Culpa «...en admirable comercio...»

Música ...el cielo en la tierra,

la tierra sea cielo? 10

Culpa «...el cielo en la tierra,

la tierra sea cielo?»

¿Qué nuevo cántico es,

qué nuevo ritmo, qué nuevo

himno que, para que sea 15

nuevo hoy todo, dando al eco

en suavidades de canto

consonancias de lamento,

desde lo profundo clama

una y otra vez diciendo...» 20

Ella y música ...que en admirable comercio

el cielo en la tierra

la tierra sea cielo?

Culpa Pero, ¿qué me desconfía,

cante o llore, el día que preso 25

en la cárcel del pecado

al género humano tengo?

Cárcel del pecado dije,

no sin soberanos textos

que lo apoyen: a Isaías 30

le dio el Señor, sobre el pueblo,

autoridad de librar

a los que estaban de asiento,

en la cárcel de las nieblas;

Job dijo en sus sentimientos 35

que Dios le tenía ceñido

en la cárcel de sí mesmo;

cárcel espiritual, dijo

allá en su epístola Pedro;

y Juan en su Apocalipsis, 40

que el fiero Satán fue suelto

de la cárcel del abismo;

y pues, para que un concepto

pueda explicarse a dos luces,

no en vano asentado dejo 45

ser la cárcel el pecado,

su fábrica el universo,

el Mundo el alcaide suyo

y el género humano, el preso.

¿Qué mucho, siendo la Culpa 50

agente fiscal de reos,

que cuando él clama piedades

ella apellide tormentos?

¡Ah de la cárcel del Mundo!

¡Ah del pavoroso centro, 55

en que delincuentes yacen,

no solo cuantos nacieron,

porque nacieron, sino

cuantos por ser herederos

de aquel original crimen, 60

infestados se adurmieron

a la sombra de la muerte,

en el más profundo sueño

de la vida!

(Sale el Mundo.)

Mundo ¿A qué fin, Culpa,

hoy, de tu siempre severo 65

semblante, el ceño arrugado

tan segunda vez es ceño,

que de la hidra sobre hidra

cumplido tray el proverbio,

a estos calabozos llamas; 70

en cuyo lóbrego centro

todos, ya tú lo dijiste,

yacen, mayormente aquellos

que de culpas personales

han fabricado sus hierros, 75

sin excepción de personas

pues desde el cayado al cetro,

desde la toga al bastón

y desde el noble al plebeyo,

todos aherrojados viven 80

en mí? Dígalo el salterio

donde, en pública vindicta

de naciones y de pueblos,

afirma que se han de hallar

reyes y jueces a un tiempo 85

ligados de pies y manos

al grillo y cadena; y siendo

así, que están a mi cargo,

¿a qué fin, a decir vuelvo,

vienes hoy tan asustada? 90

Culpa A fin de no sé qué acento,

solo de mí percebido,

que se ha escuchado allá dentro.

¿Cuándo el día será, clama,

que en admirable comercio 95

el cielo y la tierra unidos

él sea tierra y ella cielo?

Esta nueva entonación,

entre otras sombras y lejos,

de que misterioso está 100

el sacro volumen lleno,

por ser la más adecuada

al equívoco concepto

de que cielo y tierra se unan,

me ha traído al pensamiento 105

la visión de aquella escala

que, uniendo sus dos extremos,

por ella, ¡tiemblo al decirlo!,

iban bajando y subiendo

tropas de alados querubes, 110

significándome en ellos

al Hombre cuando subían,

cuando bajaban al Verbo.

Con esta aprehensión, ya sea

o pasmo o delirio, intento 115

cautelarme, para cuando

Dios, movido de su ruego,

cumpla el esperado día

de aquel gran prometimiento,

que el cántico de Habacú 120

les profetiza diciendo

que del Austro vendrá un rey,

que haciendo piadoso acuerdo

de su gran misericordia,

disuelva su captiverio. 125

Dirásme tú agora, ¡oh Mundo!,

¿cómo cautelar pretendo

mi temor, si de su grande

misericordia habla el mesmo

cántico? Y diréte yo 130

que, si en ese y otros versos