El maestro de danzar - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El maestro de danzar E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El maestro de danzar es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca, uno de los géneros dramáticos que más cultivó el autor, por detrás de los autos sacramentales. En ellas se suelen mezclar los enredos amorosos y familiares con los equívocos y las situaciones humorísticas.

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Seitenzahl: 93

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

El maestro de danzar

 

Saga

El maestro de danzarCover image: Shutterstock Copyright © 1664, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497083

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

Don Enrique. Don Juan. Don Felix. Don Diego , viejo. Don Fernasdo , viejo. Chacon , lacayo. Celio , criado. Leonor . Beatriz . Ines criadas. Isabel criadas. Juana criadas. Alguaciles y gente de ronda.

____________

JORNADA I.

SalenDon Enriqur yChacon en tragede camino.

 

Enr. Deja locuras.

Chac. ¿ Sin mí

Ir solo, señor, procuras?

Enr. Quién dice tal?

Chac. Tú.

Enr. Yo?

Chac. Sí;

Que si he de dejar locuras,

Es fuerza dejarte á tí.

Y para que el argumento

Veas cuanta fuerza esconde,

Mientras de noche y á tiento

Vamos, sin saber adonde,

Haz cuenta, que va de cuento.

[Paseándose por el tablado.

En Madrid, patria de todos,

Pues en su mundo pequeño

Son hijos de igual cariño

Naturales y extrangeros,

Noble naciste; si bien

Al antiguo odio sujeto,

Con que, al repartir sus dones,

Se miran de mal aspecto

Naturaleza y fortuna;

Con que he dicho, que te dieron

La sangre sin el caudal;

Y aunque es lo mejor, no veo,

Que jamas le llegue el dia,

En que se le luzca el serlo.

Pero esto ahora no es del caso.

Ilustre y noble en efecto,

Bien quisto con tus iguales,

Con tus mayores atento.

Cortes con tus inferiores,

En blanda paz vivias, dentro

De tu esfera, tolerando

Lo no rico con lo cuerdo,

Cuando, porque este atributo

Aun no gozaras, el ceño

De tu fortuna al azar

Le barajó de un encuentro.

Viste una dama, sobrina

De un anciano caballero,

Que enfrente de nuestra casa

Vino á vivir, y tan ciego

Quedaste, que, Lazarillo,

Desde aquel punto te adiestro.

Informado de quien era

El bellísimo portento,

Supiste, como ya dije,

Que era sobrina del viejo,

Hija de un hermano suyo,

Que en Indias en un gobierno

Estaba, y que, por ser ella

Embarazo para el riesgo

De tantos mares, la habia

Dejado, con buen acuerdo,

Á la tutela del tio.

Á este informe sucedieron

Las edades de un amor,

Que nace niño pequeño,

Con el uso de la vida,

Sin el del entendimiento;

Crece, sin saber hablar,

Explicándose indiscreto

Por señas, hasta que empieza

Torpe á pronunciar; y puesto

Á andar, no hay cosa en que no

Caiga, tras cuyos tropiezos

Se sigue el ponerle á leer

Y escribir: con que sospecho,

Que en poco tiempo te he dich

Lo que pasó en mucho tiempo;

Pues tu amor correspondido,

Fluctuando los inquietos

Golfos suyos, arribó

De Buena Esperanza al puerto.

Ya ni amigos, ni visitas,

Conversaciones, ni juegos

Cursabas, siendo un balcon

Acomodado terrero,

Donde en coche de ladrillo,

Puesto al estribo de hierro,

Tenias para todo el año

Tus estanques en invierno,

Tu rio en verano, tu prado

En primavera, tu ameno

Camino de Pardo y fuente

De Reina en otoño, siendo

Las orillas de tu casa,

Salvo el arroyo de enmedio,

Tus estanques y tus rios,

Prados, fuentes y paseos.

La seña, para poder

De noche hablar poco y necio,

Era, cuando tú á deshora

Tocabas un instrumento,

Como acaso, en el balcon;

Que, aunque no eres nada diestro,

Para que ella te entendiese

Bastaba, y para que oyendo

Alguien folías de arriba,

Dijera: el primer barbero

Es este, que vive en lo alto.

En fin, á la seña, en viendo

Que el tio dormia, y que tú

Esperabas, entreabierto

El marco de su ventana,

Hablábais lo que el silencio

De la noche permitió.

¿Qué diérades, majaderos,

Decia yo, porque esta calle

Fuera barrio de Toledo,

Adonde no peligrara

El temor de hablaros recio?

Á este tiempo, cuando mas

Alegre, ufano y contento,

Creiste acabara tu amor,

Como farsa, en casamiento,

Vino la flota, y en ella

Su padre, con que, en habiendo

Dado cuenta de sus cargos,

Y sus caudales compuesto,

Á descansar y gozar

La última edad en sosiego,

Á Valencia, patria suya,

Se vino á vivir, trayendo

Su hija consigo. Aqui entra

El como quedaste; pero

Ausente y enamorado

Y favorecido, ello

Se está dicho; y de no estarlo,

Lo habrá de decir su efecto.

Pues sacando de mi poca

Hacienda algun caudalejo,

Tras ella habemos venido

En alas de aquel proverbio:

Ved con quien, y sin quien; pues

Aplicado al viage nuestro,

Es, con muchísimo amor,

Y poquísimo dinero.

Y esto á ciudad, donde no

Tienes ni amigo, ni deudo,

Ni conocido ninguno;

Pues aun el padre, sospecho,

Que no te conozca, á causa

Del recato, con que cuerdo

Siempre dél te rezelaste

Aquel no largo intermedio,

Que se detuvo en Madrid,

Por no entrarle en los rezelos,

Que ya el tio se tenia.

Á que se añade sobre ello,

Que apenas te has apeado

En ese meson primero,

Y dejado las maletas

En mal seguro aposento,

Cuando, sin saber las calles,

De noche, á obscuras y á tiento,

Vas buscando la del mar,

Donde te avisó en el pliego

Último, que era su casa.

Mira pues, si razon tengo,

Cuando locuras me mandas

Dejar, en dejarte, puesto

Que con dejarte á tí, en tí

Todas las locuras dejo

De Esplandian y Belianis,

Amadis y Beltenébros,

Que, á pesar de Don Quijote,

Hoy á revivir han vuelto.

Enr. Aunque debiera no haber

Oido discurso tan necio,

Te perdono la molestia

Por el gusto del acuerdo.

¿ Cómo enseñaria yo á hablar

Á mi hijo? un extrangero

Preguntó, porque entreoia,

Que era pesado y molesto.

Enseñadle, respondió

Un cortesano discreto,

Á que hable á cada uno

Siempre en su amor; que con eso

Hablará á gusto de todos.

Y volviendo al argumento

De que es locura mi amor,

La consecuencia concedo;

Pero locura, tan puesta

En razon, que al mismo tiempo,

Que me está acusando loco,

Me está acreditando cuerdo,

No tanto por la hermosura

De Leonor, por el ingenio,

Cordura y nobleza, cuanto

Por las finezas, que debo

Á su amor. Y asi no culpes

Pasos, que sin tino pierdo;

Que á mí me basta pensar,

Que á sus umbrales me acerco,

Para engañarme este rato.

Hácia esta parte dijeron,

Que era de la mar la calle.

Chac. No reparas, por lo menos,......

Enr. Qué?

Chac. Que es hablar de la mar,

Por el tal rato tu intento.

Pero vamos.

Enr. Ay Chacon!

Que si la oyeras, al tiempo

Del despedirse, decir

Con mil lágrimas......

 

DentroBeatriz, Don Juan, Don Felix yDon Diego .

 

Beat. ¡Los cielos

Me valgan! [Dentro cuchilladas.

Juan. Muere, tirana!

Fel. No hará; que yo la defiendo.

Enr. Qué es aquello?

Chac. Cuchilladas

Y voces se escuchan dentro

Desta casa. [Suenael ruido.

Fel. Huye! que yo,

De cien mil vidas á riesgo,

Sabré defender la tuya.

Juan. En vano será el intento;

Que en tí y ella he de vengarme.

Chac. Dónde vas?

Enr. Á ver si puedo

Estorbar una desdicha,

Ya que la puerta han abierto,

Y sale el ruido á la calle.

Chac. El onceno mandamiento

Es: no estorbarás.

Dieg. [dent.] Bajad

Las luces, y acudid presto.

 

SaleBeatriz huyendo.

 

Beat. Hombre, quien quiera que seas, [áD. Enrique.

Pues basta á cualquiera serlo,

Para que á una desdichada

Muger ampares, corriendo

Fortunas de amor y honor,

Que el mas favorable efecto,

Á tan riguroso embate,

Ha de ser por fuerza adverso;

Y pues ya á impedirle (ay triste!)

De aquesa casa de juego,

Como ves, con luces y armas

Otros acuden, te ruego,

Que á estas horas, afligida

Y sola, en manos del riesgo

De ser quien me dé la muerte

El que me venga siguiendo,

No me dejes, hasta que,

Si no me falta el aliento,

En la casa de una amiga

Tomen mis desdichas puerto.

Enr. Palabra de no dejaros

Doy, señora, hasta poneros

Donde vos querais. — Chacon,

Ven conmigo.

Chac. Solo esto

Le faltaba á tu fortuna,

Para ser hecho y derecho

Caballero andante.

Todos. [dent.] Alli

Es el ruido. [Vanse los tres.

 

Por donde salió Beatriz, salen riñendoDon Felix yDon Juan , ypor otra parte lleganDon Diego, Celio y otros con luces.

 

Dieg. ¡ Deteneos,

Pues basta haber yo llegado!

Fel. Ya en salvo Beatriz, supuesto [aparte.

Que tomó la calle, mal

Haré, si aqui me detengo,

Habiendo llegado gente

Y luz. Testigos los cielos

Sean de que no es huir,

Sino retirarme esto,

Pues el no ser conocido,

Y el seguirla, solo es medio

De que pueda restaurarse

Tan gran desdicha.

[Ha estado riñendo D. Felix, siempre embozado, y vase; quiere seguirle D. Juan, y D. Diego le detiene.

Dieg. Teneos!

Pues ya huyó el hombre, con quien

Reñíais.

Juan. Señor Don Diego,

Á mí me importa seguirle,

Y asi os suplico, que enmedio

No os pongais.

Dieg. ¿Qué ha de importaros

Seguir á hombre, que va huyendo?

Juan. Mas que pensais! — Ay de mí! [aparte.

Qué he dicho?

Dieg. Ya es vano intento,

No tanto porque he llegado

Yo, que en vez de deteneros,

Señor Don Juan, si os importa,

Como encareceis, á vuestro

Lado estaré siempre, cuanto

Por la ventaja; pues cierto

Es, que ya será imposible

Alcanzarle.

Juan. Dadme, os ruego,

Paso, que yo, podrá ser,

Le alcance.

Dieg. Importándoos eso

Tanto, como á entender dais,

Vamos los dos.

Juan. Solo tengo

De ir, quedaos.

Dieg. Eso no.

¿Cómo, siendo quien soy, puedo

Dejaros ya?

Juan. Ay infelice! [aparte.

Que si conmigo los llevo,

Y no le encuentro, no hago

Mas que ruido, y si le encuentro,

Van á solo ser testigos,

Que me agravia, y no me vengo;

Pues no he de poder matarle,

Puesta tanta gente enmedio.

Qué debo hacer? Ay de mí!

Dieg. ¿Qué os deteneis? Vamos presto!

Juan. Por no empeñaros á todos,

He mudado de consejo.

Ya yo me quedo, id con Dios.

Dieg. ¿Pues no sabré yo, qué es esto?

Unos. Reportaos, y decidnos,

Qué ha sido?

Juan. Sí haré. Viniendo

Á mi casa, que es aquesta,......

Dieg. Ya lo sé.

Juan. Antes que (¡ea, esfuerzo, [aparte.

Da viso al dolor!) llamase

Á traicion, (qué mal me aliento!)

Un hombre llegó sacando

La espada; permitió el cielo,

Que le sentí, con que pude

Ponerme en defensa; y siendo

Asi, que yo declarado

Ningun enemigo tengo,

Encarecí lo que importa

Conocer al que encubierto

Lo es tanto, que, á no volver

La cara, me hubiera muerto,

Segun me embistió furioso,

Desesperado y resuelto.

Cel. Cuanto te ha dicho, señor, [aparte á D. Diego.

Es engaño; porque dentro

De su casa fue el disgusto,

Por señas que salió huyendo

Della una muger; que yo,

Esperando á que del juego

Salieses, lo ví.

Dieg. No mas. [aparte.

Don Juan tiene entendimiento,

Espera y valor; y si él