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El mágico prodigioso es una de las comedias de Pedro Calderón de la Barca. Está ubicada en un Roma en la que comienzan a surgir las primeras comunidades cristianas. El protagonista, Cipriano, proclive al estudio, descubre un pasaje de la Historia natural de Plinio que encierra una definición del Dios único. Por otro lado, ama a Justina, una cristiana que rechaza a todos sus pretendientes incluyendo a Cipriano. Este, enamorado, vende su alma al Demonio para conseguir su amor.
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Seitenzahl: 90
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Comedia famosa
Saga
El mágico prodigiosoCover image: Shutterstock Copyright © 1678, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497526
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen CIPRIANO, vestido de estudiante, CLARÍN y MOSCÓN, degorrones, con unos libros.
CIPRIANO En la amena soledad
de aquesta apacible estancia,
bellísimo laberinto
de árboles, flores y plantas,
podéis dejarme, dejando 5
conmigo, que ellos me bastan
por compañía, los libros
que os mandé sacar de casa;
que yo, en tanto que Antioquía
celebra con fiestas tantas 10
la fábrica de ese templo
que hoy a Júpiter consagra,
y su translación, llevando
públicamente su estatua
adonde con más decoro 15
y honor esté colocada,
huyendo del gran bullicio
que hay en sus calles y plazas,
pasar estudiando quiero
la edad que al día le falta. 20
Idos los dos a Antioquía,
gozad de sus fiestas varias
y volved por mí a este sitio
cuando el sol cayendo vaya
a sepultarse en las ondas 25
que entre obscuras nubes pardas
al gran cadáver de oro
son monumentos de plata.
Aquí me hallaréis.
MOSCÓN No puedo,
aunque tengo mucha gana 30
de ver las fiestas, dejar
de decir, antes que vaya
a verlas, señor, siquiera
cuatro o cinco mil palabras:
¿es posible que en un día 35
de tanto gusto, de tanta
festividad y contento,
con cuatro libros te salgas
al campo solo, volviendo
a su aplauso las espaldas? 40
CLARÍN Hace mi señor muy bien,
que no hay cosa más cansada
que un día de procesión
entre cofrades y danzas.
MOSCÓN En fin, Clarín, y en principio, 45
viviendo con arte y maña,
eres un temporalazo
lisonjero, pues alabas
lo que hace y nunca dices
lo que sientes.
CLARÍN Tú te engañas; 50
que es el mentís más cortés
que se dice cara a cara,
y yo digo lo que siento.
CIPRIANO Ya basta, Moscón; ya basta,
Clarín. ¡Que siempre los dos 55
habéis, con vuestra ignorancia,
de estar porfiando y tomando
uno de otro la contraria!
Idos de aquí, y como digo,
me buscaréis cuando caiga 60
la noche envolviendo en sombras
esta fábrica gallarda
del universo.
MOSCÓN ¿Qué va
que, aunque defendido hayas
que es bueno no ver las fiestas, 65
que vas a verlas?
CLARÍN Es clara
consecuencia: nadie hace
lo que aconseja que hagan
los otros.
MOSCÓN [Aparte.]
Por ver a Libia,
vestirme quisiera de alas. 70
(Vase.)
CLARÍN [Aparte.]
Aunque, si digo verdad,
Libia es la que me arrebata
los sentidos. Pues ya tienes
más de la mitad andada
del camino, llega, Libia, 75
alma, y sé, Libia, liviana.
(Vase.)
CIPRIANO Ya estoy solo, ya podré,
si tanto mi ingenio alcanza,
estudiar esta cuestión
que me trae suspensa el alma 80
desde que en Plinio leí
con misteriosas palabras
la difinición de Dios;
porque mi ingenio no halla
ese dios en quien convengan 85
misterios ni señas tantas.
Esta verdad escondida
he de apurar.
(Pónese a leer CIPRIANO, y sale el DEMONIO vestido de gala.)
DEMONIO [Aparte.]
Aunque hagas
más discursos, Ciprïano,
no has de llegar a alcanzarla, 90
que yo te la esconderé.
CIPRIANO Ruido siento en estas ramas;
¿quién va?, ¿quién es?
DEMONIO Caballero,
un forastero es que anda
en este monte perdido 95
desde toda esta mañana;
tanto, que rendido ya
el caballo, en la esmeralda
que es tapete destos montes,
a un tiempo pace y descansa. 100
A Antioquía es el camino
a negocios de importancia;
y apartándome de toda
la gente que me acompaña,
divertido en mis cuidados, 105
caudal que a ninguno falta,
perdí el camino y perdí
crïados y camaradas.
CIPRIANO Mucho me espanto de que
tan a vista de las altas 110
torres de Antioquía, ansí
perdido andéis. No hay, de cuantas
veredas a aqueste monte
o le linean o le pautan,
una que a dar en sus muros, 115
como en su centro, no vaya.
Por cualquiera que toméis
vais bien.
DEMONIO Esa es la ignorancia:
a la vista de las ciencias,
no saber aprovecharlas. 120
Y supuesto que no es bien
que entre yo en ciudad extraña,
donde no soy conocido,
solo y preguntando, hasta
que la noche venza al día, 125
aquí estaré lo que falta;
que en el traje y en los libros
que os divierten y acompañan
juzgo que debéis de ser
grande estudiante, y el alma 130
esta inclinación me lleva
de los que en estudios tratan.
(Siéntase.)
CIPRIANO ¿Habéis estudiado?
DEMONIO No;
pero sé lo que me basta
para no ser ignorante. 135
CIPRIANO Pues, ¿qué ciencias sabéis?
DEMONIO Hartas.
CIPRIANO Aun estudiándose una
mucho tiempo, no se alcanza,
y vós, ¡grande vanidad!,
sin estudiar, ¿sabéis tantas? 140
DEMONIO Sí, que de una patria soy
donde las ciencias más altas,
sin estudiarse, se saben.
CIPRIANO ¡Oh quién fuera de esa patria!
Que acá, mientras más se estudia, 145
más se ignora.
DEMONIO Verdad tanta
es esta que, sin estudios,
tuve tan grande arrogancia,
que a la cátedra de prima
me opuse y pensé llevarla 150
porque tuve muchos votos;
y aunque la perdí, me basta
haberlo intentado; que hay
pérdidas con alabanza.
Si no lo queréis creer, 155
decid qué estudiáis, y vaya
de argumento; que aunque no
sé la opinión que os agrada,
y ella sea la segura,
yo tomaré la contraria. 160
CIPRIANO Mucho me huelgo de que
a eso vuestro ingenio salga:
un lugar de Plinio es
el que me trae con mil ansias
de entenderle, por saber 165
quién es el dios de quien habla.
DEMONIO Ese es un lugar que dice,
bien me acuerdo, estas palabras:
«Dios es una bondad suma,
una esencia, una substancia, 170
todo vista, todo manos».
CIPRIANO Es verdad.
DEMONIO ¿Qué repugnancia
halláis en esto?
CIPRIANO No hallar
el dios de quien Plinio trata;
que si ha de ser bondad suma, 175
aun a Júpiter le falta
suma bondad, pues le vemos
que es pecaminoso en tantas
ocasiones: Dánae hable
rendida, Europa robada. 180
Pues, ¿cómo en suma bondad,
cuyas acciones sagradas
habían de ser divinas,
caben pasiones humanas?
DEMONIO Esas son falsas historias 185
en que las letras profanas,
con los nombres de los dioses,
entendieron disfrazada
la moral filosofía.
CIPRIANO Esa respuesta no basta; 190
pues el decoro de Dios
debiera ser tal, que osadas
no llegaran a su nombre
las culpas, aun siendo falsas.
Y apurando más el caso: 195
si suma bondad se llaman
los dioses, siempre es forzoso
que a querer lo mejor vayan;
pues, ¿cómo unos quieren uno
y otros otro? Esto se halla 200
en las dudosas respuestas
que suelen dar sus estatuas.
Porque no digáis después
que alegué letras profanas:
a dos ejércitos dos 205
ídolos una batalla
aseguraron, y el uno
la perdió. ¿No es cosa clara
la consecuencia de que
dos voluntades contrarias 210
no pueden a un mismo fin
ir? Luego yendo encontradas
es fuerza, si la una es buena,
que la otra ha de ser mala.
Mala voluntad en Dios 215
implica el imaginarla;
luego no hay suma bondad
en ellos si unión les falta.
DEMONIO Niego la mayor, porque
aquesas respuestas dadas 220
así, convienen a fines
que nuestro ingenio no alcanza,
que es la providencia; y más
debió importar la batalla
al que la perdió el perderla, 225
que al que la ganó el ganarla.
CIPRIANO Concedo; pero debiera
aquel dios, pues que no engañan
los dioses, no asegurar
la vitoria; que bastaba 230
la pérdida permitirla
allí, sin asegurarla.
Luego, si Dios todo es vista,
cualquiera dios viera clara
y distintamente el fin; 235
y al verle, no asegurara
el que no había de ser. Luego,
aunque sea deidad tanta
distinta en personas, debe
en la menor circunstancia 240
ser una sola en esencia.
DEMONIO Importó para esa causa
mover así los afectos
con su voz.
CIPRIANO Cuando importara
el moverlos, genios hay 245
que buenos y malos llaman
todos los doctos, que son
unos espíritus que andan
entre nosotros dictando
las obras buenas y malas, 250
argumento que asegura
la inmortalidad del alma.
Y bien pudiera ese dios
con ellos, sin que llegara
a mostrar que mentir sabe, 255
mover afectos.
DEMONIO Repara
en que esas contrariedades
no implican al ser las sacras
deidades una, supuesto
que en las cosas de importancia 260
nunca disonaron. Bien
en la fábrica gallarda
del hombre se ve, pues fue
solo un concepto al obrarla.
CIPRIANO Luego, si ese fue uno solo, 265
ese tiene más ventaja
a los otros; y si son
iguales, puesto que hallas
que se pueden oponer
(esta no puedes negarla) 270
en algo al hacer el hombre,
cuando el uno lo intentara,
pudiera decir el otro:
«No quiero yo que se haga».
Luego si Dios todo es manos, 275
cuando el uno le crïara,
el otro le deshiciera;
pues eran manos entrambas
iguales en el poder,
desiguales en la instancia, 280
¿quién venciera destos dos?
DEMONIO Sobre imposibles y falsas
proposiciones, no hay
argumento. Di, ¿qué sacas
de eso?
CIPRIANO Pensar que hay un Dios, 285
suma bondad, suma gracia,
todo vista, todo manos,
infalible, que no engaña,
superior, que no compite,
Dios a quien ninguno iguala, 290
un principio sin principio,
una esencia1 , una substancia,
un poder y un querer solo;
y cuando como este haya
una, dos o más personas, 295
una deidad soberana
ha de ser sola en esencia,
causa de todas las causas.
(Levántase.)
DEMONIO ¿Cómo te puedo negar
una evidencia tan clara? 300
CIPRIANO ¿Tanto lo sentís?
DEMONIO ¿Quién deja
de sentir que otro le haga
competencia en el ingenio?
Y aunque responder no falta,
dejo de hacerlo, porque 305
gente en este monte anda,
y es hora de que prosiga
a la ciudad mi jornada.
CIPRIANO Id en paz.
DEMONIO Quedad en paz.
[Aparte.]
Pues tanto tu estudio alcanza, 310
yo haré que el estudio olvides
suspendido en una rara
beldad. Pues tengo licencia
de perseguir con mi rabia
a Justina, sacaré 315
de un efecto dos venganzas.
(Vase.)
CIPRIANO No vi hombre tan notable.
Mas, pues mis crïados tardan,
volver a repasar quiero
de tanta duda la causa. 320
(Vuelve a leer, y salen LELIO y FLORO.)
LELIO No pasemos adelante,
que estas peñas, estas ramas
tan intrincadas, que al mismo
sol le defienden la entrada,
solo pueden ser testigos 325
de nuestro duelo.
FLORO La espada
sacad, que aquí son las obras
si allá fueron las palabras.
LELIO Ya sé que en el campo, muda
la lengua, de acero habla 330
desta suerte.
(Riñen.)
CIPRIANO ¿Qué es aquesto?