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El monstruo de los jardines es uno de los dramas teatrales de Pedro Calderón de la Barca. Suele emplear en ellos auspicios y profecías iniciales que desvían la atención del público, con componentes mitológicos, rasgos deudores de la obra de Lope de Vega y centrados en temas clásicos de la época como la religión, el amor y el honor.
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Seitenzahl: 96
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Comedia famosa
Saga
El monstruo de los jardinesCover image: Shutterstock Copyright © 1678, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497274
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Dentro voces.
TODOS Vira al mar.
UNO Es inútil la porfía,
porque el viento que corre es travesía.
DOS Amaina la mayor.
TRES Iza el trinquete.
UNO A la driza.
DOS A la Escoca.
TRES Al chafaldete.
UNO Dé el Esquife en la Playa, 5
y el Príncipe no más a tierra vaya,
ya que abismos de yelo nos encubren.
UNO S Piedad dioses.
OTROS Piedad cielos.
LIDORO Piedad cielos, piedad dioses sagrados,
y si del voto que ofrecí obligados, 10
en este esquife este fragmento poco,
que ha sido mi delfín, la orilla toco
de esta desierta playa,
que del mar la soberbia tiene a raya,
veréis que fiel en clima tan remoto 15
la arena beso y revalido el voto,
pues desdicha no hay, no hay desconsuelo
que no enmiende el vivir.
(Sale LIBIO.)
LIBIO ¡Válgame el cielo!
LIDORO ¿Cúya esta voz ha sido?
LIBIO De un cofadre de Baco, que ha salido 20
por no hacerle traición del mar a nado,
pues el no beber agua le ha escapado.
LIDORO ¿Libio?
LIBIO ¿Señor?
LIDORO Notable es mi alegría,
viéndote vivo.
LIBIO Cuál será la mía.
—47→
LIDORO En fin, solos los dos hemos salido 25
a tierra.
LIBIO En que se ve cuán bueno ha sido,
pues vencimos los dos las amenazas
del mar, el ser los hombres calabazas.
LIDORO Mira si en lo fragoso de esas peñas
sendas hallas, o señas, 30
que de sus moradores den indicio.
LIBIO Ni cabaña descubro, ni edificio,
ni cosa que no advierta,
ser esta isla bárbara y desierta.
LIDORO Dices bien, pues sus troncos, 35
que de quejarse al abrigo están roncos,
mal pulidos los veo;
sus plantas sin cultura, sin aseo
sus flores, solo oyendo en ecos graves
bramar las fieras y gemir las aves, 40
todo dice terror, puesto que dice.
AQUILES (Dentro.)
¡Ay mísero de mí!, ¡ay infelice!
LIDORO ¿Oíste una voz?
LIBIO Y lleno
de asombro, juzgaría que en el seno
de aquesta peña bruta 45
se formó su lamento
LIDORO Ni aquí hay gruta,
ni quiebra alguna que su dueño oculte,
si ya no es que en su centro le sepulte;
pero escuchemos otra vez, y vamos
lo intrincado rompiendo de estos ramos, 50
hasta saber qué voz, qué tierra es esta.
(Dentro instrumentos.)
MÚSICOS Venid, venid zagales,
al templo divino de Venus y Marte.
LIDORO Bien que este no es desierto juzgo agora;
República es entera, pues con tanta 55
variedad, ya se canta y ya se llora.
LIBIO ¿A dónde no se llora y no se canta?
Bien que a mí más me espanta
aquesta voz que dice...
AQUILES ¡Ay mísero de mí!, ¡ay infelice! 60
LIBIO ...que me consuela aquella,
por más que a oposición de su querella
en conceptos repita desiguales...
MÚSICOS Venid, venid zagales,
—47v→
[al templo divino de Venus y Marte.]1 65
LIDORO Un escuadrón festivo
pisando el seno de ese escollo altivo,
ni bien mar, ni bien tierra, de su cumbre
vencer piensa la inmensa pesadumbre.
LIBIO Salgámosles al paso, 70
y informados del náufrago fracaso
que nos ha sucedido,
el susto reparemos y el vestido.
LIDORO Necio será quien en asombro tanto
antes crea a la música que al llanto; 75
y así, Libio, es mejor que, recatados,
destas peñas y troncos amparados,
un instante esperemos;
sepamos de qué gente nos valemos,
que puede ser que sea 80
isla que el mar en círculos rodea
de bárbaros, y más cuando advertidos
estamos de otros míseros gemidos.
LIBIO Pues ya llegan, escóndete y veamos,
señor, qué gente es.
LIDORO Incultos ramos; 85
mientras cobro el aliento,
sedme un rato prestado monumento.
Sepa por qué un lamento triste dice...
AQUILES ¡Ay mísero de mí!, ¡ay infelice!
LIDORO Cuando festivos otros dicen graves... 90
MÚSICOS Venid, venid zagales,
[al templo divino de Venus y Marte.]
(Sale EL REY, ULISES, DEYDAMIA y ACOMPAÑAMIENTO.)
EL REY Esa eminencia que tan alta sube,
que empieza en monte y se remata en nube,
asiento es peregrino 95
del templo que buscamos.
ULISES Ya el camino
entre aspereza tanta,
la senda, nos enseña
¡aquella, ¡oh tarde!, ¡oh nunca!, vallada peña
de bruta huella, ni de humana planta! 100
DEYDAMIA Aunque su inmensa elevación espanta
por áspera que sea,
llegar al templo mi piedad desea.
ULISES Ven, pues, porque propicio
por ti Marte responda al sacrificio. 105
DEYDAMIA Ya te sigo, mostrando
—48→
mi obediencia.
ULISES Venid todos cantando,
porque admita veloces
el dios de las batallas nuestras voces;
que si su culto aprecia, 110
presto de Troya ha de vengarse Grecia.
MÚSICOS Venid, venid zagales,
[al templo divino de Venus y Marte.]
(Vanse y salen los dos.)
LIDORO Cielos, ¿qué es lo que veo?,
¿cuánto fue la verdad más que el deseo? 115
¿Viste, Libio, en tu vida
tropa más bella, escuadra más lucida,
así por la dulzura
de su canto süave,
como por la hermosura, 120
que honestamente grave,
reina de todas coronarle sabe?
LIBIO Digo que yo he quedado
atónito y pasmado,
viendo que tan extraña 125
gente habite esta bárbara montaña.
LIDORO Sigámoslos, que ya no hay que temamos
rigores, ni crueldades,
pues entre ellos deidades admiramos,
y es fuerza ser piadosas las deidades: 130
dónde estamos sabremos,
y cúya fue la voz cuyos extremos
nos asombró diciendo antes.
DANTEO (Dentro.) ¿Adónde,
bella Deydamia, tu beldad se esconde,
cuando en tanta aspereza, 135
sigo tu voz y pierdo tu belleza?
LIDORO Si la lástima, si el llanto,
para los humanos pechos
siempre cartas de favor
han sido: a esas plantas puesto. 140
Un peregrino del mar,
que derrotado y deshecho
aborto fue de la espuma,
os pide... Pero, ¡qué veo!
DANTEO ¡Válgame el cielo!, ¡qué miro! 145
¡Señor invicto!
LIDORO ¿Danteo?
DANTEO Dame tus pies.
LIDORO En tus brazos
he de asegurar el puesto.
DANTEO ¿Libio?
LIBIO Por más que te admires,
te admiras poco.
DANTEO ¿Qué es esto? 150
LIDORO ¿Qué ha de ser? ¡Desdichas mías!
Y porque absorto y suspenso
no te embareces conmigo,
cuando yo de ti pretendo
informarme de qué tierra 155
es esta, cómo el desierto
destos peñascos habitas
y quién es quien vive en ellos,
con mis pesadas fortunas
te he de salir al encuentro, 160
—48v→
por desocuparles todo
el campo a mis sentimientos.
Ya sabes que el Rey, mi padre,
prudente, advertido y cuerdo,
trató casarme en Egnido 165
con el divino sujeto
de Deydamia, infanta suya;
mas, ¿para qué lo refiero,
y más a ti, siendo tú
quien vino a traer los2 medios? 170
Escribiste pues, que estaban
ajustados, añadiendo
de la beldad de Deydamia,
sumos encarecimientos.
Yo atento, no sé si diga 175
a tu fama mi deseo,
que es gran príncipe de amor,
estar uno a amar dispuesto.
Pedí licencia a mi padre,
para venir a su reino, 180
por ella, en persona; él
liberal me la dio, haciendo
estimación del agrado,
y de la fineza, aprecio.
En un bajel pues, que pudo 185
ser mejor que el de Argos mesmo,
dibujado por imagen
de estrellas y de luceros,
salí una tarde de Epiro,
ufano, alegre y contento, 190
tanto como agora estoy
triste, confuso y suspenso;
pero no me quejo, no,
de la fortuna, aunque veo
ejecutados en mí 195
sus sañas; de mí me quejo,
que es merecido castigo
de quien imprudente y necio,
sin mandar al viento, fía
sus esperanzas del viento. 200
Dichosamente apacible
me favoreció algún tiempo,
mas, ¿qué bien fundado en aire,
no se desvanece presto?
Al lobreguecer la noche 205
de ayer, algo más violento,
empezó a inquietar las ondas,
y todo ese vago imperio
a amotinarse, no solo
contra mí, mas contra el cielo, 210
pues en odio de sus luces,
gigante de agua soberbio,
se rozó con las estrellas,
montes sobre montes puestos.
Tal vez puede mis desdichas 215
escribirlas con el dedo
en ese papel azul,
y tal en el mismo centro
escribirlas en la arena,
las dos distancias midiendo 220
de la sombra del abismo,
y la luz del firmamento.
Ya el rumbo pierde el piloto,
y el timonel pierde el tiento,
y en no entendidas faenas, 225
por mandar más obran menos.
Babilonia de las ondas
era el bajel, cuyo estruendo
de voces nos confundía,
más que aliviaba, ¡oh qué cierto 230
es, que donde todos mandan,
nadie obedece, y que el riesgo
mayor es cuando provee
la necesidad los puestos!
Cruje el pino atormentado 235
de uno y otro embate; el lienzo,
de una ráfraga y de otra,
azotado cruje, haciendo
rumor como hacía gemido;
que hasta un cáñamo y un leño 240
parece que sienten, cuando
mal confundido el consejo,
—49→
con el acuerdo de todos,
no es de ninguno el acuerdo.
En este horror, esta grima, 245
pasamos la noche, siendo
del marinaje el estudio,
de la náutica el precepto,
albedrío de las ondas,
hasta que el primer reflejo 250
nos divisó los celajes
deste monte, sucediendo
a los peligros del mar
los de la tierra; supuesto,
que a penas la lealtad quiso 255
que a mí el esquife pequeño
salve, cuando desbocado
bruto el bajel en aquellos
peñascos, vuelta la quilla,
fue lóbrego monumento 260
tan de todos, que no más
que Libio gozó del puerto.
De mi venida, la causa
es esta, este mi suceso.
Dime, pues, ¿dónde he llegado?, 265
¿quién es el prodigio bello
que aquí habita y cómo aquí
estás tú, porque con eso
se3 consuelen mis desdichas,
se alivien mis sentimientos, 270
se cobren mis esperanzas,
y se restauren mis riesgos?
DANTEO Bien antes que te informara
de todo, quisiera, atento
al reparo de tu vida, 275
llevarte a un barco que tengo
en el mar, pero mirando
cuánto está sañudo y fiero
por una parte, y por otra,
que las dudas de mi pecho 280
no es posible que te den
espera, escúchame atento,
y lo tardo del abrigo
salve el informe de presto.
Llegué a Enido, efectué 285
los ya tratados conciertos,
di aviso al Rey mi señor,
escribite a ti lo menos
que pude y lo que más supe
de Deydamia; pero esto 290
no es ahora del caso, vamos
tus dudas satisfaciendo.
Ya sabes cuánto ofendida
Grecia del atrevimiento
de Paris, tratando vive 295
de su venganza los medios;
y que todos cuantos reyes
contiene el poblado cerco,
que el archipiélago baña,
conjurados a este efecto 300
se han aliado, de cuyos
grandes apercibimientos
es el movedor Ulises,
a quien por valor, y ingenio,
para la guerra de Troya 305
da Grecia el marcial gobierno.
Este, pues, a Egnido vino,
donde prevenido y cuerdo
su rey, dijo, que en la liga
no había de entrar si primero 310
el oráculo de Marte
no le daba avisos ciertos
de que auxiliar prometía
los militares aprestos
de aquesta guerra. Aquí, ahora 315
importa que más atento
me oigas, porque empieza aquí
el más extraño suceso
de cuantos guarda la fama
en los archivos del viento. 320
Este monte, que por todas
partes el mar ciñe, siendo
a su fortificación