El nuevo palacio del retiro - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El nuevo palacio del retiro E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El nuevo palacio del retiro es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.-

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Pedro Calderón de la Barca

El nuevo palacio del retiro

Auto sacramental alegórico intitulado

Saga

El nuevo palacio del retiroCover image: Shutterstock Copyright © 1670, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726496888

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

EL REY. LA REINA. EL HOMBRE. LA VISTA. EL OLFATO. EL TACTO. EL GUSTO. EL OÍDO. EL JUDAÍSMO. LA FE. LA ESPERANZA. LA CARIDAD. MÚSICOS. Acompañamiento.

Sale el JUDAÍSMO solo, vestido a lo judío, del carro del Estanque.

 

JUDAÍSMO ¿Dónde voy con errante

paso? ¿Dónde confuso y vacilante

me lleva mi destino,

sin rumbo, sin vereda y sin camino?

Este campo ¿no era 5 5

desierta población, desierta esfera

de vides y de olivos,

edificios ayer vegetativos,

donde ufana vivía

la sinagoga de mi Ley Judía? 10

Pues ¿quién en él tan presto

muros ha fabricado, torres puesto,

cuya altura eminente

empina al orbe de zafir la frente,

y es dórica columna 15

del cóncavo palacio de la luna?

Su fábrica dorada

en doce piedras se miró fundada.

Doce puertas abiertas

están; al aquilón miran tres puertas, 20

al austro tres se rompen blandamente,

tres al ocaso y tres hacia el oriente,

y todas doce iguales,

guarnecidas de cándidos cristales

en quien mi Ley conoce 25

doce vislumbres de mis tribus doce.

¿Qué fábrica ésta ha sido?

¿Para quién, para quién se ha prevenido

esta casa, este templo,

última maravilla sin ejemplo? 30

Dígasme, ¡ oh ciudadano

de ese supremo alcázar soberano!,

¿qué casa hermosa y nueva

la vista turba y el sentido eleva?

Porque saber espera mi cuidado 35

a qué tierra, a qué campo hoy he llegado,

siguiendo mi destino.

 

(Sale el HOMBRE del carro del Palacio.)

 

HOMBRE Solo en Jerusalén, tú, peregrino,

¿quién eres, que ignorado

has de tanto edificio fabricado 40

la grandeza eminente?

JUDAÍSMO Oye, y sabrás quién soy, atentamente,

que quiero en esta parte

a que tú me respondas obligarte.

Yo fui la Ley Natural 45

en aquel siglo, en aquel

candor y yugo sencillo

de nuestra primera Ley.

Yo fui la edad primitiva,

que poseí, que gocé 50

sin sobresaltos la paz,

y sin pensiones el bien.

Este campo, que poblado

hoy de fábricas se ve,

nada pulido era entonces, 55

antes de labrarse en él

una confusión, un caos

tan informe al parecer

que no le hiciera tratable

sino el supremo pincel 60

que corrió desde la idea

del primero ser, sin ser,

rasgos de su omnipotencia

y líneas de su poder.

La segunda obra que hizo, 65

dividir las cosas fue,

y así, porque en sus estancias

todas por orden estén,

a las fieras repartió

la tierra, donde hoy a ver 70

se llega la variedad

de lo hermoso y lo cruel;

hizo patria de las aves

al aire vago, por quien

aladas nubes de pluma 75

corren en veloz tropel;

hizo el piélago del mar

para los peces, de quien

ríos y fuentes se miran

ya morir, o ya nacer. 80

Al hombre, que su valido

y que su privado es,

hizo alcaide desde entonces

de este divino vergel;

del bien y del mal llegó 85

en poco tiempo a saber.

Pero ¿cuál privado, cuál

no supo del mal y el bien?

En esta tranquila paz,

mansedumbre y candidez, 90

Ley Natural, como dije,

algunos siglos pasé,

hasta que por varios casos

de aquel paraíso, de aquel

jardín, me perdí en Egipto, 95

donde comiendo me hallé

con el báculo en la mano

del manso cordero, en vez

de salsa, con las lechugas

amargas, y siempre en pie 100

como viador, porque aquesta

es la fiesta de Fasé,

hasta llegar al desierto,

donde me llevó Moisés,

venciendo el Bermejo Mar 105

que en cristalina pared,

para que pasase yo,

hizo del agua cancel,

amontonando las ondas,

que dejaron de correr, 110

siendo pasadizo antes

para ser tumba después.

Llegué a Sinaí, monte altivo

que con la frente romper

quiso el cielo, donde yo 115

de Ley Natural pasé

a estado de Ley Escrita,

cuando en el duro papel

de una piedra, Dios redujo

sus mandamientos a diez 120

preceptos, siendo su dedo

de su lámina el cincel.

Aquí de su mano grande

con una y otra merced

vi en milagros cada día 125

repetido su poder.

Las piedras de Rafidín,

sudaron agua a mi sed,

y a mi hambre vi las nubes

cándido maná llover. 130

De un favor a otro favor,

de un placer a otro placer,

a la deseada Tierra

de la Promisión llegué,

siendo la primer señal 135

suya, que merecí ver

entre el maná del desierto,

el racimo de Caleb.

De esta manera viví,

de esta manera pasé, 140

hasta que por un delito

(si delito acaso fue

hacer justicia de un hombre

que hijo de Dios quiso ser),

desterrado de mi patria, 145

desde aquel punto vagué;

todo el orbe discurrí,

todo el mar peregriné,

y tan mísero, tan triste

que aun las aras donde hacer 150

los sacrificios me faltan,

porque forzado cerré