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Inga y Sven han quedado en el cine y Sven consigue entradas para los asientos de la última fila. Aunque son los asientos que les dan mayor privacidad y se siente muy bien cuando Sven la toca, Inga sigue siendo tímida porque hay otras personas en la sala. Otro día se encuentran en casa de Sven, por fin están solos y dispuestos a ir más allá, pero los padres de Sven llegan a casa antes de lo esperado. Sintiendo la frustración tan palpable de no poder estar a solas el uno con el otro, Sven se las ingenia para conseguir una casa de campo en el archipiélago donde puedan estar solos durante toda una semana.
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Seitenzahl: 41
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Ella Lang
Translated by Carolina Gandia Segura
Lust
El pecado de Estocolmo: una semana en el archipiélago - una novela erótica
Translated by Carolina Gandia Segura
Original title: Stockholm Sin: En vecka i skärgården
Original language: Swedish
Copyright © 2023 Ella Lang and LUST
All rights reserved
ISBN: 9788726840575
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
Inga se ciñe el abrigo y mira hacia la esquina de la calle buscando a Sven, que espera que llegue pronto. En esta fría tarde de mayo de 1951, hay una multitud de espectadores reunida frente al cine Palladium. El abrigo que lleva es en realidad demasiado fino, pero es el único que tiene que no está desgastado. Así que tendrá que servir. Quiere quedar bien con Sven.
Sin aliento, Sven consigue subir al tranvía de un salto antes de que éste se aleje. Exhala y encuentra un asiento vacío. Coger el tranvía para solamente unas pocas paradas es un lujo, pero no quiere llegar tarde al cine. Del bolsillo de su abrigo saca un peine y se lo pasa por el pelo. No quiere que se note que viene directamente del trabajo, pero no tenía otra opción. En el almacén les habían exigido que todos trabajaran horas extras hasta que el pedido estuviera listo para ser entregado.
A menudo se pedían horas extras, pero rara vez se obtenía algo por ellas. A pesar de las duras condiciones del almacén, Sven está contento con su trabajo. Da cierta independencia ganar tu propio dinero. También tiene mucha libertad y recorre la ciudad en bicicleta para hacer las entregas a los clientes. Le gusta descubrir lugares nuevos. La ciudad cambia constantemente y de repente puede haber una casa nueva en un lugar en el que no ha estado desde hace tiempo. Las casas viejas deterioradas se sustituyen por casas modernas con baños y agua corriente. Muchos están mejor, mientras que otros lloran la pérdida.
Ahora Inga ve a Sven bajando del tranvía en la esquina de Vasagatan. Rápidamente se quita el chal que lleva para cubrir los rizos y se alisa el pelo lo mejor que puede sin un espejo. Sonríe y saluda para que la vea. Se estremece al ver su alta estatura y su pelo brillante y rebelde, que por mucho que lo peine nunca quiere quedarse en su sitio. Solo llevan unas semanas viéndose, pero aún así Inga intuye que la cosa va en serio. Saber que se va a encontrar con Sven por la noche le alegra el día.
Por lo demás, su vida cotidiana puede ser gris y monótona. Levantarse temprano para ir a trabajar a la fábrica. Todo el día encerrada con las otras chicas en la cadena de montaje. En su casa está apretada, comparte habitación y cocina con otras tres chicas de la fábrica. Al mismo tiempo, es agradable tener compañía porque no tiene su propia familia aquí en Estocolmo. Viajar a la pequeña ciudad en la que creció es caro y requiere mucho tiempo. No es posible hacerlo en el único día libre a la semana.
Sven sonríe al acercarse a Inga, que le saluda alegremente. Es muy guapa, piensa él. Siempre tan alegre y habladora. Casi no se lo pudo creer cuando ella se le acercó en el gimnasio hace unas semanas. Le preguntó si tenía una cerilla. Encendió una cerilla y la acercó al cigarrillo que ella tenía entre los labios. Las manos de Inga rozaron las de él cuando las levantó para proteger la llama de la cerilla. Dio una calada que exhaló rápidamente. Por un segundo olió el aroma de su aliento mezclado con el humo. Olía a humo pero también a dulce.
Otro aroma también le había rondado las fosas nasales durante el poco tiempo que estuvo sentada a su lado. Un aroma de perfume. Probablemente uno barato que la mayoría de las chicas de clase trabajadora llevaban, pero aun así le había atraído. Sintió el impulso de acercar la nariz a su cuello e inhalar el aroma floral. Cuando empezó a hablar de una película que quería ver en el cine, se armó de valor para invitarla a salir. Se sorprendió cuando ella le dijo que sí. En el pasado, no había tenido precisamente mucho éxito con las chicas, pero ahora él e Inga se veían regularmente desde hacía unas semanas. Podía sentir que sus sentimientos por ella crecían cada vez que se veían.
—Siento llegar un poco tarde —dice Sven tratando de ocultar su falta de aliento. —Mi jefe se negaba a dejarnos ir... quería pasar por casa a cambiarme. —señala con un gesto de disculpa sus pantalones de trabajo manchados.