El perdón - Carmen Riaño Esquiroz - E-Book

El perdón E-Book

Carmen Riaño Esquiroz

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Beschreibung

La vida nos brinda muchas oportunidades para ser felices, y una de ellas nos llega a través del perdón. Este libro ofrece las claves para perdonar a quien nos ha herido —lo cual no significa necesariamente reconciliarse—, y para perdonarse a uno mismo por los errores cometidos —para lo que debemos aceptarnos íntegramente con todas nuestras debilidades y fortalezas. Aprenderemos a poner en valor las emociones más difíciles, a entenderlas como parte de la vida y a gestionarlas adecuadamente para liberarnos del sufrimiento. Solo así podremos continuar con nuestro camino con plenitud y dignidad, libres y optimistas.

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Seitenzahl: 166

Veröffentlichungsjahr: 2018

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El

perdón

Guía para perdonar

y ser más felices

El

perdón

Carmen Riaño Esquiroz

© del texto: M. Carmen Riaño Esquiroz, 2021.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2021.

Avda. Diagonal, 189 - 08018Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: septiembre de 2021.

ref.: odbo904

isbn: 978-84-9187-838-4

el taller del llibre, s. l.•realización de la versión digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra, que será

sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse

a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)

si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra

(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

en memoria de mi madre, como inspiración continua para seguir aprendiendo cada día. 

9

CONTENIDO

Introducción15

1 el perdón, UNA herramienta terapéutica19

Qué significa perdonar21

El perdón y la honestidad23

El perdón y lo imperdonable25

Unos cuantos conceptos a relacionar con el perdón27

Compasión27

Clemencia27

Indiferencia28

La magia del perdón28

Perdonar… y pasar a la acción30

La imposibilidad de perdonar33

El aprendizaje del perdón34

Hombres y mujeres frente al perdón35

Y después de perdonar… ¿qué?37

Perdón y comunicación40

2 si necesitas perdonar, no juzgues43

La injusticia que nos aplasta 45

contenido

10

Aunque tengas razón, nada de juicios47

Cuatro pasos para distanciarse de la situación 49

3 las emociones que nos impiden perdonar51

La rabia no nos deja comprender 53

Aceptar la realidad55

Perdonar nuestros errores56

El perdón y el tiempo58

El odio, una emoción que nos domina 59

Expresar lo que sentimos59

Ejercicio para liberar el odio 62

El rencor nos puede deprimir 64

Tres pasos para gestionar el rencor 65

El resentimiento y la rabia encubierta 67

Claves para manejar el resentimiento 69

La amargura, un desgaste para la mente 70

Ideas para desprenderse de la amargura 72

La hostilidad, un muro que impide avanzar 73

Cuatro claves para reducir la hostilidad 75

Los celos, la envidia y el rechazo de uno mismo 77

4 las emociones aliadas del perdÓN79

Un vagón de mimos81

Empatía, simpatía y esperanza82

La empatía y el corazón intuitivo82

Tres claves para ponerse en la piel del otro85

La simpatía y los buenos deseos86

La esperanza, hermana de la confianza88

Amabilidad, ilusión y ternura90

Amabilidad, eso que no cuesta tanto90

La ilusión, el empujón que necesitamos92

Ternura, la droga dura de los sentimientos93

contenido

11

Cariño, amor y alegría96

El cariño nos hace más liviana la vida96

Amor, el sentimiento estrella98

Alegría, el estado ideal100

El termómetro de las emociones positivas101

5 no asumas el papel de víctima103

Desactivar el rencor106

Proponerse el cambio107

Desvictimizarse108

Ejercicios para abandonar el rol de víctima 110

6 lo que no es perdón111

Perdonar no es reconciliarse113

Perdonar no es olvidar114

Perdonar no es negar el daño115

¿Por qué nos negamos a aceptar que nos han hecho daño?116

7 el perdón a uno mismo119

Los beneficios del autoperdón121

Los inconvenientes de no perdonarnos122

Razones para perdonarse124

Experiencias para practicar el autoperdón126

8 el cuerpo no perdona127

Cuando somos incapaces de perdonar130

Cómo resolver los estados de ira131

Para superar la ira hay que perdonarse132

Entender el lenguaje del cuerpo133

contenido

12

9 perdonar una traición137

Heridas en la pareja140

Traicionarse a sí mismo142

Traicionar a los demás143

El fértil árbol de la lealtad144

10 el perdón y el equilibrio personal147

Ampliando perspectiva para ganar equilibrio personal149

La insatisfacción y la desorientación 150

Ejercicio para organizar las prioridades personales152

Ingredientes para el equilibrio personal 152

Cómo optimizar recursos propios y externos155

Salir de la rueda de la rutina 155

Afrontar conflictos156

Ejercicio para afrontar los conflictos: 157

Perdonar y aprender a liderar nuestra vida158

El perdón y la autoestima saludable: toda inversión es rentable158

Ejercicio para cuidar nuestra autoestima: 159

11 el perdón y la valía personal161

La valía personal, nuestro tesoro escondido163

Cuando la sociedad nos lleva a no aceptarnos 164

Cuando aniquilamos nuestra propia valía 166

Ejercicio para aprender a valorarnos: 168

12 el lenguajedel perdóny la autoestima169

La importancia de nuestro diálogo interior171

Cuando nuestras palabras nos boicotean 172

El lenguaje de la autoestima172

contenido

13

La crispación impone un cambio 174

Ejercicio para construir un lenguaje respetuoso hacia uno mismo: 175

Dignidad y respeto como hilos conductores de la autoestima175

Ejercicio para aprender a verbalizar el respeto: 176

Me quiero porque me valoro177

Ejercicio para reforzar nuestra propia valoración:178

ANEXO: existe un métodopara perdonar, y se llama P.E.R.D.O.N.179

Registrar los pasos del perdón184

Conclusión187

Agradecimientos189

INTRODUCCIÓN

Una de las cosas que más malestar nos provoca es tener que gestionar nuestra parte más sombría. La rabia, el rencor, la envidia, el resentimiento… Son emociones que todos hemos sentido y que seguiremos sintiendo alguna vez. Sin embargo, debido a la ausencia casi absoluta de una educación emocional en nuestra sociedad, apenas sabemos nada de ellas. Y, lo que es peor, muchas veces ni siquiera somos conscientes de que estamos siendo con-trolados por estas. Las emociones son la salsa de la vida, qué duda cabe, pero, si no sabemos gestionarlas, nos pueden conducir a graves dificultades.

Tanto en mi vida personal como en mi actividad profe-sional me encuentro con que nadie nos ha enseñado a per-donar ni a perdonarnos, por lo que tenemos un serio pro-blema con estas emociones que nos disgustan. El trabajo que hacemos en psicoterapia tiene como objetivo poder salir de una situación traumática para que, una vez expre-sada y gestionada, podamos manejar sin dolor aquello que nos ha traído a consulta. Perdonar y perdonarse es un ex-celente recurso para liberarnos del sufrimiento y poder re-conducir nuestras vidas aceptando y superando el malestar.

15

introducción

16

Vivimos en una sociedad frenética. Todo es velocidad, montañas de datos y pocos filtros para administrarlos, así como entornos laborales exigentes y competitivos donde se fomenta más la lucha que la colaboración y en los que el perdón no tiene cabida. Los psicólogos vemos en nuestras consultas la factura emocional que hay que pagar por este ritmo inhumano desgraciadamente cuan-do el daño ya está hecho y vivir se ha convertido en un verbo difícil de conjugar.

Me viene a la cabeza Luis, un paciente muy inteligen-te con un puesto de responsabilidad empresarial. Vino a mi consulta destrozado por el ninguneo al que le estaban sometiendo los compañeros, que, a pesar de ser él quien llevaba el peso del proyecto, le hicieron el vacío y critica-ron duramente su tarea. Luis no podía con esta situa-ción, no se perdonaba a sí mismo ni perdonaba a sus colegas su actuación. «No puedo soportar los pensa-mientos que he tenido durante y después de cada reu-nión», me explicó. Le respondí que era muy duro consi-go mismo y con los demás, a lo que me contestó: «No soy consciente de esa dureza, el mundo laboral es así». Acepté su afirmación, pero le indiqué que los únicos que podemos aflojar esa exigencia tan tóxica, a pesar de que el entorno no nos lo ponga fácil, somos nosotros mismos. Es decir: hemos de permitirnos ser humanosy perdonar-nos serlo aunque nuestro entorno no lo haga. Nos va la salud en ello.

La vida nos da muchas oportunidades para ser feli-ces, y una de ellas nos llega a través del perdón. Para perdonar es importante poner en valor las emociones más difíciles como parte de la vida, pero mucho más importante aún es saber gestionarlas. Y es aquí donde

introducción

17

el aprendizaje del perdón como una herramienta psico-lógica adquiere una importancia fundamental para li-berarnos del malestar y permitirnos continuar con nuestro camino liberados y optimistas. En definitiva, mucho más felices.

Espero y deseo que el libro que el lector tiene en sus manos aporte un poco de luz y calidez a una sociedad en la que se nos olvida que todos necesitamos paz y bienes-tar con nosotros mismos. Aprender a perdonar es el puente que hemos de cruzar para llegar a ese estado.

1 el perdón, UNA herramienta terapéutica

Qué significa perdonar

Me gustaría que entendiéramos el perdón como un re-curso psicológico, es decir, como un instrumento con el que contar cuando necesitamos resolver, afrontar o su-perar una situación difícil. Propongo que cada uno de nosotros seamos los encargados de elegir con total liber-tad esta herramienta para mejorar nuestro estado emo-cional general.

No se trata de ser buenas o malas personas, se trata de percibir el perdón como un proceso que nos ayuda a crecer y a gestionar nuestras emociones de una forma saludable y armónica.

• Perdonar no significa pasar por altoalgo debido a que el esfuerzo que nos supone afrontar la situación ex-cede nuestra capacidad de gestión.

• Perdonar tampoco es someterse a algo o a alguien.El sometimiento es una actitud que refleja escasos recursos emocionales en quien la utiliza, aunque no me refiero al concepto genérico de sometimien-

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el perdón

22

to, como se entiende socialmente. Está claro que hay cosas que están sometidas a otras. Por ejem-plo, si no apruebas una asignatura, no tienes op-ción a tener un título universitario; aunque te quede solo esa asignatura, es necesario. Así, el tí-tulo académico está sometido al aprobado de la asignatura.

Yo me refiero al sometimiento emocional, la ma-yor parte de las veces inconsciente, por el que nos sometemos a la voluntad o gusto de alguien por miedo a que esa persona se enfade, no cuente con nosotros o desaparezca de nuestra vida. Bajo el so-metimiento subyace el miedo, lo que nunca sucede con el perdón.

Perdonar es una decisión personal basada en la libertad de cada uno, mientras que una actitud su-misa tiene que ver con doblegar aspectos de nuestra vida por miedo a las consecuencias.

Desde una autoestima saneada se contempla el perdón como recurso, pero, desde esa misma auto-estima, la sumisión nunca es un recurso.

• Perdonar tampoco es miedo, no es temer.El miedo somete, presiona y condiciona. El perdón ejerce el efecto contrario, es liberador y reconfortante.

• Perdonar no es resignarse,ya que esta es una actitud pasiva del que no ve solución ni esperanza ante una situación y se resigna de forma apagada a su realidad.

El perdón es un suceso activo, pone en marcha muchos resortes emocionales y energía en el proceso de perdo-nar, ilumina y amplifica la perspectiva de las cosas. A di-

el perdón, una herramienta terapéutica

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ferencia del concepto de perdón en la vida social y judi-cial, donde hay un fuerte y un débil y parece que estamos obligados a «perdonar al débil», en el terreno emocional y de los recursos es más fuerte el que maneja más resor-tes para encarar la vida. Por tanto, todos podemos «ser fuertes» en función del esfuerzo que le pongamos al cre-cimiento personal.

Sin embargo, en el perdón que defendemos aquí no existen fuertes ni débiles, se trata de un concepto iguali-tario: somos dos personas que luchamos por sobrevivir y que en esa batalla nos hemos dañado, y, como yo sé que el perdón me va a ayudar a resolver un conflicto y alcanzar un bienestar, lo pongo en marcha.

El perdón me hace más fuerte en el sentido de que he aprendido mucho en el camino a la hora de perdonar y de que esto es alcanzable para cualquiera que se quiera entrenar en el perdón. Pero no hay fuertes ni débiles en el sentido tradicional: si yo inicio el perdón, es porque reconozco la igualdad de dificultades que nos acercan como seres humanos. Aquí no entran ni el estatus ni el nivel social para empoderar y debilitar.

El perdón y la honestidad

Perdonar significa actuar desde nuestra libertad. Es deci-dir que, tras haber perdonado, nuestra posición y acti-tud no van a verse dirigidas por los sentimientos de rabia y de rencor. Y es que el perdón conecta con nuestra par-te más auténtica; es, por tanto, un instrumento al servi-cio de una posición honesta ante la vida.

Es importante que nos movamos desde esta posición

el perdón

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de honestidad para que el perdón se convierta en un ins-trumento/proceso eficaz.

Una vez que hemos perdonado, los sentimientos de in-justicia o de venganza, tan dañinos para nosotros y los demás, ya no nos dirigen. Tras el perdón, actuamos con claridad: somos capaces de comportarnos conscientemen-te y no motivados por la ignorancia a la que nos somete el fragor de los sentimientos de rabia o resarcimiento.

Perdonar es producto de un crecimiento personal, de actuar con valentía, y tiene como consecuencia más de-sarrollo interior y más valor.

Por lo tanto, el perdón no es solo una herramienta que nos permite superar situaciones personales; es más que todo esto. Se trata de un proceso de madurez que nos ayuda a ser más conscientes de la realidad que tenemos delan-te. Es decir, nos permite ver con más claridad nuestras prioridades y los valores que ponemos en marcha todos los días.

Así, por ejemplo, en un ejemplo cotidiano, optamos por perdonar a nuestra pareja porque siempre se olvida de regar las plantas. Una vez perdonado el asunto, somos capaces de ver que decidimos priorizar el no tener una discusión absurda y asumimos el esfuerzo de regar noso-tros las plantas. Y es que el perdón también nos permite comprobar el valor que damos a las relaciones, ya que, en ocasiones, preferimos los buenos momentos con el otro en lugar del conflicto o el enfrentamiento, aunque esta opción suponga que hemos de esforzarnos un poco más.

Sin embargo, no se trata de perdonar por sistema, ya que las relaciones son algo dinámico. Esto implica que todas las herramientas de que disponemos, incluyendo el perdón, han de usarse con flexibilidad.

el perdón, una herramienta terapéutica

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En cualquier vínculo existen, en general, unos valores y prioridades que marcan una línea de actuación. Sin embargo, a pesar de ello, también conviene incluir cierta flexibilidad y no reaccionar siempre del mismo modo. Por eso, hay momentos en los que no es recomendable evitar el enfrentamiento con la pareja, el hermano, un amigo o un compañero de trabajo… a costa de un es-fuerzo propio. En ocasiones, es preferible afrontar el conflicto. Inclinarse por una posibilidad o por otra es algo muy íntimo y personal que cada uno debe decidir desde su libertad individual en cada ocasión.

El perdón y lo imperdonable

Ya hemos dicho que el perdón es un acto voluntario, personal y activo. Esto quiere decir que hay cosas que tú estás dispuesto a perdonar y otras personas, no.

Para perdonar hay que intentar superar un poco, y en la medida de lo posible, la cultura, en el sentido de que en muchas ocasiones nuestra cultura nos marca lo que de-bemos perdonar y lo que no.

Pongamos ejemplos: hay culturas en las que una infi-delidad no se ve como objeto de perdón, lo que le añade complejidad al tema, ya que si perdonar una infidelidad no es tarea fácil y, además, socialmente se ve mal que esta se perdone, tendremos dos dificultades a la hora de perdonar: por una parte, el propio proceso del perdón en sí; por otra, la incomprensión de los otros, a la que habría que añadir por si esto no fuera suficiente el casti-go social y la pérdida de credibilidad que este perdón nos podría acarrear.

el perdón

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Por otro lado, además de la propia cultura, debemos ser muy conscientes de nuestra particular escala de valo-res. En función de dicha escala tenemos que decidir qué cosas perdonamos y cuáles no, y esto también es muy personal. Así, puede que no perdonemos una traición a una amiga y sí perdonemos una deslealtad a un compa-ñero de trabajo, por ejemplo.

Cada persona ha de construir su jerarquía de valores y, sobre esta base, sopesar qué valor se ha lesionado y si estima que debe perdonar o no. Esto se debería aprender en los colegios, pero, como tantas veces en estos temas tan importantes, la educación no entra a valorar estos aspectos.

Todo es perdonable o imperdonable según lo enfoque la persona que, tras una ofensa, se tiene que enfrentar a decidir si perdonar o no. Se trata de una decisión volun-taria e intransferible, cada uno debe resolver en cada momento qué hacer para restablecer su equilibrio perso-nal y qué recursos utiliza para ello. Y entre estos recur-sos se encuentra el perdón.

Los recursos personales y la jerarquía de valores per-tenecen a cada uno y aquí no hay juicios de valor que valgan.

El perdón se realiza desde la libertad personal, y el ejercicio de la libertad personal, a través de sus múltiples cauces o recursos, es uno de los máximos exponentes de una sociedad avanzada como la nuestra. Así pues, siem-pre es posible tanto perdonar como no hacerlo. Es la propia vida la que te da la opción de utilizar este recurso o no.

No lo veamos como algo rígido, el objetivo es el cre-cimiento personal y la restauración de un estado emo-

el perdón, una herramienta terapéutica

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cional lesionado; esto es lo importante: caminar hacia la armonía y la paz. Y para ello el perdón es un recurso formidable.

Ahora bien, este planteamiento, por supuesto, es in-dependiente del concepto de perdón en el ámbito judi-cial o religioso. Nuestros parámetros tienen que ver con la calidad de vida, no entran en ámbitos de otra índole.

Unos cuantos conceptos a relacionar con el perdón

Compasión

Se trata de una herramienta cuyo nexo de unión con el perdón reside en ver al otro como un igual a ti que sufre. En este caso se añade también el deseo de que se recupe-re del sufrimiento.

Somos compasivos cuando deseamos con fuerza que el otro ser humano se recupere, que deje de sufrir. Esta-blecemos un hilo de humanidad y nos preocupamos por la otra persona. Así, podemos desear que mejore su si-tuación o ayudarla directamente, como cuando socorre-mos económicamente a una amiga que lo está pasando mal, por ejemplo.

Clemencia

Este concepto está cargado de un juicio de valor, muchas veces impuesto por nuestra cultura. La clemencia sería la benevolencia con la que una persona juzga o castiga. Cuando se pide clemencia, se implora que la dureza no sea excesiva.

No tiene nada que ver con el concepto de perdón que

el perdón

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planteamos, pues lo que subyace en la petición de cle-mencia suele ser el miedo al posible juicio o castigo.

Indiferencia

Este concepto tiene una parte positiva respecto al per-dón porque, cuando uno perdona y ya no sufre por aquello que le lesionó, pasa a ser indiferente. Es decir, partiendo de la rabia o la ira llegamos a la indiferencia, y eso siempre es positivo, ya que la indiferencia nos ha-bla de la superación de un conflicto y del restablecimien-to del equilibrio.

No obstante, también existe una acepción más nega-tiva de la indiferencia: aquella que responde a la volun-tad de hacer daño a alguien. La indiferencia sería así el total desafecto por alguien, algo que nos puede atormen-tar y