El peso del tiempo - Nuria Valldaura - E-Book

El peso del tiempo E-Book

Nuria Valldaura

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Beschreibung

A través de las cartas que envía a su íntimo amigo Lorenz, quien reside en Alemania y al que conoce desde niña, descubrimos a Julia, una mujer inteligente, cultivada, inconformista, introspectiva y con un mundo interior complejo y a veces algo contradictorio y neurótico. A medida que pasan los años y se suceden las cartas, seguimos los avatares del matrimonio de Julia, del hijo de ambos, Lorenzo, que casi es el único nexo de comunicación entre los dos cónyuges; de Lorenz y el malogrado destino de su mujer, Silvia, a causa del cáncer: de Marcos, un misterioso pretendiente de Julia que también sufrirá un trágico destino, y a un gran número de personajes secundarios que desfilan en las páginas de esta relación epistolar. Las reflexiones de Julia, sus confesiones en esas íntimas misivas a Lorenz, sus recuerdos, sus lugares de referencia, sus coordenadas culturales (literatura, cine pintura, música, filosofía, arquitectura) irán construyendo poco a poco el tejido de la vida de todos ellos, sus alegrías, sus filias, sus éxitos y sus pequeños pecados.

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El peso del tiempo

Cubierta y diseño editorial: Éride, Diseño Gráfico

Dirección editorial: Ángel Jiménez

Edición eBook: febrero, 2023

El peso del tiempo

© Nuria Valldaura Micó

© Éride ediciones, 2023

Éride ediciones Espronceda, 5 28003 Madrid

ISBN: 978-84-19485-36-6

Diseño y preimpresión: Éride, Diseño Gráfico

eBook producido por Vintalis

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Nuria Valldaura Micó

Nacida en Barcelona 19-II-1938 y residente en Madrid.

Estudios: Primer curso de Económicas en la Universidad de Barcelona y Licenciada en Periodismo, promoción Manresa.

Idiomas: francés, inglés, nociones de italiano y alemán.

Durante un tiempo, porque se pagaba mejor que pegar telegramas y revisar teletipos en una redacción, maniquí de Pertegaz, Carmen Mir, Pedro Rodríguez, Pedro Rovira, José Mª Treserra, Andrés Andreu, Moda del Sol, etc.

Como periodista ha sido «negro» escribiendo artículos para los demás.

Son suyas las letras de las canciones de «Anni» en la versión española, y las de la película «Préstame quince días».

Ha traducido al español para el teatro: Whose life is it anyway? de Brian Clark.

Tiene un libro de relatos «Los cuatro elementos» publicado por Éride Editorial en mayo de 2014.

Y un poemario «Gozos y pesares de caminante», también publicado por Éride Ediciones en enero de 2019.

Actualmente está trabajando en un thriller psicológico, Muriel’s sculpture.

Viajera incansable ha dado tres veces la vuelta al mundo.

Casada (8 años), divorciada y viuda del operador cinematográfico Juan Amorós Andreu y pareja, durante los mejores 53 años de su vida, del autor teatral, recientemente fallecido, Juan José Alonso Millán.

Sigue en activo escribiendo en BLOGS L2N.

Vive en Madrid con, Nupi, su maravillosa nieta.

Solo los dioses no tienen edad ni mueren, el resto de las cosas, el tiempo, implacable, las destruye.

Sófocles

… time is the thief you cannot banish.

Phyllis Gynley

Dedicatoria

A la memoria de mi madre, con añoranza. Fue una persona entrañable que dejo un listón muy alto, imposible de igualar; la antítesis del personaje del libro.

A la de mi hija Carmen, quien por ser como era, un magnífico ejemplar de ser humano, estupenda escritora, valiente, generosa, divertida, culta, inteligente y hermosa por dentro y por fuera, los dioses envidiosos se la llevaron demasiado pronto.

A Juanjo, por todo lo que significó en mi vida durante 53 años: generador de sonrisas; apoyo inamovible; acicate y estímulo constante… compañero del alma, compañero…

Agradecimientos

A todas las personas que con su cariño, paciencia y buen juicio me han ayudado a perseverar en este difícil cometido de la escritura, principalmente a mi hija Carmen, una admirable mujer en todos los sentidos. A Juanjo que soportó mi pésimo carácter, sin tenérmelo en cuenta con su proverbial sentido del humor, animándome siempre a seguir escribiendo. A mi yerno Rafa, el hijo que toda madre desearía tener y que ha llegado a mi vida sin tenerlo que parir ni criar, por el amor que me demuestra con cientos de detalles. A mi nieta Nupi, por su alegría contagiosa y sus muestras de ternura en momentos muy difíciles. A Lily, que ha sido capaz de poner orden y mucho cariño en sus tareas domésticas; sin su ayuda nunca hubiera podido dedicarme a escribir. A mi valiente editor, Ángel Jiménez, que cree en mí y se atreve a publicar mis libros.

A todos ellos muchas, muchísimas gracias.

Solo los dioses no tienen edad ni mueren, el resto de las cosas, el tiempo, implacable, las destruye.

Sófocles

… time is the thief you cannot banish.

Phyllis Gynley

El peso del tiempo

Querido Lorenz, estoy desconcertada, rabiosa y, al mismo tiempo, entristecida y aliviada, lo que me origina uncargo de conciencia y unos remordimientos a los que me niego a sucumbir.

Ha muerto mi madre. En una estúpida operación de estética. No podía ser de otro modo tratándose de ella.

¿Quieres decirme que le pasó por la cabeza para hacerse una liposucción? Me apena pensar que imaginara quearreglándose el cuerpo solucionaría alguno de sus problemas, la mayor parte de ellos causados por su carácterinestable, su egoísmo y su nula empatía con los demás. Y me irrita que se haya dejado influir por esa publicidadencaminada a que la gente sin seso crea que mantenerse joven es poco menos que una obligación social.

Aparcamos a nuestros ancianos en clínicas y residencias porque la vejez es «antiestética». Nosesclavizamos a gimnasios, dietas, tratamientos faciales y operaciones quirúrgicas para retrasar y enmascarar eltan temido envejecimiento físico, cuando los que tendrían que preocuparnos son el mental y el de los órganos queregulan la visión, la audición, el buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo, respiratorio, etc…

Pero lo embarazoso de la muerte de mi madre, aparte del incómodo remordimiento producto de laeducación, la carga literaria y las normas de la convivencia; más que por un auténtico sentimiento de culpa porcómo llevamos nuestra relación, es el alivio que siento porque ha desaparecido de nuestras vidas. A ti te lo puedoconfesar. Su muerte es una liberación.

A lo que no me presto es al papel de hija desconsolada. No voy a caer en la hipocresía de ponerme de luto.

A su entierro fue poca gente. Casi todos desconocidos. Álvaro estaba fuera y no pudo llegar a tiempo paraacompañarme. Lorenzo con gripe, tiritona y cuarenta de fiebre, tampoco pudo venir. A mi padre le supliqué queno se creyera en la obligación de hacer acto de presencia, pero vino de todos modos con su amigo Ángel, unhombre con el suficiente sentido común para llevarse a papá enseguida que terminó la ceremonia.

Afortunadamente, los pésames, apretones de mano protocolarios y algún intento de abrazo con lágrimaincorporada terminaron enseguida. Cuando se fue todo el mundo, me quedé un rato en el cementerio y no fuicapaz de sentir nada excepto la melancólica pesadumbre que acompaña a cualquier sepelio.

Me ratifico en mi voluntad de ser incinerada. Los entierros son insoportables.

Detesto y abomino de las concentraciones humanas en los actos requeridos en una sociedad como lanuestra, saturada de hipocresía.

Tengo un hijo. Espero hacerlo suficientemente bien como para que mi muerte sea capaz de entristecerle yme eche de menos, porque esto querrá decir que hemos compartido amor, problemas, sinsabores, satisfacciones yalegrías; que ha existido un fuerte vínculo de cariño entre nosotros, que es lo importante. No como yo, que mesiento mal porque su muerte no me aflige, sino que aligera mi carga. Y esto es muy triste.

Para ti, que tanta suerte has tenido con tu madre, nunca ha sido fácil entenderlo, pero conocessobradamente nuestra historia para que te sorprenda mi reacción. Ya sé que es costumbre cuando alguien muererecordar solo lo bueno y exagerar sus virtudes, yo no puedo. No le echo a ella toda la culpa, pero su muerte nocambia su conducta en vida; y en lo que a mí, a mi hijo y a mi marido respecta, nunca se comportó comocorrespondía a una madre, a una abuela y ni siquiera a una suegra.

Su inoportuna muerte ha afectado mucho a mi padre; también le remuerde un poco la conciencia por nohaber sido capaz de seguir aguantándola y porque, a fin de cuentas, fue su mujer durante muchos años. No estan frío como yo.

¿Qué haría yo sin ti, con quién podría sincerarme sin enmascarar la verdad?

Te dejo. ¿Cómo está todo desde la última vez que hablamos? ¡Qué lástima que la paz de conciencia no sevenda en los supermercados! Andamos tan necesitados de ella… Muchos cariños.

¿Qué puedo decirte de ese atentado que ha sacudido la abulia y el aletargamiento de un país aparentementeadormilado durante años? No sé ni lo que va a pasar ni lo que está pasando entre bastidores, pero la muerte deCarrero Blanco supone un antes y un después… Ha quedado claro que en 1973 hay muchos elementosdisconformes con la situación política de nuestro país, que están bien organizados y que ya no tienen miedo demanifestarse en contra del régimen, a pesar de nefastos personajes en la policía política-social, al estilo denuestros infames hermanos Creix (Vicente y Juan Antonio, dedicado este a la caza, captura y tortura decomunistas, mientras su hermano perseguía a los intelectuales catalanistas) o Conesa, en Madrid ( jefe de laBrigada Político-Social adiestrada por Paul Winzer, ayudante de Himmler). El ejecutor material de las «Trece

Rosas» y colaborador de la Gestapo; se infiltró en el Partido Comunista de España para minarlo desde dentro.

Gentucilla que acepta la tortura y el crimen como forma de vida porque, en su miserable vulgaridad,disponer a su antojo del sufrimiento ajeno les da tal sensación de poder supremo que les lleva a creersesuperiores, sin darse cuenta de que este poder les degrada, que ocupan el peldaño más bajo en el escalafón de losseres humanos (aunque no creo que tales consideraciones filosóficas les quiten el sueño ni un segundo) Están alas órdenes de un gobierno que no solo tolera, sino que incita a esta inhumana caza de brujas y, por un sentidoenfermizo de la obediencia, al exceso de celo para hacer méritos y una tendencia a la psicopatía. Esos hombresdespreciables hacen verídica la frase de Platón: «Homo homini lupus est».

¿En que desembocará, a qué conducirá?... A una cosa seguro, a represalias y a una escalada de la violenciapor ambas partes. Solo tienes que mirar lo que las distintas facciones del IRA suponen para Irlanda; lasBrigadas Rojas para Italia; los tupamaros en Sudamérica, vuestra RAF*, o nuestra ETA. Y ¿sabes una cosa? Enel mundo del terrorismo nadie tiene razón, ni los que lo practican ni los que lo reprimen.

Es evidente que España está cambiando, buena falta le hace, pero ¿es el camino adecuado el de la violenciay el crimen? En el momento en que privas de la vida a alguien, por mucho que lo merezca, aunque tenga sobresu conciencia muertes y torturas, te conviertes en lo mismo que él, en un asesino.

Yo soy partidaria de que se sigan vías legales para llegar a acuerdos. La sangre solo ensucia. No soybakuniana ni rugeniana, para algunos algo mucho más llamativo que creer, como yo, en el derecho y las leyescuando son justas y se adaptan a las necesidades del momento, aunque muchas veces las leyes se mantienenvigentes solo por ser leyes, y si no son justas, hay que cambiarlas mediante los mecanismos que lo permitan.

Es que ya no estoy en la universidad, soy realista, y sé que todas las teorías extremistas, no me importa delsigno que sean, llevadas a la práctica pierden mucho. Al final, lo único que sucede es que el poder cambia demanos y el poder corrompe a quien lo posee, haciéndole olvidar que es un deber y no un derecho y que nuncaes justo cuando se monopoliza dictatorialmente para fines propios.

Álvaro opina que el control policial se incrementará de una forma abusiva, y que lo sucedido no nos beneficiade cara al exterior. Es más que posible, pero a mí quien me preocupa es él. Anda jugando a rebelde, más que porconvicción para sentirse integrado y aceptado, con un grupo de «jóvenes airados», en reuniones secretas, y ahorano están los tiempos para los juegos de esta pandilla de izquierdistas de salón, en su mayoría niños bien, hijos depapá, con sus TR4, MG y Alfa Romeos, que peregrinan a París para ver a Carrillo y a Semprún y a Roma parapostrarse ante Alberti y jalean a Mao como paladín de la libertad; igual que después de la guerra hiciera la«intelligentsia» francesa (esa élite intelectual que se autoconsidera socialmente superior) con Stalin, a quienveneraban y ensalzaban mientras en Rusia los «pogroms» y las purgas que ordenó se cargaron a millones depersonas. Y ¿sabes? me aterra pensar qué pasará si le cogen.

Mi padre viene a pasar unos días con nosotros porque le están cambiando las tuberías de su casa yaprovecha para quitar las bañeras y modernizar los cuartos de baño; solo tendrá duchas, con los suelosantideslizantes; es una medida muy inteligente, porque se va haciendo viejo. Y, con suerte, hará entrar en razónal cabezota de mi marido; Álvaro le respeta mucho y hace caso de sus consejos. Estoy deseando que llegue. Memima y me encanta que lo haga.

Ya sé lo que convierte el trabajo en una maldición bíblica, tener que hacerlo en comunidad. Pero losorprendente es que haya gente que lo ha elevado a categoría de valor absoluto, sin el que no serían nada. Y nopor perfeccionistas, por tocapelotas.

¿Vosotros, todo bien? Besos.

* la Rote Armee Fraktion: Fracción del Ejército Rojo

Lorenz, me diste mucho que pensar y no sé… pero, como se supone que algo tengo que decir, allá voy. Ya sabesque soy muy bruta y que lo mío es el reduccionismo. Vaya, pues, por delante que será un punto de vista de lo mássubjetivo.

Romper moldes.

Me parece un empeño pueril si no se ofrece nada a cambio; destruir es fácil, pero y después de ladestrucción ¿qué es lo que va a sustituir lo destruido? ¿Nada? Pues mal empezamos… Tanto destrozar, derribar… me deprime. Demasiado iconoclasta en todos los sentidos de la palabra, no el meramente religioso,anda suelto ya para que yo incremente el ejército excesivamente numeroso de quienes solo protestan ydenuncian, creando malestar y confusión, sin aportar soluciones.

Y mi pregunta es siempre la misma ¿quién está detrás de ese afán juvenil de la destrucción?, ¿quién mueve loshilos para convertir a los jóvenes en «idealistas», convenciéndoles de la bondad de la «causa», para poderutilizarlos con fines perversos? El amor a la destrucción por sí misma, sin cuestionarse qué hay más allá de lazanahoria de la «cruzada», ideada y exhibida por mentes que envilecen la inocencia y las buenas intenciones de lajuventud, permite el ascenso al poder de personajes infames que se aprovechan del quijotismo de los jóvenes, carnede cañón de las avanzadillas, que se rebelan siempre dispuestos a exigir cambios. ¿Y qué sucede en la mayoría delos casos cuando llegan esos cambios? Que ni su contenido ni su finalidad son altruistas ni democráticos.

La política es repugnante, es un cóctel de doblez, ficción y engaño a partes iguales, y los políticos no sonmejor. Moran en una nube, sin preocuparse de la realidad del momento que les ha tocado vivir. El país essimplemente un estrado electoral sin irregularidades que corregir; los ciudadanos son meros posibles votantes sinentidad, humanidad, ni necesidades a las que atender.

Los gobernantes mienten como bellacos convencidos de que la mentira no es que sea útil, sino necesaria, yse creen ungidos de la facultad y el derecho a utilizarla en su beneficio tantas veces como lo precisen, cuando delo que deberían encargarse es de la correcta organización del poder indispensable para regir las nacioneshonradamente.

Demagogia pura. Y yo estoy más que harta de tanto ruido para nada. Construir, reparar, eso sí que espositivo y necesario, y dejar de mirar atrás salvo para no cometer idénticos errores y empezar a avanzar de unapuñetera vez libres de lastres históricos, que no son otra cosa que revanchas solapadas.

Respeto por el individuo, que es una entidad «ens per se», no únicamente un número componente de la«clase». Este es el camino. Abandonar la lucha del hombre contra el hombre y de la clase contra la clase.

Respeto, contrapuesto a la indiferencia, el desprecio o el egoísmo al uso, tan corrientes en nuestra generación;esa generación perdida que no contará en el futuro ni como eslabón; que no hace historia, como mucho unarecopilación de historietas sin interés que no traspasarán la barrera del tiempo, que no merecen ni siquiera unalínea con presunción de posteridad.

Y ya nunca jamás —¡amén!— correr tras una bandera llena de lemas, de palabras huecas, porprometedoras que parezcan. Este es mi programa.

Tienes razón, Orff es otra cosa, pero sus «Catulli Carmina» y «Carmina Burana» son superlativos. Nodiría lo mismo de «Antígona»…

Es difícil mantener el equilibrio cuando se está en la cuerda floja, y yo llevo en ella mucho tiempo. Mi vidaes una farsa que solo beneficia a mi trabajo. Lo sé, procuraré convertirla en comedia sin caer en el drama.

Tu amistad es lo más sólido que poseo y en ella me apoyo, abusando continuamente de tu infinitacomprensión y cariño. Doy gracias a la Providencia por haber permitido que te encontrase. Las mediterráneassomos así, cuando nos da el ataque sensiblero no hay manera de frenarnos.

Lorenz, ¿por qué no puede ser el matrimonio algo tan perfecto como la amistad y por qué un marido nopuede ser como un buen amigo?... Me aburre la vida conyugal, pero figura entre mis propósitos que no se menote nada.

Te quiero mucho, pero esto lo sabes de sobra. Gracias otra vez. Por existir, por ser mi amigo, por… esto y lootro… por todo. Me repito, pero es que millones de veces te lo dijera y aún me quedaría corta. Adiós pues; hastapronto. Mil besos.

Querido Lorenz:

Creía que la enfermedad de Silvia estaba controlada y casi superada. No sé qué decir, a mí que contigo no mefaltan las palabras se me escapan las adecuadas para expresarte cuánto lo lamento. Ya sabes cómo la quiero y laadmiro por su sencillez, sentido común, simpatía y por lo mucho que te ha ayudado a poner orden y marcar elrumbo correcto en tu desorganizada vida aventurera.

Comprendo lo doloroso que tiene que ser para ambos, y más para ti, que asistes impotente a su luchacotidiana. Después de lo que habéis construido en común ha de ser terrible sufrir por separado. Ella se resiste ahacerte partícipe de su angustia y de sus miedos… Es enfermera, conoce bien las traiciones de la enfermedad; noquiere agobiarte. Tampoco es fácil para tu padre; aceptar que los tratamientos no se comportan igual con todoslos enfermos ha de ser muy duro cuando el paciente es alguien a quien adoras, como le sucede a tu padre conSilvia. Ya sé que poco sirve de consuelo, pero piensa que está en las mejores manos.

Ignoro cómo, pero si en algo puedo ser útil, solo tienes que pedírmelo.

Y menos mal que tienes tu profesión, la mejor ayuda a tu alcance, porque es imposible que te desenamoresde lo que ha sido y es primordial para ti, esa infatigable labor de investigación que, finalmente, ha sidoapreciada en lo que vale y te concede una libertad de acción por la que siempre suspiraste y que puede que, enestos momentos, no te parezca tan importante, pero lo es. Ocupas tus horas en un trabajo muy necesario y que tepermite arrinconar un poco la congoja de la situación.

La mía no me da las satisfacciones que a ti. Ahora el incordio viene de dos personas… ¿personas?, no estoy yomuy segura… que han entrado a saco con unas ideas revolucionarias y van a poner a la empresa por las nubes,porque han hecho unos masters «fantabulous». Lo de las nubes, ¿qué quieres que te diga? ¿No sería mejorocuparnos de lo que hay que solucionar a nivel del suelo en vez del cuento de la lechera? En mi departamentonos perturba menos, porque los números cantan y, de momento, la tonada se canta sin desafinar. Pero a la pobre Andrea la tienen mártir.

Me despido con mucho amor, porque sus facetas son múltiples, y una recomendación: por Julián tienes queser fuerte, no te puedes permitir la debilidad de desmoronarte delante de él.

Besos para todos. Me encantaría tener fe para poder rezar y pedir por ella y por todos vosotros… pornosotros… pero es una materia prima de la que carezco.

Os quiero mucho, y esta noticia es una puñalada… Besos.

¡Oh, Lorenz!, he leído tu carta dos veces, muy, muy despacio; no solo las frases, sino el sentimiento que lasanima. No soy dada a la lágrima fácil, pero su lectura me ha conmovido hondamente. Ratifico lo que siempre hesabido, eres una gran persona, y el paso del tiempo me va dando la razón. Eres un ser humano de una calidadpoco frecuente, con una capacidad de amor y generosidad admirable.

Contadas veces ha llegado a mis manos algo tan bello y triste como tu declaración de prioridades,colocando por encima de cualquier otra la recuperación de Silvia a quien le vienes dedicando todo tu esfuerzosin desmayo, esfuerzo que, generosamente, calificas de grano de arena… ¡Por favor!... Este ánimo para luchartenazmente contra la enfermedad también radica en el premio de tenerte a su lado. Puedes estar seguro. Meencantaría que ella leyese lo que me dices. Supongo que ya lo sabe, pero no dejes que lo olvide.

Me comentas que has cambiado de manera de pensar y reaccionar respecto a los desengaños que conlleva lapráctica de la profesión y el trato con los demás; es fruto de la experiencia que estás viviendo. A diferencia deScheler, yo no creo que el dolor sea el camino de la perfección ni que nos haga fuertes, pero parece que en tu casoasí es. Y puesto que mencionas a Montaigne y como, en parte gracias a ti, una es muy leída, ahí va eso: «Elvalor de una vida no depende del número de días vivido, sino del uso que les damos. Las satisfacciones ylecciones que nos ofrece no dependen tanto de la duración de la misma, como de nuestra voluntad». Es evidenteque el uso de tus días es inmejorable.

La vida (a golpes, eso sí) te ha concedido algo en lo que suele ser parca: sabiduría que, lamentablemente,nunca va unida a la deseada, pero inalcanzable felicidad. Un hombre sabio no es más feliz, pero está máspreparado, y tú lo estás para enfrentarte tanto a los molestos problemas laborales recientes —¿quién se libra deellos?— como a los personales, todavía más dolorosos.

Piensa que si es capaz de soportar la dureza de la terrible lucha, controles y más controles que la atan a losmolestos análisis, escáneres; pruebas, no diré humillantes, pero casi, casi; tacs, inyecciones y mucho dolor, con laincertidumbre de si todo ello va a ser eficaz, que le impiden el normal desarrollo de su vida, y teniendo quesentirse muy afortunada porque puede permitírselo y tiene un suegro que conoce a todas las eminencias médicasque intentarán curarla por todos los medios, pero, mientras tanto, sirviendo de cobaya para una serie deexperimentos de los que nadie se atreve a predecir el resultado; no es solo porque es una gran mujer, que lo es,sino porque esta lucha tiene su razón de ser: tú y vuestro hijo.

Me parte el alma la tristeza que no puedes ocultar y que, aun así, seas tan generoso como para considerarmuy importante mi amistad, que la tienes incondicional, pero que de bien poco te puede servir. Solo la ciencia,tus constantes desvelos, la suerte y su voluntad pueden ayudarla.

Y pese a todo lo que estás pasando, no te niego que siento cierta envidia. Yo no sería capaz de estacomunión en la desgracia, y ese anhelo de ayuda sin desmayo escapa a mis posibilidades. Tenías razón, estáclaro que no elegí bien o que no he sabido llevar la relación a buen término. Nuestra convivencia se haconvertido en la suma de dos indiferencias corteses… porque tenemos a Lorenzo, que si no…

Yo me he vuelto dura, cínica (puede que tenga razón Nietzsche cuando dice que el cinismo es la únicaforma en que las almas vulgares rozan lo que es honestidad) y egoísta. Y hay una parte de mí, diría queúnicamente mía, que ni quiero ni puedo compartir, salvo contigo. Quizá lo mío parezca más fácil, tal vez losea… y más cómodo, pero al leer tu carta me doy cuenta de que no, no es eso…

No sé qué quieres decir con «ahora que entiendo la muerte». No hay nada nuevo que entender; está ahídesde la irrupción a la vida de cada ser, es inherente a ella; estamos muriendo desde el mismo momento en quesomos gestados. La muerte cierra el ciclo.

En la naturaleza todo es perecedero, aunque esta realidad desestabilice nuestra incorregible soberbia.

Comprendo que la admisión de nuestra irrelevancia es muy insatisfactoria, pero para la naturaleza, de la queformamos parte, no existe la tragedia personal, y es insensible a los sentimientos de las partículas humanas, queeso somos para ella, meros ingredientes del conjunto, corpúsculos de un mecanismo indiferente. A la naturalezalo único que le importa es la especie, y no actúa con sentido o sin sentido, actúa por necesidad.

El propósito de la naturaleza es el equilibrio entre los elementos que la conforman y, al igual que todo anuestro alrededor, tiene fecha de caducidad, lo mismo nosotros. Y ese propósito, paradójicamente, es lacontinuidad de la cosmogénesis, que no es una etapa cerrada, sino en evolución, aunque sea para desembocaren su aniquilamiento.

Siendo así, ¿qué justificación tiene la vida si tenemos que morir? Ninguno, es el mayor de los absurdos.

Para consolarnos, podemos estar de acuerdo en el principio de que la energía no se destruye, sino que setransforma en… vete a saber qué y, por lo tanto, la parte no material de nuestro ser perdurará de algunamanera; suponiendo que esta parte no material no sea sino una reacción química de los materiales que nosconstituyen, porque entonces, ni eso….

Otra cuestión es la especulación acerca de si la muerte es la puerta de acceso a otra experiencia posterior;en definitiva, si el más allá es una entidad perceptible, aunque en otra dimensión, a la que accederíamos al dejaratrás la envoltura material, ese cuerpo que tan pocas satisfacciones nos depara comparado con los problemasque nos causa.

Y como en estas disquisiciones bizantinas podría eternizarme… punto final, que bastante tienes con lo quetienes para que llegue yo con el rollo de turno. Ya sé que tu madre está siendo una gran ayuda; tienes suerte decontar con tus padres. Mayores, pero incombustibles. Dales muchos besos. Para vosotros también.

Se os quiere.

Lorenz, mira si me ha impactado tu carta que ni sé por dónde empezar. Quisiera encontrar frases que tesirvieran de ayuda, pero ante la magnitud de cada uno de tus problemas —no me atrevo a considerarlos enbloque— soy incapaz de dar con ellas; si existen, no están a mi alcance. Y me preocupa pensar cuál será tuverdadero estado de ánimo cuando te has sincerado hasta este extremo. Es un milagro que tengas todavíaarrestos para lanzarte cada día a la lucha en los distintos frentes.

Las traiciones son siempre puñaladas y si vienen de la mano de colegas, que en algún momentoaparentaron ser amigos, entonces la cosa ya es de una mezquindad inaceptable. Y lo malo es que no se puedeorillar como si nada, ni por el daño personal ni por el profesional; todos conocemos el dicho «calumnia que algoqueda». España es marcadamente proclive a zancadillear al que llega, es casi un deporte nacional; dímelo a míque, como mujer, lo tengo todavía más crudo y soy el blanco de las malas artes del jefe de personal, impermeablea cualquier razonamiento, un reprimido lleno de complejos que no puede soportar la idea de no ser el «primero dela clase»; pero no imaginaba que pasase lo mismo en Alemania. Y tú, en tu profesión, tienes una cota bastantemás alta que la mayoría, digamos que una cota envidiable.

Antes he hecho una apreciación absurda; tienes agallas para seguir adelante no solo por tu trabajo, que essagrado, y el placer de practicarlo supera todos los contratiempos que entraña, sino por Julián, para enseñarledesde ya que ser hombre es algo más que llevar calzoncillos; que el compromiso con el ejercicio de una profesiónno depende de la frivolidad de que sea cómodo ejercerla y va mucho más allá del reconocimiento público oprivado y de que pague las facturas del deportivo. Es un compromiso moral.

Y esto me lleva a hablar de Silvia, el más espinoso de tus problemas, que no se resuelve escondiendo lacabeza bajo el ala. Tu padre, como médico, te habrá contado casos en los que la pareja o la persona más cercanaal paciente, y peor cuanto mayor el grado de dedicación, es el blanco de sus iras, quejas, ironías, depresiones ysarcasmos, en quien recaen todas las culpas.

El constante malestar del enfermo deriva en un maltrato psicológico que tiene como diana a quien leatiende a todas horas; como si le echase en cara y se vengase de su buena salud. Es lamentable, pero es así. Y nisiquiera es intencionado. Para Silvia, tú eres el único a quien se puede mostrar con toda su debilidad, sinfingimientos; no tiene que aparentar valentía ni una esperanza cada vez más hipotética y nebulosa. Es muchotiempo luchando, está asustada, está agotada. Tú también, pero tú no estás enfermo y no te queda más remedioque seguir haciendo lo que hasta ahora: apoyarla y recordarle cada día que es lo más importante en tu vida, quela admiras incluso cuando flaquea y que la sigues amando. No sé más.

Quizá mientras combatíais juntos contra la enfermedad era más fácil; ahora que, inconscientemente, luchacontra la enfermedad y contra ti, todo se enmaraña. Y te toca soportar no solo el proceso de erosión, sino queSilvia se te enfrente, te culpabilice. Que llegue a sentir celos de Julián porque le roba parte de tu atención.

Voy a darte un consejo yo que tan poco amiga soy de seguirlos, pero éste es necesario. No te sientasculpable por considerar que su comportamiento es injusto. El sentido de culpabilidad cuando no se tiene culpano va a ninguna parte; destroza al que lo siente y le hace más débil.

Has hecho y haces cuanto está en tu mano y si no basta, no es por una deficiencia tuya; si la situación temachaca y hay momentos en que te sobrepuede dejándote al borde del colapso, es normal. No eres Superman.

Para más inri, tienes conciencia de que llega un límite que la ciencia es incapaz de superar y no puedescompartir con casi nadie este sentimiento de frustración, ni, por tu hijo, permitirte la dimensión humana delabatimiento; esto mina. No le añadas remordimientos que no proceden.

Imagino que, a veces, te preguntarás si tienes derecho a insistir en que continúe con sus tratamientos,soportando los destrozos, los temibles efectos secundarios… si no sería mejor tirar la toalla y dejar que lanaturaleza siga su curso. Yo a esto no puedo responder, pero si el pensamiento te asalta, no es porque seasinsensible, egoísta o malvado, sino porque la carga que acarreas hay instantes en que se vuelve insostenible.

Cuando te encierras a solas en tu despacho, seguro que se te presentan todo tipo de dudas para las que no tienesrespuesta ni opciones. Eres humano, y la impotencia ante los hechos te descoloca. Tú, acostumbrado a tomardecisiones de «alto nivel», no puedes hacer sino esperar y esperar... Eso suele llevar a la desesperación, a lo quede ninguna manera puedes sucumbir.

Ahora tienes un doble papel, ya que, en muchas ocasiones, deberás hacer de padre y madre para tu hijo. Enesta coyuntura dificilísima, que estés a su lado es una gran ventaja para él, porque eres un hombre excepcional,con tus lados oscuros, de acuerdo, pero excepcional, y va a aprender mucho de ti y contigo.

Y por si no fuese bastante, también tu padre…

Hay temporadas en las que nada sale como debiera, pero a todo le llega su telón final.

Muchos besos y todo nuestro cariño.

¡Ay, Lorenz! A mí me sucede lo mismo en alguna que otra de las demasiadas horas bajas que a todos nosamargan; siento nostalgia de aquel pasado hedonista e irresponsable, pero en cuanto a «carpe diem» doy fe deque no lo desperdiciaste; bien o mal tú has conjugado el verbo vivir, incluso descaradamente. Y yo he aprendidoalgo útil y triste a la vez: todo es transitorio, todo, incluso el amor y el dolor, que son el sentimiento y lasensación estelares, más allá de los cuales todo palidece y es soportable.

Aceptarlo ayuda.

La tentación de regresar a la época en la que cualquier plan, por disparatado que fuese, parecía posible ylas ilusiones intactas nos llevaban a creer en la contingencia de un mundo mejor es comprensible cuandoreparamos —sin autoengañarnos— en nuestro presente. Nunca pudimos imaginar que los caminos elegidos noscondujesen a este hoy en el que, eso sí, tenemos cubiertas nuestras necesidades materiales —¡menos mal!— pero¡cuántos jirones no hemos dejado en el trayecto!

Un hoy en el que la mayor parte de las alegrías, si las hay, son de segunda: el bienestar de nuestros hijos, eldisfrute de lo que los otros han edificado, escrito, compuesto… pero saber con certeza que el reloj biológicocontinúa con su imparable tic-tac, amenazando el funcionamiento de la compleja maquinaria de nuestroorganismo, es bastante deprimente y el único escapismo es asumirlo y deleitarse con las minucias permitidas:una botella de excelente vino compartida con amigos, un concierto en directo… o enlatado, leer, la ópera, algúnviaje; una tableta de Lindt de 85% de cacao, comprada en Zúrich en la casa Sprungli; un paseo por la playa eninvierno, el descubrimiento de un pintor del que creíamos saberlo todo; el ángulo de un edificio ultramoderno;las cartas de ese amigo irrepetible, maravilloso y entrañable que está sufriendo un calvario...

Todo lo que te enumero te parecerá ridículo y, no obstante, precisamente por el vía crucis que estás obligadoa seguir, no te conviene renunciar a esos minúsculos paliativos, son necesarios.

Me alegra recibir noticias tuyas —esta vez no por las noticias recibidas— porque estoy tan alejada de tucotidianeidad que te viene bien hacer el esfuerzo de escribirme; mientras lo haces, estás a lo que estás y puedes, enalgún que otro párrafo, olvidar lo inolvidable. Con el cariño de siempre, aumentado por las circunstancias, recibebesos y ánimos, muchos. Te queremos. Os queremos.

P.D. Andrea se ha autonombrado embajadora ante la Madre Maravillas, a quien reza por todos nosotros y,aunque no la conozca, muy especialmente por Silvia. Por lo visto la tal Madre es una fiera en eso de atenderpeticiones… Comprenderás que a mí, contra lo que opinaba Teilhard de Chardin, que para nada confío en elpoder de la oración para hacer milagros y que en ellos creo más bien nada, todo eso me parece una zarandaja,pero hay que agradecerle a Andrea su buena intención, y unas oraciones, aunque inoperantes, no hacen daño anadie. Y no habría que presuponer que, porque los rezos vienen de alguien como ella, no vayan a llegar a su«destino» si lo hubiera; no olvidemos las bellísimas historias de la Magdalena y la de la mujer adúltera…

Es un personaje digno de estudio, lo más incongruente con lo que me he tropezado en cuanto a ser humano.

Buena y generosa hasta la exageración, pero desordenada sentimentalmente hasta más allá de lo imaginable. Y

eso sí, siempre contenta y positiva. Es como un rayo de sol que llena de luz la grisura de las dependencias de laempresa; como un vendaval que arrastra todo lo marchito y limpia el ambiente con su sola presencia. Ni los

«genios» han podido con ella. De momento han desaparecido, por lo visto su presencia entre nosotros no eracadena perpetua, sino arresto domiciliario; se han ido con la música a otra parte dejándonos un montón derecomendaciones, muchas de las cuales estoy segura de que terminarán la papelera. No porque lo diga yo, sinoporque nuestro gran jefe se ha cogido un cabreo del diez y está que echa humo por las orejas; se han atrevido adudar de la eficacia de su plan para expandirse por España, que es la niña de sus ojos. Lo cierto es que todo estosolo ha sido una pérdida de tiempo y ha servido para crear peor ambiente del que ya había por culpa delproblema de las horas extraordinarias. Quieren eliminarlas contratando gente nueva, y yo estoy de acuerdo; yapuedes figurarte lo «popular» que soy con el personal.

No sé cómo escapar de la lisura de las rutinas laborales, sociales, sentimentales, etc., que me constriñen,ni de las mías propias...

Lorenz, el calendario anuncia que ha llegado el otoño, pero el verano insiste en prorrogarse y ya no puedomás del calor sucio de septiembre. ¿Y, mientras tanto, vosotros, cuántos grados bajo cero ya?... Hay veces quecodicio vuestro clima.

Te dejo, tengo mucho en lo que pensar, mucho nuevo que leer y mucho, mucho, que hacer. Pero os quiero.

Más besos.

Querido Lorenz: La agonía previa al fallecimiento de Franco ha sido larguísima; es verdad, muy larga, pero notanto como su mandato. Su muerte, un año y once meses después de la de Carrero y, casualidades del destino,también un día 20, va a traer muchos cambios; hasta qué punto afectarán al currito de a pie, no sabría decirte.

Pero, pase lo que pase, se cierra un capítulo de la historia lleno de sombras, de temores, de oscuridad y «el alborde un nuevo día se espera con alborozo y mucha ilusión». ¡Qué espanto, parece una frase falangista!

No se puede regresar a un sistema político obsoleto y, aunque a muchos les duela, la muerte del dictadortermina con la dictadura. Eso es bueno. Ahora bien, ya me conoces, yo soy poco optimista: los que vendrándespués también son hombres, perfecto no hay ninguno, y España es «diferente». Que demos carpetazo apersecuciones clandestinas y que se pueda respirar tranquilo porque tus ideas no supongan el camino a lacomisaría, a la cárcel o peor es algo por lo que hemos suspirado y está a la vuelta de la esquina, y eso sí que hayque celebrarlo, pero nos queda mucho por aprender y dudo que seamos estudiantes «cum laude».

Han sido demasiados años de oscurantismo y cerrazón, pero hay mucha gente que hará lo posible para quenada cambie, y el choque entre los que quieren una democracia activa y los que la idea les repugna puede serincluso peligroso. El tiempo tiene la palabra.

Considerando el poco ocio del que dispones, agradezco el regalo de tus cartas manuscritas y valoro muchoel esfuerzo que suponen. La última recibida me reconforta. Has superado la cólera causada por los viles manejosde tu antiguo compañero y el estancamiento en la lenta recuperación de Silvia ha sido temporal. De momento,no se puede pedir más.

Esperando la próxima, miles de besos y nuestro cariño sempiterno.

¡Bravo! Tienes nuevamente ganas de luchar y has aglutinado a tu alrededor un equipo de gente leal y afín paraseguir practicando tu profesión según tus criterios, eso es una excelente noticia, y no lo es menos que afrontes conesperanza la evolución de Silvia y confíes en los avances de la farmacopea.

La vida es una línea quebrada llena de altibajos cuyo recorrido nos maltrata, la manera de enfrentarse alcamino define el carácter de las personas. Tú, con algún que otro desfallecimiento, ¿a qué negarlo?, estás dotado deun tesón y un ánimo admirables.

Y por lo que me cuentas, tu hijo es un auténtico regalo del que eres consciente y disfrutas con plenitudahora que le conoces mejor y no deja de ser un consuelo verle avanzar por los estadios de la existencia sano ymanejable. A mí, mi hijo me llena la vida de emociones desconocidas y absolutamente satisfactorias, emperoalgunos comportamientos desquiciantes, agravados por el gap generacional y la condescendencia de Álvaro, casisiempre dispuesto a pasar por alto travesuras y faltas que, por pequeñas, no dejan de ser inexcusables.

Respecto a la traición de un supuesto amigo y colaborador, convengo en que es difícil de asumir y deja unregusto amargo que no desaparece así sin más, pero darle más vueltas de las que merece desemboca en un estadomorboso que no conduce a nada. Hay que pasar página. Y a nuestra edad ya estamos acostumbrados; hemostenido que pasar muchas y algunas más dolorosas.

No sé si, lamentablemente, tienes que seguir viéndole y, como ignoro la situación legal del caso, lo únicoque se me ocurre es eso tan manido de que el mayor desprecio es la indiferencia. El daño ya está hecho,subsanarlo es la tarea que tienes por delante, pero intenta que no se convierta en una herida que no cicatriza yrecuerda la inoperancia de una venganza precipitada. El tiempo, que corre a tu favor, colocará a cada cual enel lugar que le corresponde, y el suyo no es precisamente el que desearías para ti.

No malgastes horas y energías en alimentar el rencor. No merece la pena; lo que sí cuenta al final del díaes tener a quien querer y que te quieran. Puede que suene muy cursi, pero los lazos del cariño son los arnesesque impiden que nuestras caídas sean graves.

Y hablando de cariños, me preocupa mi padre. Está extenuado, todo le supone un tremendo esfuerzo. Tieneel corazón averiado; un trombo con muy mala pinta. Y no sabemos cómo lo llevará después del cateterismo.

Como no era su hora, ya está en casa con un bajón y bastante miedo, pero vivo. Su médico y amigo intenta darley darme ánimos, pero se le nota a la legua que no cree en lo que dice. ¿Y el tuyo, se recupera? A estas edadestenemos que estar preparados para lo peor; de momento han sido solo sustos, pero…

Se te quiere tanto, y a Silvia, y a mi ahijado. Os deseo todo lo bueno. Besos para todos.

Las cosas están saliendo mejor de lo que cabía esperar de un país tan descerebrado como el nuestro, aunque elprecio es tener instaurada otra vez una monarquía, ¡y borbónica, con lo que han sido los Borbones!… ¡Quéridiculez en el siglo XX!... Esta nación, que ya lo ha ensayado todo y nada ha funcionado, regresa a un sistemaanticuado con un monarca designado a dedo por el «Caudillísimo». No tenemos arreglo… No lo sé, pues quizáuna república; a los franceses les va muy bien. Ya, son franceses, no 100% mediterráneos.

Con todo lo sucedido, mi mente está «acorchada». Un embotamiento que va ganado terreno y me obligaa dedicar mis energías a luchar contra el letargo que me paraliza. Voy dejando de hacer cosas que yadeberían estar solucionadas… Isabel primera de Inglaterra hacía lo mismo voluntariamente y no le dio malresultado, pero no vivía sujeta a la obsesión por la rapidez que caracteriza nuestro confuso siglo XX. En USA,si no marcas de corrido los números de teléfono, si te entretienes entre uno y otro, has de empezar a marcar denuevo porque en la pausa te vuelven a dar línea; no puedes tener la menor duda ni vacilación.

El agobio de ordenar el papeleo que genera la gestión de la vida diaria: informes de los bancos, recibos delas sociedades médicas, facturas de servicios, etc., me «supersupera». Debo estar baja de defensas o,simplemente, cabreada con todo lo que nos esclaviza y roba un tiempo precioso que podríamos emplear muchomejor que engordando ficheros o adelgazándolos a final de año, para vuelta a empezar el uno de enero…

Sí, tengo otro de esos días en que todo me parece de una inanidad sobrecogedora. Tanto orden, tantoplanteamiento, tanta organización, ¿para qué? Cuando desaparezca, los que vienen detrás lo encontrarán todobien especificado. Hay pocos trastos innecesarios de los que desprenderse, excepto los libros, que no son ni trastosni innecesarios, pero son muchísimos; algunos valiosos, entendámonos, que valen dinero, porque valiosos son lamayoría por su contenido, no por el soporte… Pero esta manía humana de creernos el centro del mundo, cuandono somos más que una misérrima parte del cosmos, me desespera porque, a sabiendas de que el devenir esindiferente a nuestros planes y conducta, también caigo en la tentación de creer que puedo influir en él, y planeo.

Y aquí me tienes, a patadas con la vida a la que le importa 0=cero lo que piense, desee y cómo me las componga.

Cuando las diversas colonias de bichitos y elementos químicos de mi organismo se cansen de funcionar, «adiós» yse acabó. Me gustaría pensar que mis recuerdos; los buenos, que alguno hay, partirán conmigo, pero a losincrédulos no nos queda ni este consuelo.

Y en el «entremientras», eso, o vivir engañada convenciéndome de que yo tengo algo que decir al respecto ydebo ser tenida en cuenta o no engañarme y sentir la total inutilidad de mis esfuerzos… No sé qué es peor…

Claro, claro que hay ciertas cosas que dependen de nosotros; que mi familia esté bien atendida o que midepartamento funcione como una máquina puesta a punto, pero solo en lo circunstancial, porque cuando nos llegala hora, nada podemos hacer para retrasarla y si por un motivo externo, ajeno a mi voluntad, el engranaje sefastidia, remediarlo no está en mis manos.

Creo que me gustaría escribir, tal vez porque es un medio para prolongarnos más allá de la muerte; no parael público, sino a nivel doméstico, para dejarle a mi hijo, ¿qué… un recordatorio de mi vida, desvelándolesecretos que tal vez sea mejor que permanezcan ocultos? ¿Para seguir viva en cada palabra escrita?... ¡Qué séyo!

Voy a terminar con propósitos de enmienda, voluntad de arrancarle a la vida el máximo partido de todo loagradable que pueda ofrecer. Disfrutar de mis poquísimos pero buenos amigos; tú encabezas la lista, después siguenChantal, Ula y Andrea, por las que también siento mucho afecto, pero, es curioso, soy incapaz de confiar en ellascomo contigo. Y eso que son discretas, en el sentido de que lo que se habla entre nosotras no sale del grupito, y que aellas delante de mí no les importa airear sus trapos sucios, pero a mí me cuesta, y tampoco mis cosas son taninteresantes como tema de conversación… Hacer algo por los demás, a pesar de mi limitadísimo amor al prójimo;no recluirme en mis infructuosos malos hábitos y tratar de superar mis manías, que van en aumento. No es malprograma… Pero será mañana, hoy me fatiga solo pensarlo.

¡Pobre Silvia!... No mejora… Y está desmoralizada y lo demuestra. No es para menos, pero aceptarloduele.

Aquí os queremos todos. Yo más. Besos y… ¿Fortaleza? Pues que no falte, y mucho ánimo.

Querido Lorenz:

Por fin una carta en la que podemos hablar simplemente de libros y de música.

No, no me olvido de los cuartetos para cuerda de Beethoven, el Adagio del número uno de la serieRazumosky es una joya, igual que el Andante del trío del Archiduque, pero ¿y los de Mendelssohn?... Elimina«La marcha nupcial» ¿Qué me dices, emocionantes, verdad? ¿Y el Nº 2 de Janácek o el 12 de Dvorak, alguno deFrank y el Quator 14 de Shostakovich?

Sí, es enternecedor que quisiera tanto a su madre como para que su muerte le inspirase «aires difíciles…»

Solo que Manolo, como Cernuda: «…todo era gris y estaba fatigado / igual que el iris de una perla enferma»…ñoñea a veces. En Cernuda, con su reconocido uranismo, parece más justificable; en Altolaguirre, como quemenos.

Se me olvidaba, he descubierto a Rossini; como lo lees. Mira que a mí más bien me deja fría; ni «Elbarbero» me enloquece. «La cenerentola», bueno; «Le comte Ory», psché…, es un divertimento; pero ahí está«Guillermo Tell», y eso ya es otra cosa. Claro que con Pavarotti cantando… aunque te digo, incluso sinPavarotti, hay partes impresionantes.

Descifrar tu casi paleográfica caligrafía —¡uy, cuántas efes y cuántas ges!— es un placer y no esmasoquismo. Pienso que, mientras me escribes, puedes desconectar un poco de todo lo que te agobia, aunque lomenciones. El esfuerzo que me dedicas me complace mucho. A ese enloquecido ritmo en el que te sumerges,lanzándote de cabeza, en un intento no asumido de evadirte o aturdirte, no es malo frenarlo de vez en cuandopara comunicarte con alguien por quien sientes cariño, robándole así un poco de tiempo a tus menesteres ycompromisos.

Dieciséis años con la espada pendiente de un hilo es una tortura para Silvia y para ti, y me cuestaimaginarlo. Pero es una mujer fuerte y estás a su lado. Aunque no siempre se tienen bríos para poner buena caraa la adversidad. Te admiro. Me hablas de un nuevo proyecto. Comprendo que te tiente, la novedad es irresistible.

Me vas diciendo.

Me suben el sueldo. Nos suben el sueldo a unos pocos; a cambio, tendré que viajar más. Y yo encantada,aunque mi vida familiar se resienta, no puedo dejar que esto coarte mis decisiones. Aún soy joven, todavía puedocon todo y debo aprovechar las oportunidades que se me ofrecen, que, por ser mujer, no son tantas como tenéisvosotros. Yo me examino a diario y, aunque mis notas sean de matrícula, cuando lo son, no siempre consigo quese me reconozca. En cambio, hay un ciudadano a quien se lo dan todo hecho, que es el que se lleva los plácemesy, sí, me parece fatal. Cuando vuelva a nacer: hombre y con el cabello ondulado y rubio, o me quedo en el limbode los nonatos.

Al final, no solo de libros y música; ya se ha colado el trabajo y los problemas de la vida; para aparcarlosdurante un rato, me voy a escuchar el «Tristán» de Jussi Björling, gracias por regalármelo. A cambio, temandaré el «Fausto» de Franco Corelli, y déjate de caer en el error de la comparación. Me dirás.

Besos, varios lotes.

¡Oh, Lorenz!... ¡Qué pensamiento tan deprimente y aterrador!... «En las sociedades urbanas de finales del sigloveinte, en las que de una hora a otra, todo el mundo es reemplazable y en realidad ya superfluo desde sunacimiento…»

No, no conocía a Sebald y te agradeceré que me envíes más obras suyas, aunque, a la vista del ejemplo, noserá precisamente una castañuela. Es asombroso como con tan pocas palabras se puede definir la condiciónhumana de nuestro tiempo; contamos como estadística y poco más. Somos, en efecto, superfluos desde elmomento de nacer para el entorno social que nos ha tocado vivir. Pero tú no; tú eres necesario para todos los quete queremos, y somos muchos.

No te cuento de mis cosas porque son las de siempre. Lorenzo con los problemas típicos de un adolescente yvarón, ¿qué sé yo de las hormonas masculinas y de sus efectos y estragos a esta edad… a ninguna edad? De lasmías mejor no hablamos, yo siempre las he tenido algo desbaratadas. El trabajo, bien en general; en la empresa seviven tiempos de tranquilidad. A ver lo que duran. Y con mi jefe supremo, una balsa de aceite… templado… queen cualquier momento puede entrar en ebullición. ¿Llamarte durante las vacaciones? NO. Dispones de pocotiempo para el descanso y no quiero invadirlo; me basta con que parte del mismo, si puedes, lo emplees enescribirme. Y no, ahora no es posible que vaya a veros. Mi padre me necesita. Cada día que pasa se vuelve másdependiente. Las enfermeras profesionales son muy eficientes, pero no están obligadas a la ternura, y este es unrequisito imprescindible, lo mismo que una rutina estable: orden, caras conocidas y mucho mimo. Lily hace loque puede, que es mucho, pero las decisiones tengo que tomarlas yo. No es tan difícil como suena, ya sabes quemi padre es un hombre sensato, bastante dócil si le razonas, agradecido y con un buen humor de premio. Escapaz de disfrutar de su entorno cada vez más limitado, en paz con su interior, con el perímetro de su vida cadavez más reducido.

No te niego que el cansancio y el aburrimiento a veces me pueden. Como tú sabes de sobra, sería fantásticopoder olvidarse de médicos, tratamientos, medicinas pautadas, farmacias, dietas proteínicas, etc., pero ni sepuede ni se debe.

Hablaremos.

Me envanece lo que me dices de mis cartas, pero no me lisonjees, que me lanzo.

Vaya modo de iniciar una carta, pero es que lo tengo muy claro, como ya se puede en la católica España, cuandose acaben mis retales de tiempo quiero que me lleven al equivalente moderno de la pira funeraria, es más aseado.

Y NO quiero responsos, ni funerales, ni misas, ni floripondios… si es que hay que hacer algo para que losasistentes, y solo los imprescindibles, suponiendo que una vez que has palmado haga falta que nadie teacompañe, se vayan a beber una copa a SU salud. Lo voy a dejar por escrito y en manos de un abogado para quese cumpla mi voluntad. Me horroriza la idea de ser pasto de la voracidad de platelmintos, nematelmintos,anélidos o cualquier otro subgrupo de gusanos. Y como reunión social para pasarlo bien, las hay mejores.

No necesito que te excuses por no llevar al día tu correspondencia, ¡con todo lo que tienes entre manos!

Pero hacerlo te define como caballero de una escuela de cortesía, tan poco frecuente como agradable, en estaépoca tan grosera que nos toca vivir, con la falta de modales como denominador común.

El consejo de que lo idóneo es empezar por el principio no siempre es fácil de aplicar. Hay un montón demomentos que pueden considerarse el principio de las cosas, y no sé qué criterio seguir para ordenarlos, si depeor a mejor o al revés.

Tu nuevo aumento de sueldo y responsabilidades: merecidísimo. Lo primero, más presión si cabe con losegundo, pero es lo que te va: el RETO. Un poco de esperanza respecto a Silvia; ya tocaba. ¡Qué así siga!

Por aquí, más sobresaltos. A papá le han detectado la posible existencia de un síndrome de Brugada. Tieneque hacerse la prueba de Flecainida, y han confirmado aneurisma del septo intrauricular. Además, tiene unnevus que hay que eliminar para que no degenere en un epitelioma, todo ello unido al lento, pero irreparable,deterioro de su salud.

Ya ves, como no hay nada bueno que comentar, pongo punto final. Besos y cariño para todos.

Querido Lorenz:

Dominada por la tristeza y atenazada por el dolor, te escribo después de tantas semanas de silencio debido a laenfermedad y el fallecimiento de mi padre.

Con un edema pulmonar y el corazón cada vez menos capaz de llevar a cabo su tarea, no obstante loscuidados constantes que me han tenido apartada de todo lo que no fuera ocuparme de él veinticuatro horas aldía, con la ayuda de su interna y una enfermera y de su inquebrantable voluntad de seguir viviendo, tras un parde meses de cuesta abajo, sufrió un aneurisma y entró en coma. Murió cuatro días después.

Me dirás que es mejor así, que de haber sobrevivido, igual hubiera sido como un vegetal, y con el cerebrotendré que darte la razón, pero egoístamente, y aunque sea un deseo casi malvado, yo preferiría que siguiese convida. Es como si hubieran arrancado las patas del taburete que me servía de apoyo y, con su muerte, todo a mialrededor, y yo misma, se derrumbase y no tuviera donde asirme para frenar la caída en picado que supone suausencia. En mi juventud tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero la edad me ha hecho comprender muchasde las razones para su proceder de aquel entonces; no hay que olvidar que mi madre emponzoñaba cuantotocaba.

Algo tenía papá que sacaba lo mejor de cada persona. Discreto, respetuoso, con una clara visión de lascosas, lo que le facilitaba distinguir lo importante de lo accesorio con sencillez y una sonrisa. Daba paz, inclusoera capaz de calmar a Lorenzo cuando, de bebé, pillaba una de sus frecuentes rabietas. Era un hombre plácido, aprueba de histerias; después de haber aguantado las de mamá, se alteraba raramente y su amabilidad generababienestar a su alrededor. Jamás se quejaba por estupideces y agradecía cualquier detalle, como si fuera justo loque le faltaba para alcanzar la felicidad. Acuérdate de cuando a Clavel le tocó la lotería, con la ilusión que lehacía regresar a Filipinas para comprarse una casita, no se quiso marchar hasta dejar a mi padre en buenasmanos, porque «A don Raimon no le dejo yo con cualquiera» y esperó casi un año hasta que convenció a suhermana para que se viniera a España, y fue ella quien se empeñó en pagarle el pasaje. Y ha resultado unarreglo estupendo, porque Lily es incluso mejor que Clavel, más sosegada; no sabes lo que me ha ayudado, o yo aella, cuidando a papá.

Álvaro le adoraba y se portó con él de maravilla, sorprendiéndome sus dosis de ternura que nuncaexteriorizo con los demás; con eso está dicho todo.

Parece un tanto ridículo que mi orfandad me trastorne hasta tales extremos. A mis años, se me supone yacapacidad para encajar los malos tragos de la vida, pero la pérdida de papá es algo más que eso. No encuentroconsuelo ni en lo único que debería dármelo, que ya no será víctima de ningún sufrimiento. Siento un enormevacío que no lo llena nada y parezco un robot atendiendo a cuanto hace falta, sin ser capaz de extraer ningúnplacer ni satisfacción de cuanto me rodea. Intento superar mi pena y recuperar la normalidad de una existenciaque se me presenta plana. Sé que a él no le gustaría verme así, y hago esfuerzos para encuadrarme yreconocerme en la dimensión diaria de las cosas y, NO, no estoy deprimida, estoy TRISTE.

Pasará, todo pasa, pero ¡cuán lentamente avanza el tic-tac en el sufrimiento! Nunca pude imaginar queperder a mi padre sería tan duro. Hay momentos en los que tengo que abrazarme fuertemente porque parece queme voy a quebrar. He perdido seis kilos y me he puesto diez años encima. Duermo fatal, tengo pesadillas... Mehan recetado Distovagal, no pienso tomarlo. No quiero ir por ahí de zombi. Te parecerá mezquino y poco creíbleque cuidándole me sintiera feliz y «realizada», pero fue así. Supongo que porque mi vida no me dio muchasocasiones de practicar el bien, tampoco el mal a sabiendas, ser consciente de actuar debidamente y sinconsiderarlo un deber (aunque también lo fuera), acariciaba mi ego.

Tuve que tomar decisiones que nunca sabré si fueron o no las adecuadas; papá jamás las discutió, siempre lasaceptó como si la opción elegida fuera la mejor. Mientras todavía era posible consultar con él, era fácil, perodespués, inclinarme en una u otra dirección era debatirse en un mar de dudas sin ayuda de ninguna clase. ¡Lo quehubiera dado por tener una bola mágica de cristal donde leer el futuro! Pero no existen.

Ya sé que no sirve de nada cuestionarse a posteriori si haber actuado de otra manera hubiese sido mejor, pero…por encima de todo, yo quería que durase el mayor tiempo posible y, por otro lado, no quería que sufriera. De que nosufrió no puedo estar segura, ni nadie, por mucho que te digan, porque ninguno de los que te lo dicen ha pasado por laexperiencia. Todos coinciden en que fue apagándose serenamente, sin gestos de dolor ni inquietud ni nerviosismo omalestar, pero ellos no conocían a papá, quien por no molestar…

Esta ha sido la causa de mi prolongado silencio epistolar y telefónico. Ahora voy a chantajearte un poco.

Tus noticias me llenan de gozo, aunque no siempre sean buenas… y más chantaje, bien sabe Dios que de gozosando bastante escasa. Álvaro lo lleva casi tan mal como yo y Lorenzo se hace el fuerte, pero la muerte de suabuelo le ha conmocionado mucho, desde entonces está supercariñoso conmigo. Y no te digo nada de la pobreLily, parece que ha perdido a su propio padre. Mientras decidíamos qué se quedaba ella de la ropa de papá y quéenviábamos a la iglesia, parecía un alma en pena, y te aseguro que no es numerera. Delante de mí nunca hallorado, pero sus ojos enrojecidos y sus ojeras delatan las muchas lágrimas derramadas.

El laboratorio se ha portado muy bien, no me han descontado ni una peseta de mi sueldo y eso que hefaltado cantidad. Tenemos nuevo jefe de personal —¡aleluya!—, pero es muy mayor, chapado a la antigua yexageradamente metódico y lento. Vamos, el reverso de la medalla del anterior, que ha cesado por enfermedad.

Seguro que la contrajo un día al morderse la lengua, pues la tenía cargada de veneno.

Me encantaría pensar que el declive de Silvia se ha frenado, que tu padre ya está mejor y que lasexpectativas son buenas para ambos. ¡Qué así sea!

Querido Lorenz:

Ya ha pasado el tremendo susto del 23-F, la intentona, por suerte fallida, del señor Tejero y compañía(seguro que nunca conoceremos los nombres de todos los implicados en esa Cía.), que a mí me pilló enArgentina. Dos días sin poder comunicarme con mi familia; la embajada española, muda; las noticias,alarmantes; no veas qué sensación de impotencia y qué desesperación.

Es cierto «great minds think alike». He recibido tu carta justo cuando volvía de Correos de echar la míapara ti. Y también el tono de ambas cartas es similar. En la mía campea la profunda tristeza por la muerte de mipadre, que se niega a abandonarme, y en la tuya, la desesperanza por la situación de Silvia que, por desgracia,se agrava.

Quizá tiempo atrás me hubiera sido más difícil comprender el padecimiento que estás viviendo, perodespués de haber sufrido el deterioro imparable de la salud de mi padre y su desaparición, te entiendoperfectamente y, es más, tu caso es muchísimo peor.

En cuanto a sentimientos y amores no existen comparaciones posibles porque el afecto, el amor o el cariño nose miden, pero no es lo mismo el declive de un anciano que ha vivido su existencia con plenitud y sin excesivasdolencias hasta los últimos meses que el de una persona joven con todo el futuro por delante.

He sido capaz de eliminar un poco de la hipocresía social que genera cualquier desgracia. En la cremaciónde papá solo estuvimos presentes Álvaro, Lorenzo, Lily; Felipe y Ángel, sus dos mejores amigos y Clara, cuyogrado de intimidad con él era evidente por lo destrozada que estaba y de la que yo ignoraba la existencia hastaque me llamó Ángel para preguntarme si me importaba que ella acudiera a la «despedida». Su dolor era tanevidente que, desde entonces, hemos empezado a relacionarnos y me ha contado un poco de la historia. Sequerían, pero en cuanto yo tomé las riendas instalándome en casa de mi padre, ella dejó de aparecer por allíporque no vivían juntos. Lamento tanto que ni mi padre ni ella fueran lo bastante valientes para contarme la