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El príncipe constante es una de las comedias de Pedro Calderón de la Barca. La obra se centra en la cautividad de Fernando de Portugal desde 1437 a 1443 en Tánger, Fez y sus inmediaciones, y en su uso como rehén por parte del rey musulmán para obtener la cesión de Ceuta.
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Seitenzahl: 76
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
El Príncipe constantCover image: Shutterstock Copyright © 1648, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497540
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen los Cautivos cantando lo que quisieren, y Zara.
Zar. Cantad aqui; que ha gustado,
Mientras toma de vestir,
Fénix hermosa, de oir
Las canciones, que ha escuchado
Tal vez en los baños, llenas
De dolor y sentimiento.
Caut. 1. ¿Música, cuyo instrumento
Son los hierros y eadenas,
Que nos aprisionan, puede
Haberla alegrado?
Zar. Sí;
Ella escucha desde aqui.
Cantad.
Caut. 2. Esa pena excede,
Zara hermosa, á cuantas son;
Pues solo un rudo animal,
Sin discurso racional,
Canta alegre en la prision.
Zar. ¿No cantais vosotros?
Caut. 3. ES
Para divertir las penas
Propias, mas no las agenas.
Zar. Ella escucha, cantad pues.
Cautivos. [cantan]Al peso de los años
Lo eminente se rinde;
Que á lo fácil del tiempo
No hay conquista difícil.
Sale Rosa .
Ros. Despejad, cautivos; dad
Á vuestras canciones fin;
Porque sale á este jardin
Fénix, á dar vanidad
Al campo con su hermosura,
Segunda Aurora del prado.
[Vanse los Cautivos.
Salen las Moras vistiendo á Fénix .
Estr. Hermosa te has levantado.
Zar. No blasone el alba pura,
Que la debe este jardin
La luz, ni fragrancia hermosa,
Ni la púrpura la rosa,
Ni la blancura el jazmin.
Fen. El espejo.
Estr. Es excusado
Querer consultar con él
Los borrones, que el pincel
Sobre la tez no ha dejado. [Danle un espejo.
Fen. ¿De qué sirve la hermosura,
(Cuando lo fuese la mia)
Si me falta la alegría?
Si me falta la ventura?
Cel. Qué sientes?
Fen. Si yo supiera,
Ay Celima, lo que siento,
De mi mismo sentimiento
Lisonja al dolor hiciera;
Pero de la pena mia
No sé la naturaleza;
Que entonces fuera tristeza
Lo que boy es melancolía.
Solo sé, que sé sentir,
Lo que sé sentir no sé,
Que ilusion del alma fue.
Zar. Pues no pueden divertir
Tu tristeza estos jardines,
Que á la primavera hermosa
Labran estatuas de rosa
Sobre templos de jazmines,
Hazte al mar, un barco sea
Dorado carro del sol.
Ros. Y cuando tanto arrebol
Errar por sus ondas vea,
Con grande melancolía
El jardin al mar dirá:
Ya el sol en su centro está,
Muy breve ha sido este dia.
Fen. Pues no me puede alegrar,
Formando sombras y lejos,
La emulacion, que en reflejos
Tienen la tierra y el mar;
Cuando con grandezas sumas
Compiten entre esplendores
Las espumas á las flores,
Las flores á las espumas;
Porque el jardin, envidioso
De ver las ondas del mar,
Su curso quiere imitar;
Y asi el zéfiro amoroso
Matices rinde, y olores,
Que soplando en ellas bebe,
Y hacen las hojas que mueve
Un océano de flores;
Cuando el mar, triste de ver
La natural compostura
Del jardin, tambien procura
Adornar y componer
Su playa, la pompa pierde,
Y á segunda ley sujeto,
Compite con dulce efeto
Campo azul y golfo verde,
Siendo, ya con rizas plumas,
Ya con mezclados colores,
El jardin un mar de flores,
Y el mar un jardin de espumas:
Sin duda mi pena es mucha,
No la pueden lisonjear
Campo, cielo, tierra y mar.
Zar. Gran pena contigo lucha.
Sale el Rey con un retrato.
Rey. Si acaso permite el mal,
Cuartana de tu belleza,
Dar treguas á tu tristeza,
Este bello original,
Que no es retrato el que tiene
Alma y vida, es del Infante
De Marruécos, Tarudante,
Que á rendir á tus pies viene
Su corona; embajador
Es de su parte, y no dudo,
Que embajador, que habla mudo,
Trae embajadas de amor.
Favor en su amparo tengo,
Diez mil ginetes alista,
Que enviar á la conquista
De Ceuta, que ya prevengo.
Dé la vergüenza esta vez
Licencia, permite amar
Á quien se ha de coronar
Rey de tu hermosura en Fez.
Fen. Válgame Alá!
Rey. ¿Qué rigor
Te suspende de esa suerte?
Fen. La sentencia de mi muerte.
Rey. Qué es lo que dices?
Fen. Señor,
Si sabes que siempre has sido
Mi dueño, mi padre y Rey……
Qué he de decir? ¡Ay Muley, [aparte.
Grande ocasion has perdido! —
El silencio (ay infelice!)
Hace mi humildad inmensa. —
Miente el alma, si lo piensa, [aparte.
Miente la voz, si lo dice.
Rey. Toma el retrato.
Fen. Forzada [aparte.
La mano le tomará,
Pero el alma no podrá.
[Disparan una pieza.
Zar. Esta salva es á la entrada
De Muley, que hoy ha surgido
Del mar de Fez.
Rey. Justa es.
Sale Muley con baston de General.
Mul. Dame, gran señor, los pies.
Rey. Muley, seas bien venido.
Mul. Quien penetra el arrebol
De tan soberana esfera,
Y á quien en el puerto espera
Tal aurora, hija del sol,
Fuerza es que venga con bien.
Dame, señora, la mano;
Que este favor soberano
Puede mereceros quien
Con amor, lealtad y fe
Nuevos triunfos te previene,
Y fue á serviros; y viene
Tan amante como fue.
Fen. Válgame el cielo! qué haré? —
Tú Muley (estoy mortal!)
Vengas con bien.
Mul. No, con mal [aparte.
Será, si á mis ojos creo.
Rey. ¿En fin, Muley, qué hay del mar?
Mul. Hoy tu sufrimiento pruebas;
De pesar te traigo nuevas,
Porque ya todo es pesar.
Rey. Pues cuanto supieres di;
Que en un ánimo constante
Siempre se halla igual semblante
Para el bien y el mal. — Aqui
Te sienta, Fénix.
Fen. Sí haré.
Rey. Todos os sentad. — Prosigue,
Y nada á callar te obligue.
[Siéntase el Rey y los Damas.
Mul. Ni hablar, ni callar podré. — [aparte.
Salí, como me mandaste,
Con dos galeazas solas,
Gran señor, á recorrer
De Berbería las costas.
Fue tu intento, que llegase
Á aquella ciudad famosa,
Llamada en un tiempo Elisa,
Aquella que está á la boca
Del Preto Eurelio fundada,
Y de Ceido nombre toma;
Que Ceido, Ceuta, en hebreo
Vuelto el árabe idioma,
Quiere decir, hermosura,
Y ella es ciudad siempre hermosa.
Aquella pues, que los cielos
Quitaron á tu corona,
Quizá por justos enojos
Del gran profeta Mahorna,
Y en oprobio de las armas
Nuestras miramos ahora,
Que pendones portugueses
En sus torres se enarbolan,
Teniendo siempre á los ojos
Un padrastro que baldona
Nuestros aplausos, un freno
Que nuestro orgullo reporta,
Un Cáucaso que detiene
Al Nilo de tus victorias
La corriente, y puesta en medio,
El paso á España le estorba.
Iba con órdenes pues
De mirar é inquirir todas
Sus fuerzas, para decirte
La disposición y forma,
Que hoy tiene, y como podrás
Á menos peligro y costa
Emprender la guerra. El cielo
Te conceda la victoria,
Con esta restitucion;
Aunque la dilate ahora
Mayor desdicha; pues creo,
Que está su empresa dudosa,
Y con mas necesidad
Te está apellidando otra:
Pues las armas prevenidas
Para la gran Ceuta, importa,
Que sobre Tanger acudan;
Porque amenazada llora
De igual pena, igual desdicha,
Igual ruina, igual congoja.
Yo lo sé, porque en el mar
Una mañana, á la hora
Que, medio dormido el sol,
Atropellando las sombras
Del ocaso, desmaraña
Sobre jazmines y rosas
Rubios cabellos, que enjuga
Con paños de oro á la aurora
Lágrimas de fuego y nieve,
Que el sol convirtió en aljófar,
Que á largo trecho del agua
Venia una gruesa tropa
De naves; si bien entonces
No pudo la vista absorta
Determinarse á decir,
Si eran naos, ó si eran rocas;
Porque como en los matices
Sútiles pinceles logran
Unos visos, unos lejos,
Que en perspectiva dudosa
Parecen montes tal vez,
Y tal ciudades famosas,
Porque la distancia siempre
Monstruos imposibles forma:
Asi en paises azules
Hicieron luces y sombras,
Confundiendo mar y cielo
Con las nubes y las ondas,
Mil engaños á la vista;
Pues ella entonces curiosa,
Solo percibió los bultos,
Y no distinguió las formas.
Primero nos pareció,
Viendo que sus puntas tocan
Con el cielo, que eran nubes
De las que á la mar se arrojan
Á concebir en zafir
Lluvias, que en cristal abortan;
Y fue bien pensado, pues
Esta innumerable copia
Pareció que pretendia
Sorberse el mar gota á gota.
Luego de marinos monstruos
Nos pareció errante copia,
Que á acompañar á Neptuno
Salian de sus alcobas;
Pues sacudiendo las velas,
Que son del viento lisonja,
Pensamos, que sacudian
Las alas sobre las olas.
Ya parecia mas cerca
Una inmensa Babilonia,