El Príncipe constante - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El Príncipe constante E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El Príncipe constante es una de las comedias de Pedro Calderón de la Barca. La obra se centra en la cautividad de Fernando de Portugal desde 1437 a 1443 en Tánger, Fez y sus inmediaciones, y en su uso como rehén por parte del rey musulmán para obtener la cesión de Ceuta.-

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Pedro Calderón de la Barca

El Príncipe constante

 

Saga

El Príncipe constantCover image: Shutterstock Copyright © 1648, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497540

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.

Don Fernando , Príncipe.Don Enrique , Príncipe.Don Juan Coutiño . El Rey de Fez , viejo.Muley , General.Celin . Brito , gracioso.Alfonso , Rey de Portugal.Tarudante , Rey de Marruécos.Fénix , Infanta.Rosa . Zara . Estrella . Celima . Soldados.Cautivos.

JORNADA I.

Salen los Cautivos cantando lo que quisieren, y Zara.

 

Zar. Cantad aqui; que ha gustado,

Mientras toma de vestir,

Fénix hermosa, de oir

Las canciones, que ha escuchado

Tal vez en los baños, llenas

De dolor y sentimiento.

Caut. 1. ¿Música, cuyo instrumento

Son los hierros y eadenas,

Que nos aprisionan, puede

Haberla alegrado?

Zar. Sí;

Ella escucha desde aqui.

Cantad.

Caut. 2. Esa pena excede,

Zara hermosa, á cuantas son;

Pues solo un rudo animal,

Sin discurso racional,

Canta alegre en la prision.

Zar. ¿No cantais vosotros?

Caut. 3. ES

Para divertir las penas

Propias, mas no las agenas.

Zar. Ella escucha, cantad pues.

Cautivos. [cantan]Al peso de los años

Lo eminente se rinde;

Que á lo fácil del tiempo

No hay conquista difícil.

 

Sale Rosa .

 

Ros. Despejad, cautivos; dad

Á vuestras canciones fin;

Porque sale á este jardin

Fénix, á dar vanidad

Al campo con su hermosura,

Segunda Aurora del prado.

[Vanse los Cautivos.

 

Salen las Moras vistiendo á Fénix .

 

Estr. Hermosa te has levantado.

Zar. No blasone el alba pura,

Que la debe este jardin

La luz, ni fragrancia hermosa,

Ni la púrpura la rosa,

Ni la blancura el jazmin.

Fen. El espejo.

Estr. Es excusado

Querer consultar con él

Los borrones, que el pincel

Sobre la tez no ha dejado. [Danle un espejo.

Fen. ¿De qué sirve la hermosura,

(Cuando lo fuese la mia)

Si me falta la alegría?

Si me falta la ventura?

Cel. Qué sientes?

Fen. Si yo supiera,

Ay Celima, lo que siento,

De mi mismo sentimiento

Lisonja al dolor hiciera;

Pero de la pena mia

No sé la naturaleza;

Que entonces fuera tristeza

Lo que boy es melancolía.

Solo sé, que sé sentir,

Lo que sé sentir no sé,

Que ilusion del alma fue.

Zar. Pues no pueden divertir

Tu tristeza estos jardines,

Que á la primavera hermosa

Labran estatuas de rosa

Sobre templos de jazmines,

Hazte al mar, un barco sea

Dorado carro del sol.

Ros. Y cuando tanto arrebol

Errar por sus ondas vea,

Con grande melancolía

El jardin al mar dirá:

Ya el sol en su centro está,

Muy breve ha sido este dia.

Fen. Pues no me puede alegrar,

Formando sombras y lejos,

La emulacion, que en reflejos

Tienen la tierra y el mar;

Cuando con grandezas sumas

Compiten entre esplendores

Las espumas á las flores,

Las flores á las espumas;

Porque el jardin, envidioso

De ver las ondas del mar,

Su curso quiere imitar;

Y asi el zéfiro amoroso

Matices rinde, y olores,

Que soplando en ellas bebe,

Y hacen las hojas que mueve

Un océano de flores;

Cuando el mar, triste de ver

La natural compostura

Del jardin, tambien procura

Adornar y componer

Su playa, la pompa pierde,

Y á segunda ley sujeto,

Compite con dulce efeto

Campo azul y golfo verde,

Siendo, ya con rizas plumas,

Ya con mezclados colores,

El jardin un mar de flores,

Y el mar un jardin de espumas:

Sin duda mi pena es mucha,

No la pueden lisonjear

Campo, cielo, tierra y mar.

Zar. Gran pena contigo lucha.

 

Sale el Rey con un retrato.

 

Rey. Si acaso permite el mal,

Cuartana de tu belleza,

Dar treguas á tu tristeza,

Este bello original,

Que no es retrato el que tiene

Alma y vida, es del Infante

De Marruécos, Tarudante,

Que á rendir á tus pies viene

Su corona; embajador

Es de su parte, y no dudo,

Que embajador, que habla mudo,

Trae embajadas de amor.

Favor en su amparo tengo,

Diez mil ginetes alista,

Que enviar á la conquista

De Ceuta, que ya prevengo.

Dé la vergüenza esta vez

Licencia, permite amar

Á quien se ha de coronar

Rey de tu hermosura en Fez.

Fen. Válgame Alá!

Rey. ¿Qué rigor

Te suspende de esa suerte?

Fen. La sentencia de mi muerte.

Rey. Qué es lo que dices?

Fen. Señor,

Si sabes que siempre has sido

Mi dueño, mi padre y Rey……

Qué he de decir? ¡Ay Muley, [aparte.

Grande ocasion has perdido! —

El silencio (ay infelice!)

Hace mi humildad inmensa. —

Miente el alma, si lo piensa, [aparte.

Miente la voz, si lo dice.

Rey. Toma el retrato.

Fen. Forzada [aparte.

La mano le tomará,

Pero el alma no podrá.

[Disparan una pieza.

Zar. Esta salva es á la entrada

De Muley, que hoy ha surgido

Del mar de Fez.

Rey. Justa es.

 

Sale Muley con baston de General.

 

Mul. Dame, gran señor, los pies.

Rey. Muley, seas bien venido.

Mul. Quien penetra el arrebol

De tan soberana esfera,

Y á quien en el puerto espera

Tal aurora, hija del sol,

Fuerza es que venga con bien.

Dame, señora, la mano;

Que este favor soberano

Puede mereceros quien

Con amor, lealtad y fe

Nuevos triunfos te previene,

Y fue á serviros; y viene

Tan amante como fue.

Fen. Válgame el cielo! qué haré? —

Tú Muley (estoy mortal!)

Vengas con bien.

Mul. No, con mal [aparte.

Será, si á mis ojos creo.

Rey. ¿En fin, Muley, qué hay del mar?

Mul. Hoy tu sufrimiento pruebas;

De pesar te traigo nuevas,

Porque ya todo es pesar.

Rey. Pues cuanto supieres di;

Que en un ánimo constante

Siempre se halla igual semblante

Para el bien y el mal. — Aqui

Te sienta, Fénix.

Fen. Sí haré.

Rey. Todos os sentad. — Prosigue,

Y nada á callar te obligue.

[Siéntase el Rey y los Damas.

Mul. Ni hablar, ni callar podré. — [aparte.

Salí, como me mandaste,

Con dos galeazas solas,

Gran señor, á recorrer

De Berbería las costas.

Fue tu intento, que llegase

Á aquella ciudad famosa,

Llamada en un tiempo Elisa,

Aquella que está á la boca

Del Preto Eurelio fundada,

Y de Ceido nombre toma;

Que Ceido, Ceuta, en hebreo

Vuelto el árabe idioma,

Quiere decir, hermosura,

Y ella es ciudad siempre hermosa.

Aquella pues, que los cielos

Quitaron á tu corona,

Quizá por justos enojos

Del gran profeta Mahorna,

Y en oprobio de las armas

Nuestras miramos ahora,

Que pendones portugueses

En sus torres se enarbolan,

Teniendo siempre á los ojos

Un padrastro que baldona

Nuestros aplausos, un freno

Que nuestro orgullo reporta,

Un Cáucaso que detiene

Al Nilo de tus victorias

La corriente, y puesta en medio,

El paso á España le estorba.

Iba con órdenes pues

De mirar é inquirir todas

Sus fuerzas, para decirte

La disposición y forma,

Que hoy tiene, y como podrás

Á menos peligro y costa

Emprender la guerra. El cielo

Te conceda la victoria,

Con esta restitucion;

Aunque la dilate ahora

Mayor desdicha; pues creo,

Que está su empresa dudosa,

Y con mas necesidad

Te está apellidando otra:

Pues las armas prevenidas

Para la gran Ceuta, importa,

Que sobre Tanger acudan;

Porque amenazada llora

De igual pena, igual desdicha,

Igual ruina, igual congoja.

Yo lo sé, porque en el mar

Una mañana, á la hora

Que, medio dormido el sol,

Atropellando las sombras

Del ocaso, desmaraña

Sobre jazmines y rosas

Rubios cabellos, que enjuga

Con paños de oro á la aurora

Lágrimas de fuego y nieve,

Que el sol convirtió en aljófar,

Que á largo trecho del agua

Venia una gruesa tropa

De naves; si bien entonces

No pudo la vista absorta

Determinarse á decir,

Si eran naos, ó si eran rocas;

Porque como en los matices

Sútiles pinceles logran

Unos visos, unos lejos,

Que en perspectiva dudosa

Parecen montes tal vez,

Y tal ciudades famosas,

Porque la distancia siempre

Monstruos imposibles forma:

Asi en paises azules

Hicieron luces y sombras,

Confundiendo mar y cielo

Con las nubes y las ondas,

Mil engaños á la vista;

Pues ella entonces curiosa,

Solo percibió los bultos,

Y no distinguió las formas.

Primero nos pareció,

Viendo que sus puntas tocan

Con el cielo, que eran nubes

De las que á la mar se arrojan

Á concebir en zafir

Lluvias, que en cristal abortan;

Y fue bien pensado, pues

Esta innumerable copia

Pareció que pretendia

Sorberse el mar gota á gota.

Luego de marinos monstruos

Nos pareció errante copia,

Que á acompañar á Neptuno

Salian de sus alcobas;

Pues sacudiendo las velas,

Que son del viento lisonja,

Pensamos, que sacudian

Las alas sobre las olas.

Ya parecia mas cerca

Una inmensa Babilonia,