El príncipe constante - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

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Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

Adéntrate en una época de valentía y honor, donde los ideales son puestos a prueba y la lealtad es la piedra angular de la narrativa. "El príncipe constante" de Pedro Calderón de la Barca es un drama épico que te transportará a un mundo de intrigas palaciegas y desafíos morales.

La trama sigue la vida del príncipe Fernando, un hombre cuya fidelidad es puesta a prueba en medio de conspiraciones y traiciones. La historia es un viaje de autodescubrimiento y persistencia, donde Fernando enfrenta adversidades y lucha por mantener su constancia y virtud.

A través de diálogos profundos y personajes complejos, Calderón de la Barca explora los conflictos internos y externos que enfrenta El príncipe constante. Es una narrativa que habla sobre la lucha entre el deber, la lealtad y la pasión, mostrando la fuerza de carácter necesaria para mantenerse firme en las creencias y valores personales.

En la quietud de la lectura, sentirás la intriga de una corte real y la intensidad de un conflicto interno que resuena a lo largo de los siglos. Esta obra maestra del teatro clásico español te invita a reflexionar sobre la perseverancia y la integridad en un mundo lleno de desafíos.

"El príncipe constante" es mucho más que una obra de teatro; es un recordatorio intemporal de que la virtud y la constancia son luces guía en las tinieblas de la adversidad. Prepárate para adentrarte en este drama épico que te inspirará y te hará cuestionarte sobre tu propio sentido de fidelidad y honor. ¡Una experiencia teatral que resonará en tu corazón mucho después de haberla leído!

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Pedro Calderón de la Barca

EL PRÍNCIPE CONSTANTE

Personajes:

DON FERNANDO.

DON ENRIQUE.

DON JUAN.

REY MORO.

MULEY, rey de Fez.

FÉNIX.

ROSA.

ZARA.

[ESTRELLA.]

TARUDANTE.

DON ALFONSO1.

SOLDADOS.

[CAUTIVOS.]

[MOROS.]

JORNADA PRIMERA

 

Salen dos Cautivos, cantando lo que quisieren, y ZARA.

ZARA

Cantad aquí, que ha gustado

mientras toma de vestir

Fénix hermosa, de oír

las canciones que ha escuchado,

tal vez en los baños, llenas 5

de dolor y sentimiento.

CAUTIVO 1.º

Música cuyo instrumento

son los hierros y cadenas

que nos aprisionan, ¿puede

haberla alegrado?

ZARA

Sí; 10

ella escucha desde aquí:

cantad.

CAUTIVO 1.º

Esa pena excede,

Zara hermosa, cuantas son,

pues solo un rudo animal

sin discurso racional 15

canta alegre en la prisión.

ZARA

¿No cantáis vosotros?

CAUTIVO 2.º

Es

para divertir las penas

propias, mas no las ajenas.

ZARA

Ella escucha, cantad pues. 20

 

(Cantan.)

[CAUTIVOS]

Al peso de los años

lo eminente se rinde,

que a lo fácil del tiempo

no hay conquista difícil.

 

(Sale ROSA.)

ROSA

Despejad cautivos, dad 25

a vuestras canciones fin,

porque sale a este jardín

Fénix, a dar vanidad

al campo con su hermosura,

segunda aurora del prado. 30

 

(Salen las moras vistiendo a FÉNIX.)

FÉNIX

Hermosa te has levantado.

ZARA

No blasone el alba pura

que la debe ese jardín

la luz y fragrancia hermosa,

ni la púrpura la rosa, 35

ni la blancura el jazmín.

FÉNIX

El espejo.

ESTRELLA

Es excusado

querer consultar con él

los borrones que el pincel

sobre la tez ha dejado. 40

 

(Danle un espejo.)

FÉNIX

¿De qué sirve la hermosura,

cuando lo fuese la mía,

si me falta la alegría,

si me falta la ventura?

ZARA

¿Qué tienes?

FÉNIX

Si yo supiera, 45

¡ay Celima!, lo que siento,

de mi mismo sentimiento

lisonja al dolor hiciera.

Pero de la pena mía

no sé la naturaleza, 50

que entonces fuera tristeza

lo que hoy es melancolía.

Solo sé que sé sentir:

lo que sé sentir no sé,

que ilusión del alma fue. 55

ZARA

Pues puédente divertir

tu tristeza estos jardines,

cual la primavera hermosa

labra en estatuas de rosa

sobre templos de jazmines, 60

hace, tal mar, un barco sea

dorado carro del sol.

ROSA

Y cuando tanto arrebol

errar por sus ondas vea,

con grande melancolía, 65

el jardín al mar dirá:

«Ya el sol en su centro está;

muy breve ha sido este día».

FÉNIX

Pues no me puedo alegrar,

formando sombras y lejos, 70

la emulación que en reflejos

tienen la tierra y el mar

cuando con grandezas sumas

compiten entre esplendores

las espumas a las flores, 75

las flores a las espumas.

Porque el jardín envidioso

de ver las ondas del mar,

su curso quiere imitar,

y así el céfiro amoroso 80

matices rinde, y olores,

que soplando en él las bebe;

hacen las hojas que mueve

un océano de flores.

Cuando el mar, triste de ver 85

la natural compostura

del jardín, también procura

adornar y componer,

su playa la pompa pierde;

y, a segunda ley sujeto, 90

compite con dulce efecto

campo azul y golfo verde,

siendo ya con rizas plumas,

ya con mezclados colores,

el jardín un mar de flores, 95

y el mar un jardín de espumas.

Sin duda mi pena es mucha:

no la pueden lisonjear

campo, cielo, tierra y mar.

ZARA

Gran pena contigo lucha. 100

 

(Sale el REY con un retrato.)

REY

Si a caso permite el mal,

cuartana de tu belleza,

dar treguas a tu tristeza:

que este bello original,

que no es retrato el que tiene 105

alma y vida, es del infante

de Marruecos, Tarudante.

A rendir a tus pies viene

su corona; embajador

es de su parte; y no dudo 110

que embajador que habla mudo

trae embajadas de amor;

favor en su amparo tengo:

diez mil jinetes alista

que enviar a la conquista 115

de Ceuta, que ya prevengo

de la vergüenza esta vez;

licencia permite amar

a quien se ha de coronar

rey de tu hermosura en Fez. 120

FÉNIX

¡Válgame Alá!

REY

¿Qué rigor

te suspende de esa suerte?

FÉNIX

 

[Aparte.]

La sentencia de mi muerte.

REY

¿Qué es lo que dices?

FÉNIX

Señor,

si sabes que siempre has sido 125

mi dueño, mi padre y rey,

¿qué he de decir? (Aparte.) ¡Ay Muley!

¡Grande ocasión has perdido!

El silencio, ay infelice,

hace mi humildad inmensa, 130

miente el alma si lo piensa,

miente la voz si lo dice.

REY

Toma el retrato.

FÉNIX

 

[Aparte.]

Forzada,

la mano le tomará,

pero el alma no podrá. 135

 

(Disparan una pieza.)

ZARA

Esta salva es a la entrada

de Muley, que hoy ha surgido

del mar de Fez.

REY

Justa es.

 

(Sale MULEY, con bastón de general.)

MULEY

Dame, gran señor, los pies.

REY

Muley, seas bienvenido. 140

MULEY

Quien penetra el arrebol

de tan soberana esfera,

y a quien en el puerto espera

tal aurora, hija del sol,

fuerza es que venga con bien: 145

dame, señora, la mano;

que este favor soberano

puede mereceros quien

con amor, lealtad y fe

nuevos triunfos te previene 150

y fue a serviros y viene

tan amante como fue.

 

[Aparte.]

¡Válgame el cielo! ¿Qué haré?

FÉNIX

Tú Muley (¡estoy mortal!)

vengas con bien.

MULEY

 

[Aparte.]

No, con mal 155

será si a mis ojos creo.

REY

En fin, Muley, ¿qué hay del mar?

MULEY

Hoy tu sufrimiento pruebas:

de pesar te traigo nuevas,

porque ya todo es pesar. 160

REY

Pues cuanto supieres di;

que en un ánimo constante

siempre se halla igual semblante

para el bien y el mal. Aquí

te sienta, Fénix.

FÉNIX

Sí haré. 165

REY

Todos os sentad. Prosigue

y nada a callar te obligue.

MULEY

Ni hablar ni callar podré.

Salí, como me mandaste,

con dos galeazas solas, 170

gran señor, a recorrer

de Barbería las costas.

Fue tu intento que llegase

a aquella ciudad famosa

llamada en un tiempo Elisa, 175

aquella que está a la boca

del Preto Eurelio fundada,

y de Ceydo ý nombre toma,

que 'Ceydo', 'Ceuta' en hebreo,

vuelto el árabe idioma 180

quiere decir 'hermosura';

y ella es ciudad tan hermosa...;

aquella, pues, que los cielos

quitaron a tu corona,

quizá por justos enojos 185

del gran profeta Mahoma.

Y en oprobio de las armas

nuestras, habemos agora

que pendones portugueses

en sus torres se enarbolan, 190

tenidos siempre a los ojos

un padrastro que baldona

nuestros aplausos, un freno

que nuestro orgullo reposa,

un Cáucaso que detiene 195

al Nilo de tus victorias

la corriente y, puesta en medio,

el paso a España le estorba.

Iba con órdenes, pues,

de mirar y inquirir todas 200

sus fuerzas para decirte

la disposición y forma

que hoy tiene, y cómo podrás

a menos peligro y costa

emprender la guerra, el cielo 205

te conceda la victoria

con esta restitución,

aunque la dilate agora

mayor desdicha; pues creo

que está su empresa dudosa 210

y con más necesidad

te está apellidando otra;

pues las armas prevenidas

para la gran Ceuta, importa

que sobre Tánger acudan 215

porque amenazada llora

de igual pena, igual desdicha,

igual ruina, igual congoja;

y lo sé porque en el mar

una mañana (a la hora 220

que, medio dormido el sol,

atropellando las sombras

del ocaso, desmaraña

sobre jazmines y rosas

rubios cabellos que enjuga 225

con paños de oro a la aurora

lágrimas de fuego y nieve,

que el sol convirtió en aljófar)

que a largo trecho del agua

venía una gruesa tropa 230

de naves, si bien entonces

no pudo la vista absorta

determinarse a decir

si eran naos o si eran rocas;

porque como en las raíces 235

sutiles pinceles logran

vanos visos, vanos lejos,

que en prespetiva dudosa

parecen montes, tal vez,

y tal ciudades famosas, 240

porque la distancia siempre

monstruos imposibles forma,

así en países azules

hicieron luces y sombras,

confundiendo mar y cielo 245

con las nubes y las ondas:

mil engaños a la vista

pues ella, entonces curiosa,

solo apercibió los bultos

y no distinguió las formas. 250

Primero nos pareció,

viendo que sus puntas tocan

con el cielo, que eran nubes

de las que a la mar se arrojan

a concebir en zafir 255

lluvias que el cristal aborta;

y fue bien pensado, pues

esta innumerable copia

pareció que pretendía

sorberse el mar gota a gota. 260

Luego de marinos monstruos

nos pareció errante copia

que a acompañar a Neptuno

salían de sus alcobas;