El propósito de la empresa - Alberto M. Ballvé - E-Book

El propósito de la empresa E-Book

Alberto M. Ballvé

0,0

Beschreibung

"¿Qué pasaría si desaparecieran las empresas?" Con esta pregunta provocadora nos desafían los autores casi al inicio del libro. Pero no cabe desalentarse: con su experiencia en consultoría, investigación y estudio se ponen al servicio del lector para guiarlo en la búsqueda de posibles respuestas, con datos concretos y ofreciendo espacios de pensamiento autónomo. No podemos desconocer que se hace urgente pensar en la empresa como un agente fundamental para el desarrollo real y sostenible de una Latinoamérica, hasta ahora, tan castigada por la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la injusticia, la falta de garantías... La empresa, muy por el contrario a la imagen de "enemiga" que algunos grupos ideológicos o políticos vienen promoviendo en el imaginario del ciudadano, es un actor de alto impacto económico, pero también social, humanitario y comunitario. Si bien no todas las empresas están alineadas con los mismos propósitos -puesto que las empresas se desarrollan dentro de sociedades que tienen sus propias reglas y cultura-, hay en la región importantes y variados casos de empresas exitosas con directivos que se centran en el bien común, que se manejan dentro de los criterios éticos y que cuentan con equipos comprometidos a aportar bienes sociales. Frente a Estados vaciados por la corrupción y las malas gestiones, hay que promover empresas con propósitos de impactar positivamente en la sociedad, como una respuesta concreta a la necesidad de generar riqueza, empleo, inclusión y valores. Estos impactos tienen que ser comprendidos y enseñados a distintos actores sociales. ¿Qué pasaría si desaparecieran las empresas en Latinoamérica? Ese escenario imaginario se presenta, al menos, inquietante.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 427

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Sobre este libro

“¿Qué pasaría si desaparecieran las empresas?” Con esta pregunta provocadora nos desafían los autores casi al inicio del libro. Pero no cabe desalentarse: con su experiencia en consultoría, investigación y estudio se ponen al servicio del lector para guiarlo en la búsqueda de posibles respuestas, con datos concretos y ofreciendo espacios de pensamiento autónomo.

No podemos desconocer que se hace urgente pensar en la empresa como un agente fundamental para el desarrollo real y sostenible de una Latinoamérica, hasta ahora, tan castigada por la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la injusticia, la falta de garantías... La empresa, muy por el contrario a la imagen de “enemiga” que algunos grupos ideológicos o políticos vienen promoviendo en el imaginario del ciudadano, es un actor de alto impacto económico, pero también social, humanitario y comunitario.

Si bien no todas las empresas están alineadas con los mismos propósitos -puesto que las empresas se desarrollan dentro de sociedades que tienen sus propias reglas y cultura-, hay en la región importantes y variados casos de empresas exitosas con directivos que se centran en el bien común, que se manejan dentro de los criterios éticos y que cuentan con equipos comprometidos a aportar bienes sociales.

Frente a Estados vaciados por la corrupción y las malas gestiones, hay que promover empresas con propósitos de impactar positivamente en la sociedad, como una respuesta concreta a la necesidad de generar riqueza, empleo, inclusión y valores. Estos impactos tienen que ser comprendidos y enseñados a distintos actores sociales. ¿Qué pasaría si desaparecieran las empresas en Latinoamérica? Ese escenario imaginario se presenta, al menos, inquietante.

Índice

Sobre este libro

Prólogo

Prólogo

Introducción

1. Destacar el aporte de las empresas al bienestar social

2. Difundir aportes sociales concretos realizados por organizaciones virtuosas

3. Promover empresas con propósito y responsabilidad social integral

Empresas con propósito

1

¿Qué pasaría si no existieran las empresas?

1.1. Empresas con fin de lucro

1.2. ¿Qué pasaría si no existieran las empresas?

1.3. Entornos complejos

Conclusiones

2

¿Para qué queremos las empresas?

2.1. Distintas visiones de la responsabilidad social empresarial

2.2. ¿Qué debería (o podría) pretender la sociedad de las empresas?

2.3. Focalizando la responsabilidad social empresarial

Conclusiones

3

El propósito de la empresa

3.1. Un modelo organizacional antropológico

3.2. El propósito de la empresa

3.3. Empresas con propósito

Conclusiones

4

Entusiasmar con el propósito

4.1. La fuerza del propósito

4.2. Empresas con propósito compartido

4.3. Los propósitos personales

Conclusiones

Aportes valiosos de las empresas a la sociedad

5

Cubrir necesidades con productos y servicios

5.1. Producción de bienes y responsabilidad social

5.2. El sector de las aerolíneas low cost

5.3. Las aerolíneas low cost y el bienestar social

Conclusiones

6

Crear valor económico compartido

6.1. La creación de valor

6.2. El vino Malbec

6.3. El valor agregado y el bienestar social

Conclusiones

7

Dar y generar empleo

7.1. El desafío de dar empleo en el siglo XXI

7.2. Konecta Perú

7.3. ¿Cómo dar y generar más empleo en el siglo XXI?

Conclusiones

8

Desarrollar a las personas

8.1. El aprendizaje en la empresa

8.2. Caso Nearsoft

8.3. El desarrollo personal y el bienestar social

Conclusiones

9

Aportar valores empresariales

9.1. Valores relevantes en el ADN empresarial

9.2. Caso PRONACA

9.3. Los valores empresariales y el bienestar social

Conclusiones

10

Defender comportamientos éticos

10.1. La ética en las organizaciones

10.2. Los comportamientos éticos en Latinoamérica

10.3. Cómo aumentar la ética empresarial y su aporte al bienestar social

Conclusiones

11

Invertir a riesgo

11.1. Las inversiones de riesgo

11.2. El caso Murchison en Terminal Zárate (TZ)

11.3. El impacto de las inversiones en el bienestar social

Conclusiones

12

Cuidar la sostenibilidad territorial: una dimensión estratégica clave

12.1. La sostenibilidad y la dimensión territorial

12.2. El Caso Natura

12.3. Mejorar el bienestar con acciones sociales y medio ambientales

Conclusiones

TERCERA PARTE

Gestión integral de la responsabilidad social empresaria

13

Responsabilidad social integral (RSI)

13.1. Responsabilidad social centrada en las personas

13.2. El caso Bimbo

13.3. Implementando la Responsabilidad Social Integral

Conclusiones

14

Reflexiones para Latinoamérica

14.1. Recapitulando lo visto

14.2. Limitantes a los aportes empresariales en Latinoamérica

14.3. La importancia de reconocer el aporte empresarial de empresas con valores

Conclusiones

Las empresas con propósito y la regulación del cuarto sector en Iberoamérica

APOYANDO NUEVAS EMPRESAS PARA RESOLVER VIEJOS PROBLEMAS

OBJETIVOS

Empresas con propósito

La ley Bic en sudamérica

El cuarto sector

Recomendaciones generales

ANTECEDENTES

Sobre los autores

Alberto M. Ballvé

Alejandro Fontana

Bibliografía

Ballvé, Alberto - Alejandro Fontana

El propósito de la empresa : hacia un liderazgo directivo centrado en el bien común / Alberto Ballvé ; Alejadro Fontana. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : LID Editorial Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB - (Acción empresarial)

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-1822-21-8

1. Empresas Privadas. 2. Ética. 3. Valores. I. Fontana, Alejadro. II. Título.

CDD 658.001

© LID Editorial Empresarial SRL 2021

LID Editorial Empresarial, S.R.L.

A. Magariños Cervantes 1592 – CABA – Argentina

argentina@lidbusinessmedcom

ISBN 978-987-1822-22-5

Dirección general: Lía Sottanis

Dirección editorial: María Laura Caruso

Edición: MLC Servicios Editoriales

Corrección: Marisol Rey

Diseño de interior y cubierta: Cecilia Ricci

Armado de ePub: Daniel Maldonado

Se imprimió en el mes de noviembre de 2021

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

Libro de edición argentina.

No se permite la reproducción total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Editorial y patrocinadores respetan íntegramente los textos de los autores, sin que ello suponga compartir lo expresado en ellos.

Te escuchamos. Escríbenos con tus sugerencias, dudas, errores que veas o lo que quieras. Te contestaremos, seguro: [email protected]

Alberto M. Ballvé - Alejandro Fontana

Con prólogos de Rafael Gómez Nava y Rodolfo Q. Rivarola

EL PROPÓSITO DE LA EMPRESA

Hacia un liderazgo directivo centrado en el bien común

Madrid |Mexico City |LondonNew York |Buenos AiresBogotA | Shanghai | New Delhi

Dedicatorias

A mi querida esposa, María, y a nuestros nueve hijos, quienes me han apoyado toda la vida.

A Enrique Shaw, empresario virtuoso, que nos ha dejado grandes enseñanzas.

A Violeta Orozco y su equipo directivo en Konecta Perú, por la inspiración que transmite su modo de enfocar la actividad empresarial.

Prólogo

Por Rafael Gómez Nava

La empresa, difícilmente, se puede entender como una realidad exclusivamente técnica, mecánica, lineal y predecible. Tampoco es una entidad que de manera exclusiva sea reducida a su dimensión económica. En cambio, la empresa es un fenómeno de realidades humanas y sociales que confluyen, en el mismo espacio y tiempo, hacia un objetivo y con un propósito valioso que inspira y perfecciona a las personas que la conforman.

La empresa es una generadora de valor económico, social y humano; son tres pilares imprescindibles, si falta de uno, se generan desbalances y contradicciones en la razón de ser de la empresa en la sociedad. Los miembros de la alta dirección y del gobierno de la empresa están llamados a encontrar una síntesis que ensamble el bien individual, el colectivo y el bien común en la sociedad.

Asimismo, la empresa moderna está inscrita en un contexto global y cambiante, con escenarios de mayor incertidumbre y volatilidad. Cada día es un torrente de ideas, acciones e iniciativas para mantener competitividad y para evolucionar acorde con los tiempos actuales.

No cabe duda de que el desarrollo sostenible de las naciones está determinado por el impulso de los empresarios. La empresa, ciertamente, es “el caballo que tira del carro”, lejos de seguir pensando que es un “lobo” que se debe erradicar, ni tampoco una “vaca” a ordeñar; es caballo que tira, águila que inspira a volar alto.

La labor de los empresarios en América Latina aún es más relevante. La región reclama una mejor orquestación entre iniciativa pública y privada para dar pasos francos para los temas aún pendientes en nuestros países: desigualdad económica, inequidad de las oportunidades, corrupción, crimen organizado y atentados a la dignidad del ser humano.

El Empresario, con “E” mayúscula, es una persona (mujer o varón) que, con arrojo, se atreve a construir un modelo de negocio eficaz, eficiente, justo, generoso y con derrame social para construir una mejor sociedad.

Los autores, Alberto y Alejandro, nos hacen un llamado para fortalecer la conciencia de Gobiernos, empresarios, colaboradores, cadenas productivas, entre otras, a que “jalemos” juntos el carro. Ilusiona leer propuestas y reflexiones que nos inviten a dar más, a ser mejores empresarios y, especialmente, a aspirar a una visión magnánima del empresario y de la empresa.

Todas las empresas han transitado épocas con distintos factores que propician la competitividad empresarial. En el origen: mano de obra, tierra y capital, en la actualidad: innovación, tecnología y conocimiento. ¿Acaso no cabría pensar también en valor, virtud e impacto? Una visión social-humanista del trabajo de las cúpulas empresariales; más competitiva, más generosa, más incluyente y trascendente.

Aunado a lo anterior, nuestra realidad empresarial se fundamenta en el talento. Solo a través del desarrollo, la promoción y la gestión del talento, las empresas serán cada vez más eficaces, rápidas, enfocadas, productivas y sustentables. Talento para el logro de grandes sueños que nos permita reiterar que los empresarios son constructores sociales.

Los autores de este libro son personas experimentadas, talentosas y con las agallas para recordarnos que América Latina requiere de “empresas virtuosas”. El enemigo no debe ser ni el capitalismo, ni la generación de valor económico, ni los avances tecnológicos o la inteligencia artificial, en cambio, el enemigo debería ser una visión egoísta, materialista, excluyente, superflua e inhumana del quehacer de los líderes empresariales.

Hay muchos ejemplos en América Latina de EMPRESARIOS (con todas las letras en mayúscula) que trascienden con modelos que generan impacto social, que construyen comunidad de personas y que nunca claudican en la vivencia congruente con los valores que los definen.

Deseo que esta obra sea una invitación eficaz a seguir construyendo una mejor sociedad y una región (América Latina) basada en la verdadera vocación empresarial: generar valor económico, social y humano que sirva para generar una mejor sociedad y un mejor planeta.

Rafael Gómez Nava

Profesor de Política de Empresa y de Dirección de Operaciones

Anterior director general del IPADE (2012-2021)

IPADE Business School, Ciudad de México, septiembre de 2021

Prólogo

Por Rodolfo Q. Rivarola

Asumo que, si ha decidido a leer este libro, usted puede ser una persona en alguna de las siguientes categorías: en un extremo, puede que sienta enfado por la poca reputación que tienen las empresas en las sociedades latinoamericanas, y por que la propaganda de izquierdas ha logrado su cometido de asociar a los empresarios con el mal; en el otro extremo, puede que usted considere que las empresas son un mal necesario para la sociedad, esperando que el Estado pueda controlar el excesivo afán de lucro que tienen todos los empresarios —salvo honrosas excepciones—. En muchos puntos entre estos extremos, puede que usted considere que aún hay mucho trabajo por hacer para que las empresas puedan tener un impacto favorable en la sociedad, sean percibidas con más reputación, pero sin tener muy claro cómo hacerlo de modo efectivo y sustentable. En cualquiera de los casos, el presente libro le va a permitir abordar este desafío tan imperioso en nuestras sociedades latinoamericanas: ¿Cómo articular mejor el impacto de la empresa en la sociedad, de modo que sea virtuoso para la mayor cantidad de stakeholders?

El libro que presentan Alberto Ballvé y Alejandro Fontana no niega el impacto nocivo de una concepción egoísta sobre el lucro, en palabras de Pepe Mujica, o recurriendo a la metáfora del lobo usada por Winston Churchill, que extrae para sí todo lo que puede, sino que lo identifica como un tipo de empresa o empresario que causa mucho daño en las sociedades, dando numerosos ejemplos de lo que provoca este tipo de enfoque.

Temprano el libro nos sorprende con una pregunta desafiante: “¿Qué pasaría si desaparecieran las empresas?”. Claramente, este no es el objetivo ni de las personas con posiciones más extremas en contra de las empresas, pero sirve el efecto absurdo para comenzar un camino que permitirá distinguir el problema que enfrentamos: en América Latina, no necesitamos que desaparezcan las empresas, sino que estas sean virtuosas.

Por otro lado, usted podrá encontrar en el libro un adecuado equilibrio entre ejemplos concretos y el marco conceptual que proponen los autores —tanto sobre las virtudes de personas empresarias como de empresas virtuosas—, con todo el valor que aportan al bien común de la sociedad.

El libro plantea salir de la dicotomía entre Estado y empresa, presentando ejemplos concretos de una dinámica virtuosa entre ambos. Hay una gran riqueza en los ejemplos, que van recorriendo varios países de la región, como también hay diversidad de industrias abordadas. Entre líneas, esto da un mensaje esperanzador de que se puede imitar empresas virtuosas. A la vez, el libro recorre muchos aspectos que están en la vanguardia de los desafíos actuales: el rol de la RSE, el sentido de propósito como corazón de una organización, el triple impacto que permite servir a más stakeholders que al solo accionista, y propone una valiosa distinción entre la persona empresaria y el inversionista especulador. Desde lo macroconceptual, se hace un aporte sobre las personas empresarias y las empresas virtuosas: explicando por qué las empresas son antropológicas y clarificando por qué deben orientarse a promover el bienestar social.

Finalmente, el presente será un libro que podrá compartir con personas que piensen diferente de usted como de otras generaciones, permitiendo un diálogo maduro que pueda enriquecer las ideas y luego cómo aterrizarlas para que las empresas puedan aportar al bien común de la sociedad.

Lic. Rodolfo Q. Rivarola (M. Ed.; MBA)

Decano y profesor de Liderazgo – IAE Business School

Introducción

El objetivo del libro es mostrar, sin entrar en aspectos macroeconómicos y políticos, cómo las empresas con fin de lucro aportan a la mejora del bienestar social en Latinoamérica y cómo podrían ofrecer contribuciones mucho mayores. Un propósito es un objetivo o el ánimo o intención de hacer algo1. El término está siendo aplicado en empresas para definir su contribución más representativa al bien común con perspectiva desde la sociedad. Es el buque insignia de una responsabilidad social empresarial (RSE), una tendencia global por la cual muchas empresas están fijándose objetivos que van más allá de la creación de riqueza. Un sentido de propósito puede tenerlo: un conjunto de empresas en un ámbito determinado, una empresa individual y/o las personas que trabajan en ellas. Implica otorgarles un objetivo más social a los que tenemos vocación empresarial y la ejercemos.

Según Argandoña:

El bien común es el bien de la sociedad y de sus miembros; por ser común no puede ser el bien de algunos, ni siquiera de la mayoría, sino el bien de todos y de cada uno de ellos (…) los bienes materiales entran en el bien común como condiciones de posibilidad del mismo, junto con otros: la verdad, la belleza, la paz, el arte, la cultura, la libertad, la tradición, la rectitud de vida… (2011c, p. 5 y 7).

Para alcanzar el bien común —como conjunto de condiciones de la vida social—, están las religiones, la política, la justicia, la salud, la educación, la ciencia, el trabajo, etc., todos factores que actuarán para lograr las condiciones de vida que permitan alcanzar la propia perfección.

¿Y cuál es el aporte de la empresa para el bien común? En el libro consideramos que es la mejora del bienestar social en el ámbito que actúa. Basados en la importancia que tiene la empresa para aportar al bienestar, tanto de sus miembros como de sus partes interesadas y de la sociedad. La palabra “social”2 la utilizaremos en dos de sus acepciones: como relativa a la sociedad y/o a las clases sociales económicamente menos favorecidas, hoy mejor presentadas como vulnerables.

Las empresas juegan un papel muy importante en el acceso a bienes materiales así como en el desarrollo psicosocial y afectivo de las personas, afectando también su salud, educación y hasta su espiritualidad. Para buscar el bien social habrá que promover liderazgos benevolentes, que tengan buena voluntad o simpatía hacia las personas y sus cosas3 (materiales, personales, afectivas, etc.) o, en otras palabras, que buscan el bien común.

Solo podremos luchar contra el flagelo del hambre y del desempleo con iniciativas privadas. Los mayores aportes empresariales deberían ser valorados por la sociedad y sus dirigentes. Ante tamaño desafío, este libro solo pretende facilitar la reflexión crítica de ciertos paradigmas existentes en la región sobre las empresas, mostrando compañías que han realizado aportes sociales significativos y proponiendo ideas para gestionar estrategias exitosas, con un sentido de propósito y una visión integral de la RSE, a la que se llama también sostenibilidad.

Para explicarlo nos hemos enfocado en tres objetivos específicos:

1. Destacar el aporte de las empresas al bienestar social

En nuestra región es ineludible resaltar los verdaderos aportes de la iniciativa privada a la sociedad y, en particular, los de las empresas con fin de lucro. Una frase atribuida a Winston Churchill nos será de utilidad para presentar una visión amplia y positiva de este desafío: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. Gobiernos y sociedades, particularmente en nuestros países de Latinoamérica, ven a las empresas como lobos o como vacas, y no como en algunos países avanzados, donde las empresas son los caballos que tiran del carro, junto con un Estado que las apoya, coordina y controla.

Frase muy adecuada para aplicar en estos años de pandemia, que han puesto en evidencia las distintas contribuciones que realizan las empresas, y que suelen pasar desapercibidas en el día a día. Empresas con fin de lucro han cubierto necesidades para la supervivencia, como la alimentación, la salud, las telecomunicaciones, el transporte, los medios informativos… ¿Qué hubiera sido sin ellas? En otros casos, han estado por obligación con las puertas cerradas o trabajando al mínimo, mostrando, por el impacto de su ausencia y silencio, el valor que generan. El trabajo que contratan no es solo un bien económico, sino también psicológico y espiritual. Una demostración más de que las empresas tienen una misión humana que cumplir, relevante y única, para el bien común.

Lamentablemente, la visión de la empresa lobo o vaca ha sido, en muchas etapas de la historia en nuestros países, la imperante en los actores sociales. Y esta visión ha hecho que se expulsen las inversiones y, por tanto, se genere más pobreza. Pocos empresarios van a querer invertir en un país que busca las inversiones para cada tanto ordeñarlas o abatirlas, teniendo mejores alternativas donde hacerlo en un mundo global. En una Latinoamérica ideologizada, el ser empresario no tiene ni ha tenido buena fama. Desde épocas en que se ha combatido al capital hasta otras donde han primado las estatizaciones, no se ha conseguido valorar al auténtico empresario privado.

Muchos no miran con buenos ojos que las empresas tengan un objetivo de lucro; les cae mal. Cuando esto debería ser considerado como un premio al mérito, como lo es también para los buenos deportistas, los artistas, los médicos, y otras tantas profesiones. Pepe Mujica, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, y quien ha sido el líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del partido de izquierda Frente Amplio, definió al capitalismo con frases de mucho sentido común y actualidad, para ser aplicadas en la región:

El verdadero enemigo es otro. Somos hijos del capitalismo. El capitalismo desató en el mundo una cosa maravillosa. Domesticó a la ciencia y la metió en el incremento de la tecnología y multiplicó el trabajo, la productividad del trabajo por todas partes y cambió el mundo. Pero ¿cuál es el motor de eso?: la ganancia. Lo que empuja es la ganancia. Lo que ha sido el motor del progreso es también el motor de nuestro egoísmo. No hemos encontrado otro motor que empuje la economía y a veces somos tan “huevo” que no nos damos cuenta de que tenemos que lidiar con esta contradicción entre una punta y la otra, y estamos en un fuego cruzado. ¿Por qué? Porque si mato la necesidad de ganar en la inversión empresarial no estoy castigando a la empresa, estoy matando el motor que permite multiplicar los panes de la sociedad… Le falta a la izquierda y al mundo comprender esto, porque todos somos capitalistas, los más supuestos revolucionarios no renuncian a las mieles que desató el capitalismo y a todas las comodidades que generó el capitalismo. Vaya contradicción la nuestra (FNM, 2021).

Comenzó Mujica agradeciendo los principales aportes empresariales caracterizándolos como algo maravilloso que el capitalismo desató como el ejemplo de la masificación tecnológica. Logros como este son los que hay que destacar en una visión amplia y positiva de la RSE. Pero, erróneamente, y quizás, porque tienen fin de lucro, estas contribuciones no son consideradas sociales en la práctica. El alcance de la RSE muchas empresas lo acotan a acciones de gratuidad, solidaridad o cuidados de efectos secundarios no deseados. Y esto no da cuenta de las mayores contribuciones empresariales; que son las que muestran los números globales de desarrollo, empleo y otras variables, que, en conjunto, reflejan los impactos relevantes de las empresas para la sociedad.

2. Difundir aportes sociales concretos realizados por organizaciones virtuosas

El capitalismo se basa en empresas y no en mercados. Si no hubiera producción de bienes, servicios, trabajo, etc., no habría oferta ni mercados. El empresariado es la fuerza creadora de la economía, de modo que los emprendedores participan de una cocreación y sin ellos las economías estarían muertas. No obstante, el problema del fuego cruzado que genera el capitalismo entre producir bienes y que se basen en el egoísmo (según la RAE: inmoderado y excesivo amor a sí mismo) es válido. El objetivo del fin de lucro ha traído beneficios, pero como valor único ha generado disvalores que hay que combatir, como la avaricia, el egoísmo, el puro materialismo, el cortoplacismo, la corrupción, los daños al medio ambiente, falta de sensibilidad social… Disvalores culturales que actualmente se dan en muchas actividades como la política, la cultura, el deporte…

Frente a esto, existen muchos casos de empresas con propuestas superadoras a las de tener solo intereses personales. En ellas, el lucro es un objetivo básico que tiene que estar —y ha demostrado ser un buen motor—, pero no es el único objetivo que se contempla. Hay empresas con fin de lucro que han comprendido que deben aumentar el impacto social de su modelo de negocio; y también neutralizar la avaricia de los accionistas, balanceándola con unas contribuciones importantes a la sociedad, y en particular, a las partes relacionadas con la empresa (stakeholders). Mostrando un rostro más humano, benevolente, centrado en las personas y compatible con la obtención de beneficios. Otras declaran públicamente y acreditan tener objetivos de triple impacto: económico, social y ambiental.

Para mantener un sano equilibrio, empresas virtuosas, que son más comunes de lo que muchos creen, se apoyan en valores que deberían estar en todo ADN y comportamiento empresarial: benevolencia, ética, emprendedurismo, innovación, creación, generación de conocimiento, valentía, magnanimidad, eficiencia, competitividad, empatía, servicio, integridad, solidaridad… No estamos hablando de empresas perfectas, sino íntegras y preocupadas por el bien común.

Para lograr estos cambios de paradigmas y valores en ciertas empresas se están retomando viejas prácticas y asumiendo nuevas, de manera que las empresas sirvan al ser humano en forma más completa. Pero el impacto social de estos cambios es naciente y aún limitado, lleva tiempo y compromiso, aunque se hable de una nueva economía basada en lo social y medioambiental. Empresas que quieran sumarse a él podrían comenzar por:

• Reconsiderar el objetivo de maximizar el beneficio del accionista a corto plazo, y la práctica de relacionarlo con bonos desproporcionados a ejecutivos. Estos últimos fueron, en gran medida, causales del egoísmo devenido en codicia que nos mostró la crisis financiera global del 2008.

• Diferenciar la figura del empresario de la del inversionista puramente especulador. La vocación y valores empresariales no son los mismos de quien solo invierte en acciones o títulos.

• Reforzar un modelo organizacional antropológico, que refleje más a la naturaleza humana, cuyas necesidades y motivaciones van más allá de lo económico.

• Definir objetivos de triple impacto: económicos, sociales y ambientales, dándole prioridades similares a cada uno y estableciendo estrategias para que haya sinergias entre ellos.

• Gestionar teniendo en cuenta el interés de los stakeholders o las partes relacionadas, de forma de ampliar el impacto social de sus acciones.

Muchas organizaciones con esta visión, siendo eficientes y competitivas, han incrementado sus beneficios demostrando que no hay contradicciones. Veremos herramientas y ejemplos de empresas con rasgos virtuosos cuyos valores fueron claves para el éxito, sabiendo, sin embargo, que, como las personas, tienen virtudes y defectos. El libro plantea una óptica empresarial que es optativa, y su lectura quizás no sea recomendable para quien piense que la visión presentada o estos cambios sugeridos sobre el rol empresarial son inadecuados.

3. Promover empresas con propósito y responsabilidad social integral

Un aporte diferencial del libro es dar un marco de trabajoparaque las distintas contribuciones sociales empresariales se integren con un propósito para gestionar la estrategia. Guiar la estrategia con estos conceptos permitirá velar y aumentar el impacto de todas las acciones de las compañías en el bienestar social a través de la gestión de los distintos stakeholders; centrándose, en particular, en el efecto que estas producen en las personas que están detrás: proveedores, clientes, sociedad… Una práctica que varias empresas han implementado con éxito en Latinoamérica y que ha estado presente en la base decisional de empresarios exitosos.

¿Por qué es necesario promover este tipo de empresas? El gran problema, como bien señalan Churchill y Mujica, es que el rol de la empresa no ha sido comprendido aún por la mayoría de los actores políticos y líderes de opinión de Latinoamérica. Y ni hablemos de los partidos de izquierda. Su modo de percibir a la empresa limita y vuelven estériles los esfuerzos empresariales para lograr el bienestar. Y, en consecuencia, no dan ocasión a que ganen en legitimidad o licencia social.

El problema es profundo, y no es solo de imagen. Si fuera así, podría solucionarse con inversión en comunicación. En Latinoamérica, hay una cultura estatista que va más allá del deseable “Estado presente”, que debe ser revertida en el siglo XXI. Para muchos aún no ha caído el muro de Berlín y no han visualizado los grandes aportes de las empresas en este siglo.

Los Gobiernos y la administración pública en la región, salvo excepciones, no han sabido ser eficientes ni capaces de articular los controles justos y necesarios con unas reglas atractivas para la inversión y el resguardo del interés público. Han faltado políticas de Estado favorables para el desarrollo de buenos empresarios competitivos, que permitan, en conjunto, agregar suficiente valor social. Algunos Estados han caído en una corrupción estructural, lo que dificulta que las empresas se conviertan en protagonistas activas del bien común.

Esto ha generado que existan unas compañías con virtudes; otras abusivas o con defectos; y en el extremo, casos no deseables, que no deben llamarse empresas, ni tampoco empresarios a sus accionistas. No cualquiera por poner un negocio es un empresario, ni por ser empresario se debe tener un beneficio asegurado. El verdadero sector empresarial ha fallado al no asumir las responsabilidades que justifican el rol social de las compañías virtuosas; también, en no haber asumido responsabilidades ni trabajado lo suficiente para mejorar la narrativa y la comunicación de sus aportes.

Cabe aclarar que este es un libro de difusión de ideas existentes y no de investigación. Pretende bajar a la práctica y presentar, en forma lo más sencilla posible, ideas que surgen de investigaciones y estudios más profundos, ya publicados o escritos, y que se citan a lo largo del texto.Para cumplir con el propósito y los tres objetivos presentados, desarrollamos la temática del libro en tres partes en las que veremos, respectivamente:

• Para qué sirven las empresas (4 capítulos). ¿Cuál es su rol positivo en la sociedad?, definiendo su responsabilidad como la de aportar al bienestar social. Profundizaremos el concepto de propósito. Lo haremos mirando el aporte desde la perspectiva de la misma sociedad, que no es la que habitualmente se utiliza en planes estratégicos. Un propósito bien definido puede entusiasmar a los colaboradores y a los stakeholders al sentirse dadores de un bien social cuando trabajan en compañías con fin de lucro. Este propósito puede estar escrito y formalizado o en la cabeza y las acciones de los directivos y fundadores.

• Los aportes que las empresas hacen a la sociedad (8 capítulos). Veremos las principales contribuciones: cubrir necesidades con productos y servicios; agregar valor económico y riqueza para los stakeholders; dar y generar trabajo decente; desarrollar personas; invertir a riesgo; promover valores; defender comportamientos éticos y cuidar la sustentabilidad territorial. En cada capítulo explicaremos de modo sucinto en qué consiste cada contribución; un caso ejemplo en Latinoamérica y el impacto social que tiene el aporte en general.

• El propósito y la responsabilidad social integral (2 capítulos). Presentaremos cómo se puede hacer una gestión integral centrada en las personas, a través del propósito y la gestión de los stakeholders, mostrando algunos ejemplos y en particular el caso Bimbo. Además, cómo estos pueden posicionar a las empresas como aportantes de bienestar social en Latinoamérica, mejorando los problemas existentes de imagen.

Es necesario que los dirigentes políticos, sindicales, religiosos, académicos y los mismos empresarios tomen conciencia del rol fundamental de las empresas virtuosas en la sociedad. Las empresas deben ser como “el caballo que tira del carro”: que logren sacar a la sociedad latinoamericana del estancamiento en que se encuentran nuestros países desde hace muchos años, como se ha hecho en países de otros continentes. Esto implicará un cambio cultural en la clase dirigente y, como todo cambio, requerirá liderazgos y que se lleven a cabo iniciativas para lograrlo.

Si estos conceptos no se comprenden aún ni están claros en la sociedad, les corresponde a las cámaras empresariales y a las universidades hacer una tarea de enseñanza y de clarificación de ideas. Deberán defender y promover las empresas virtuosas, para generar bienestar social, con el apoyo de un Estado que comparta esta visión.

Muchas empresas están ya actuando individualmente en esta dirección, pero no tienen el suficiente impacto global que ayude a que la sociedad comprenda estos aportes. En este sentido, echamos de menos la existencia de voces que defiendan la actividad privada como base de la creación de riqueza entre las cuales es clave que se sumen los partidos políticos. No podemos subsumir ni restarle importancia a la participación privada en la construcción de lo colectivo.

1 Definiciones de “propósito” según la Real Academia Española (RAE, 2014).

2 Definiciones de “social” según la Real Academia Española (RAE, 2014)

3 Definición de “benévolo” según la Real Academia Española (RAE, 2014).

Primera parte

Empresas con propósito

1

¿Qué pasaría si no existieran las empresas?

“Distinguir es comprender”.

Jaques Maritain

1.1. Empresas con fin de lucro

La clasificación más general y habitual de las organizaciones es en función del ánimo que motiva su actividad económica. Se entiende por empresas a las organizaciones con fines de lucro, es decir, aquellas que tienen como objetivo expandir y multiplicar el capital aportado, con la premisa básica de que los beneficios superan los costos, y permiten así una ganancia neta. Y también existen las organizaciones sin fines de lucro, donde el propósito de la actividad no es la multiplicación del capital, sino la realización de algún tipo de finalidad social, aunque también deban cumplir unos objetivos económicos para sobrevivir.

El afán de lucro, en personas y organizaciones, es en sí bueno, porque es natural al hombre, y ha demostrado ser muy motivador para encarar proyectos cuyos impactos a corto o largo plazo han ido, finalmente, más allá del lucro. Recordemos lo que significó para el mundo la gesta de Cristóbal Colón, al querer descubrir el oro de las Indias, más allá de su objetivo evangelizador. Pero el lucro no es la única motivación del ser humano y, como veremos en este libro, este debe ser bien encauzado para tener un impacto global positivo.

La lectura única y sesgada del fin de lucro minimiza la misión de las mujeres y los hombres de empresa. Sin desmerecer otras actividades necesarias, el lucro tiene —en general— más peso en las decisiones de un comerciante, de un intermediario unipersonal, de un inversionista financiero, de un simple accionista o de un productor, que en la de un real empresario.

Hay gente que sabe hacer negocios: vender en 10 lo que compró en 5; o emprender lanzando un proyecto; o ser accionista controlando el negocio; pero que no saben administrar o dirigir una compañía. Es recomendable que cada uno aporte el mayor valor ocupándose de lo que sabe hacer. Como en un equipo de fútbol, cada jugador se desempeña mejor en un puesto determinado.

Como bien afirma Peter Drucker: “las empresas logran beneficios cuando satisfacen una necesidad social”. Esto se consigue por medio de los productos que la empresa entrega al mercado, y que satisfacen las necesidades de la población.

Si ampliamos la definición de empresa, a más allá del lucro, entenderemos mejor la vocación que tenemos las mujeres y los hombres de empresa para actuar decididamente en lanzar, dirigir, trabajar o colaborar en una. He aquí nuestra definición de empresa:

1. una organización, con fin de lucro, que trabaja para

2. satisfacer una necesidad de la sociedad,

3. recibiendo a cambio un beneficio, para lo cual debió

4. invertir y competir a riesgo, para

5. crear riqueza material e inmaterial, en forma

6. ética y

7. sustentable en el tiempo,

8. aportando al bien común de la sociedad.

Estas afirmaciones nos permiten ir visualizando los impactos de una empresa en la sociedad, y distinguir que una compañía no es una ONG, ni un trabajo unipersonal, ni sin riesgos, ni monopólico, ni sin compromisos, ni con un único objetivo de lucro.

Nos ayudan también a comprender quién es un empresario y quién no. Es necesario separar el rol que cumple el accionista inversor del que desempeña el empresario, aunque a veces se traslapen. El empresario es quien gobierna la empresa, solo o con otros; la lidera y tiene voz y voto en las decisiones claves, ya sea solo o en equipo. Su papel es fundamental para emprender, dirigir y conseguir el capital necesario para que exista la empresa.

Gran parte de las historias empresariales comenzaron con compañías muy pequeñas, que, a partir de la actividad de uno o más fundadores, desarrollaron un oficio o know-how que permitió aprovechar una oportunidad. Ellos fueron capaces de aportar valor a los clientes y, en compensación, recibieron un diferencial por sus productos o servicios.

Hacer empresa requiere, entonces, producir y/o vender bienes y servicios que agreguen valor económico real y que sean útiles para quienes los compren. Exige también desarrollar una organización para que esos bienes lleguen a más gente; alinear a unas personas concretas para lograrlo; y poner en riesgo capital, fama, tiempo y esfuerzos, entre otros activos.

La mente del empresario requiere, como un vehículo, de un motor: la pasión que lo mueva a cumplir una misión y alcanzar una visión, agregando, a su vez, valor económico para obtener los resultados también económicos deseados en forma sostenible. Asimismo, debe tener un orden interno y externo, y una cabeza que conduzca ese motor a los logros, sin dejarse dominar por esa pasión. Además, como conductor, debe conseguir que los actores más relevantes de la organización lo acompañen en la aventura. Y esto implica tener unas capacidades distintivas, como el olfato para los negocios, la precisión en la ejecución, una estructura decisional, la orientación a los resultados, correr riesgos, etcétera.

La mente empresarial suele ser más compleja de lo que creen algunas disciplinas. Esto no quiere decir que deba ser un superhombre, pero sí requiere, como muchas tareas en la vida, una mezcla de diversas capacidades que se deben incorporar: la racionalidad de un economista, el riesgo de un inversionista, la ejecutividad de un hacedor, la habilidad de un político, el liderazgo de un dirigente y la ambición del que se mueve por una causa.

Hoy día, además, existe una gran tensión que los directivos de las compañías tienen que administrar: cumplir el requerimiento de los inversores, que solo buscan el lucro, frente a los beneficios que los otros stakeholders esperan recibir de la empresa. Es el reto de la subsistencia y del desarrollo de la confianza con las partes relacionadas.

Hay países que han cultivado la cultura de la empresarialidad, que los orienta al desarrollo de habilidades, actitudes y aptitudes que producen una mejora continua en sus organizaciones. En otros, ha primado el concepto de capitalismo de amigos: de quienes viven del Estado, o de quienes no compiten entre sí. Un contexto donde cualquiera es empresario, que deteriora el aporte empresarial y no aprovecha todo su potencial de transformación social.

1.2. ¿Qué pasaría si no existieran las empresas?

Para evaluar el impacto social de las empresas, podríamos preguntarnos ¿qué pasaría si no existieran? Para contestar esta pregunta, nos detendremos en algunos grandes números que nos dan ciertas respuestas:

• Las microempresas y pymes representan más del 50% del producto interno bruto(PIB), en la mayoría de los países de la OCDE4 y en algunos países desarrollados, llega, incluso, al 70%. En cambio, en países con ingresos medios-bajos y bajos, este porcentaje se reduce al 29% y 23% del PIB, respectivamente. Esta menor participación en el PIB nacional reflejaría el impacto negativo que tiene la falta de empresas en el desarrollo de un país.

Tabla 1. Relación entre Microempresas, PYMES y PBI

Proporción del valor añadido de las microempresas y las pymes

Países de ingresos altos OCDE

Países de ingresos altos no miembros de OCDE

Países de ingresos medio-alto

Países de ingreso medio-bajo

Países de ingreso bajo

Porcentaje del total por nivel de ingresos de los países

61

55

45

29

23

Fuente: OIT, 2019a.

---

• Las empresas, en su gran mayoría privadas y con fin de lucro, generan el 67% del empleo global de 3.300 millones de personas; y en los países de Latinoamérica, el 68,7%.

Porcentaje de empleo mundial por tipo empresa

Trabajadores autónomos (1 persona)

Microempresas (2 a 9 personas)

Pequeñas empresas (10 a 43 personas)

Medianas y grandes empresas (+ de 50 personas)

Total

Mundo

32,8

23,1

14.3

29,8

100

Fuente: OIT, 2019b.

---

• El número de personas en extrema pobreza ha disminuido notablemente en los últimos dos siglos, y en particular a partir de 1950, según Our World in Data. Para ampliar esta información, el link https://ourworldindata.org/ presenta cuadros interactivos que permiten entender la historia del crecimiento económico y de otras variables en el mundo.

Figura 1. Evolución de la población con extrema pobreza

• Según la OIT (2020), los empleos de las personas en pobreza extrema y moderada han bajado de 1.249 millones en 2000 a 651 millones en 2019. Aunque aún sigue siendo un número muy alto: es el 20% de los empleos totales registrados en todo el mundo.

• El desarrollo empresarial ha sido una de las causantes de la baja de los índices de extrema pobreza, en especial, con la apertura a la iniciativa privada de países donde estaba limitada, como: China, Rusia, India y “los siete tigres asiáticos” (de la 1.a ola desde 1950: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán; y de la 2.a: Malasia, Indonesia y, en menor medida, Tailandia). Si bien en algunos de estos países las empresas son altamente dependientes del Estado, el impacto de la inversión extranjera directa (IED) en países de desarrollo en Asia ha sido muy importante.

Tabla 2. IED en el mundo

Anuncios inversión extranjera directa (IED) en miles de millones de USD

%

Total 2003/2018

Economías en desarrollo de Asia

45

6.320

Resto del mundo

30

4.160

Unión Europea

21

2.985

Estados Unidos

4

510

Total

 

13.975

Fuente: Informe CEPAL, sobre la base de Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), World Investment Report 2019, Ginebra, 2019. 5

---

• Grandes inventos han masificado su uso en el siglo XX gracias a la iniciativa privada. Según la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos (Bejerano, 2014), los 10 inventos más importantes fueron: la generalización de la electricidad, el automóvil, el avión, la radio y la televisión, la red de agua corriente, las computadoras, la electrónica, la mecanización de la agricultura, el teléfono, el aire acondicionado y la refrigeración.

• Los cambios se han acelerado en estos primeros años del siglo XXI. Hace 15 años no existían: YouTube, Netflix, Google Maps, Spotify, Android, Uber, Lyft, Alexa, Airbnb, App Store, Google Chrome, WhatsApp, Waze, Slack, Dropbox, Bitcoin, Kindle, y ha habido grandes inventos tecnológicos con mucho impacto a futuro: iPad, iPhone, impresoras 3D, coches eléctricos, sin conductor, esqueletos hidráulicos, biobaterías, GPS de avanzada, pantallas táctiles, satélites accesibles y muchos más.

Desde la perspectiva de la sociedad, lo más importante de las empresas no ha sido el lucro, sino todos estos aportes, que han ido y van a seguir cubriendo necesidades humanas. A futuro veremos cómo evoluciona, pero lo cierto es que el mundo actual es muy distinto del que fue hace unos pocos años.

Existen, sin embargo, varios académicos que argumentan que el Estado ha jugado un papel central en la producción de los avances revolucionarios, y que no debe subestimarse su contribución al éxito de las empresas que basan su negocio en la tecnología. El papel del Estado ha sido central en los avances y retrocesos de los sistemas actuales, y en la ejecución de las políticas públicas.

Mariana Mazzucato (2019) describe una serie de casos en diferentes sectores, incluyendo biotecnología, farmacéutica y tecnología limpia, donde muestra que el Estado hizo unas inversiones de alto riesgo antes de que el sector privado se involucrara. En un capítulo de su publicación, ella examina el iPhone y describe doce tecnologías financiadas por el Estado que lo hicieron “inteligente”: internet, GPS, su pantalla táctil y el asistente Siri activado por voz.

No obstante, muchos Estados, particularmente en Latinoamérica, han demostrado varias limitaciones reales para reemplazar al sector privado en la administración de las empresas en forma holística. No debería, por tanto, plantearse una competencia entre el Estado presente y la iniciativa privada activa: ambos se necesitan y complementan su actividad a favor del desarrollo social.

También es fundamental el papel que puedan jugar para la reducción de la pobreza y la generación de empleo las empresas sociales, y en este concepto englobaremos a lo largo del libro a las empresas B, microcréditos, cooperativas, de triple impacto o triple balance, banca ética, movimiento de comercio justo, la economía circular, proyectos ESG (Environment, Social Governance), solo por nombrar algunas iniciativas.

Organizaciones o proyectos muy positivos para mejorar la situación socioambiental y generar trabajos inclusivos para personas que han quedado fuera del mercado laboral. Para lograr estas mejoras en la región no alcanza solo con tener una macroeconomía ordenada ni depender solo de las empresas privadas con fin de lucro. Las iniciativas sociales son necesarias y su importancia amerita otro artículo o libro, porque en este serán solo uno de los temas que trataremos, en un insert al final de este capítulo y en otro al final del libro. Como en el caso del Estado, el trabajo de estas organizaciones debe ser complementario al de las empresas con fin de lucro.

1.3. Entornos complejos

El propósito de esta publicación no es plantear unos dilemas macroeconómicos o políticos, sino resaltar el aporte de las empresas y los desafíos que enfrentan ante entornos complejos, acuciados a partir del 2020 por el efecto de la pandemia.

Según Kenneth Rogoff (2011), economista exjefe del Fondo Monetario Internacional y profesor de Economía de Harvard, la única alternativa al capitalismo angloestadounidense sería otra forma de capitalismo. Para encontrar la solución, no obstante, es necesario primero identificar los problemas generados que amenazan en estos momentos al capitalismo moderno, e intentar corregir el mal funcionamiento de un sistema que tiene grandes trabas. A su entender, estas trabas serían:

1. No apreciar adecuadamente los bienes públicos. No se ha logrado poner un precio eficaz a los bienes públicos como el aire limpio o el agua, incluso en economías líderes. El fracaso de los esfuerzos para evitar un cambio climático global es un síntoma de la parálisis.

2. La desigualdad social. Junto con una gran riqueza, el capitalismo ha creado extraordinarios niveles de desigualdad. La creciente brecha es, en parte, una consecuencia de la innovación y del espíritu empresarial. Las personas no critican el éxito obtenido por Steve Jobs, sus contribuciones al mundo son evidentes. Pero el éxito no siempre es positivo para la sociedad: la gran riqueza permite, a los grupos e individuos, comprar poder e influencia política, que, a su vez, contribuye a generar aún más riqueza individual. Solo pocos países, como Suecia, han podido frenar este círculo vicioso sin que el crecimiento económico se derrumbase.

3. El suministro de atención médica es un mercado que no cumple con varios de los requisitos básicos necesarios para garantizar la eficiencia económica. El coste de los servicios sanitarios en proporción al ingreso ha aumentado a medida que las sociedades se han hecho más ricas, y posiblemente, superará el 30% del PIB en las próximas décadas.

4. Subestimar el futuro de las próximas generaciones. Los sistemas capitalistas de hoy en día subestiman el bienestar de las generaciones futuras. Para la mayoría de las generaciones desde la Revolución industrial esto no ha importado, gracias al continuo avance tecnológico. Por lo general, cada generación ha vivido significativamente mejor que la anterior. Pero ahora, no hay garantías que demuestren que esta trayectoria sea sostenible.

5. Las crisis financieras han provocado la mayoría de las trabas señaladas. En el mundo de las finanzas, la innovación tecnológica no se ha utilizado para reducir notablemente los riesgos. Más bien, se podría decir que los ha magnificado.

De otro lado, estos desafíos macro se dan en un contexto caracterizado por unos procesos trasformadores que generan amenazas y oportunidades para las empresas:

1. Globalización, que ha producido una mayor concentración de riquezas en pocas manos, pero también más competencia, integración global, eficiencia y nuevas oportunidades de negocios.

2. Transformación digital y de las tecnologías de comunicación, que está generando un cambio en las relaciones laborales y las características de los trabajos. Hay consenso que ambos procesos generarán una caída en el empleo global y un relacionamiento laboral más precario, con trabajos virtuales y en redes.

3. Financierización. Una de las causas que generó la crisis global de 2008 fue una codicia provocada por la cultura y los valores vigentes. Este enfoque mercantilizó en extremo las relaciones de las empresas con unos accionistas cada vez más exigentes por sus retornos; unos directivos pendientes de sus bonos; y unos trabajadores más volátiles, con trabajo solo cuando el mercado lo permite.

4. Precarización laboral. Según la OIT en 2019, y ahora agravado por la pandemia de 2020, se preveía una disminución económica o al menos del crecimiento que perjudicaría la capacidad de los países de menores ingresos para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de trabajo (OIT, 2020, p. 10). A fines de ese año, ya existía una subutilización global de la fuerza de trabajo mayor al doble del desempleo, que afectaba a más de 470 millones de personas en todo el mundo. Ese mismo año, en Latinoamérica, el porcentaje de pobreza extrema/moderada fue del 19,5, y la subutilización de empleados, del 20.

Tabla 3. Tasas de empleo y subempleo en el mundo

A fines del 2019 millones de personas

Total en el mundo

Latinoamérica y Caribe

Empleadas en el mundo

3.300

313

Empleos pobreza extrema-moderada

651

19,5

En países ingresos bajos

193

En países ingresos medianos-bajos

369

En países ingresos medianos-altos

57

Desempleo (%)

5,4

8,1

Tasa mano de obra subutilizada (%)

13,1

20

Fuente: OIT, 2020, p. 97.

---

5. Ideologías populistas. Los puntos señalados anteriormente y las disputas globales de carácter ideológico, político y económico están generando un crecimiento de los populismos. Estos movimientos se caracterizan por su apelación al “pueblo” por parte de alguien que se autoproclama ser su único representante auténtico. En muchos de los casos, estos movimientos se presentan acompañados de ideologías de izquierda; pero también existen aquellos que obedecen a ideologías de derecha. Según Argandoña (2015), estos movimientos parten de una visión dualista de la sociedad:

La sociedad se configura como la oposición entre un bloque de poder (el establishment, la élite) y el pueblo. El populismo hace una llamada al pueblo para que participe activamente en un proyecto político de cambio democrático radical, de autorrealización y liberación...…

Hoy en día, estos procesos están aprovechando las disrupciones de las tecnologías de comunicación explotando las mayores desigualdades que se presentan en las sociedades como consecuencia del crecimiento económico producido por el capitalismo moderno. El resultado es una mayor generación de sufrimientos, inseguridad, corrientes inmigratorias no deseadas y mayores demandas sociales. Todo esto socava la cohesión social dentro del país. Por ejemplo, varios países de Latinoamérica: Argentina, Chile y Perú son amenazados por estas ideologías que atacan a las compañías con políticas estatistas, excesos de controles y una falta de interés por promover la iniciativa privada.

El capitalismo actual, y junto con él el mercado, tienen sus detractores y sus problemas; y en casi todos los entornos son cuestionados. Hay países con modelos más capitalistas y otros, más bien, más social-demócratas, pero, en ambos, lo que los números muestran es que la participación de las empresas ha sido de vital importancia para su desarrollo social.

Por eso, es conveniente convencerse de la importancia que este vehículo —el sector empresarial— ha tenido en el desarrollo. La profundidad del impacto de la acción empresarial solo se puede comprender en el contexto de la solución de las grandes problemáticas humanas: hacer viable el derecho a un trabajo digno, el bienestar del consumidor, el cuidado del entorno social y del ecosistema para las siguientes generaciones; es decir, en la construcción del bien común de la sociedad.

Conclusiones

En definitiva, el empleo actual, el producto interno bruto de los países y la calidad de vida de gran parte de la población no serían los mismos si no existieran las empresas. Algo que parece muy obvio, pero que no es nada fácil de comprender cuando se define a las empresas solo como sujeto de afán de lucro, y se evalúa en forma limitada el impacto global que tienen en la sociedad.

El sistema capitalista, en sus diversas versiones, y la actividad empresarial no son perfectos ni nada que se le parezca, pero como en el caso de la democracia, son, a la fecha, el mejor sistema que la humanidad ha encontrado para alcanzar un bienestar y para compartirlo. Sin entrar en análisis de políticas macroeconómicas, la promoción de la iniciativa privada y de la libertad individual ha generado en el último siglo una gran revolución en la calidad de vida de la mayor parte del mundo.

Este libro planteará cómo muchas compañías se están adaptando a la complejidad de los nuevos entornos, enfrentándolos y tomando conciencia de que son parte de una sociedad y que deben cooperar en el bien común. En este proceso, el Estado y la sociedad civil o las familias tiene un rol importante que cumplir. Entre todos deberán ahogar el mal de la corrupción y de la primacía de intereses políticos personales, con la promoción de una iniciativa privada centrada en el bien común.

Empresas con propósito social y ambiental explícito