El Sistema de Crédito Social chino - Dante Avaro - E-Book

El Sistema de Crédito Social chino E-Book

Dante Avaro

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Beschreibung

El Sistema de Crédito Social chino (SCS) constituye una obra de ingeniería social muy reciente. Comenzó en 2002 como prueba piloto y, aunque se esperaba su completa implementación en 2020, todavía se encuentra en fase experimental. En este sentido, el libro reconstruye y presenta la evolución del SCS en el ámbito económico, político y social. La investigación está orientada a definir qué es el SCS y cómo funciona (naturaleza, alcance y funcionamientos). Las agencias de noticias, los medios especializados y los distintos análisis han, en términos generales y con diferentes énfasis, reducido el SCS a un sistema omnisciente de vigilancia. Este trabajo ofrece una visión diferente, si bien la vigilancia es un insumo del SCS, no resulta suficiente para definirlo. De hecho, se proponen tres dimensiones para caracterizarlo: vigilancia, paternalismo y autoritarismo. En este libro, el autor demuestra que el SCS es algo más que un sistema de vigilancia sofisticado y vanguardista, es, fundamentalmente, un esquema de justicia global que regula el acceso a bienes socialmente valiosos. La idea general no recae en que este nuevo régimen de gobernanza chino puede aparecer como una alternativa a la democracia o su peor amenaza, más bien, se intenta prever si la gobernanza centrada en accesos regulatorios puede comenzar a competir con los actuales diseños institucionales que rigen nuestras democracias. El SCS es ese viajero que al tocar nuestras puertas nos brinda la oportunidad de ver dónde estamos parados.

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EL SISTEMA DE CRÉDITO SOCIAL CHINO

El Sistema de Crédito Social chino (SCS) constituye una obra de ingeniería social muy reciente. Comenzó en 2002 como prueba piloto y, aunque se esperaba su completa implementación en 2020, todavía se encuentra en fase experimental. En este sentido, el libro reconstruye y presenta la evolución del SCS en el ámbito económico, político y social. La investigación está orientada a definir qué es el SCS y cómo funciona (naturaleza, alcance y funcionamientos).

Las agencias de noticias, los medios especializados y los distintos análisis han, en términos generales y con diferentes énfasis, reducido el SCS a un sistema omnisciente de vigilancia. Este trabajo ofrece una visión diferente, si bien la vigilancia es un insumo del SCS, no resulta suficiente para definirlo. De hecho, se proponen tres dimensiones para caracterizarlo: vigilancia, paternalismo y autoritarismo. En este libro, el autor demuestra que el SCS es algo más que un sistema de vigilancia sofisticado y vanguardista, es, fundamentalmente, un esquema de justicia global que regula el acceso a bienes socialmente valiosos.

La idea general no recae en que este nuevo régimen de gobernanza chino puede aparecer como una alternativa a la democracia o su peor amenaza, más bien, se intenta prever si la gobernanza centrada en accesos regulatorios puede comenzar a competir con los actuales diseños institucionales que rigen nuestras democracias. El SCS es ese viajero que al tocar nuestras puertas nos brinda la oportunidad de ver dónde estamos parados.

 

 

Dante Avaro. Estudió economía y filosofía. Sus publicaciones recientes abordan diferentes aspectos del funcionamiento democrático, especialmente los referidos a la relación entre los resultados y la calidad democrática. En nuestro sello editorial ha publicado Hambrear a la bestia, alimentar a los ciudadanos (2019) y Democracia y dinero (2020). Desde 2013 es investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina

DANTE AVARO

EL SISTEMA DE CRÉDITO SOCIAL CHINO

VIGILANCIA, PATERNALISMO Y AUTORITARISMO

Índice

CubiertaAcerca de este libroPortadaDedicatoriaPresentaciónHistoria 1: un mundo compacto, compartido y lleno de tentacionesHistoria 2. Conmoción en los jardines democráticosHistoria 3. Públicos ciudadanos expectantesIntroducciónMomento de inflexiónGolpe de efectoUnificación de la fragmentaciónCapítulo 1. Un rompecabezas de ambiciones para el autoritarismo gamificadoIntroducciónLas cuatro modernizaciones y la plasticidad del partido para mantener el controlLa modernización y sus ajustesMás allá de la “sociedad armoniosa”Reforzando el controlVirtud y controlVigilanciaDel gerenciamiento de lo social hacia el Sistema de Crédito Social pasando por la vigilanciaConclusionesCapítulo 2. Los múltiples funcionamientos del Sistema de Crédito SocialIntroducciónPuesta en funcionamiento del Sistema de Crédito SocialConvergenciaEl SCS, big data y la industria de iaExportación de modelos de controlEl argumento economicistaFortalecimiento del socialismo de mercadoEl cumplimiento de los fallos civiles: corrupción y derechos de propiedadLa visión distópicaUna visión suavizada del SCSEl Sistema de Crédito Social y la opinión de la poblaciónEl Sistema de Crédito Social como sistema de sistemasÁmbito espacial-territorialÁmbito espacial-organizacionalLas listas negrasConclusionesCapítulo 3. El sistema de castigo conjuntoIntroducciónLas listas negras y el castigo conjuntoEl castigo conjuntoConclusionesEpílogo. El Sistema de Crédito Social: ¿un espejo incómodo?Historia 1. La gran tentaciónHistoria 2. ¿Una carrera que seduce?Historia 3. ¿Hacia un mundo hecho de torniquetes?Apéndice 1. Sistema de sistemas, puntajes y acceso: rutas de observaciónBibliografíaÍndice de gráficosÍndice de tablasMás títulos de Editorial BiblosCréditos

Para Adelaida Maniscardi, un alma bella.

In memoriam (1915-1975)

Presentación

Este trabajo trata sobre un asunto en pleno desarrollo, similar a un obrador bajo la atenta mirada de sus ingenieros. La irrupción de esta especie de factoría en la escena internacional produjo, además, conmoción, la cual rápidamente desembocó en expectación. En el medio de este tipo de contextos las crónicas y descripciones suelen ser útiles para narrar asuntos que por ser contemporáneos provocan ese tipo particular de estados de ánimos y expectativas. Por tanto, me valgo de tres historias para comenzar a retratar el tema que aquí me ocupa que no es otro que el Sistema de Crédito Social de la República Popular de China (SCS).

Historia 1: un mundo compacto, compartido y lleno de tentaciones

En 2002 se produce, en el contexto de los ataques terroristas efectuados por la Yemaa Islamiya en el sureste asiático, una reunión rutinaria, pero ilustrativa. Los participantes de la reunión fueron el secretario de Defensa de Singapur (Peter Ho) y John Poindexter, a la sazón uno de los directores ejecutivos, por aquella época, de la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA). Seguramente el señor Peter Ho quería saber muchas cosas, pero particularmente estaba interesado en el funcionamiento del sistema Total Information Awareness (TIA). Cabe aclarar que el sistema TIA nunca se puso en funcionamiento completamente, entre otras cosas, porque el Congreso estadounidense legisló en 2003 una serie de restricciones a su funcionamiento. A raíz de esa normativa la Agencia de Seguridad Nacional (National Security Agency) se encargó de supervisar los diferentes programas en lo que se dividió y fragmentó el proyecto original. Sin embargo, Singapur sí logró implementar una especie de TIA. A raíz de un brote de SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) acaecido entre 2002 y 2003 las autoridades de Singapur pusieron en marcha el proyecto Risk Assessment and Horizon Scanning Program (RAHS). Desde entonces Singapur se considera un extraño laboratorio de vigilancia e inteligencia artificial, puesto que RAHS no solo es utilizado para prevenir actos de terrorismo, sino para diseñar políticas públicas de gran calado e impacto social. (Harris, 2014)

 

La finalidad de esta historia no consiste en resaltar el laboratorio singapurense, sino poner foco sobre su contexto: la democracia y el acecho autoritario, i.e. la sociedad libre frente a la renovada tentación autoritaria. El foco de la historia está puesto en que mientras las democracias pluralistas, empezando por la estadounidense, comenzaron a discutir acaloradamente sobre cómo la recolección de datos y la inteligencia artificial (IA)1 impactan en los derechos humanos y en el funcionamiento del Estado de derecho, en Beijing, en cambio, la élite política abrazó, a comienzos del nuevo milenio, la vigilancia no solo con renovados bríos, sino que mediante el uso de la IA lo hizo con extrema determinación.

Historia 2. Conmoción en los jardines democráticos

En la película 55 días en Pekín (55 Days at Peking, Estados Unidos, 1963) el guionista Bernard Gordon le hace decir a sir Arthur Robinson (David Niven): “Deja que China duerma. Porque cuando despierte, el mundo temblará” (“Let China sleep. For when she wakens, the world will tremble”). Poco importa si esa frase es o no atribuible a Napoleón durante su estadía en Santa Elena (Hicks, 2019), lo relevante es que fue el mismísimo Xi Jinping quien la hizo suya en el patio del Elíseo. Esto sucedió durante los actos protocolares por la conmemoración de los cincuenta años de relaciones diplomáticas sino-francesas en marzo de 2014. (Ng y Chen, 2014)

 

La historia no es sobre Xi Jinping aunque lo tenga de protagonista central; trata sobre cómo perciben los ciudadanos2 el funcionamiento de las democracias pluralistas. Occidente, desde mediados del siglo XIX, ha experimentado una especie de desasosiego reverencial ante la posibilidad de que el gigante despierte. Ese temor se ha reinventado por oleadas, excluyendo la actual; la más reciente fue cuando el intelectual y diplomático francés Alain Peyrefitte escribió en 1973 Quand la Chine s’éveillera… le monde tremblera.3 Este asunto tuvo siempre dos dimensiones: la primera, cuándo sucedería ese “despertar”; la segunda, y la más importante, cómo se encontraría Occidente en ese momento. La primera cuestión ya está resuelta, el terreno de lo futuribles se ha transformado en una tediosa y meticulosa discusión sobre mediciones del PBI, sobre déficit fiscal, pasivos bancarios, sectores industriales, patentes y estándares de innovación.4 La segunda, en cambio, está sucediendo y puede sintetizarse del siguiente modo: frente al despertar chino, en qué estado se encuentra nuestra vida democrática y cuál es la vitalidad de nuestras instituciones. Que no es otra cosa que preguntarse por la legitimidad de la democracia y su eficacia, grosso modo, el clásico problema de las “tres r” (representación, responsabilidad y reciprocidad) elaborado por J. Roland Pennock (1952) hace más de medio siglo.

Historia 3. Públicos ciudadanos expectantes

En un ambiente relajado, con una mesa repleta de libros a sus espaldas, el entrevistado aplomado y tranquilo se sienta mirando una pantalla a través de la cual, muy probablemente, se lleva a cabo la entrevista. El entrevistado no es otro que el padre intelectual del Sistema de Crédito Social, al menos de su versión preliminar. Se trata del profesor Junyue Lin, miembro de la influyente y poderosa Academia de Ciencias Sociales de China. Tras haber confirmado de primera mano que se trata de una colosal obra de ingeniería social, el entrevistador le pregunta si en China no han creado un monstre. La respuesta no se hace esperar. El profesor Lin, con semblante serio, afirma que han creado un excelente método tecnológico para asegurar la paz y la estabilidad. Acto seguido redobla la apuesta y manifiesta que tiene la esperanza de que pronto se pueda exportar a los países capitalistas. Tras ese final una pequeña mueca se dibuja en sus comisuras, transmitiendo, quizá, satisfacción u orgullo. Más tarde afirma, tomando en cuenta el país de residencia del entrevistador, que Francia debería adoptar rápidamente este método; ahí su sonrisa inundó la escena.5

 

El punto medular de la historia no es si el régimen chino se propone exportar el SCS, lo crucial es si algún gobierno (democrático) está dispuesto a importarlo. Exportar o importar juegan, en esta historia, un doble rol: son categorías observables, también metáforas. En cuanto categorías, importar (exportar) puede significar asimilar módulos o partes del SCS y, como metáfora, en cambio, importar significa adoptar la visión que está detrás del SCS. En resumen, ¿puede el régimen político chino convertirse en una competencia para las democracias occidentales? ¿Hay alguna evidencia que sirva de soporte a tal pregunta?

Hasta aquí las historias. Tomadas en conjunto retratan que la conmoción a escala mundial que ha provocado el funcionamiento (todavía parcial y experimental) del SCS no descansa solo en su novedad, en su sentido estrictamente contemporáneo, sino en la expectación. No parece ser la curiosidad per se lo que motiva a los públicos ciudadanos a preguntarse con insistencia sobre el SCS. Lo que moviliza a muchos públicos ciudadanos, con el auxilio y soporte de una prensa libre, parece ser un acicate más punzante y que puede presentarse del siguiente modo: ¿puede suceder algo similar en nuestras democracias pluralistas? La pregunta destila expectación en su estado más puro, puesto que la recepción del SCS en cuanto fenómeno lejano se produce en un contexto de rápidas y ubicuas transformaciones democráticas. No resulta extravagante suponer, tomando en cuenta las discusiones públicas imperantes por estos días, que frente a noticias referidas al SCS un ciudadano corriente exclame: “Lo que está pasando allá, ¿no está por suceder aquí?”. Tras lo cual otro conciudadano pregunte: “¿Qué está pasando realmente en y con nuestras democracias?”.

El estado de expectación imperante en gran parte de los públicos ciudadanos con respecto al SCS tiene muchas aristas, sin embargo, sobresalen el temor y la reacción. Algunos analistas (Dai, 2020a: 38) afirman que la caracterización distópica que Occidente hace sobre el SCS se debe, en gran parte, al temor generalizado y ubicuo que experimentan sus ciudadanos tanto en términos de vigilancia como de invasión a la privacidad. Ubicada la democracia frente al espejo, este le devuelve una silueta parecida a la distopía que Occidente manufacturó sobre el SCS. Más allá de la eficacia de la metáfora, lo cierto es que al temor le sobreviene la reacción. No son pocos los analistas, activistas y políticos que promueven una reacción centrada en la formulación e implementación de un conjunto más agresivo de políticas que tiendan a regular la vigilancia, el seguimiento y la protección de la privacidad. Algunos analistas confían (Reede, 2017) en que una empalizada más alta a la ya existente resultaría un buen antídoto para frenar al voraz e impetuoso dragón (i.e. SCS). De más está decir que las empalizadas sirven para proteger aquello que consideramos valioso –en este caso la democracia–; sin embargo, sin atalaya disponible la empalizada impide la visión de lo que queda del otro lado. Este trabajo toma distancia del temor, tampoco formula recomendaciones sobre cómo construir eficaz y eficientemente las empalizadas; se centra, en cambio, en poner a debate una improvisada atalaya bajo el formato de una premisa: una caracterización exhaustiva sobre el SCS permitirá comprender mejor la naturaleza, pero también el alcance de las transformaciones democráticas en curso. Dicho de otra forma, una mayor comprensión sobre el funcionamiento del SCS debería redundar en una mejor calibración de algunos de los principales debates teóricos sobre la democracia actual. La lectura del libro servirá para enjuiciar estos propósitos.

 

* * *

 

El SCS constituye el objeto de estudio de este libro. Para avanzar, por tanto, resulta necesario una caracterización preliminar de dicho artefacto. Para ello tomo prestada la gran invención del poeta Horacio y empezaré por el medio (in medias res) de este intrincado asunto. Asumo, así, que un buen punto de partida es la caracterización que sobre el SCS han ofrecido los diferentes y múltiples actores que participan en la construcción de la opinión pública occidental.6 Más adelante intento subsanar el sabor amargo de la presente anacronía, por ahora la intertextualidad debería de resultar suficiente para comenzar.

El espacio dinámico de intercambio de información y opiniones ha retratado a este reciente fenómeno como una auténtica pesadilla orwelliana. La idea-caracterización que circula entre los públicos ciudadanos sobre el SCS es, al menos, la imagen de una distopía. Sin embargo, dicha caracterización está dominada por una paradoja. Por un lado, la opinión pública asume que el SCS transcurre en un contexto lejano, lo cual imprime un sentimiento confuso y fugaz. Por otro, en cambio, los públicos ciudadanos creen que este fenómeno afecta el modo de vida de la población de un país que resulta, por múltiples razones, cada vez más cercano para la vida cotidiana de los ciudadanos occidentales. Por ahora, en este choque de sentimientos y percepciones intensos pero contrarios parece primar el último aspecto. La percepción de los públicos ciudadanos occidentales que lo que pasa en China resulta algo de incumbencia mutua puede terminar reforzando la caracterización distópica sobre el SCS, pero también genera, vía la expectación, una sensación de escalofrío que recorre todo el espinazo democrático. En síntesis, la idea de que los públicos ciudadanos se han hecho del SCS es el de una distopía que provoca, al menos, temor entre los miembros de las democracias pluralistas. Sin embargo, ¿en qué consiste ese retrato y cómo cree Occidente que funciona esa distopía?

En términos generales, aunque es posible reconocer diferentes énfasis y tonalidades que incorporaré oportunamente, el retrato del SCS que se ha popularizado entre los públicos ciudadanos corresponde, grosso modo, al de un sistema de (e)valuación y puntaje. Sin embargo, la mano que sostiene el carboncillo no ha cejado en la búsqueda de los detalles, la opinión pública occidental se ha interesado con creciente preocupación por conocer qué se evalúa y qué sentido adquieren esos puntajes. Gracias al interés de la opinión pública por los detalles es que apareció una imagen, aunque provisoria, bastante nítida y estructurada en torno a una idea simple, pero potente: el “puntaje ciudadano” (citizen score).7 Aprehender al SCS a través de una idea familiar para los ciudadanos de las democracias ricas y consolidades como es el puntaje ciudadano no nos dice mucho sobre la veracidad, pertinencia o eficacia de tal intento, sino antes bien nos indica la relación que los públicos ciudadanos establecieron entre la pesadilla orwelliana que se desarrolla a miles de kilómetros de distancia con aquel escalofrío que se percibe, cada vez con mayor intensidad, en el espinazo de las sociedades abiertas y pluralistas.

La temprana asociación entre el SCS con un sistema de puntos despertó entre los públicos que conforman la opinión pública occidental una curiosidad cada vez más intensa por conocer los pormenores de ese sistema, pero también, conforme aumentó la disponibilidad informativa, se necesitó un retrato mejorado y este no tardó en aparecer. Aunque el sistema de puntos en sí mismo no sea del todo comprensible para la opinión pública occidental, la información disponible bastó para que los diferentes públicos ciudadanos se hicieran una idea bastante acabada sobre el propósito que persigue un sistema de esa magnitud. Así, la opinión pública occidental comenzó a hacerse la idea de que el SCS sirve para establecer castigos (eventualmente premios) entre los miembros de la población, es decir, para regular accesos dentro de la estructura social y los bienes socialmente valiosos que la vertebran. En resumen, el retrato que hay en Occidente sobre el SCS se puede exponer del siguiente modo:

 

El SCS es un mecanismo gubernamental que le permite al gobierno chino observar las preferencias y comportamientos de la población, luego evaluar tanto positiva como negativamente dichas preferencias y comportamientos, finalmente, asignar puntos en consecuencia.

 

Este retrato o esquema general puede presentarse de manera más detallada:

 

El SCS tiene la capacidad de asignar puntos a las diferentes preferencias y comportamientos porque el régimen tiene el poder para valorar los diferentes planes de vida de los individuos. Por tanto, el gobierno se asegura que el sistema de puntos resulte inevitable para los individuos, pero también imprescindible, puesto que sin los puntos los individuos no pueden interactuar entre sí. Así, el sistema de puntos abre o cierra accesos a una multiplicidad de bienes socialmente valorados.

 

La caracterización ofrecida busca recrear la percepción que tienen los públicos ciudadanos acerca del SCS, especialmente la que se fue formando a partir de la información que estuvo disponible en la opinión pública entre 2017 y 2018. Allí la cuestión de los castigos y accesos resultó medular en el intercambio abierto y plural de información.8 En este sentido la recreación brindada líneas antes ni omite ni exagera; solo pretende iluminar aquellos aspectos que son de vital interés para esta investigación. Para continuar, conviene explicitar los objetivos que persigue este trabajo.

 

* * *

 

Los objetivos de este trabajo son acotados y están demarcados. Por un lado, al indagar qué es el SCS se propone caracterizarlo; por otro, describir cómo funciona. A continuación, presento la caracterización que del SCS se ofrece en este libro. Quizá resulte poco convencional adelantar alguna de las conclusiones en este momento; sin embargo, este proceder facilita la presentación de la estrategia metodológica empleada, como así también la delimitación observacional utilizada para la consecución de los objetivos antes señalados.

El libro propone una definición del SCS que sirve para aproximarse a la cuestión de qué es este fenómeno; además, lo delimita y caracteriza. Esta puede, tomando en cuenta el alcance del fenómeno analizado, presentarse de dos maneras. Si bien ambas modalidades tienen pretensiones de exhaustividad, una tiene un alcance más general; la otra, en cambio, resulta más sensible a las particularidades históricas del SCS chino. Las etiqueto como definición amplia y restringida, respectivamente. Comenzaré por la primera:

 

El SCS es un sistema de sistemas9 de vigilancia agencial que regula el acceso a bienes socialmente valiosos.

 

Para avanzar resulta necesario aclarar que en el marco de este trabajo se entiende la agencia (agency) en su sentido clásico.10 Así, una agencia es un autor (auctor), es decir, una entidad que al menos tiene la capacidad y la posibilidad de iniciar algo. En su versión más robusta, una agencia es un ente que actúa; por tanto, es capaz de asumir o responsabilizarse por las consecuencias de sus actos. En su versión más débil, el agente, al menos, resulta responsabilizado por otros con su accionar. Ahora vuelvo a la definición propuesta.

La definición no solo intenta identificar y delimitar el SCS; también, pretende ser exhaustiva en un doble nivel. Primero, cualquier observador que identifique un sistema de sistemas abocado a tareas constantes de vigilancia agencial, y siempre que los resultados de esta sean utilizados para regular los accesos de manera global a los bienes socialmente valiosos que estructuran la vida de los agentes, podrá afirmar que está en presencia del SCS. Este nivel funge como una condición necesaria. Segundo, si la información observada muestra que los sistemas que conforman el sistema de sistema evolucionan hacia un esquema de puntaje agencial utilizado para regular los “accesos”, el observador puede concluir que está ante el SCS chino. Este nivel resulta una condición suficiente.

La definición propuesta indica que el SCS requiere la existencia simultánea de dos fenómenos: por un lado, una acción sistemática de vigilancia agencial en manos de un sistema de sistemas; por otro, que los resultados de esa vigilancia se utilicen para regular los diferentes accesos a los bienes socialmente valiosos que estructuran la interacción social. La evolución de la vigilancia agencial en un esquema de puntaje agencial resulta un estado esperable y muestra cabalmente la existencia simultánea de los dos fenómenos anteriores, puesto que un puntaje agencial no tiene más utilidad que regular los diferentes accesos.

Por otra parte, la caracterización ofrecida del SCS a través de la definición amplia se apoya en dos núcleos de preocupaciones teóricas cuya relevancia dentro de la teoría política ya resulta clásica: el gobierno y la justicia. La vigilancia agencial sistemática en manos de un sistema de sistemas remite al asunto del gobierno sobre la población, mientras que la regulación de los accesos está anclada en los problemas de asignación de los bienes socialmente valiosos entre la población. En resumen, la definición del SCS y su consecuente caracterización se basa en la articulación conceptual entre un mecanismo de gobierno con un artefacto de justicia. Así, el artefacto de justicia codifica qué asuntos están sujetos a vigilancia (i.e. establece qué comportamientos reciben qué tipo de accesos), mientras que el mecanismo de gobierno, i.e. la sistemática vigilancia agencial, no solo recolecta información, sino que ejecuta los criterios de justicia (i.e. la regulación en los accesos a los bienes socialmente valiosos) a través de la amplia cobertura institucional proporcionada por el sistema de sistemas. Dejando a un lado los aspectos estrictamente normativos, especialmente el asunto de la legitimidad y los reclamos autoconfigurados que tienen los agentes, cuya relevancia excede y por mucho los objetivos de este trabajo, la complementariedad conceptual entre ambos núcleos teóricos resulta útil para resaltar el siguiente aspecto del SCS: mientras el mecanismo de gobierno intenta proporcionar cierto mínimo de estabilidad para la implementación del artefacto de justicia, la ejecución de los criterios de justicia que hacen funcionar dicho artefacto tienden a proporcionar un umbral de eficacia al funcionamiento del mecanismo de gobierno.

Ahora, resulta necesario introducir la definición restringida. La presento:

 

El SCS es un sistema de sistemas de vigilancia agencial que monitorea la conducta honesta de la población, convirtiéndose en un artefacto de justicia global (retributiva fundamental, pero no exclusivamente), pero de aplicación local.11

 

Esta definición enfatiza tres elementos que apenas resultan esbozados en la definición amplia, a saber:

En la definición restringida aparece un principio de justicia que no está especificado en la definición amplia. Como quedará demostrado a lo largo de este libro, el principio tiene un carácter abstracto y difuso; sin embargo, resulta de vital importancia para conectar la dimensión de los accesos con la vigilancia agencial. De este modo la “honestidad” resulta un principio de justicia que ordena, en términos abstractos, el mecanismo sistemático de vigilancia agencial y genera, por tanto, un sello distintivo para el SCS chino.

 

La “honestidad”, en cuanto principio general del artefacto de justicia, resulta un principio abstracto; sin embargo, bajo su presentación abstracta anidan criterios (concretos) de justicia. Estos tipifican los comportamientos deseables, jerarquizan su valoración y los asocian al acceso a los bienes socialmente valiosos. Los criterios se traducen en métricas que se adjuntan a las acciones de las agencias y tienen la finalidad de abrir o cerrar accesos a los bienes sociales valiosos que estructuran la vida en sociedad.

 

Finalmente, en la definición restringida se encuentra una caracterización específica del ámbito de regulación de accesos. Este recibe la denominación de justicia global, pero de aplicación local. Si bien los criterios que regulan los accesos tienen un alcance global, i.e. universal para la totalidad de los agentes, su dominio de aplicación resulta local. La cuestión de lo local no necesariamente se reduce a territorios específicos; antes bien, “local” debe ser interpretado como ámbitos institucionales que por su dinámica y naturaleza pueden estar en varios territorios. Así, “local” significa no solo lo espacial, por ejemplo, un municipio; fundamentalmente remite a las reglas formales e informales que permean el funcionamiento de las instituciones y permite modificaciones en los criterios globales, también en la creación de nuevos criterios (locales).

 

Concluyendo, mientras la definición restringida resulta categórica para delimitar y caracterizar lo que el SCS chino es, la definición amplia, en cambio, puede resultar útil para comprender por qué los públicos ciudadanos de las democracias están expectantes frente a la irrupción del SCS en cuanto imagen distópica.

 

* * *

 

El trabajo se organizó delimitando tres dimensiones analítico-conceptuales. Antes de enunciarlas conviene exponer la utilidad que han prestado a lo largo del proceso investigativo. En primer lugar, resultaron de vital importancia para reconocer y delimitar las variables de observación. En un segundo momento, fueron de gran auxilio para identificar el diferente grado de involucramiento que diferentes actores tuvieron en la evolución del SCS, lo que condujo a una selección y jerarquización en función de sus roles. El gráfico 1 sirve de resumen:

 

Gráfico 1. Esquema metodológico

Fuente: Elaboración propia.

 

Ahora sí, las tres dimensiones son vigilancia, paternalismo y autoritarismo. A continuación, establezco su alcance:

 

Vigilancia: la dimensión “vigilancia” comprende aquellos aspectos del SCS relacionado con cuestiones técnicas y tecnológicas referidas al monitoreo, seguimiento, control y almacenamiento de los datos producidos por los agentes a lo largo de los procesos de interacción social. Esta dimensión analítico-conceptual presta especial atención a la sistemática incorporación de tecnologías de vigilancia al proyecto del SCS, identifica los programas, los planes y las políticas del Estado central con referencia a los dispositivos de vigilancia masiva y analiza los nuevos modelos de negocios emergentes en manos de las empresas tecnológicas chinas.

 

Paternalismo: la dimensión paternalista remite al umbral mínimo y compartido por la tradición liberal, desde John Stuart Mill hasta los debates reciente sobre la teoría del empujón (nudge), que puede ponerse en estos términos: resulta en una afrenta a la dignidad moral de cada agente que otro escoja su plan de vida. En la investigación el asunto del paternalismo resulta útil para comprender qué está sujeto a monitoreo, qué agencia debe ser evaluada, cómo debe ser valuado y qué puntaje debe asignarse.

 

Autoritarismo: esta dimensión se refiere a dos asuntos: por un lado, autoritarismo en cuanto régimen de gobierno y por otro, como ejercicio del poder paternalista. Respecto de lo primero parto de la premisa de que China no es una democracia; la discusión de qué tipo de autoritarismo es el régimen chino excede el alcance de esta investigación. Por tanto, lo que interesa aquí es el ejercicio paternalista de los actos de gobierno. El análisis que me interesa es el que pone la lupa sobre las bajas chances que tiene cualquier agencia de escoger un plan de vida por fuera del esquema paternalista que impone el gobierno.

 

Las variables de observación que guiaron este trabajo son las siguientes:

 

Sistema de sistemas: un sistema de sistemas de vigilancia agencial está compuesto de varios sistemas relativamente autónomos interconectados entre sí cuya interrelación genera un potente sistema dedicado a la vigilancia agencial. Esta variable observacional puede arrojar datos en cuatro dimensiones: organizativa, cobertura poblacional, sofisticación tecnológica y grado de participación humana en la vigilancia. En cuanto a la primera, los resultados pueden ser de dos tipos: un sistema heterárquico o un sistema controlado desde arriba. En cuanto a su cobertura, se contemplan dos resultados posibles: parcial o total. Mientras, la sofisticación tecnológica puede ser envejecida, actualizada o de vanguardia. Finalmente, el grado de participación humana en las tareas de vigilancia puede asumir tres escenarios: fuera, dentro o sobre los dispositivos de IA. De manera complementaria, el análisis del sistema de sistemas resulta vital para describir cómo funciona, su alcance y la relación que tiene con el SCS. En el gráfico 19 se describe una ruta observacional en relación con este último asunto.

 

Puntaje agencial: el puntaje agencial es una métrica asignada a ciertos comportamientos agenciales relacionados con la honestidad, confianza, reputación y su amplia red de valores circundantes. Esta variable tiene como finalidad observar cómo se traduce la identificación de comportamientos agenciales en métricas. La observación de esta variable en el SCS debe proporcionar información sobre un asunto crucial: ¿existencia de un único sistema de puntos o una multiplicidad de ellos? ¿El proceso de traducción o conversión propiamente dicho de comportamientos a métricas se realiza de manera manual, semiautomática o totalmente automatizada? ¿El puntaje agencial consiste en un modelo puro o hay lugar para un sistema híbrido, es decir, donde coexisten puntajes, registros y listas? Una presentación general sobre la ruta observacional relacionada con el puntaje agencial se encuentra en el gráfico 20.

 

Accesos: los accesos constituyen mecanismos de justicia para conceder premios (obtención preferencial a bienes socialmente valorados) o imponer cargas (denegación parcial o total, temporal o permanentes sobre aquellos bienes) en función del historial de ciertos comportamientos agenciales. Esta variable de observación tiene que echar luz sobre el mecanismo o los mecanismos utilizados para implementar los accesos dentro del SCS, también sobre su funcionamiento y alcance. Un resumen exploratorio sobre la ruta de observación acerca de los accesos se encuentra en el gráfico 21.

 

* * *

 

El libro está estructurado en tres capítulos precedidos por una introducción. En esta se establecen tres ventanas para presentar la evolución del SCS. Dichas ventanas fungen como miradores o puntos de observación circunscriptos a unidades temporales acotadas que no solo permiten registrar cómo el régimen político chino presenta y comprende la naturaleza y el alcance del SCS, sino que también recogen información sobre el asunto de cómo terceros observantes forman sus perspectivas de análisis. Las ventanas temporales son las siguientes: momento de inflexión, golpe de efecto y unificación de la fragmentación. En conjunto sirven para confeccionar una presentación general tanto del SCS como del resto de la obra.

El capítulo 1 aborda aspectos políticos e institucionales sobre el régimen político chino, especialmente expone los intereses del Partido Comunista de China para llevar adelante la construcción del SCS. Describo la relación cooperativa, pero tensa, entre la industria de IA con los programas gubernamentales de vigilancia. Finalmente, ofrezco argumentos sobre la idea de que el SCS es un mecanismo de gobernanza evolutivo y largamente anhelado por el régimen. El capítulo 2 ofrece una breve reconstrucción histórica sobre el origen del SCS. Expongo los diferentes tipos de sistemas de crédito social y avanzo en clasificaciones sobre el particular. Analizo, también, el grado de apoyo que recibe el SCS por parte de la población. Finalmente, describo las formas y modalidades que el SCS tiene para influir en la vida cotidiana de la población. El capítulo 3 analiza el corazón del SCS: el sistema de castigo conjunto. De especial interés resulta la relación entre el SCS y el sistema judicial.

Finalmente, el epílogo resume y presenta los principales hallazgos de la investigación. Así, resumo lo que el SCS es y cómo a partir de esas definiciones se pueden proponer un listado de temas y asuntos que resultan de vital importancia para el análisis de las transformaciones democráticas recientes.

 

* * *

 

Este trabajo comenzó a mediados de 2017. Desde ese momento son muchas las personas e instituciones que han colaborado para la realización de este libro. Quiero agradecer el sostén económico brindado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina para su concreción.

Los colegas Mauro Berchi y Pablo Stropparo leyeron en varias oportunidades partes de este trabajo. Sus observaciones y correcciones no solo fueron oportunas; también atinadas. Con Carlos Sánchez y Sánchez hicimos durante 2020 Erizo Podcast, año medular para el trabajo de este libro. Durante la preparación para las emisiones me alentó, cuando las fuerzas flaqueaban, a no abandonar el trabajo. A todos muchas gracias.

Expreso mi gratitud para con los estudiantes que durante estos años han escuchado pacientemente mis exposiciones referidas a este embrollado tema. Las clases impartidas en la Universidad Autónoma de Baja California y en el Programa de Actualización en Inteligencia Artificial y Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires fueron de mucha ayuda para clarificar asuntos relacionados con los puntajes ciudadanos, la inteligencia artificial y la justicia distributiva, respectivamente.

El profesor Aristóteles Aldape Vásquez intermedió con colegas de la Universidad Autónoma de Baja California (Campus Mexicali) para la traducción del mandarín al castellano de algunos textos y contenidos en línea; a todos ellos mi agradecimiento. Quiero expresar un reconocimiento muy especial al trabajo paciente y meticuloso realizado por China Law Translate y China Copyright and Media, este último editado por el profesor Rogier Creemers. Sin la consulta de estos sitios mi comprensión sobre el SCS sería más basta de lo que, seguramente, aún lo es.

Antes de finalizar, resulta necesario un comentario adicional. A lo largo del cuerpo principal del texto se encuentran entrecomillados o en itálicas (según corresponda) denominaciones históricas, nombres de políticas, caracterización de situaciones, etcétera, que resultan de traducciones del mandarín al inglés. En respectivas notas al pie se encuentran las frases originales en pinyin y en chino simplificado; la fuente de estas se encuentra en el cuerpo del texto o bien en la misma nota al pie, según corresponda. Creo que esta modalidad expositiva sirve para entender mejor este embrollado asunto, a la vez que no distrae la lectura.

Observación final: aunque el objetivo de este trabajo pueda parecer en extremo limitado, por momentos ha resultado demasiado ambicioso para alguien que no siendo sinólogo persiste, sin embargo, en comprender qué importancia tiene el SCS para la agenda de la teoría democrática. La pertinencia del enfoque, la conveniencia del esfuerzo y la utilidad de dicha empresa quedan en manos del atento juicio de la persona lectora.

1. No hay una definición convencionalmente aceptada de la IA. En este trabajo la considero como un paraguas conceptual para un conjunto de tecnologías que tienden, en general, a producir “máquinas predictivas” (Agrawal, Gans y Goldfarb, 2019) de alta complejidad y precisión. Entre las tecnologías que quedan a resguardo de la etiqueta IA pueden enumerarse las siguientes: estadística descriptiva, análisis de regresión, inferencia estadística, árbol de decisiones de aprendizaje, clasificadores lineales, agrupación, clasificadores bayesianos, redes neuronales recurrentes, transferencia de aprendizaje, aprendizaje profundo, aprendizaje reforzado, algoritmos, big data, entre otras.

2. A lo largo del texto utilizo, siguiendo la forma convencional, el concepto “ciudadanos” para referirme al actor político central de las democracias. Refiero, en cambio, a la población china como “agentes” o “individuos” y denoto, así, su (potencial) rol político, pero diferenciándolo de lo que sucede en las democracias (ver nota 10).

3. La traducción al castellano fue casi simultánea (Cuando China despierte, Madrid, Plaza y Janés, 1974). Fue un libro de lectura obligatoria en los cursos de sistemas económicos comparados hasta bien entrada la década de 1990.

4. Todo este asunto del milagro económico chino se puede sintetizar en dos conceptos: capitalismo y estándares de medición sobre el crecimiento económico. Dos anotaciones breves son necesarias. Primera, es un tema de amplio debate la pregunta acerca de si China es o no un sistema capitalista (Chen y Dickson, 2010; Tsai, 2011). Sin embargo, la tesis de que la economía china llegó a ser capitalista es, de alguna forma, una afrenta a la propia mirada que el régimen tiene sobre este asunto. Para los líderes del Partido Comunista Chino la economía china es un socialismo de mercado con, por supuesto, características chinas. Segunda anotación, muchos especialistas (Rosen y Bao, 2015) ponen en duda la veracidad de las tasas de crecimiento. Estas dudas se basan, entre otras cosas, en el asunto de la falta de robustez de las estadísticas chinas. Este embrollado asunto ha saltado, nuevamente, a la palestra de la opinión pública recientemente (El Economista, 2021).

5. El reporte lleva por título “Crédit social en Chine: comment le gouvernement contrôle sa population avec un système de notation”. El pasaje en cuestión se encuentra en el minuto 7:50 en adelante. cutt.ly, última consulta: 29 de octubre de 2021.

6. En todo este proceso intervienen múltiples actores, enuncio a continuación los principales. Primero, las agencias informativas de prestigio mundial (BBC, Reuters, Deutsche Welle, entre otras). Segundo, informes de investigación periodísticos preparados por medios de gran reputación (por ejemplo, BBC, The Economist, The New York Times, etcétera). Tercero, seguimiento especializado (The Epoch Times, la revista WIRED, Business Insider y Slate Magazine, entre otras). Cuarto, columnistas y comentaristas free lance en plataformas de gran audiencia (v.gr. Medium, YouTube, etcétera) que trabajan con materiales no solo periodísticos sino también con informes de investigación manufacturados por centros académicos de reputación (v.gr. MERICS, entre otros). Quinto, ecosistemas de atención (redes sociales) estructurados sobre algoritmos para entregas granulares y personalizadas que viralizan información y generan reacciones de aprobación o repudio, pero fundamentalmente vivifican el espacio dinámico de intercambio de información y opiniones característicos de una sociedad abierta y libre. Este intercambio facilitó el reconocimiento intersubjetivamente compartido sobre un asunto que se asume entre los participantes como de interés común, en este caso el SCS. En este sentido, la presunción de que existe una probabilidad para nada desdeñable que al tomar al azar a un ciudadano de las democracias pluralistas consolidadas tenga una idea general acerca del SCS y manifiesta su opinión no parece inverosímil.

7. Dos comentarios resultan necesarios. Primero, en el terreno analítico donde convergen la preocupación sobre la extracción de datos, las métricas y la confección de puntajes se pueden identificar, al menos, cuatro enfoques específicos. Los enumero y presento. Productivismo: más allá de las denominaciones utilizadas (capitalismo de plataforma, capitalismo de vigilancia, etcétera), el foco está puesto en cómo las métricas y puntajes son utilizados por las empresas para reducir el tiempo de producción y convalidar rápidamente sus ventas en el mercado (Mayer-Schönberger y Ramge, 2018; Sadowski, 2019; Zuboff, 2019). En algunas ocasiones se asocian los puntajes, directamente, con el neoliberalismo (Reede, 2017). Biopoder: anclado en la tradición foucaultiana este enfoque se propone describir cómo los puntajes son utilizados para el manejo de los cuerpos. Reputación: este enfoque enfatiza cómo los puntajes sirven para cribar conductas, emulando una métrica de virtudes. En algunas ocasiones desde abajo hacia arriba (Fertik y Thompson, 2015; Masum y Tovey, 2012), en otras a la inversa (Dai, 2018). Persona digital: un espacio más ecléctico donde se encuentran algunos avances de cómo las métricas son utilizadas para clasificar a los ciudadanos (Solove, 2004; Isin y Ruppert, 2015; Hintz, Dencik y Wahl-Jorgensen, 2017). Segundo, esta investigación no pretende dar cuenta de cómo se construyen los puntajes; solo indica su existencia y potenciales usos contextuales. Digresión: en la actualidad, con la utilización masiva de big data e IA, se ha desarrollado un campo extraordinario de investigación en torno a los puntajes automatizados. Para un estado actual de la discusión, tanto en aspectos teóricos como metodológicos, puede verse la compilación editada por Yan, Rupp y Foltz (2020).

8. Un buen ejemplo resulta el reporte realizado por la NBC en mayo de 2019 bajo el título “Social Credit System coming to China, with citizens scored on behavior” (NBC News, nbcnews.to, última consulta: 2 de diciembre de 2020). El contexto es el siguiente: durante 2017 la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma publicitó un listado de personas (quebrantadores de confianza) que se encontraban impedidas para comprar boletos de avión y billetes para el tren de alta velocidad, entre otros accesos. Sin embargo, no está de más subrayar que este reporte como tantos otros (CBC News, BBC, etcétera) fueron posibles porque la todopoderosa Comisión tuvo la intención de dar a conocer esa información y con ella confeccionó un tipo específico de paisaje sobre cómo debería comprenderse el SCS.

9. Tomo la idea-concepto de “sistema de sistemas” del trabajo de Drinhausen y Brussee (2021). En el mismo sentido puede consultarse a Liu (2019). Una digresión necesaria: dado que existen varios “sistemas” interactuando entre sí, resulta tentador denominar a este fenómeno como heterarquía. Sin embargo, como quedará demostrado a lo largo del libro, el concepto de “sistema de sistemas” capta mejor la fuerte injerencia del gobierno central chino a lo largo y ancho del fenómeno del crédito social.

10. Dos aclaraciones se imponen. Primera, existe la posibilidad de usar las categorías “persona” o “ciudadano” en vez de la discutible categoría agencia. Mis razones para no usarlas son las siguientes: a) el concepto de persona tiene una complejidad filosófico-normativa que supera, incluso, con creces al ya de por sí complejo concepto de agencia, y b) el concepto de ciudadanía refiere a la membresía de una democracia, y en China no hay ciudadanos porque no hay democracia. Segunda, el concepto de agencia abarca tanto a los individuos como a las empresas u organizaciones y todos aquellos objetos que están bajo su dominio y responsabilidad. Así, la vigilancia agencial cubre los aspectos de la vigilancia a través de la internet de las cosas. Por último, resulta necesario remarcar que actualmente existe un intenso debate acerca de si los artefactos de IA deben considerarse propietarios de sí mismos. Dado ese contexto, el concepto de agencia captura bastante bien la capacidad autónoma que tienen dichos artefactos de generar acciones sin supervisión humana.

11. Las categorías “justicia global” y “justicia local” fueron elaboradas por Elster (1994). En este trabajo modifico, valiéndome de la obra de Walzer (1983), el alcance de la categoría “justicia local”. En esta propuesta lo “local” no solo incluye la dimensión institucional pensada originalmente por Elster; también incorpora las jurisdicciones político-administrativas locales como dimensiones “locales” frente a lo “global”.

Introducción

Los objetos se agrandan en medio de las tinieblas. En la sombra, todo parece hostil y gigantesco.

Benjamin Constant, De la responsabilité des ministres

 

 

El SCS constituye una obra de ingeniería social ambiciosa y compleja, también ha mostrado ser escalable y modular. A continuación, presento de manera sucinta las dos primeras características, mientras que la tercera resultará útil para avanzar en la presentación general del libro.

Todo proceso de gobernanza pública sobre los sistemas de crédito social requiere cierta dosis de ambición; sin embargo, quizá, el SCS ejemplifica un caso sin paragón. Gobernar sobre las interacciones privadas que producen confianza y reputación implica no solo modificar las reglas del juego (diseños institucionales) donde aquellas se producen; también requiere gobernar conductas, emociones, pasiones, establecer premios y castigos, entre muchos otros aspectos cruciales que se encuentran delimitados por la interacción entre la neurobiología y la psicología conductual (Dahlmann, 2020). Si bien la finalidad de un sistema de crédito consiste en establecer nuevos criterios para el funcionamiento de la confianza, no hay que perder de vista que también está en juego la instauración e implementación de nuevas métricas o puntajes para jerarquizar la reputación ya no solo entre las personas, sino entre ellas con el gobierno. En definitiva, los sistemas de crédito social no solo son recomendaciones para la acción; también funcionan como sistemas de vigilancia y control social. El SCS chino no es la excepción, sin embargo, su escala lo vuelve sobresaliente.

Por otra parte, si bien es necesario resaltar que el SCS es un artefacto ambicioso, no menos importante resulta admitir su complejidad, que por momentos entraña su difícil comprensión, como si de una naturaleza inescrutable se tratase. La evolución del SCS se ha caracterizado por el desarrollo –al estilo de modus vivendi– de un ecosistema horizontal de sistemas de créditos sociales, pero sin rehuir al llamado de su naturaleza vertical. Las dos oleadas de “ciudades demostración” –acorde con el nombre por el que se conocen las pruebas piloto en diferentes ciudades chinas– muestran la pluralidad, también divergencia en muchos casos, de principios, criterios, estándares y reglas de operación para la puesta en funcionamiento de los SCS. Frente a esta dimensión horizontal, la vertical no ha dejado de hacer sentir su peso. El constante involucramiento de diferentes áreas y actores del gobierno central para con el SCS no solo obedece al cumplimiento de directivas políticas, también, fundamentalmente, a la necesidad de estandarizar criterios, principios, procedimientos y reglas de operación. Si bien en este contexto todavía resulta útil mantener la etiqueta SCS para describir genéricamente el ambicioso proyecto chino, ya no resulta del todo válido hablar de “un” SCS (Liu, 2019) sino que lo adecuado consiste en referirse al SCS como múltiples sistemas enraizados horizontalmente, pero vigilados verticalmente. El intrincado funcionamiento descentralizado, pero anclado a una vocación centralista, hace que algunos especialistas se refieran al SCS como un “sistema de sistemas” (Drinhausen y Brussee, 2021).

Nunca resulta fácil para los cientistas políticos contabilizar los cambios acaecidos por la implementación de políticas o acciones gubernamentales; sin embargo, cuando se requiere ponderar los resultados de obras de ingeniería social a gran escala aquella dificultad se transforma, como muy bien lo ha documentado James C. Scott (2009), en un enorme contratiempo. Cualquier análisis sobre el SCS chino no escapa a esa titánica complicación, empero aceptar esta especie de limitación de cómputo o cognitiva no significa renunciar a la búsqueda de una descripción densa (Latour, 2008). Así, en este trabajo, parto de la premisa de que la naturaleza escalable y modular del SCS chino, una de sus características más sobresalientes, resulta un buen punto de partida para su descripción, aun cuando resulte parcial e incompleta. Antes de continuar se impone un descargo a modo de advertencia. Uno de los peligros más inminentes que acechan a la estrategia de describir y comprender el SCS chino mediante su evolución (escalabilidad-tiempo) y su plasticidad (modularidad-tiempo) es caer en alguna especie de reconstrucción racional ex post