El sueño de Escipión - Marco Tulio Cicerón - E-Book

El sueño de Escipión E-Book

Marco Tulio Cicerón

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Beschreibung

El diálogo De Republica corresponde a un grupo de escritos filosóficos redactados por Cicerón entre los años 55-51 a. C. Esta obra es su epílogo, y por su enorme valor adquirió vida propia. En él, Escipión el Africano (el Mayor) se aparece en sueños a su hijo adoptado, y le insta a practicar las virtudes y a permanecer despegado de lo que los hombres añoran.

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Veröffentlichungsjahr: 2019

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MARCO TULIO CICERÓN

El sueño de Escipión

Introducción, traducción, notas y apéndice de

CARMEN CASTILLO

EDICIONES RIALP, S. A.

MADRID

©2019 de la versión castellana traducida por CARMEN CASTILLO

by EDICIONES RIALP, S. A.,

Colombia 63, 8.º A, 28016 Madrid (www.rialp.com)

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN (versión impresa): 978-84-321-5097-5

ISBN (versión digital): 978-84-321-5098-2

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

INTRODUCCIÓN

EL SUEÑO DE ESCIPIÓN

APÉNDICE

INTRODUCCIÓN

1. El texto

«Estoy disfrutando en el Cumano y el Pompeyano[1] y pienso quedarme aquí hasta primeros de junio; estoy escribiendo lo que ya te dije sobre cuestiones políticas, ciertamente una obra espesa y trabajosa, pero, si sale como tengo previsto, va a quedar una obra buena. Si no, la echaré al mismo mar que contemplo mientras escribo». Así escribe Cicerón a su hermano Quinto en la primavera del año 54 a. C.[2]. Se está refiriendo Cicerón al tratado sobre la República que, en cierto modo, tiene como “modelo” el escrito siglos atrás por Platón, aunque el propio Cicerón advierte de que su mentalidad no es “utópica” sino realista.

El sueño de Escipión es un epílogo que cerraba el libro VI y último de este tratado. Era el broche de oro, conservado gracias al comentario que hizo sobre él el escritor Macrobio a finales del siglo IV o ya a comienzos del V. Fue en realidad Macrobio quien lo hizo célebre y le consiguió una independencia como texto, que, a partir de entonces, se publicó con personalidad propia.

2. Los temas

El Diálogo De Republica que Cicerón escribió mirando al mar, corresponde a un grupo de escritos filosóficos redactados entre los años 55-51 a. C. Cicerón, regresado ya del exilio, está apartado de la vida pública. Aún vivían Pompeyo y Craso, y César estaba en la Guerra de las Galias que había comenzado en el año 58 a. C.

El comentario de Macrobio se cierra con un elogio al texto ciceroniano. Este tiene como base el hecho de que en él están contenidas las tres partes de la Filosofía: «La moral, que enseña la perfección de las costumbres; la física, que tiene por objeto los cuerpos divinos y la lógica, que trata de los incorpóreos, asequibles al conocimiento humano solo por medio de la inteligencia». Justifica Macrobio esta afirmación diciendo que la exhortación al patriotismo y el desprecio de la gloria humana corresponden a la ética. La exposición sobre los círculos celestes y la armonía del universo atañen a la física y el desarrollo sobre el movimiento y sobre la inmortalidad del animus alcanzan lo más elevado de la lógica.

El conjunto del escrito ciceroniano remite a fuentes diversas: el énfasis en la política como ocupación por encima de otras y el protagonismo de las grandes figuras de la República Romana está enraizado en la romanidad de Cicerón. El excursus sobre el cosmos y la armonía de las esferas está tomado de las doctrinas pitagóricas y sus cálculos, que en el momento en el que se escribe la obra tenían un gran vigor en Roma por obra de las enseñanzas del neopitagórico Nigidio Figulo, amigo de Cicerón. A este respecto, merece la pena mencionar un texto de Plutarco en su escrito sobre “Cuestiones romanas”[3]: «Aunque los estudios astrológicos presentan en la actualidad un enorme desarrollo, la anomalía del movimiento (cuya explicación se ignora) supera la pericia de los matemáticos». Las declaraciones de la NASA ponen de actualidad estas cuestiones.

En su tratado sobre la República, incluyó Platón, como final, el mito escatológico de Er, que remite a un más allá en el que el hombre recibirá la recompensa a sus acciones a lo largo de esta vida. Indudablemente, el texto platónico es el precedente del ciceroniano.

Importa señalar que Cicerón no utiliza en este escrito el término anima (alma), sino animus, que tiene dos significados: uno de ellos, que corresponde a la primera parte del sueño, se refiere a lo que llamaríamos “estado de ánimo” y va asociado al valor o al ingenio, a la lucidez de la mente. El segundo, que utiliza en la última parte, corresponde al “principio vital”, que es “don divino” y está encerrado en el cuerpo, es común a todos los vivientes, por tanto, no es “espíritu”.

Establece claramente la distinción entre “animado” e “inanimado”. “Inanimado” es todo lo que se mueve por impulso externo, lo inerte. Esta distinción sirve de entrada al desarrollo sobre el principio del movimiento (a partir de VIII. 25). Las coordenadas espacio / tiempo están presentes en la disquisición sobre la insignificancia de la gloria, que da paso a la descripción del universo.

Podría decirse que este escrito es un juego de malabarismos con el tiempo. Reproduce un diálogo que se establece en el año 129 a. C. La escena del sueño se sitúa en el año 149 a. C. y la redacción en el año 54 a. C.

3. Figuras históricas

A) Escipión el Africano (el Mayor) (años 235 -183 a. C.) es el protagonista activo del sueño: el que se aparece y habla. Es el que expulsó a los cartagineses de la Península Ibérica y el vencedor de Aníbal en Zama (año 202 a. C.) en la Segunda Guerra Púnica.

B) Paulo Emilio (años 228 -160 a. C.) es el padre natural del Africano Menor (de ahí el sobrenombre Emiliano), vencedor en Pidna, en la Tercera Guerra Macedónica, el año 168 a. C.

C) Publio Cornelio Escipión. Hijo del Africano Mayor, y padre adoptivo del Africano Menor.

D) Escipión el Africano (el Menor) cuyo nombre completo es Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Numantino (185 -129 a. C.) es el segundo hijo de Paulo Emilio, fue adoptado por el hijo del Africano Mayor, que se llamaba Publio Cornelio Escipión. Es el protagonista pasivo del sueño. También destruyó Numancia en el año 133 a. C. El historiador Polibio[4] lo presenta llorando ante las ruinas de Carthago, incendiada por orden suya y todavía humeante en el año 146 a. C.

E) Masinisa, rey de los númidas (240-148 a. C.) en la Segunda Guerra Púnica luchó al lado de los cartagineses (Asdrúbal), después se unió a los Escipiones y prestó ayuda en la batalla de Zama. Cicerón lo presenta como adorador de la divinidad solar. Su papel en el diálogo es profético.

F) Cayo Lelio (sapiens), cónsul del año 140 a. C., pertenecía al llamado Círculo de los Escipiones. Dio título al diálogo de Cicerón sobre la amistad. Figura también en el escrito sobre la vejez. Luchó en las guerras celtibéricas contra Viriato.

4. La cuestión de la gloria

Señala el especialista alemán Otto Seel que en la literatura grecorromana hay dos líneas de pensamiento respecto a la gloria. Una de ellas, la que sigue el estoico Panecio, que pervive en Cicerón y Séneca, supone una afirmación; la segunda, supone un desprecio a la gloria humana y arranca de otro estoico, Posidonio, contemporáneo de Cicerón; es la que siguen los grandes poetas de la época de Augusto: Ovidio, Virgilio y Horacio. No hace falta haber leído mucho al escritor de Arpino para caer en la cuenta de que su postura es ambigua. Mucho se ha escrito sobre este tema.

En el sueño, Cicerón se decanta claramente por la postura despectiva. Es posible que esto se deba al momento en el que escribe el tratado De Republica, retirado temporalmente de la vida política. Una muestra de ese desconcertante contraste se encuentra en el tratado Sobre el orador, prácticamente contemporáneo, en el que se elogia la gloria del Africano[5].

En el desarrollo de la insignificancia de la gloria se sirve Cicerón de las coordenadas espacio / tiempo, que son fundamentales en el texto.

5. El “más allá”

«Hay algo divino en el hombre» (VII, 25), un algo divino que es inmortal; ese es el principio que exige la existencia de un “más allá” para el hombre. En esa otra vida, el buen político tendrá un premio; hay otros animi que, una vez, separados del cuerpo, dan vueltas y vueltas y no llegan a su sede hasta pasado mucho tiempo. Estas son las principales afirmaciones de la creencia en un “más allá”: no se explicita en el texto una teoría sobre la “transmigración” de la que tanto se ha hablado y se ha escrito.

6. El “Sueño” y el “Comentario al sueño”

El sueño como procedimiento profético es un recurso literario de gran alcance, presente en todas las épocas. Es quizá la explicación del éxito de esta pieza, que se mueve entre utopía y realidad política, a lo largo de los siglos. Nos hemos referido al inicio al amplio comentario de Macrobio, ya en el declive del Imperio Romano antes de la división Oriente / Occidente que se inicia a la muerte de Teodosio el Grande, un gran momento histórico. Entra Macrobio de lleno en la exposición del movimiento de las esferas y de su armonía musical con amplios desarrollos sobre las ideas pitagóricas que los inspiran. Doy una brevísima muestra: El uno no es un número, sino la fuente de los números. Los impares son “machos”, los pares “hembras”; de ahí la perfección del número siete. El impacto de la frase final está en la concisión con que se enlazan el fin del sueño y de la obra; «Él se fue y yo me desperté».

La coincidencia del año en que redacté esta traducción con el bimilenario de Tito Livio me ha inducido a incluir en el Anexo un escrito inédito sobre la personalidad de Escipión el Menor, basada en lo escrito por el historiador en la tercera década de su obra.

[1] Son fincas de la familia cercanas a las ciudades que les dan nombre. Cumas (la patria de la famosa Sibila) al oeste de Nápoles, y Pompeya.

[2] Epístola a Quinto II 12.1. Su amigo Ático y otros familiares la leyeron tres años después.

[3] El polígrafo Plutarco escribe en griego ya en el siglo II d. C. Cito el n. 24 de esta obra. Trad. M. Casquero, Madrid 1992.

[4] Polibio (210-127 a. C.), primer historiador griego que escribió la Historia de Roma. Tras la batalla de Pidna fue cogido prisionero; recuperó la libertad gracias a la intervención de Escipión Emiliano.

[5] Cf. De oratoreII. 154: «Nadie más brillante que E. Africano, ni con más peso que C. Lelio, ni más exquisito que L. Furio». Son los ideales aristocráticos: gloria, auctoritas, humanitas. El triunfo de Escipión sobre Aníbal figura en una lista de tópicos proporcionada por Séneca el Viejo (“Controversias”, VII, 2.7). Puede verse también en Livio, IX, 17-19.

EL SUEÑO DE ESCIPIÓN

I

9. Cuando llegué a África como tribuno militar de la cuarta legión, como sabéis, en el año del consulado de Manio Manilio[1], me pareció de primordial interés tener un encuentro con el rey Masinisa, estrechamente ligado con mi familia, por razones justificadas[2]. Al acercarme a él, el anciano me abrazó derramando lágrimas; poco después alzó la vista al cielo y dijo: «Te doy gracias, soberano Sol[3] y a vosotros, habitantes del alto cielo, porque, antes de salir de esta vida, veo en mi reino y bajo este techo a Publio Cornelio Escipión, cuyo nombre me produce alegría: porque nunca se aparta de mi memoria el recuerdo de aquel excelente e invicto varón[4]». Después, yo le hablé de su reino y él de nuestra república, y, tras una larga conversación, pasó el día con nosotros.

10. Después de una acogida digna de un rey, prolongamos nuestra conversación hasta altas horas de la noche, sin parar de hablar el anciano únicamente del Africano, recordando no solo sus hazañas, sino también sus palabras. Después, cuando nos retiramos a descansar, rendido como estaba por el camino y después de trasnochar, se apoderó de mí un sueño más profundo de lo habitual. Entonces, creo que por razón de lo que habíamos hablado, porque suele suceder que nuestros pensamientos y conversaciones producen en el sueño algo parecido a lo que escribe Ennio que le ocurría con Homero de quien solía pensar y hablar cuando estaba despierto y luego soñaba con él[5]. El Africano se apareció con la figura del retrato suyo que me era más conocida[6]. Cuando lo reconocí, me llené de espanto, pero él dijo: «¡Ten ánimo y deja a un lado tu temor, Escipión, y guarda en la memoria lo que voy a decirte!».

[1] Habla Escipión en primera persona. Estamos en el año 149 a. C., durante el consulado de Manilio. El puesto de tribuno de legión corresponde a los primeros pasos en la carrera de un senador.

[2] El rey númida Masinisa había luchado en Hispania a favor de los cartagineses. Rota la alianza con Asdrúbal, prestó importante ayuda a los romanos en la Tercera Guerra Púnica, momento en que se sitúa la narración de Escipión. Tenía entonces Masinisa la respetable edad de 91 años.

[3] Entre los pueblos primitivos de Oriente estaba extendido el culto a la divinidad solar. Una explicación detallada sobrepasaría los límites de este trabajo. Basta decir por ahora que, pasado el tiempo, se estableció oficialmente en Roma el culto al Sol Invicto.

[4] Se refiere a Escipión el Mayor, vencedor de la Primera Guerra Púnica (victoria de Zama en el año 202 a.C) y padre adoptivo del protagonista del sueño.

[5] Ennio (pater Ennius, como solían llamarle los antiguos escritores romanos) era el referente de la poesía épica romana, que se apoyaba en Homero, paradigma de la épica griega, a quien hoy se sigue leyendo con placer y provecho. Este sueño de Ennio era famoso. Cicerón alude a él en el escrito titulado Academica.

[6] Era costumbre antigua de los romanos conservar en el atrio de sus casas los bustos de sus antepasados. Escipión el Mayor murió en torno al año en que nació el protagonista del sueño; no lo había visto “en persona”.

II

11. ¿Ves aquella ciudad a la que yo obligué a someterse al pueblo romano? Está renovando las antiguas guerras y no puede permanecer en paz (mostraba entonces la imagen de Cartago vista desde lo alto y en un cierto lugar lleno de estrellas, esclarecido y brillante)[1], a la que tú, un soldado en ciernes[2], a esa, en un par de años, vas a destruirla y tendrás, por méritos propios, el sobrenombre que hasta ahora llevas como algo heredado de mí. Cuando hayas destruido Carthago, celebrarás un triunfo[3]; serás censor[4] y gobernador de Egipto, Siria, Asia y Grecia[5], elegido, en ausencia, cónsul por segunda vez[6], acabarás con una guerra importante y destruirás Numancia[7], pero cuando seas llevado en carro hasta el Capitolio[8], te enfrentarás a una situación política perturbada por las decisiones tomadas por mi nieto[9].

12. Ahora, Africano, será necesario que muestres a la patria la luz de tu espíritu, de tu talento natural y de tu consejo. Pero de este tiempo veo como un camino peligroso dispuesto por el destino[10], pues cuando tu edad alcance siete veces ocho giros solares, dos números perfectos por diferentes razones[11], y según el circuito natural cumplan la suma de años que el destino te ha marcado[12], todos los ciudadanos se volverán únicamente hacia ti y hacia tu nombre; el Senado, todos los hombres de bien, los aliados, los habitantes del Lacio fijarán sus ojos en ti; tú serás el único en el que resplandezca la salvación de la ciudad[13] y, para no alargarme, es preciso que te conviertas en dictador, si llegas a escapar de las manos impías de tus allegados[14]. Aquí, lanzó un grito, y los demás prorrumpieron fuertes gemidos; Escipión, sonriendo suavemente, dijo: «¡Chist! Os ruego, dijo, que no me despertéis del sueño, escuchad un momento lo que queda».

[1] Macrobio, en su comentario al sueño de Escipión, entiende que se refiere a la Vía Láctea.

[2] Como hemos dicho más arriba, Escipión estaba en el inicio de su carrera militar.

[3] El triunfo se concedía al general vencedor, siendo el máximo honor en el ámbito militar. El general vencedor sube al Capitolio en un carro tirado por cuatro caballos, delante de él va el botín y detrás, su ejército.

[4] Este cargo, en la cumbre de los puestos civiles, lo desempeñó Escipión en año 142 a. C.

[5] Año 141 a. C.

[6] En el año 134 a. C., la reelección para el consulado, que se hizo frecuente en época imperial, en este momento estaba prohibida por ley si no habían transcurrido diez años entre la primera y segunda elección. Constituye, por tanto, una excepción.

[7] La destrucción de Numancia (provincia de Soria) ocurrió en el año 133 a. C. Supuso el final de las guerras celtibéricas y es recordada por los autores romanos en multitud de textos. Es un hito en la historia de Roma. Dice el historiador alemán Schulten que el cerco a la ciudad puesto por Escipión estaba formado por siete campamentos y dos castillos. El gesto de los numantinos, que se arrojaron a las llamas, ha quedado como proverbial. El año de la destrucción de Numancia coincide con el de la revolución social de los Gracos.

[8] Sobre la ceremonia del triunfo, ver la nota 8. Escipión recibió de modo no oficial el sobrenombre de “Numantino”.

[9] Los Gracos eran nietos de Escipión el Mayor por vía materna. Escipión, el protagonista del sueño, fue encontrado muerto en su casa en año 129 a. C. Algunos atribuyen su muerte a los partidarios de los Gracos. Su elogio fúnebre fue pronunciado por Cayo Lelio, que es quien dio nombre al tratado sobre la amistad escrito por Cicerón.

[10] Es como una anticipación del triste final del Africano, expresada en un solemne tono profético que se manifiesta en el modo de referirse a la edad de su muerte. Se trata de una expresión de resonancias pitagóricas que se usa en poesía y en algunos pasajes de estilo elevado.

[11] Macrobio (siglo iv d. C.) en el comentario del sueño de Escipión (5.3-47) hace una amplia exposición sobre la aritmética y las “virtudes” de diversos números. La plenitud que corresponde al número ocho y las propias del siete y del seis según la doctrina pitagórica. El ocho configura el cubo y el siete es perfecto porque es la suma de tres (impar, macho) y cuatro (par, hembra).

[12] Siete veces ocho giros solares equivalen a cincuenta y seis años de edad. Justamente los que trascurren entre el año 185 a. C. y el 129 a. C. Cfr. supra Introducción. Figuras históricas.

[13] El elogio de Escipión, escrito en piedra, decía: «El único de quien los Romanos unánimemente dicen que fue el mejor de los buenos», redactado en latín arcaico. Puede verse también Cicerón, Sobre la amistad.

[14] La causa de su muerte está envuelta en el misterio, como acabamos de ver. Llegó a sospecharse de sus parientes.

III