Sobre la Amistad - Marco Tulio Cicerón - E-Book

Sobre la Amistad E-Book

Marco Tulio Cicerón

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Beschreibung

Cicerón escribió en el año 44 a.C., a petición de su amigo Ático, este tratado filosófico Sobre la Amistad, en el que se pregunta por las relaciones entre los seres humanos y el sentido de la vida. Cicerón trata sobre el papel de la amistad en las relaciones sociales y en la vida política, con numerosos ejemplos de la historia de Roma. Por boca de Lelio, Cicerón intenta separar la amistad del concepto de utilitas, con el que siempre había estado unido, y razona sobre su naturaleza y sobre las normas de comportamiento que deben regularla. Lo escribió pensando que el bien de la patria y la felicidad de los ciudadanos debían basarse sobre los principios de la amistad, que «no es otra cosa sino un común sentir en las cosas divinas y humanas, junto con una benevolencia llena de amor».

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MARCO TULIO CICERÓNSOBRE LA AMISTAD

Título: Sobre la Amistad

Autor: Marco Tulio Cicerón

Editorial: AMA Audiolibros

© De esta edición: 2022 AMA Audiolibros

Audiolibro, de esta misma versión, disponible en servicios de streaming, tiendas digitales y el canal AMA Audiolibros en YouTube.

Todos los derechos reservados, prohibida la reproducción total o parcial de la obra, salvo excepción prevista por la ley.

ÍNDICE

ÍNDICE

SOBRE EL AUTOR

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I: DISCURSO DE GAYO LELIO SOBRE LA AMISTAD

CAPÍTULO II: EXPOSICIÓN INICIAL SOBRE LOS RASGOS EN LOS QUE SE BASA LA AMISTAD

CAPÍTULO III: CAUSAS DE LA AMISTAD

CAPÍTULO IV: LAS LEYES DE LA AMISTAD

CAPÍTULO V: TEORÍAS SOBRE LA FINALIDAD Y LOS LÍMITES DE LA AMISTAD

CAPÍTULO VI: LA ELECCIÓN DE LOS AMIGOS Y SU CONSERVACIÓN

CAPÍTULO VII: LA CONVENIENCIA DE JUZGAR BIEN A LAS AMISTADES

CAPÍTULO VIII: UNA AUTÉNTICA AMISTAD SE BASA EN LA VERDAD, NO EN LA ADULACIÓN

CONCLUSIÓN

FIN

SOBRE EL AUTOR

Marco Tulio Cicerón (Arpino, actual Italia, 106 a.C. - Formies, id., 43 a.C.) fue un orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil, inició su carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma. Posteriormente se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio.

De vuelta a Roma, prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años consiguió las más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y en el 70 a.C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo cual lo hizo muy popular entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado. Decidido partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, sin embargo, no fueron siempre correspondidas. Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores (concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado. Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente a los populares, liderados por Craso y Julio César, y llevó a cabo una de las batallas más dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina. Derrotado en las elecciones, Catilina se disponía a promover levantamientos para instaurar una dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria, de gran poder emotivo. Sin embargo, su actuación acabó por significarle el exilio años más tarde, cuando Clodio, elegido tribuno de la plebe (58 a.C.) gracias a César, consiguió el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena de muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho ejecutar a otro sin el previo consentimiento del pueblo. Tras buscar, sin éxito, el apoyo de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio.

Regresó a Roma apenas un año y medio más tarde, pero para entonces su carrera política estaba prácticamente acabada, situación que pareció hacerse definitiva con la dictadura de Julio César (48-44 a.C.). Sólo cuando Julio César fue asesinado, Cicerón volvió a la escena política para promover la restauración del régimen republicano. En un principio, mientras Marco Antonio aún no se había afianzado en el cargo, gozó de cierto poder y consiguió la amnistía para los asesinos de César, pero apenas aquél se sintió seguro, Cicerón se encontró con una fuerte resistencia, a la que hizo frente verbalmente con las catorce Filípicas. En vano intentó entonces aliarse con Octavio Augusto, hijo de César, contra Marco Antonio: tras la batalla de Módena, Octavio se reconcilió con Marco Antonio y unió sus fuerzas con las de éste y con el ejército de Lépido para la formación del segundo triunvirato (43 a.C.). Ese mismo año, Cicerón fue apresado y ejecutado.

Formado en las principales escuelas filosóficas de su tiempo, Cicerón mostró siempre una actitud antidogmática y recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad de sus obras filosóficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se convirtió en un elemento crucial para la transmisión del pensamiento griego. Al final de su “De Republica” contrasta su probabilismo con una exaltación religiosa de signo neoplatónico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina clásica, con un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque perfectamente enlazados (De divinatione).

Cicerón escribió en el año 44 a.C., a petición de su amigo Ático, este tratado filosófico sobre la amistad, en el que se pregunta por las relaciones entre los seres humanos y el sentido de la vida. Cicerón trata sobre el papel de la amistad en las relaciones sociales y en la vida política, con numerosos ejemplos de la historia de Roma. Por boca de Lelio, Cicerón intenta separar la amistad del concepto de utilitas, con el que siempre había estado unido, y razona sobre su naturaleza y sobre las normas de comportamiento que deben regularla.Lo escribió pensando que el bien de la patria y la felicidad de los ciudadanos debían basarse sobre los principios de la amistad, que «no es otra cosa sino un común sentir en las cosas divinas y humanas, junto con una benevolencia llena de amor».

INTRODUCCIÓN

Quinto Mucio Escévola, el augur, solía contar con su gracejo y gran memoria muchas anécdotas de Gayo Lelio, su suegro, y no vacilaba en ninguna de sus narraciones en tildarlo de sabio; por mi parte, mi padre había puesto mi educación en manos de Escévola en cuanto vestí la toga viril, de tal manera que, hasta donde pudiera y se me permitiera, no me alejara nunca de su lado: por este motivo, yo almacenaba en mi memoria todo cuanto él examinaba con su inteligencia, en especial en aquellos casos donde expresara su parecer de forma concisa y precisa, y me esforzaba en mejorar mis conocimientos merced a su sabiduría. Cuando murió, me dirigí al pontífice Escévola, cuyo carácter y sentido de la justicia me atrevería a decir que es el más destacado de entre todos los ciudadanos romanos. Sin embargo, esas son otras historias; ahora volveré a centrarme en el augur. Si bien son muchas las imágenes que me vienen a la cabeza, recuerdo que una vez en su casa, sentado en el jardín como tenía por costumbre, cuando solamente estábamos presentes unos pocos allegados y yo en total, abordó aquel tema que en entonces corría de boca en boca. De hecho, seguro que recuerdas, Ático, en especial porque tenías mucho trato con Publio Sulpicio cuando él, mientras era tribuno de la plebe, se opuso a Quinto Pompeyo —el entonces cónsul, con el que había sido uña y carne— con extrema ferocidad, qué gran estupor o, mejor dicho, lamento produjo entre todos.

Así las cosas, Escévola, cuando abordó esta misma cuestión, nos explicó el debate que Lelio había sostenido sobre la amistad con él y con su otro yerno, Gayo Fanio, el hijo de Marco, unos pocos días después de la muerte de Escipión el Africano. Guardé en mi memoria las ideas de ese debate, que he expuesto en este libro tomándome alguna libertad, presentándolos como si ellos mismos estuvieran hablando para no estar repitiendo constantemente “dice”, “dijo” y para que parezca que los participantes están teniendo esa conversación cara a cara. Como ya me habéis solicitado más de una vez que escribiera alguna cosa sobre la amistad, este tema me ha parecido apropiado tanto por ser un tema de reflexión propio de todos los hombres como por la relación que nosotros dos tenemos. Así las cosas, he acometido este proyecto sin desgana, a fin de que pueda resultar beneficioso para muchos a partir de tus peticiones. Pero al igual que en el Catón Mayor, que escribí para ti sobre la vejez, presenté a Catón el viejo como uno de los participantes, porque no había otro personaje que me pareciera más adecuado para hablar de aquella etapa de la vida de aquel que tan largo tiempo fue viejo y en esa misma vejez floreció por encima del resto, en esta obra, dado que nuestros padres nos han transmitido que su amistad con Escipión fue digna de recuerdo, me ha parecido que el personaje idóneo era Lelio para debatir sobre la propia amistad, un tema que Escévola recordaba que este había abordado. Y no sé cómo un discurso de este tipo, afianzado sobre la autoridad de unos hombres de antaño, y especialmente en la de unos eminentes, podría tener mayor peso: por esto, cuando yo leo mis propias palabras, hay veces que me conmueven tanto que pensaría que es Catón, y no yo, quien habla.