El tesoro de la osteopatía - Peter Levin - E-Book

El tesoro de la osteopatía E-Book

Peter Levin

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Beschreibung

La osteopatía no es solo una técnica manual, sino un arte de encuentro. En esta obra, Peter Levin nos guía en un viaje hacia la esencia de la disciplina, desvelando lo que denomina los tres diamantes de la osteopatía: el contacto, la relación y la biomecánica. Con rigor científico y una profunda sensibilidad humana, Levin propone una refundación del pensamiento osteopático: pasar de la noción tradicional de función y disfunción hacia la comprensión de los estados de actividad de los tejidos. El lector descubrirá cómo la mano que palpa se convierte en puente entre lo fisiológico y lo emocional, cómo la relación terapéutica crea un espacio de verdad clínica, y cómo la biomecánica revela la vida encarnada en cada órgano y sistema. Más que un manual, este libro es una brújula. Una invitación a los osteópatas, profesionales de la salud y lectores curiosos a cultivar la autocrítica, la ternura y la humildad ante el misterio del cuerpo humano. El tesoro de la osteopatía es un cofre abierto que ofrece claves para una práctica clínica innovadora y, al mismo tiempo, una reflexión ética y filosófica sobre el cuidado del otro. En sus páginas, ciencia, arte y mito se entrelazan para devolver a la osteopatía su fulgor y su lugar en la medicina del presente. El Tesoro de la Osteopatía es una lectura dirigida a todos los osteópatas, independientemente de su bagaje profesional. En cada apartado del libro, Peter Levin tocará – como con una varita sutil – ese fragmento del alma osteopática que todos llevamos dentro y que anhela dar grandeza verdadera a la osteopatía. Prólogo de Susana Linares Kraft En suma, el lector tiene en sus manos no solo un manual de práctica osteopática, sino también una brújula para el cuidado del otro y de sí mismo, una cartografía donde ciencia, arte y mito confluyen y se enriquecen de modo inseparable. Bienvenido al viaje. Prólogo de Jesús de Miguel

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Seitenzahl: 243

Veröffentlichungsjahr: 2025

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El tesoro de la osteopatía

Peter Levin

El tesoro de la osteopatía

Contacto, relación, biomecánica

TÍTULO: El tesoro de la osteopatíaContacto, relación y biomecánica.

AUTOR: Peter Levin, 2025©

COMPOSICIÓN: HakaBooks - Optima, cuerpo 12

DISEÑO DE LA PORTADA:Hakabooks©

ILUSTRACIONES PORTADA E INTERIOR: Anja Thams, 2025©

IMÁGENES INTERIOR: Peter Levin, 2025© Public Common

1ª EDICIÓN: septiembre 2025

ISBN:

HAKABOOKS

08201 Sabadell - Barcelona

+34 680 457 788

www.hakabooks.com

[email protected]

Hakabooks

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos por la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier forma de cesión de la obra sin autorización escrita de los titulares del copyright.

Todos los derechos reservados.

Prólogo a la edición española

La edición alemana de El tesoro de la osteopatía es, desde su publicación en 2019, un libro recomendado por expertos que no ha perdido nada de su actualidad. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a mi editor, Miguel Ángel Rodríguez, de HakaBooks, y a Blanca Linares Kraft, autora de la excelente traducción. Han sabido dar a esta edición un encanto literario y visual. Sin la generosa invitación y el apoyo de Juan Miguel Pérez, este libro nunca habría visto la luz. Mis maravillosos colegas, Susana Linares Kraft y Jesús de Miguel, han adornado “El tesoro” con un manto color púrpura, gracias a sus prólogos. Lleno de gratitud, deseo a todos los colegas hispanohablantes mucha alegría e inspiración en la búsqueda del tesoro.

Peter Levin

Barcelona, septiembre de 2025

Prólogo de Susana Linares Kraft

Conocí a Peter Levin en el verano de 2022, en Barcelona, durante un seminario que impartió titulado “Eres tus óganos”. Como osteópata y siendo medio alemana y medio española, tuve el placer y la suerte de traducir su curso del inglés y del alemán al español. Fue, sin duda, una fortuna - pero, más aún, un profundo enriquecimiento personal y profesional - conocer a Peter Levin.

Dejó una huella osteopática en mí, sí, pero fue su persona, su esencia, lo que verdaderamente me llegó al corazón. Desde entonces, nos une una bonita amistad, también con su maravillosa mujer, Valbona.

Para aproximarme a El Tesoro de la Osteopatía, me permito una breve presentación del autor. Solo así podemos acercarnos realmente a esta obra. Peter Levin es osteópata, profesor, conferencista y autor de libros sobre osteopatía, desarrollo del bebé, crianza infantil y tratamiento integral de niños, así como de una multitud de artículos divulgativos. Sin duda alguna, su corazón se expresa en sus textos, siempre desde un lugar de absoluta y radical autenticidad, y con una profunda sabiduría. No conozco a ningún autor que argumente y exponga con tanta meticulosidad aquello que comparte con el lector. Cada palabra, cada afirmación, tiene su justificación: desde la historia, la ciencia y la fisiología, y siempre acompañada de una bibliografía detallada para todos los lectores curiosos y exigentes.

Su rigor en la búsqueda de la verdad, de aquello que es cierto y demostrable, es la misma que exige a su lector. Su implicación en lo que crea es absoluta, ya sea un seminario, un artículo, un libro o una charla divulgativa. Y esa misma implicación se percibe también en una conversación con Peter Levin: donde recibe, escucha y ve con el alma, dando espacio al aquí y al ahora.

El Tesoro de la Osteopatía es una lectura dirigida a todos los osteópatas, independientemente de su bagaje profesional. En cada apartado del libro, Peter Levin tocará - como con una varita sutil - ese fragmento del alma osteopática que todos llevamos dentro y que anhela dar grandeza verdadera a la osteopatía.

¿Y cómo hacemos florecer la osteopatía? Peter Levin nos muestra el camino. Hemos de ser exigentes y críticos, y también cuestionar constantemente lo aprendido. Solo desde esta mirada humilde podemos tejer una osteopatía fuerte, luminosa, que brille para toda la humanidad.

El Tesoro alberga tres brillantes: las tres “Bes”, por sus siglas en alemán: Berührung – contacto, Beziehung – relación, y Biomechanik – biomecánica. Este trinomio marca los elementos mínimos necesarios para que ocurra el suceso terapéutico entre el terapeuta y el paciente. En la relación terapéutica se establece ese punto de encuentro entre paciente y terapeuta, un vínculo determinante para el éxito del proceso. Se trata de una construcción conjunta, en la que ambos roles están claramente diferenciados. El osteópata realiza su centramiento interior, para poder encontrarse con el otro desde la neutralidad - sin perderse en definiciones abstractas de este término.

La neutralidad puede expresarse en la terapia como la conciencia de que estamos al servicio de algo más grande, y al servicio del otro, en un encuentro simétrico: de ser a ser, donde no hay espacio para el juicio. Al mismo tiempo, permitimos que esa neutralidad exista a pesar de la pretensión natural en la relación asimétrica entre terapeuta y paciente - que también es cierta. El terapeuta no es un “sanador”, sino un punto de apoyo: un sostén, con su sabiduría osteopática, para que la información de salud en el otro pueda ir expresándose a través de esta alianza.

El contacto - el tacto terapéutico - pertenece, como es natural, a la relación asimétrica entre el paciente y el terapeuta. La mano terapéutica evalúa y trata de forma profesional, con exquisita sensibilidad, y con la conciencia de que, a través de la palpación, accedemos directamente a uno de los sentidos externos del paciente: el tacto, junto con sus memorias corporales. La piel está cubierta de receptores sensoriales, terminaciones nerviosas libres y fibras táctiles de tipo C. El movimiento sobre la piel establece una especie de “cableado“ entre ella y los sentidos internos. Dichas fibras no mielinizadas y de baja conducción, proyectan al córtex insular y a la amígdala, y responden especialmente al tacto suave y gentil. Esto sugiere una relación directa entre el tacto sutil y el procesamiento emocional.

Con el tercer diamante, la “B” de biomecánica, Peter Levin sacude como un terremoto los cimientos osteopáticos del concepto de función y disfunción somática, poniendo patas arriba la base tradicional del tratamiento osteopático. Introduce al lector en un enfoque innovador y propone un tratamiento de los órganos internos basado en los estados de actividad dentro de una nosología biomecánica.

Con una habilidad sublime, desgrana paso a paso conceptos fisiológicos como la actividad tisular en reposo, bajo estrés, en hiperactividad o hipoactividad, para desarrollar así una nueva forma de tratar los órganos internos. Se ha iniciado el camino: desde el concepto de función hacia el de actividad.

Con esta obra, el lector iniciará un viaje de búsqueda personal hacia el tesoro de la osteopatía, y encontrará tres brillantes cuyas facetas reflejan la luz con un brillo incomparable: con fuego, con destello. Como expresó Elsa Gindler, pionera del trabajo corporal consciente: “Nuestro organismo es un enorme órgano de experiencia, de cuya armonía o perturbación depende la calidad de nuestras percepciones, acciones y pensamientos.”

Así, Peter Levin nos recuerda con maestría que la osteopatía no es solo una terapia, sino una forma de estar presente, de escuchar con el cuerpo, de palpar con conciencia y de encontrarnos con el otro desde un lugar afinado, disponible.

Susana Linares Kraft

Barcelona, julio 2025

Prólogo de Jesús de Miguel

“Entre el tacto y el contacto se teje un lenguaje silencioso: es ahí, en la frontera invisible entre dos cuerpos, donde la osteopatía revela su arte, la relación su profundidad y la biomecánica su misterio.” (Pierre Tricot).

En el vasto universo de las ciencias médicas y del cuidado del cuerpo, la osteopatía ocupa un lugar peculiar: aúna la exactitud de la observación clínica con la calidez del encuentro humano, el rigor de la mano experimentada y el asombro ante la vida que palpita en cada tejido.

“El tesoro de la osteopatía” de Peter Levin nos invita a emprender un viaje hacia la esencia de esta disciplina, rescatando para nuestra época aquello que constituye su mayor riqueza: el arte del contacto, la sabiduría de la relación y la precisión de la biomecánica.

Desde su nacimiento, la osteopatía fue mucho más que un método técnico. Fue y es una invitación a pensar el cuerpo y la salud desde una perspectiva integradora, donde la intervención manual se inscribe en una red de significados que atraviesan lo biológico, lo psicológico y lo cultural. Levin, heredero de una tradición formativa que va del estudio de la sociología y la religión hasta el trabajo clínico en consulta con pacientes reales, reconoce que la mano que palpa no sólo busca signos objetivos, sino también historias no narradas, memorias encarnadas, capacidades resilientes y anhelos de integración.

Toda obra que aspira a abrir caminos en la medicina y el cuidado integral del ser humano debería contener, como los antiguos cofres que guardan tesoros, un puñado de diamantes ocultos que solo se revelan en manos de quienes los buscan con paciencia, rigor y sensibilidad. “El tesoro de la osteopatía” es ese cofre, y los tres diamantes que Peter Levin pulsa y exhibe son el contacto, la relación y la biomecánica: un triángulo vital sin el cual la osteopatía pierde su fulgor y queda reducida a una técnica vacía.

En el arte de curar, el contacto suele valorarse desde su obviedad - el gesto físico, la presión medida, la destreza manual - pero Levin nos llama a pensar en el contacto más allá de la piel como una verdadera obra de haptonomía. Nos invita a considerarlo en su dimensión radicalmente humana, donde tocar es también (y de manera prioritaria) un acto de encuentro, de acogida y de reconocimiento mutuo. Más aún, el contacto es para el ser humano una memoria encarnada: sus huellas se remontan a los orígenes de la experiencia vital, allí donde el bebé se aferra al cuerpo materno, donde el mito narra la primera caricia de los dioses sobre la arcilla que es el hombre. En cada consulta, terapeuta y paciente repiten —a su escala— la escena fundadora del encuentro y, con ella, la promesa ancestral de protección y de esperanza.

De esa raíz mítica brota la segunda clave: la relación. Levin recusa la tentación - técnica o espiritualidad - de reducir el encuentro terapéutico a procedimientos mecanicistas o a neutralidades asépticas. La relación terapéutica es, para él, una obra conjunta que exige respeto a la asimetría inevitable entre ambos actores: el que busca ayuda y el que se la puede brindar. No hay simetría, pero sí hay posibilidad de alianza. El espacio de la terapia es un “santuario laico” donde se negocian permisos, se reconocen vulnerabilidades y se establecen pactos. Solo cuando la relación está formada puede surgir la verdad clínica: la comprensión profunda de lo que acontece, de lo que duele y de lo que puede cambiar. Levin introduce en este proceso una reflexión ética y filosófica de gran calado: el conocimiento en medicina no es propiedad del experto, ni el mero dato, sino surgimiento intersubjetivo, fruto de la narración y la participación.

La biomecánica es la tercera joya, pero lejos de ser un concepto frío y mecanicista, Levin la reinventa como una nosología del “vivir encarnado”. No se trata solo de palpar el movimiento, la elasticidad o la tensión; se trata de captar la actividad de los tejidos como manifestación del continuo ajuste vital entre reposo, esfuerzo y agotamiento. La mecánica de la vida nos recuerda, es indisoluble de la biografía del órgano, de su carácter, de los ciclos de fatiga y recuperación. El músculo, la mucosa, la fascia; todos tienen una historia, necesitan ser escuchados en su singularidad. El cuerpo deja de ser una máquina de piezas reemplazables y deviene un territorio plural, dinámico, sensible al sentido y a la memoria.

Uno de los mayores logros del libro es mostrar que el osteópata no es un mero ajustador funcional, sino un mediador de relaciones significativas entre el paciente y su cuerpo, entre el presente biográfico y la memoria mítica de la especie. Si bien la clínica exige destrezas palpatorias finas y un saber técnico riguroso, el verdadero arte radica en la sensibilidad para leer la experiencia - y la Resistencia - de los tejidos, para dar espacio a la palabra, al silencio y al ritmo propio del proceso de sanación.

El hilo subterráneo que une estos tres tesoros es la convicción, sostenida y argumentada a lo largo del texto, de que toda práctica sanitaria descansa en la integración de dimensiones que la medicina dominante muchas veces separa. El cuerpo que se trata y el cuerpo que se vive (“Körper” y “Leib”) no son enemigos, sino dos formas de estar en el mundo, mediadas por el lenguaje, la historia y el mito. La ciencia investigadora y el saber experiencial dialogan y se corrigen mutuamente. Así, la osteopatía auténtica se revela como ciencia natural y humana, capaz de mantener el equilibrio entre la investigación empírica, la ética del cuidado y la apertura al misterio del vivir. Todo esto permite poder trabajar desde las causas y dejar en un segundo plano las variables.

Levin evoca con lucidez el papel de lo simbólico y lo mitológico en la reformulación de la osteopatía contemporánea. Entiende, con pensadores como Klaus Heinrich, que curar es también un acto de re-ligación, en el sentido sagrado y profano: reparar la fractura entre razón y mito, entre disciplina técnica y apertura al sentido común de la existencia. La recuperación del mito - no como superstición, sino como lenguaje originario de la experiencia - facilita la integración psíquica y somática, permitiendo que el paciente recupere pertenencia y significado en su vivencia corporal.

Finalmente, “El tesoro de la osteopatía” es una invitación al lector - terapeuta, paciente, estudiante o curioso - a asumir la complejidad y la belleza de lo viviente sin atajos ni dogmas. Es un llamamiento ético para ejercer la curiosidad, la autocrítica y la ternura, a sostener la ambivalencia y la incertidumbre, y a cultivar, sobre todo, la humildad ante el misterio que encierra cada cuerpo y cada vida. Solo así, sugiere Levin, los tres diamantes de la osteopatía - el contacto, la relación y la biomecánica - brillan y contribuyen genuinamente a la salud y el desarrollo humano.

En suma, el lector tiene en sus manos no solo un manual de práctica osteopática, sino también una brújula para el cuidado del otro y de sí mismo, una cartografía donde ciencia, arte y mito confluyen y se enriquecen de modo inseparable. Bienvenido al viaje.

Jesús de Miguel

Madrid, julio 2025

Introducción

El tesoro de la osteopatía contiene tres diamantes. Los tres diamantes, en su forma pulida, se conocen como las tres Bes (por sus siglas en alemán) o los tres brillantes. Representan el contacto (Berührung), la relación (Beziehung) y la biomecánica (Biomechanik). Estas tres Bes son lo más valioso que la osteopatía puede ofrecer. Si colocamos los tres brillantes en la constelación adecuada, no solo desarrollarán su propio poder, sino que se estimularán mutuamente y aparecerán en todo su esplendor.

Para extraer el tesoro se necesitan manos suaves y luego las herramientas adecuadas para pulir los diamantes. En los primeros capítulos desarrollaremos en detalle la cuestión clínica y describiremos y trabajaremos paso a paso las tres Bes:

las cualidades osteopáticas del contacto terapéutico,la configuración de la relación terapéutica y del proceso terapéutico,la interpretación de los estados de actividad en una nosología biomecánica.

El primer diamante ha sido tallado y pulido a la perfección en 130 años de osteopatía, mientras que los otros dos no han podido brillar. Las cualidades osteopáticas del contacto terapéutico son múltiples y sutiles. La configuración de la relación terapéutica ha permanecido durante mucho tiempo en la sombra. La interpretación de los estados de actividad tisular se encuentra desde hace tiempo en una crisis provocada por la fijación en la función y la disfunción osteopáticas.

Dado que es éticamente necesario y contribuye de manera decisiva al éxito del tratamiento, la competencia para configurar la relación terapéutica debe ocupar un lugar central en la formación osteopática. La configuración de la relación terapéutica va mucho más allá del autocuidado y la actitud respetuosa del terapeuta. Se trata más bien de crear un marco profesional para la terapia y de ayudar a configurar los procesos terapéuticos de regulación del contacto, de la transferencia y de la regresión. El desarrollo de la sensibilidad osteopática debe estar integrado en la relación terapéutica, ya que solo en esta relación surge la verdad clínica. Si queremos seguir perfeccionando el contacto terapéutico para leer mejor la historia y el presente de las cualidades de los tejidos, esta lectura refinada solo puede aplicarse en el contexto de la nosología biomecánica y la relación terapéutica.

Para ilustrar estos temas, volvemos una y otra vez al tratamiento de los órganos internos. El ejemplo del tratamiento de los órganos no es arbitrario. Los órganos fueron los primeros en mostrar los límites del pensamiento en términos de función osteopática. En este sentido, el tratamiento de los estados de actividad de los órganos es un ejemplo de la refundación de la osteopatía. Los desplazamientos y procesos de fricción que demostramos en los órganos - pero también en el ejemplo del erguimiento y otras capacidades complejas - afectan a todos los ámbitos de la osteopatía. La fisiología, y no la anatomía, es la ciencia que guía la osteopatía; la descripción de los estados de actividad es nuestro punto de referencia, y no el modelo de función y disfunción.

Fig. 1: Un diamante se procesa

Durante más de un siglo, este modelo se ha desarrollado sobre el aparato locomotor y se ha transferido al sistema craneosacral y a los órganos. Hoy en día podemos ver claramente que esta transferencia no ha dado lugar a una clínica realista. Las últimas décadas han demostrado además que estos conceptos se han convertido en un obstáculo para el desarrollo. Los órganos internos son testigos principales de la necesidad de superar estos obstáculos. Esto es posible si trabajamos las tres Bes hasta alcanzar su máximo esplendor.

Al final, llegamos a referirnos a las incubadoras y talleres, en los que el tesoro de la osteopatía puede satisfacer las exigencias de la reflexividad y la integración en los discursos científicos: la universidad y el laboratorio osteopáticos. Estos talleres son campos de trabajo fundamentales para el desarrollo de la osteopatía. Sin ellos, incluso el diamante más hermoso se empaña y pierde su brillo. En estos lugares, el tesoro de la osteopatía puede desarrollar una identidad profesional acorde con los tiempos. La osteopatía realizará así su base material e intelectual. Se desarrollará por igual como ciencia natural y humana.

Fig. 2: Exitosa búsqueda de un tesoro en la playa

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Planteamiento clínico en el diagnóstico y el tratamiento

Al igual que un periodista o un criminólogo, como clínicos de los órganos internos debemos responder a las tres preguntas fundamentales: ¿qué?, ¿cómo? y ¿cuándo? La pregunta sobre qué hay que tratar plantea tanto la cuestión de qué tejido u órgano necesita nuestra ayuda como la de qué hay que cambiar en ese tejido u órgano, ya que no funciona «lo suficientemente bien». En la tradición del tratamiento de órganos, había respuestas que no eran lo suficientemente buenas, por ejemplo, la afirmación de que todos los órganos deben moverse y que la tensión es mala. Esta suposición, también conocida como «disfunción somática», expresada esquemáticamente como «el movimiento es bueno, la tensión es mala», ha demostrado ser poco beneficiosa para los órganos. Por lo tanto, antes de cualquier examen o tratamiento manual, vale la pena preguntarse cómo expresan los órganos su salud y su enfermedad. Rápidamente se hace evidente que incluso hablar de «los órganos» es demasiado impreciso. Los órganos internos son tan diferentes en su carácter y en su forma de vida que debemos diferenciar las cuestiones relacionadas con ellos.

Por lo tanto, buscaremos similitudes entre los órganos y, al mismo tiempo, destacaremos sus diferencias. El intestino delgado, como órgano hueco clásico y tubo intestinal, expresa la salud y la enfermedad de manera diferente a un hígado lleno de sangre o un cerebro eléctricamente activo. Mientras que el intestino se manifiesta a través de movimientos peristálticos, el estado del hígado se refleja en su volumen sanguíneo. La salud y la enfermedad de un órgano eléctrico como el cerebro se manifestarán en cambios en las oscilaciones eléctricas.

Fig. 3: Carácter y personalidad del hígado (Anja Thams)

Todos estos cambios también tienen aspectos comunes. Un órgano enfermo se comportará de manera diferente a un órgano sano, de forma muy similar a un niño, en el que a menudo notamos primero la enfermedad por comportamientos extraños o cambios de humor. El intestino delgado enfermo digiere mal y altera el comportamiento fecal. Un hígado dañado no puede realizar su función constructiva y la persona se siente cansada e irritable. Un cerebro que ya no funciona al ritmo adecuado tiende a la falta de memoria, a trastornos de la percepción o incluso a una marcha insegura. Por lo tanto, describiremos los diferentes órganos y sus respectivas características y responderemos en consecuencia a la pregunta sobre el qué, el cómo y el cuándo del tratamiento.

Existe un punto en común entre los órganos, que tiene que ver con el hecho de que aquí consideramos los órganos internos desde el punto de vista de la terapia manual. Mientras que los órganos individuales expresan sus capacidades de diversas maneras, para el trabajo manual es de especial interés la expresión mecánica. Esta limitación o similitud forzada de los órganos solo tiene que ver con el hecho de que en el tratamiento manual se pueden sentir fácilmente y sin esfuerzo los cambios mecánicos. Aunque en el hígado se producen todo tipo de procesos químicos, con nuestras manos solo sentiremos el efecto mecánico de estos procesos. Cuando el corazón está activo, se producen fuertes cambios eléctricos y electromagnéticos que solo percibimos manualmente como cambios mecánicos de estado. El intestino delgado y los pulmones son órganos que están en contacto e intercambio constante con el entorno. También en este caso, los cambios cualitativos que conlleva este contacto los percibimos como cambios mecánicos.

Fig. 4: La actividad de los tejidos y de los órganos se expresa de muchas formas distintas: de forma biomecánica, química, electromagnética, energética, biográfica, sensoriomotora, térmica y mental-espiritual.

La variada vida de los tejidos y órganos abarca, por tanto, aspectos biomecánicos, químicos, electromagnéticos, energéticos, biográficos, sensomotores, térmicos y psíquico-espirituales. Solo nuestra propia limitación al ámbito del trabajo manual hace que nos ocupemos preferentemente de los aspectos biomecánicos. Al mismo tiempo, en la fisiología y, en particular, en los enfoques holísticos de la medicina natural, se encuentran repetidamente indicios de que estos aspectos respectivos son traducibles entre sí. Así, es posible que el cambio eléctrico también conlleve un cambio mecánico; a la inversa, un cambio mecánico también puede afectar a otros aspectos, como la actividad química del órgano, o estar asociado a ella. En la medida en que existan pruebas de tales simultaneidades e interacciones, las destacaremos una y otra vez, ya que constituyen el núcleo del trabajo manual. Al mismo tiempo, aconsejaremos cautela en materia de teoría científica y no daremos por sentado automáticamente que todo está siempre conectado con todo. La influencia recíproca de los diferentes aspectos de la actividad orgánica es demostrable, pero es una suposición arriesgada por parte de la medicina holística afirmar que estos aspectos siempre se superponen de forma idéntica y no requieren mediación.

Fig. 5: El Professor italiano para Griego y arquitecto naval Vittore Fausto (1490-1546) tradujo al latín el libro sobre física de Aristóteles (gr. physiké)

Valoración de la biomecánica de los tejidos

La mecánica de los tejidos vivos se denomina biomecánica. «Bio» se refiere a lo vivo y lo orgánico, en contraposición a lo inorgánico. En el ámbito de la medicina humana, resuenan aspectos de la vida humana: autorregulación, comunicación, relación con el entorno, integración, adaptabilidad, metabolismo, crecimiento, instintos, autorreproducción, mortalidad, relación con el tiempo y el espacio. Si aplicamos la mecánica al ser humano vivo, se consideran las fuerzas y los movimientos del organismo; así, el impulso, la organización direccional, la espacialidad y la temporalidad del organismo son temas de investigación biomecánica. Dado que las fuerzas no solo dan lugar a la biodinámica, la bioestática también se incluye en la biomecánica. La biomecánica no es sinónimo de determinismo o mecánica newtoniana. La mecánica de los tejidos vivos incluye la mecánica newtoniana, la mecánica cuántica, la termodinámica, la dinámica de fluidos, etc. No hay ninguna razón para identificar la biomecánica con el aparato locomotor. En los sistemas vascular, visceral y respiratorio, la mecánica se expresa de la siguiente manera: elasticidad, estabilidad en la forma y la posición, presión, movimiento intrínseco y espacial, dinámica de volúmenes y movimiento de fluidos, ritmicidad. La realización de una biomecánica seria y percibida de forma coherente desemboca en una semiología clínica biomecánica.

1.1 ¿Qué tratar?

Si queremos examinar y tratar los órganos internos desde el punto de vista de su actividad mecánica, ya hemos dado un primer paso importante y hemos respondido de forma elegante y de paso a la pregunta de qué tratamos. La respuesta es: ¡tratamos la actividad! Si lo concretamos más, diremos que examinamos, interpretamos y tratamos los estados de actividad de un órgano.

En el contexto clínico, por supuesto, debemos ser más precisos y determinar qué estados de los tejidos y órganos requieren tratamiento y cuáles es mejor dejar sin tratar. Para ello, seguiremos naturalmente las descripciones fisiológicas. De este modo, los órganos se revelan ante todo como seres rítmicos. Todos los órganos conocen un estado de reposo activo y un estado de estrés hiperactivo. El cambio rítmico entre el reposo y el esfuerzo es normal en todos los órganos. Solo cuando la actividad de un órgano ya no puede regular este cambio rítmico, es necesario tratarlo.

1.2 ¿Cómo tratar?

Una vez que hemos aclarado qué órgano hay que tratar, surge la siguiente pregunta: ¿cómo se puede tratar? Esta pregunta despierta, naturalmente, el orgullo del artesano que hay en nosotros. ¿No es precisamente por eso por lo que hemos perfeccionado una y otra vez nuestras habilidades manuales y hemos desarrollado con refinamiento nuestra sensibilidad? Somos especialistas en las diferentes formas de tratar los tejidos, en cómo entrar en contacto con ellos de la forma más hábil, delicada y adaptada al paciente durante el tratamiento. Sin duda, no solo se requiere la destreza del artesano que llevamos dentro, sino también la capacidad del terapeuta para establecer este contacto con el paciente. La forma de tratar un órgano o a una persona no solo se determina por la motricidad refinada del artesano, sino también por la disposición del terapeuta a buscar accesos al tejido. El acceso al tejido y la alianza con el paciente son componentes esenciales de una respuesta clínicamente relevante a la pregunta de cómo tratar. En la terapia necesitamos un aliado y no podemos encontrarlo solo en las cualidades inconscientes y biológicas del tejido. También es necesaria la capacidad consciente y lingüística del terapeuta y de su paciente para establecer una alianza de trabajo.

1.3 ¿Cuándo tratar?

La pregunta de cuándo nos atormenta mucho; es la pregunta de la cronología en el tratamiento. Responder a esta pregunta supone un reto máximo para el terapeuta. Determinar el momento de un tratamiento o una intervención exige nuestra precisión en la palpación y pone a prueba nuestra comprensión clínica del proceso de curación. Si un paciente carece de estabilidad, las técnicas dinamizadoras son contraproducentes o incluso perjudiciales en ese momento.

Las leyes biológicas del desarrollo y la recuperación son la base de la cronología en el proceso terapéutico. Así, con la cronología surge también la pregunta de si la osteopatía sigue más bien un modelo de proceso terapéutico o se basa en el poder de la intervención singular en el marco de la medicina del evento. La medicina de eventos está relacionada con el sanador que sabe más y el manipulador que sabe hacer más, mientras que el proceso terapéutico se centra en la curación y la comprensión en la relación terapéutica. En la alianza terapéutica, el terapeuta desempeña un papel, pero no es ni sanador ni manipulador, y la respuesta a la pregunta clínica sobre el momento de la intervención se da en el propio proceso de tratamiento. Solo la capacidad de respuesta del paciente durante el tratamiento revela si el momento de la intervención terapéutica ha sido bien elegido. Por lo tanto, el arte del terapeuta consiste en observar atentamente los cambios en los tejidos y el estado general de su paciente durante el proceso terapéutico. La osteopatía incluye técnicas de intervención, pero aquí se concibe claramente como una forma de terapia procesual y no como medicina de urgencias.

La cuestión de cuándo tratar también pone a prueba la comprensión clínica de la terapia manual. Nuestra tarea es reconocer la cronología del proceso de la enfermedad y deducir las posibles consecuencias para la recuperación gradual. Evaluar correctamente los requisitos físicos y psíquicos y los procesos del proceso de recuperación es uno de los requisitos éticos fundamentales que se nos exigen a los terapeutas. Solo si apoyamos adecuadamente a nuestros pacientes, sin exigirles demasiado ni empujándoles a la crisis, podremos cumplir con el principio de no causar daño.

La nosología biomecánica nos ayudará en parte a aclarar la cuestión del momento adecuado. Un órgano que intensifica y exagera su actividad es un órgano fatigado y, a veces, también tiende a la disfunción. Para nosotros es importante reconocer si el órgano se está sobrecargando dentro de sus capacidades. Si se sobrecarga dentro de sus capacidades, entonces está en peligro, pero aún no está enfermo. Solo cuando supera el límite de sus posibilidades o se sale de su marco y ya no puede realizar sus funciones normales y se desvía de su camino, existe el riesgo de enfermedad. Reconocer la diferencia entre hiperactividad agotadora y comportamiento patológico es la capacidad fundamental que permite determinar el momento adecuado para el tratamiento.

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Punto de referencia de la medicina manual: actividad de los tejidos

Antes de adentrarnos en la discusión biomecánica del tejido orgánico, consideremos por un momento el origen de las categorías funcionales en el manejo lúdico de materiales y formas. Cuando se trata de órganos, nos encontramos con dos tipos: los que denominamos órganos huecos y los que nunca son huecos, sino que siempre están llenos de sangre.

Para comprender las categorías funcionales de un órgano hueco, la sección infantil de unos grandes almacenes puede ser un lugar de estudio adecuado. Allí podemos observar cómo los niños juegan con tubos largos que están dispuestos para ello. Así podemos reconocer todas las categorías importantes de la biomecánica de un órgano hueco. Los niños se meten en el tubo y se sientan encima de ellos sin haber pensado nunca en las categorías fundamentales de interior y exterior. Luego estiran el tubo desde dentro, lo comprimen desde fuera y establecen así, de forma visible para nosotros, lo que la biomecánica describe con la bella palabra «dinámica de volúmenes». Hacen rodar el tubo por la habitación y lo deforman, formulando así la distinción funcionalmente correcta entre movimiento espacial y cambio elástico de forma. En cuestión de minutos, podemos observar los aspectos fundamentales de la biomecánica de los órganos huecos en